Segunda Oportunidad
Vivir en la capital de Tailandia nunca estuvo en los planes de Mew, odiaba lo ajetreado de la gran ciudad. Pero después de aquella tragedia, el bullicio y las calles repletas de personas le servían para dejar de pensar en quién fue el amor de su vida.
Con sus pocos 280 años, Mew seguía siendo el mismo guapo vampiro de siempre, con su piel pálida, sus ojos coquetos y su cabello castaño bien peinado. Su cuerpo seguía siendo musculoso y firme, ese tipo de cuerpo que deja babeando a cualquier persona que lo vea.
Pero aun cuando el joven Suppasit sabía que podía conseguir a la persona que quisiera, su corazón solo le pertenecía a una persona, una que por su miedo había dejado ir hace 100 años. Nadie lo había hecho sentir lo que aquella persona hizo cuando tenía poco de haber huido de su clan.
-Hola, guapo.- la voz de una chica lo sacó de sus deprimentes pensamientos. Estaba en un bar, como casi todos los días, para embriagarse, dejar de pensar en el amor de su vida y poder conseguir algo que cenar.
-Hola, linda.- Mew intentó sonreír de forma coqueta, pues con la cercanía de la mujer podía sentir la calidez de su sangre y aunque ninguna se comparaba a la sangre de su persona amada, tenía que alimentarse de esta.
-Me llamo Nat.- se presentó la rubia del pronunciado escote y aunque el vampiro no era partidario de algún género, pues a fin de cuentas solo bebía su sangre y los dejaba, esa mujer le pareció tan vulgar. Nadie se comparaba a su amor, nadie podría comparársele.
-Soy Mew.- se presentó el vampiro.
-¿Vienes solo?.- preguntó Nat, acomodando su silla aún más cerca del hombre.
-Si, solo vine a tomar un poco.- respondió el mayor.
-Que casualidad, yo también vine sola, ¿Qué tal si nos hacemos compañía, guapo?.- el tono de la chica molestaba a Mew, pues no podía creer cómo había esa clase de mujeres que sin cuidado alguno iban por la vida buscando un tipo para una noche de lujuria.
Tal vez era algo hipócrita de su parte, pues el antes llegó a hacer eso, pero no después de que se enamoró perdidamente. Aun cuando esa persona ya no estaba en la tierra, él le era fiel, porque ni su corazón ni su cuerpo querían a nadie más.
-Eso suena fantástico.- se obligó a decir con una sonrisa, pues de igual forma tendría que conseguir algo de cenar, que mejor que la chica que estaba dispuesta a irse con él de cualquier forma.
Después de una hora de una aburrida plática la cual el vampiro no recordaba, finalmente la chica estaba lo suficientemente ebria para no recordar siquiera con quien se fue del bar.
-Vamos, linda, salgamos de aquí.- dijo el pálido poniéndose de pie y ayudando a la chica.
-Contigo a donde sea guapo.- dijo Nat sosteniéndose de los fuertes brazos del hombre.
Mew sabía que aprovecharse de personas ebrias no era correcto, pero tampoco es como si se aprovechara de ellas del todo, tan solo les robaba un poco de su sangre y nadie sospecharía de su extraña naturaleza. Nadie salió herido, al menos no desde el día de la tragedia.
En poco tiempo llegaron a un motel, estratégicamente cercano al bar, donde Mew pagó una habitación cualquiera. Siempre tenía una sensación rara en el pecho cuando llevaba a alguien a esos lugares, pero sabía que era porque el recuerdo de su amor lo perseguía, casi sentía que le era infiel, aun cuando solo tomaba la sangre de estas personas.
-Eres un coqueto.- dijo la chica ya muy ebria.
-¿De qué hablas, Nat?.- preguntó el vampiro volviendo a la realidad de la habitación de motel donde se encontraba.
-Me trajiste a un motel, sabía que te había gustado.- Nat se rió de forma pícara, causando que Mew rodara los ojos con fastidio.
-Bueno, supongo que yo también te guste.- el vampiro estaba esperando que la chica cediera a su estado de embriaguez y finalmente se durmiera, para así poder robarle su sangre e irse, no quería pasar más tiempo con esa fastidiosa chica.
-Claro, guapo.- Nat pasó sus manos por el rostro del castaño y este tuvo que retener sus ganas de apartarse.
-Recuéstate en la cama, iré un momento al baño.- la chica asintió y dejó un beso en su mejilla, muy cerca de sus labios, antes de dejarlo ir.
-No tardes.- dijo la mujer bajando el cierre al costado de su vestido.
El vampiro se adentro en el diminuto baño del cuarto, se sentó en la orilla de la bañera y contó 5 minutos, esperando que en ese tiempo la chica ya hubiera caído rendida.
Dando un último suspiro salió del baño, encontrándo a Nat recostada a mitad de la cama, solo con ropa interior.
-Lo siento, cariño.- suspiró el vampiro viendo hacia el techo, esperando que donde quiera que su amor estuviera pudiera escucharlo.
Se acercó a la chica y se sentó junto a su cuerpo, tomó la colcha y tapó su cuerpo semidesnudo. Se acercó a su cuerpo y sin escalas mordió su cuello, succionando el rojo líquido que no sabía tan dulce como el de la persona que él deseaba con su vida volver a ver.
Unos 20 segundos después se alejó del cuerpo de Nat, limpiando la comisura de sus labios. Haciendo uso de su poder pasó las yemas de sus dedos sobre las marcas de sus colmillos, desapareciéndolas por completo.
