Sesshomaru

Aquí está la parte dos juju







☆゜・。。・゜゜・。。・゜★

☆゜・。。・゜゜・。。・゜★











Caminaste tranquilamente por los bosques, habías despertado primero y decidiste salir a dar un paseo tú solo, ya sabías que Sesshomaru no te dejaría ir, mucho menos solo. Desde aquel beso, se había vuelto demasiado protector y posesivo contigo, tanto así que no podía dejarte solo un segundo, suspiraste, supones que esa es su manera de demostrar su afecto hacia ti.

También era muy incómodo el echo de que Jaken te llamara "Amo", le habías dicho infinidades de veces que no lo hiciera, pero el Kappa parecía insistir con ese apodo. Rin estaba contenta con la extraña relación con que tenías con Sesshomaru, te decía que ahora eran sus padres. Llevaste una mano a tu barbilla, ahora que lo piensas tú y el Yokai no habían tocado el tema de formalizar como una pareja, no podías proclamarte su amante pero tampoco podías considerarte su seguidor.

Frenaste cuando llegaste hasta una colina que dejaba vista a una aldea, tus orejas se movieron ante el sonido de un arco siendo armado.

—¿Quien eres?

Giraste tu cabeza viendo a la mujer, tenía un atuendo bastante peculiar y te apuntaba con un arco. Escuchaste más pasos, gruñiste al sentir el aroma, un híbrido.

—Kagome ¿Que sucede? —Dijo el hibrido parándose a su lado. —Un Kitsune...¿Que haces aquí zorro? —Preguntó altanero.

Frunciste el ceño viéndolo y gruñéndole, olía a perro igual que Sesshomaru, pero también olía a un simple humano. La mujer bajo el arco al ver tus colas moverse frenéticamente por la presencia del mitad bestia.

—Creo que lo asustas Inuyasha. —Dijo ella mientras se acercaba.

Retrocediste, sacando tus garras como amenaza.

—Tranquilo, no te haremos daño. —Kagome te sonrió para calmarte. —¿Como te llamas?









Tomaste el plato de sopa de verduras, mirando a tu al rededor inquieto, el hibrido no dejaba de verte con molestia y eso te incomodaba.
Moviste tus orejas mientras bebías de la sopa, Sesshomaru te iba a reclamar por desaparecer sin su consentimiento.

—Entonces eres un Kitsune yako. —Dijo el monje, sorbiendo la sopa. —Después de Shippo, eres el segundo que he visto.

—Nos ocultamos de ustedes los humanos. —Dijiste tranquilo. —Ustedes suelen cazarnos para usar nuestro pelaje como abrigos.

Kagome hizo una mueca horrorizada al recordar, tenías razón, eso le había pasado al padre de Shippo.

—¿Y porque sólo tres colas? —Preguntó la anciana, que servía más sopa. —Los Kitsune adultos como tú, cuentan con nueve colas.

—Eso significa que es un Yokai muy inútil. —Dijo Inuyasha con recelo. —Su nivel de poder es muy bajo, no podría ni matar una mosca el solo.

—Inuyasha, abajo. —Viste como el hibrido caía de cara al suelo. —¡Que grosero eres con los invitados! ¡Eso no se le dice a alguien que acabas de conocer!

Una pequeña pelea se desató en ambos, tu sólo parpadeaste mientras te acercabas a una mujer de nombre Sango.

—¿Son pareja? —Susurraste.

—Ni nosotros sabemos. —Suspiró ella cansada.

Su discusión se detuvo cuando tanto tú como Inuyasha se levantaron de forma brusca, te congelaste sintiendo el olor que se acercaba.

—Sesshomaru. —Gruño Inuyasha cuando el demonio apareció en la entrada.

Su mirada ámbar estaba clavada en ti, bajaste tus orejas dejando el cuenco con sopa en el suelo.

—¿¡Que haces aquí maldito!? —Dijo el hibrido molesto, pero fue apartado de forma abrupta. —¡Oye que te pasa!

Sesshomaru camino hacia ti y te tomó del brazo, tus orejas y colas seguían abajo por la mirada de enojo puro que cargaba el Yokai.

—Te dije que no salieras sin mi supervisor. —Dijo ronco. —Nos vamos.

Comenzaste a ser arrastrado por Sesshomaru, quien se detuvo cuando tanto Sango como Kagome apuntaban hacía él.

—¡Suéltalo bestia! —Dijo Sango.

—¡No! ¡Esta bien! —Chillaste al ver lo que podía suceder. —Él es mi...

—Él es mi concubino. —Habló firme Sesshomaru.

Luego de eso fuiste arrastrado de vuelta al bosque, no protestaste, pues sabías lo enojado que se encontraba el Inu yokai.
Sesshomaru se detuvo abruptamente y te estampó contra un árbol, gimoteaste por el dolor que te causó eso, más viste como el Yokai colocaba ambas manos al lado de tu cabeza, mirándote fijamente.

—Como te atreves a irte. —Su voz sonaba muy enojada.

Bajaste tú mirada y moviste un poco las orejas, que aún se encontraban gachas.

—Lo siento... —Murmuraste.

Lo escuchaste suspirar y luego lamió con lentitud tu mejilla, tú te tensaste ante eso, pues sus lamidas fueron bajando hasta tu cuello, bajo lentamente tu Kimono, tus hombros quedaron descubiertos. Soltando un gemido de dolor cuando encajó sus dientes en tu hombro, te estaba marcando.

