My pretty cat

Estaba cansada del mundo y todos… a pesar de que recién se estuviera despertando.

— Otro día… misma… —La chica de cabellos turquesa bostezo mientras se sentaba y estiraba un poco en su cama.— … rutina y existencia…

Frotó sus ojos intentando desperezarse, no funcionó del todo pero logró pararse e irse al baño. Su gata, Melnya, estaba adentro durmiendo en el lavamanos. Ella siempre estaba allí, con su pelaje gris y garras siempre afiladas. Antes de mover a la felina, Luni se observó en el espejo las ojeras seguían bajo sus ojos, su pálida piel resaltaba las marcas de granos, que no debió reventar en su adolescencia, y su cabello más largo de lo que a ella acostumbraba; se lo cortaría luego. Tenía una notoria mueca de estrés y cansancio en el rostro, no debía tener esa mueca ¿Pero que más conseguiría por casi no dormir debido a pesadillas? Derrepente estás volvieron a su mente, cubrió sus oídos para no escuchar las voces en su mente, cerró sus ojos para no mirar las escenas que su subconsciente creaba.

Al final se resignó de todo.

Se quitó el pijama, consistido en un pantalón largo de tela delgada con tonalidad de gris oscuro y rayas cyan a los lados junto a una polera manga larga del mismo material y colores. Luni amaba usar y combinar su ropa con esos colores. Entró en la ducha cuando se encontró desnuda, Melnya seguía durmiendo ignorando el ruido de la regadera, el vapor producido por el agua y las quejas de Luni por los repentinos cambios en la temperatura del agua.

Cuando salió el espejo estaba empañado, su cabello turquesa estaba destilando las gotas del agua al igual que su cuerpo, pasó su mojada mano por la fría superficie reflejante hasta dejarlo con gotas de agua formadas en líneas; seguía pálida. Acarició a la gata, mojando su pelaje, ésta alzó la cabeza y las orejas buscando más cariño. Luni sonrió por la búsqueda de afecto de la felina, comúnmente era arisca y huraña con ella por algo siempre la arañaba, en especial las muñecas y los muslos.

Hoy no termino siendo la excepción. Melnya la araño horriblemente, viejas cicatrices se abrieron de nuevo, al menos en las muñecas. Fue una suerte que pasará mientras estaba desnuda, sólo fue abrir la llave del agua, limpiar a la gata y cubrir la herida.

Luni salió del baño, Melnya no la siguió. Ella se quedó allí. Como la buena gata que era, como la buena amiga felina que se supone que era…

Aunque nadie sabía que la programadora tenía mascota, sólo sabía que vivía sola. Pero eso era mentira. Melnya existía, y era una buena gata, con uñas tan afiladas que Luni siempre tenía cortes.

Pero claro, son pocos los que diferencia los cortes de una navaja con los de un arañazo de gato.

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