13. LAW 🔞‼️
Personaje: Law
Contexto: One Piece
Contenido adulto: Sí
Personalidad lectora: tranquila, tímida pero luego atrevida, coqueta y agradable.
Pedido por: meka__503 (espero que te guste) 😋
LAW X LECTORA
Los Piratas de Heart navegaban tranquilamente por el Grand Line. Hacía apenas un mes que había comenzado a su aventura por aquellos mares. En ese momento estaban emergiendo. Iban a parar en una isla que Bepo había localizado para abastecerse de provisiones. Tan solo unos minutos después, el submarino ya estaba sobre el agua. Shachi y Penguin posicionaron sus prismáticos para poder dar un informe adecuado sobre la situación.
—Eh... ¡Capitán! —exclamó el pelirrojo—. Hay otro barco pirata. Creo que están atacando a una chica en la costa.
—Bien. Acabaremos con ellos. No podemos dejar que saqueen la isla y quedarnos son provisiones —comentó Trafalgar Law, el capitán de los piratas de Heart.
Odiaba los imprevistos, pero siempre los tenía en cuenta a la hora de elaborar sus planes. El hecho de que hubiera piratas en la isla no quitaba que fueran a abastecerse en ese lugar. Era el que había elegido y así sería. Solo había que deshacerse de esa escoria. Es más, lo haría el mismo.
Cuando llegaron a tierra, el ojigris fue el único en bajar del submarino. A medida que se acercaba veía más clara la escena. Una joven estaba peleando cuerpo a cuerpo con unos piratas, defendiéndose tan solo con una vieja espada. Estaba peleando con tres hombres a la vez y no estaba saliendo muy bien parada. Law se fijó en los diez cuerpos que había sobre la arena, alrededor de ellos. ¿Acaso esa chica había acabado con todos esos piratas? Todos tenían un disparo en el pecho, a la altura del corazón. El pelinegro llegó justo a tiempo. Pocos segundos de que aquella desconocida cayera rendida en el suelo, utilizó su habilidad para deshacerse de aquellos energúmenos.
—Preparad la sala de operaciones. Me encargaré de ella e iremos a por las provisiones. No quiero perder más tiempo del necesario —ordenó el pelinegro, justo después de aparecer en la cubierta con la chica en brazos.
—Sí, capitán —exclamaron sus nakamas, antes de ponerse en marcha.
Por suerte, la chica solo tenía heridas y golpes superficiales. No habían llegado a romperle ningún hueso ni nada grave; aunque, visto desde fuera, su estado era bastante lamentable. Law retiró la ropa de la joven para poder tratarla adecuadamente. No le llevó mucho tiempo, ya que solo fue limpiar y desinfectar. Todavía estaba inconsciente debido al estrés y al sobreesfuerzo. Esperarían un rato a que despertara. Por suerte, tan solo fue uno veinte minutos después. Se incorporó de golpe y sobresaltada. El capitán enseguida se acercó a la camilla.
—¿Dónde estoy? ¿Eres un pirata? —preguntó, mientras intentaba bajar de la cama. No se había alterado tanto como el ojigris se esperaba. Estaba algo aturdida por los calmantes. El pelinegro le sujetó, poniendo una mano en su brazo y otra en la cintura.
—Somos piratas, pero no queremos hacer nada malo. Te he ayudado en la playa —explicó Law, mientras ella intentaba forcejear. Se fue calmando poco a poco al escuchar la explicación—. Solo queremos ir al pueblo para comprar provisiones. Tenemos el dinero preparado. No vamos a robar ni a atacar a nadie.
—¿Cómo...? ¿Cómo puedo fiarme? —preguntó apartando la mirada. Law chasqueó la lengua. Todo esto era un maldito contratiempo. Aunque entendía la actitud de la chica. Vamos, lo normal era no fiarse de unos piratas.
—Ven y te presentaré al resto —ordenó el pelinegro, mientras la soltaba y comenzaba a caminar.
(TN) le siguió por detrás, mientras caminaban por los pasillos. ¿De verdad le habían ayudado unos piratas? Si lo habían hecho debía ser por alguna razón. Los piratas no realizaban buenos actos porque sí. ¿Cómo iba a creerse que irían al pueblo a hacer la compra? Al entrar en la cocina, se encontró con el resto de la tripulación. Eso era... ¿Un oso? ¡Un oso blanco! Se fijó en las bolsas llenas de berries que había encima de la mesa. Puede que realmente estuvieran diciendo la verdad.
—Ellos son Shachi, Penguin y Bepo —les presentó Law, de manera breve y rápida. Ellos saludaron alegremente a la chica—. Todavía somos una tripulación pequeña.
