Dulce luna de miel

El día de su tan esperada boda, era brillante y hermoso, los amigos y familiares de la feliz pareja ayudaban a arreglar los últimos detalles para que todo quedara perfecto y ese día fuese inolvidable para ambos.

Ren la mejor amiga de la novia, gelda, Elizabeth la esposa de Meliodas, el hermano mayor del novio, Zeldris junto con Liz la esposa del hermano de en medio, Estarossa y así mismo, la hermana gemela de Elizabeth, iban de un lado para otro confirmando que todo estuviese ya en orden, pues los invitados ya iban llegando y los novios no tardarían en llegar también a la hermosa mansión de la familia Demon para comenzar la ceremonia de bodas

El lugar estaba repleto de personas que presenciaban la bella unión, los familiares y amigos más cercanos de la pareja observaban con alegría plasmada en cada uno de sus rostros, el como la feliz pareja daba sus botos y seguidamente se colocaban los anillos que le daban a conocer a todos que estaban casados.

Entre estruendosos aplausos y silbidos de los más traviesos al ver el dulce beso que los recién casados compartían, la recepción dio inicio, y así fue como pasaron las horas, con el bello matrimonio recibiendo felicitaciones y regalos departe de todos los presentes.

El tutor de Zeldris Cusack, miraba a su pupilo como un padre orgulloso, con un pañuelo en las manos para limpiar una que otra lágrima traicionera de felicidad que se le escapaba al ver al joven pelinegro tan feliz alado de su radiante esposa.

Estarossa y Meliodas, los hermanos mayores de Zeldris, miraban a su hermano felices porque al fin estaba junto a la mujer que amaba, era lo menos que se merecía después de todo lo que ambos amantes tuvieron que pasar para estar juntos, desde la desaprobaciónde los patriarcas de las dos familias ya que los testarudos hombres se odiaban a muerte, para la molestia de sus esposas, que muy al contrario de sus tercos maridos, aprobaban la relación entre ambos jóvenes y conspiraban con sus hijos, para que la pareja se encontrara sin que el señor Demon e Izraf, el padre de Gelda, se enteraran y el intento de los antes prometidos de la actual pareja, que aferrados a cada uno, trataron de separarlos por todos los medios posibles, pero por suerte y también por el gran amor que el par se tenía, no lo lograron y derrotados, se alejaron de sus vidas para no ser vistos de nuevo.

Ambos patriarcas de las familias de los recién casados, miraban con disimulado orgullo a sus respectivos hijos, resignados y deseándoles lo mejor a ambos jóvenes.

Amelie Demon la esposa de Dietrich demon se acercó a su hijo junto con Charlize Vampire la madre de Gelda para felicitar a sus hijos con el rostro de ambas mujeres que la mayor parte del tiempo mostraban una imagen seria y compuesta, dejando ver sin pena, algunas lágrimas de dicha por el lindo momento y la felicidad que este matrimonio le daba a sus amados hijos.

El tiempo pasó, el brindis en nombre del matrimonio se llevó acabo con todos allí presentes y finalmente, los recién casados se fueron a su tan esperada (para ambos) luna de miel con sus hermanos cubriendo su partida de la fiesta.

Desde antes de Cruzar la puerta de su habitación, en la casa de playa privada que Meliodas y Elizabeth le habían regalado al nuevo matrimonio, los besos ansiosos no se hacían esperar al igual que las manos errantes de cada uno, que recorrían sin inhibición alguna el cuerpo del otro.

Gelda sentía que su cuerpo estaba en llamas por la mirada tan cargada de deseo y amor que Zeldris posaba sobre ella, su amado la había recostado cuidadosamente sobre la amplia cama de la bellamente decorada habitación y poco a poco, él se movía en su dirección hasta quedar por encima de ella.

