Un desastre con orejas

Como ya saben es un one-shit largo leer hasta el final por favor UwU

Era un día tranquilo en el boar hat, el zorro de la avaricia se encontraba cocinando en su nueva cocina, después de que habían remodelado la taberna ahora ya tenía más espacios para cocinar y su pequeña hada podría ayudarle, king y Diane por su parte simplemente estaban en el pueblo recogiendo cosas para su viaje hacia Camelot, debían llegar cuanto antes si querían destruir a los mandamientos sin embargo por el detalle de que si melascula muere Elaine igual tenían un lucha interna, pero estaban tranquilos. 

Bueno al menos para la mayoría era tranquilo, mientras la princesa se encontraba limpiando las mesas ignoraba a todo su alrededor, desde cuando Elaine la llamaba, los poemas de escanor o incluso las nuevas emociones de gowther todo lo ignoraba como si estuviera tan preocupada o pensativa y eso hacía que el capitán de los pecados se preocupara. Incluso cada que se subía a su cadera y empezaba a tocar de forma libinidosa sus pechos la princesa simplemente se le quedaba viendo, serena,  cómo si quisiera descubrir lo que guardaban esos ojos esmeralda brillantes y lo alejaba de su cuerpo sin emoción alguna.

Esas acciones hacían que sus corazones empezaran a palpitar con fuerza contra su pecho tanto de miedo como de cariño, su diosa no podía recordar nada aún, había guardado demasiado bien sus emociones para que ella no descubriera la verdad o había disimulado su deseo y temor de perderla una vez había vuelto a la vida. Tenía miedo de que las palabras de estarossa hubieran desbloqueado algún recuerdo y ella esté tratando de recuperar los demás pues recordaba bien que su hermano menor había hablado de ellos dos hace 3000 años y le pidió en un susurro a su amada que no lo escuchara. ¿Acaso la diosa había vuelto? ¿Acaso no se lo había dicho para no preocuparlo? ¿Desde cuando recordaba todo? No podía verla muerte de nuevo, necesitaba salvarla, necesitaba abrazar su cuerpo nuevamente pero que no estuviera muerta sino abrazarla cuando ellos estén en una iglesia, con ella hermosa vestida de novia apuntó de empezar una nueva vida.

—Ellie...—

—¿Hu? Elaine hola — cuando hablaba de esa forma podía estar seguro de que era su princesa, aquella temerosa, valiente e insegura— ¿Que sucede?—

—Desde lo que dijo Diane el otro día has estado muy pensativa — justo lo que quería escuchar, el capitán al notar que la hada preguntaba lo que él no se atrevía empezó a limpiar una botella que en realidad no estaba sucia y paró la oreja esperando calmar un poco su nerviosismo. No podía perderla, no ahora —¿Estás bien Ellie?—

—S-Si estoy bien Elaine tranquila solo...— meliodas volteó a mirarla esperando a que respondiera, pero su respuesta solo fue una mueca algo amarga, una sonrisa triste y unos ojos azules cargados de una energía negativa que no conocía en su princesa — Sabes que olvídalo mejor te lo digo después con Diane — la santa de el bosque solo frunció el ceño, sus ojos ámbar empezaron a brillar al mirar fijamente a la princesa pero no sucedió absolutamente nada. No consiguió leer su pensamientos como si hubiera puesto la mete en blanco para asegurarse de que eso no pasara 

Fue el colmo para el dragón de la ira, dejo la botella de cerveza en la barra creando un ruido fuerte que asustó a todos los presentes, su mirada estaba gacha algo cubierta por sus cabellos rebeldes asustando un poco más a los que estaban ahí, o bueno más bien a la mayoría pues lo que era el inmortal ya no se asustaba al ver a su capitán en ese estado, conocía bien que cuando se ponía de esa forma es porque algo lo tenía preocupado así que se le iba a pasar rápido.