—Solo queríamos comprar provisiones y te hemos asustado, lo siento... —se disculpó Bepo, el oso, algo deprimido.
—No pasa nada. Yo... Bueno, gracias por ayudarme —agradeció la joven, mirando al suelo. Era bastante tímida con la gente desconocida—. Bueno, si queréis puedo acompañaros al pueblo. Será más rápido si os digo dónde podéis comprar cada cosa.
—¡Genial! —exclamaron los tres que estaban sentados alrededor de la mesa. Shachi añadió algo más—. No hay nada mejor que una guía tan preciosa que nos acompañe por la isla.
—Tsk... —El capitán chasqueó la lengua. Estos malditos pervertidos que tenía como nakamas no sabían controlarse—. Vamos. No quiero perder más tiempo.
Los cinco bajaron juntos de aquel submarino. (TN) se quedó sorprendida al ver que no viajaban en un barco pirata cualquiera. Debía ser precioso observar el fondo marino desde alguna cristalera. Se tardaba casi un cuarto de hora en llegar al primer pueblo, así que iban charlando por el camino.
—¿Y cómo te has deshecho tú sola de tantos piratas? —preguntó Penguin.
—Soy bastante buena con la pistola —contestó ella—. El problema es que se me acabó la munición y... La espada no se me da tan bien.
—¡Pero es impresionante! El capitán nos ha contado que acabaste con ellos solo usando un disparo —añadió Shachi. Ella se encogió de hombros—. ¿Cómo has aprendido a manejar también la pistola?
—Me ha tocado aprender —contestó ella, mientras su pequeña sonrisa desaparecía.
Los chicos fueron lo bastante inteligentes como para darse cuenta de que no debían insistir en ese tema, así que hablaron de otra cosa rápidamente hasta que por fin llegaron al pueblo. Bepo le enseñó la lista de la compra a (TN) y ella se encargó de llevarlos a las diferentes tiendas y mercados. La verdad es que era un pueblo bastante grande.
—Y bueno, ya tenéis todo —comentó ella, sonriente. Bepo revisó por última vez el inventario.
—Sí. Muchas gracias, (TN) —agradeció el oso.
—No hay de qué.
—¡Eh, mocosa! ¿Dónde te habías metido? —se escuchó gritar a un hombre. Ella se giró sobresaltada. Los piratas de Heart observaron a aquel hombre medio borracho acercándose.
—Papá... Estaba ayudando a unos turistas a encontrar las cosas —explicó ella.
—¿Te crees que la casa se va a limpiar sola? ¡Muévete! —gruñó, cogiéndola con fuerza del brazo—. Un momento... ¿Esa es mi pistola? ¿Y mi espada?
—Papá es que... —intentó explicar ella.
—Las mujeres no debéis coger armas. ¡Lo único que tienes que hacer es limpiar y prepararme la comida! —exclamó, mientras preparaba la mano para golpear la cara de su hija. Sin embargo alguien le cogió la muñeca, frenando su ataque.
—Ni se te ocurra ponerle una mano encima a tu hija —advirtió Law, asesinándole con la mirada.
—Soy su padre y hago lo que me da la gana con ella —aclaró el hombre.
—(TN)-ya. ¿Te gustaría unirte a mi tripulación? Estoy buscando un buen tirador —propuso el pelinegro, soltando a aquel maldito bastardo y centrándose en la chica.
—¿En serio? —preguntó ella, incrédula. El capitán asintió.
—No estarás pensando en abandonarme como hizo la zorra de tu madre, ¿verdad? —preguntó, realmente cabreado.
—Mamá no nos abandonó —contestó la joven, confundida.
—¿De verdad te crees que la mataron unos piratas? Se suicidó porque, según ella, no podía soportarme más. Y tú también te vas a largar.
—Tú... —murmuró (TN), mientras apretaba los puños. Lo hizo con tanta fuerza que incluso le salió sangre al clavarse las uñas. Sin previo aviso, soltó un fuerte puñetazo en la cara de su padre, haciendo que cayera de rodillas—. Ahí te pudras y te mueras de hambre por no saber ni si quiera hacerte un sándwich.
Los habitantes del pueblo que conocían a la chica desde que era un bebé se quedaron boquiabiertos. Jamás hubieran esperado esa reacción de ella. Siempre tan tranquila y amable, aguantando todo lo que le dijeran. Si bien es cierto que la mayoría deseaba que llegara el día en que esa pobre chica explotara y pudiera vivir la vida que se merecía.
—Acepto la propuesta —dijo, decidida, mirando fijamente a Law.
