Una tarta con mermelada de fresa (Dylmas) ❀
Hoy era el decimoséptimo cumpleaños de Dylan y estaba muy emocionado, ya que sus padres al fin le habían dejado salir de noche con sus amigos de fiesta para celebrar. Oh, ya ansiaba salir con Ki y Tyler Posey.
—Será grandioso —dijo Ki, exagerando los gestos de sus manos, una vez que los tres se encontraron en la entrada del instituto—. Mucho alcohol y chicas.
—O chicos —corrigió Dylan con una sonrisa—. De preferencia mayores, unos tres años de diferencia no me harían mal. Esos tienen más experiencia.
Tyler soltó una risita y le dio un golpe amistoso en la cabeza, Dylan se habría quejado de no ser que a unos metros de él se encontraba la única persona que era capaz de controlar su pulso cardíaco a su antojo: Thomas, ah, bendito sea.
Conoció a Thomas desde que cumplió los once, el chico y su familia provenían de Inglaterra y se habían mudado a Nueva Jersey, ciudad natal de Dylan. Cabía aclarar que el par había conectado al segundo que se pusieron a jugar soccer con el balón rosita de su hermana Julia, pero no bastaron más de dos años para poder darse cuenta que miraba a Thomas con unos ojos completamente diferentes a los de una amistad. Sí, estaba completamente enamorado e irremediablemente sin correspondencia.
Al principio podía soportarlo, adoraba admirar la belleza sin igual de su amigo secretamente, observando embobado cada manía que el chico tenía, como lo era alzar su meñique al tomar el té a las cinco de la tarde o sus bellas arrugas que se le formaban al reír. Incluso agradecía que la ventana de su cuarto coincidiera con la de Thomas, ya que podía mirarlo disimuladamente cuando el inglés se ponía a jugar con su sable de luz azul de Star Wars. Sin embargo, todo cambió cuando comenzó a acercarse a las chicas, Dylan detestaba verse remplazado por lindas faldas cortas y perfume floral; inclusive no se ha atrevido a abrir la cortina de su cuarto por temor a encontrarse a la dichosa Kaya Scodelario sentada en la cama de Thomas mientras ambos se carcajean. No quería admitirlo, aunque vaya, sí estaba agonizando de amor.
Pero aquí estaba, paralizado cuando los ojos chocolate de su amor imposible chocaron con los suyos. Después, Thomas sonrió, haciendo que su corazón corriera como caballo desbocado y sin nada que pudiera desacelerar su ritmo cardíaco. Ki trató de llamar su atención jalando su brazo cuando el inglés se encaminó hacia el trío.
—Aquí viene, amigo. ¿Por qué no le pides unos buenos besotes de regalo? Estoy seguro que no te rechazaría.
—Obvio no te va a rechazar, se ve de aquí a la luna que le gustas mucho —añadió Tyler, siendo celebrado por el asiático con un buen choque de puños.
No les prestó atención, ya estaba fascinado con el rebelde cabello dorado de Thomas que se revoloteaba por el viento. Sin mencionar la forma modosita que tenía al caminar, como si fuera un modelo de revista, y Dylan podría pensarlo de no ser que conoce a su rubio desde hace seis años.
—Hola Dyl, feliz cumpleaños —Thomas sonrió aún más, abultando sus sonrosadas mejillas—. Te iba a felicitar en tu casa antes de ir a la escuela, pero Lisa me dijo que saliste antes. Se me hizo extraño, sueles salir más tarde.
De reojo, pudo ver que Posey le echaba una mirada llena de complicidad a Ki Hong, quien se rió entre dientes. Los ignoró, centrándose completamente en la belleza de Thomas.
—Perdona, Britt me pidió que fuera a verla. Al parecer tenía un regalo para mí —Omitió el hecho que no quería encontrarse con él por su obvia intención de evitarlo desde hace semanas.