—Ban cuida la taberna ire a dar una vuelta —

—Claro capitán — y ya no dijo nada más, metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón el demonio empezó a caminar hacia la puerta silbando un poco pero sin mirar en ningún momento a la princesa que lo observaba atenta y algo nerviosa. Si quería conocer la verdad lo más probable era ir con la persona que los sabía todo 

*

—¡Merlín! ¿Estás aquí?— 

—¿Que necesitas capitán?— 

—Sabes bien a lo que vengo — la maga en toda respuesta solo soltó una pequeña risa de lado cerrando los ojos en clara comprensión. Meliodas tomó eso como una señal de que sabía bien a lo que había ido a visitarla por lo que cuando se acercó hasta él negó con la cabeza

—Si tu preocupación es que elizabeth haya recordado todo, tranquilo meliodas que aún no— murmuro algo suave siendo escuchada por el curioso capitán quien empezaban a mirar cada una de las cosas que tenía en su lugar de trabajo, su curiosidad un día lo iba a matar otra vez — Pero podría crear algo para retrasar el efecto —

—Sabes que es imposible retrasar la maldición — murmuro ya un poco más calmado tomando algo parecido a una calavera moviéndola entre risas, eso parecía más un juguete que un objeto de trabajo —¿Hu? ¿Que es esto?— 

—No habló de la maldición capitán hablo de los recuerdos de la princesa—perdiendo de vista a ese escurridizo demonio la maga solo camino hacia uno de sus libros de hechizos esperando encontrar algo que ayudará a su amigo de hace miles de años —Quizá si retrasó un poco sus recuerdos la maldición tarde más tiempo en ser activada solo necesito que me traigas...—

—¡Ahhhhhhhhhhhh!— antes siquiera de que Merlin pudiera mencionar los ingredientes para su poción el sonoro grito de el demonio rubio llamó su atención, la seriedad en la cara de la hija de belialuin era monstruosa en especial cuando escuchó varios vidrios romperse y el maullido de un gato que salía corriendo de ahí. Al parecer ese gato de alguien de el pueblo había entrado a su laboratorio, le había saltado encima a él pecado arañándolo por eso grito y el susto de el gato hizo que varias botellas de experimentos se rompieran en el suelo. Solo suspiro tratando de guardar la calma y  negó con la cabeza 

—Creo que discutiremos esto en la taberna no quiero que rompas mas...—

—Miau...— la de cabellos azabaches solo abrió los ojos con sorpresa cuando escucho ese pequeño pero audible maullido proveniente de el humo que había causado todos los destrozaos por parte de el demonio y ese gato que había entrado hacia su lugar de trabajo, la razón de esos ruidosos fueron claros cuando toda la nube de humo se disipó, de entre el revoltijo de pasiones y vidrios rotoso un pequeño...muy pequeño, gato de orejas negras, cola larga de igual color pero la clara apariencia de su capitán fue suficiente para que Merlin empezara con un tic en el ojo 

—Mierda...—

*

—M-Merlin ¿Que le pasó a el señor meliodas? — minutos después de haber recogido todos los destrosos que había causado ese hato rubio la mayor hechicera de toda britania se había teletransportado hasta donde estaban sus demás compañeros con clara molestia en su mirar y a meliodas flotando en esa forma a su lado. Ese rubio parecía más que nada no saber nada, cómo si solo fuera un gato y en realidad no sabía quien era en verdad, pues jugaba con sus patitas o parecía tratar de ir más allá al estar suspendido en el aire poder de la azabache 

—La verdad no lo sé — 

—¿¡Como no vas a saber por qué el capitán está en ese estado!?— le gritó Diane un poco desesperada pero sin conseguir que su amiga y compañera quitara esa cara de serena furia que guardaba en su interior 

—Miau...— 

— ¿S-Señor meliodas es usted?— el pequeño gato de enormes ojos verdes solo se le quedó mirando atento, no despegaban sus miradas y cando aparte ese minino de orejas negras ladeó la cabeza, la dama peliplateada lo tomo entre sus brazos recibiendo de recompensa un suave ronroneo por parte de él más bajo que enterneció a todos, menos a el porcino rosado que lo observaba con algo de celos y molestia, sabía que ese enano solo se hacía la víctima y trataría de aprovechar su estado —Es muy tierno—

—No caigas en sus juegos Elizabeth— murmuró el cerdito acercándose hasta ellos mirando cómo ese gato solo lo miraba atento sin parpadear — Seguramente solo está actuando para hacerte cosas pervertidas — 

