ACRO EXTREME

Azulado:

Cuando era niño le tenía un gran pánico a cualquier cosa o situación. Me costaba confiar en la gente. Así nací. Ese es mi defecto: Ser miedoso.

Tanto yo era de esta manera, que al conocer a Rjerez creí que me comería o algo parecido. No, no digo que ella me diera a entender que era una caníbal que me viera como un plato delicioso. Lo digo de esta manera por que Rjerez utilizaba una mascara muy horrenda, logrando asustarme hasta casi hacerme desmayar. Fue entonces que al quitársela pude descubrir a una niña muy linda, quien más tarde se convertiría en mi amiga.

. . .

—Corre más rápido —me gritaba Rjerez mientras realizaba un salto de parkour llamado gato, que consistía en poner las manos sobre un obstáculo paralelo (como un barandal), para dar un impulso hacia adelante y lograr pasarlo.

—¡Estoy corriendo! —le contestaba.

Rjerez siempre fue una chica muy flexible. Aprendió parkour y luego me enseño a mi. Era su forma de ayudarme a vencer mis miedos. Si no le tengo miedo a saltar sin lastimarme, no le debo temer a las arañas:

—¡No Rjerez! ¡aléjala de mi! ¡no dejes que me toque! ¡Ah!

Al agua:

—¡Ayúdame Rjerez! ¡me ahogo! ¡voy a morir!

A los fantasmas:

—¿Escuchaste eso? Rjerez, hazme caso ¿de dónde vendrá ese sonido? esta allá afuera, puedo sentirlo, algo me esta mirando.

A la oscuridad, hablar en publico, los payasos, a todo.

El parkour me ayudo a superar cada uno de ellos. Pero lo que Rjerez no sabe, es que la fobia que sobrepasa el limite de lo que puedo soportar: SON LAS ALTURAS.

Ella es una buena chica, pero no negare que se a reído de mi por las cosas que me asustan. Hace tiempo que todo eso quedo atrás, pero si supiera lo de mi terror a las alturas, no solo se reiría de mi, si no que dejaría de tomarme en cuenta como amigo.

—Tenemos que pasar por Ivan — decía Rjerez—, nos ha de estar esperando.

Coloque la mano en una pequeña barda y salte con rapidez, pasando el obstáculo.

A lo lejos Ivan esperaba.

—La señora Paulin a salido de compras, su esposo esta en su taller, calle Lechuzas, avenida 123, a tres horas de aquí. Tenemos dos horas antes de que regrese la señora Paulin —dijo Ivan en cuanto estuvieron cerca.

—Vamos allá —dijo Rjerez mientras caminábamos hacia esa dirección— . Luego iremos a casa de Luna y terminaremos en casa de Meli.

Lo que iremos hacer a esas casas es algo que sorprendería a cualquiera que terminaría diciendo que no tiene sentido.

Corrimos hacia la casa de Paulin. Ivan abrió una de las ventanas. Rjerez entro con un movimiento suave, pasando desapercibida. Luego seguí yo, impulsándome para entrar sin hacer ruido. Ivan también entro a la casa con un movimiento hábil.

Nos quedamos parados en medio de la sala. Miramos alrededor. Todo. No podíamos perder detalle de nada. Siempre encontrábamos algo nuevo en la sala.

—Miren eso —señalo Rjerez hacia un marco en la pared. Ivan y yo nos acercamos a ver. Era una figura aplanada con la cara de un león que rugía. Parecía estar hecha de un material muy caro.

—Wow —me sorprendí, era un objeto realmente hermoso.

—¿Eso es oro? — preguntó Rjerez, curiosa por el brillo de la figura.

—Seguramente —comento Ivan sin mucha importancia.

—No creo —dije—no creo que unas personas como el señor y la señora Paulin se hayan tomado el atrevimiento de poner un objeto tan caro en su sala de estar.

—Quien sabe —dijo Ivan, sin dejar de ver las cosas en la casa—. La cerradura de la ventana no fue nada fácil de abrir, parecía tener un mecanismo bastante avanzado.

—Si es así —Rjerez se volvió a Ivan. Yo continué admirando el marco—¿cómo es que pudiste abrirlo?

—Ya ves, soy un experto —rieron.

Miramos por otros cinco minutos antes de que decidiéramos marcharnos. Dejando la casa completamente intacta.

Continuamos con la casa de Luna. Esta vez, nos atrevimos a entrar por el techo. Nuestra meta era el ático.

Ivan salto y se sostuvo, trepo hasta llegar al techo. Rjerez le siguió. Esperaban que yo también fuera, pero me escabullí por una ventana abierta. Corriendo el riesgo, subí las escaleras asegurándome de no ser atrapado, aunque sabíamos que Luna no estaba en casa. Se había ido al cine. Subí más escaleras. Una puertecilla en el techo se abrió. Me asuste un poco. Rjerez bajo una escalera plegable y subí.

—¿Por qué no te subiste como nosotros? era más fácil —me dijo Rjerez.

—Es que...me torcí un poco el tobillo cuando veníamos para acá.

—Miren esto, chicos —interrumpió Ivan, alumbrando el ático —parece sencillo, pero hay muchas cajas.

Nos quedamos menos rato ahí que en la sala de Paulin. Solo faltaba Meli.

Entramos a su sala y la recamara principal. En donde ella dormía. En este momento seguramente debía estar de compras con alguna amiga. La primera vez que entramos a su sala, estaba repleta de copas, chucherías y ropa. Su recamara no hacia mucha diferencia. Observamos más tiempo que con el ático. Luego nos dispusimos a salir de ahí de inmediato. No podíamos dejarnos ser descubiertos.

Ya era el atardecer. Nos despedimos después de ir a comer algo. Rjerez me acompaño a casa. Pues eramos vecinos. Ivan viva más lejos.

—¡Ya llegaste! —dijo muy alegre mi pequeña hermana, le alborote el cabello cuando se acerco a mi.

—No, acabo de irme ¿no ves?

—¿Y tu novia?

—¿Cuál novia? no tengo una novia.

—¿Y Rjerez?

—Rjerez no es mi novia —le dije muy seguro. Sin sonrojarme ni nada parecido.

—No digo.

—Ve a hacer tus tareas.

Fui a mi habitación a recostarme un rato.

Al día siguiente tome mis cosas dispuesto a volverme a reunir con Rjerez e Ivan. Nos veríamos en la fuente de la plaza.

Es aquí donde explico lo que hicimos y por qué:

Primero que nada: NO SOMOS LADRONES. Jamas hemos tocado los objetos de ninguna casa. Lo tenemos establecido como regla.

