If i could wish (Dylmas) ❀
Cierra los ojos. Piensa en el deseo que se esconde en lo más recóndito de tu corazón y aférrate a él hasta con tu último aliento. Siente las vibras que recorren escandalosamente tus entrañas y sóplale a las velas lo que tanto anhelas.
"Desearía que estuvieses aquí".
Escuchó aplausos y vítores, pero su burbuja solamente estalló cuando dejó de sentir el calor del fuego, dejando atisbos de la llama en forma de humo que se elevaba al cielo. Thomas quiso pensar que su deseo flotaría hasta el cosmos y las estrellas le oirían sus súplicas para cumplirle lo que más quiere desesperadamente.
Porque sólo quiere a Dylan. El hombre que lo cautiva con una sola sonrisa y el hechicero de su desastroso corazón que no deja de latir por él. El amor de su vida. El único que puede remediar el gran vacío que decanta cualquier destello de felicidad.
Tuvo que apretar un poco los párpados para ahuyentar las lágrimas que amenazaban con delatar su falsa alegría. ¿Cuánto tiempo hacía que no sentía la necesidad de sonreír de verdad?
Cielos, lo único que quería era comprarse una nueva cajetilla de cigarrillos y fumar hasta que sus pulmones no resistieran más. Que el humo de tabaco consumiera sus pulmones como la tristeza lo hacía con su corazón hasta que hubiera un punto en el que ya no pudiera sentir nada más que un profundo agujero negro en su pecho.
—¡Tienes que probar el pastel! —exclamó su hermana Ava emocionada, sacándole de sus pensamientos nada entusiastas—. Lo pedí envinado solamente para ti.
Quiso sonreír, pero el hacerlo le significaba un esfuerzo enorme para él. Es como si le quedara un sabor amargo en la boca, como cuando olvida ponerle sacarosa a su café expreso de las mañanas. Aunque la única excepción es que su café sabía a lágrimas y a una profunda aflicción.
—Seguro está exquisito. Gracias Ava —Intentó aparentar estar contento y que nada rondaba por su mente, sin embargo, sólo pudo reflejar una mueca de incomodidad.
Podría ser un buen actor, pero cuando se trataba de manejar sus propias emociones, era pésimo.
Ava se sentó a un lado suyo y le sonrió con tristeza.
—¿Qué ocurre? ¿Te entristece el ser un anciano de casi treinta?
Rió un poco y negó con la cabeza. No sabía cómo explicarle a su hermana lo destrozado que se sentía por dentro. O más bien, no pretendía preocuparla a ella con sus ilógicas acciones de hacerse daño a sí mismo por voluntad propia. De hacerle daño a Dylan.
—Sólo estoy un poco cansado. Las audiciones han sido exhaustas.
—Y no has quedado en ningún papel —observó su hermana mirándolo fijamente a los ojos—. ¿Cuando me dirás lo que te sucede? ¿O es que piensas que no nos damos cuenta que estás mal?
—Estoy bien —mintió evadiendo a Ava.
Nunca se había atrevido mentirle a su hermana de esa manera. Siempre había confiado en ella hasta con los ojos cerrados y los secretos no existían entre ambos. No obstante, por alguna extraña razón, la debilidad en su mente le impedía ser claro con alguien. Era el miedo de que una de sus personas más preciadas en su vida se diera cuenta lo verdaderamente estúpido que era por querer apagar la felicidad que una vez sintió.
—Tus ojos y tu palidez dicen lo contrario, Tom —Ava suspiró, una de sus pequeñas manos se posaron en su rodilla—. Escucha, estoy preocupada, ¿sí? Y a lo mejor hoy no quieras contarme lo que ocurre, sólo espero que no olvides que puedes confiar conmigo. No importa qué tan malo pueda llegar a ser, no te dejaré.
Los brazos de Ava lo envolvieron en un caluroso abrazo que lo reconfortó un poco. El perfume de violetas que inundó sus fosas nasales le trajo una oleada de recuerdos felices de cuando eran niños. Le recordó a casa y lo feliz que era ahí.
De pronto, sus ojos se nublaron de lágrimas.
—Te quiero mucho, Tom.