—¡Miau!—

—¡Heeeeeeeek!— el chillido de el hawk resonó por toda la taberna seguido de el sonido de sus pesuñas rasguñando el suelo por correr, en un acto "salvaje" el gato meliodas se le había lanzado encima arañando su lomo cosa que lo hizo correr y ahora era perseguido por ese gato que parecía querer comérselo —¡Elizabeth ayuda!— 

—¡Señor meliodas espere!—

—Merlin ¿cuando volverá a la normalidad el capitán? — ignorando un poco la forma en la que el cerdito no dejaba de correr y la princesa intentaba atrapar a ese gato rubio de orejas negras el zorro de la avaricia se acercó hasta su amiga que se encontraba tranquilamente tomando vino 

—No lo se, quizá hoy o en un par de días — 

—Tendremos que posponer nuestro viaje a Camelot — dedujo el de lentes mientras formaba una mueca, debido a la condición de su líder no podían correr el riesgo de que siga siendo un gato a la hora de la batalla — ¿No puedes crear algo para que vuelva a la normalidad?—

—Si supiera que poción se derramó encima si — explicó con calma la de azabache mirando la cara de confusión por parte de todos — muchas botellas se rompieron, todo ese revoltijo de magia más aparte el pelo de el gato que entró debió de convertirlo en eso, pero el efecto terminará — 

—¿Cuando?—

—No lo se pero seamos pacientes — 

—Eso fue algo muy malo señor meliodas — una vez terminada su conversación la princesa albina se dejó ver nuevamente con el gato que le lanzaba rasguños desde arriba a el pequeño cerdito lastimado mientras su cola se erizaba de lo enojado que estaba —Dejo a hawk lastimado y usted está muy sucio ¡No debe hacer eso!— el pequeño gato de ojos verdes simplemente volteó a ver a Elizabeth con una cara triste, agachó sus orejas en señal de tristeza y empezó a restregarse contra su pecho como si le pidiera disculpas, esa acción por parte de él pecado fue suficiente para que la princesa se sonrojara y empezara a acariciar sus orejas caídas — Bueno supongo que no sabe lo que hace se le puede perdonar — 

—¡Heeeek! ¡Elizabeth no solo está actuando!—

—¡Miauuuu!—

—¡Ayuda quiere matarme otra vez!— salió corriendo el pequeño porcino hacia los brazos de ban al ver cómo nuevamente el gato erizaba su pelaje y parecía volver a saltarle encima, antes siquiera de un meliodas consiguiera perseguirlo, Elizabeth lo abrazó fuerte para que este no se saliera recibiendo como recompensa un pequeño maullido de confusión. Acto seguido la risa cristalina de la femenina hizo que extrañamente el minino agachara sus orejas mientras movía su colina de un lado a otro y para rematar esa escena tierna la princesa empezó a acariciar su cabeza con cariño —¡Elizabeth esa es un bestia mortal suéltalo!— 

—Ay hawk que cosas dices, el señor meliodas está tranquilo— 

—¿Puedo tomarlo?— 

—Claro Diane solo tómalo con cuidado — la gigante encogida solo sonrió asintiendo con la cabeza, se acercó hasta el pequeño minino que la miraba atenta y cuando sintió que esas manos lo alejaban de el cuerpo de la princesa, soltó un fuerte maullido clavando esas pequeñas garras en la ropa de el vestido de la peli plateada y cerró los ojos —¡S-Señor meliodas no jale mi ropa!—

—¡Si le haces daño a Diane te mato capitán!— 

—Kyaaaaaa señor meliodas — antes de que alguien pudiera reaccionar el gato de ojos esmeralda solo salto de los brazos de la gigante rasguñando muy levemente los brazos de la princesa y se acurruco en su pecho temblando fuertemente mientras seguía maullando — 

—Hu que grosero capitán — 

—¿No estás lastimada Diane?— algo enojado por la forma tan agresiva en la que se puso el gato demonio la gigante solo negó con la cabeza frunciendo el ceño y se volteó, no es que estuviera celosa que no tenía por qué reaccionar de esa forma. Ahora había quedado mucho más sucio y desarreglado, sus ropas de la taberna estaban algo bajas descubriendo el nuevo pelaje que poseía, estaba manchado de licor por las botellas de alcohol que derrumbaron mientras perseguía a el pequeño porcino junto a tierra y  polvo que tenía la taberna y se le pegaron a el cuerpo por la humedad que tenía 

