Nunca Es Tarde Para Ser Quien Eres
El joven vagaba por las calles, buscando algún parque cercano donde sentarse a pensar en lo que había pasado hace menos de una hora. Finalmente se sentó en una banca, viendo el atardecer pintar el cielo de colores naranjas y rosados.
Suspiró notablemente agotado, no físicamente, pues tan solo había caminado unas cuadras hasta el parque, sino agotado mentalmente por la pelea con su madre. Inevitablemente su mente volvió a los acontecimientos de ese mismo día, horas antes.
-Mew, querido, esta noche vendrá alguien que quiero que conozcas.- dijo Nunch Jongcheveevat, llamando la atención de su único hijo.
El hombre de 28 años seguía viviendo con su madre, no porque no pudiera costearse un lugar para él, sino porque su madre tampoco tenía a nadie más, por lo que se hacían compañía mutuamente. Joom, su hermana menor se había ido a estudiar al extranjero y su padre había fallecido el año pasado.
A pesar de su edad el joven Suppasit lucia joven, tenía una piel pálida, cabello castaño, unos ojos rasgados muy atrayentes y un cuerpo musculoso de infarto.
-Está bien, mamá.- dijo con poca emoción. Mew sospechaba de que se podría tratar esa visita que su madre quería que conociera, no sería la primera vez que ella quisiera presentarle a alguien para que sentara cabeza.
Nunch había preparado toda una cena completa, pasta, pavo, además de algunas guarniciones más. Cerca de las 5 de la tarde y una vez Mew había sido mandado a arreglarse un poco para las visitas, el timbre sonó.
-Yo abriré cariño.- dijo la mujer apresurándose hasta la puerta, no dejando que su hijo abriera. -Mucho gusto, Mali.- saludó alegremente a la señora detrás de la puerta.
-Hola, Nunch.- devolvió el saludo la mujer. -Ella es Fai, mi hija.- la presento.
-Mucho gusto.- dijo la chica haciendo una reverencia.
-El gusto es mío, Fai, pasen, les presentaré a mi hijo.- Nunch se hizo a un lado y dejó a las invitadas pasar finalmente. -Mew ven a saludar.- lo llamó su madre.
-Mucho gusto, Mew Suppasit.- se presentó formalmente ante las mujeres invitadas.
-Finalmente nos conocemos, tu madre nos ha contado mucho de ti.- dijo Mali apretando la mano que le había extendido el guapo hombre.
-Yo soy Fai.- se presentó la joven para llamar la atención del chico.
-Mucho gusto.- Mew intentó sonar educado, aunque no le gustaba nada la actitud de la chica, pues era obvio que quería llamar su atención y a él no podía importarle menos.
-Pasemos a comer, prepare toda una cena, ahí podremos platicar mejor.- habló Nunch cortando el incómodo momento entre los jóvenes.
Todos siguieron a la señora de la casa hasta el comedor, los Jogcheveevat se sentaron en sus lugares de siempre, dejando los restantes a los invitados.
-Mew, cariño, ¿Por qué no corres la silla para Fai?.- preguntó su madre golpeándolo suavemente con el codo.
Sin decir nada y con una cara neutra, Mew se puso de pie y alejó la silla para la joven.
-Muchas gracias.- dijo la chica sonriéndole exageradamente.
El joven se dedicó a comer, tan solo escuchando de fondo a las dos mujeres mayores platicar. El estaba distraído removiendo la comida en su plato, pues sentía la pesada mirada de la chica sobre él y no le agradaba nada.
-Mew, ¿Por qué no llevas a Fai al jardín?, les llevaré un poco de té.- dijo Nunch llamando la atención de su hijo, mostrándole una sonrisa forzada, pues seguramente no le gustaba su poca disposición a convivir con la joven.
-Eso me encantaría.- dijo Fai antes de que el hombre pudiera decir algo en contra de su madre.
En completo silencio Mew se puso de pie y caminó lentamente hasta el jardín, siendo seguido de cerca por la chica.
Ambos se sentaron en una banca situada bajo el gran árbol del jardín. Suppasit no tenía nada que decir, por lo que se mantuvo callado.
-Eres un gran chico.- comentó la joven, volteándolo a ver.
"No como tú" pensó el castaño rodando los ojos sutilmente. Esa chica no sería la primera que su madre llevaba para él, pero no tenía que ser un genio para saber que estas eran hijas de algún socio de la empresa que antes pertenecía a su padre y que ahora dirigía él.
-¿Siempre eres tan callado?.- preguntó curiosa Fai.
-Simplemente no me siento bien hoy.- se limitó a responder para no ser tan descortés con la chica.
-Yo podría ayudarte con eso.- la voz coqueta de la chica le revolvió el estómago.
-No te preocupes por eso, se pasara.- disimuladamente Mew se alejó un poco más de Fai, sentándose justo en un extremo de la banca.
-Pero de igual forma seré tu esposa, déjame ayudarte.- Fai posó su mano sobre el muslo de Mew, apretándolo de forma sugestiva.
El cerebro del joven Jongcheveevat quedó pasmado al procesar las palabras que decía la joven junto a él.