Brittany... Brittany era una amiga suya reacia a aceptar que era gay, diciéndole que no había encontrado a la indicada y asegurándole que ambos harían la pareja perfecta si Dylan aceptaba. Incluso se ha ofrecido a enseñarle los pechos para que pueda recapacitar su decisión, pero a Dylan se le ponen los pelos de punta con el simple hecho de imaginarse a la chica desnuda. Así que no, gracias.
Thomas hizo un mohín que en seguida lo ocultó con una sonrisa temblorosa.
—Qué tonto soy, disculpa. No se me ocurrió que no soy el único de la faz de la Tierra que quiere felicitarte a primera hora del día —Había una pizca de desdén que coloreaba la voz del británico.
"Pero eres el único al que deseo ver todos los días desde que sale el sol" pensó lastimeramente, un poco dolido al creer que el corazón de Thomas probablemente le pertenecía a otra persona.
—Oye Tom —Intervino Ki para tratar de aligerar el ambiente tenso que los estaba encapsulando a los cuatro—. Pensábamos llevar a este muchacho a la fiesta que dará Hoech en su casa para festejar su cumpleaños, ¿te gustaría unirte?
Maldijo a Ki en sus pensamientos por hacer que su estómago diera un vuelco, ¿que Thomas saliera de fiesta con él, donde probablemente se embriagaría y no tendría el suficiente juicio para controlar sus acciones, además cabía la posibilidad de terminar acorralando al rubio contra la pared para besarlo sin descanso? No, definitivamente no. Se suponía que por eso mismo estaba evitando a Thomas, para no ceder contra sus impulsos de adolescente hormonal y, en una de esas, eliminar toda sensación mística que lo embarga cada vez que el rubio aparece en sus pensamientos.
—Me encantaría, pero tengo un compromiso con alguien a quien estimo mucho —Thomas le ofreció una mirada de disculpa, pero Dylan fingió que no le importaba y se dispuso a ver sus uñas mordisqueadas, ignorando el suave dolor que martirizaba a su corazón atolondrado—. Si acabo antes, le pediré a Kaya que me lleve, ¿de acuerdo?
—No te preocupes, Thomas. Está más que claro que tienes otras prioridades y está de lujo —Sin pensar, hizo una sonrisa extremadamente forzada y agregó—: No tienes que intentar hacer algo que no quieres, ni mucho menos disculparte. Yo ya me voy, chicos.
Sin decir más, se echó a correr al interior de las instalaciones, buscando rápidamente el baño de hombres para esconderse en un cubículo. Una vez que cerró la puerta, bajó la tapa del váter y se sentó para poder calmarse. Sí, estaba claro que Dylan no encabezaba las jerarquías del chico, pero que él mismo se lo diera a entender le dolía en supremacía. Joder, estaba convencido al cien por ciento que ese asunto tenía que ver con Kaya, seguramente cumplían otro mes de los novios más cursis del mundo y eso le impedía a Thomas ir de fiesta con ellos. Seguramente Kaya estaba celosa de su gran amistad y por eso evitaba que estuvieran juntos.
Lloriqueó al darse cuenta que no era verdad, Dylan era el que envidiaba la gran cercanía que tenían ese par, porque él quería ser su novio -su número uno-, no un simple amigo que vive a una cerca blanca de distancia.
Maldición, vaya que estaba jodido.
|*|*|*|
Su madre le había permitido salir de fiesta con sus amigos de noche si él accedía a comer de buena manera el pastel que ella tenía planeado prepararle para festejar a su cumpleaños junto a su familia. A Dylan no le disgustaba la tradición de estar con sus padres y hermana, pero ya deseaba algo de libertad para poder divertirse con sus amigos y descubrir los tentadores secretos de la noche.
Ya olía a pan horneándose cuando escuchó que llamaban al timbre, Lisa se asomó de la cocina para pedirle que él abriera la puerta.
—¿Esperas a alguien? —inquirió, dejando en el respaldo del sofá una revista con recetas de cocina que su mamá solía comprar. Le interesaba un estofado de cordero y arroz con verduras.
