Mentiras

Como un bello rocío mañanero me dedique a ver tu cuerpo recostado en la maleza verde, tu respiración suave con esos pulmones llenándose de aire y tus ojos abiertos mirando hacia el cielo nocturno, era la primera vez que hacías eso y, aún así, se me hacía que era la cosa más maravillosa que habías hecho nunca. Fue complicado bajar las escaleras de la taberna en completo silencio sin despertar a los pecados que yacían dormidos en sus habitaciones.

Había sido extraño que te levantaras a estas horas, pero me había dado cuenta al instante gracias a que sentí el movimiento de tu cuerpo abandonandome. Descubrí con el paso de los años que no soy capaz de dormir teniendote a mi lado, no mientras sepa que puedes recuperar tus recuerdos cualquier día común y te perderé de nuevo, un instinto protector me hacia cuidar cada mínimo movimiento tuyo, si, eso era, un instinto protector que me hacía dormitar, pero jamás dormir, descansar, pero nunca llegar al palacio donde tus sueños te hacían pasar buenos o malos momentos.

Lo prefería así, las pocas veces que llegaba a dormir de verdad en mis ratos libres de atender clientes, las pesadillas me impedían descansar, te veía llena de sangre con las alas rotas y lágrimas secas en tus mejillas, te veía completamente quemada rodeada de cenizas y madera rota, te veía muriendo con una estaca clavada en tu estómago, te veía con el estúpido de fraudrin clavando sus garras en tu corazón, te veía con una sonrisa llena de amor diciéndome que todo estaría bien...

No pude evitar gruñir molesto ante esto último, por supuesto, era lo que hacías siempre. Susurrabas a mi oído que todo estaría bien y nada saldría mal, me decías que seríamos libres de nuestras responsabilidades que se nos dieron al momento de ser creados, me mirabas a los ojos diciendo que yo era el único que podía acabar con la guerra y el sufrimiento de las demás razas.

Claramente era mentira, una de todas tus malditas mentiras.

De todas las malditas mentiras que habías dicho. Me juraste ante un altar del reino de las hadas amor eterno y mentiste al hacerlo. Me juraste una vida a tu lado y mentiste sin piedad. Me prometiste jamás dejarme solo y mentiste cuando me abandonaste esa noche de luna llena en la que te implore entre lágrimas y voz rota que te quedaras a mí lado.

Esa noche que me dejaste incluso pensé en matarme por el dolor que sentía en mi pecho, deseé jamás haberte seguido en ese mundo al que llamaban emociones y deseo justo ahora jamás haber caído en tus mentiras.

Maldita diosa de...de...

¡Mierda!

No podía hacerlo, si lo hacía, me iba sentir como un maldito hijo de perra al maldecir a la mujer que amo, si lo hacía, los pocos sentimientos que trataban de sobrevivir en mi cuerpo iban a desaparecer por completo y yo volvería a lo que era antes de conocerte. Yo lo sentía tan fuerte como tu lo sentías, sabía que tú, mi bella diosa, mi bella princesa, te habías dado cuenta de que algo mal ocurría conmigo. Mi sonrisa ya no era verdadera, mi carácter despreocupado se veía más tenso y fingido que nunca, mi mente divagaba en la oscuridad de mi pasado, mis ojos ya no eran capaces de ver a mis amigos a la cara...ni siquiera era capaz de verte por completo a los ojos a ti. Esos bellos ojos de diferente color me repelian como la luz a la oscuridad, me quemaban por dentro y me hacia querer arrancarme los corazones que latían por ti.

La única forma en la que podía admirarte era cuando estabas dormida sobre una mesa o sobre nuestra cama, era la oportunidad perfecta de ver a la bella mujer que me causó tanto sufrimiento como felicidad. Era el momento en el que dejaba de fingir y me quedaba observando tu rostro tan tranquilo al dormir. Una parte de mi, la más luminosa de mi oscura existencia, se sentía feliz que tu fueras capaz de descansar sin sufrir de feas pesadillas por todo lo que hemos pasado. La otra parte de mi, aquel demonio maligno que se volvía más fuerte con cada día que iba perdiendo mis emociones, deseaba despertarte a la fuerza y obligarte a sentir la misma desesperación que yo sentía.