-Espera.- dijo algo alterado, quitando bruscamente la mano de la chica de su cuerpo. -¿Qué acabas de decir?.- preguntó queriendo confirmar que no había sido algún error.
-Que tengo que aprender a ayudarte con el estrés si seré tu esposa.- respondió Fai con una sonrisa autosuficiente.
-¿Quién demonios te dijo que me casaré contigo?.- preguntó el pálido notablemente alterado, poniéndose de pie, dispuesto a correr a la chica y enfrentar a su madre.
-Tu madre le dijo a la mía que estaba buscándote una esposa y que seguro yo sería perfecta, incluso ellas ya comenzaron a planear todo.- explicó la chica de largo cabello, haciendo una cara de fingida sorpresa al ver que el hombre no sabía nada de aquel acuerdo.
-No, tu y yo no nos casaremos.- murmuró Mew sintiendo una presión en el pecho al pensar que su madre había organizado todo aquello sin consultarle.
-Pero Mew...- quiso detenerlo la chica, tomando su brazo. El simple tacto de la joven lo hizo sentirse mareado y hasta cierto punto asqueado por lo falsa que sonaba.
-Tengo que hablar con mi madre.- dijo el pálido notablemente enojado, soltando de forma brusca el agarre de Fai.
El joven Jongcheveevat salió corriendo dentro de su casa y siguió hasta donde se escuchaban las voces de las dos mujeres. Nunch y Mali estaban en la sala platicando, con algunas revistas frente a ellas.
-Este vestido sería lindo para Fai.- mencionó Mali señalando algo en la revista que la otra mujer sostenía.
-Me gusta, además combinaría a la perfección con el traje que escogí para Mew.- concordó la señora de la casa.
-Madre, ¿podrías decirme que es todo esto?.- preguntó furioso el pálido.
-Oh querido, ¿Fai te lo dijo?.- preguntó calmadamente la mujer.
-¿Que demonios tratas de hacer?.- volvió a preguntar acercándose hasta su madre.
-Te estoy buscando una esposa, deberías estar agradecido.- dijo Nunch parándose frente a su hijo, que aunque era más grande que él, no temía a retarlo.
-No tienes derecho a planear mi boda sin mi consentimiento, es mi maldita vida.- gritó enojado el hombre. Se estaba conteniendo porque se trataba de su madre, pero sentía la furia recorrer sus venas. -Cancela esto de inmediato.- exigió.
-Vives en mi maldita casa, harás lo que te diga, ya es momento de que formes una familia.- gritó Nunch enojada por la escena que estaba armando su hijo frente a Mali y Fai que había entrado poco después de Mew.
-No me casaré con esa mujer y tu no puedes obligarme.- lo siguiente que Mew sintió fue un duro golpe en su mejilla.
-No vuelvas a hablarme de esa forma, soy tu madre.- dijo la mujer con firmeza.
No queriendo hacer aquello más grande, decidió irse. Salió de su casa sin decir más, sin rumbo fijo. Hasta que llegó a donde estaba ahora, sentado en la oscuridad de la noche, viendo las estrellas.
Su mente no dejaba de pensar en qué rayos haría ahora. Volver a su casa no era muy buena opción, pues su madre seguro seguiría furiosa con él y la verdad es que él también lo estaba con ella.
-¿Que fue esa estúpida idea de planear una boda así?.- preguntó al vacío. -Tendré que buscarme un departamento, no puedo seguir viviendo en su casa si seguirá haciendo esto.- dijo con decisión.
Armándose de valor se puso de pie y caminó lentamente hasta lo que había sido su casa toda su vida. Finalmente dejaría atrás el lugar que lo vio crecer y convertirse en el hombre de negocios que ahora era.
Necesitaba poder ser el, se había reprimido tanto en muchas cosas por causa de su madre, ya que era obvio que Nunch esperaba que Mew se casara y tuviera hijos, que fuera el dueño de la empresa que fundo junto a su esposo. Pero nada de eso era lo que Mew quería para su vida.
Muy en el fondo él siempre soñó con ser músico, amaba el piano y la guitarra, deseaba convertirse en un profesor de música para niños, pero sus padres lo obligaron a estudiar negocios con la idea de que él sería el futuro dueño de la línea de hoteles Moon.
Además, no podría darle nietos de sangre a su madre, por más que nunca lo había admitido y nadie lo sabía, algo dentro de él siempre supo que no le interesaban las mujeres. No estuvo enamorado de alguna profesora como todos los niños, nunca persiguió a alguna niña porque le gustaba. El prefería pasar tiempo con sus amigos, tomarlos de la mano, abrazarlos y siempre había uno en especial del que no se separaba. Años después entendió que era por sus preferencias sexuales.
-Mamá nunca me aceptará si se lo digo.- comentó al aire el castaño. Mew deseaba poder decirle a su madre que no le buscara novia porque él no quería una mujer, él quería un lindo chico que lo amara con la misma intensidad con la que él podía.
Una vez llegó frente a su casa, suspiró con pesar. Abrió la puerta y el silencio lo recibió. Ya no había nadie en la sala y ningún ruido se escuchaba.