—Invité a alguien, si no te importa —Su madre intentó ocultar su sonrisa antes de volver a lo que estaba haciendo.
Quiso reclamarle a esa malvada mujer, siempre solía jugarle sucio y estaba seguro que esta vez era la ocasión. Tan sólo rogaba que no fuera la tía Simone o su extraño primo Martin. Siempre que los veía, le daba ganas de ocultarse en su cuarto y no salir dentro de tres meses.
Pero al abrir la puerta, sólo se encontró a Thomas, quien traía entre manos una cajita envuelta en papel lila y decorándole un enorme moño color violeta. El hermoso rubio le sonrió a modo de saludo.
—Thomas —Pese a decir lo más obvio, no podía creerse la visión del rubio postrado frente a él.
—¿Entonces? ¿Me dejarás pasar, Dyl?
No entendía nada de lo que estaba ocurriendo, aún así se hizo a un lado para permitirle el paso al amor de su vida. ¿Qué estaba haciendo aquí? ¿No había dicho que tenía un compromiso con alguien más?
—Thomas, cariño —Lisa salió de la cocina y fue directo a abrazar al rubio—. Qué bueno que llegas, ¿por qué no vas con Dylan a jugar un poco al sótano? Patrick se puso las pilas para limpiar el polvo.
—Seguro, Lisa. Gracias por invitarme —Thomas sonrió afable, sus piernas casi se derriten cuando los orbes oscuros del rubio se fijaron en él—. ¿Me invitas a tu sótano para platicar como en los viejos tiempos?
—Vayan tranquilos, yo les avisaré cuando esté lista la tarta.
Intentó proferir una palabra, tan siquiera un sonido de afirmación pero no podía creer lo que estaba viendo. Thomas y su madre; su madre había invitado al chico de sus sueños a festejar su cumpleaños y los estaba mandando a jugar al sótano donde ambos solían pasar las tardes después de la escuela. Solos. Y con las ganas de lanzarse a los labios del rubio acechando su cabeza.
—¿Qué esperas, Dyl? —Su amigo lo tomó de la muñeca y lo arrastró por el pasillo que los llevaban a las escaleras cuesta abajo. A fin de cuentas, Thomas sabía muy bien el camino.
¿Qué hacía aquí? ¿No se suponía que tenía un asunto más importante con Kaya? Prácticamente había dicho que tenía un compromiso con alguien a quien estimaba mucho, una persona que podría ser más importante que él para no salir a festejar su cumpleaños. Aunque vamos, Thomas estaba aquí y no con ninguna otra chica. Por otro lado, el rubio había rechazado la invitación de Ki. ¿Será que su reunión sería más tarde y había aprovechado en llegar temprano a su casa para compensar que no saldrá de fiesta con Dylan? O quizá Kaya rompió con él...
—Puedes dejar de pensar tanto, Dyl. Hasta aquí me llega el olor a neuronas quemadas —Él se burló, una vez que estaban bajando la escalinata del sótano.
Su padre lo salvó de responder algo cuando carraspeó para atraer la atención de ambos jóvenes, el pobre Patrick estaba lleno de polvo desde los zapatos hasta su cabello empapado de sudor. Thomas soltó su muñeca solamente para terminar de bajar y saludar al hombre de polvo con un firme apretón.
—Qué sorpresa, muchacho. Pensé que mi hijo y tú ya habían terminado su noviazgo.
Dylan se puso rojo hasta las orejas, Thomas sonrió radiante. Cuándo no lo hace.
—Es un también un gusto para mí verlo, Patrick.
—Como sea —refunfuñó su padre mientras arrastraba una bolsa negra de basura hacia las escaleras—. Créanle a su pareja cuando dice que hay una rata en la lavadora, se evitan muchos problemas. Aunque ya me hice cargo.
No pudo evitar pensar en el conejillo de indias que su hermana mayor Julia había estado ocultando en la bóveda para que sus padres no la regañaran; Janson -así le había nombrado- tenía un significado especial, pues su ex novia Cinthya se lo había regalado, y no había tenido el suficiente corazón para dar al animal en adopción. Pobre Janson...