Solo podré dormir en paz cuando rompa la maldición que nos ha estado persiguiendo por tanto tiempo y eso era una esperanza perdida, un sueño en el que había dejado de creer hace 1000 años atrás.

Diosa maldita elizabeth, ¿seguirás haciéndome sufrir por otros largos 3000 años? ¿Algún día dejaré de sentir este fuerte amor que siento por ti o acaso siempre te amaré? ¿Algún día dejaras tú de amarme tan fuerte como lo haz hecho en todas tus vidas o acaso llegaras a fijarte en otro hombre mientras yo no esté? ¿Algún día podré acostumbrarme a tu muerte? ¿Algún día podré dejar de admirarte como la diosa que eres? ¿Algún día podré dejar de creer en tus mentiras?

Tuve que ocultarme cuando la luz de la luna a nada de ocultarse iluminó mi rostro y tu volteaste por reflejo al ver algo de reojo. Me pregunté internamente si habías alcanzado a verme, pero era imposible, estabas igual de pensativa que yo que tal vez no me habías notado en realidad. Volteaste tu mirada nuevamente hacia el cielo estrellado un poco morado por la amenaza del sol saliente y suspiraste. Me intriga a demasiado en lo que pensabas, quería saber que había dentro de esa pequeña cabeza perversa que había clavado su magia en mis corazones más de una vez.

Sea metáfora o sea verdad, tu habías estado cerca de matarme muchas veces.

La primera vez jamás la iba olvidar, fue la primera vez que me dijiste una de tus crueles mentiras.

Te pondrás bien, demonio— susurraste cuando cursaste mi cuerpo mal herido en vez de matarme como debiste de haberlo hecho. Fue una mentira, no me puse bien después de eso, tu mirada llena de frialdad y a la vez de una compasión nata me persiguió durante mucho tiempo volviéndome débil cada día que pensaba en ti.

La segunda vez que casi logras matarme fue cuando me besaste por primera vez. Fue tanta mi sorpresa que sentí que mis corazones dejaron de latir por un momento y había llegado al cielo en lugar que al purgatorio. Esa fue la segunda de tus mentiras.

Con este beso te juro que jamás volveré a separarme de tu lado— yo había sonreído como un bobo al creer que de verdad sería así, pero me di cuenta de que habías mentido cuando conseguiste toda la información sobre el ejército demoníaco que necesitabas, me abandonaste una noche mirándome a los ojos sin una pizca del amor que tanto decías tenerme y te marchaste ignorando mis lágrimas.

Volviste tan solo una semana después de eso con tus ojos llenos de lágrimas y rogando por mi perdón, diciendo que te diste cuenta que te habías enamorado de verdad de mi y que ya no soportabas más fingir odio hacia mí frente a todas las diosas, delirando que querías tener una vida conmigo y dando la idea que nos fugaramos del campo de batalla y nos fuéramos a una cabaña alejada a vivir una especie de luna de miel. Estaba tan enamorado de ti elizabeth que te perdone al instante, luego hicimos el amor sobre las gradas del teatro abandonado hasta el anochecer en el que disfrute de tus gemidos, tu cuerpo y tus besos y a la mañana siguiente nos fugamos al pueblo humano más lejos que conocíamos para pasar ahí unos meses, como si fuéramos una pareja inusual entre un humano y una diosa que habían contraído matrimonio. Tuvimos que volver al campo de batalla cuando escuchamos a varios humanos borrachos decir que las diosas y los demonios nos estaban buscando como locos por cada lugar, masacrando las aldeas si es que no nos encontrábamos ahí.

La noche antes de partir me viste tristemente con tus sueños hechos pedazos al ver que nuestra vida juntos se había terminado y tendríamos que volver a hacer algo que no queríamos. Fue esa misma noche de luna menguante que me dijiste la tercera mentira.