Mew tomó su abrigo y salió del motel. Camino por las frías calles de Bangkok, sin rumbo fijo, pues él no tenía la necesidad de dormir, lo hacía, pero solo para perder algunas horas del día.
-Te extraño, cariño.- suspiró el vampiro sentándose en una banca del parque cerca de su nuevo departamento. -Fui un tonto al dejarte ir.-
Se había arrepentido tanto después dejar al amor de su vida partir de ese mundo, todo por su miedo de enamorarse y dañar el alma pura de su amor, aunque a fin de cuentas terminó dañando a esa persona.
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A pesar de que los vampiros no suelen ser muy sociables, debido a que no salen mucho por el sol, Mew aprovechaba los días nublados para pasear por el centro de la ciudad, donde muchas personas ponían distintos establecimientos vendiendo comida, adornos y demás.
El vampiro salió con su sombrilla por si acaso, buscando algo que distrajera su mente del recuerdo doloroso de su amor. Aunque siempre que volvía a la soledad de su departamento volvía a recordarlo.
Muchas personas volteaban a verlo, pues su altura y complexión elegante y agraciada llamaba la atención de muchas personas.
Mew paseaba tranquilo, deteniéndose de vez en cuando en algún establecimiento de joyería, pues aunque no podía usar plata, le gustaba usar algunos anillos de fantasía.
Estaba detenido viendo algunas cosas, cuando sintió un impacto contra su cuerpo. Su reacción natural fue tomar el cuerpo que se impactó contra él y sostenerlo para evitar el golpe.
-Oh.- dijo una dulce voz, llamando la atención del vampiro, quien finalmente puso su atención en el rostro de la persona que atrapo. -Lo siento, estaba distraído.-
Los ojos del vampiro se abrieron con sorpresa, su corazón se removió emocionado en su pecho.
-No te preocupes.- se las arregló para decir el pálido, ayudando al chico a ponerse de pie correctamente.
La persona que había impactado contra el era un chico como de 20 años, con una piel bronceada, cabello negro y unos ojos ámbar muy hermosos, además de unos labios gruesos que despertaban en Mew todos esos sentimientos que creyó que habían muerto junto con el amor de su vida.
-Disculpa, ¿te conozco?.- preguntó el chico viendo detenidamente al mayor.
-No lo creo, no podría olvidar a alguien tan lindo como tu.- se atrevió a decir el vampiro, coqueteando abiertamente con el "desconocido" frente a él.
El chico se sonrojo por completo ante lo directo del hombre frente a él.
-¿Puedo saber tu nombre?.- preguntó Mew sin soltar la mano del chico, pues la había tomado cuando lo ayudó a no caer.
-Soy Gulf, ¿y tu?.- dijo tímidamente el pelinegro. El vampiro sentía que su corazón saldría de su pecho entre la emoción y confusión que sentía.
-Me llamo Mew, encantado.- el castaño acercó la mano del menor a él y dejó un tierno beso en el dorso de esta.
-Sigo creyendo que ya nos vimos antes.- comentó el moreno no queriendo decir nada respecto del beso.
-Ahora que lo pienso, si nos hemos visto.- dijo el pálido viendo la cara de sorpresa del menor.
-Lo sabía, ¿donde?.- preguntó muy curioso el bello chico de los ojos color ámbar.
-El viernes al atardecer, en la cafetería Moon.- respondió el mayor sonriéndole al menor.
-¿Me estás pidiendo una cita?.- cuestionó muy sorprendido el moreno, pues no podía creer que un hombre tan guapo como Mew estuviera mostrando interés en él.
-¿Te molesta que lo haga?.- preguntó el vampiro. -Espera, ¿tienes pareja?.- el castaño ni siquiera se cuestionó si al chico le gustaban los hombres
-No, estoy soltero, pero me sorprende que me pidas una cita.- confesó bajando la mirada apenado.
-Pero seguro muchas personas te piden citas, eres hermoso.- Mew tomo el mentón del menor y levantó su rostro para verlo directo a los ojos.
-Nunca me piden citas, soy invisible en mi trabajo y en todos lados.-
-Pues la gente debe estar ciega para no ver lo malditamente hermoso que eres.- afirmó con seguridad el pálido y aunque le molestaba que nadie apreciara la belleza de Gulf, eso le dejaba el camino libre a él. -Entonces, qué dices, ¿tendrías una cita conmigo?.-
-Eso me encantaría, Mew.- aceptó finalmente el pelinegro.
-Entonces nos vemos el viernes, bonito.- el vampiro tomó la mano del chico y a modo de despedida volvió a besar el dorso de su mano.
-Nos vemos, Mew.- con sus mejillas rojas de la timidez, Gulf se dio la vuelta y partió a su casa, el cual era su objetivo principal antes de que se impactara contra el guapo hombre.
El vampiro volvió a su departamento después de eso, su mente y su corazón estaban confundidos, emocionados, ansiosos, dejando a Mew con muchas sensaciones combinadas.
-El volvió a nacer.- se dijo a sí mismo una vez estuvo recostado en la cama. -Es el, es mi Gulf.- suspiró como enamorado.
Gulf había sido el humano que más amo en toda su vida, ese ser que le robó el alma, cada pensamiento que tenía era sobre él, sobre lo hermoso que era y sobre las noches de amorosa pasión que pasaron. Aunque aquella vez todo había terminado en desastre, pues su amor había muerto a causa de una enfermedad y él creyó mejor dejarlo seguir el curso normal de la vida, en lugar de convertirlo en alguien como él.
