🌼 Sólo tú y yo (Escanor)
Pedido de maria_neko_sama
Nombre: Amalia, Lia.
🌼: Mudez.
Intento de creación del personaje:
Nota: al ser la protagonista muda, sus pensamientos serán sus diálogos y aparecerán en cursiva. Cuando hable por lenguaje de señas, aparecerán entre comillas.
Nota 2: Los que ya me han leído mi historia principal con Gowther sabrán el ENORME cariño que le tengo a Escanor, así que me encanta escribir de él :3
Nota 3: Cada vez me salen los one shots más largos, este tiene casi 4800 palabras...
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El mercado a primera hora de la mañana está siempre muy abarrotado, se nota que aquí la gente es trabajadora y madrugadora, hace las compras temprano y los más madrugadores consiguen mejores productos. Eso era fácil deducirlo en el mercado de Lyonnes, y también para Amalia, que llevaba apoyada en el mismo callejón durante varios minutos, buscando con la mirada a aquel personaje que le habían descrito que era el principal encargado de la compra de ese grupo.
No es muy difícil pasar desapercibido si mides más de dos metros y vistes cuero rojo y brillante, sobre todo si andas encorvado y bostezando, que así era. Entre la gente era fácil ver a Ban, caminando con una lista, y con cara de sueño. Ella puso atención a lo que murmuraba al pasar por su lado en el callejón.
- A ver... huevos, leche, fruta, pan... - murmuraba el zorro.
- Pan - pensó ella, y se marchó rápidamente de la esquina.
Cuando Ban se detuvo y miró a la esquina donde estaba antes, no había nadie. Bostezó aburrido y se frotó el cabello despeinándolo.
- ¡Ban, no corras tanto! - una voz chillona apareció detrás.
Ban se giró para ver a Hawk pasando entre la gente como podía, ya que al ser tan bajito, la gente no se percataba de él a menos que fuera gritando.
- Pero si no voy corriendo, Maestro - dijo él volviendo a caminar.
- ¡Tienes las piernas muy largas! ¿Crees que es comparable con las mías tan rollizas? - dijo dando trotes tras él.
- Te encargo la leche, trae varias botellas - dijo tendiéndole unas monedas - Voy a por el pan antes de que se acabe.
En la panadería, el señor panadero colocaba su primera horneada a la vista de todos, cuando una chica de cabello y ropa singular se puso delante de su tienda. Ella miraba el género en silencio, pensando.
- Si son al menos siete, siete barras pedirá como mínimo. Creo que con siete bastará.
- Muy buenas señorita, ¿qué le pongo? - saludó el panadero con una sonrisa.
Ella sacó de su ropa una pequeña caja con unos polvos blancos, que esparció suavemente sobre las barras que estaban más a la vista, simulando ser restos de harina y camuflándose con ella.
- ¡Oiga! ¿Qué está...? - el panadero lo vio.
Ella se puso un dedo en los labios mandándole callar, y le lanzó una moneda de plata a la mesa. El panadero sintió tanto desconcierto y terror que no sabía que hacer, ni tampoco lo que ella había hecho, y cuando quiso hablar, la chica ya se había ido, y delante de él tenía a un alto hombre de rojo. Él guardó la moneda, a sabiendas que le hacía falta, cuando escuchó la voz del hombre.
- Me llevo siete, como siempre.
Tras oír el sonido del dinero en la mesa, el señor se giró. Ban ya no estaba, y se había llevado el pan de la zona en la que la chica echó ese extraño polvo blanco. La chica estaba espiando, y dio una pequeña sonrisa al ver que ese pecado capital había escogido las correctas. En el fondo le molestaba eso, pero no tenía más remedio. El dinero que le iban a pagar por ello era mucho más de lo que habría soñado por un encargo.
Luego Ban se reunió con Hawk, que llevaba una cesta con botellas de leche en alforjas a ambos lados de su lomo. Ban le dio la cesta de mimbre del pan en la boca enganchada, un buen truco para que el cerdo no hablase en el camino de vuelta.
- Ahí, y yo llevo el resto - dijo comprobando que lo había comprado todo.
Cuando Hawk inspiró profundamente para oler el delicioso aroma del pan recién horneado, notó algo extraño. Fue caminando hasta apartarse de los demás y dejar la cesta sobre una caja apoyada en la pared. Ban vio lo que hacía y se acercó por detrás.