Sin perder más tiempo, el pelinegro atrapó los labios de su hermosa esposa en un beso cargado de pasión y amor. Gelda respondía con mucho fervor el ardiente beso, la rubia cada vez se sentía más caliente por la cercanía de su hombre, y al sentir como éste iba desatando los nudos de su elegante vestido de bodas, ésta se excitó en anticipación por lo que traería esta larga noche.

Cuando finalmente Zeldris se deshizo del vestido, que le impedía el acceso completo al hermoso cuerpo de su esposa junto con el sostén de ésta, él comenzó a trazar con leves toques la curvilínea silueta de su amada.

Gelda se retorcía con cada pequeño toque que Zeldris le daba, cada uno dejaba un camino ardiente sobre su piel, su respiración se enganchaba cuando sus dedos bagaban cerca de su núcleo caliente y húmedo, uno que otro suspiro se escapaba de sus carnosos labios por las exquisitas sensaciones de las que su marido era responsable y al sentir como este con una de sus manos comenzaba a amasar su suave montículo izquierdo, ella no pudo evitar soltar un fuerte gemido.

Llamaradas de placer recorrían cada parte de su cuerpo ante su áspero tacto, él unió sus labios en un beso que comenzó siendo suave y dulce para que poco a poco se fuese tornando pasional y hambriento. Ella no pudo evitar gemir fuertemente en el beso que ambos compartían cuando sintió que las manos de su esposo apretaban sus grandes pechos y la yema de sus dedos pellizcaban sus endurecidos pezones.

Zeldris dejó su boca con un pequeño mordisco en su labio inferior y empezó a trazar un camino de húmedos y cálidos besos a lo largo de su cuello hasta el valle de sus suculentos pechos a los que comenzó a chupar con entusiasmo y mordisquear lo suficiente para provocar que ella se arquease contra él y empezara a gemir su nombre. Bajando una de sus manos entre sus húmedos e hinchados pliegues, con la yema de sus dedos rosaba levemente su clítoris a través de la tela de sus empapadas bragas, causando que su amada Gelda gimiese más fuerte y suspirase mientras separaba sus piernas para darle un mejor acceso a su cálida intimidad.

Gelda podía sentir los labios ardientes de su marido moviéndose desde la clavícula, hasta su cuello, los placenteros mordiscos y el amamantamiento de su piel tienen su mente ya empañada en una pesada capa de necesidad, bloqueando todo pensamiento racional de su mente. Oh, lo deseaba tanto ya dentro de ella, cada caricia la ponía en el borde y sentía que su piel se encendía en llamas cuando su boca saboreaba lenta y tortuosamente cada rincón de su ser.

Su núcleo palpitaba dolorosamente ante la falta de atención, y como si su amado escuchara sus pensamientos, una de sus manos comenzó a deslizarse ardientemente por su estómago hasta llegar a sus muslos, ella observaba con mucha excitación como sin detenerse Zeldris agarraba el fino material de sus bragas y sin más miramientos, las iba deslizando entre sus largas y torneadas piernas hasta sacarlas por completo.

Luego moviendo una de sus manos hasta su necesitado núcleo caliente, introduce con suavidad uno de sus dedos y empieza a bombearlo dentro y fuera de ella con suma lentitud poniéndola más deseosa de que ese fuese su miembro caliente y palpitante entre sus pliegues resbaladizos.

Zeldris tensaba su mandíbula tratando de contenerse para no enfundar su palpitante erección en su ardiente esposa, pero el ver su rostro retorcido por el placer, su tentadora boca abriéndose solo para dejar salir esos maravillosos sonidos tan pecaminosos, el enrojecimiento de su cremosa y tersa piel y el arqueamiento de su hermoso cuerpo contra el suyo provocándolo al rosarse, al igual que la gran cantidad de sus dulces jugos que mojaban su mano cada vez que introducía primero uno, luego dos y por último tres de sus dedos dentro de ella moviéndolos con mayor rapidez a cada instante para prepararla, lo dejaban sin aliento.