-Me odio tanto por haberte dejado.- se recriminó el vampiro, sintiendo algunas lagrimas bañar sus mejillas. -Perdí mi primera oportunidad y aunque creí que era la única, ahora tengo una segunda, no voy a desperdiciar mi segunda oportunidad, esta vez haré todo bien.- se animó.
Mew había amado como nunca a Gulf, pero sus propios miedos lo hicieron cometer la estupidez más grande del mundo, dejando al amor de su vida morir en sus brazos a causa de una enfermedad.
-Voy a recuperarte y amarte toda la vida.- se dijo a sí mismo, dándose todos los ánimos posibles para creer que tenía la oportunidad de enamorar a Gulf de nuevo y que este aceptara ser suyo para siempre.
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El viernes llegó más lento de lo que Mew hubiera querido, cada día le parecía eterno en la espera de volver a ver a Gulf.
-No lo arruines esta vez, Mew.- se dijo el vampiro viendo en el espejo. Se había colocado un pantalón negro entallado, una camisa blanca con las mangas dobladas hasta los codos, su cabello bien peinado y el perfume que mas le gustaba.
Tomando su cartera y teléfono salió de su departamento. Aunque aún tenía su automóvil el prefería caminar, pues así su cuerpo se cansaba un poco y al volver a su casa podía descansar un poco.
El camino fue corto y cuando finalmente estuvo en la puerta de la cafetería, el incomparable olor de Gulf y su sangre le anunciaron que el chico ya estaba esperando por él. Al abrir la puerta sonó una campanilla y el moreno volteo rápidamente, sonriéndole cuando noto que el recién llegado era su cita.
-Hola, lindura.- lo saludó el vampiro caminando hasta donde estaba sentado, para después tomar su mano y besar el dorso de esta.
-Hola, Mew.- saludó sonrojado el pelinegro.
-Hoy te ves completamente hermoso.- lo halagó, pues el menor llevaba un pantalón de mezclilla y una camisa blanca algo grande la cual lo hacía ver muy tierno.
-Gracias, tu te ves muy guapo.- Gulf sentía su corazón latir con fuerza en su pecho. Ser halagado por un hombre tan guapo aún le parecía irreal, pero le gustaba la sensación cálida que Mew le transmitía con solo tomar su mano.
-¿Ya ordenaste algo?.- preguntó el vampiro sentándose frente al chico.
-Aún no, estaba esperando por ti.- respondió el moreno sonriéndole. Esa tímida sonrisa alteraba todos los sentidos del ser mitológico y no cabía dudas de que solo Gulf podía hacerlo sentir así, tan humano, aunque eso fuera imposible.
-Eres tan lindo.- suspiró el pálido aún más enamorado. -Puedes pedir lo que quieras, yo invito.-
-Es muy amable de tu parte, gracias.- el pelinegro comenzó a ver el menú, tratando de no concentrarse en la penetrante mirada del hombre frente a él.
Después de unos minutos pidieron unas bebidas y unas rebanadas de pastel. Comenzaron a platicar sobre ellos para conocerse más, aunque Mew creía saber muchas cosas del menor, este nuevo Gulf era muy diferente.
-Tengo 25 años.- comentó el moreno.
-Wow, te ves más joven.- dijo sorprendido el mayor. -Yo tengo 28.- mintió, pues aun no quería asustar al menor revelando su identidad.
-Pues déjame decirte que tu también te ves mas joven de lo que eres.- afirmó el moreno dando un sorbo a su taza de chocolate caliente.
-Si, me lo han dicho.- dijo el vampiro sonriendo divertido, pues claro que nadie le creía cuando decía que tenía 280 años. -¿Donde trabajas, bonito?.-
-Soy asistente de un cocinero, me encanta cocinar.- comentó Gulf con un brillo muy lindo en sus ojos, demostrando el amor que le tenía a su trabajo.
-Eso es genial, un día te iré a visitar, para que me prepares algo muy delicioso.- el vampiro tomaría cualquier oportunidad de pasar tiempo con el humano, pues estaba muy decidido a ganarse su corazón.
-Claro, podrías ir a mi departamento, así te cocino algo porque en el restaurante yo no hago mucho, aun estoy en entrenamiento.-
-¿Me estás invitando a tu casa?.- preguntó Mew levantando las cejas de forma pícara.
-Oh, no quería que sonara así, lo siento.- se apresuró a disculparse el pelinegro, con las mejillas rojas por notar que sus palabras se habían malinterpretado. -No quiero que pienses mal de mi.- dijo bajando la cabeza.
-Bonito.- el vampiro tomó la mano contraria sobre la mesa y la apretó en forma de apoyo. -No pienso nada malo de ti, eres tan lindo como lo pensé.-
-Aun me pone tímido que digas esas cosas.- Gulf no retiró su mano, pues el cálido tacto del vampiro le transmitía una calma sorprendente.
-Puedo dejar de hacerlo si quieres, solo que enserio nunca había visto a alguien como tu, eres tan hermoso y me gustaría que lo creyeras.-
-Eres un hombre muy inusual, Mew.- comentó el moreno.
-¿Por qué lo dices?.- preguntó preocupado el vampiro.
-Porque ningún hombre es así de atento, hoy todos quieren solo una cosa, dejan de lado el romanticismo.- explicó Gulf calmando un poco al mayor.
-Bueno, siempre hay excepciones.-
Siguieron platicando más, no fue sorpresa para el vampiro que se llevaran tan bien, pues a pesar de que no era el mismo Gulf del que se enamoró, su personalidad era muy parecida, tal vez solo un poco más tímido.
