La Luna Es Hermosa

-Mamá, ¿quiénes son ellos?.- preguntó el pequeño niño de 12 años, viendo por la ventana hacia la casa de enfrente.

-Son los nuevos vecinos, Mew.- respondió Fay, la madre del menor.

-¿Podemos ir a saludar?.- preguntó el menor de los Jongcheveevat.

-Claro, querido, solo déjame avisarle a tu padre.- la bella mujer caminó hasta el despacho de Frank y lo encontró trabajando. -Cariño, llevare a Mew a conocer a los nuevos vecinos de enfrente.- comentó.

-Esta bien, linda, tengan cuidado.- dijo el hombre sonriéndole a su esposa y esta salió del lugar.

Ambos salieron tomados de la mano rumbo a la casa de enfrente, donde aún había un camión de mudanzas y un hombre bajando cajas.

-Buenas tardes.- saludo Fay al hombre para hacerle notar su presencia. -Soy Fay Jongcheveevat, la vecina de enfrente y este es Mew, mi pequeño de 12 años.- se presentó con una sonrisa.

-Mucho gusto, soy Mark Traipipattanapong.- se presentó el hombre extendiendo su mano a la mujer. -Mi esposa debe estar dentro acomodando algunas cosas, puede pasar si gusta.-

-Oh muchas gracias.- dijo Fay y sin soltar la mano de su hijo caminó hasta adentrarse por la puerta abierta de la casa. -Buenas tardes.- saludó al ver a un pequeño sentado en la sala.

-Mamá.- el pequeño salió corriendo gritando a su progenitora, probablemente asustado.

-Oh, buenas tardes.- saludó una mujer saliendo de la cocina con el pequeño detrás de ella. -Soy Mali.- se presentó.

-Mucho gusto, soy Fay Jongcheveevat.- apretaron sus manos juntas como saludo y se sonrieron amablemente. -Este es mi hijo Mew, tiene 12 años.- presentó al pequeño de piel pálida y cabello castaño.

-Mucho gusto Mew.- dijo la mujer acariciando el cabello del menor. -Este es Gulf, tiene 10 años, tal vez podrías ayudarlo a hacer amigos por aquí.- dijo Mali tratando de hacer que su pequeño la soltase de la pierna. El pequeño Traipipattanapong tenia piel morena, cabello negro y unos grandes ojos color ámbar.

A Mew le pareció demasiado tierno, pues nunca pensó ver a un niño tan lindo, con sus mejillas sonrojadas y haciendo un puchero.

-¿Te gusta el football?.- preguntó el castaño al ver cómo el otro abrazaba contra su cuerpo un balón. El menor asintió con timidez. -¿Quieres que juguemos?.-

-Mamá.- dijo el menor a su progenitora, como pidiéndole permiso.

-Adelante cariño, pueden jugar en el patio trasero mientras nosotras hablamos.- dijo la madre del menor.

-No sé jugar football, pero podrías enseñarme, ¿Qué tal?.- propuso el pálido, sorprendiendo a su madre pues el pequeño Jongcheveevat no era muy dado a los deportes, sino a las artes.

-Está bien.- dijo Gulf asintiendo tímido.

Ambos pequeños se encaminaron hasta el patio trasero. Un amplio jardín con césped verde.

-Dime, ¿Qué tengo que hacer?.- preguntó el mayor curioso.

-Solo ponte aquí.- dijo el moreno señalando un lugar y Mew rápidamente se colocó en el lugar. -Yo me quedaré acá y pateare el balón, solo patéalo de regreso.- explicó con su tierna voz Gulf.

-Tan lindo.- murmuró el castaño viendo detenidamente.

-Lo lanzare ahora.- avisó el pelinegro.

Pasaron una tarde jugando con el balón entre risas, mientras sus madres platicaban amenamente, pues se habían llevado bien.

Los días pasaron, Mew iba cada dos días a visitar a su pequeño vecino, pues le gustaba verlo sonreír cuando le ofrecía jugar football con él.

-Mew se hace tarde, vamos a casa.- anunció Fay, pues después de un mes conociéndose ya hasta hacían comidas ambas familias juntas.

-No me quiero ir.- dijo el castaño haciendo un puchero, deteniendo el balón con el que jugaban.

-No te vayas, Mew.- pidió el menor acercándose a su nuevo y único amigo.

-Mew se puede quedar a dormir esta noche, si lo dejas Fay, yo no tengo problema.- comentó Mali viendo a su hijo hacer un triste puchero tierno.

-Si, ¿puedo quedarme mamá?.- preguntó Mew emocionado a su progenitora.

-Está bien cariño, te traeré tu pijama en un momento.- aceptó la señora Jongcheveevat.

Ambos menores se colocaron sus pijamas y subieron al segundo piso, donde se encontraba la habitación del moreno.

-Te quiero mostrar algo.- dijo tímidamente Gulf.

-¿Qué cosa, pequeño?.- preguntó Mew, usando ese apodo que le había puesto algunos días atrás.

-Ven conmigo.- el menor entrelazo sus manos y los guió hasta el balcón de su cuarto, donde tenía un pequeño sofá. -Siéntate.- se sentaron juntos y por un momento nadie dijo nada.

-¿Esto querías mostrarme?.- cuestionó el mayor confundido.

-Estoy esperando a que la luna llegue a su punto más alto para mostrártela por mi telescopio.- respondió el otro con emoción. -Mira, ahora sí que se ve.- Gulf se puso de pie y tomó su telescopio para colocarlo justo frente a ellos.

Mew tomó el aparato y miró a través de este, encontrándose con la grandiosa imagen de la luna llena.

-La luna es hermosa, ¿no es cierto?.-preguntó tímidamente el pelinegro, pues él adoraba pasar las noches viendo a la gran estrella y quería mostrárselo a su amigo.

