Un Encuentro Loco e Inusual

Naruto fem

Me esta afectando la falfa de sueño sin duda

Era un tranquilo día en el país de Britannia. En la guarida de los Diez Mandamientos, cada uno de ellos disfrutaba relajantemente el agradable clima reposando sobre las enormes hojas de un árbol de aspecto siniestro entrelazado con el antiguo castillo del reino de Edinburgh, algunos charlando con su compañero más cercano, y otros solo estaban en silencio observando las esponjosas nubes en el cielo.

Repentinamente, Estarossa, Gloxinia, Zeldris y Derieri los únicos cuatro mandamientos que miraban el cielo, notaron como un extraño portal se iba formando en este, justo por encima de ellos y como a continuación, dentro de dicho portal salía disparado algo a gran velocidad que se iba acercando cada vez más y más a ellos, hasta que impactó contra el desafortunado Zeldris, el cual no pudo apartarse a tiempo del lugar.

El azabache sintió como todo el aire era expulsado de sus pulmones debido a la presión del fuerte impacto de la cosa que le cayó encima. Pudo jurar que escuchó que dicho algo estaba gritando antes de su aterrizaje sobre él, y que dicho grito sonaba muy femenino.

"¡OUCH! ¡Maldita sea, eso me dolió dattebayo!" Dijo la ahora identificada chica aún encima del mandamiento de la piedad el cual todavía se encontraba aturdido por el doloroso golpe, razón por la que aún no había arremetido contra la antes mencionada.

"Bueno, por lo menos caí sobre algo suave". Dijo la mujer.

"Sí, sobre mi hermano". Le dijo Estarossa divertido, llamando la atención de la hermosa rubia que todavía continuaba sentada sobre Zeldris.

Ésta miró atónita a los nueve demonios delante de ella que le devolvían la mirada con distintas expresiones que iban desde la simple curiosidad, indiferencia o disgusto, y asimilando al fin lo dicho por el peliplata, dirigió lentamente su mirada hacia Zeldris, quien le devolvió la mirada transmitiendo con ésta dolor y una muerte segura hacia la desconcertada ojiazul, la cual se puso de pie tan rápido como un rayo y se alejó del furioso azabache.

"O... oye, lo siento". Se disculpaba torpemente la rubia levantando las manos en gesto apaciguador mirando a Zeldris, el cual se iba poniendo de pie aún con el ceño fruncido. "No fue mi intención caer encima de ti".

El joven verdugo le lanzó una fría mirada. "¿Quién eres, mujer?" Inquirió con voz amenazante.

La ojiazul, irritada por el tono del azabache que le recordaba tanto a cierto Uchiha le respondió disgustada. "¡Me llamo Naruko Uzumaki!" Diablos... ya se había disculpado ¿no? Realmente no comprendía el por qué casi todos estos tipos y, sobre todo, el hermano perdido del Teme irradiaban tantas malas intenciones dirigidas hacia ella.

"Um... bueno... pues creo que ya me voy". Dijo incómoda la Uzumaki por el prolongado silencio que se asentó en el lugar después de que se presentó.

"¿Así?, pues yo no lo creo, mujer". Dijo Galand con mofa. Tenía hambre y el alma de la chica podría calmarla hasta que viajara a un pueblo humano y se saciara por completo.

"El viejo tiene razón, de aquí no te irás, estoy segura que tu alma tendrá un sabor delicioso". Lo secundó Melascula, la cual se relamió los labios ya saboreando la futura comida.

En menos de un segundo, la rubia jinchuriki fue rodeada por los diez demonios, sin posibilidades visibles para escapar. Todo su cuerpo se puso tenso, preparándose para la batalla. Cuando ésta se movía para sacar uno de sus kunai, abrió grandes los ojos al detectar repentinamente la presencia de Sasuke a unos kilómetros de distancia.

Necesito hacer tiempo para escapar y así poder llegar al Dobe..., Analizó al querer evitar una pelea con los Mandamientos, puesto que había terminado algo agotada, a causa de su pelea anterior con su viejo compañero de equipo, cuya situación fue la que la trajo aquí en primer lugar. Pero qué... En eso, una idea se le vino a la mente. Si funcionó con Kaguya, por qué no con estos tipos, pensó con una sonrisa astuta la Uzumaki. Decidida realizó cuatro ceñales de manos y exclamó con tono firme: "¡Hāremu no Jutsu!" Después de decir eso, cientos de copias de la misma rubia totalmente desnudas aparecieron por todos lados, y sin perder ni un segundo, todas se abalanzaron sobre los varones del grupo, quienes conmocionados, no pudieron escapar de la avalancha de sexis rubias, viviendo la fantasía de todos los pervertidos de la historia al quedar profundamente sepultados bajo todos aquellos increíblemente voluptuosos cuerpos femeninos.