Nuestra verdadera afición es el dibujo. Rjerez y yo nos reuníamos en los recreos para presumir entre nosotros, nuestros dibujos; hacíamos una competencia sobre cual era el mejor. Hubo un momento en que nos falto inspiración y Rjerez propuso que entráramos a una de las aulas "secretas" de la escuela. Nos tomáramos cinco minutos para verla y luego la retrataríamos. El mejor dibujo, el más detallado y especifico era el que ganaba, pues demostrábamos quien tenia mejor memoria y visión de las cosas. Ivan se nos unió justo después de nuestro primer dibujo. Se acerco a nosotros porque también le apasionaba el dibujo. Nos enteramos de que era un gran practicante del parkour, incluso nos enseño buenos y mejores movimientos. Cuando le hablamos de lo que habíamos hecho, él quedo fascinado y dijo que podíamos ir más lejos.

La adrenalina del parkour, añadiéndole la sensación intensa de ser atrapados y la pasión por el dibujo es una satisfacción inigualable.

—¿Cómo van? —les pregunte. Acercándome con el cuadernillo de dibujo en mano. Rjerez aun le agregaba algunos detalles al suyo. Ivan marcaba finamente con el lápiz —¿qué pasa? ¿temen perder?—les sonreí en modo burlón.

—¡Shh! artista en concentración —dijo Rjerez, yo reí. Era una de sus frases comunes.

Mi dibujo lo hice anoche, después de mi descanso. Prendí la lampara del escritorio, acerque lo indispensable y comencé con el trabajo. Mi hermanita me interrumpió para decirme que le ayudara con su proyecto de ciencias. Le ayude y volví al trabajo. Termine a las seis de la mañana. Fui a comer algo antes de que mamá despertara. Volví a la cama, me levante para una ducha y salí a las doce.

Los espere a que terminaran.

—¡Listo! —soltó Rjerez.

—Yo también, ya termine —dijo Ivan.

Contamos hasta tres y mostramos los dibujos. Observamos los detalles y mencionamos que le había faltado a uno y al otro. Discutimos un poquito, como siempre, pero al final volvió a ganar Ivan. Este se levanto y hizo un baile de gallina para festejar. Rjerez y yo nos reímos de él, puesto que la gente se le quedaba viendo muy extraño. Aveces tengo envidia de Ivan, es mejor que nosotros en el dibujo y no solo eso, si no que parece que tuviera memoria fotográfica. No se le escapa nunca ningún detalle.

Comimos algo y volvimos a casa. Mañana era lunes y habría escuela. Tenia que hacer mi tarea. En el receso volveríamos a organizarnos para investigar nuestros siguientes objetivos.

Al día siguiente nos reunimos:

—Ya hemos visitado todas las casas del vecindario —decía Rjerez marcando en un cuaderno los lugares en los que ya habíamos estado.

—¿Es enserio? —mire el cuaderno muy sorprendido de los avances—entonces ¿qué haremos? ¿a dónde iremos esta vez?

—Podríamos entrar otra vez a todas las casas, a ver si hay otras habitaciones escondidas — sugirió Rjerez.

—O... — comenzó Ivan—podríamos ir más lejos.

Cuando Ivan dijo eso por primera vez cambio por completo la realidad de lo que hacíamos ¿un nuevo cambio de realidad?

—¿Qué sugieres? —preguntó Rjerez, llena de emoción.

—Algo más extremo —Ivan entonces levanto un dedo y señalo hacia el cielo—. Fuera de estos vecindarios...hay que entrar a lo más alto de los edificios de la Editorial Arrowy.

Sentí como si la sangre se me congelara en un instante. Volví hacia Rjerez quien saltaba de alegría mientras yo estaba a su lado con un gesto de terror. De tan solo imaginarme subiendo a los edificios me daban ganas de desaparecer.

Al llegar a casa deposite mi mochila en una silla, luego fui a mi habitación y me acosté boca abajo. No podía dejar de pensar en los edificios que se elevaban sobre el cielo.

Los tres nos habíamos organizado para ir por la tarde a inspeccionar los edificios. Les dije que sí, sin dudarlo, aunque dentro me consumiera el miedo.

—Hola —dijo mi pequeña hermana, entrando a mi habitación.

—Hola —conteste sin mucho animo.

—¿Tuviste un mal día?

—Sí.

Mamá dormía cuando salí de casa a reunirme con Rjerez e Ivan. Rjerez lucia muy feliz. Como era tarde, fuimos en camión y no corriendo. En el trascurso íbamos de pie (debido a los asientos ocupados), lo cual no me permitía ver muy bien por las ventanillas. Llegamos al centro de la cuidad. En cuanto baje del camión y pude dirigir la mirada hacia arriba, sentí como si mi corazón se paralizara, la frente me comenzaba a sudar frió. Por donde uno miraba había edificios que se alzaban a lo alto, alto, alto, al...to.

Rjerez estaba fascinada.

—¿Oi...gan? —pregunte, un poco nervioso—¿por qué tendríamos que subir haciendo parkour, si podemos entrar por abajo? —trate de controlar mi voz.

—No seas tonto, Azulado —me dijo Ivan—¿qué acaso no te emociona la idea de ir corriendo por estos enormes edificios?— "No" le respondí rotundamente, pero en mi mente.

—Tal vez se sienta como ir volando —fantaseaba Rjerez.

—Bueno, creo que el edificio de la Editorial Arrowy esta a unas calles —dijo Ivan comenzando a caminar, Rjerez y yo le seguimos el paso.

Casi se me cae el alma al ver que el edificio de la Editorial Arrowy ¡era el más grande!

—¡Wuah...! —se impresionó Rjerez—¿Cuándo lo haremos? quiero hacerlo ya.

—Mañan...

—Propongo que —interrumpí la respuesta de Azulado—, que primero probemos con al menos tres o diez antes de ir con este.

—¿Diez? —Rjerez me frunció el ceño. Ivan parecía pensar. Me miro detenidamente.

—Creo que estoy de acuerdo contigo —me apoyo Ivan, me pregunte si había descubierto mi miedo—, seria muy precipitado empezar de ya con el de Arrowy, no tenemos la suficiente experiencia con lugares tan altos como estos...algo podría salir mal.

Rjerez parecía pensarlo un poco mejor después de escuchar a Azulado.

—Bien, entonces, escojamos los tres, no diez, tres edificios ¿qué les parece? —dijo Rjerez.