—No era una rata.
—¿Que no lo era? Saltó hacia mí y comenzó a rasguñarme la cara como si hubiera perdido completamente la cordura —Patrick lo tomó del hombro y le susurró al oído para que nadie ajeno pudiera escuchar—. Escucha bien, en el segundo cajón de la cómoda en mi cuarto hay una caja de condones, puedes tomar los que quieras.
—Papá —Protestó abochornado.
Odiaba que hiciera ese tipo de insinuaciones cuando se trataba de Thomas. Desde que se confesó como gay frente a toda su familia, Patrick fue el primero en adivinar que el dueño del corazón de su hijo era Thomas; todo esto ocurrió en las fiestas navideñas de hace tres años, cuando Dylan simplemente no despegaba su mirada del rubio en la cena de víspera, ni mucho menos cuando su padre le estaba pidiendo casi a gritos la bandeja del jamón ahumado.
—Shhh... Ya sé que eres un hombrecito y las hormonas se alborotan. Es tu momento de aprovechar la oportunidad —Antes de irse, su padre le guiñó un ojo. Dylan no podía estar más consternado.
—¿Qué dijo tu padre? —Thomas preguntó con una pequeña sonrisa una vez que Patrick abandonó el lugar.
Dylan se acercó al rubio, se paró lo suficientemente cerca para contemplar su bello sonrojo y las diminutas marcas de su lindo ceño fruncido (Thomas solía fruncir sus cejas a menudo). Se preguntó cómo alguien tan divino como él podría tan siquiera compartir espacio con alguien tan común como el ojimiel. Simplemente... No tenía sentido.
—Dijiste que tenías algo importante que hacer —Optó por cambiar el tema, no quería hacer que su papá pareciera un depravado sexual.
—Nunca más importante que tú, Dyl. Lisa me invitó y no pude negarme —Encogió sus hombros en un gesto adorable—. Perdón si te hice sentir lo contrario.
—Pero... Kaya es tu novia.
Él negó con la cabeza arrugando su besable entrecejo, balbuceó un par de cosas imposibles de descifrar antes de decidirse a entregarle la cajita morada que había apoyado en el suelo polvoso de madera. Dylan la miró curioso antes de aceptarla, el papel estaba tan cuidadosamente envuelto que le daba mucha pena romperlo, pero su instinto fisgón le obligaba a tomar el obsequio y hacer trizas el papel decorativo para poder descubrir lo que se hallaba dentro.
Escuchó a Thomas reír cuando por fin dejó al descubierto el presente; era de un llamativo porta retratos decorado con diminutas conchitas de mar y purpurina morada, en la esquina superior había había una lectura escrita con un marcador permanente negro: "Lo mejor de Nueva Jersey". Pero a Dylan se le llenaron los ojos de lágrimas cuando vio la foto: Eran él y Thomas sentados en arena húmeda de playa, el ojimiel estaba besando la mejilla sonrosada del rubio; el niño no paraba de llorar porque extrañaba su hogar en Inglaterra y Dylan le había prometido que encontraría esa razón que lo haría amar Estados Unidos, o más específicamente, Nueva Jersey. Y Tasha, la mamá de Thomas, los había tomado desprevenidos cuando no sintieron el flash en sus rostros.
—Era mi cumpleaños número doce —dijo el rubio, haciéndolo volver al presente—. No había pasado ni un año de estar aquí, pero tú lo hiciste memorable, ¿recuerdas?
—Claro —respondió, mirando con intensidad los ojos chocolates de su chico—. Le pedí a mi mamá que fuéramos a la playa para festejar tu cumpleaños. No quería verte triste.
Thomas dio un paso hacia él y retiró el obsequio de sus manos para poder verlo, sus delgados dedos acariciaron con suavidad la infantil imagen de la cara del ojimiel antes de poder dirigirse a él.