-La luna es muy hermosa, pequeño, gracias por mostrármela.- dijo el pálido sonriéndole a su amigo.

-Tenía miedo de que pensaras que soy raro, en mi antigua escuela todos decían que era extraño que me gustara ver la luna y las estrellas.- el tono triste del moreno no pasó desapercibido por el otro.

-No eres raro, Gulfie, enserio agradezco que me mostraras esto, es muy lindo.- el castaño abrazo a su amigo y acaricio su espalda.

-Eres el mejor amigo del mundo, Mewie.- el menor rodeo la cintura ajena y suspiró feliz de poder tener un amigo con quien compartir sus gustos.

Después de un rato viendo a la gran luna y la forma de conejito que se miraba en ella, decidieron finalmente entrar a la habitación a dormir.

-¿Dormiremos en la misma cama?.- preguntó Mew curioso.

-Si, ¿o quieres dormir en el piso?.-

-No, prefiero dormir en la cama, así puedo abrazarte como a mi perrito de peluche.- dijo divertido el mayor, pues si, aunque tenía ya 12 años él adoraba dormir con su perro de peluche al cual llamaba chopper.

-Vamos a dormir.- las mejillas de Gulf se colorearon al pensar en que su amigo lo abrazaría para dormir, pero lo dejó pasar pues pensó que era algo que todos los amigos hacían.

El menor se acostó viendo hacia la puerta y Mew se puso detrás de él, rodeándole la cintura con su brazo.

-Buenas noches, pequeño.- el mayor se inclinó un poco y dejó un beso en la mejilla de su amigo.

-Buenas noches, Mewie.- el corazón del moreno se aceleró al sentir el tierno beso, pues nadie más que sus padres lo habían besado.

🌕🌙⭐

-Mamá, ¿hoy puedo quedarme en casa de Gulf?.- preguntó el pequeño Jongcheveevat a su madre.

-¿Habrá luna llena?.- cuestiono la mujer con diversión, pues desde aquel día ambos hacían pijamadas cada luna llena para ver la hermosa estrella con el telescopio de Gulf.

-Si, hoy es luna llena.- respondió emocionado el menor de ya 13 años, pues esos días eran sus favoritos.

-Esta bien, alista tu mochila antes de ir a cenar con los Traipipattanapong.- dijo Fay y su hijo asintió antes de salir corriendo emocionado hacia su cuarto para acomodar sus cosas.

Dos horas después estaban frente a la puerta de sus vecinos, donde tendrían una de sus habituales cenas como cada domingo.

-¿Te quedarás a dormir hoy, Mewie?, recuerda que hay luna llena.- dijo Gulf emocionado al ver a su mejor amigo.

-Lo se, pequeño y claro que me quedaré a ver la luna contigo hoy.- respondió el castaño sonriendo al ver a su vecino tan feliz solo por tener a alguien con quien ver la luna.

Ambas familias sonrieron enternecidas por la linda amistad que habían creado esos chicos, que ya tenían un año desde que se conocieron y se hicieron inseparables desde el primer segundo.

-Vamos, Mewie ya casi estará la luna en su punto.- el moreno tomó emocionado la mano del mayor, pues había comido de prisa para estar listo a tiempo.

-Vamos, Gulfie.- aceptó el pálido y siendo jalado por el menor llegaron hasta el balcón del segundo piso, donde ya estaba acomodado el sofá con el telescopio frente a él y unas mantas para el clima fresco de la noche.

-Hoy preparé todo para estar cómodos.- comentó emocionado con una sonrisa tímida.

-Eso es excelente, pequeño.- se sentaron juntos en el sofá y se taparon un poco con las mantas. -Mira tu primero, Gulfie.-

-Gracias, Mewie.- el moreno sonrió con las mejillas sonrojadas y se acercó al telescopio para ver la hermosa luna brillar. -Es tan bonita.- suspiró enamorado de la enorme estrella.

Mew quedó estático viendo a su amigo, cuando se alejó del telescopio siguió viendo al cielo y la hermosa luz de la luna y las estrellas se reflejaba en su rostro, haciendo sus ojos brillar.

-¿No es así?.- le preguntó al mayor volteando a verlo.

-Lo es, la luna es hermosa.- respondió este, aunque ni siquiera había volteado a ver a la estrella mayor. No supo por qué, pero había algo en la cara de su mejor amigo que lo dejó totalmente cautivado, su sonrisa emocionada, sus ojos brillantes y su voz emocionada.

-Usa el telescopio, enserio se ve hermosa hoy.-

-Ya lo creo.- pero Mew no se refería a la luna, sino a lo inusualmente bello que se veía su mejor amigo. Nunca lo había visto así, siempre pensó que era lindo, pero nada más.

Finalmente el pálido se decidió a ver por el telescopio y efectivamente la gran estrella brillaba de forma espectacular, pero ahora le parecía menos impresionante comparándola con el brillo en los ojos de su amigo.

-Es increíble.- dijo Mew viendo a su vecino que esperaba ver su reacción.

-Lo es, te dije que hoy se vería mejor.- pasaron un par de minutos turnándose para ver por el telescopio, aunque Mew estaba perdido en su bonito vecino.

-Quisiera ir a la luna.- dijo Gulf suspirando con pesar.

-¿Quieres ser astronauta?.- preguntó sorprendido el mayor.

-Si, me gustaría poder caminar en la luna.- respondió el más pequeño.

-Pensé que querías ser futbolista.- dijo el pálido, pues cada tarde se la pasaban jugando football.

-Me gusta jugar, pero en serio quisiera ser astronauta, aunque es muy difícil.- la voz triste de Gulf fue notoria, por lo que Mew tomó su mano y la apretó en forma de apoyo.