-¿Vives lejos de aquí?.- preguntó el mayor cuando salieron de la cafetería.
-No, a unas cuantas cuadras.- respondió el pelinegro metiendo sus manos en su saco, pues la noche ya era algo fría.
-Vamos, te acompaño, yo tampoco vivo muy lejos.- dijo el pálido sonriéndole al menor. -¿Puedo tomar tu mano?.-
Gulf se sonrojo hasta las orejas por lo directo que era el hombre, no respondió pero sacó una mano de su saco y se la extendió al otro. Sus manos se entrelazaron y el cuerpo del moreno se estremeció como si una corriente eléctrica lo hubiera recorrido.
No dijeron mucho durante el camino, el vampiro no despegaba la vista del hermoso chico a su lado pues aun le costaba creer que después de 100 años el amor de su vida estaba ahí, con el.
-Aquí vivo.- anunció Gulf deteniéndose frente a una pequeña casa.
-¿Vives solo?.- preguntó el vampiro curioso, queriendo alargar más el tiempo juntos, con sus manos unidas.
-Si, en realidad mi familia no me habla desde que saben que soy gay y que no quise seguir el negocio familiar.- explicó el pelinegro con melancolía y Mew no pudo retener el impulso de abrazarlo.
-Ellos no supieron apreciar la hermosa persona que eres, Gulf, no te sientas mal, ahora también me tienes a mí.- dijo el vampiro acariciando la espalda del menor, quien tímidamente había rodeado su cintura para corresponder al abrazo.
-Gracias, Mew.- suspiró con gusto Gulf, sintiéndose casi fundido en esos brazos que lo rodeaban de forma protectora. -Mew, ¿tú quisieras volver a salir conmigo?.- preguntó de forma tímida contra el pecho del mayor.
-Eso me encantaría.- aceptó el vampiro de inmediato, sorprendido con que el humano le hubiera pedido otra cita.
-El siguiente viernes aquí en mi casa, así te puedo preparar algo delicioso, ¿te gusta la idea?.- preguntó reuniendo todo su valor, pues aunque le daba pena tampoco quería que esa fuera su única cita con el guapo hombre.
-Suena perfecto.- afirmó el mayor. -¿A qué hora, lindura?.-
-A las 7, salgo de trabajar a las 6, así que me dará tiempo de hacer una cena para nosotros.- Gulf se alejó un poco del castaño, viéndolo o los ojos.
-Muy bien.- Mew sentía que si seguía viendo al menor a los ojos su autocontrol lo traicionaría y se lanzaría a besar los gruesos labios que lo habían enloquecido tanto en el pasado. -Deberías entrar, hace frío aquí afuera.-
-Pero tú eres muy cálido.- suspiró volviendo a recargar su cabeza en el amplio pecho del pálido. -Oh lo siento, estoy siendo muy atrevido.- se alejó repentinamente preocupado.
-No te preocupes, lindura, no me molesta.- dijo el pálido calmando al chico. -Pero debes descansar, dame tu numero y podremos hablar cuando quieras.- Gulf aceptó de inmediato e intercambiaron sus números.
-Nos vemos el viernes.- suspiró algo decepcionado el moreno, pues por alguna razón que desconocía no quería separarse del chico que apenas conocía.
-Nos vemos.- el vampiro se acercó y dejó un tierno beso en la sonrojada mejilla del menor.
Gulf se adentro en su casa con su corazón muy alterado, su mejilla estaba caliente del sonrojo, su mano se posó justo en el lugar donde había sido besado.
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El vampiro Jongcheveevat sabía que no podía pasar más de dos semanas sin beber sangre, aunque podía sobrevivir de comida humana, su sistema necesitaba sangre o se ponía débil.
El viernes de su cita con Gulf llegó bastante rápido esta vez, pues había pasado muchos días "trabajando". Su trabajo consistía en atrapar delincuentes por los cuales daban una jugosa recompensa.
Había tenido oportunidades de beber sangre cuando estaba haciendo su trabajo, pero algo en su ser no se lo permitía, sabía perfectamente que era porque Gulf había vuelto a su vida y pensar en tomar la sangre de alguien mas no le apetecía.
Antes de llegar a la casa del menor pasó por una florería y compró un ramo de 3 girasoles, no sabía si le gustarían al chico, pero fue verlas y pensar en él y la luz que siempre parece irradiar, incluso cuando lo vio morir hace 100 años Gulf se veía brillante y hermoso.
El timbre sonó anunciando al dueño de la casa que su tan esperado invitado había llegado al fin. Rápidamente dejo la estufa a fuego bajo y se quito el mandil negro para después correr hasta la puerta y abrirla.
-Hola lindura.- lo saludo el mayor con una sonrisa. -Te traje girasoles, espero te gusten.- dijo extendiéndole el ramo.
-Oh Mew son preciosas, además son mis flores favoritas.- comentó sorprendido tomando las flores. -Pero pasa, ya estoy por terminar la cena.-
La cena fue tranquila, comieron pasta alfredo con pollo, una especialidad de Gulf según él.
-La cena estuvo deliciosa, cariño.- lo halagó el vampiro usando el mote cariñoso sin darse cuenta.
-¿Me dijiste cariño?.- preguntó sorprendido el pelinegro. De repente un extraño recuerdo azotó la mente del moreno. "Te acompañare hasta el último segundo, cariño", decía una voz muy similar a la del hombre frente a él.