—Perfecto. Entonces, en marcha. Ya tenemos todo lo que necesitamos —dijo, mientras comenzaba a caminar. Sus nakamas salieron detrás de él.
(TN) les imitó se unió a sus nuevos compañeros de viaje. Se giró mientras caminaba detrás de ellos, sacudiendo la mano y despidiéndose de sus vecinos y conocidos. Nunca se hubiera imaginado que encontraría una oportunidad para escapar del pueblo. De la isla. De su padre. Había acabado con tantos piratas por venganza a su madre. Se había entrenado tanto para no morir en manos de ese tipo de escoria... Y todo había sido culpa del maldito bastardo que le había engendrado. ¿Cómo podía haber sido tan estúpida?
—Puedes llorar —dijo Law. La joven alzó la mirada del suelo. Se había quedado atrás con él. El resto iba unos metros por delantes.
—¿Qué? —preguntó ella, disimulando. No podía empezar su vida como pirata entre lágrimas. Debía ser fuerte.
—Qué llores si te apetece. No eres más débil por desahogarte. —No tuvo que decir mucho más, ya que las lágrimas de (TN) empezaron a caer por sus mejillas mientras él hablaba.
—Vale, capitán —consiguió decir. El pelinegro sonrió de lado y miró de nuevo al frente. Sabía que esa nueva incorporación sería de gran utilidad. Ese puñetazo que había presenciado había sido realmente satisfactorio.
[•••]
Ya hacía unos meses que (TN) se había convertido en un miembro más de los piratas de Heart. Su relación con el resto de la tripulación era completamente distinta que los primeros días. Su timidez había desaparecido por completo. Law jamás hubiera pensado que pudiera llegar a ser tan coqueta y atrevida. Había sido realmente útil para ciertas ocasiones en las que la joven había seducido a algunos enemigos, aunque el capitán no acabara de aceptar esas propuestas. Sin embargo, a veces también se veía afectada la convivencia en el submarino. Shachi y Penguin no eran inmunes a los encantos de la chica. Bueno, y de ninguna chica en general.
El problema era que, cierto pelinegro, tampoco era inmune a esos encantos. Esa forma que (TN) tenía de acomodarse el cabello, esa forma de cruzar su mirada con la de él, de morderse el labio cada vez que le pillaba mirándole... Además, era una nakama increíble. Era muy buena atacando en distancia, sabía mantener la calma en cualquier tipo de situaciones, no dudaba en seguir los planes y era fácil de tratar. Si bien es cierto que él no era muy agradable, pero se agradecía que ella si lo fuera. Desde que habían empezado a surgir en su interior ciertos sentimientos hacia ella, no podía evitar estar algo preocupado. Tenía un importante plan que llevar a cabo. El plan más importante de su vida.
—Capitán... ¿Va todo bien? —preguntó la chica, mientras entraba en la habitación del pelinegro después de llamar a la puerta.
—¿A qué viene esa pregunta? —Se giró sin levantarse de la silla y vio como ella cerraba la puerta tras de sí.
—Le noto más... Solitario y callado de lo normal —contestó, ella—. ¿Está preocupado por ese plan tan importante que nos comentó?
—Sí, algo así —contestó él, llevándose una mano a la cabeza. (TN) se acercó hasta su escritorio.
—Capitán, sabe que haría lo que hiciera falta por usted —dijo ella, para intentar animarle. Maldición. ¿Por qué tenía que ser tan adorable? Se sentía tan bien el hecho de ser importante para alguien—. Si necesita que le acompañe o si necesita que me quede con el resto cuidando del submarino. Lo que necesite.
—Lo que necesite... —murmuró el ojigris, mientras se levantaba y pegaba su cuerpo al de la chica. Su atracción por ella era cada vez más incontrolable. Está se sobresaltó ante el contacto, pero no se apartó. Apartarse sería lo último que haría—. Si te digo lo que necesito, ¿me lo darás?
—Sí —contestó, rápidamente. Se sentía totalmente atraída por él. Era tan inteligente, tranquilo, fuerte... Y bueno, era guapísimo. No había nada que no le gustara. Incluso el hecho de que fuera tan borde y solitario la excitaba.
—Necesito besarte y sentirte completamente mía —confesó Law. Ya no podía aguantarse más. Las ganas de tener a (TN) entre sus brazos le estaban matando. No tenía por qué aguantarse.
—A mí también me gustas —aclaró ella. El pelinegro sonrió de lado.
—Algo he notado, no soy idiota —dijo, justo antes de posar sus manos en la cara de la chica y lanzarse sobre sus labios.