-Oh Gulfie, pero podrías hacerlo, a mi me gustaría que fuéramos juntos a la luna, sería muy emocionante.- el castaño quiso apoyar a su amigo y en realidad él también quisiera poder ir a la luna, pues gracias a Gulf ahora compartía la misma fascinación por la enorme estrella.

-¿Quisieras ir conmigo a la luna?.- preguntó el pelinegro con ilusión, tomando entre sus manos las de su amigo.

-Sería genial ir juntos a la luna, pequeño.- afirmó el pálido apretando las manos ajenas.

-Eres el mejor amigo del mundo, Mewie.- dijo Gulf totalmente feliz.

Después de un tiempo más afuera, viendo a la estrella mayor, se fueron a dormir, firmemente abrazados, como habían descubierto que les gustaba.

🌕🌙⭐

Dos años más pasaron volando, ahora el menor de los Jongcheveevat ahora tenía 15 años, mientras que el pequeño Traipipattanapong estaba apenas en sus 13.

Los padres de ambas familias ya veían a sus hijos como hermanos, pues amaban pasar tiempo juntos, jugando, viendo la luna y hasta haciendo tareas juntos, aun cuando sus tareas no eran de lo mismo.

Gulf estaba jugando un sábado, esperando a que Mew saliera de su clase de piano, como cada fin de semana.

-Gulfie.- se escuchó el grito del chico que estaba esperando. El mayor entró corriendo al patio y tan pronto vio a su mejor amigo, corrió hacia él y lo tomó entre sus brazos, sollozando contra su cuello.

-Mewie, ¿Qué sucede?, ¿Por qué lloras?.- preguntó el moreno preocupado, rodeando la cintura del mayor para acariciar su espalda e intentar calmarlo.

-Me voy a ir, me iré lejos de aquí.- sollozó en respuesta el castaño, preocupando al otro menor.

-¿A dónde iras?.- cuestionó nervioso.

-Nos iremos a china la siguiente semana, a papá le dieron una vacante allá y nos iremos.- respondió Mew apretando el cuerpo entre sus brazos.

-No.- jadeó Gulf sorprendido con lo que escucho. -No puedes irte, no dejaré que te vayas.- no pudo contener las lágrimas que querían salir, pues no quería pensar en perder a su mejor amigo.

-Yo tampoco quiero dejarte, no quiero irme, Gulfie.-

Estuvieron un rato ahí, llorando, pensando en que hacer para no separarse. Los padres no quisieron interrumpir, pues Fay y Frank habían asistido a la casa de los Traipipattanapong para contarles la noticia de su viaje.

-Es una lastima que tengan que irse.- dijo Mali suspirando con pesar, pues había hecho una buena amistad con su vecina.

-Pero me alegro de que te hayan dado ese puesto que querías, amigo.- Mark palmeo la espalda del señor Jongcheveevat como apoyo, pues entendía que aunque tendría el trabajo que quería, partir del lugar donde había vivido toda su vida, era difícil.

-Solo lamento que nuestros hijos tengan que separarse.- dijo Fay viendo por la ventana a los menores en el patio, recostados sobre el césped, aun cuando ya era algo noche.

Mew y Gulf habían llorado un largo rato, hasta que cansados se recostaron el en césped, con el mayor acariciando el suave cabello del pelinegro.

-Te voy a extrañar.- dijo el moreno tratando de no volver a llorar.

-Yo también te extrañare, ¿pero sabes que?.-

-¿Que cosa, Mewie?.- preguntó curioso el menor, viendo a los rasgados ojos de su vecino.

-Cada que vea la luna pensare en ti, así sentiré que sigo contigo.- comentó el mayor abrazando más el cuerpo del menor contra el suyo. -Tu puedes hacer lo mismo, piensa en que donde quiera que esté, yo también estaré viendo la luna.-

-Oh Mewie, no quiero perder a mi único amigo.- Gulf no pudo retener más su llanto, sollozo abrazándose al cuerpo junto a él, escondiendo su cabeza en el pecho ajeno.

-Lamento tener que irme Gulf, pero te prometeré algo.-

-¿Qué?.- preguntó curioso el moreno, con sus mejillas mojadas de las lágrimas, las cuales limpio el pálido.

-Algún día te llevaré a la luna, prometo que iremos juntos, pero tienes que ser un buen niño y estudiar mucho, ¿si?.- Mew quería hacer sentir mejor a su amigo, pues no le gustaba ver toda la tristeza reflejada en su rostro.

-Lo prometo, Mewie, seré un buen niño y estudiaré mucho para ir a la luna contigo.- aceptó el pelinegro asintiendo con una sonrisa algo triste.

🌕🌙⭐

Gulf había cumplido su promesa, había sido el mejor hijo posible y 15 años después estaba a nada de hacer su primer viaje a la luna. Había sido un largo y difícil camino para poder cumplir su sueño, pues había tenido que estudiar astronomía e ingeniería aeroespacial, además de un curso completo que lo preparaba para su primer viaje, el cual tendría la suerte de hacer el mismo año que se graduó.

-Mamá, me iré un mes para el viaje a la luna.- comentó el moreno a su madre, pues como cada domingo volvía a casa para comer con sus padres.

-Me preocupa tanto que vayas.- suspiró Mali, muy dentro de ella había deseado que su hijo no tuviera que viajar a la luna, pues temía que algo pudiera pasarle al ser un viaje tan peligroso.

-Lo sé, mamá, yo también estoy preocupado, pero me dijeron que iría con un hombre que ya ha viajado, por lo que estaré seguro.- comentó Gulf la poca información que le habían dado en la NASA.

-Mucha suerte cariño, te esperaremos emocionados a que regreses con nosotros y que todo salga muy bien.- la señora se puso de pie para abrazar a su hijo.

-Veremos el despegue de la nave en televisión y que todos te reconozcan como el primer tailandés en la luna.- dijo Mark también abrazando a su hijo.