- Maestro, ¿ocurre algo? - preguntó.
Hawk estaba concentrado olisqueando el pan con una cara extraña. En una gran inspirada tan poderosa para un último vistazo, una barra se metió en su nariz, que luego expulsó con un estornudo, llenándolo todo de mucosidad y babas.
- ¡Huele raro! - dijo volviendo a estornudar.
- ¿Raro? - preguntó Ban sin entender.
- Huele a algo que no es trigo - dijo volviendo a estornudar, e intentar arrascarse la nariz con la pata.
- Para de hacer eso, ya has echado el pan a perder y te vas a hacer daño - dijo con un suspiro.
- ¡Que es verdad, hay algo raro! - el cerdo se giró hacia él con el morro completamente irritado e hinchado, cosa que ya hizo alarmarse a Ban.
- ¿No será una alergia? - dijo agachándose a su altura.
- ¿Alergia? ¿Yo? ¿Estás de broma? - dijo con las lágrimas apunto de salir y sin poder arrascar su picor.
Ban observó el pan y luego miró hacia la panadería. Era extraño que no le hubiese saludado como de costumbre, y parecía nervioso.
- Maestro, ¿puedes oler algo más?
Hawk lo miró con una cara que explicaba a la perfección su dolencia, y él entendió que ahora no podía oler nada. Ban se incorporó y fue hacia la panadería de nuevo.
- Oe - dijo llamándolo - ¿Has hecho tú el pan esta vez?
El panadero se tensó, y sin mirarle a los ojos, contestó.
- Por supuesto, como siempre...
- ¿Hay algo que me tengas que decir? - dijo poniendo dos monedas de plata encima de la mesa.
Él hombre tragó saliva nervioso. Cuando Ban puso otras dos monedas en la mesa, él suspiró largamente.
- Una señorita de negro, con el pelo naciendo negro y acabando en rojo, me dijo que guardara silencio, y me sobornó para dejarla echar unos polvos blancos sobre el pan que te has llevado.
- ¿Algo más? - Ban estaba teniendo paciencia y consideración, pues conocía a ese hombre, si no, le hubiese sacado la información a golpes.
- No mucho más, no la he visto nunca, lo prometo.
Ban hizo una mueca apartándose, y miró con atención alrededor. Se apartó un poco de un gran salto, se subió al tejado de una casa, con las manos en los bolsillos, y miró con atención a su alrededor. Entre tanta gente que había esa hora podría ser difícil divisar a alguien que corresponda con esa descripción, aunque si la buscaba por el pelo, tal vez no fuera tan difícil, a no ser que ya haya huido o escondido en alguna casa o lugar. Ni siquiera detectaba alguna presencia fuera de lo normal, así que era una humana normal y corriente.
Justo cuando se iba a bajar, notó por el rabillo del ojo un movimiento en la salida próxima de Lyonnes. Una chica se marchaba a paso ligero, mirando varias veces a su espalda, con el cabello con una descripción acertada con la del panadero. Ban sonrió.
- Te encontré.
Volvió a saltar al suelo y a recoger toda la comida con un brazo y a Hawk con el otro, y empezó a correr con gran velocidad entre la gente, en dirección a la salida próxima. Al salir de entre la gente y ver sólo a la chica a lo lejos, Ban tomó impulso para lanzar a Hawk bien lejos hacia ella.
- ¡Atrápala, Maestro! - dijo con una sonrisa.
Hawk voló por los aires con un chillido propio de su raza, haciendo que la chica se girase y su cara cambiara el gesto al ver a un cerdo llorando y chillando caer encima de ella con la nariz muy irritada. Ambos cayeron al suelo y Hawk la agarró como pudo.
- ¿¡Eres tú la golfa que me ha hecho esto?! ¡Puerca! ¡No huelo nada! ¡Esto se llama maltrato animal!
La chica estaba conmocionada. Le acababa de caer del cielo un cerdo parlante que le estaba insultando. Cuando intentó huir de él por miedo, Ban apareció caminando tranquilamente.
- Alto ahí, señorita - dijo con tranquilidad - Me temo que nos debe una explicación.