-Ma..- iba a hablar a su progenitora, pero pensó que tal vez era mejor así, no tenía ánimos de seguir discutiendo con ella, por lo que siendo cuidadoso subió hasta su habitación. -Debí hacer esto hace años.-
Sacó sus maletas y comenzó a guardar toda la ropa en ellas. Tal vez no tenía un lugar a donde ir, pero quería salir de esa casa lo antes posible, por primera vez se sentía agobiado en ese lugar donde creció, así que por ahora un hotel era la mejor opción.
Fácilmente metió las cosas más necesarias en dos enormes maletas y una bolsa de mano. Después podría mandar a alguien por sus cosas si su madre no lo odiaba lo suficiente y las tiraba a la basura.
Bajo las escaleras con sus maletas, cuidando ser silencioso para no despertar a su madre.
-¿Enserio te iras?.- preguntó la voz dolida de su progenitora, asustándolo un poco al verla sentada en la sala.
-No puedo seguir aquí si quieres controlar mi vida, si quiero casarme o no es mi decisión.- respondió Mew tratando de sonar tranquilo.
-Solo quiero lo mejor para ti, ya es hora de que formes una familia.- Nunch se puso de pie y camino para acercarse a su hijo. -Los rumores corren, querido, y no me gusta que digan esa clase de cosas de ti.-
-¿Qué clase de cosas?.- quiso indagar el pálido, pues él no tenía idea de que rumoraban cosas sobre él.
-Ya sabes, tienes 28 años, nadie te ha conocido alguna novia, ya estás en edad de casarte y tener hijos.- comentó la mujer de forma sarcástica.
-¿Estás tratando de decir que rumoran que soy gay?.- preguntó directamente Suppasit, sonando neutro.
-Supongo que es algo obvio considerando que nunca has tenido novias.-
-No me importa que digan sobre mi, es mi maldita vida, no importa si soy gay o no.- la furia recorrió el cuerpo del hombre al ver la forma sarcástica en que su madre decía aquello, como burlándose de él.
-Tu reacción me dice mucho.- dijo Nunch riendo por lo bajo. -Quién lo diría, mi único hijo varón resultó ser gay, ¿Qué diría tu padre de eso?, seguro sentiría vergüenza de llamarte su hijo.-
-Papá no era como tu, el me habría entendido.- Mew no quiso pelear más con su madre, por lo que sin decir nada tomó sus maletas y salió de la casa.
Subió sus maletas a su auto y condujo hasta un hotel de los cuales era dueño, pues así no tendría que pagar tanto por hospedarse ahí. Una hora después ya estaba recostado viendo al techo, cansado mental y físicamente.
-¿Enserio estarías molesto conmigo, papá?.- preguntó, aun cuando sabía que no obtendría una respuesta. -Supongo que tendré que esperar a verte para saberlo.-
Pronto se acercaba el 2 de noviembre, el día que se celebra a todos los seres queridos que perdiste y que ahora están en el más allá. Ese día los difuntos pueden volver a la tierra si sus familiares y amigos ponen un altar con su fotografía.
Mew siempre había amado la celebración, pues le encantaba ver de nuevo a su abuela, jugar de nuevo con su perro de la infancia, el cual llamó Chopper. Pero ahora era la festividad que más ansiaba porque sería la primera vez que vería a su padre desde que murió hace más de 11 meses.
Tuvo que pasar una larga semana antes de que el 2 de noviembre llegará. En toda esa semana Mew no recibió ninguna palabra de parte de su madre y tampoco es que tuviera que verla, pues Nunch rara vez iba a la empresa y siempre era mayormente para decirle a su hijo que le quería presentar a una chica nueva.
Antes de llegar al nuevo departamento en el que se estaba quedando, pasó a una tienda a comprar lo necesario para el altar de su padre. Algunas flores de cempasúchil, papel picado, un cuadro para la foto de su padre y algunos aperitivos que le gustaban a Talay Jongcheveevat.
-Espero que mamá no te diga cosas malas sobre mi.- suspiró el castaño acomodando todo en una esquina de su amplio hogar. Porque si, ahora se sentía como en un hogar, a pesar de que estaba solo.
-Guaf.- se escuchó un tierno ladrido y Mew sonrió al saber que Chopper venía a visitarlo una vez más.
-Chopper.- gritó emocionado y se sentó en el piso para acariciar a su tan amada mascota. -Hola de nuevo, chiquito.- el pequeño Pomerania ladro emocionado de volver a estar con su dueño.
-Hola, hijo.- se escuchó la voz de Talay, haciendo a Mew levantar la vista, encontrándose con su padre frente a él, con su aura azul, como la de todos los difuntos al volver a la tierra.
-Hola, padre.- dijo el pálido poniéndose de pie de forma nerviosa. -¿Ya viste a mamá?.- preguntó preocupado.
-Si, he estado toda la mañana con ella, pero sentí que pusiste la ofrenda para mí y quería verte.- comenzó a decir el señor. -Ven aquí.- dijo abriendo sus brazos hacia su hijo.
Mew no lo pensó mucho y corrió a los brazos de su padre. Siempre había sido muy apegado a su papá, siempre jugaban juntos y este le había enseñado todo lo que sabía.