—No tienes que preocuparte, Tommy —citó casi de memoria, Dylan se estremeció de emoción—. Te encantará este lugar casi tanto como a mí, verás que te encontrarás con ese algo que te cambiará la vida y hará que no quieras irte de aquí. Ese algo te hará amar mi hogar.
—No entiendo a qué quieres llegar.
—Eres un estúpido, Dylan —Si no fuera porque tuviera las manos ocupadas, seguramente Thomas le habría golpeado—. Tú eres lo mejor que me ha pasado en la vida, cambiaste mi vida y no te diste cuenta. Maldita sea, ¡estoy completa y desesperadamente enamorado de ti! Tú eres mi hogar, Dyl. Eres la única razón suficiente por la que no tomo mis cosas y me voy a Inglaterra.
Y entonces todo comenzó a cobrar sentido. Las miradas tímidas que se intercambiaban; la mirada fúrica de Thomas cuando dio su primer beso con Tyler Hoechlin; el cómo escuchaba los murmullos de Kaya y el rubio cuando él pasaba por los pasillos; el tono de desdén de la mañana cuando le dijo que fue a visitar la casa de Britt. Maldición, todo este tiempo la respuesta estuvo frente a sus ojos y no quiso leerla porque estuvo cegado de los celos.
—Vaya...
—¿Te acabo de decir todo lo que siento por ti y tú solamente dices vaya? Eres un estúpido.
Dylan sonrió, mas se atrevió a traspasar el espacio personal de su rubito para tomarlo de la cintura y atraerlo hacia sí. Sintió su corazón bombear con fuerza contra su caja torácica cuando vio el color rojo tintar las mejillas albinas del inglés y quiso besarlo ahí mismo.
—Te amo, Tommy —Y haciendo acopio de toda su valentía, se atrevió a cruzar los inmensos centímetros que los separaban para besar por fin al amor de su vida.
Besarlo era viajar a otra dimensión completamente desconocida, como si estuviera rebotando en nubes con olor a algodón de azúcar y fragancia de fresa. Era tocar el cielo y respirar estrellas blancas que centelleaban en su estómago deseoso de más besos, de más estrellas y nubes. Era tan correcto y tan mágico que se dio cuenta que nunca se sentiría completamente saciado de esa boquita rosa.
|*|*|*|
"Deseo que nunca se vaya de mi vida, lo amo tanto y no soportaría una vida donde él no estuviera presente. Por favor, déjenme amarlo hasta el fin de los tiempos". Su corazón susurró ferviente con los ojos cerrados, ante el expectante silencio de que al fin pudiera soplar las velas, pero Dylan quería asegurarse que el cosmos lo hubiera escuchado para cumplirle lo único que anhela.
Todos aplaudieron cuando por fin apagó las velas, ahí solamente se permitió abrir los ojos para conectarlos con el chocolate de su rubio que lo miraba amorosamente y rebosante de felicidad, él le respondió el gesto con una enorme sonrisa.
Cuando cada quien tenía su pedazo de tarta, Patrick se atrevió a romper el silencio.
—¿Y ya volvieron? —Sí, su papá era experto en avergonzarlo.
—Ya somos novios, Patrick —Sonrió Thomas, dándole un ligero apretón en su pierna por debajo de la mesa.
Julia soltó un exagerado suspiro de alivio y dio gracias al cielo mirando al techo, haciendo reír a todos, incluyendo a Dylan.
—¡Su tensión sexual era asfixiante! —exclamó, siendo apoyada por sus padres, Dylan quiso hundirse bajo tierra—. De verdad que estaba a nada de encerrarlos a los dos en una habitación para que pudieran comerse.
—¡Julia! —Le regañó Lisa, haciendo un mal intento de ocultar su risa. Después, se dirigió a la joven pareja—: Estoy muy feliz por ustedes chicos, Tasha va a morir de felicidad.
—Ava también —Se sumó Thomas divertido—. Ella ya quería que te dijera mis sentimientos desde hace años. Me dijo que no era suficiente que yo dejara mi ventana abierta para que pudieras verme.