Por su parte, Naruko, aprovechando toda la distracción que estaban proporcionándole sus Kage Bunshins, se marchó de ahí, en dirección de donde podía sentir la presencia de Sasuke.

A mitad de camino, la Uzumaki fue bombardeada con los recuerdos de sus bunshins, y a continuación, se percató de como comenzaban a seguirla los Diez Mandamientos, hecho que la irritó por no haberse podido librar de ellos un poco más de tiempo. Afortunadamente, gracias a que aumentó la velocidad de su carrera, y a que Sasuke se iba dirigiendo a su ubicación, shinobi y kunoichi pudieron encontrarse antes de la llegada de los Diez demonios.

"¿Qué te pasa, Dobe?" Le preguntó el confundido azabache al verla tan nerviosa.

"¡Nada!" Dijo ésta rápidamente extrañando más al último Uchiha. "¡Vámonos ya a casa, Teme!"

Rodando los ojos con fastidio, y lanzándole una que otra mirada sospechosa a Naruko, Sasuke usó el Rinne sharingan y reabrió el portal que los llevaría a su mundo.

Ambos shinobis iban cruzando el portal, cuando en eso, la rubia jinchuriki pudo ver a la distancia a los diez demonios quedándose por unos segundos paralizada frente al portal.

"¡Que estás esperando, Dobe, cruza ya el portal, o acaso quieres quedarte en ese mundo!" Le dijo con molestia Sasuke sacando a la ojiazul del trance a tiempo, cruzando ésta dicho portal, dándoles una última mirada burlona a los Diez Mandamientos que los llenó más de furia, sobre todo al ver a Naruko desaparecer dentro de éste, el cual se desvaneció delante de ellos.

"¡Maldición, se escapó!" Exclamó Galand. "Y yo que tenía pensado pedirle matrimonio". Masculló frustrado.

"¡QUÉ!" Exclamaron todos los demás mirando al Mandamiento de la Verdad con irritación.

"¡Ho vamos, no me miren así! ¡Esa mujer era muy atractiva!" Se defendió Galand ante las miradas que le enviaban sus compañeros..

Las tres mujeres del grupo bufaron ante la respuesta del Mandamiento. Por su parte, los varones sintieron como un fuerte rubor quería apoderarse de sus rostros al recordar lo bien que se sintió tener a todas esas increíblemente sensuales rubias sobre ellos, comportándose tan provocativas y melosas... Casi de inmediato le pusieron un alto a ese peligroso pensamiento, después de todo, Derieri, Melascula y Grairoad estaban cerca y todavía les dolía a todos por igual las semejantes bofetadas que habían recibido por parte de éstas, con el fin, según ellas, de sacarlos del ensoñador trance en el que se habían quedado tras esa paradisiaca experiencia.

Zeldris suspiró con exasperación, pasándose la mano enguantada por el cabello. "Regresemos al castillo. Por cierto, antes de que se me olvide. Este vergonzoso momento nunca sucedió. ¿Quedó claro?" Ordenó con un tono peligroso el joven verdugo.

"Entendido". Musitaron todos al unísono, a regañadientes, en especial los chicos, con excepción de Monspeet que solo tenía ojos para su amada Derieri.

En silencio, todos regresaron al castillo, sin embargo, en el instante en que tocaron tierra, una extraña bomba se activó lanzando un peculiar humo naranja con muchos destellos de colores que cubrió completamente al grupo.

Todos los Mandamientos profirieron fuertes gritos de enojo y comenzaron a lanzar insultos al verse cubiertos de pintura naranja con brillitos de colores y pequeños zorritos naranja rojizo por todo el cuerpo. en uno de los muros del castillo estaba escrito con grandes letras ¡UN ESPECIAL DE NARUKO UZUMAKI! (PD; esa pintura no se quitará hasta dentro de dos semanas). Y por debajo de lo escrito, había dibujada una Naruko chibi bailando y sacándoles la lengua.

A unos metros de distancia, uno de los Kage Bunshins de la rubia se reía con maldad, escuchando los improperios y maldiciones que los diez demonios lanzaban hacia su creadora.

Satisfecha con su trabajo, ésta se desvaneció en una voluta de humo, y desde su mundo, en el puesto de Ichiraku Ramen, la verdadera Naruko se carcajeó encantada atrayendo las miradas curiosas y desconcertadas de todos los clientes del lugar, que negaron con la cabeza suponiendo correctamente que algún pobre infeliz había caído en una de las famosas bromas de la ojiazul.

Así fue como la Uzumaki, sin saberlo, detuvo por dos largas semanas y unos días más el inicio de la nueva guerra santa, luego del resurgimiento de los Diez Mandamientos, que avergonzados por su colorido aspecto, se negaban rotundamente a salir del castillo de Edinburgh…

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