-Lamento decepcionarte.- dijo entre sollozos el menor, escondiendo su cara en el cuello de su padre, como cuando era pequeño.
-Tranquilo, Mew, tu nunca me decepcionas.- Talay acariciaba la espalda de su hijo buscando calmar su doloroso llanto. -Tu madre me contó lo que paso hace una semana.-
-¿No estás molesto conmigo?.- preguntó inseguro el pequeño Jongcheveevat.
-Mew, no puedo molestarme contigo, no después de que te vi sufrir trabajando mi empresa aun cuando no querías, ya te hice demasiado infeliz como para enojarme contigo.- dijo con seriedad el hombre mayor. -Eres tu el que debería estar molesto conmigo.-
-Se que solo querías que siguiera tus pasos, le tome cariño con el tiempo, además es lo único que me queda de ti.- claro que Suppasit había estado enojado de tener que estudiar algo que no quería, pero con el tiempo se interesó en eso pues su padre siempre se mostraba emocionado de enseñarle sobre la empresa.
-Pero se que por mi culpa no seguiste tu sueño, así que si un chico te hace feliz, yo no tengo problemas con eso, entendí muy tarde que debí apoyarte en tus sueños, pues lo único que quiero es que seas feliz.- su progenitor acariciaba su cabello de forma tierna, casi sintiendo que volvía a tener a su pequeño de 7 años en brazos.
-Te amo, papá, gracias por aceptarme.- lloró Mew apretando el cuerpo de su padre.
-También te amo, hijo y no hagas caso a lo que dijo tu madre, ella aun no entiende todo el daño que te hace.-
Ese día pasaron toda la tarde conversando y comiendo, Mew casi olvidó que al final del día su padre se tenía que marchar.
-Te extrañaré.- dijo abrazando a su padre.
-Yo también, pero no espero verte muy pronto.- bromeó abrazando fuertemente a su hijo, antes de desaparecer entre sus brazos.
✝
Pasaron dos tristes años en los que Mew intentó volver a contactar a su madre para arreglar las cosas, pero Nunch no quiso hablar con él, argumentando que no hablaría con él hasta que recapacitara y dejará la tonta idea de ser gay.
El camino a su casa era estresante, las calles de Bangkok estaban abarrotadas ese viernes por la noche. De repente el celular de Mew sonó y aprovechando el semáforo decidió responder.
-Diga.- respondió cortésmente, pues ni siquiera vio el identificador.
-Hola, Mew.- se escuchó la voz de Joom al otro lado de la línea.
-Hola, Joom.- respondió emocionado el mayor.
-¿Estás ocupado?.- preguntó la chica.
-Voy camino a casa, ¿porque?.-
-Acabo de llegar a Bangkok y quería saber si podías pasar por mi al aeropuerto.- dijo la tierna chica.
-Eso es increíble, en este momento iré por ti, tengo tanto que te contarte.- dijo Mew con emoción, pues amaba mucho a su hermana y esperaba que ella pudiera hacer entrar en razón a su madre.
-Muchas gracias, Mew, te espero, yo también tengo mucho que contarte.- dicho esto la llamada terminó.
El pálido cambió el rumbo del auto y se dirigió al otro lado de Bangkok, donde se situaba el aeropuerto. Iba tranquilamente manejando, con la música de fondo amenizando el silencio del auto, cuando el rechinido de unas llantas llamaron su atención.
Apenas pudo voltear a su izquierda, cuando un auto rojo impactó con fuerza de su lado. Vio todo dar vueltas y un pitido sonó en sus oídos de forma molesta, un segundo después todo estaba negro.
El sonido de los autos y los gritos se silenciaron de forma abrupta, el dolor de su cuerpo se detuvo, no podía percibir nada. Poco después pudo abrir los ojos, viendo un prado lleno de colores, al fondo miles de casas coloridas y muchas personas.
-¿Dónde estoy?.- se preguntó viendo su cuerpo completo, sin ningún rasguño. Se puso de pie y caminó por el enorme prado para ver más de cerca lo que parecía ser una fiesta.
-Oh disculpa, se me hizo tarde.- dijo una dulce voz jadeante a sus espaldas, haciéndolo voltear asustado, encontrándose con un chico un poco más joven que él.
-¿Quien eres?.- preguntó de forma cautelosa.
-Me llamo Gulf y seré tu guía.- se presentó el chico estirando su mano con una sonrisa. Una sonrisa muy bella, con unos labios gruesos.
-¿Guía?, ¿a que te refieres?.- preguntó confundido el pálido.
-Oh, ¿aun no te das cuenta?, demonios, ¿Por qué me pasa esto a mi?.- mascullo el chico de piel morena y cabello negro.
-Espera...- dijo Mew notando el aura azulada que rodeaba al joven frente a él. -¿Estoy muerto?.- preguntó viendo sus manos con más detenimiento, notando finalmente el leve color azul.
-Lamento esto, pero si, estás muerto.- dijo Gulf con pena.
-¿Sabes que me pasó?, no recuerdo nada.-
-Tuviste un accidente en auto y moriste de inmediato debido al fuerte impacto del otro auto.- explicó el menor.