La chica parpadeó. Reconocía a Ban muy bien y se estaba asustando, y ese cerdo chillón encima de ella llenándola de mocos no ayudaba en absoluto. Ban alzó una ceja.
- ¿No vas a decir nada en tu defensa? Te hemos atrapado, no intentes hacerte la tonta.
Miles de cosas y preguntas aparecían en su mente y ella no era capaz de poner en orden su mente. Se limitó a apretar la mandíbula y a desviar la mirada. Ban cargó toda la compra en su brazo izquierdo y la levantó del suelo con el derecho, doblando el brazo a su espalda para que no huyese.
- Vas a tener que venir con nosotros, sintiéndolo mucho - dijo con una tranquila sonrisa.
La chica miró al suelo enfadada, temiéndose lo peor. Nunca la habían pillado, los sobornos siempre iban bien... pero tal vez se metió con la gente equivocada. Cuando Ban le dio un leve empujón, ella, resentida, comenzó a caminar.
En su camino hacia ese bar tan reconocible, Amalia iba pensando en qué sería de ella. No sería capaz, había oído lo terribles y poderosos que eran... y si descubrían que su objetivo era matarlos, su destino no iba a ser muy distinto. Inspiró profundamente y miró al frente.
- Hay que tener un poco de orgullo y dignidad. Esos pecados capitales no me van a ver la cara - pensó decidida.
Y en un momento en el que notó su agarre más flojo, dio un giro haciéndose daño en su brazo y empezó a correr huyendo de ellos. Tras unos pocos pasos de su huida, su visión se volvió borrosa y cayó al suelo. Ban le había golpeado en la nuca.
- Que problemática... - dijo chascando la lengua.
*
Pasado un rato, sus ojos pedían abrirse, pero su cuerpo estaba cómodo. Notaba la suavidad de sábanas debajo de ella, y su cabeza sobre un cojín. Podía escuchar el leve sonido del escurrir del agua muy cerca de ella, y luego cómo alguien levantaba su cabeza despacio para envolver su frente y nuca con algo parecido a un paño frío y húmedo que la hizo estremecer. Tras eso, abrió los ojos, adecuándose a la luz de la habitación.
- Oh, que pronto ha despertado...
Amalia miró a su lado para ver a un delgaducho hombre de pie, algo encorvado y sosteniendo un recipiente con agua. Llevaba una ropa de camarero verde y blanca, y no tenía ni una pizca de maldad en sus ojos. Ella se incorporó despacio, viendo que la tela de su frente caía a la cama. Estaba en una habitación muy simple y algo pequeña, pero le sorprendió más el hecho que estaba siendo cuidada.
- No debería levantarte tan pronto, te has llevado un buen golpe...
- Ojalá haya podido escapar de ese salvaje... - pensó frotando su nuca algo adolorida - Este humilde hombre... ¿me habrá acogido en su casa? Si me ha golpeado... tal vez pensaría que estaba muerta... ¿me he escapado?
- ¿Cuál es su nombre? - preguntó él.
Ella frunció los labios y puso los pies en el suelo, aún sentada. Algo tan simple como el hecho de decir su nombre se hacía una tarea dura.
- ¿No me diga que lo ha olvidado con el nombre? - preguntó con algo de preocupación - El golpe debió ser duro de verdad...
Ella negó rápidamente, apretando los puños contra sus rodillas. Luego abrió la boca, intentando vocalizar su nombre de la mejor manera posible. El hombre se ajustó sus gafas intentando averiguarlo.
- ¿Es usted muda? No me había dado cuenta - se excusó con una sonrisa tímida.
- Vaya, es extrañamente simpático... - pensó mirándole - Pero no es necesario que me hable de usted... es extraño... ¿no podría tutearme? Que pienso, lo mejor será que averigüe qué es lo que ha pasado con ese pecado capital y el cerdo parlante...
Cuando le iba a preguntar, llamaron a la puerta. El hombre fue hacia allá, dándole la espalda a Amalia. Entonces se escuchó al otro lado de la puerta la voz de ese hombre que la había descubierto.
- ¡Hey, Escanor! ¿Qué pasa ahí dentro? ¡Tenemos que hablar con ella!