Su cabeza comenzó a dar vueltas y tuvo que cerrar los ojos para calmarse un poco.
-¿Qué sucede, Gulf?.- preguntó preocupado Mew, poniéndose de pie para acercarse al chico.
-Nada, solo me maree un poco.- respondió queriendo tranquilizar al mayor.
-Vamos a recostarte en el sofá un momento.- Mew lo ayudó a ponerse de pie y lo guió hasta el sofá para recostarlo delicadamente.
-No me veas así, estoy bien.- murmuró Gulf tomando la mano del mayor.
-Estoy preocupado por ti.- el castaño pasó su otra mano por el cabello del pelinegro.
-Solo fue un mareo, tal vez sea porque he estado muy ajetreado todo el día, pero estaré bien después de descansar un poco.- Gulf apretó la mano del mayor y le regaló una sonrisa tímida.
-Entonces debería irme para dejarte descansar.- comentó el vampiro no queriendo irse de verdad, menos ahora que estaba preocupado por la salud del amor de su vida.
-Lamento haber arruinado nuestra cita.- se disculpó Gulf haciendo un puchero.
-No, lindura, no la arruinaste, tu salud es lo primero.- el vampiro se inclinó y dejó un beso justo en la frente del moreno.
-Veámonos el siguiente viernes, ¿esta bien?.-
-De acuerdo, en la semana te llamo para ponernos de acuerdo.- dándole un último beso en la frente Mew salió de la casa del menor terriblemente preocupado.
Gulf no dejo de pensar en el recuerdo de la voz de Mew diciéndole aquella frase. De tanto pensar cayó dormido en el sofá, pero sus sueños no lo calmaron, su mente le presentaba imágenes donde estaba con el pálido recostado en una cama, bajo las sábanas, besándose.
"Quiero que no contengas ninguno de tus gemidos" escuchó la voz de Mew otra vez, seguido de lo que parecía ser su propia voz gimiendo el nombre del castaño. Despertó con el cuerpo sudado, caliente y con miles de escenas eróticas en su cabeza, escenas donde Mew y él eran los protagonistas.
-Algo extraño me esta sucediendo.- dijo respirando con dificultad.
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Durante la semana Gulf había cancelado su cita del viernes, argumentando que saldría con unos amigos de la universidad a tomar unas bebidas y que ellos podían verse el sábado por la tarde.
Mew tomó ventaja de eso y aunque no le sentaba bien fue al bar de siempre en busca de su cena, su sistema le exigía beber sangre o si no comenzaría a debilitarse de verdad y podría morir si esperaba más tiempo.
Al llegar se sentó en la banca de siempre y en menos de 10 minutos ya había una chica a su lado.
-Hola guapo.- saludó la chica morena de largo cabello y un vestido negro de satín.
-Hola, linda.- saludó de regreso el vampiro. -¿Vienes sola?.- se atrevió a preguntar directamente, pues no estaba de humor para perder el tiempo.
-Venía con unas amigas, pero no creo que les moleste si me alejo un momento de ellas.- la morena se sentó muy cerca del vampiro, pegando sus hombros.
Por la puerta del bar llegaba un grupo de jóvenes conversando animadamente. Al menos así era hasta que uno de ellos se detuvo al ver a la "pareja" en la barra, hablando muy cerca del otro, con el hombre rodeando la cintura de la chica.
Mew no prestaba atención a la chica ni lo que decía, pero su mente entró en alerta ante el delicioso olor ya muy conocido para él, el cual lo hizo voltear de inmediato, encontrándose con Gulf con los ojos llorosos.
-Mierda.- masculló el vampiro alejando a la chica y poniéndose de pie para ir detrás del amor de su vida. -Gulf.- gritó su nombre pues el menor se había echado a correr fuera del bar.
-Vete con esa chica.- le gritó el pelinegro limpiando sus lágrimas.
-Déjame explicarte.- pidió el pálido y dado que era más rápido que el humano lo alcanzó fácilmente. -Por favor, te suplico que me dejes explicártelo.-
-Jugaste conmigo.- sollozó el menor y Mew rápidamente acuno su rostro y limpio sus lagrimas.
-No, cariño, no es lo que tu crees.- se apresuró a decir. No era esa la forma en que quería que Gulf se enterara de su naturaleza, menos a un mes de haberse conocido, pero no había otra forma de explicar lo que había pasado en el bar.
-¿Entonces porque estabas con esa chica?, ¿no soy suficiente para ti?.- cuestionó dolido el humano, no pudiendo detener su llanto. -Todos los hombres solo buscan una cosa, supongo que tarde en dártela.-
-Gulf, no quiero solo tener sexo contigo, ella no significa nada para mi, ni siquiera se quien es.- el vampiro no sabia ni como empezar a explicar la situación.
-Entonces dime que demonios pasaba ahí.- exigió entre lágrimas Gulf, golpeando apenas con fuerza el pecho del pálido.
-Te contare todo, pero no aquí, tenemos que ir a un lugar más privado.- Mew le diría todo, era lo único que podía hacer, pero no se arriesgaría a que alguien los escuchara o viera y revelar su identidad a demasiadas personas.
-Quiero confiar en ti.- suspiró el pelinegro dejando al mayor limpiar sus húmedas mejillas. -Vayamos a mi casa.-
En completo silencio caminaron hasta la casa del menor, quien se encargó de mandar un mensaje a sus amigos para decirles que se había sentido mal y que regresaba a su casa.
-Habla.- exigió con dureza el moreno una vez estuvieron dentro de su hogar.