—Yo te quiero más, hermanita.
Tal vez necesitaba aire fresco para calmarse... Y algo de nicotina.
|*|*|*|
El aire helado en las calles de Inglaterra le hacía sentir bien, agradecía llevar su abrigo gris puesto mientras iba al departamento que compartía con Jack. Pero estaba seguro que pasaría la noche solo, puesto que su mejor amigo se había ido de gira con su grupo.
Hizo un intento por ignorar el dolor que sentía por haberse distanciado de Jack tiempo atrás. Todo se debía a una pequeña discusión por su actual "novia", en la que su mejor amigo le reñía por el poco respeto que Gzi le tenía a él y a sus fans. Y bueno, Thomas no la defendió, en realidad sigue molestándole que la rubia haya insultado a esa pareja de chicas que le fueron a pedir un autógrafo mientras se tomaban un par de fotos en Primrose Hill para aparentar su relación. Sin embargo, no estaba de ánimo para escuchar las quejas de Jack, por lo que lo mandó a volar.
Hasta ahora, no había sentido lo mucho que echaba de menos a Jack.
Suspiró pesadamente y siguió recorriendo con desgano el asfalto de la calle solitaria. Al menos los faros seguían alumbrando el camino, por lo que no se toparía con nadie sorpresivamente.
—¿Thomas? —Escuchó una voz femenina y puede que algo infantil lo llamaba a sus espaldas.
Al girarse, se encontró con una chica castaña y de piel tostada. Esta aparentaba no tener más de dieciocho y sus rasgos le decían que no era nativa.
Ella parecía conocerlo, inclusive se veía algo conmocionada por encontrarlo. Sin embargo, no pudo evitar fijarse en que sus temblorosos labios mantenían una débil sonrisa mientras que sus ojos verdes detrás de unas gafas con armazón negro no mostraban más que dolor y lágrimas.
—¿Qué ocurre?
Muy por lo contrario de lo que esperaba, los brazos de la chica envolvieron su delgada cintura en un abrazo. Puede que al principio le haya desconcertado el repentino abrazo, pero no pudo evitar corresponder la muestra de afecto, sintiendo cómo la efusividad de la chica calentaba su pecho.
—Lo necesitas, sé que lo necesitas —balbuceó la castaña—. Thomas, todo va a estar bien. Eres un hombre fuerte que ha nacido para brillar, y te prometo que las cosas mejorarán.
No tenía ni la más remota idea de qué decir, de pronto esa extraña chica había drenado toda necesidad de proferir al menos una palabra. Estaba mudo; al parecer ella se estaba refiriendo a su fatídico estado de ánimo que lo viene atormentando desde principios de año. ¿Cómo era posible que esta chica supiera lo que tanto se había esforzado en ocultar?
Al separarse de ese abrazo, vio que la joven se limpiaba las lágrimas de su rostro sonrojado con la manga de su abrigo negro. De algún modo quiso consolarla para que se sintiera mejor, pero su mente carecía de buenas ideas; sólo sentía una tremenda tristeza que lo estaba jodiendo sin reparo.
—Gracias —sonrió en un intento de ahuyentar las lágrimas.
No sabía por qué se le humedecían los ojos siempre que se topaba con una fanática, tal vez por la gratificante sensación de ser querido. A pesar de no ser muy efusivo cuando se encontraba con alguien por las calles, intentaba ser amable y recibía con gusto todas sus muestras de afecto que no mostraban más que admiración hacia su persona. Sí, se sentía amado e importante, algo que había dejado de sentir hace un tiempo ya.
—No tienes que fingir conmigo. Todos estos meses hemos visto cómo estás malgastándote y ya no podemos soportarlo —Su voz comenzaba a escucharse entrecortada de nuevo—. Sólo queremos verte feliz...
Un dolor en su pechó anudó su garganta en un complicado enredo. Inevitablemente pensó en los momentos con el cast de Maze Runner; en donde verdaderamente fue feliz. Donde podía amar a Dylan y mirarlo discretamente para degustarse con su belleza. Donde era libre...