Escanor se giró un momento a mirarla, y con cariño, sonrió cerrando los ojos (spoiler del manga capítulo 330 o así, aquí me imaginé la sonrisa que dio Escanor cuando estaba en forma The Great One y dijo "permitidme pelear con vosotros esta vez" y al lado salía la sonrisa normal de Escanor tan feliz de sacrificarse por ellos, se me estrujó el corazón en ese momento pero lo amé)
- Deme un momento, señor Ban, ahora iremos con ustedes.
Amalia abrió los ojos como platos, todavía más después de escuchar a su raptor.
- ¿Es... Escanor...? ¿El orgullo de los 7 pecados capitales? No... no puede ser... tengo entendido que es un súper humano, la misma representación de su pecado... no, no es la misma persona, debe ser una coincidencia, este hombre es muy noble para ser esa clase de monstruo...
Ella, por si acaso, retrocedió en la cama hasta el sitio más alejado. Escanor se dio cuenta y la miró con una sonrisa calmada.
- No tema, señorita. Aunque el señor Ban sea muy agresivo, tiene buen corazón. Seguro que ha tenido una buena razón para comportarse así con usted, pero personalmente, también quiero su versión.
- Es demasiado bueno como para ser uno de ellos... mucho menos Escanor, aquel que se alza por encima de todas las razas... y lo peor es que parece que estoy con ellos en esa especie de taberna elevada...
Ella miró por la ventana. Serían como las 9 de la mañana, pues habría estado inconsciente una hora después de que ocurriese todo eso. Escanor volvió a acercarse.
- Retomemos lo dejado... ¿Cómo podría saber su nombre?
Ella suspiró y levantó las manos.
- "Amalia" - indicó realizando las letras.
Escanor se quedó igual que estaba.
- Me temo que no entiendo ese lenguaje... - dijo buscando en el escritorio.
Después sacó un pequeño cuaderno sin usar y se lo tendió con una pluma.
- Con eso estará mejor, algo lento, pero nos puede servir.
- También estoy acostumbrada a esto... - pensó abriendo por la primera página.
Tras escribir su nombre, añadió un, "tutéame, por favor".
- Bien... Amalia entonces - dijo incorporándose - Si te encuentras bien, deberías bajar conmigo. Ban nos ha dicho que hay algo de lo que tenemos que hablar que tiene que ver contigo.
Ella suspiró bajando la cabeza hacia sus pies. Tenía miedo de los pecados capitales... y si este hombre de verdad era ese Escanor, debería tener aún más... pero con esa sonrisa sincera y esa aura protectora que emanaba de alguien tan enclenque no se sentía así de mal. Era muy extraño.
Después, se levantó invitada con Escanor y salieron del cuarto para bajar unas escaleras, manteniéndose ella detrás. Tenía miedo de quiénes podían estar en la planta baja, pero a simple vista sólo se encontraban un chico leyendo tranquilamente sentado y una chica con el pelo largo y ceniciento echando un poco de crema al irritado morro del cerdo parlanchín.
- ¡Es ella! ¡Es esa puerca! - señaló con la pezuña levantando las orejas - ¡Elizabeth-chan, ella por poco hace que se me caiga el morro!
- Oh, Hawk-chan, no exageres... - pidió ella con voz dulce.
Luego ambas chicas compartieron una mirada. Parecía tan tierna e inofensiva... ¿ella también sería un pecado capital?
- Toma asiento, voy a traerte algo de beber - le indicó Escanor.
Mientras él iba tras la barra, ella se sentó incómodamente al lado de varios pósters pegados en la pared, los que correspondían a los pecados capitales. Como ella confirmó, el nombre de Escanor estaba, pero no se parecía en absoluto. Ban estaba, y sí se parecía, y la chica que curaba al cerdo no. Escanor volvió con un vaso y una jarra de zumo. Ella agradeció con la cabeza y primero olió el contenido. Su fino olfato podía detectar alguna sustancia extraña, pero no había nada que temer.
Con algo de disimulo, volvió a mirar los carteles. El chico que leía tampoco estaba entre ellos.
- Buenos días~ - escuchó.
Un chico bajaba bostezando sobre un cojín volador, sin percatarse si quiera de Amalia. Ese chico... tampoco estaba.
- King, eres un maldito dormilón - le riñó el cerdo.
- Hola a ti también, Hawk... - él pasó con gesto aburrido, sin preguntarle por su herida, cosa que ofendió al cerdito.