Gelda tomando el rostro de su amado esposo entre sus delicadas manos, lo atrajo en otro ardiente beso que les robó el aliento a ambos, fervientes mordiscos y sensuales roses de lengua abrumaban los sentidos de la pareja, la cual no podía parar de repartir caricias en el cuerpo del contrario.

Aprovechando la posición de su esposo, Gelda comenzó a desvestir a Zeldris, quitando primero la chaqueta de éste, luego la camisa de vestir que llevaba debajo de la chaqueta, seguidamente los pantalones, y así continuó hasta dejarlo totalmente desnudo mientras que la sensual rubia, repartía candentes besos en cualquier parte del cuerpo de su esposo del cual ella tuviese acceso.

Zeldris sin dejar a un lado la tarea que tenía, con una ardiente sonrisa dirigida a su esposa, se dedicó a complacerla haciendo que sus dedos se estirasen y curvasen en cada empuje con tal exquisitez para la rubia, que la hizo llegar al borde, haciendo que un poderoso orgasmo la golpease con tal fuerza que la dejó viendo estrellas a través de su visión por unos segundos.

"Joder Gelda, me vuelves loco, necesito estar dentro de ti, no lo soporto más", siseó Zeldris mirando de forma depredadora a la ojivioleta.

"Entonces no lo pienses más y haslo mi amor, hasme tuya en este momento", respondió Gelda posando su mirada llena de deseo sobre él.

Eso fue lo único que necesitó como respuesta el atractivo pelinegro, porque en cuestión de segundos, él empujaba su gran longitud palpitante y caliente dentro de su amada esposa, causando que esta enredase sus largas y cremosas piernas en sus caderas y a su ves, soltase un grito de total dicha cuando él entró completamente en ella.

Al principio sus empujes son lentos, pero poco a poco van tomando velocidad hasta que estos los tenían a ambos jadeando y gimiendo del abrumador placer que llenava cada parte de sus cuerpos.

"Z-Zeldris, por favor que esto n-no termine nunca, te quiero siempre así conmigo", habló Gelda casi sollozando por toda la explosión de sensaciones maravillosas que su amado le provocaba, ya que al mismo tiempo que la envestía con fuerza, degustaba con gran dedicación dejando chupetones y besos ardientes en cada uno de sus grandes y necesitados pechos.

"M-mi amada Gelda a mi también me gustaría que esto nunca terminase, te sientes tan maravillosamente bien, estás tan mojada y me encanta cuando te aprietas tan exquisitamente a mi alrededor", solo pudo decir éste que como ella, se encontraba aturdido en el enorme placer que solo ella le podía dar.

Zeldris intentaba alargar el momento para ambos bajando la velocidad de sus empujes a empujes lentos pero no menos ardientes, sin embargo, su Gelda no se lo dejaba fácil cuando esta arañaba su espalda por la excitación y tallaba su boluptuoso cuerpo contra el suyo.

Y así, perdiendo la batalla contra el deseo de su esposa y de él mismo, sus empujes se volvieron más rápidos y erráticos, llevando poco a poco a ambos a su increíble orgasmo, sofocando sus gritos de placer con un beso profundo y cargado de tantos sentimientos de amor que los dejó aturdidos pero muy satisfechos por toda la gama de emociones y sensaciones vividas en ese increíble instante.

"Te amo mi dulce Gelda", dijo Zeldris mirando con ternura a su bella esposa.

Ella, tendida por debajo de él, lo miró con dulzura y después de repartir suaves besos en todo el rostro de su amado esposo y abrazándolo sin darle alguna posibilidad de salir de su firme agarre, le respondió amorosamente, "Yo también te amo mi querido Zeldris, este es el día más feliz de mi vida, ya que estoy finalmente a tu lado y nunca dejaré que nadie nos separe".

Y nuevamente ambos, se fundieron en un dulce y largo beso amoroso reanudando su larga noche de luna de miel.

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