—Honestamente, no tengo idea de cómo retornar. Todo es tan complicado, solamente necesito a Dy... —Calló abruptamente al momento de darse cuenta que iba a mencionar a Dylan.
Su corazón bombeó fuertemente contra su pecho, nunca había sido tan directo en confesar sus desenfrenados y apasionados sentimientos dirigidos a su compañero de actuación. Ni mucho menos a una desconocida a quien se había topado en una calle vacía en la noche y que seguramente lo juzgaría por lo enfermo que era al amar a alguien de su mismo sexo.
Ya la veía gritándole lo repugnante que era, acusándole que se merecía el infierno por tener esos pensamientos impuros sobre un hombre. Ya veía su carrera destrozada por ser tan bocazas.
Sin embargo, todo temor se esfumó cuando los verdosos orbes de la chica lo miraron comprensiva, hasta puede que haya reído ligeramente. Thomas frunció el ceño, ¿se estaba burlando de él?
—¿Sabes algo, Thomas? La vida comienza a tener verdaderamente sentido cuando luchas por lo que más amas y te aferras a eso hasta con tu último aliento. Si tú amas a Dylan, no dejes que ninguna barrera los separe, menos si es una de intolerancia —contestó la castaña con tanta naturalidad que Thomas creyó que no era novedad para ella.
—¿Ya lo sabías?
La chica volvió a reír, pero esta vez con un atisbo de ternura.
—Aquel que realmente no sepa lo mucho que se aman es porque no se ha tomado el tiempo de admirarlos y ver que nunca habrá amor más puro como el que ustedes se tienen —Al escuchar las campanadas del Big Ben, chasqueó la lengua—. Tengo que irme. Espero que te la hayas pasado bien en tu cumpleaños.
—Tú realmente sabes todo de mí, ¿no? —Se burló para no mostrar el miedo que sentía por ella.
—Te he admirado desde que tengo memoria, no me culpes si has formado parte de mi vida.
Una pequeña sonrisa afloró de su rostro inconscientemente. Estaba tan conmovido que no se dio cuenta que la castaña comenzaba a alejarse de él, pero no quería que se fuera aún; hablar con ella le había otorgado un pequeño alivio que quería recompensárselo con algo.
—¡Espera! —la chiquillla se giró ante su llamado—. ¿No quieres un autógrafo o una foto?
La chica negó con la cabeza sonriendo, aunque sus ojos se habían cristalizado un poco.
—Sólo sé feliz, Thomas. Todas ansiamos ver tu sonrisa real —y con una reverencia, la ojiverde se alejó por la calle solitaria.
Thomas supo que debía emprender su camino a casa, pero ahora la pesadez había abandonado su complexión. Si bien, no podía despojarse de su tristeza como si fuera algún abrigo, al menos haría que las horas restantes de su cumpleaños no terminaran tan jodidas como él.
Sí, eso haría.
|*|*|*|
Su paso se ralentizó al ver que dos personas estaban apoyadas en el portón del edificio en donde residía. Apretó un poco la mandíbula al escuchar las estruendosas carcajadas de Gzi, quien grababa con su teléfono al chico peliteñido que hacía bailes demasiado extraños con un poste de luz.
—¡Hey! Ahí viene Thomas —la rubia exclamó entre escandalosas risotadas, interrumpiendo el espectáculo del hombre—. ¡Hola, loverboy!
Con las facciones tensas, fue acercándose a la pareja para saludarlos y deshacerse de ellos lo más rápido posible. Lo menos que quería en este momento era soportar al imprudente par que no hacía más que patéticas estupideces sin gracia.
—Hola Gzi. Samuel, puedes dejar de restregar tu entrepierna en el faro, gracias —dijo sin decoro, no teniendo cuidado en ocultar el hecho lo mucho que le incomodaba su presencia.
La de rizos volvió a reír, esta vez abrazando el cuello de Thomas. Pudo distinguir el aroma de alcohol e inclusive humo de marihuana impregnado en su top que no dejaba nada a la imaginación. En realidad no le sorprendía, Gzi siempre solía estar bajo alguna sustancia nociva cuando estaba con Samuel.