-Wow.- fue lo único que pudo decir Mew. En un segundo había perdido su vida. -¿Y qué hago aquí?.- preguntó al no saber qué más decir.
-Aquí es a donde vienen todos los que abandonan el mundo de los vivos, será tu nuevo hogar y yo te guiare hasta que estés cómodo.- afirmó el pelinegro con una resplandeciente sonrisa en los labios.
-¿Ya habías hecho esto antes?.- preguntó Mew con curiosidad por el lindo chico.
-Nunca.- respondió seriamente y un segundo después se rió, contagiando al mayor. -Desconozco porque la catrina me asignó de guía, pero eres el primero que tendrá el honor de ser guiado por mi.- dijo divertido.
-Espero que seas un buen guía.- comentó el castaño siguiendo al chico que había comenzado a caminar por el prado.
-Conozco este lugar como la palma de mi mano, claro que seré buen guía.- dijo con orgullo el moreno.
-¿Tienes mucho tiempo aquí?.- preguntó curioso el mayor.
-5 años aquí y mucha curiosidad me han dado la suficiente experiencia para poder decirte todo lo que necesitas.-
En un abrir de ojos ya estaban caminando entre las abarrotadas calles, estas estaban decoradas con miles de banderines, las persona bailaban y cantaban completamente felices.
-Este será tu hogar, justo al lado del mío.- habló Gulf deteniéndose en una pequeña casa.
-Esto es sorprendente.- comentó Mew adentrándose en la casa, la cual era lo suficientemente amplia para él.
-Supongo que seremos vecinos, así que podrás visitarme cuando quieras.- el menor volvió a sonreírle y a pesar de que el pálido sabía que ya no tenía corazón, casi podía jurar que lo sintió latir con fuerza en su pecho al ver al chico.
-Que extraño.- murmuró poniendo su mano sobre su pecho, pero no sintió el latir.
-¿Qué sucede Mew?.- preguntó el moreno preocupado.
-Nada, no te preocupes.- respondió sonriéndole al chico y este se sonrojo. -¿Porque no me enseñas mas de este nuevo mundo?.-
-Claro, vamos.- con timidez Gulf salió de la casa y guió a Mew por un sin fin de lugares hermosos.
Pasearon entre miles de casas, muchas personas los invitaron a bailar y cantar con ellos. Todo ese nuevo mundo era muy animado y colorido.
-Gulf, tengo una duda.- dijo el mayor llamando la atención de su guía.
-Dime.- respondió Gulf quien jugaba con un perrito.
-¿Por qué algunas personas tienen un aura dorada, en lugar de azul?.- preguntó observando a algunas parejas que se veían diferente.
-Siendo sincero no lo se.- el menor se puso de pie y sacudió su ropa. -La catrina nunca me lo dice y las personas que tienen el aura dorada siempre dicen que lo entenderás en algún momento.- comentó encogiéndose de hombros.
-Supongo que no lo sabré pronto.- dijo Mew riendo por lo bajo.
-Tenemos mucho tiempo para descubrirlo.- comentó con diversión el menor.
-Tienes razón.- Aun con la duda el mayor siguió al pequeño, quien lo guió por más lugares hermosos.
-Acabo de recordar algo, no me odies, Mew.- suplicó tiernamente el pelinegro, haciendo un puchero.
-¿Qué sucede?.- preguntó el pálido con dudas, completamente encantado con la ternura del menor.
-Tu tienes familia aquí, debí decir eso primero para que te reunieras con ellos, pero me emocione porque nunca había sido un guía.- dijo tímidamente Gulf, tapando su sonrojado rostro.
-No te preocupes Gulf, no estoy molesto, como tu dijiste tengo demasiado tiempo para hacer cualquier cosa que me guste.- dijo Mew queriendo calmar a su lindo guía.
-Te llevare a tu casa y buscare a tus familiares, ¿si?.-
-Está bien.- accedió el pálido con una sonrisa. Caminaron de regreso a la colorida casa en la que ahora "viviría".
-Bueno, iré a buscar a tu familia, si necesitas otra cosa yo estaré en la casa de al lado.- dijo apresuradamente el menor pues quería buscar rápido a la familia del mayor.
-Muchas gracias por todo, Gulf, tú igual puedes venir aquí cuando gustes.- a Mew le parecía muy linda la forma en que el menor se sonrojaba cuando le sonreía, incluso sus ojos brillaban de una forma tan hermosa.
-Nos vemos, Mew.- con una última sonrisa el pelinegro se fue, dejando al recién llegado con una sensación extraña recorriendo su cuerpo. Sabía que no se debía a que acababa de morir, pues por alguna razón no le dolía pensar en que ya no estaba en el mundo de los vivos, su reacción se debía al tierno chico que con emoción lo había guiado a través de ese nuevo mundo.
-Guaf.- escuchó el ladrido detrás de la puerta, tan solo unos minutos después de que Gulf se fuera.
-Chopper.- con emoción abrió la puerta y su pequeño perro saltó hacia él. -Estaremos juntos de nuevo, chiquito.- Mew suspiró con emoción, su mascota había sido su mejor amigo por demasiados años y su muerte le dolió demasiado, pero finalmente lo tendría para toda la eternidad.
