Profesor

Aclaración: Escena algo subida de tono.
Idea de   bloody-sweeth  , gracias por el apoyo 🖤
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La campana sonó, dando entender que la clase había finalizado; los pasillos rápidamente se inundaron por los estudiantes que se preparaban para la siguiente clase, y solo dos minutos bastó para que así como se habían llenado los pasillos se vaciaran rápidamente. Volviendo todos a sus respectivas clases.

Lyn, una estudiante nueva, se había perdido en la búsqueda de su salón. A pesar de estar a mitad de semestre ella había logrado entrar a aquella prestigiosa academia; era extrajera, debido a asuntos familiares, había tenido que cambiarse de escuela, pero eso era lo menos llamativo de ese asunto, pues se tuvo que mudar de país a otro que únicamente conocía de su bandera gracias a las olimpiadas del años anterior.

Finalmente, después de vueltas y vueltas, dió con su respectiva aula, entró intentando ser lo menos llamativa, pero era imposible; su primer día - antier - el director la había presentado como la estudiante extrajera, claro que las miradas se posaron sobre ella, a lo que respondió con una tímida sonrisa corriendo a buscar un asiento disponible.

Cuando tomó asiento, se percató del nerviosismo que caracteriza al salón, todos en silencio, callados y notablemente estresados. Se acercó a la joven rubia a su lado quién pego un pequeño brinco cuando está se acercó, preguntando el por qué a la actitud de la clase.

— Oh cierto, eres nueva — inició hablando — sigue cálculo.

— Lo sé — dijo ella.

Bien sabía que cálculo era una materia sumamente pesada, sin embargo no podía hacerse la idea de que esa algo tortuosa asignatura pudiera meterle tan terror a los alumnos, así que espero a que la chica continuará, que no le fue posible, pues un joven hombre entró al aula cerrando de un portazo la puerta a su llegada.

— Buen día — dijeron los alumnos.

El docente chasqueó la lengua, dejando sus cosas en el escritorio. Lyn se sorprendió por el ambiente que había en aquél lugar  con tan solo la llegada de aquel minúsculo ser; el profesor sacó un par de papeles de su portafolio, se quitó el abrigo, aflojandose el nudo de la corbata; acción que encontró tremendamente sensual Lyn, aquél hombre que inexplicablemente provocaba un enorme temor en los alumnos le parecía atractivo, claro, pues únicamente lo había visto hacer eso.

— Bien — se colocó sus lentes parándose en medio — ¿Quién es el mocoso extrajero?

«¿Mocoso?»

Se puso de pie con una cara de extrañeza; claro, entendía parte del idioma, pero palabras como esa que resonó en su cabeza no la entendía del todo. El profesor la miró con su habitual cara de aburrimiento.

— Seré breve, mocosa. El examen vale el 100% de tu calificación, si fallas ahí, te jodes. Los ejercicios son tú derecho a examen, si no los entregas, te jodes, pero sin sufrir... Tanto, al final te puedes marchar a la mierda de una u otra forma, ¿Te quedó claro, mocosa? — explicó malhumorado, como era de costumbre.

«¿Joder? ¿Mierda?»

Asintió volviendo a tomar asiento, no dominaba el idioma por completo, pero sabía que aquellas palabras no había sido amables; le sonaron completamente de aire grosero, y por supuesto que su idea no era errónea. Volvió a mirar a la pizarra notando el montón de ejercicios que con su perfecta caligrafía había escrito en una inhumano velocidad.

— Engendros de mierda — llamó la atención de los estudiantes el profesor, apoyando uno de sus pies en la pared a un costado del pizarrón, se pasó una mano por el cabello haciéndolo lucir realmente sexy —  Esas derivadas son para hoy, las quiero en hojas membretadas, sino traen, se joden. ¿Dudas?

Todos negaron poniéndose de  inmediato a resolver lo dejando, y él se fue a sentar al escritorio. Lyn miró las cincuenta derivadas, entonces vió que en algunos había funciones trigonométricas, binomios elevados a la enésima potencia y raíces cuartas y quintas; supo de inmediato que no acabaría con todo eso, a penas comprendía el tema y ya le ponían ejercicios de lo más extraño.

— ¡Profesor, Ackerman! — alzó la mano, el azabache la miró con molestia — No entiendo.

— ¡Pues te cagas! — le respondió.

Dejando a la extranjera perpleja, no esperaba de esa respuesta, entonces lo escuchó chasquear la lengua. El rostro de Lyn se iluminó, el profesor no podía ser tan mala persona, seguramente que le explicaría, pero aquellos ilusiones se esfumaron en cuanto lo vió sonreír de manera siniestra.

— Nos vemos en el extraordinario, mocosa extranjera — agregó con arrogancia el azabache.