—Ohhh... El niño bonito no está de buen humor —la mujer hizo un puchero y frunció las cejas—. ¿Acaso tu noviecito no vino a verte? ¡Ah no! Que se ha olvidado de ti.
Apretó los párpados cuando Gzi prácticamente se carcajeó en su oído, incluso tuvo que apartar su cara de ella para evitar quedarse sordo. Pero tenía razón en burlarse, Dylan ni siquiera le había mandado un mensaje para desearle un feliz cumpleaños y esa era una de sus mayores razones de sentirse tan de la mierda como lo estaba.
Que la chica con la que se había topado antes lo perdonara, pero no podía concebir una felicidad si el hombre al que más ama no está a su lado. ¿Cómo luchar por algo que nunca te perteneció? Ahh... Simplemente se ocasionaría más dolor si seguía creyendo que O'Brien lo amaba después de todo lo que habían pasado juntos.
—Dime qué es lo que quieren y se largan —farfulló alejando el cuerpo de Gzi que comenzaba a atosigarlo con su jodido aroma a roedor—. Se supone que me tomaste esa foto en el campo semanas antes para que no llegaras a arruinarme el día.
—Oh sí, pero al brillante de tu amigo se le ocurrió tirarnos la fachada cuando subió en instagram su ubicación en Italia —Gzi puso los ojos en blanco y se retiró el cabello de la cara—. Ahora las estúpidas de tus fans están diciendo que en realidad no estuvimos juntos hoy.
Al principio sólo fue un silbido, un débil ulular que se agitó dentro de sí, como una olla de presión que explotaría si no liberaba presión. Después, el vapor subió a su cabeza y no supo más cuando sus extremidades temblaron de rabia.
—No las llames así. No tienes ningún derecho en hacerlas sentir mal —murmuró entre dientes, con un dolor en sus sienes por tanto apretar su quijada—, que tú no has hecho ni la mitad de lo que han hecho ellas.
Samuel intervino entre ellos con una sonrisa burlona, una de sus manos palmeó el hombro de Thomas mientras que el otro se enroscó en la cintura de la chica, atrayéndola a su cuerpo.
—Cálmate viejo, no sé por qué andas tan intenso pero te recuerdo que no te conviene meterte con ella —el pelirrojo besó la frente de Gzi, a lo que esta sonrió con malicia—. Ahora, la próxima semana habrá fiesta en la casa de Wisdom y más te vale que vengas dispuesto a una buena sesión de fotos, ¿estamos, niño bonito?
Lágrimas de impotencia se atoraron en su garganta, no le quedó más que asentir a regañadientes, a lo que Samuel le regresó el gesto, mirándolo con una sutil amenaza en sus ojos.
—Nos vemos, cariño —Gzi exclamó con su voz chillona, llevándose a Samuel consigo a lo largo de la calle.
Thomas sólo pudo apoyarse en el pilar del edificio, soltando un par de lágrimas que vinieron acompañadas de un centenar más. Quería deshacerse de la soga de púas que apretaba su cuello hasta hacerlo sangrar.
¿Cuánto más tendría que soportar?
|*|*|*|
Era el tercer cigarrillo que encendió el día de hoy. A decir verdad, esa es una buena racha; por lo general suele fumar unos cinco u ocho en total para relajarse después de un agotador día lleno de audiciones fallidas, rechazar llamadas de Kaya e ir al supermercado para encontrar la mejor marca de comida instantánea. A veces, solamente iba a donde Gzi vivía y dejaba que le tomara fotos para seguir fingiendo su desastrosa relación; y al regresar, se recostaba en el sofá llorando mientras veía alguna película de Maze Runner, recordando todas las tonterías que llegó a hacer con su segunda familia.
Cuánto los extrañaba...
Echó su cabeza hacia atrás y exhaló el humo de tabaco que le brindaba una sensación de calidez. Era tan irónico que estuviera alejando el calor que siempre ha necesitado para remplazarlo con un cigarro en la frialdad de una habitación solitaria. Vamos, ¿quién sería tan tonto para excluirse de todo el amor que recibe a diario? Sólo él, sólo él...