-Puede que no me creas esto, pero soy un vampiro.- fue lo primero que dijo Mew.
-Ja, si claro y yo puedo volar.- se burló enojado. -Dime la verdad.-
No queriendo pelear más, el vampiro saco sus colmillos largos y afilados, mostrándolos al menor.
-Eso... eso es... es imposible.- tartamudeó asustado Gulf alejándose del mayor hasta que su espalda dio contra la pared.
-No, Gulf, no te haré daño.- dijo el castaño alargando su mano hasta el chico, quien de forma insegura la tomó, dejando que el hombre se acercara a su cuerpo. -Solo iba a tomar un poco de sangre de esa chica porque no quería morderte a ti, no quiero hacerte daño.-
-Esto es una locura.- suspiró Gulf pasando su mano por su cabello.
-Dime que si me crees.- pidió el pálido acariciando la mano del menor.
-Como no voy a creerte después de ver tus colmillos, además comienza a tener sentido que rechazaras mi invitación a desayunar aquel día, no puedes salir a la luz.- comentó el pelinegro, más para el que para el mayor, pues recién notaba cosas que habían pasado desapercibidas para él.
-¿Me tienes miedo?.- preguntó preocupado el castaño, pues le dolería mucho qué Gulf se alejara de él por su rara naturaleza.
-Supongo que debería, pero no, en serio siento que te conozco Mew y nunca has tratado de dañarme.- respondió el pelinegro acariciando la mano del pálido que aún seguía entrelazada con la suya. -A menos de que solo lo hicieras por beber mi sangre.-
-Tu sangre es lo que menos me importa, estoy enamorado de ti, te amo.- el vampiro se acercó más al menor, buscando poder abrazarlo, cuando de repente Gulf cayó desmayado en sus brazos. -Gulf, cariño, despierta.- comenzó a hablarle mientras lo sacudía suavemente.
Haciendo uso de su fuerza lo cargó y se sentó en el sofá con él en sus piernas. El cuerpo del moreno estaba flojo y sus ojos cerrados.
-Despierta, cariño.- pidió con miedo Mew. Temía que este Gulf también tuviera una enfermedad y fuera letal, aunque estaba seguro de que esta vez no lo dejaría morir, no podría vivir otros 100 años sin él.
Al ver que el menor no despertaba decidió recostarse a esperar, dejando el ligero cuerpo del moreno sobre él. Mew acariciaba los suaves cabellos negro y la fina cintura de su amor.
El vampiro tan solo pensaba en lo que haría una vez Gulf despertara, pues aunque ya le había contado sobre su naturaleza, aun no le decía que hace 100 años ya habían estado juntos y que él lo había dejado morir.
De repente los movimientos del cuerpo sobre él lo devolvieron a la realidad. Gulf se movió y talló sus ojos mientras hacía un lindo puchero. Cuando finalmente abrió los ojos lo primero que vio fue el guapo rostro del vampiro.
-Conviérteme.- fue lo primero que dijo el pelinegro.
-¿Que?.- preguntó Mew queriendo asegurarse de que había escuchado bien.
-Quiero que me conviertas en vampiro.- exigió sentándose sobre el abdomen del pálido. -Me niego a que me dejes otra vez, me abandonaste y me dejaste morir.- de pronto las lágrimas corrieron por el rostro del moreno y Mew se sentó recto para alcanzar a limpiar cada gota.
-Cariño, ¿Qué sucede?, ¿Por qué lloras?.- pregunto preocupado el castaño, viendo directamente a los ojos llorosos de su amor.
-Yo recordé lo que pasó en mi vida pasada.- soltó de pronto sorprendiendo al vampiro pues nunca creyó que Gulf fuera a recordar eso. -Cuando me dijiste que me amabas mi mente trajo todos los recuerdos, las noches de pasión, el día que me dejaste, tu carta y ese ultimo te amo antes de que muriera, recuerdo todo.-
-Lo siento cariño, lo siento tanto.- el vampiro atrajo contra si el pequeño cuerpo sobre sus piernas, abrazándolo firmemente y siendo correspondido de inmediato. Ambos lloraron con sus caras escondidas en el cuello ajeno.
-No me dejes de nuevo, no podría vivir sin ti.- sollozó el humano aferrándose con fuerza al fornido cuerpo del otro hombre.
-No te dejaré, cariño, nunca más.- afirmó Mew alejándose un poco para ver el húmedo rostro de su amor, tomando con cariño una de sus mejillas. -Te amo y quiero pasar el resto de mi existencia a tu lado.-
-Te amo, Mew.- suspiró el pelinegro antes de rodear el cuello ajeno y pegar sus labios con amor.
Sus belfos se movían con amor y ansias, explorando ese sabor que conocían ya de memoria. Fue Gulf quien sintió el deseo de más, paseando su lengua por el suave labio del vampiro, Mew entendió de inmediato y abrió su boca para dejar la lengua ajena explorar su cavidad.
Sus húmedos músculos se enredaron con placer, degustando la calidez del otro. Sus cuerpos estaban lo más juntos posibles, sus brazos firmemente abrazados al otro para no alejarse ni un centímetro.
-Espera.- jadeó el moreno contra los labios del hombre mayor.
-¿Qué pasa?.- gruñó el vampiro enojado por perder la deliciosa sensación de los gruesos labios de su amor contra los suyos.
-Dijiste que solo querías a la chica del bar para beber su sangre.- recordó el pelinegro.