—Parece que el capitán está muy sucio —

—¡Oh! Es verdad, tendremos que darle un baño a el señor meliodas — toda la taberna  se quedó en un total silencio mirando a la princesa con serenidad y picaría en sus ojos, claramente la albina no sabía la razón por la que la miraban de esa forma — ¿Que?—

—Ellie, el capitán no deja que nadie más lo toque— 

—Bueno aparte de que a los gatos no les gusta mucho el agua pero seguro que contigo se controla— el sonrojo aumento en las mejillas de la peli plateada, no podía hacer eso, digo no era complicado bañar a un gato ya lo había hecho antes con sus hermanas pero por el simple hecho de que era meliodas el gato a el que debía de bañar una terrible euforia, vergüenza y aparte miedo crecía en su pecho. No podía hacerlo mucho menos si se notaba de ver sus ojos esmeralda 

—N-No creo poder— respondió con su voz dulce chocando miradas con ese gato que lamia sus patitas y agachaba las orejas cada que la miraba. Esa actitud tierna cambio por completo cuando por "curiosidad" empezó a apretar sus pechos con aquellas pequeñas garras que causaron risa en la princesa por las cosquillas, debería de empezar a dejar de usar escotes en sus vestidos 

—¿¡Vez!? ¡Te lo dije Elizabeth solo esta actuando ese pervertido va a tocarte si lo tienes cargado!— chillo el cerdito acercándose hasta ellos formando unos puños con sus orejas de la misma forma que lo hizo con zaratras pero retrocedió cuando noto la mirada de hambre que le lanzaba ese gato, esa cosa a pesar de ser pequeña si que era mortal—A-Aléjate de mi o me veré obligado a usar mi enorme poder de 3000 contigo —

—Diane ¿podrías ayudarme con el señor meliodas?— 

—¡No me ignores!— el chirrido de hawk fue nuevamente ignorado por todos al ver como ese pequeño gato solo seguía chupando su patita tratando de limpiarse antes de que lo bañaran. Extrañamente a meliodas le había entrado un enorme miedo a el agua que no conocía y todo por su curiosidad. Tenía sus ventajas ser un gato y fingir que no sabías nada, Elizabeth lo mantenía cerca de su pecho siempre, esas suaves montañas para él eran como un refugio que le gustaba demasiado y que disfrutaba al estar ahí claramente disimulaba eso con sus perversiones, lo acariciaba detrás de la oreja y extrañamente eso le gustaba demasiado, sentía placer, no solo placer carnal sino también una paz enorme que no sentía desde hace mucho tiempo, lo enamoraba cada día más y sin duda solo quería que lo siguiera acariciando  

—Si pero no voy a tocarlo al parecer no quiere eso — 

—Gracias acompáñame arriba — antes de subir Diane solo se despidió de king con una beso para cambiar su nerviosismo, hawk subió con las chicas solo para poder burlarse de el pequeño gato que parecía asustarse entre más subían las escaleras 

*

Meliodas solo estaba sentado admirando a la princesa peliplateada, su mirada no podía dejar de recorrerla no solo por pervertidor sino que aprovechando que estaba en ese estado y todos creían que solo era un gato sin conciencia podría mirarla y pensarla como siempre a querido, con ese amor que se guardaba por miedo a verla muerte frente a él una vez más, la castaña solo se había quedado con su uniforme de la taberna pues no necesitaba nada más para ayudarle a la princesa mientras que elizabeth si necesitaba cambiarse y para buena suerte de meliodas y mala de hawk el gago rubio lo miraba todo y el cerdito estaba esperando detrás de la puerta. No iba a poder vigilar a ese gato pervertido hasta que volvieran a dejarlo entrar.