—Se...Sesshomaru. —Tartamudeaste, viendo como se separaba de ti, dejando un pequeño hilo de sangre entre tu piel y su boca.

Caíste de rodillas ante él, tu corazón latía con fuerza igual que todo tu cuerpo. Sesshomaru te tomó en sus brazos, volviendo a caminar.

—Para que aprendas a no volver a irte sin mi permiso.









Continuabas comiendo el pescado que acababan de cocinar, estabas algo alejado de los demás y con la mirada baja, luego de qué Sesshomaru te marcará, sentías tu cuerpo muy extraño, más sensible al tacto del demonio.
Alzaste un poco tu vista, topándote con los ojos burlones del Inu yokai, volviste de inmediato a tu pescado, el bastardo se estaba burlando de tu comportamiento.

—Señor [T/N] —Te llamó Rin. —¿Se encuentra bien?

Asentiste en silencio.
Hacia un tiempo que te habían dado un nombre, lo cual te hizo muy feliz, jamás durante tus mil años de vida habías tenido uno. Cuando todos terminaron su comida, volvieron a emprender camino en busca de el gran Naraku, hasta donde sabías, Sesshomaru quería matarlo ¿Por qué? No tenías muchas ganas de preguntarle, habías tenido problemas con el tal Naraku antes y te daba miedo verle la cara nuevamente.

Su caminata duró prácticamente todo el día, Rin estaba sobre Ah-Un completamente dormida, tú ibas unos pasitos detrás de Sesshomaru. Soltaste un quejido cuando se detuvo abruptamente y chocaste con su espalda.

—Descansaremos aquí. —Informó el Yokai. —Ha oscurecido.

Levantaste tu cabeza, tenía razón, el sol se había desvanecido ya, dándole paso a la luna.
Suspiraste aliviado, tus piernas dolían mucho, te dejaste caer al suelo, viendo como Jaken prendía una fogata para mantener el calor en sus cuerpos. Bostezas, acurrucándose en tus colas para dormir.

Más tu sueño no duro muchas horas, pues fuiste despertado por la presencia de Sesshomaru, quien te observaba demasiado cerca, aveces pensabas que no conocía el espacio personal.

—Es extraño, aún no ha hecho efecto. —Dijo con mucha seriedad.

Frunciste tu ceño ¿De que carajos hablaba ahora?

—¿Que no ha hecho efecto Sesshomaru? —Murmuraste.

—La marca, deberías de haber entrado en una etapa afrodisíaca hace tiempo. —Comentó con serenidad el Yokai.

Una pequeña vena se formó en tu frente, al igual que un tic en tu ojo, así que por eso te marco.
Maldito atrevido, pesaste mirándolo con bastante enojo, que no duro mucho cuando sentiste tus colas esponjarse repentinamente. Tragaste grueso y temblaste cuando un dedo del Yokai recorrió tu mejilla.

—Vamos. —Susurro mientras te cargaba, alejándose de donde estaba en el resto.

Apoyaste la cabeza en su pecho, tus orejas estaban bajas y tus colas se movían bastante desesperadas. Cuando la luz de aquella fogata quedó tan lejos como para poder verla o escuchar el sonido del fuego, Sesshomaru se detuvo.

Se sentó tranquilo contigo a horcajadas, recostó su espalda en un árbol mientras tenía sus ojos fijos en ti y tú cuerpo temblando. Gimoteaste al sentir su lengua recorrer tú cuello, haciendo a un lado tu larga melena.

Aquel sonido fue el indicio para la desesperación del Daiyokai, quien desesperado arrancó tu kimono con sus garras, dejando tu cuerpo expuesto ante él. Jadeaste sintiendo sus lamidas por todo tu pecho, mientras te preguntabas ¿Como demonios te ibas a vestir en la mañana?

Sus manos frías recorrían tu cadera, clavando sus garras en tu carne, si bien te dolía, tu mente estaba tan ensordecida que solo podías pensar en el bulto que sobresaliera del kimono contrario. Con desespero pero con menos brutalidad, retiraste la armadura del yokai, quien no esperó mucho antes de abrirse su kimono y juntar sus labios con los tuyos.

Soltaste un jadeo gutural, cuando Sesshomaru se abrió paso dentro de ti, empezando a moverse con mucha fuerza.
Gritos, mordidas y arañazos, eso era lo que sucedió entre ustedes durante casi una hora y media, hasta que terminaste rendido en su pecho, temblando por la reciente venida del Yokai en tú interior, tanto tu cuerpo como el del demonio estaban arañados, demostrando el gran deseo carnal.

Todo tu estaba agotado, que ni siquiera notaste cuando te habías quedado dormido en los brazos de tu amante.












—¡Sesshomaru es un salvaje! —Grito Kagome, mientras vendaba tu torso. —No solo destruyo tu ropa, también te dejo grandes marcas ¡Eso dejará cicatrices horribles!

—Kagome, es muy normal este tipo de accidentes en los encuentros carnales de los Yokai. —Informó el monje. —Muchas veces incluso llegan a matarse en medio del acto.

Reíste suave al ver la cara de horror que cargaba la chica.

—Así que eres su amante. —El hibrido te miro con los ojos entre cerrados. —Vaya, parece que el tonto de Sesshomaru si tiene un poco de corazón.

Te ráscate la nuca y giraste tu cabeza hacia el Daiyokai, quien estaba viéndote a una distancia prudente.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top