—¡Bien! —respondimos Ivan y yo al mismo tiempo.

Escogimos los tres edificios. Cada quien eligió uno. Trataba de hacer cálculos en mi mente extremadamente complejos y avanzados que no entendería ni en física ni en arquitectura para escoger el edificio que con la vista consideraba el más pequeño, eso, sumado a mi pensamiento para tratar de crear excusas que me libraran de hacerlo.

—¡Ese! —señale.

—¡Que buena elección, Azulado! ese edificio parece pequeño, pero ya he estado ahí y es uno de los más grandes ¡eres un gran observador! —dijo Ivan, sonriente y dándome una palmada en la espalda—"me quiero morir".

Regresamos. Esta vez pudimos agarrar asientos en el transporte y por primera vez tuvimos una conservación algo inusual:

—¿Has tenido novio antes, Rjerez? —le preguntaba Ivan.

—Creo que si pero cuando era muy pequeña, iba en kinder y no sabia que significaba eso — Rjerez se rió con un poco de vergüenza—¿y tu?

—Sí, antes de conocerlos, pero nos dejamos porque ella decía que yo no le ponía atención.

—Que triste, debiste haber hecho algo.

—Sí, lo se ¿Y tu, Azulado? —Ivan se dirigió hacia mi.

—Bueno, no, todavía no.

—Si hubiera tenido, ya lo hubiera sabido —dijo Rjerez—. Somos amigos desde pequeños, además es mi vecino.

—Eso no lo sabia. Bueno, sirve que nos vamos conociendo —Ivan miro a Rjerez, ella también lo miro. Y pude notar que Ivan tenia interés por Rjerez.

Llegamos. Ivan se despidió de nosotros y Rjerez y yo volvimos juntos.

—¿Viste como te miraba?

—¿Eh? ¿quién?

—Ivan.

—¿Mirarme cómo?

—No te hagas.

—No me hago.

—Pues, así...como con los ojos de huevo cocido.

—¿Qué rayos estas diciendo?

—Cómo si estuviera enamorado de ti.

—Eso no es cierto.

—Pude notarlo.

—Y si es así ¿por qué te importa?

—. . . No me importa.

—¿Acoso estas celoso? ¿de Ivan?

—No, solo te preguntaba si te habías dado cuenta.

Ahí quedo nuestra conversación. Entre a casa sin haberme despedido de ella.

—Todavía de que me preocupo por ti —dije, molesto, entre dientes.

—¿Eh? ¿de quién? —me preguntó mi hermanita.

—¡Nadie!

. . .

Estaba acostado en la cama. No podía dejar de pensar en los edificios, los escalofríos continuaban en mi interior, me sentía mareado, como si estuviera enfermo ¡¿Enfermo?!

No fui a la escuela al siguiente día y Rjerez me marco al celular.

—¿Por qué no viniste?

—Lo siento Rjerez, estoy enfermo.

—¡¿Pero cómo?!

—No se —. Recordé como ayer abrí el refrigerador y me quede parado frente a el, con el frió en los huesos, luego metí la cabeza al congelador. Y a mi hermana mirándome desde la mesa de la cocina, comiéndose unas frituras y disfrutando del espectáculo. Prefería sufrir de frió mil veces antes de subir al edificio de la Editorial Arrowy.

—¡Ay! y justo cuando hoy iríamos al primer edificio después de la escuela. Que mala suerte.

—Muy mala.

—Bueno, espero que te recuperes pronto.

—Muchas gracias.

Colgué. La verdad era que, a pesar por mis esfuerzos por intentar enfermarme, no lo logre, estoy bien. Dije la excusa y raramente no me siento mal por ello. No podre justificar mis tres faltas en la escuela, pero es mejor que subir a esos edificios. Solo son tres días, solo tres.

Durante ese día, me dedique a dibujar mientras mamá continuaba durmiendo. Pensaba en los edificios. Odie por un momento a Ivan por siempre "querer ir más lejos".

—¡¿Qué sigue después?! ¡¿Eh, Ivan?! ¡¿saltar de un rascacielos?! —Solté el lápiz y mire hacia enfrente, con reto. Hablaba en voz alta—. Mejor no le digo eso porque me va a decir: "¡que buena elección Azulado!"—volví al dibujo mientras imitaba la voz de Ivan—¡idiota!

—¿Qué dibujas?

—¡Ah! ¡no es cierto Ivan! ¡solo bromeaba! —me asuste. Pero luego me di cuenta de que no era Ivan, si no, mi hermanita. La mire, estaba junto a mi. No me había dado cuenta de en que momento había entrado a mi habitación —Solo dibujo...y ya —le dije, mirándola. Aun que ella solo miraba el papel.

—¿Dibujas a Rjerez?

—¡Puff! ¿sigues con eso?

—No, mira, estas dibujando a Rjerez.

Volví a mi dibujo, lo mire, no lo podía creer. Tan concentrado estaba en mi miedo y odio hacia Ivan que no me di cuenta de lo que dibujaba. La imagen de Rjerez, a lápiz, se encontraba sobre mi escritorio, y me sonreía.

—Si te gusta ¿verdad?

Estaba muy desconcertado.

—No...en realidad no lo se.

Mi hermana había salido de mi habitación después de que le ayudara a resolver un cuestionario de la escuela.

Me tire en la cama nuevamente, esta vez, pensaba en Rjerez y me preguntaba que era lo que en realidad sentía por ella.

—Creo que esto tenia que pasar algún día —me dije.

En ese instante sonó el timbre. Mi hermanita fue a abrir la puerta preguntando quien era. Escuche la voz de Rjerez desde donde estaba. Entre en pánico.

—Vine a ver a Azulado.

—Esta en su habitación, pasa.

Con rapidez me cubrí con la colcha y comencé a fingir que estaba enfermo.

Rjerez toco.

—Pasa —dije con voz fingida.

—Hola, vine a ver como estas —dijo al entrar y verme en la cama.

—Me siento muy mal —tosí un poco.

Se sentó en la cama, junto a mi, muy cerca. La mire con cansancio.

—Ya fuimos al primer edificio ¡fue fantástico! te lo perdiste, huy, perdona mi emoción, no pude evitarlo —Sonrió, apenada. En verdad se parecía a mi dibujo.

—No te preocupes —le tome la mano.

—Ivan y yo estamos dispuestos a esperar a que te recuperaras para continuar.

—No, no se preocupen, todavía tardare unos cuantos días en recuperarme, suban al Arrowy sin mi. Estaré bien.