-Si, eso dije, ¿pero porque lo mencionas de nuevo?.- cuestionó confundido el pálido, atacando el terso cuello frente a él. La piel morena era apresada entre sus labios y sus dientes.
-Ahh.- suspiró el moreno antes los dulces besos en su cuello. -¿Hace cuanto no bebes sangre?.- preguntó alejando el rostro de Mew de su cuello.
-Desde que volví a encontrarte no he podido hacerlo, siento que te traiciono.- confesó el vampiro sintiendo su cara calentarse por lo cursi que sonaba eso.
-Eso es casi un mes.- dijo sorprendido Gulf. -Podrías morir si no lo haces, Mew.- lo regañó golpeando su pecho.
-Lo se, cariño, pero no podía hacerlo, no ahora que te tenia en mi vida de nuevo.- Mew hizo un lindo puchero y el pelinegro no dudo en besarlo, no pudiendo resistir la ternura del hombre.
-Puedes beber de mi sangre antes de transformarme.- propuso el humano, pues con todos los recuerdos de su vida pasa de nuevo en su mente, podía recordar con claridad la placentera sensación que le provocaba que Mew bebiera su sangre.
-¿Me dejarías probarte una vez más?.- preguntó el vampiro volviendo a atacar el cuello del moreno, mordiendo y succionando su piel, sin llegar a penetrar su piel con sus colmillos.
-Solo si me prometes que me transformaras después.- sentenció el menor enredando una de sus manos en el suave cabello castaño.
-Con gusto te haré mi pequeño vampiro, así pasaremos toda la eternidad juntos y no estarás solo nunca más.- dijo viendo directamente a los ojos ámbar del humano. -Te amare toda la vida.-
-Te amo demasiado, amor.- sus labios volvieron a unirse de forma dulce y tierna.
-Ahora déjame alimentarme con tu dulce sangre.- el vampiro saco sus colmillos y los roso de forma juguetona sobre el cuello del moreno, sintiéndolo temblar entre sus brazos.
De repente clavó sus colmillos en la tersa piel, extasiándose con el delicioso sabor del líquido rojo que llenó su boca.
-Ahh Mew.- gimió Gulf entre el dolor y el placer que le causó la mordida. La mano con la que jugaba con el cabello del castaño se apretó ante las corrientes que recorrían su cuerpo.
El vampiro sentía que volvía a la vida, nadie tenía esa sangre dulce y adictiva como Gulf. Nadie sabía ni se sentía así de perfecto como su amor.
-Me encantas todo completo.- suspiró Mew una vez sintió que había bebido lo suficiente para reponer las 3 semanas en las que no había probado ni una gota de sangre.
-Hazme el amor, por favor.- rogó Gulf tomando el rostro del pálido entre sus manos. Su cuerpo se había calentado, su miembro estaba duro contra su pantalón.
-Nada me gustaría más.- gruñó con placer el vampiro atacando los gruesos labios del menor. Sus lenguas se enredaron con ansias, la saliva caía por los costados.
La ropa comenzó a estorbar, Mew casi arrancó la camisa del moreno, lanzándola lejos, para después hacer lo mismo con la suya. Sus pechos se pegaron al mismo tiempo que sus labios.
Gulf tomó toda su fuerza de voluntad para separarse del enloquecedor beso y ponerse de pie frente al pálido. Rápidamente comenzó a desabotonar sus pantalones y los bajó junto con su ropa interior.
-Alguien está muy necesitado.- se burló el mayor trabajando en sus pantalones para también desnudarse completamente.
-Demonios si, te necesito en mi interior.- exclamó el chico volviendo a sentarse a horcajadas del mayor.
-Me tendrás en lo más profundo de tu ser.- afirmó Mew posando sus manos de forma posesiva sobre el redondo trasero que tanto adoraba. Apretó ambas protuberancias y su boca se dirigió sin escalas al pecho del moreno, tomando uno de sus pezones, mordiéndolo y succionándolo.
-Oh sí, más, Mew.- gimió el pelinegro sosteniéndose de los amplios hombros del hombre que lo haría suyo.
-Cariño, humedece mis dedos.- pidió el vampiro poniendo frente al menor tres de sus dígitos.
Gulf sonrió con picardía y tomó los dedos en su boca, pasando su lengua entre ellos, mordiéndolos de forma juguetona, todo mientras sus caderas comenzaban a moverse de adelante hacia atrás, friccionando sus erecciones juntas.
Sin poder resistir más los jugueteos, Mew saco sus dedos de la boca del menor y tomando sus labios con pasión, dirigió sus dedos hasta el pasaje que pronto poseería. Se burló del músculo que palpitaba en busca de algo, paseó sus dedos por la superficie y finalmente fue adentrando uno.
-Mghh.- gimoteo el moreno entre el beso, moviendo sus caderas para empalarse en el largo dígito. El castaño se apartó del beso y con un camino de besos llegó hasta la oreja del menor, donde jugueteó con su lengua y mordió su lóbulo.
-Imagina hacer esto todos los días de nuestra vida.- susurró de forma erótica en el oído del menor, el cual tembló ante las palabras. -Imagina tener en tu interior cada maldito segundo del día.-
-Ahh Mew.- gimió alto embistiéndose con el falange del mayor. -Oh sí, eso me encantaría.- alardeó cuando otro dedo se adentro en él.
Mew sonrió y penetró con más fuerza al menor, abriendo sus dedos para estirar más su cálido pasaje. Poco después pudo agregar un tercer falange y Gulf mismo comenzó a cabalgarlo para ser penetrado con más vigor.