Patrick estalló en carcajadas y Dylan solo quería esconderse debajo de la mesa, ¿eso quería decir que no había disimulado lo suficiente? Debió verse ridículo espiando a Thomas como un verdadero acosador.
—¿Lo sabías, Tommy?
—Lo hacía a propósito para que me vieras, amor.
—Sólo espero que hayas aprovechado para verlo desnudo —comentó su padre, comiéndose los restos de migajas y mermelada de fresa.
—Una vez lo hizo —dijo Thomas, casi podía percibir el orgullo en su voz. Lo peor es que era cierto, fue hace casi un año atrás y lo había disfrutado como nunca.
Y como si Dylan no hubiera sido lo suficientemente humillado, todos volvieron a reírse como si no hubiera un mañana. Después, Julia propuso ir a la sala a poner algo de música en el viejo tocadiscos de Lisa, a lo que todos accedieron. Thomas y Dylan fueron los últimos en salir del comedor, tomados de la mano. Parecía mentira, pero podía sentir cosquillas de tener la piel tersa de su amado tocando la suya.
—¡Vamos! Pónganse a bailar, tórtolos —exclamó Patrick, ya bailando de la mano de su esposa risueña.
Dylan no dudó en aferrarse a su novio para tomarle la cintura, con la mirada le pidió permiso al rubio de bailar con él, petición que fue contestada con una sonrisa y un sorpresivo beso en los labios con sabor a azúcar y fresas.
—Michael Jackson no está mal, ¿verdad?
Thomas negó con la cabeza, ya menéandose al ritmo de la música. El castaño no dudó en seguirle el ritmo, aferrándose a las delgadas caderas de su chico.
—Yo quiero moverme contigo toda la noche —El rubio tarareó con una sonrisa traviesa y llena de júbilo—. Dyl, contigo iría hasta el fin del mundo sin dudarlo.
—¿Cuándo te enamoraste de mí?
—Cuando te conocí, mi corazón no dudó en entregarse completamente a ti, Dyl.
También pudo descifrar lo que sintió cuando sus diminutas manos se tomaron por primera vez, esa electricidad no era simplemente la conexión de dos piezas de rompecabezas que estuvieran uniéndose, sino que era el reencuentro de dos almas afines que estaban en la búsqueda de su complemento; de la luz de su cielo azulado.
—Te amo tanto, Tommy. Como no tienes idea.
Thomas besó sus labios de nuevo, pero no dejó que se escapara tan pronto, ya que profundizó el beso para tantear el sabor dulce a mermelada de fresa en la boca rosada de su amor. Miles de fuegos artificiales en su estómago le confirmaron que él era el indicado, aunque ya no le cabía duda alguna.
—Creo que me hago una idea —Sonrió Thomas, jadeante.
Y sí, posiblemente su madre le había tendido una trampa para no salir de fiesta. Pero créanme que estar acostado en el césped, mirando el cielo estrellado a lado de la persona que Dylan más ama en el mundo, hizo de su cumpleaños decimoséptimo el más memorable de su vida. Pero no sabía que junto a su Tommy, todos los siguientes cumpleaños también serían el día más memorable de su vida.
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Feliz cumpleaños atrasado a la persona que hace de mis días un poco menos pesados y hace que con sus risas, todos mis problemas se vuelvan más fáciles💖💖💖
Saeta actualizando después de tiempo, ¡qué novedad! De verdad, lo siento. Hago todo para mejorar esto, pero siempre me cambian/cambio la jugada y vuelvo a fallar:'v Mil perdones ❤️
Espero les haya gustado, yo lo hice con todo el amor de mi corazón. Quizá hoy quedó un poco descabellado, pero quise intentar cosas nuevas, espero no les haya molestado u.u
Por cierto, sigo pensando que Gzi le hace mal a nuestro bebé pero la relación es completamente falsa. Change my mind u.u
Los amo muchísimo, gracias por leerme, es un privilegio para mí 😍❤️
—Saeta🌸
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