Te prometo que mis labios serán sólo tuyos, ansío el momento de volver a estar a tu lado, mel

—Descuida ellie, nos veremos en las ruinas del teatro como siempre. ¿Si? —asentiste entre lágrimas dejando que mis brazos consolaran la pena que cruzaba por tu sensible corazón. Lloraste en mi pecho la mitad de la noche y dormiste tranquila las últimas horas que nos quedaban juntos, solo para tres días después encontrarte en brazos del hijo de puta de mael besandolo como si fuera yo.

No me quede para ver como lo aventabas fuertemente y le dabas una cachetada tan fuerte que lo lanzó al otro lado del campo. Te molestaste cuando te beso sin que quisieras y te molestaste aun más cuando sentiste mi presencia sabiendo que te había visto. Ignore tu voz que me llamaba pidiendo que te escuchara explicarlo todo, pero estaba tan molesto y cegado por la ira que lo único que hice fue empezar una pelea a muerte con ese arcángel vanidoso que había asesinado a tantos demonios inocentes.

Nos detuvimos cuando yo estaba por retirar su alma de su cuerpo y tu te interpusiste entre ambos calmando mis adoloridos corazones y aclarando la neblina que me impedía razonar con claridad. Todo quedó claro, me platicaste a solas lo que había sucedido en realidad y me sentí un estúpido por no haberme quedado a verlo todo. Mi mente me había engañado, la ira me había cegado, el sentimiento de que te estaba perdiendo fue tanto que solo pensé en matar a ese mal nacido.

Sentí su presencia detrás de nosotros en nuestro lugar especial y me tense, nos había seguido. ¿Por qué? No tenía porque haber venido a menos que quisiera disculparse con elizabeth, frunci el ceño tan rápido que apenas se pudo notar. Debía guarda la calma y en ese mimo lugar que se había convertido en nuestro santuario fui yo el que te mintió.

Te creo—me besaste dulcemente después de eso y yo agradecí que tus labios cálidos fueran mi perdición. Sentía que podía morir en tus brazos y no sufrir, sentía que podías apuñalarme mientras nos besamos y yo no te culparia de nada. Cuando el aire se nos acabó deje de sentir la presencia del arcángel sabiendo que se había largado apenas nos vio, quien sabe a dónde había ido, no podía saberlo en realidad y la verdad no me importaba. Dejaríamos las cosas por la paz él y yo mientras elizabeth fuera lo único que impedía que nos hiciéramos pedazos mutuamente.

—¿Señor meliodas? —sólo pude reaccionar cuando tu dulce voz me llamó desde afuera de la taberna algo confundida por verme despierto y mirándote como si quisiera ver lo que había debajo de ese bonito camisón rosado. Tus mejillas se tiñeron se un color ojo que contrastaba con la luz lunar y no pude evitar sonreír. Oh elizabeth, por favor, deja de poner esa cara que me enamoró más de ti.

Justo cuando parecía que mis sentimientos se estaban desvaneciendo, vienes tú con esa cara tímida haciéndome ver más maravillas de tenerte a mi lado. Ahora lo veía con claridad y me sentía estúpido por todas las cosas que estaba pensando tan solo unos minutos atrás. Salí de la taberna en silencio hasta llegar a tu lado en el pasto, me deje caer con un suspiro y luego me recosté en la hierba con el viento sacudiendo mis cabellos y mire al cielo.

—Es una linda noche ¿verdad? —sonreiste un poco relajando tu expresión y asentiste con tu cabeza regresando tu atención a las estrellas. Yo sabía lo que pasaba por tu cabeza, no comprendidas como fue que me safe de las cuerda apretadas o incluso te preguntabas cuanto tiempo había estado observandote. Si supieras que llegó 3000 años admirando tu belleza como si esa fuera mi vida. Tu eras mi vida.

Jamás me mentiste, al contrario, fuiste la única persona que me habló con verdadera sinceridad cuando yo estaba perdido en la monotonía de mi rutina como príncipe demoníaco. Como el primogénito de la raza de los demonios, como aquel despiadado hombre que tenía como destino asesinarte. Y por alguna ironía estúpida, terminé enamorado de ti.

No mentiste cuando dijiste que me pondría bien, pues después de tantos días pensando en ti sin parar por fin volví a verte y todo en mi se iluminó me puse bien cuando mis ojos finalmente volvieron a encontrarse con los tuyos, así que no me mentiste.