No había visto su cuerpo en ningún momento por más que quisiera, era cierto que la tocaba y veía o robaba sus bragas de vez en cuando solo para molestarla pero la forma en la que la miraba ahora no lo había hecho en mucho tiempo, solo empezó a lamer su patita para disimular un poco y que su amiga castaña no sospechara nada. Sus curvas blancas descubiertas, sus largas piernas mientras se oponía la falda de el uniforme, sus senos siendo cubiertos por esa camisa azul que solo se abotonó para no mojar su vestido y como un último toque se amarró el cabello  con dos palillos 

—¡Listo! Ya puedes entrar hawk— 

—Ya era hora no me imagino todas las cosas pervertidas que imagino ese idiota— en toda respuesta meliodas solo bufo y maulló en un ruido alto erizando todo su cuerpo asustando un poco a el pequeño cerdito. Se adentraron a el baño de la habitación que compartían el pecado y la princesa y solo dejaron a el pequeño gatito sentado, la cara de concentración y vergüenza que tenía su bella diosa fue suficiente para que el rubio no se moviera en ningún momento, aunque claro, percibió cada que ella le quitaba la ropa, podría ver su sonrojo todos los días si era necesario, podría volver a hacer ese desastre con tal de sentir sus manos sobre él nuevamente. Esa burbuja de pasión y amor se deshizo cuando empezó a sentir que empezaban a meterlo en la tina circular que tenían. Gracias a que bartra había puesto el dinero para la nueva taberna ahora tenían tinas en sus baños y no tenían que bañarse en el río con las cubetas.

—¡Miauuuu!— 

—Señor meliodas por favor es solo agua— le pedía la amable aniña pero el gato sucio solo se aferraba aún más a su ropa —¡Diane ayúdame!— la gigante no dudo ni un segundo en hacerlo y empezó a jalar a el pequeño minino para que lograra sacarse de la ropa de la albina sin notar que de poco a poco los botones de su camisa empezaban a quitarse por la fuerza de las garras de meliodas—Ya señor meliodas será rápido lo prometo — pero aún así negó, y siguió temblando aferrando esas pequeñas garras a la ropa de su mujer. Uno, dos, tres segundos y cuando la camisa azul de la princesa al fin se abrió reveló una parte de su cuerpo que dejó a meliodas anonadado causando que dejara de sostenerse y Diane lo tirara en la bañera. Fue tanta la fuerza que uso que por primera vez fue sin querer, si camisa se abrió, su sostén se jalo y por el frío que hacía en la habitación su rozado botón de puso duro, cuando meliodas observó su cremoso seno de fuera fue tanta su sorpresa que terminó cayendo a el agua 

—¡Miauuuu!— 

—Jaja eso te mereces por ser un gato horrible— se burló hawk de el pequeño gato quien solo se quedó sentado en el agua  anidada y temblando por la sensación de estar completamente mojado en ese ambiente frío. Elizabeth solo suspiro, volvió a acomodarse su ropa con su sonrojo aún más fuertes volviendo a la normalidad de esa misión que parecía imposible, el agua era cálida y eso meliodas lo sabía pero aún así sus orejas que estaban mojadas y fuera de el agua podía sentir el frío —Déjalo ahí Elizabeth— 

—No hawk dijimos que íbamos a bañarlo, mejor lleva  su ropa afuera para que se seque y podamos ponérsela una vez salgamos de el baño—

—Está bien lo tú lo vigilas Diane — murmuró el cerdito tomando las pequeñas ropas de el capitán de los pecados para ponerlas en su lomo y salir de el cuarto de baño aún riendo por la cara de temor que tenía ese pequeño mínimo empapado 

—Ahora empecemos, por favor no se mueva mucho señor meliodas— era cierto que sentía miedo también era verdad que tenía frío pero lo único que lo distraía de no salir corriendo de ahí era la cara de su albina y la forma en la que lo lavaba suavemente. Tallaba sus pequeñas patas con la esponja concentrada en quitarle la suciedad en sus uñas, talló su espalda quitando todo el resto de polvo y licor que tenía en esta, tallo su cola de gato dejando su cuerpo pequeño con olor a jazmines y luego cuando empezó a tallar su cabeza no pudo evitar cerrar los ojos y empezar a ronronear. Esa acción fue escuchada y vista por amabas femeninas quien le pusieron mas atención. 

—Vuelve a tallarle ahí— le indico la castaña señalando un lugar detrás de su oreja —

—¿Aquí?—

—Si— Lo hizo nuevamente tallo atrás de sus orejas, acariciado las orejas mismas llenándolas de jabón y cuando aparte también talló esos cabellos rubios fue recompensada por un ronroneo suave y tierno que ambas escucharon, su cola empezó a moverse de un lado a otro e incluso una suave sonrisa se posó en su rostro quedándose totalmente quieto. A pesar de que empezaron mal al final todo había salido de maravilla.