Dos horas más tarde, Gulf estaba en su vuelo hacia Washington, donde se ubicaba la sede de la NASA, desde donde despegaría el cohete que lo llevaría a cumplir el sueño de toda su vida.

-Lo hago por nosotros, Mew.- suspiró viendo como se alejaba de Tailandia, el lugar donde había pasado toda la vida.

El moreno nunca había dejado de pensar en su amigo, trabajó duro por conseguir su sueño, porque era lo que Mew desearía para él.

-Bienvenido, Kanawut, soy Max.- lo saludo el director de la NASA . -Es un gusto recibirte con nosotros, serás el primer tailandés en viajar a la luna, ¿Cómo te sientes?.-

-Nervioso pero muy emocionado, esto ha sido mi sueño desde pequeño y espero que todo salga bien.- contestó Gulf con una sonrisa.

-No estés nervioso, el hombre con el que viajaras ya tuvo un viaje a la luna, por lo que él te guiará en todo momento, tu no tienes que preocuparte.- dijo Max dándole unas palmadas de apoyo.

-¿Cuando conoceré a mi compañero?.- preguntó curioso.

-El se toma muy enserio este viaje a la luna, por lo que ha estado entrenando a más no poder, no creo que lo veas hasta el día del viaje.- explicó el director. -Se que deberían conocerse antes, pero el es muy serio con esto.-

-Esta bien, entiendo que quiera estar preparado, igual creo que tendré que entrenar mucho para estar a su altura si él ya ha viajado.- comentó el moreno más nervioso que antes.

¿Qué tal si su compañero era demasiado serio y se enojaba con él por cualquier cosa?, se preguntó el joven astronauta.

-Su nombre es Suppasit, tiene apenas 30 años, solo es dos años más grande que tu por lo que creo que se llevaran bien.- dijo Max dándole ánimos al menor.

-Espero que sea así.- suspiró este.

🌕🌙⭐

Dos semanas pasaron en las que Gulf estuvo prácticamente todo el día en los simuladores de cohete, donde practicaba con la gravedad y para aprender las funciones de cada parte de la nave, cada botón.

En ningún momento vio a Suppasit y este tampoco se presentó con él en ningún momento, por lo que sí lo vio en algún momento, ni siquiera lo noto.

-¿Estás listo para el viaje?.- preguntó Max al ver a Gulf llegar ya con la mitad del traje puesta, pues estaban a pocos minutos del gran lanzamiento.

-Si, es el sueño de mi vida y creo que me he preparado bien para esto.- respondió el moreno con seguridad.

-Suppasit espera ya dentro del cohete, mucha suerte.- el pelinegro asintió y se colocó el casco, siendo este revisado por un ayudante para que quedara perfectamente colocado junto con la linea de oxigeno.

Gulf se adentro en la nave y vio a su compañero acomodando todo perfectamente.

-Hola, Suppasit.- saludó el menor tímidamente, tomando asiento en su lugar asignado, para proceder a ponerse el cinturón de seguridad.

-Hola, Kanawut.- el hombre volteo y finalmente pudieron ver su rostro.

El moreno pensó que su compañero se veía demasiado guapo, aún con el traje espacial su rostro destacaba, con unos ojos coquetos muy atrayentes.

-¿Estás listo?.- preguntó el mayor.

-Toda mi vida he estado listo.- dijo sonriente y el mayor incluso medio sonrió de lado.

-Bien, iniciamos viaje en 5, 4, 3, 2, 1.- y presionando un par de botones el cohete despegó.

La nave completa se sacudió y finalmente emprendió el viaje exploratorio a la estrella mayor.

-Lo hicimos.- se escucharon los gritos de la base de la NASA a través del intercomunicador.

-Lo hicimos.- suspiró Suppasit más relajado. -Ya puedes quitarte el pesado traje, la nave tiene oxígeno circulando en el ambiente.- indicó después de unas horas en las que finalmente salieron al espacio y la nave se estabilizó.

-Entendido.- Gulf se quitó el traje y lo colocó en un gancho donde debían ir los trajes, quedando con unos pantalones y una camisa especial para el viaje, pero más cómoda que el enorme traje blanco. -La nave es más pequeña de lo que pensé.- comentó vagando por el lugar.

-Es porque solo somos dos personas, solo colocan una cama de considerable tamaño y demás cosas útiles, pero sin ser demasiadas para no ocupar espacio innecesario.- comentó Suppasit, quien estaba a cargo de la misión.

-¿Dormiremos en la misma cama?.- preguntó sorprendido el menor.

-Si, pensé que no tendrías problema con ello porque somos hombres.-

-No me molesta, solo me sorprendió porque ni siquiera nos conocimos antes de esto.- dijo Gulf rascando su nuca con nerviosismo.

-Lamento no haberme presentado antes, pero como Max debió comentarte quería que este viaje saliera perfecto.- dijo Suppasit con pesar, pues claro que sabía que debieron conocerse antes de ir en un viaje donde tendrían que dormir en la misma cama.

-Esta bien, solo espero que nos llevemos bien.- el menor se sentó en la cómoda cama y suspiró, finalmente estaba cumpliendo su sueño.

-¿Tienes hambre?.- preguntó el mayor.

-Claro.- se puso de pie y camino a la pequeña cocina extraña donde tenían distintos tipos de comida. Prepararon unos fideos instantáneos y se sentaron en la mesa. -¿De dónde eres?.- preguntó curioso al mayor.

-De China, pero viví unos años en Tailandia.- respondió el pálido con nerviosismo. -¿Y tu?:-

-De Tailandia, nunca había salido de mi país natal y mira, ahora voy camino a la luna.- dijo con diversión el moreno.

-La nave quedará en piloto automático mientras dormimos, pero sonará una alarma en caso de que algo extraño pase.- comentó Suppasit cuando estaban preparándose para dormir.