El día de Lyn fue bueno, exceptuando el que ya estaba en extraordinario directo de cálculo, y todo por qué aquél hombre se negó a explicarle. Caminaba por los pasillos del colegio de manera solitaria, las clases habían finalizado, está en busca de Eren, pues aún no sabía cómo volver a su hogar.

— ¿Todo bien? — preguntó Eren, su vecino; pegó un salto al no haberlo visto en que momento se había posicionado a su lado.

— El profesor Ackerman me mandó a extraordinario es un...

— ¿Idiota? ¿Maldito? ¿Enano? ¿Mierda? — trató de completar el castaño sonriente. Lyn supo de inmediato que esas palabras eran groseras, y a como se sentía en ese momento le urgía aprende de un vocabulario poco cortés.

— ¡Sí! Él es un maldito idiota, enano de mierda el profesor Ackerman — repitió enojada.

— ¿Que soy qué cosa, mocosa irrespetuosa? — entonces supo que estaba en serios problemas cuando escuchó aquella inolvidable voz del profesor que se negó a explicarle.

— Ah, este...

— Castigada — dijo seriamente, con una mirada tan hostil que la hizo temblar.

— ¡Es injusto, usted es...!

— Dos semanas — contraatacó el profesor.

Mientras Eren temblaba de pies a cabeza ideando como escabullirse sin ser notado por aquel profesor, al que toda la academia le temía. Y así, el día de Lyn iba de mal en peor, y de peor a pésimo si es que era posible.

Pasaron meses; Lyn fue castigada, una y otra y otra y otra vez por su profesor, era más fácil decir que en repetidas ocasiones estuvo en detención por diversas razones, no es que la extrajera fuera la típica chica problemática, no es que fuera la tan común rebelde sin causa, era simplemente que la suerte jamás estaba a su favor en cualquier cuestión u otras se debían a que estaba a la perfecta en el lugar equivocado, terminando envuelta en diversos problemas; tales como una pelea en la cafetería que intentó separar, la vez que su equipo hizo estallar el laboratorio de química, y debido a ella ser la capitana del equipo terminó con toda la carga, o aquella vez que problemáticos alumnos se aprovecharon de su poco conocimiento del idioma haciéndola decir tremendas barbaridades a diversos profesores, especialmente al profesor de cálculo.

Sí, era así como Lyn había vuelto a terminar en el aula de detención limpiando con un cepillo de dientes el suelo mientras el Ackerman leía cuidando que cumpliera el tiempo.

— Quiero ver mi reflejo en el piso, mocosa — le dijo desde el escritorio — ¿Entendido?

— Sí — contestó con notable cansancio.

Después de tanto tiempo conviviendo juntos, se habían llegado a encariñarse el uno con el otro. Lo admitieran o no, ambos disfrutaban de la compañía del otro, había estado formando lanzas entre ellos, en los que ya existía de la confianza para que la extrajera lo abrazara o saludara de beso sin temer el que él la mandará derechito a la mierda... Bueno, en sí, eso así, pero con cariño, así que no tenía el qué preocuparse. Podría decirse que habían terminado enamorados el uno del otro, sin embargo ninguno aún era lo suficientemente valiente como para dar el siguiente paso.

— Profesor — la extrajera detuvo su labor de limpieza, enderezando su cuerpo.

Había tomado ya la desición de decirle de los sentimientos que por su docente florecían, según los consejos de Hanji - profesora y enfermera - lo mejor era confesarse en vez de continuar con el ocultarlos, haría caso de su palabra.

— ¿Qué? — el azabache alzó su mirada del libro.

— Este...

— ¡Papi! — ambos entornaron sus miradas a dónde provenía aquella vocecita.

Un niño de no más de cuatro años estaba parado en el marco de la puerta sonriendo ampliamente con un carrito en la mano. Lyn sintió de una punzada en su pecho al ver aquel adorable pequeño correr a los brazos de su profesor. El pequeño niño abrazaba con fervor a su padre, mientras que este le dada de una pequeña sonrisa revolviendo el azabache cabello de su hijo; aunque fuera poco lo que expresaba, la extrajera sabía bien que amaba a su hijo, pareciéndole tierno, adorable, pero sobretodo doloroso. La existencia de ese pequeño le decía que su profesor el cariño que le mostraba era uno de amistad, compañerismo, inclusive podría ser parental, no de pareja como ella deseaba.

« ¿Cómo puedo ser tan tonta? »

Su amado profesor debía ser casado, pero por supuesto, alguien así de atractivo, aunque tuviera un carácter difícil de tratar, más tomando en consideración su edad, tenía que ser alguien mínimo comprometido, pero ahora, con el pequeño entre sus brazos, sabía que era casado y no solo eso, que tenía de una familia ya.