—¡Listo! Ya quedo limpio señor meliodas — 

—miau...— en esta ocasión el maullido había sido más suave y leve, ni enojado ni frustrado sino una emoción que ni la albina ni la castaña pudieron comprender. Elizabeth solo lo envolvió en la toalla suave secándolo en el camino de regreso a la habitación sintiendo como ese pequeño minino se movía algo inquieto al está apresado entre la toalla

—Diane ¿podrías ir a ver si la ropa de el señor meliodas ya se secó?— 

— ¡Claro! Ya vuelvo — musito feliz y contenta la gigante saliendo de la habitación corriendo para poder volver rápido, Elizabeth solo se quedó adentro con el gato que se seguía moviendo incomodo ante la humedad. Pero dejo de moverse cuando sintió las manos de su amada otra vez sobre él, la peli plateada empezó a secar su pelo con cariño, seco sus orejas, secó su espalda al igual que su barriga claramente intentando no desviar sus ojos a más abajo. Esa acción por parte de la mujer causó un poco la risa de meliodas, una risa interna de ternura mientras volteaba su cara aún más despeinada hacia ella. Esos ojos brillantes, ese maullido suave y la forma en la que él mismo sacudió su cuerpo soltando las pocas gotas que le quedaban lamiendo su pata para seguir disimulando.

—Sabe no se si recordará esto pero es muy tierno señor meliodas —el gato solo ladeó su cabeza en señal de confusión como si no le entendiera— Aunque sea un demonio, me haga sentir como un juego o tenga un pasado tan confuso para nosotros sigue siendo igual de tierno y divertido —en ese momento meliodas pudo sentir bien como sus corazones empezaron a latir con fuerza en su pequeño cuerpo de gato — Aunque aveces es algo irresponsable e infantil a la hora de pelear ayuda a todos, no entiendo cómo puede ser tan valiente, todos lo admiramos y queremos por eso — no sabía si era por esos instintos gatunos que en esos momentos lo tomaban pero le dieron unas ganas inmensas de lamer sus labios y besarlos, de lamer su cuello y morderlo. Se puso en cuatro patas comenzando a andar hacia ella pero antes de poder acercarse los suficiente...

—¡Volví!— 

—¡Miauuuuu!— estaba tan absorto en sus pensamientos admirando a la belleza de la peli plateada que cuando la piedra se abrió de la nada y el grito de Diane llego hasta sus sensibles oídos meliodas salto tan alto como para quedar atorado en una de las cortinas de la habitación temblando por el miedo y encajando sus garras en la tela

—¡Baje de ahí señor meliodas se va a lastimar!— 

—¡Ups!— 

*

La noche había llegado al final en el boar hat y aunque en realidad había uno que otro destrozó hecho por el gatito rubio el lugar estaba tranquilo, el gato meliodas reposaba sobre el suelo con los ojos cerrados y roncando levemente, hawk solo lo observaba aún enojado pues sabía bien que solo fingía la inocencia de un animal, Diane y king hacían subido a su habitación para poder dormir, Diane y Elaine estaban igual, escanor y Merlin solo conversaban en la barra tomando un poco y la princesa albina terminaba de limpiar las mesas de el lugar 

Soltando un maullido que llamó la atención de todos el capitán de esa orden se estiró en su lugar volviendo a acurrucarse en el suelo con una sonrisa, la vida de un gato era mucho más fácil que la suya, si atacaba a hawk sería justificado por que según ni sabía lo que hacía, si tocaba a Elizabeth era por qué estaba confundido y si alguien le hablaba podía ignorarlo por qué segundo no podía entenderles. Sabía que Merlin sabía la verdad pero no se podía imaginar la razón por la que aún no decía absolutamente nada 

—Muy bien puerco ya anocheció a la calle— antes de que pudiera darse cuenta el cerdito de lomo rojo por los rasguños de en la mañana lo tomó de el lomo con los dientes ignorando sus maullidos fuertes de enojo, gruñidos y rasguños a el aire  que le lanzaba—Afuera— y tras gritar aquello lo aventó hacia el pasto de el exterior y le cerró la puerta. Lo que le faltaba, esa noche no iba a ser amarrado y a ese cerdo se le ocurría sacarlo de la taberna. Lo maldijo internamente cuando se sacudió después de el golpe que recibió y corrió hacia la puerta intentando abrirla