-Esta bien, es bueno saberlo para no asustarme si suena.- el pelinegro se rio levemente y el mayor sonrió.

Cuando finalmente sintieron el cansancio apoderarse de ellos y Suppasit se aseguro de que el piloto automático estaba bien, se fueron a dormir aunque sea un par de horas.

Cada uno se colocó en una orilla de la cama, tapándose con una manta cada uno. Sorpresa se llevó el menor cuando al despertar sintió una presión alrededor de su cintura y encontró que era el brazo del mayor lo que lo rodeaba.

Extrañamente no se sintió incómodo con la cercanía del fornido cuerpo contra su espalda, al contrario, se sentía cálido y en calma, incluso había dormido plácidamente considerando las circunstancias en las que estaban.

-¿Estás despierto?.- se escuchó la ronca voz de Suppasit.

-Si.- fue la corta respuesta que dio.

-Mierda.- masculló alejando su mano de la fina cintura que había abrazado durante la noche. -Lamento haberte incomodado.- comentó apenado.

-No te preocupes, es normal que suceda.- dijo Gulf para tranquilizar a su compañero.

Dejaron pasar la situación pues tampoco había sido nada grave y continuaron su día con normalidad.

-¿Por qué no se siente la gravedad aquí?.- preguntó curioso el menor mientras veían al oscuro espacio lleno de estrellas.

-Porque está apagada aquí dentro, pero podemos encenderla si quieres.- comento el mayor sonriéndole al chico, el cual lo miro completamente emocionado mientras asentía frenéticamente. -Pero tienes que sujetarte de algo.- avisó.

-Entendido, jefe.- dijo el pelinegro sonriendo y se agarró de la silla cuando el otro presiono un botón.

Algunas cosas comenzaron a flotar y Gulf poco a poco se soltó de la silla para terminar flotando.

-Esto es mejor que en el simulador.- el menor se divertía pasando entre las cosas flotantes. -Ven Suppasit, esto es muy divertido.- dijo dando vueltas mientras era observado por el nombrado, el cual se quedó perdido viendo la diversión del menor y su genuina emoción.

Con algo de dudas se levantó y flotó cerca del chico, empujándolo juguetonamente.

-Oye.- se quejó entre risas devolviendo el empuje.

Se enfrascaron en una divertida pelea donde solo se empujaban y flotaban lejos del otro. Gulf trató de flotar con rapidez hacia el otro para lanzarlo, pero este fue más rápido y lo atrapó entre sus brazos, quedando ambos pegados a la pared, con sus rostros muy cerca, jadeando en busca de aire.

-Suppasit.- jadeó el moreno poniendo sus manos en el pecho ajeno.

-Kanawut.- el pálido acercó su rostro al del menor, pero justo cuando sus labios se iban a tocar, el nombrado volteo el rostro, dejando que el beso quedara en su mejilla.

-No podemos hacer esto.- dijo Gulf apenado, con sus mejillas levemente rojas.

-Lo lamento, no volverá a suceder.- se disculpó el castaño y lo soltó, flotando hasta su asiento para quitar la gravedad, después de notar que el menor ya estaba en un lugar seguro.

La situación entre ellos se puso algo tensa e incómoda, ninguno habló más de lo necesario pues se habían quedado pensando en el casi beso que se daban.

-Duerme bien, Suppasit.- murmuró el moreno cuando ya estaban acostados y listos para dormir.

-Igualmente, Kanawut.- murmuró de regreso el mayor, dándole la espalda al menor.

Gulf fue el primero en despertar una vez más y lo primero que vieron sus ojos fue el hermoso rostro del pálido muy cerca de él, este tenía los ojos cerrados y un semblante tranquilo.

Con dudas el pelinegro pasó la yema de sus dedos por los bonitos rasgos del otro, deteniéndose en sus finos labios. Quería besarlo, claro que lo deseaba, su mente no había parado de pensar cómo sería tener esos labios sobre los suyos.

Tenía que admitir que su compañero era demasiado guapo, que su cuerpo era fornido y con una piel pálida muy linda, tenía unos ojos coquetos que lo hacían sentir tan bien. ¿Por qué pensaba de esa manera sobre Suppasit?, no lo sabía o eso creía él.

No dudo en lo que hacía, no supo en qué momento se acercó tanto a su compañero, sino hasta que sintió los suaves labios sobre los suyos. Se alejó rápidamente y se dio la vuelta completamente apenado por lo que había hecho, más considerando que el castaño estaba dormido.

-¿Estás despierto Kanawut?.- preguntó la usual voz ronca del pálido.

-Si, recién despierto.- mintió el moreno estirándose en la cama.

-Muy bien, iré preparando el desayuno mientras te aseas.- comentó el mayor y se puso de pie.

El corazón de Gulf golpeaba en su pecho pensando en la cálida sensación de los labios ajenos sobre los suyos, internamente agradecía que el otro estuviera dormido cuando lo hizo, porque sino no sabría como actuar con el.

El día pasó bastante normal, Suppasit actuó con normalidad y hasta bromeó con el otro.

-Mañana estaremos llegando a la luna.- mencionó el mayor anotando algunas cosas en el computador.

-Finalmente.- dijo Gulf emocionado de poder pisar a su astro favorito.

-Tendremos que descansar más temprano hoy porque nuestra llegada será dentro de 8 horas, por lo que tenemos tiempo de dormir al menos 6 horas a partir de este momento.- explicó Suppasit haciendo un par de cuentas con la máquina que estimaba su llegada a la luna.

-Me parece bien, vayamos a dormir entonces.- la emoción de llegar al astro lunar borro el nerviosismo del sistema del pequeño Traipipattanapong.

La noche fue tranquila, nada extraño paso, cada uno durmió de su lado de la cama y temprano por la mañana ambos se vistieron con sus respectivos trajes para hacer finalmente su descenso.