—¿Estas seguro? — asentí—. Bueno, si puedo hacer algo por ti, no dudes en decirme.

—Lo tomare en cuenta, gracias.

Rjerez volvió a sonreírme. Le devolví la sonrisa. Después se levanto para salir de la habitación.

—No importa si tardas en recuperarte Azulado, los edificios no se irán —dijo esto y salio.

"¡¿Se supone que eso deba hacerme sentir mejor?!"

Los siguientes dos días, no dibuje, iba de un lado a otro en mi habitación, con nerviosismo.

Rjerez tenia razón. Aun que faltara en estos días, cuando volviera, no dudarían en invitarme a subir.

Después de inventarme cosas absurdas en la cabeza: ¿y si digo que me mudo a México? ¿si finjo mi muerte? ¿si me hago invisible? ¿si me rompo una pierna? Me resigne a la idea de que lo mejor era decirles la verdad. ¿Cómo decirlo sin que se rían de mi? ¿cómo hago para que Rjerez no crea que soy un cobarde? (aunque lo sea) ¿cómo? ¡¿Cómo?!

Mande un mensaje a Rjerez para decirle que el día de mañana (el día de subir al edificio de la Editorial Arrowy), me reuniría con ellos.

Ensaye frente al espejo como se los diría:

—Rjerez...Ivan...tengo...Acrofobia —Me quede paralizado frente al espejo. "¡no!, ¡ellos seguramente me preguntaran que es eso!".

—¿Acrofobia? —me diría Ivan—Mariconada querrás decir —y Rjerez se reiría.

La angustia se apoderaba de mi.

Esa noche no pude dormir. Dentro de mi mente trataba de visualizarme saltando, pero, incluso así, no podía. Imaginaba sus risas. Imaginaba que alguien me lanzaba de alturas desconsiderables.

Antes de irme a reunir con ellos. Me volví a ver en el espejo. Me toque la rodilla.

—¿Qué tan difícil es romperse una pierna?

El sonido del celular me saco de trance, asustándome. Conteste.

—¿Vas a venir? —era Ivan.

—Sí, ya voy saliendo.

—Apúrate.

Di una palmadita a mi pierna una vez más,"no te preocupes pierna" y salí de inmediato.

En el transcurso del camino, iba nervioso. Hice parkour para despejar mi mente. Continué corriendo. Iba en dirección al parque. Para tomar tiempo me pase por algunas calles.

Y me detuve al ver algo que llamo mi atención.

Vi una patrulla, con sus faroles de color rojo, blanco y azul encendidos, frente a la casa de Paulin, el señor y la señora Paulin hablaban algo con los oficiales, quienes escribían algunas notas mientras la señora Paulin continuaba y hacia gestos con las manos.

Pase al otro lado de la calle, caminando con discreción. Me pregunte que era lo que estaba pasando. Y como habíamos entrado a la casa antes, temí que mientras pasaba me detuvieran o me interrogaran. Sin embargo, nadie se percato de mi presencia.

A lo lejos vi a Rjerez y a Ivan reunidos en la fuente de la plaza, me miraron con seriedad. Me reuní con ellos olvidándome de lo que tenia que confesar porque la intriga de lo que había visto atrapo más mi atención.

—¿Ya te enteraste? —dijo Ivan, sin darme tiempo para saludarlos.

—¿Sobre qué? —Ivan y Rjerez se miraron.

—¿Recuerdas aquel marco en la pared en la casa de Paulin? —decía Rjerez, acercándose a mi. No pensé que llegaran a sacar primero ese tema de conversación —¿el león que rugía?

—Ese —afirmo.  

—Fue robado —soltó Ivan—. Si era de oro, es un único y cuesta millones. Alguien entro a la casa y lo robo.

No entendía por qué tanta seriedad ante algo como eso.

—¿Y?

—¡¿Cómo que y?! —Ivan parecía bastante enojado.

—Nosotros hemos entrado a la casa, Azulado, somos sospechosos —dijo Rjerez, con más paciencia.

—¿Entonces ya lo saben?

—Aun no —dijo Ivan—pero si investigan, se darán cuenta.

—Pero nosotros no entramos a robar, no somos ladrones.

—¡Pero ellos no lo saben! — grito Ivan, luego se dio cuenta de su actitud nerviosa y trato de tranquilizarse—. Lo siento pero...hoy no podremos subir al edificio de la Editorial —Ivan tomo su mochila, dispuesto a irse —me voy, tenemos que pensar en lo que esta sucediendo, nos vemos mañana en la escuela.

Rjerez y yo decidimos regresar juntos a nuestras casas. En vez de sentirme feliz por no decirles sobre mi miedo y no tener que subir, me sentía preocupado.

—¿Crees que se den cuenta? —le pregunte a Rjerez.

—No lo sé —se limito a decir—. Creo que Ivan tiene razón, debemos de pensar sobre esto.

Nos despedimos. Había sido un raro día, en el que no fui a la escuela, me quede de ver con mis amigos unos segundos para después regresar a casa y Rjerez ni siquiera me había preguntado como seguía, aunque no tuviera nada, tampoco Ivan me había preguntado.

Hice algunos quehaceres en casa, ya que mamá dormía. Mi pequeña hermana pidió que le ayudara con su trabajo de Español. En todo ese tiempo no dejaba de pensar en el robo, me preguntaba quien lo había hecho, se que era un poco absurdo pensarlo.

Volví a mi habitación para descansar. Me recosté en la cama. Note a una araña que subía por la pared. La mire, ya no me daban miedo. Me enderece y estire la mano para alcanzarla. La tenia en la palma. Continué observándola, solo observándola.

Volví a reunirme con mis amigos en la escuela, a la hora de receso.

—¿Y bien? ¿qué han pensado? —les pregunte.

—Pues yo creo... — comenzaba Rjerez.

—¿Por qué tu no pareces preocupado? —me preguntó Ivan, interrumpiendo a Rjerez. Me sorprendí.

—Claro que lo estoy —Ivan me miraba suspicazmente.

—¿Sabes? por tu forma tan relajada de verte el día de ayer y hoy, estoy comenzando a creer que tienes algo que ver con lo que sucedió.

—¿Qué? ¿estas insinuando que yo entre a robarles?

—No sé ¿quién falto tres días seguidos?

—Estaba enfermo.

—¿Así? ¿en dónde están tus recetas?

—No las necesite —Ivan en verdad me miraba como si fuera el culpable. Rjerez también parecía dudar.

—No te veías tan enfermo cuando fui a verte —dijo Rjerez y enfurecí.

