Frente a mí había un chiquito vestido con una camisa marina y un pantalón marrón. La mano de mi hija estaba en la suya y eso no me gustaba.

— Dime, cielo. ¿Quién es este chico?

— Papá, mamá, les presento mi novio, Tiago.

— Hola señor Balsano, hola señora Balsano.

Nos estrechó la mano, y mi Luna le sonrió.

— Hola niño, no sabias que mi hija tenía un novio.

— Tampoco.- dije con voz baja.

— Matteo...

— ¿Desde cuanto tiempo estas con él, Ana?

— Desde dos semanas papá. No te lo dije antes porque tenías problemas en tu trabajo pero ahora es el buen momento. Tiago y yo nos amamos desde hace mucho tiempo, y no les conté antes porque tenía miedo.

— ¿De qué?

Me dolía saber que mi hija no confiaba en mi. Además, ese chico no me parecía bien.

— De...

— No te preocupes, hija. - dijo Luna. - Sabes cómo es tu padre, ¿eh?. Vamos a dejaros un poco sólitos y después hablamos de eso ¿vale?

— Si, gracias mamá. No te preocupes papá, Tiago nunca me hará daño.

Suspiré y seguí a Luna en la cocina. Ella sonrió cómo una niña.

— ¿Qué ?

— Tiago me hace pensar en ti.

— ¡¿Qué?! No, de nada.

— Sii, te aseguro que si. Tiene el mismo estilo que tú cuándo te conocí. Y además eso me hace mucho pensar en la primera vez que mis padres te vieron cómo mi novio. ¿Te acuerdas? - dijo acercándose a mi.

— Claro que sí... - dije con sensualidad. - Pero le faltan las flores.

Le toque la nariz y ella rió.

— Y además, nadie puede estar tan perfecto cómo yo.

— Claro, mi chico fresa.

— Y mi chica delivery.

La besé, recordando la primera vez que lo hice en la pista. La amo tanto.