-Ponte el casco, Kanawut.- instruyó el mayor pasándole el objeto.

-¿Puedes ver si quedo bien colocado?.- preguntó tímidamente el moreno.

-Claro.- Suppasit se acercó a él y caminó a su alrededor verificando que no anduviera nada mal con el traje o el casco. -Todo perfecto.-

-Gracias.- Gulf le sonrió a su compañero y este le sonrió de regreso, tomando su casco. -Déjame ayudarte.- se ofreció y tomó el objeto esférico para colocárselo a su compañero.

-Gracias.- dijo el pálido una vez su traje estuvo colocado por completo. -Hagamos esto.- ambos tomaron su mano y pegaron suavemente sus cascos.

Se colocaron en sus asientos y empezaron el descenso a la luna. La turbulencia no se hizo esperar, pero ellos estaban bien sujetos a los asientos por lo que no hubo ningún problema.

-Aterrizamos en la luna.- anuncio Suppasit por el intercomunicador.

-Entendido, prosigan a la exploración.- se escuchó la voz de Max desde el otro lado de la línea.

-Bajemos, Kanawut.- el mencionado asintió y comenzaron a caminar hasta la entrada de la nave, donde el castaño abrió la enorme puerta, dejando ver la superficie lunar a centímetros de ellos.

-Es tan hermoso.- dijo emocionado el pelinegro, bajando lentamente por la escalera. Estaban conectados al cohete por precaución debido a la gravedad, pero aun así pudo caminar un poco sobre el astro mayor.

-La luna es hermosa.- dijo Suppasit viendo la emoción del chico, como saltaba y reía al ver cada roca de la luna.

-¿Qué dijiste?.- preguntó sorprendido el menor.

-Que la luna es hermosa.- repitió algo nervioso.

-Tu...- dijo Gulf pensando en la única persona que decía aquella frase. -No puede ser.-

-Gulfie, ¿tú no crees que la luna es hermosa?.- se atrevió a preguntar el pálido.

-Pero... ¿Mewie?.- preguntó desconcertado, ahora si no había posibilidad de que no fuera su viejo amigo el que estaba con él.

-Soy yo, pequeño, cumplí mi promesa de traerte a la luna.- dijo Mew con nostalgia al recordar como hace 15 años había hecho aquella promesa a su mejor amigo.

-Mewie.- Gulf corrió lo más rápido que la gravedad le permitía y de forma cariñosa se tiró a los brazos del mayor, dando algunas vueltas juntos. -Oh Mew, te extrañe tanto.- no pudieron evitar las lágrimas de felicidad al estar juntos otra vez.

-Yo también te extrañe demasiado.- aun con los trajes entre ellos, el castaño pudo sentir la calidez del cuerpo ajeno.

-¿Por qué no me dijiste que eras tú todo este tiempo?.- se quejó el menor.

-Quería que fuera una sorpresa.- respondió nerviosamente.

-Pero quisiste besarme, aun cuando sabías que era yo.- dijo algo alterado al pensar que había besado a su mejor amigo de la infancia.

-Tu fuiste el que me beso mientras dormida.- reclamó Mew recordando la cálida sensación sobre sus labios.

-Pero no sabia que eras tú, además pensé que estabas dormido.- se excusó el pelinegro caminando un poco para procesar todo lo que estaba pasando.

-Eso lo hace peor, pero no me molesta.- se apresuró a decir Mew pues noto la mirada triste de su amigo.

-¿No te molesta?.- preguntó sorprendido, queriendo comprobar si había escuchado bien por el intercomunicador.

-Gulfie, trate de besarte primero, moría por besarte.- confesó el pálido acercándose a su pequeño para tomar su mano y guiarlo a través de la soledad de la luna.

-Pero...- quiso decir algo el pelinegro pero lo que vio frente a sus ojos lo dejó impactado.

-Plante este girasol la primera vez que vine, tiene una cápsula con oxígeno y agua que se sustenta sola.- explicó el pálido. -Tenía la esperanza de traerte en algún momento y confesarte que he estado enamorado de ti desde el primer día que te vi, aunque al principio no sabía que era amor, lo descubrí cuando llore por meses después de irme a china.-

-Oh Mew.- jadeó sorprendido Gulf. -No se que decir.-

-No se si tu sientes algo por mi, pero quería que lo supieras y que este girasol fuera la prueba de que logre llegar a la luna por ti y para ti, es la prueba de que nunca he dejado de pensar en ti.- afirmó el mayor tímidamente, sintiendo sus mejillas sonrojadas.

-Yo también me enamore de ti, Mew.- aceptó finalmente el pelinegro. -Tal vez no lo supe en ese momento, pero con los años descubrí que era amor lo que sentía por ti, te extrañe cada segundo desde que te fuiste y logre llegar hasta aquí solo por esa promesa que hicimos.-

-Se que para ti no hay lugar mejor que este para ti, así que a pesar de los 15 años que han pasado y que no nos vimos en todo este tiempo, se que te amo, por eso quiero preguntarte ¿quieres ser mi novio?.-

-Mewie.- jadeó sorprendido el moreno, soltando lágrimas de pura felicidad. -Si quiero, me encantaría.- como pudieron se abrazaron, pues los cascos estorbaban un poco.

🌕🌙⭐

Considerando que el traje no los dejaba acercarse demasiado, decidieron continuar con el propósito de su misión, la cual era encontrar el robot exploratorio dejado en la última misión y reemplazarlo con el nuevo.

Les tomó cerca de una hora hacer todo eso antes de volver a la nave.

-¿Cómo es que sabias que era yo todo este tiempo?.- preguntó el menor cuando ya dentro del cohete se habían quitado los enormes trajes y se habían recostado en la cama, cansados de la larga caminata.