Era tan pequeño en esos momentos que por más fuerza que pusiera no podía abrirla ni un poco, bufo ante esto magullándole a el cerdo para que le volviera a abriré sin saber que la albina solo era regañada por hawk. Siguió intentando un largo tiempo mirando cómo las luces empezaban a apagarse, fue cuando una idea floreció en su cabeza, se sentó en el suelo, agachó las orejas y empezó a maullar algo fuerte en señal de súplica arañando la puerta 

—Miau...¡Miau!—

—Hawk escúchalo quiere entrar —

—No Elizabeth ahora no puedo amarrarlo lo mejor es que se quede afuera antes de que te haga cualquier cosa pervertida— la princesa solo entrecerró los ojos con tristeza, ya tenía su camisón puesto, hawk se había quedó a dormir en la cocina una vez estuvieron completamente a oscuras y cuando colocó la cabeza en la suave almohada volvió a escucharlo. Las súplicas de el pequeño gatito que rasguñaba la puerta, se escuchaba con miedo y clara tristeza en su voz de gato, no, no, hawk dijo que lo dejara afuera y así iba a ser, pero...

—Miau...¡miau! ¡Miau!— no pudo soportarlo más, a oscuras en la taberna salió de su habitación de puntillas rezándole a las risas por que sus dos pies izquierdos no se les ocurriera hacer de las suyas y resbalara por la escalera despertando a todos, escuchaba los ronquidos de el cerdito quien seguía en la cocina en su sueño profundo, tomó la perilla de la puerta en la que el capitán maullaba y rasguñaba. La abrió lentamente esperando que el chirrido no haya despertado a el cerdito y luego solo lo tomo en brazos mirándolo fijamente. Meliodas tenía sus enormes ojos verdes brillando como si estuviera apunto de llorar, sus orejas estaban agachadas al igual que su colita y tenía una mueca de tristeza que terminó de convencer a la princesa. Su plan había funcionado.

Rápidamente pero sin despertar a los demás, Elizabeth cerró la puerta a sus espaldas acariciar la pequeña cabeza de él pecado escuchando su ronroneo y empezó a caminar rápido hacia su habitación cerrando la puerta de la misma y recostándose en su cama dejando a el gatito en su respectivo lugar. La sonrisa de satisfacción de meliodas fue suficiente para que la albina sonriera, dio una vuelta en la almohada tentando el espacio suave y tras bostezar un poco aumentando la ternura en el pecho de la princesa se acurrucó en su lugar. Abrió los ojos cuando la sintió a ella recostarse de igual forma 

—Buenas noches señor meliodas— susurro lo último acariciando un poco su cabeza ya haciendo que meliodas cerrara los ojos por el placer que eso le daba dejando que los brazos de morfeo lo llevaran directo a un profundo sueño negro en el que su única luz era la mujer a su lado. Había deseado durante un largo tiempo poder dormir con ella sin ataduras y disfrutar de su calidez y olor justo como en ese momento 

*

...

La noche se había alzado durante un largo rato y en medio de su largo sueño el minino despertó, sus ojos esmeralda se abrieron de par en par soltando un bostezo por el cansancio que tenía y como si fuera algo común en su vida se sentó en la cama observando todo a su alrededor. Ya no se sentía pequeño, ni sentía las cosas a su alrededor gigantes como algo monstruoso, podía sentir que su cuerpo había vuelto más o menos a la normalidad aunque aún sentía que tenía ciertas cosas sobresalientes que claramente no le pertenecían. Dejo de pensar en eso cuando escucho un suave roncar a su lado, es verdad, Elizabeth estaba de el otro lado competía esté dormida, no pudo evitar voltear a verla con cariño después de como lo había tratado ese día.