—¡¿Estas de su lado?! ¡¿Creen que yo lo hice?!

Ambos me miraban con detenimiento, como si creyeran que de verdad podría haberlo hecho.

—¿Así? pues ¡¿qué me dicen de ustedes?! ustedes estuvieron juntos estos tres días, pudieron haberlo hecho para poder culparme a mi de su crimen.

—No digas tonterías Azulado —dijo Rjerez.

—No te pongas nervioso Azulado —espeto Ivan.

—¡No lo hice!

—¡Nosotros tampoco!

—¡Basta! —grito Rjerez, deteniendo nuestra pelea verbal—tranquilícense los dos, los tres sabemos perfectamente que ninguno de nosotros lo hizo. Estamos perdiendo la cordura ¿No se les ha ocurrido pensar que el o los ladrones sabían lo que hacíamos y se aprovecharon para robar el cuadro sabiendo que nos culparían a nosotros?

Rjerez tenia razón.

—Entonces ¿qué hacemos? —preguntó Ivan, Rjerez pensó. Luego chasqueo los dedos.

—¡Los dibujos! tal vez los dibujos puedan darnos alguna pista. Esta tarde hay que reunirnos en la plaza, traigamos todos los dibujos ¿qué les parece?

—Bien —dije.

—Escuchen —hablo Ivan, un poco más tranquilo, a pesar de la preocupación en sus ojos—. Si las cosas empiezan a ponerse complicadas...tendré que desaparecer —Rjerez y yo nos mostramos sorprendidos—. No quiero que me culpen por algo que yo no hice...ese no es el futuro que espero para mi —termino de decir y se dio media vuelta para volver a su salón de clases.

Lo miramos alejarse.

Al llegar a casa lo primero que hice fue buscar todos los dibujos con rapidez. Los coloque en una carpeta cuando los encontré y los metí a la mochila. Cuando levante una hoja del escritorio me tope con el dibujo que había hecho de Rjerez sonriendo. Y recordé que ese día estaba tan distraído pensando en mi miedo que no me había dado cuenta del momento en que lo hice. Me pregunte si tendía a hacer cosas sin darme cuenta ¿Podría ser que Ivan tuviera razón?

Salí de casa a reunirme nuevamente con Ivan y Rjerez en la fuente de la plaza. No dejaba de inquietarme la extraña idea de que hubiera hecho ese dibujo sin saber en que momento surgió.

Rjerez e Ivan sacaron sus carpetas de dibujo, también lo hice yo. Sentados en la fuente comenzamos a pasarlos de mano en mano para examinarlos.

La tarde llego y aun no teníamos pistas. La gente pasaba y nos miraba con todos aquellos bocetos esparcidos en el suelo y cerca de la fuente.

—El boceto que hiciste sobre el marco de león es muy bueno —me dijo Rjerez, señalando el dibujo. Ivan contemplaba otros dibujos sentado en el suelo, lucía cansado. Mire el que tenia yo en las manos, era uno de Rjerez.

—Bueno —dijo Ivan poniéndose de pie y estirándose sin soltar la hoja de papel que llevaba en la mano—, es todo, no encontraremos nada —dejo la hoja aun lado y comenzó a recoger los dibujos de todas partes. Asentí, estando de acuerdo con él y le ayude a levantarlos. Rjerez continuaba mirando uno, ahora de Ivan, con mucha concentración.

Cuando hubiésemos levantado y organizado todo, le di su carpeta a Ivan y el me dio la mía.

—¡Oigan! —espeto Rjerez, sin dejar de mirar el dibujo de Ivan. Nos acercamos y sentamos junto a ella. Yo estaba un poco molesto porque no nos había ayudado a recoger —. Ivan ¿qué es esto? —. Rjerez señalo la esquina de la habitación del dibujo. Ivan miro con los ojos entrecerrados, como si no recordara que era lo que había dibujado en esa parte.

Los tres forzamos la vista en ese lugar del dibujo. Era un objeto, algo rectangular que parecía tener un puntito sobre si, y se alzaba en la esquina como si estuviera fijo.

—¡Es una cámara! —grito Ivan, como si se le fuera la respiración—¡Nos han grabado!

—¡Shh! baja la voz —le indico Rjerez.

Tanto Rjerez como yo también estábamos asustados casi como Ivan.

—¿Cómo no me di cuenta? —se lamentaba Ivan.

—¿Qué haremos ahora? —les pregunte, igualmente preocupado.

—¡Hay que deshacernos de los dibujos! —Ivan le arrebato el dibujo de las manos a Rjerez, ésta volvió a quitárselo.

—¡No! si llegan a nosotros por medio de esa cámara podemos decir la verdad, que solo entrabamos a ver para dibujar, no solo la cámara es la prueba ¡estos dibujos lo son más! — Rjerez sostenía con firmeza el dibujo de Ivan.

—Es cierto, Ivan, tranquilízate —le dije a Ivan. Él me miro con su expresión de preocupación absoluta.

—Aun así, no deja de ser un delito —dijo.

—Pero menos grave que robar el marco de millones de dolares —repuso Rjerez. Ivan la miro. Luego se tranquilizo un poco, aunque estábamos seguros de que en realidad no dejaba de estar intranquilo.

La noche había llegado, nos tuvimos que despedir. La expresión triste de Ivan no fue para nada ignorada. Nos entrego sus dibujos diciendo que se los diéramos el día de mañana en la escuela, que por ahora, no quería verlos.

—Tranquilo Ivan, te juro que todo va a estar bien —lo animo Rjerez. Ivan no hizo por mirarla.

—Nos vemos amigo —le di la mano y con el otro brazo una palmada en la espalda—saldremos de esta, ya lo veras.

Rjerez y yo nos quedamos a ver como Ivan se iba. Nos miramos un momento y emprendimos el camino de regreso.

—Ivan...es un chico con grandes sueños —dijo Rjerez en el transcurso—, de alguna manera entiendo su malestar —Rjerez me miro con tristeza—, nadie quiere ir a la cárcel.

Ver así a mis amigos era algo que no quería.

Al otro día nos enteramos en la escuela, que Ivan había desaparecido.

Rjerez y yo nos reunimos en el receso.

—¿No te dijo que se iría? —le pregunte.

—No ¿no recuerdas? el dijo que se iría si la cosa se complicaba.

—No tiene sentido, él esta implicado tanto como nosotros, tomo la salida fácil.

—Que importa Azulado, de todas formas no puede huir.