-Hijo, te dije que no quería verte pronto.- la voz de Talay lo hizo dejar de ver al cachorro y encontró a su padre frente a la puerta de su casa.
-Hola, papá.- saludó nerviosamente el castaño. -Tampoco planee venir a visitarte tan pronto, pero ocurrió un accidente.-
Pasaron horas y horas platicando, ahora sin el temor de tener que separarse al finalizar el día.
-Papá, tengo una pregunta.- dijo Mew llamando la atención de su progenitor, quien jugaba con Chopper.
-Dime, hijo.- Talay se había quedado con Chopper cuando partió al mundo de los muertos, pues al igual que Mew le había tomado cariño al cachorro.
-¿Tu sabes porque algunas personas tienen el aura dorada en lugar de azul?.- preguntó, pues esperaba que alguien pudiera darle esa respuesta.
-Lo sé, pero no puedo decírtelo, estoy seguro de que tú mismo lo descubrirás muy pronto.- respondió el señor sonriendo a su hijo.
-¿Porque nadie puede decirlo?, Gulf dijo que él tampoco sabe.- se quejó el pálido haciendo un puchero.
-Con que tu guía se llama Gulf.- dijo Talay sonriendo.
-¿Cómo sabes que es mi guía?.- preguntó sorprendido el menor.
-Porque imagino que no conoces a alguien más en este mundo, por lo que solo me queda pensar que es tu guía.- se explicó el señor Jogcheveevat.
-Tienes razón.- afirmó el pálido.
✝
Los días pasaron, Gulf iba todos los días a ver a Mew, le enseñaba más partes del enorme y colorido mundo de los muertos. El castaño se sentía bastante tranquilo en ese lugar, no sentía presiones de nada y no tenía responsabilidades más que jugar con su perrito.
-Mew, ¿hay algo que siempre hubieras querido hacer en la tierra y que nunca hiciste?.- preguntó Gulf una noche que estaban en el jardín viendo las estrellas.
-En realidad sí, siempre quise aprender a tocar instrumentos como la guitarra y el piano.- confesó el mayor con timidez, pues a sus 30 años nunca había podido hacer nada de lo que en realidad quería.
-Sabes que puedes hacerlo aquí, ¿verdad?.- cuestionó el moreno volteando a ver el delicado perfil de su amigo, pues si, con el paso de las semanas se habían vuelto buenos amigos y pasaban la mayor parte del día juntos.
-Pero ya estoy viejo para esas cosas, en realidad nunca pude hacer lo que me gustaba cuando estaba vivo.- suspiró con pesar el pálido.
-¿Porque?.- preguntó curioso el menor, recargándose en su lado izquierdo para ver mejor al otro hombre.
-Mis padres querían que me hiciera cargo de la línea de hoteles y me casara, tuviera hijos y todas esas cosas.- comenzó a explicar recordando todas la peleas con sus padres, especialmente con Nunch. -Nunca soñé con nada de eso.-
-Mew, nunca es tarde para ser quien eres.- afirmó Gulf alargando su mano para acariciar el cabello castaño del mayor con timidez. -Aprendamos a tocar el piano.-
-¿Tu aprenderías por mi?.- preguntó sorprendido el pálido.
-Claro, me parece interesante y me gusta pasar tiempo contigo, así que podríamos aprender juntos, ¿o acaso no quieres?.- las mejillas del pelinegro se colorearon de rosa al pensar que estaba dejando en evidencia su atracción por el hombre mayor.
-Me encantaría aprender a tocar el piano contigo, Gulf.- aceptó el mayor volteándose para ver los hermosos ojos ámbar de su guía y amigo.
Ambos chicos se sonrieron emocionados con la idea. Tal vez era extraño pero ambos sabían que estaban sintiendo algo por el otro, lo supieron desde el primer momento en que se encontraron en el mundo de los muertos.
✝
Una semana después Gulf había conseguido un piano, lo habían armado en la sala de la casa de Mew, pues este era el más interesado en el instrumento.
-¿Y cómo aprenderemos?.- preguntó el castaño cuando ambos se sentaron frente al enorme instrumento.
-No pensé en eso.- admitió el menor y ambos se rieron. Mew encontraba la risa de Gulf tan encantadora, lo hacía sentir en calma, en paz consigo mismo.
-Creo que se algunas notas de cuando aprendí por mi cuenta.- dijo algo incierto el pálido. Sus grandes manos se posaron en las teclas y de una forma suave comenzó a tocar las teclas.
Gulf miraba embelesado como el hombre a su lado tocaba una dulce melodía con una maestría impresionante, casi le costaba creer que nunca había tocado aquel instrumento si parecía que había nacido con un don para hacerlo.
Mew tenía un semblante tranquilo pero concentrado, dejando al menor ver su hermoso perfil, con su mandíbula marcada, sus labios rosas y sus bellos ojos coquetos.
-¿Qué tal estuvo?.- preguntó el castaño sacando de su ensoñación al otro chico.
-Fue fantástico, tienes mucho talento, Mew.- afirmó sonriendo, con sus mejillas sonrojadas por los pensamientos que vagaban su mente.