Entonces el teléfono vibró, Thomas se enderezó cuando vio que en su pantalla de bloqueo había la notificación de un mensaje. Su corazón se alborotó y quiso llorar al ver el remitente de dicho texto:
Dyl 22:58
Contesta:)
Quiso responderle que no entendía a qué se refería, que él nunca había recibido alguna llamada perdida u otro mensaje de su parte. ¿Por qué le pedía que respondiera algo que nunca había recibido? Quizá se había equivocado y ese mensaje se lo iba a enviar a Tyler Posey; tenía sentido, ambos nombres tenían la misma inicial.
Sin embargo, todas sus dudas se disiparon cuando el tono de llamada resonó por todo el vestíbulo, y en su pantalla decía que el causante de la llamada entrante era el mismo que el dueño de su corazón: Dylan O'Brien.
Con el corazón a punto de salírsele por el pecho y con las manos peor que la enfermedad del Parkinson, respondió la llamada, recibiendo un silencio por otra parte. Inspiró profundo y decidió que era hora de tener la iniciativa.
—¿Dy-Dylan?
Escuchó un suspiro al otro lado del teléfono.
—Hola Tombone. Feliz cumpleaños, viejito —escuchó una pausa—. Allá sigue siendo tu cumpleaños, ¿verdad? Porque aún no me acostumbro a las horas de diferencia entre Inglaterra y Australia; para variar, fue todo un lío porque después de grabar en el set, se me hizo imposible usar el teléfono debido a que no había señal y... Oh Dios, perdóname, Tommy; no quise demorar tanto.
Thomas rió, la verborrea de Dylan le parecía adorable, además que toda la tensión había disminuido notablemente al escuchar al castaño más animado por hablar con él.
—Tranquilo, Dyl. Sé que el trabajo es trabajo.
—De igual manera me disculpo. Creí que ya no querrías hablar conmigo...
Mordió con suavidad su labio inferior y cerró sus ojos con fuerza. En realidad Thomas había asumido que Dylan ya no quería tratar ningún asunto con él desde la última vez que habían hablado y concordaron en ser solamente buenos amigos.
Ja, como si pudieran ser sólo amigos después de haber sentido la electricidad de sus pieles al rozarse demencialmente y darse cuenta que nunca encontrarían a alguien que los hiciera sentir de la misma forma.
—Hablar contigo siempre me hace feliz, Dyl.
—Entonces, de ser así... —Dylan calló cuando se escuchó un timbre en su casa—. Creo que te llaman, ¿estás muy ocupado o pediste pizza?
Thomas se levantó extrañado, se suponía que el portero siempre le avisaba quién llegaba a visitarlo, aunque fuera una simple entrega de pizza. Y por lo particular ningún vecino solía acercarse a él por lo frívolo que tendía a mostrarse, así que no creía que fuera alguien a felicitarle.
—Uhh... No tengo idea. Iré a ver —caminó hacia la puerta cereza, no sin antes ponerse los zapatos.
—Ten cuidado, no vaya a ser el Chucky —dijo Dylan con una risita burlona, lo que hizo que Thomas sonriera un poco.
—Tonto —Rió, no podía creer lo fácil que su tristeza lo había abandonado por el simple hecho de hablar con el castaño y le pesaba un poco tener que cortar la llamada por una visita de imprevisto—. Oye Dyl, creo que tendré que colgar para atender la puerta, ¿podemos hablar más tarde?
—Cuando quieras, Trombone. Entonces hablamos después.
—Cuídate Dyl.
Al terminar, tomó su abrigo colgado del perchero y buscó sus llaves para quitar el seguro a la puerta del departamento. Cuando las hubo encontrado al fin, abrió la puerta, hallando a quien menos se esperaba apoyado en el umbral de la entrada.
—Dylan —murmuró, de pronto sintió cómo sus ojos se empañaban de lágrimas.
—Hola Tommy —sonrió Dylan con tristeza—. Feliz cumpleaños.
No podía creer que el amor de su vida estuviera postrado frente a sus ojos después de meses sin verse. Su olor, su sonrisa, sus ojos... Todo completamente en su lugar. Probablemente su cabello había crecido un poco, pero eso no quitaba que él siguiera igual de hermoso a sus ojos cristalizados. No había caído en cuenta lo mucho que había echado en falta la esencia de Dylan junto a su cuerpo.