La puerta de la entrada se abrió, dejando entrar a un rubio con un gran pescado a sus hombros y a una chica con coletas con un saco a hombros.
- ¡Ya volvimos! - dijo la chica con entusiasmo, y se paró al verla a ella.
Amalia escondió su vista. Esa chica... sí que se parecía a la serpiente de la envidia... pero no podía ser, ¡ella era un gigante!
- Dios, esto es de locos... - pensó algo temblorosa.
Era muy curiosa y apenas hablaba de ello, pero le inquietaba mucho no saber de quiénes estaba rodeada. Escanor se sentó a su lado y miró los carteles.
- Diane es la que mejor dibujada está - confesó - Además de Merlín...
No le gustó mucho ese noto de voz al dirigirse a esa mujer, pues Amalia la buscó en el cartel, dándole un escalofrío al verla. Había algo extraño en esa mujer. La chica de las coletas, llamada Diane, fue rápidamente a la mesa con una sonrisa y se sentó a su otro lado, haciendo que todavía se tensara más.
- Oye, oye, ¿tú quien eres? - preguntó con una sonrisa.
Ella guardó silencio, y apretó la libreta contra su pecho.
- Ella se llama Amalia - contestó Escanor.
- ¿Amalia? - repitió - ¿Y tus amigos cómo te llaman?
- Supongo que Lia... pero eso lo sabría si tuviese amigos... - ella miró al suelo.
- Bueno, yo te llamaré Lia, me suena bonito - ella dio un sobresalto - Si no te molesta, claro...
- No te encariñes con ella - Ban asomó desde la cocina apuntándola con un cucharón - No es de fiar.
- Eso lo determinaré yo - dijo ella poniendo una mueca, y luego la volvió a mirar - Creo que no nos reconoces bien... estos carteles no nos retratan muy bien, salvo a mí, que salgo guapísima y madura - dijo con un sonrojo complacido.
Diane le indicó que el chico del cojín correspondía al gordito del cartel, que Escanor era realmente él, y que Meliodas... era verdad que tenía la apariencia de un niño.
- Ah, y esa armadura es en realidad él - Diane señaló con el pulgar detrás de ella.
Ahí, el chico pelirrosa que leía le hizo un gesto adorable de saludo, sin muestras de maldad. Cuando todos terminaron sus tareas, acudieron a los asientos a hablar con Ban y Hawk, estando ella delante.
- En resumidas cuentas - dijo Ban tan contarlo todo - Sobornó al panadero para poder echar alguna sustancia tóxica en el pan que yo me llevaría, pero el Maestro se dio cuenta y acabó de esta manera. Cuando quise traerla para interrogarla frente a todos, quiso huir, por eso la noqueé.
Todos estaban sentados en las mesas escuchando a Ban, pero no lanzaban ninguna mala mirada contra ella. En ese momento, una mujer apareció flotando en el aire, vestida de una manera desbocada y con las piernas cruzadas.
- He terminado de analizar la muestra de sustancia que extraje de la nariz de Hawk - dijo mientras hacía levitar una probeta - Es un veneno insípido, pero que deja un olor muy muy ligero a trufa. Tal vez por eso Hawk olía algo curioso. Si esto llega al sistema digestivo, podríamos haber muerto todos, pero en el sistema respiratorio sólo produce una fuerte irritación. Es una buena manera de esconderse si se huele para comprobar que esté bien, pero como Hawk lo ha absorbido todo...
- Entonces... - Meliodas la miró a la vez que todos - ¿Has intentado envenenarnos?
Se hizo el gran silencio en el bar. Ella sólo pudo tragar saliva, y aunque se habían mostrado pacientes y con saber estar delante de su acusada, tenía miedo de lo que le llegaría. Asintió sin poder mirar a ninguno a los ojos.
Los pecados se miraron entre ellos un momento. Luego Meliodas rio con si Nishishi de brazos cruzados, Ban también rio fuertemente, Diane se tapó la boca aguantando una leve risa, King dio un suspiro y sonrió, Gowther dio una risa muy extraña y forzada y Merlín puso una mueca arrogante. Escanor se había levantando para cerrar una ventana que golpeaba un poco por el aire.
- Pero... ¿De qué se rien? - pensó perpleja - He intentado matarles...