-¿Quieres tocar conmigo?.- preguntó con algo de timidez el mayor.
-Esta bien.- aceptó de inmediato, pues él haría cualquier cosa que hiciera feliz al hombre.
El mayor le mostró a Gulf qué teclas tocar y en qué orden, para después comenzar a tocar el. La melodía era tan dulce como la anterior, pero esta tenía un toque más alegre. En algún punto sus manos se tocaron sin querer.
Ambos chicos sintieron una corriente recorrer su cuerpo y fue el moreno quien entrelazo sus manos, dejando de lado la canción que tocaban. Esa sensación era nueva para ambos, pero al no ser incómoda siguieron sosteniendo sus manos, viéndose fijamente a los ojos.
Fue Gulf quien no lo resistió más y se lanzó a besar los labios del pálido, rodeo su cuello y se dejó llevar por la suavidad de los belfos ajenos. Mew quedo en shock por un momento, pero casi por instinto sus brazos rodearon la fina cintura del moreno, atrayéndolo más contra él, dejándose poseer por esos gruesos labios que tanto había anhelado tener sobre los suyos.
Sus labios se movían de forma dulce y amorosa, sus manos acariciaban con devoción el cuerpo entre sus brazos. Pronto sintieron la necesidad de más y aun con su inexperiencia juntaron sus lenguas con desbordante pasión. Se deseaban, claro que lo hacían, pero nunca dejaron de lado el cariño que se tenían.
Se separaron después de unos largos minutos besándose, jadeando contra la boca ajena, viéndose a los ojos con todos los lindos sentimientos que tenían por el otro.
-Gulf, te quiero.- suspiró el mayor completamente sonrojado.
-También te quiero, Mew.- afirmó el pelinegro antes de volver a besar al pálido.
Sus labios parecían hechos específicamente para encajar con el otro, la calidez que los embargaba era alucinante y las corrientes que recorrían sus cuerpos eran completamente nuevas para los dos. Pero era una sensación tan agradable que solo querían más, sus labios eran dulces y completamente adictivos. Incluso sus lenguas salían a recorrer la cavidad ajena en busca de embriagarse con el sabor del otro.
Al separarse se quedaron firmemente abrazados, viendo directamente los ojos del otro, encontrando en ellos un brillo nuevo, que pronto se extendió por sus cuerpos.
-Espera, Gulf.- dijo Mew alejando un poco el cuerpo del menor.
-¿Qué sucede?.- pregunto preocupado de que el hombre le dijera que había sido un error lo que acababan de hacer.
-Tu aura...- comenzó a decir. -Es dorada.- jadeó con sorpresa y el moreno volvió a ver sus manos, notando que efectivamente ahora su aura era de ese color brillante. Sorprendido volvió a ver a Mew, abriendo la boca impactado con lo que veía.
-Tu también.- murmuró casi sin poder hablar y el castaño rápidamente vio sus manos, comprobando que su aura era dorada.
-¿Como es posible?.- se preguntó el mayor sin dejar de ver sus manos entrelazadas que ahora eran de color dorado, casi brillante.
-No lo se.- afirmó el menor.
De repente una luz se hizo presente en la sala y dejó ver a la catrina, la reina del mundo de los muertos. La alta calavera, pintada con preciosos dibujos y su enorme vestido rojo, con su sombrero con velas.
-Hola, chicos.- saludó cortésmente.
-Hola.- saludaron ambos de regreso, aun algo confundidos.
-Veo que su aura ya cambio, me alegra, aunque se tomaron su tiempo.- comentó riendo la catrina.
-¿A que se refiere?.- preguntó Mew confundido, sin dejar de sostener las manos de su amigo.
-Su aura ahora es dorada porque encontraron a su destinado.- explicó la mujer, dándoles finalmente la respuesta que ambos tanto querían saber.
-Pero estamos muertos.- mencionó confundido el menor. -¿Es posible encontrar a tu destinado cuando ya estás muerto?.- preguntó.
-Los destinados permanecen juntos aún después de la muerte, pero ustedes se adelantaron en el ciclo de la vida y fue mi misión unirlos una vez ambos estuvieran aquí, solo estaba esperando a que Mew viniera a ti.- explicó la sabia mujer.
-Por eso Gulf fue mi guía cuando llegue, para que pasáramos tiempo juntos.- dijo Mew, aunque aquello había sonado más a una afirmación que a una pregunta.
-Exacto, por eso pasan tanto tiempo juntos, estaban destinados a enamorarse.- afirmó la catrina sonriendo a ambos chicos. -Yo solo venia a decirles eso, en caso de que no supieran que sucedía.-
-Muchas gracias catrina.- dijo Gulf sonriendo a la increíble catrina y esta hizo un asentimiento antes de irse.
-¿Con mi destinado, eh?.- preguntó emocionado el pálido, rodeando la cintura del menor.
-¿Te molesta que sea tu destinado?.- preguntó tímidamente el menor.