Por la tarde mientras hacia las tareas pendientes, tocaron a la puerta. Fui abrir y me encontré cara a cara con dos oficiales.

—¿Azulado?

—S..sí.

—Venga con nosotros, por favor, solo sera un momento —dijeron. No sabía si era correcto, pero cuando vi a Rjerez cerca de la patrulla, no dude en salir.

Le pedí a mi hermanita que no saliera de casa y que no fuera a despertar a mamá, al menos de ser necesario.

Me hicieron preguntas sobre Paulin y tuve que revelar que era lo que hacíamos, me pidieron los dibujos y entre por ellos. Se los di, incluso los que me había quedado yo, de Ivan. Luego de aquello me entere de que Rjerez ya les había hablado de eso. Nos hicieron saber sobre las grabaciones.

—¿Dónde esta el tercer chico?

—No lo sabemos —le dije—, dijo que desaparecería si las cosas se complicaban.

Los oficiales se miraron, luego a nosotros.

—Estamos detenidos ¿verdad? —no pude evitar preguntar.

Nos sorprendimos mucho cuando nos explicaron que Paulin y su esposo sabían lo que hacíamos.

—Las cámaras estaban desde hacia un tiempo. Ellos nos contaron que cuando los vieron por primera vez no hicieron nada porque vieron que no se llevaban nada. Se preguntaron porque solo iban a ver.

—La señora Paulin, vio uno de sus dibujos tirados en la casa —uno de los oficiales saco una hoja doblada de su bolsillo y nos lo entrego.

El dibujo era mio. Rjerez me dio un codazo por haber sido tan descuidado.

—Dice que al ver el dibujo quedo tan fascinada que de vez en cuando ponían algo nuevo en la casa y junto a su esposo veían tras la cámara como entraban y observaban.

Rjerez y yo fruncimos el entrecejo, no podíamos creer que su hobby era observarnos. "Ellos están igual de locos que nosotros" pensé. 

—A la señora Paulin se le ocurrió la gran idea de poner una reliquia en la pared y la cerradura como un obstáculo, para ver, si podían abrirla y cuales serian sus reacciones al ver este objeto si lograban entrar.

—Por lo tanto, el juzgado sera el que decida. Ya que ustedes entraron de forma ilegal, pero ellos, siendo prácticos, se lo permitieron.

Presentía que Rjerez y yo habíamos sido muy inteligentes al solo presentar todos los dibujos que teníamos de la casa de Paulin.

—Ahora sabemos que en vista de que no tienen nada que ver con el robo. Podrán demostrar su inocencia ayudando a encontrar a los responsables.

—¿Quienes son los responsables? —les pregunte, curioso. Rjerez se apreciaba igualmente interesada por saber. Los oficiales notaron nuestro interés. De todas formas tenían que decírnoslo.

—Su amigo, Ivan y una amiga, Evelyn.

"¡¿Qué?!" pensé. Por la cara que puso Rjerez supuse que ella estaba tan impresionada como yo.

Luego nos explicaron que Ivan había entrado por la noche del mismo día en que nosotros entramos, con la chica que menciono el oficial: Evelyn. Tomaron el marco y salieron de la casa.

. . .

—Ahora entiendo por que estaba tan nervioso por la cámara —dije, hacia Rjerez.

Los oficiales se habían ido diciendo que nos dejarían en paz por ahora, pero que estarían vigilandonos, porque no dejábamos de ser sospechosos y que vendrían al día siguiente con los investigadores.

—Sigo sin poder creer que Ivan hiciera algo así —dijo Rjerez con un tono de voz decepcionante.

—Es un gran actor. Hasta los oficiales se dieron cuenta de que el objetivo de irse de Ivan fue para que nos culpara a nosotros.

—¿Sabes qué? propongo que demos con Ivan antes de que ellos vengan mañana —propuso Rjerez, con furia y fuerza en sus palabras.

—Rjerez, no podemos hacer eso. Ya los escuchaste, nos estarán vigilando.

—Eso solo lo dicen para asustarnos, no es cierto, saben que les ayudaremos, están confiados porque en su departamento de policías están muy desorganizados, si no, hubiesen venido con ellos los investigadores y a nosotros llevado a interrogarnos a un cuarto o algo así.

—Rjerez, eso solo pasa en las películas.

—¡Me vale un pepino!

La furia de Rjerez por el odio a Ivan me era tan escalofriante como el hecho de pensar a donde podía llegar.

—¿Qué propones?

—Lo voy a pensar, te llamo esta noche cuando tenga un plan.

—¿Y si no lo tienes?

—Lo tendré, ya lo veras, Ivan no es mejor que nosotros —dijo esto y regreso a su casa.

Me quede ahí un momento. Mire hacia el vecindario y luego entre a la casa. Mi hermanita me pregunto que era lo que había pasado, le dije que no tenia importancia, se molesto conmigo por no haberle dicho y se fue a su habitación. Me tire en la cama y pensé en como Ivan tuvo el valor para hacer algo así. No le importábamos como amigos. Siempre queriendo ir más lejos.

"Ivan, llegaste a tu limite".

Me puse de pie y me acerque al escritorio tomando los dibujos de la casa de Paulin. Los de Rjerez, los de Ivan, los míos. Los observe bajo la lampara. De repente se me vino algo a la mente, tome todos los dibujos de la casa de Paulin, los puse en un sobre amarillo y salí de casa.

No me di cuenta de en que momento había oscurecido. Con los dibujos en la mano camine en medio de la oscuridad por las calles. Hacer eso me hizo recordar el momento en que deje de temerle a la oscuridad. Rjerez me había ayudado. Me dejo en mi habitación en medio de esta oscuridad, el terror que me causaba era muy fuerte, pero desde la puerta me hablo con una voz tranquilizadora y me pidió que cerrara los ojos e imaginara el lugar como si fuera una hoja de papel de color negro, una hoja de papel en donde podía dibujar todas las imágenes que quisiera. No importa si abría los ojos o los cerraba, había dejado de ver a la oscuridad como algo terrible, dejando que mi vista se acostumbrara a las formas y texturas.

Llegue a donde quería: La casa de Paulin. Me acerque a la puerta y sin tocar deje el sobre con los dibujos deslizándolos bajo la puerta.

Emprendí en camino de regreso y me asusto el celular que sonó en mi pantalón. El tono de la promo de Shugo, vibro.

Conteste la llamada.

—¿Hola?

—Azulado, ya se que es lo que vamos a hacer —era Rjerez—. Ven a mi casa.

—De acuerdo —dije y colgué.

En vez de regresar a mi casa fui directamente con Rjerez.