Por eso no pudo evitar lanzarse a sus brazos, por eso no pudo evitar temblar cuando el ojimiel le devolvió el abrazo, por eso no pudo evitar llorar como un niño pequeño en el torso varonil de su amado, tanteando la fornida espalda con sus manos para asegurarse que no había estado alucinando por tenerlo frente a sí. Dylan estaba aquí; realmente estaba aquí.
—Odio lo que te están haciendo, Trombone —sollozó el castaño, apretando su delgado cuerpo entre sus musculosos brazos, Thomas sintió un beso en su coronilla para después sentir que su amado apoyaba su cabeza en él—. ¿Cómo has dejado que roben todo tu esplendor?
—Dyl...
—Los odio, Tommy, los odio profundamente. Al principio no creí que estuvieras tan pálido y con tus ojos llenos de tristeza y ahora que te veo de frente... ¡joder! Soy un idiota por dejarte.
—Calla por favor —lloró Thomas, apoyando su mejilla en el torso de Dylan para sentir algo de calidez exquisita—. Sólo... te necesito a ti. Y estoy feliz con que estés aquí.
Sintió los dedos de Dylan tomar su barbilla y alzar su cara para conectar sus miradas. Chocolate y miel, una gloriosa combinación que el mismísimo cosmos había bendecido en una unión sempiterna que nadie sería capaz de separar. Era la divina prueba del amor puro a través de dos almas que se entregaban al otro incondicionalmente.
Thomas se estremeció cuando sintió que chispas tilitantes recorrieron su cuerpo por un segundo. Dylan sonrió.
—Te amo, Tommy.
Con un calor en sus mejillas blanquecinas, respondió:
—Te amo, Dyl.
Y en un mero impulso de ambos, sus bocas se encontraron en un feroz beso, lleno de pasión y emociones reprimidas por las dos partes. Un beso que decía todo y nada a la vez, pero eran los débiles suspiros los que cantaban la melodía del inesperado reencuentro entre dos cuerpos que anhelaban tenerse y no podían.
|*|*|*|
Algo de música se escuchaba en la radio que Dylan había encendido para generar ambiente; era una estación de radio oldie que transmitía canciones de las décadas pasadas, y como a él le gustaba la música, no hubo motivo de quejarse. Igualmente, sus manos no paraban de juguetear entre sí, aunque a veces se distraían cuando sus dedos se entrelazaban y no querían separarse, entonces el castaño lo acusaba de tramposo y le picaba traviesamente su barriga para hacerlo reír.
—... En realidad no fue tan extraño como pensé, y Ed dijo que soy un buen besador —comentó Dylan encogiéndose de hombros—. Aunque eso tú ya lo sabes de sobremanera.
—Hacían linda pareja —Rió nerviosamente, procurando no mostrar la pizca de celos que sintió al ver a Dylan besando al hombre mayor.
—No deberías estar celoso, que sabes que sólo te pertenezco a ti —Los ojos miel del castaño brillaron como luces de bengala—. Has tatuado mi piel con tus besos, Sangster. Mi cuerpo sólo reacciona a tu tacto y no deja de pensarte a cada minuto de cada día.
La intensidad en su mirada le hizo creerle sin ninguna duda, y aunque no le parecía justo que su amado estuviera enganchado a él después de tanta distancia, tenía que admitir que le aliviaba una buena parte saber que sus irrefrenables sentimientos seguían siendo correspondidos a pesar de que no lo mereciera.
—Me sucede lo mismo, a pesar de no tener buena memoria, mi piel puede recordar exactamente dónde me has tocado y cómo —Cerró los ojos y suspiró—. Me estoy volviendo loco con tu ausencia.
Silencio. Un ensordecedor mutismo que podría llegar a ser asfixiante de no ser que la radio aún seguía encendida, ignorante ante la quietud entre Dylan y Thomas. Quizá buscaban las palabras correctas para hablar, quizá ya no había nada que decir...
«Y ahora, una de nuestras canciones favoritas y de las más bonitas que se han escrito en el pasado: "Can't help falling in love" por Elvis Presley.»