-No olvidó ningún detalle de ti, se tu nombre completo y fecha de cumpleaños.- suspiró el castaño. -Llevo 4 años trabajando en esto, hace dos viajé por primera vez a la luna y plante ese girasol para ti, después me dedique a buscarte, sabía que estudiarías para ser astronauta, por lo que solo tuve que pedirle a Max algunos archivos y rogarle que me dejara venir contigo.-

-¿Max sabía todo?.- cuestionó sorprendido.

-El ha sido mi mejor amigo desde que estoy trabajando aquí, así que quien me ayudó en todo.- respondió Mew volteándose para ver a su novio a los ojos.

-No puedo creer todo lo que hiciste por mi, Mewie.- Gulf estiró su mano y acarició los suaves cabellos del castaño, completamente emocionado por todo lo que este había hecho para él.

-Te dije que algún día te llevaría a la luna y lo cumplí, espero te haya gustado.-

-Me encanto, muchas gracias por encontrarme de nuevo.- con las mejillas sonrojadas, el pelinegro se acercó un poco más al mayor, posando sus labios suavemente por los ajenos.

Mew correspondió de inmediato el beso, rodeando la cintura del menor, atrayéndolo contra su cuerpo. Sus labios se movieron lentamente, explorando los belfos ajenos. El pálido tomó entre sus labios los de su novio, mordiéndolos suavemente.

-Mghh.- gimió bajo Gulf cuando el otro mordió sus labios de una forma muy sensual.

-Detenme si no quieres que hagamos algo mas.- murmuró el mayor pasando sus besos por las sonrojadas mejillas, mordiendo en la afilada mandíbula del menor, pasando finalmente a su cuello, donde mordió y succiono pedazos de la suave y deliciosa piel.

-Sigue, Mewie, por favor.- la súplica del moreno salió en un tono sensual y completamente necesitado, excitando más al otro.

-Deseaba tanto tenerte así, bebé.- Mew fue desabotonando la camisa del pequeño, bajando sus besos a la hermosa piel expuesta, dejó marcas rojas en las pronunciadas clavículas, trazó un camino de besos por los lunares que decoraban el pecho frente a él y finalmente se detuvo a jugar con el rosado pezón frente a él.

La sola imagen de Gulf jadeando, con su piel morena ya llena de algunas marcas lo volvía loco, había deseado tantos años poder tener al único amor de su vida con él y finalmente podía hacerlo suyo.

-Mew.- gimió el pelinegro cuando el otro mordió juguetonamente uno de sus pezones, paseando su lengua para calmar el posible dolor. -Espera.- alejó a su novio de su pecho y lo recostó boca arriba, para después subirse sobre él, con una pierna a cada lado, justo sobre su pelvis.

-Te ves aun mas hermoso de lo que recordaba, eres precioso, cariño.- Mew apretó los firmes muslos que lo volvían loco desde que se re encontró con su amigo de la infancia.

-Tu también te volviste malditamente guapo, amor.- de forma sensual Gulf quitó su camisa y la lanzó por algún lugar. -Por eso es mi turno de marcarte como mío.-

Esta vez fue el menor quien dejó marcas por la pálida piel de su novio, abriendo su camisa para admirar su firme pecho y sus marcados abdominales. Gulf podía sentir la erección ajena bajo su trasero y él estaba en la misma situación.

No les importó el lugar, nada más que sentirse uno y consumirse en el dulce placer de hacer el amor con la persona que más amaban.

-Quiero quitarte esto ya.- gruñó frustrado el pálido abriendo el cinturón del pequeño.

-Desesperado.- dijo divertido el pelinegro, poniéndose de pie, siendo seguido por el mayor.

-Déjame quitártelos, cariño.- pidió dulcemente y se sentó frente a su novio para besar su tierno abdomen abultado, bajando las dos prendas que cubrían el cuerpo ajeno, mientras este le acariciaba el cabello entre suspiros de puro placer. -Tienes un cuerpo espectacular, podría pasar toda mi vida solo viéndote.-

-Mewie.- jadeó el menor avergonzado. -Oh Mew.- gimió cuando el nombrado tomó su miembro entre su mano y lo acarició lentamente.

-Tus gemidos son tan eróticos, bebé.- el mayor sonrió encantado y siguió marcando la dorada piel frente a él, mientras seguía dándole atención a la dura erección de su novio.

-Para, yo también quiero ver tu cuerpo.- Gulf tomó la mano del castaño y la alejó de su cuerpo.

-Lo que mi pequeño desee.- Mew se puso de pie y bajo la atenta mirada del otro se despojó de sus prendas, sacando la camisa que había quedado abierta y bajando sus pantalones.

-Me encantas, Mew.- afirmó el moreno sorprendido con el cuerpo tan masculino y sensual frente a sus ojos.

-Tu también me encantas, cariño.- el pálido tomó entre sus brazos al menor y se apoderó de sus labios en un apasionado beso, donde sus lenguas no se hicieron esperar, enredándose con placer. -Quiere hacerte mío.- jadeó contra los rojos labios.

-Hazlo, te quiero sentir dentro.- aceptó Gulf completamente entregado.

-¿Alguna vez has estado con otro hombre?.- preguntó curioso el mayor.

-Con nadie, ni hombres ni mujeres, porque ninguno eras tú, solo te deseo a ti.- confesó. Ciertamente había tenido oportunidades para tener sexo, pero además de estar muy ocupado con sus estudios, la idea de reencontrarse a Mew lo detenía, no quería estar con nadie mas que con el hombre que ahora lo tenia entre sus brazos.

-Seré el primer y único hombre que te tenga así, porque no pienso volver a alejarme de ti.- afirmó el castaño atacando de nuevo los dulces labios de su pareja.

-No se si yo seré el primero para ti, pero quiero ser el último, el único para ti.- comentó tiernamente el moreno, que aunque le dolía pensar en Mew con alguien más, sabía que era algo muy posible.