Ella sonrió mientras correspondía aquel apasionado beso. Jamás había besado a un chico. Bueno, tuvo un novio en la escuela del pueblo, pero esto no tenía nada que ver. Su lengua y la de su capitán chocaban la una contra la otra y era una sensación realmente excitante. Law tampoco había tenido experiencias con otras mujeres, pero estaba un paso más allá de la joven en cuanto al sexo. Sabía perfectamente la teoría, solo debía llevarla a la práctica. Y no había podido hacer una mejor elección para poner a prueba sus conocimientos.
Sin romper el beso, fueron caminando hacia la cama. El pelinegro empujó con cuidado a la chica hasta tumbarla sobre el colchón. Separó sus labios de los de ella solo para continuar besando y lamiendo cada centímetro de su cuello mientras acariciaba su piel por debajo de la camiseta. (TN) simplemente disfrutaba de todas esas caricias mientras enredaba sus dedos en el cabello del chico. Por donde sus labios, su lengua o las yemas de sus dedos pasaban, sentía como pequeñas descargas eléctricas. Era una sensación verdaderamente placentera.
Se fueron deshaciendo de todas y cada una de las prendas de ropa que cubrían su cuerpo. Lo hicieron sin prisas. Lo hicieron entre besos, caricias, lametones y mordidas. Disfrutando de aquel esperado e intenso momento. Law paseó su lengua y sus labios por cada rincón del cuerpo de la chica, arrancándole pequeños gemidos y suspiros. Cuando (TN) notó el dedo del pelinegro acariciando suavemente su intimidad fue cuando unos ligeros nervios se apoderaron de ella.
—Capitán... —murmuró, poniendo su mano sobre la de él—. No es que no quiera hacerlo, pero... Sea gentil, por favor. Es mi primera vez.
—Seré lo más cuidadoso posible —le tranquilizó, acariciando su mejilla con la mano que le quedaba libre—. Ahora mírame. Y no me llames capitán. Llámame por mi nombre.
El ojigris introdujo con cuidado su dedo índice en el interior de (TN) y comenzó a realizar lentos y rítmicos movimientos circulares. No tardó mucho en introducir otro dedo más. Debía prepararla para lo que venía después. En unos pocos minutos, Law ya no podía aguantar más. El hecho de escuchar su nombre entre gemidos mientras esos ojos (t/c) le miraban fijamente, había hecho que se excitaría todavía más. Se posicionó adecuadamente entre las piernas de la chica y se inclinó hacia delante para poder entrar en ella. Lentamente, con cuidado.
Tras unos momentos de dolor y algo de torpeza hasta encontrar la posición adecuada, el vaivén de caderas comenzó a ser cada vez más acelerado e intenso. Sus cuerpos encajaban perfectamente. Se miraban, se acariciaban, se besaban y gemían boca contra boca. Así continuaron hasta que ambos llegaron al clímax, cayendo rendidos sobre el colchón.
—(TN)-ya... —murmuró Law, un rato después, mientras todavía descansaban en la cama. Ella le miró fijamente, esperando a que continuara—. Dentro de poco tendré que irme. Mañana lo comentaré a todos, pero quería que lo supieras primero.
—¿A dónde debes ir? —preguntó ella.
—Mi venganza... Es algo que debo cumplir yo solo —contestó él—. Estaré un tiempo separado de vosotros. Necesito que te encargues de Bepo y los otros mequetrefes que tenemos como nakamas.
—Por supuesto, nosotros cuidaremos del submarino. Me encargaré personalmente de que todo esté bajo control —dijo la chica, decidida. Debía hacerlo, por su capitán.
—Eso me tranquiliza —comentó, sonriendo de lado. Acercó una mano a su pelo, para acariciarle suavemente. Una sonrisa se dibujó en el rostro de (TN)—. Cuando vuelva y haya conseguido quitarme este peso de encima... Me gustaría que pasáramos más tiempo juntos.
—¿Más? Vivimos en el mismo sitio —bromeó ella.
—Me refiero a hacer más cosas... Los dos, solos —aclaró Law, frunciendo el ceño—. ¿Me esperarás?
—Claro que sí —contestó ella—. Tú eres el que debe asegurarse de que vuelve. Sano y salvo. ¿Me lo prometes?
—Lo prometo —murmuró él, mientras la rodeaba con sus brazos y la apretaba contra él.
Lo intentaría. Intentaría sobrevivir. Sinceramente, nunca le había importado morir con tal de cumplir su venganza. Y no era imbécil. Sabía de sobra acerca de lo poderoso que era Doflamingo. Sin embargo, ahora tenía una buena razón para volver de nuevo. Haría todo lo posible por vengar a Corazón y volver junto a la persona que le hacía sentirse querido y especial.
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