Abrió los ojos al escuchar la tonada de la canción y se sorprendió cuando vio que Dylan estaba de pie frente a él, ofreciéndole una mano con una de las sonrisas más francas que ha visto del castaño.
—No sé bailar —susurró con las mejillas encendidas en un rojo carmín.
Dylan bufó divertido.
—¿Eso importa? Quiero bailar con el amor de mi vida.
Hipnotizado por el color café de las orbes del castaño, Thomas aceptó la invitación tomando la mano de Dylan y levantándose de inmediato para apegarse al torso del menor. En ese entonces, ya no había nada que lo detuviera, por lo que se permitió pasar sus manos atrás de la nuca de Dylan para acariciar sus sedosos y largos mechones castaños. Todo parecía tan mágico y tan jodidamente correcto moverse al compás del son, mientras que el ojimiel afianzaba sus manos en su cintura firmemente.
Sonrió y Dylan hizo lo mismo, incluso el chico se puso a tararear un poco de la melodía.
—Cantas hermoso, Dyl —se burló, obteniendo que el otro se carcajeara.
—Es que no puedo evitar enamorarme de ti, Tommy. Es lo que siento.
—Te amo, Dylan O'Brien.
La sonrisa de Dylan se hizo más grande, si eso era posible.
—Quiero que sepas que a pesar de todo, yo seguiré amándote. Porque de algún modo tú eres mi sol y te necesito conmigo para vivir. Y nada ni nadie me va a impedir que te ame.
Cuánto quiso decirle que así lo haría, que en ese momento tomaría sus cosas y que seguiría al castaño hasta el fin del mundo, que harían pública su relación y todos los medios de comunicación los dejarían vivir felices. Pero sabía que eran puras ensoñaciones que posiblemente no se harían realidad; así que no le quedó más que prometer, prometerle una vida feliz después de tanto sufrimiento, rogándole al cielo poderle cumplir su juramento de corazón.
—Te prometo que algún día seremos felices y nos amaremos tanto que nada podrá derrumbarnos.
Con esa promesa, las campanadas del Big Ben resonaron en toda Inglaterra, cerrando el pacto de dos amores que se volverían a encontrar y así poder amarse por toda la eternidad, sin temor alguno de colorear uno de los arcoíris más preciosos que pudieron haber existido.
Y Thomas, a pesar de todo, no tuvo un mal cumpleaños. Las estrellas le habían cumplido su deseo más desesperado porque así debía ser.
✂️✂️✂️
Dedicado a la sonrisa que puede reconstruir mi mundo a su antojo en menos de un segundo. A la mejor persona que pudo haber pisado esta Tierra y que nos ha bendecido con su belleza. Lo amo y lo admiro tanto y no puedo creerme que este bebé acaba de cumplir 29 ✨
Okay, hora de abrir la polémica, amores. ¿Ustedes realmente ven a Thomas feliz con la supuesta relación que tiene Gzi? Por favor, ni siquiera lo respeta a él o a su trabajo, de ser así, no nos llamaría a sus fans 'fucking idiots' ¿o sí? Además, si somos sinceras, en todas las fotos que sale desde que está con Gzi se ve bien jodido ((sigue igual de hermoso, pero ahora lo veo triste, apagado))
¿Se acuerdan que les dije que yo estaba feliz si él estaba feliz? Pues yo no veo nada de felicidad en él, es por eso que quiero demostrar abiertamente mi repulsión hacia esa relación ((si es que es real, porque vamos, solo hay que analizar todo lo que hace esta tipa para darse cuenta que es pura farsa))
Así que nada, estoy completamente en contra de esta chica porque se está llevando el brillo de nuestro niño y eso nunca se lo voy a perdonar:)
Les dejo eso para reflexionar y para que observen más las fotos de Thomas, se darán cuenta que no son paranoias simplemente
Bueno, lamento si sonó muy serio, espero que la parte Dylmas les haya gustado T-T Francamente, las otras 2800 palabras sólo eran el camino para lo verdaderamente principal, so, espero que lo hayan disfrutado :3
Los amooooooooo<3
—Saeta💖🌸
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