-Lo intente una vez, pero no pude hacerlo, sentía que te estaba engañando de alguna forma.- comentó divertido el pálido. -Solo quiero estar contigo.-

Mew se sentó sobre el colchón y acomodo a su novio sobre él, pegando sus cuerpos lo más posible, acariciando la piel ajena con devoción. Las palabras sobraron después de eso, ya tendrían tiempo después para contarse sus vidas.

Gulf movía sus caderas de forma sensual, dejando que la erección ajena se deslizara entre sus nalgas, humedeciendo su fruncida entrada. El mayor comenzó a acariciar aquel lugar que quería poseer y lentamente adentro uno de sus dedos, buscando el punto que sabía que le daría mayor placer a su novio.

-Oh Mew.- el gemido de puro placer que el pelinegro soltó le dijo al otro que había encontrado el punto exacto.

-¿Te gusta como se siente?.- preguntó roncamente el pálido.

-Me encanta, pero necesito que sea esto lo que está dentro.- sin pena alguna tomó la erección del mayor y la apretó suavemente.

-Oh cariño.- gimió este. Fue delicado al preparar a su novio, porque aunque moría por poseerlo, no quería lastimarlo y arruinar el recuerdo de su primera vez.

-Por favor, amor, estoy listo.- gimió el menor con desesperación.

Mew sonrió por el tono de su novio y sacó sus dedos del estrecho pasaje, acomodando su miembro para adentrarlo lentamente, rodeando la fina cintura del menor para pegarlo a su pecho.

Fue Gulf quien comenzó a subir y bajar para auto penetrarse, pues el castaño se había quedado quieto para que su novio se acostumbrara.

-Oh si, Mew.- gemía con gusto cuando el duro miembro dentro de él daba justo en su próstata.

-¿Dónde quieres que me corra, cariño?.- preguntó de forma sucia el mayor, pues la opresión que lo rodeaba era demasiado para él.

-Dentro, quiero que marques mi interior.- pidió entre gemidos.

Sus cuerpos estaban sudados y sus vientres bajos anunciaban que pronto se correrían. Sus labios se unieron en un acalorado beso, con la saliva escurriéndose por la comisura de sus labios, sus lenguas se dedicaban a recorrer la cavidad ajena.

-Ah, ah, Mew.- Gulf clavó sus uñas en la ancha espalda del pálido cuando se corrió, manchando ambos abdómenes.

-Oh Gulf.- gruñó el Mew dejándose ir en un placentero orgasmo, soltando toda su esencia en el cálido pasaje que tanto placer le había dado.

-Mghh, se siente raro.- dijo divertido el moreno al sentir el cálido fluido dentro de él.

-Te amo, Gulfie.- suspiró el mayor agotado.

-También te amo, Mewie.- el menor acarició el húmedo cabello de su novio, ambos tratando de recuperar el aliento.

Se recostaron bajo las sábanas sin importarles el desastre en sus cuerpos, se acurrucaron entre los brazos del otro, dándose dulces besos.

-¿Te das cuenta que nuestra primera vez fue en la luna?.- preguntó de repente Gulf, con un tono tan serio que hizo a su novio reír a carcajadas. -Oye.- se quejó haciendo un puchero que el mayor no dudó en besar.

-¿No es eso increíble?, te hice el amor en tu lugar favorito de todo el universo, la luna es testigo de nuestro amor.- dijo Mew acariciando las rojas mejillas del pequeño.

-Siempre recordaré este momento, gracias por hacerlo tan especial, amor.- suspiró el moreno con gusto.

-Tu te mereces solo lo mejor.- el castaño beso dulcemente los gruesos labios de los que se había hecho adicto desde el primer toque.

🌕🌙⭐

5 días después ambos chicos llegaban a Tailandia, donde habían decidido que se quedarían a trabajar mientras no tuvieran que volver a hacer algún viaje al espacio.

-¿Qué te parece el departamento, amor?.- preguntó Gulf cuando entraron al que era su departamento, el cual ahora sería de los dos.

-Me parece perfecto para empezar nuestra vida juntos, cariño.- respondió Mew rodeando la cintura del moreno desde la espalda, dejando un beso en su mejilla.

-Además tiene una hermosa vista a la luna, ven.- se encaminaron hasta el balcón y admiraron el hermoso cielo iluminado por la estrella mayor. -Y pensar que hace unos días estábamos allá.-

-Tiene una hermosa vista.- afirmó el pálido. -La luna es hermosa.- suspiró enamorado, viendo como esta se reflejaba en los bellos ojos de su novio, que miraba al cielo con emoción, tal como cuando eran niños.

-Nunca te referiste a la luna, ¿no es cierto?.- cuestionó el moreno volteando a ver a su novio, pues había sentido la mirada sobre él.

-Me descubriste.- dijo divertido el castaño, besando cortamente los labios ajenos. -En china eso significa te quiero o te amo.- confesó.

-Pues la luna es muy hermosa.- Gulf se dio vuelta entre los brazos de su novio y lo beso con todo el amor que sentía en su corazón.

Ciertamente la luna era hermosa y era gracias a ella que sus caminos se habían unido, gracias a ella finalmente podían estar juntos y amarse para toda la eternidad.

   

     

   

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Primero que nada, cualquier cosa sin sentido que haya puesto, me disculpo porque no investigue mucho sobre los viajes a la luna y todo ese rollo.

Como se han de imaginar pensé en esta historia en base a Spaceman, la ultima canción de Mew, aunque no tiene relación con la letra.

Pero enserio me gusto el resultado y espero que ha ustedes también les haya gustado tanto como a mi, que lo apoyen y dejen sus opiniones que siempre son bien recibidas.

Nos leemos pronto, wuv u💜💜💜



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