Suspiró levemente sin despegar su mirada de la diosa mitad humana  que estaba frente a él, esa belleza angelical que lo había atrapado desde el segundo número 1, esos hilos de plata que desprendían un olor mortal que lo hacía querer meter la nariz entre ellos ya e jar se arrullar por su suave pero afrodisíaco aroma, esos labios rosados entre abiertos por el sueño que lo tentaban a ir más haya de lo que su mente pervertida le había impedido ir. Estaba dormida no se daría cuenta de nada y tenía que aprovechar que aún tenía ese deseo que invadía su cuerpo

Se agachó lentamente quejando que su respiración agitada chocará en la suave y nívea piel de la mujer duela de su mente y corazones, lo pensó unos segundos más, le rogó a los dioses por que nadie llegara a interrumpir ese momento de paz que tenía antes de que fueran a Camelot y toda esa burbuja se rompiera, se acercó a sus labios, pasó la lengua por esos carnosos y rosados mohines y luego desvió su boca hasta su cuello rogando por que no se despertara. Sus besos empezaron por la superficie blanca y suave, hacia mucho que deseaba besarla y tocarla, hacerla su mujer, abrazarla mientras hacían el amor y dormir abrazado a ella durante todo el rato.

Lamió su cuello con suavidad escuchando los pequeños jadeos que la femenina le otorgaba en sueños, beso una vez más esa base suave deleitándose con su olor y en ese acto de lujuria lo mordió con algo de fuerza 

—mhhhh...— ese suave gemido lo hizo separarse un poco quedando a la par de su mejilla, era lo único que iba  hacerle, no era capaz de profanarla en sueños ni mucho menos asustarla de esa forma, si quería tenerla lo haría cuando las cosas se calmaran y su padre le diera el permiso aunque bueno dudaba que Barbra se lo diera.

Dejo de pensar en eso cuando un último deseo floreció en su cabeza aún confusa, quería hacerlo, debía hacerlo pero ya había hecho mucho y temía que ella se despertara en cualquier momento. Elizabeth tenía el sueño algo pesado y eso amaba de ella, que descansara bien y que no sufriera de insomnio como él, lo calmaba verla reposar justo como en ese momento. Se separó de su cuello mirándola fijamente, desvió su cara hacia la perita cerrada esperando que no se abriera y cuando al fin se decidió solo se acercó nuevamente hacia sus labios. 

No se contuvo ni un momento y los beso, suaves, cálidos y algo húmedos por la lengüetada que le había dado instantes antes, con ese delicioso sabor a cereza que solo ella tenía, su respiración se agitó nuevamente cuando sintió como la diosa en sueños le correspondía el beso con la misma intensidad que que el moviendo la cabeza de un lado a otro, se sentía glorioso mucho más que las veces que lo acaricio ese día, podía sentir como sus bocas se amoldaban a una sola como si no hubiera un mañana, quería tocarla en ese momento, quería pasar la mano por su cuerpo para que ella se sintiera bien y luego abrazarla en ese beso, lo estaba disfrutando más de lo que se esperaba

Cuando no lo aguanto más solo se separo soltando lágrimas que cayeron sobra el camisón de la albina admirándola, era bella y tan cálida, tanto que simplemente no quería volver a separarse de ella, extrañaba tanto sus labios extrañaba sus abrazos al dormir, extrañaba sus gemidos al momento de hacer el amor solo para después gritarle cuanto lo amaba. Se recosto a su lado abrazándola por la cintura sind e jar de soltar lágrimas por sus esmeraldas sintiendo como sus rejas de gato se agachaban por la tristeza que sentía y su cola de igual forma se agachaba.

—Buenas noches Ellie — y entonces volvió a cerrar los ojos esperando a que el día siguiente esas proporciones de gato hubieran desaparecido sin saber que al día siguiente su mujer le contaría lo que la tenía tan preocupada y finalmente todos sus recuerdos fueran regresado. La maldición lo había vuelto a alcanzar. 

Y se acabo UwU 

Quiero disculparme si no explique bien algunas cosas o no conseguí ese toque de ternura que estaba buscándolo yo no tengo gatos y no se mucho de gatos así que al menos lo intente ;w;

También me disculpo por la cantidad enorme de imágenes que suena el final pero quería ponerlas como mayor representación de lo que estaba sucediendo >v<

Si les ha gustado díganme por favor sinceramente esta historia me hizo reír, me mori de ternura al imaginar a meliodas y casi chillo en la parte final...tengo corazón de pollo TwT 

Si tengo faltas de ortografía discúlpenme ya las corregiré luego, sin más que decir nos veremos en otra historia 

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