No mentiste cuando dijiste que jamás volverías a separarte de mi y la única prueba que necesito es verte a ti a mi lado en estos momentos. Haz vuelto a mi en cada vida, así sea por la culpa de la maldición, siempre vuelves a mi e iluminas mi vida con cada suspiro que sale de tus labios. Te negaste a tu destino y a tu gente con tal de estar conmigo, no me abandonaste, nunca lo haz hecho, tu recuerdo me persigue siempre al igual que tu amor.

No mentiste cuando dijiste que tus labios serían sólo míos, pues no importa cuantos hombres te han besado a lo largo de tu vida, yo se que tu no lo sientes igual. Golpeaste a mael cuando te beso sin tu consentimiento, hiciste una mueca de asco cuando te casaste con un hombre en una de tus vidas pasadas y sus labios no fueron de tu agrado. Hiciste pucheros cuando un niño pequeño te beso en la mejilla cuando tu eras una pequeña princesa y te alejaste molesta. Solo mis labios causaban ese sonrojo en tu palidez, solo mis labios hacían tu corazón palpitar con fuerza, solo mis labios de hacían gemir y gritar a la noche lo que sientes por mi.

—Espero que no haya olvidado que tenemos una platica pendiente—susurraste al cielo dejando que el viento se llevara tus palabras se las llevara y guardará en las memorias. El viento tenía memoria, eso lo aprendí con el tiempo. Claro que no lo había olvidado, en la cena de hace rato habías estado tan distraída que incluso llegué a preguntarme si mis bromas al fin te habían hartado, me preocupaba lo que sea que quieras decirme, tenía una corazonada de que no era nada bueno.

Solo sonreí un poco, llevando mis manos hasta mi nuca y subiendo mi pie a mi rodilla.

—Claro que no lo he olvidado, pero ¿de qué trata? —sonreiste un poco y negaste

—No es nada—me dedicaste esa bella sonrisa blanca que lograba calmar todos mis demonios. Algo me escondias, pero estábamos a unas horas de descubrir que era lo que te tenía tan pensativa. Nos quedamos en silencio reflexionando sobre ambos empezando a darnos cuenta de muchas cosas.

El rencor que sentí hace unos momentos solo era fruto de mi muerte, mi padre quería que mis sentimientos positivos desaparecieran para que me dejara guiar por la oscuridad otra vez, quería deshacerse del amor que siento por ti haciéndome pensar que tu habías mentido y que eras una maldita que solo me utilizaba para sus fines, pero no era así, seguías aquí conmigo pese a todo y me habías demostrado en cada una de tus vidas lo fuerte de tus sentimientos hacia ti.

Me entristeció saber que era yo el único mentiroso entre nosotros dos

—Se que todo estará bien elizabeth, rescataremos a los soldados que se encuentran en camelot, vamos a salvar el reino y vamos a destruir a los 10 mandamientos. Nishishi~— y te volví a mentir, con la esperanza de evitar que el rey demonio me quitara lo que me hacía ser una mejor persona y no tener que volver a mi antigua forma. A aquella que tiene como destino acabar contigo.

*

Perdonen si es que en algún punto dejaron de entenderle o ya no le vieron sentido. Si tienen alguna duda o pregunta pueden decirla con libertad y yo la responderé para que entiendan mejor el one-shot

No planeo hacer ver a elizabeth como la mala en esta historia, pueden darse cuenta de eso cuando en estos párrafos finales meliodas explica lo que ocurrió de verdad. Elizabeth no es la mala ¿ok? ❤️

Esta inspirado en una noche antes de elizabeth le dijera a meliodas su teoría sobre sus vidas pasadas, sip, antes de la catástrofe QwQ

Meliodas empieza a pensar que elizabeth es una mentirosa y empieza a desarrollar un oído hacia ella que es causado por el rey demonio. Cuando se recuesta con ella en el pasto es que logra reaccionar ignorando el impulso oscuro que el rey demonio trata de mandarle.💕

Sin más que decir disculpen faltas de ortografía, las corregiré cuando pueda y lo recuerde XD y sin más que decir nos veremos después.

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