-Por favor, te necesito dentro.- lloriqueó el pelinegro, si bien el placer que sentía era incomparable, quería más y sabía que solo podría correrse una vez el vampiro estuviera en lo más profundo de su ser.
-Con gusto, cariño.- con cuidado el vampiro saco sus dedos del apretado pasaje y levantó un poco al menor para poder alinear su miembro en el.
El humano fue el que comenzó a bajar, empalándose en el duro miembro que poco a poco se abría paso en él. Debido a su amor por el vampiro y su excitación, fue fácil adentrar el miembro en él.
-Mew.- suspiró al sentir todo dentro, con su próstata siendo suavemente rosada.
-Eres precioso.- lo halagó el mayor acariciando la fina cintura del moreno, pasando a su firme trasero para apretarlo entre sus manos. -Me vuelves loco.-
Gulf sonrió y rodeando el cuello del castaño comenzó a subir y bajar, penetrándose a sí mismo a un ritmo lento, el cual fue aumentando con el tiempo.
-Si, oh Mew.- gemía el moreno loco del placer que le daba la forma en la que el miembro del mayor daba en su próstata en cada embestida.
-Gulf.- gruñía el vampiro ayudando al menor a penetrarse con más fuerza, marcando en sus caderas sus enormes manos de la fuerza con la que lo tomaba.
-Bebe mi sangre por última vez.- suplicó Gulf con lágrimas de puro placer recorriendo su rostro.
-Lo que sea para mi bebé.- Mew atacó el cuello del moreno sin detener los empujes dentro de él.
Sus colmillos se clavaron y el sabor volvió a explotar en su boca, llevándolo más cerca al ansiado clímax.
-Ahh Mew.- gimió el pelinegro jalando el cabello del pálido, corriéndose duramente entre sus cuerpos, manchándolos a ambos con su esencia.
Entre el sabor de la sangre y la opresión que rodeó su miembro, Mew no pudo resistir más, llenando el interior del menor con su esencia.
-Ah ah.- jadeaba Gulf en busca de recuperar el aliento.
-¿Estás bien?.- preguntó preocupado el vampiro pues había bebido demasiado de la dulce sangre de su amor.
-Si, solo me siento un poco débil.- suspiró en respuesta el moreno, dejando su cabeza caer sobre el hombro del mayor. -Pero quiero que me conviertas.- pidió.
-Vayamos a tu cuarto, ahí te transformare.- Mew sacó su miembro del menor y lo cargó, caminando por la casa hasta que encontró la habitación.
Recostó el cuerpo flojo de Gulf sobre el colchón y se posicionó a su lado, ambos viéndose a la cara.
-Para transformarte tienes que beber un poco de mi sangre, no tardará en hacer efecto, pero puede que te remuevas mucho durante el cambio y no quiero que te lastimes.- explicó el vampiro acariciando la cintura del moreno.
-Esta bien, confió en que cuidaras de mi mientras pasa.- Gulf se inclino y dejó un amoroso beso sobre los labios del pálido.
Mew mordió su muñeca y cuando la sangre casi negra comenzó a brotar le extendió el brazo. El pelinegro no dudo en tomar el brazo y comenzar a succionar la sangre, que si bien era un sabor extraño, no le parecía asqueroso, incluso podría decir que tenía un toque cítrico muy adictivo.
-Ya, cariño, es suficiente.- Gulf lamio por última vez la sangre y se alejó, cayendo dormido de inmediato.
El vampiro sabía que pronto su cuerpo se volvería más pálido, se pondría frío y sus músculos más tonificados. El cuerpo del moreno comenzó a removerse incómodo, murmurando palabras inentendibles. Por suerte no pasaron ni dos minutos cuando se quedó totalmente quieto.
-Gulf, cariño.- le habló Mew acariciando su rostro.
Los ojos del menor se abrieron y mostraron el color rojo de sus iris, el cual poco a poco cambió a miel.
-Te ves hermoso.- jadeó sorprendido el vampiro mayor.
-Nunca te podrás librar de mi.- fue lo primero que dijo el recién convertido vampiro, sonriendo ampliamente.
-No quiero hacerlo, quiero tenerte siempre a mi lado.- afirmó Mew acercando el pequeño cuerpo de Gulf al suyo, quedando a solo unos centímetros de distancia.
-Te amo, amor.- el pelinegro se acercó y besó con devoción los labios del castaño.
-Te amo mas.- dijo Mew sobre los rojos labios ajenos.
"Gracias por esta segunda oportunidad" pensó el vampiro más viejo, escondiendo su cara en el cuello del moreno, suspirando con gusto al saber que Gulf finalmente sería sólo suyo.
Mew finalmente había recuperado a su amor, ese que por una estupidez había dejado morir hace 100 años. Pero ahora finalmente estarían juntos para toda la eternidad, amándose como debió ser desde el principio.
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SORPRESA!!!!! Después de media vida les traje una segunda parte de "Sangre".
Muchos pidieron una segunda parte donde Gulf no muriera, pero ese era el final que le di, por lo que nunca pensé en escribir algo de ese universo, pero de repente me llego la inspiración.
Esta idea nació debido a la película 'Drácula: la historia jamás contada', en la cual la esposa de Drácula muere y la encuentra años después, una vez ella renació. Me encanto la idea y aquí esta el resultado.
Espero les haya gustado y entendieran que era una segunda parte de "Sangre" aunque no tiene el titulo porque no quería hacer spoilers jajajjaa. Ojala todo haya quedado claro.
Nos leemos pronto, wuv u💚💚💚
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