- No creo que podamos morir por eso, sinceramente... - Meliodas sonrió - Yo al menos no.
- Yo resucitaría - Ban lo dijo con una sonrisa afilada.
- El organismo de las hadas no digiere los venenos - King sonrió.
- Es una dosis muy pequeña para mi metabolismo de gigante - Diane sacó la lengua.
- A mí no me haría nada - Gowther se colocó en una de sus poses.
Merlín se ahorró decir algo.
- ¿Realmente crees que un simple veneno acabaría con alguien como yo?
Esa voz era la más grave que había escuchado hasta ahora, y no parecía pertenecer a nadie de los que tenía enfrente. Entonces fue cuando Lia se percató de la enorme presencia que tenía detrás. Se giró despacio para ver a un enorme cuerpo vestido con esa ropa de camarero verde, que se había estirado de sobremanera para tapar esos músculos, pero esos botones podrían salir disparados en cualquier momento sacándole un ojo a alguien.
Ese tierno hombrecito que había tratado sus heridas con cariño y respeto, siendo un respetable caballero tímido, era ahora un hombre gigantesco con una ímpetu inquebrantable y un ardiente orgullo.
- No puede ser... - pensó con sus pupilas temblando - Hace nada era... ¿Pero cómo? Este cambio es inhumano, esa presencia, esa esencia tan orgullosa... no cabe duda... Realmente es el león del orgullo...
Escanor la notó temblar y ver su cara más blanca de lo normal. Se puso los puños en las caderas y se inclinó un poco hacia ella.
- ¿Tienes miedo? - preguntó sin rodeos - Es normal tener miedo de alguien cuyo poder escapa de la mentalidad humana.
- Ah, maldita sea, ya vuelve a ser orgulloso - Hawk se quejó - Dejad de prestarle atención y dadmela a mí, he sido yo quien se ha sacrificado para que no probéis el veneno.
Y como es costumbre, volvió a ser ignorado. Lia, aunque era la primera vez que le veía tan imponente, no sintió miedo como preguntó Escanor. Aunque su poder era desbordante, no suponía una amenaza, pues permanecía tranquilo y sereno. Ella salió de su trance cuando él extendió su enorme brazo hacia ella para que fuera tomado.
- Ahora que lo sabes todo, deberías volver a descansar. Luego, podrás marcharte.
Ella miró ese gran brazo y luego a los demás. Se habían puesto a conversar tranquilos, sin darle importancia. ¿De verdad la dejarían irse?
Ella tragó saliva y rodeó su ancho codo con su brazo, para después levantarse de la mesa. El calor embriagador de Escanor la envolvió en un momento, siendo relajante.
Ambos subieron al piso de arriba de vuelta a su habitación. La dejó sentarse en la cama y luego retiró su brazo, llevándose con él la calidez que le había transmitido desde su brazo hasta sus mejillas. Se llevó las manos a tocarlas. Esto no era nada usual en ella.
- Maldita sea... ¿Que es esto? Me estoy dejando ablandar por un hombre... y qué hombre... - sacudió fuertemente la cabeza para para alejar esos pensamientos - Yo soy más... apartada, más oscura... no soy de confiar en nadie, pero ese grupo de ahí abajo... es tan especial y único... sobre todo él...
Escanor se dirigía a la puerta para marcharse.
- Procure descansar y buscar a alguien si es necesario. Yo no estaré lejos.
Ella volvió en sí y escribió algo en su libreta, lo que hizo que Escanor esperase.
- "Ni siquiera me habéis preguntado por qué intenté mataros" - enseñó.
- No me importa - dijo - Tú ni siquiera nos conocías. No tenías motivos, por lo cual, seguramente fuiste contratada. No eres la culpable directamente.
Ella bajó la mirada, sintiéndose dolida ante tanta compasión.
- Es la necesidad del maldito dinero lo que me hace ser así... no merezco esto...
- No te sientas triste - dijo mirándola en la puerta - Nadie te reprocha nada. Si no vas a recibir dinero por matarnos, buscaremos una solución para que tus jefes no se enfaden contigo, pero yo no lo veo complicado.
Escanor sonrió en la puerta de la misma manera que lo hizo cuando Ban llamó enfurecido hace un rato, con la misma expresión, con el mismo cariño, siendo una de las mejores sonrisas vistas en una persona, lo que hizo que Lía volviese a sonrojarse.