Me abrió la puerta y entre. Fuimos a su habitación para hablar del plan. Ya tenia tiempo que no entraba a su casa.

Los padres de Rjerez habían salido hace una semana dejando Rjerez a cargo (le tenían mucha confianza). No tenia hermanos, pero si una tía que iba de vez en cuando a ver como estaba.

—Hable con Ivan hace un rato —dijo, mostrándome el celular. Me impresione de ello —, ya se en donde podremos encontrarlo.

Estaba tan desconcertado que con un gesto de mano le pedí que callara un momento.

—¿Cómo es que tienes su numero? ¿por qué te contesto después de lo que hizo?

—Bueno... — Rjerez parecía indecisa al hablar— El día en que te enfermaste y no pudiste ir con nosotros al primer edificio, ese mismo día me pidió que fuera su novia.

Me quede en shock un instante, luego reaccione con mucha molestia.

—¡¿Qué?! ¡¿y por qué no lo sabia?!

—No pensamos que te importara.

—¡¿Entonces han sido novios durante todo este tiempo?!

—Pues...sí.

—¡No puedo creerlo Rjerez! —estaba tan molesto que quería irme de su casa y volver a la mía a que nadie me molestara.

—Escúchame, Azulado, esto es más importante. Ya no siento nada por él, pero al llamarle me ha dicho que me extraña y al mencionarle que ya sabia de que él robo el cuadro y decirle, antes de que colgara, que quería ser participe de su robo, me dijo que nos viéramos ¡Es nuestra oportunidad de hacerle pagar!

Vi la expresión de Rjerez tan enojada con Ivan que termine accediendo a lo que me decía, a pesar de lo molesto que seguía con ella.

—Dime, ¿en dónde podremos encontrarlo?

—En el edificio de la Editorial Arrowy.

La sangre se me congelo. Quede atónito, las imágenes de los edificios volvieron a mi mente para sofocarla. Trate de inmediato tranquilizarme, cerré los ojos y la mire con molestia para disimular el miedo con otro sentimiento.

—Entonces, ¿también subieron al edificio de la editorial?

—No, no —dijo Rjerez, a lo mejor pensaba que me sentía traicionado —, pero mientras subíamos a los demás edificios el menciono algo sobre una habitación secreta en la que podía refugiarse si tuviera que hacerlo alguna vez. No sospeche cuando lo dijo porque creí que estaba bromeando. Pero esta ahí, con su amiga Evelyn .

—Vayamos, pues y entremos al editorial para llegar a la habitación.

—¿Entrar? ¿te refieres a subir con parkour?

—¡No! nada de parkour, vamos hacer las cosas bien.

—¡Estas loco! jamas podremos entrar como tu piensas. Tenemos que hacerlo usando al parkour para poder entrar en esa habitación, además ¡esta en el último piso!

A pesar de lo horrorizado que me encontraba por dentro al escucharla decir la última frase. Aun así, sin dejar de mostrarle mi enojo le dije que sí. Ya pensaría en algo para no tener que subir.

Dormimos un poco en su casa. Ella se recostó en su cama y yo sentado en un pequeño sofá que había cerca de ella. A pesar de que ella descansaba, yo me mantuve despierto, no podía dormir, otra vez. No dejaba de pensar en el edificio, miraba a Rjerez dormir y tampoco podía creer que se hubiera hecho novia de Ivan.

Sí, me sentía traicionado por mis amigos.

Llego la hora. Faltaba poco para que el sol saliera. Nos alistamos y al salir tuvimos que correr y escabullirnos de las patrullas.

No tomamos el transporte. Con cansancio llegamos a los edificios. Buscamos el edificio de la Editorial Arrowy.

"¡No puedo, no puedo, no puedo!" pensaba.

—¿Qué te ocurre? —me preguntó Rjerez, cuando estaba apunto de subir.

—Yo... —dije con nerviosismo. Rjerez señalo detrás de mi y dejo escapar un sonido de sorpresa.

—¡Oigan! ¡¿qué hacen?! —precisamente los policías que nos fueron a ver el día anterior, estaban a unos metros de ahí. "Qué mala suerte". Al vernos se acercaron corriendo.

—¡Azulado !—grito Rjerez, muy enojada. Mi frente sudaba de pavor. Tuve miedo a arruinarlo todo con Rjerez, los policías que se acercaban y el claramente edificio que teníamos que subir. Tenia que elegir cual de las tres situaciones prefería.

—¡Ah! ¡creo que me he roto la pierna! —Rjerez movió la cabeza de un lado a otro de forma desaprobatoria, definitivamente no me creyó. Se sostuvo de un tubo, se impulso y me golpeo en el pecho con ambos pies juntos, empujándome lejos. Los policías no alcanzaron a agarrarme. Caí y me hice bolita en el suelo con las manos en la cabeza. Esperaba que los oficiales me levantaran y me detuvieran, pensaba: "espero que me perdones, Rjerez", pero en su lugar, sentí como si algo me elevara, oí gritos que cada vez más parecían ecos y venían de alguna parte de abajo. Inquietante por esa sensación, quite las manos de mi cabeza, me puse en cuclillas y me di cuenta de que estaba sobre una plataforma elevadora, de esas que se utilizan para pintar, las llaman: andamios colgantes. Me asuste al ver hacia abajo. Una persona se encontraba ahí y me miraba con desagrado, fui hasta esta persona y abrace sus piernas.

—¡¿Qué haces aquí, muchacho?! ¡suéltame! — grito, con enfado.

—¡No! por favor, por favor, por favor, por favor —no paraba de decir. La persona miro hacia abajo y se dio cuenta de lo que sucedía. Justo en ese momento me sostuve de la palanca para intentar bajar pero por accidente la rompí y subió hasta arriba de una manera tan rápida que en mi estomago sentí una sensación extraña.

—¡Bien hecho, Azulado! —agachado en el andamio colgante mire hacia el otro lado y vi a Rjerez que había terminado de subir a una ventana—¡Salta!

No quería hacerlo pero cuando vi que el andamio colgante se balanceaba de forma descontrolable, me puse de pie. Cerré los ojos con fuerza, respire, tome impulso y salte sin abrir los ojos, estirando los brazos hacia adelante.

Cuando sentí que todo estaba perdido para mi y que en cualquier momento caería y moriría, el agarre de Rjerez en mis brazos me saco del trance. Abrí los ojos. Ella me sostuvo para meterme por la ventana. Entre y me desplome en el piso. Mi temblar era más que evidente ahora.