-Para nada, eres el mejor destinado que pude tener.- afirmó escondiendo su cabeza en el cuello del moreno. -Tan lindo, tan cariñoso y que hace lo que a mi me gusta hacer solo por verme feliz, no pude tener a alguien mejor.-
-Yo también soy feliz de tenerte como mi destinado.- Gulf acarició el cabello del castaño y sonrió.
Ninguno llegó a pensar que después de la muerte encontrarían a quien los hiciera felices de esa forma, pero como había dicho la catrina, ni la muerte podía impedir que ellos se encontraran, era su destino.
✝
Pasaron unos meses antes del primer día de muertos para Mew. Una parte de él tenía miedo de que nadie hubiera puesto algún altar para él, pero Gulf le aseguraba que por lo menos su hermana lo haría, pues este ya conocía toda la historia del mayor.
-¿Irías conmigo?.- le preguntó Mew a su novio. Porque si, se habían hecho novios el mismo día que descubrieron que eran destinados.
-¿Tu quieres que vaya contigo?, ¿a ver a tu familia?.- preguntó preocupado el pelinegro.
-Si, necesito que vayas conmigo, te necesito conmigo.- el castaño se acercó a su novio y rodeó su cintura desde atrás. -Te quiero demasiado, Gulf.- Mew beso tiernamente las sonrojadas mejillas del menor.
-Claro que iré contigo, Mew.- el moreno se giró entre los brazos del mayor y rodeo su cuello. -Te quiero.- unieron sus labios tiernamente antes de salir tomados de la mano hacia el mundo de los vivos.
Pronto pudieron cruzar el arco de flores de cempasúchil y cruzar al mundo de los vivos. Como habían previsto, Joom puso un altar para su hermano y lo esperaba pacientemente en su casa.
-Hola, Joom.- la saludo para llamar su atención. Gulf se quedó atrás para dejar que su novio hablara primero con la chica.
-Mew.- la mujer corrió hasta él y lo abrazó fuertemente. -Te extrañe tanto.- no pudo evitar llorar al estar con su hermana de nuevo, pensando en que la había dejado sola tanto tiempo.
-Yo también te extrañe, pero no puedo mentirte, soy más feliz ahora.- comentó el mayor pues quería presentarle al ser que más feliz lo hacía.
-¿Cómo es que tu aura es dorada?.- preguntó repentinamente Joom, recordando que su padre nunca se veía de aquel color. -¿Es posible ser feliz allá?.-
-Joom, encontré a mi destinado, al ser que me hace feliz.- confesó con una sonrisa. -Ven, cariño.- pidió y Gulf caminó hasta quedar junto a él. -El es mi novio, Gulf.- lo presentó.
-Gulf, eres muy lindo.- dijo la chica y no pudo evitar abrazar al menor. -Gracias por hacer feliz a mi hermano.-
-Es un honor hacerlo feliz.- afirmó aceptando el abrazo de la chica.
-¿No te molesta que esté con un hombre?.- preguntó Mew a su hermana una vez se sentaron a comer.
-Claro que no, se que nunca fuiste feliz aquí, así que me alegra que seas feliz en aquel mundo, no importa con quien sea.- respondió la mujer tomando la mano de ambos chicos y estos le sonrieron.
-¿Has hablado con mamá?.- preguntó nervioso el pálido.
-Si, pero sigue con las mismas ideas.- contestó Joom. -Se que pronto lo entenderá, papá habla cada año con ella, seguro hoy le contara que eres feliz con Gulf y la hará entrar en razón.-
-Espero que sí.- suspiró el castaño.
-Ya veras que si, amor.- dijo Gulf tomando su mano.
Pasaron la tarde conversando y comiendo, cerca de media noche se despidieron de la chica y partieron de nuevo al mundo de los muertos.
-¿Te sientes bien, amor?.- preguntó el moreno a su novio una vez llegaron a casa de este.
-Si, me siento feliz de saber que Joom me acepta y que te adoró.- Mew respondió abriendo sus brazos para que su pequeño se sentara sobre sus piernas y lo abrazara.
Gulf sonrió y caminó hasta el sofá para sentarse a horcajadas del mayor, rodeando su cuello.
-Yo también estoy feliz, finalmente puedes ser quien en realidad eres.- dijo el menor acariciando el suave cabello de su novio.
-Tenías razón, cariño, nunca es tarde para ser quien eres.- afirmó Mew y besó dulcemente los labios de su novio.
Gracias a Gulf ahora era feliz, tan feliz como nunca lo había sido en el mundo de los vivos. Gracias a él se sentía más vivo que nunca y que no debía ocultar más quien era.
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Volví después de 3 largas semanas. Estoy emocionada, esto es como mi regreso a escribir y wow, no se, siento como la primera vez.
Alguien me recomendó hacer una historia del corto de Doritos y la verdad que enserio quería hacer algo por el día de muertos, por lo que termine este capitulo antes de que acabe noviembre.
No se que tanto me gusto porque la verdad fue extraño volver a escribir después de lo que sentí como mas de un mes, pero espero que a ustedes les haya gustado y que apoyen mi regreso.
Ya tengo algunas ideas, lo que me falta es tiempo, vacaciones y que mi cerebro no se bloquee.
Enserio agradezco su paciencia y apoyo. Wuv u💚💚💚
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