Escanor se marchó pues, y acompañado de algunos pecados más, fueron a hacerle una visita rápida a quienes hicieron el encargo de Lia. Ella se quedó en la taberna con Diane, Elizabeth, Hawk (que seguía ofendido y les ignoraba) y Gowther.
- Entonces... - decía la giganta sentada enfrente - Si primero te señalo a ti, y luego a mí, y hago... - ella juntó las manos y las sacudió despacio - ¿Significa una proposición de amistad?
(Koe no Katachi es vida)
Amalia sonrió asintiendo, haciendo que Diane se emocionara de aprender. Gowther también atendía ya aprendía, pues su curiosidad no tenía limites.
A las horas volvieron el resto, ya atardeciendo, haciendo que Escanor volviese a la normalidad de su cuerpo llevando la ropa hecha girones de la forma medio día que la pobre tela no soportó.
Amalia no quiso saber nada ni preguntar que había pasado, y se limitó a seguir con las chicas y el trapito hasta que Escanor subió a su cuarto a ponerse otra ropa. Luego, escribió.
- "Ha sido un día genial, chicas, pero no voy a molestaros más. Voy a marcharme esta noche"
- ¿¿¿Queeeee??? - Diane lo dijo con decepción - No es necesario...
- ¿Estás segura? - preguntó Elizabeth.
- "Sólo fue un golpe, estoy muy bien. Habéis hecho mucho por mí, os estaré eternamente agradecida"
Ella dio una sonrisa que le salió del alma, y se levantó para ir a ver a Escanor e indicarle su decisión. La puerta estaba entreabierta, y sabía que le había dado tiempo de sobra a cambiarse. Efectivamente, el pecado estaba en su forma noche, delante del espejo, bien vestido.
Justo cuando iba a entrar, Escanor señaló al espejo, y luego se señaló a él. Amalia abrió los ojos.
- ¿Qué está haciendo? ¿Sabe algo de lenguaje de signos? Me dijo que no... ¿Me va a proponer ser amigos? Tal vez lo vio de Diane...
Pero el último movimiento de Escanor no fue juntar las manos, sino cerrarlas y estirar los índices, juntándolos.
- Solos tú y yo...
Al apoyarse en la puerta, esta dio un crujido. Escanor se giró a verla, y parecía algo nervioso.
- Oh.. creo haber oído que te vas...
Ella asintió, sin quitarle el ojo. Escanor se acercó.
- Ya no tienes que preocuparte por esa gente, está solucionado.
Ella suspiró con algo de alivio, y le devolvió la libreta con la pluma. Escanor la recogió y la abrió por la siguiente página que no estaba escrita. Inspiró profundamente y empezó a escribir en ella.
La chica parpadeó y se quiso asomar a ver, pero Escanor terminó rápido y cerró la libreta fuertemente, volviendola a dársela.
- Quédatela - le dijo - Será un bonito recuerdo. Además, has escrito cosas para hablar con los demás que son importantes.
Ella miró la libreta, sintiendo curiosidad por lo que escribió, y notando de nuevo esa calidez típica de él.
- Lo que he escrito... - dijo rascándose la nuca - No lo leas hasta que te hayas alejado todo lo que puedas...
Luego, todos salieron a la entrada del Boar Hat a despedirla, mientras agitaban sus manos con promesas de volverse a ver de nuevo.
Tras ello, Lia caminó y caminó sintiendo intriga de su cuaderno con cada paso que daba y sin saber cuando abrirlo. Cuando se giró y estaba tan lejos que no podía ver el bar, no puedo contenerse más y lo abrió, por la página que Escanor escribió. Allí habían unas bonitas palabras improvisadas recién salidas del alma de un poeta.
Aunque mi amor nunca obtendrá el premio de escuchar tu voz, igualmente he de quererte, sin palabras y en secreto, como sufren aquellos que aman, los que viven en silencio, pero provocan muchos estruendos en los débiles corazones como el mío.
La chica abrazó el cuaderno contra su pecho, incapaz de dar un paso más. En ese momento comprendió, que aquel delicioso calor que emanaba de Escanor no venía ni de su orgullo ni del sol... pues venía de su sincero corazón.
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