—¿Por qué lo trajiste? — dijo una voz que parecía un zumbido en mis oídos.

Levante la vista sin dejar de temblar y sudar y vi a Ivan, parado a unos metros de mi, sosteniendo el marco de león, a su lado una chica a quien reconocí como su amiga Evelyn , aunque no la hubiera visto nunca.

Rjerez aun no respondía cuando Ivan escucho las patrullas que con sus megáfonos nos decían que no podríamos huir. Ivan se dio cuenta de lo que estaba pasando y de inmediato salio corriendo con Evelyn tras su espalda. Rjerez los siguió. Ver a Rjerez correr tras ellos hizo que me pusiera de pie como pudiera y los siguiera también.

Subimos algunas escaleras arriba para finalmente llegar al techo. No era nada fácil para mi caminar sobre la superficie, me sentía mareado, cansado y aun con mucho miedo.

Vi que Rjerez discutía con Ivan.

—¡¿Cómo me pudiste hacer esto Rjerez?!

—¡¿Qué, como pude?! ¡de la misma forma en como tu pudiste hacérmelo a mi! ¡nos traicionaste, Ivan!

—¡Pues que bien! ¡por que ambos son unos estúpidos!

—¡De vuelve ese maldito cuadro!

Rjerez se abalanzo sobre él. Tuvieron una pelea física en la que Rjerez trato de golpearlo, Ivan se protegía, pero más al cuadro.

Vi como Evelyn vino hacia a mi y también me golpeo, yo sentía que ya no tenia fuerzas para tratar de defenderme. Rjerez al verme quito a la chica encima de mi.

Un helicóptero se elevo sobre todos nosotros y escuche como alguien le decía a Ivan que se rindiera.

"¡Todo esto por un cuadro!" pensé molesto para mis adentros.

Seguramente Ivan había entendido que no podía escapar por que hasta Rjerez y la empujo con fuerza hacia la orilla del edificio. Vi como Rjerez desaparecía de la esquina y caía.

—¡Rjerez! —corrí hasta donde había desaparecido y mire hacia abajo. Rjerez trataba de sostenerse de una orilla. El miedo volvió a invadirme y sintiendo que no podía hacer nada me hice bolita en esa esquina, cerrando los ojos con fuerza.

—Oh...ya entendí — dijo Ivan de forma sarcástica— le tienes miedo a las alturas ¿no es verdad? —solo podía escuchar su voz. Y sus pasos que se acercaban—por eso no quisiste venir con nosotros, estúpido y cobarde —. Alce la miraba, vi hacia el cielo. Ivan me esquivo y me di cuenta de que iba hacia donde se sostenía Rjerez. El coraje me ayudo a agarrar valor para ir hasta él y hacerlo caer del edificio. Su amigs Evelyn no estaba, al parecer había buscado algún lugar en el cual esconderse. Rjerez estaba apunto de soltarse. Logre alcanzar a sostenerla, pero al hacerlo resbale lo suficiente para no poder levantara hacia mi.

—¿Por qué no me dijiste que le tenias miedo a las alturas? —me dijo Rjerez mientras me sostenía.

"¡Maldita sea! estamos apunto de caer y tu pensando en mi fobia" me dije tratando sostenerla con todas mis fuerzas.

—Si sigues así, nos caeremos —me decía, porque aun continuaba evitando mirar hacia abajo

—¡Tenia más miedo de que te burlaras de mi a decirte que tengo Acrofobia! ¿por qué no te diste cuenta? ¡podías haberme ayudado a superarla!

—No siempre voy a estar ahí para ayudarte a vencer tus miedos —sentía que sus manos se resbalaban de mis brazos—ya es hora de que venzas tus miedos por ti mismo.

Rjerez tenia razón. Siempre la tuvo. Me arme de valor para mirar hacia abajo, respire y trate de tranquilizarme. Luego note el rostro de Rjerez, en sus ojos vi el miedo que le producía caer tanto como a mi.

Rjerez, la chica que nunca le tuvo miedo a nada, Rjerez, la chica a la que amaba sin darme lo suficiente cuenta hasta este momento por que estaba tan preocupado por mi miedo. Rjerez...

—Rjerez...¡te amo! —le grite. Ella me miro como diciendo:

"¿De que sirve que me lo digas ahora?"

—...Y por eso voy a soltarme contigo... —dije esto y me lance con ella al vació. Ella no esperaba que hiciera aquello.

Sentí como el aire golpeaba en mi cuerpo mientras caíamos. Rjerez gritaba. Como si el tiempo estuviera yendo más lento pude verla a mi lado.

Y entonces caímos por una superficie alcolchonada que logro salvarnos la vida. En realidad, al asomarme hacia abajo la primera vez pude notarla. En la segunda ocasión parecía estar en buena posición. Por eso no hubo problema de lanzar a Ivan y nosotros de dejarnos caer.

Escuchamos a gente que aplaudía a nuestro alrededor por haber logrado caer bien mientras los bomberos eran quienes nos ayudaban a ponernos de pie. Cuando vi a toda esa gente que se había acumulado a ver que era lo que sucedía con nosotros pude alcanzar a ver a Ivan dentro de una de las patrullas. Me miraba desde la ventana con desagrado. Me acerque a Rjerez tendiéndole las manos. Ella las tomo y fue hasta mi para darme un beso en los labios, sin importarle cuantos nos estuvieran observando, incluyendo a mi hermana y a mamá.

. . .

Al cumplir con encontrar a los responsables, demostrar nuestra inocencia y que Paulin y su esposo no declararan en nuestra contra, logramos salir, parcialmente libres de toda culpa.

Rjerez y yo nos hicimos novios y prometimos no volver nunca más a entrar ilegalmente a las casas.

—Rjerez, no puedo —dije. Llevaba casco, las rodillas y brazos protegidos, me encontraba sobre el techo de la cochera de mi casa. No era muy alto pero aun me daban miedo las alturas.

—Saltaste del edificio de la Editorial Arrowy y ¿no puedes saltar de un solo piso? —decía Rjerez, desde abajo, moviendo la cabeza de forma desaprobatoria —¡Salta antes de que suba y te empuje para que te caigas con mayor razón!

—¡Ya, esta bien, saltare! —me tranquilice. Respire, una vez, otra vez, una vez más, una última vez...

Cuando menos me di cuenta, Rjerez ya me había lanzado hacia abajo.

Aun me cuesta confiar en la gente.

—¡Ah!...¡mi pierna!

FIN           

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El # lo vi en el perfil de Alessandra

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