— ¿Qué ibas a decir, mocosa?

— Ah... El detergente se acabó, iré por más — dijo rápidamente, sin darle oportunidad de que le respondiera.

Salió corriendo del aula con lágrimas bajándole por sus mejillas, debió saber que nunca debió tener de esas ilusiones de que aquél malhumorado profesor se fijará en ella.







No sabía el por qué, ni el cómo es que había terminado en tan caliente situación con su profesor, recordaba que había ido a pedirle su ayuda para el extraordinario en dónde había sido mandada injustamente en su primer día de clases por el mismo profesor al que había terminado acudiendo por ayuda. Él había accedido a ser su asesor, dándole las  indicaciones correspondientes, en lo que terminaron acordado estar en casa de la extrajera, para evitar que saliera, y terminará muy probablemente perdida en la metrópolis.

Y así había sucedido, estudiaron durante dos horas y media sin descanso las derivadas que tan complicadas le parecían a ella, sin embargo al detenerse a tomar un descanso para proseguir con el estudio, pasó algo con lo que ninguno de los dos tenía en cuenta. No podía encontrar explicación a su presente, simplemente se había dado y ninguno tuvo el suficiente valor para detenerlo o hacer algo por evitarlo, terminaron dejándose llevar por el momento.

Ella bajo el azabache aferrándose a su espalda ferozmente, arañando y rasguñando de está mientras sentía como él iba recorriendo su cuello lamiendolo en el transcurso haciéndola soltar de suspiros por lo placentero que encontraba aquella acción. Su uniforme había terminado en el suelo de su habitación, no estaba segura de en dónde, pero no podía estar muy lejos de la camisa y pantalón de su profesor.

Manteniendo presa bajo su cuerpo, continuó besando a la estudiante queriendo provocar más en ella, disfrutando del sonrojado rostro de Lyn, aquella era aún inocente, era eso lo que más loco lo volvía deseando más y más de ella sin llegar a ser rudo. A pesar de estar cegados por el placer, él fue en todo momento cuidadoso en cuanto el llevarse la virginidad de la chica, tratándola con suma gentilidad en el momento de, llenándola de besos mientras entraba a su interior; la habitación se inundó rápidamente de gemidos y suspiros por parte de los amantes que disfrutaban del momento, sin pensar en las consecuencias, ambos solo continuaron con el llenarse del placer que el otro le proporcionaba.

Y no fue hasta el día siguiente que ambos fueron golpeados por la realidad. Él, debido a que todo salió de la nada, notó el que no había usado protección, eso le preocupaba ligeramente, y ella por su parte, se sentía de lo más sucia, creyendo en que había caído realmente bajo al terminar enredada con su profesor y no sólo eso, si no que con alguien casado.

— Esto no debió haber sucedido — fue lo primero que dijo Lyn al despertar encontrándose con el torso desnudo de su profesor.

Él se mantenía callado, claro que pensaba en lo sucedido la noche anterior, pero no como un error, así que se acercó a ella acariciando su desnudo hombro con delicadeza, tacto que ella rechazó inmediatamente al apartarse levemente. Levi se sentó en la cama mirándola fijamente, su cabello revuelto y su expresión de aún tener sueño sin duda lo hacía ver atractivo, pero Lyn no podía pensar en eso.

— Lyn — la llamó dulcemente.

— Esto es un error, profesor, así no debieron haber terminado las cosas — siguió hablando.

— Lyn — volvió a decirle.

— Usted es un desgraciado al aprovecharse de una alumna, ¿Cuántas veces lo habrá hecho en el pasado? — empezaba a decir con molestia.

— Lyn,esto no fue un error — se acercó a ella abrazándola, besando su cabeza con dulzura — Te amo, es por eso que lo hice.

Esas simples palabras la dejaron perpleja sin poder articular frase una, empezando a tranquilizarse, pero entonces recordó al pequeño que se había presentado como hijo de su profesor semanas atrás, volviendo a enfurecer.

— ¿Qué hay de su hijo? ¿Ha empezado a engañar a la madre de su pequeño conmigo? — Levi sonrió plantándole un corto beso en los labios.

— Mi esposa Petra murió hace tres años al chocar contra un árbol en carretera — explicó — No creí volver a enamorarme después de eso, pero aquí estás tú.

Lyn sonrió con timidez dejando que el azabache acariciara sus hombros, dándole un beso en la frente.

— Te amo, Lyn.

Y ella asintió felizmente, regresandole el beso en la frente pronunciando las mismas dos palabras que él.


Holi!!

Espero te haya gustado, no sé si era lo que querías. Gracias por la idea 🖤

¿Alguna otra petición?

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