Juego de Engaños | Parte I
¿Qué es lo que jamás quisieras olvidar?
¿Qué es lo que más deseas olvidar?
Quizás todo trauma, la crueldad del mundo sería lo deseado a olvidar. Pero no para mí.
Ambas preguntas compartían una misma respuesta, desgraciadamente. Contradictorio en lo absoluto, pero qué podría decir, era difícil de explicarlo, pero era así.
Él era a quién no deseaba fuertemente nunca olvidar, que en mi alma se marcará,su nombre ser enterrado en lo más profundo de mi ser. Pero...
Por desgracia también era él a quién desearía olvidar, su rostro, su nombre, todo lo que él me había dado, que desapareciera su nombre de mi memoria, como humo.
Levi Ackerman es él, a quién deseo olvidar, a aquel simple mortal considerado el hombre más fuerte de la humanidad, pero a su vez, deseo que su recuerdo perdure por toda la eternidad.
Me enamoré de un hombre prohibido, alguien que fue alcanzable en algún momento, pero, para mí siempre debió ser inalcanzable, intocable. Jamás podría existir un futuro con él, y no debería siquiera imaginarlo, mucho menos ahora que todo está por terminar.
¿Debería odiarlo?
No, no puedo odiarlo a pesar de ser un factor importante para mí desdichado final, solo puedo amarlo con la misma intensidad que lo hice para acabar de este modo. Sin arrepentimientos.
— ¿Eres feliz ahora? — un voz quebrada en medio de sollozos me hace despertar de un sueño que desearía como realidad.
Entonces la veo, un mujer de rubios cabellos que caen por su fino rostro, con ojos bellos cuando los miras directamente, unos que por sí solos no resaltan a menos que vayas en busca de su belleza, de estatura baja y complexión delgada y frágil, una muñeca como dirían algunos.
Sus largos y delgados dedos se envuelven en los barrotes que me mantienen apresada, alejándome de una relativa libertad. Ella llora desconsoladamente frente mío opacando el brillo de sus ojos. Esta furiosa, derrotada, rota y decepcionada.
— ¡Contesta! ¡Dime! ¡¿Qué has ganado?! ¡¿Cómo puedes estar tranquila después de haberme destrozado?! ¡¿Qué clase de hermana eres, acostandote con el hombre a quién he tomado como prometido?! — grita frenética agitando los barrotes con violencia — No sabes lo feliz que me hace saber que morirás en la horca ¡Lo mereces por ser una egoísta!
Entonces me levanto de la fría banca en la que he dormido dos días a la espera del veredicto por mis pecados. Me acerco hasta los barrotes quedando frente a ella, frente a mi inútil hermana mayor, su rostro se contrae temerosa de mí, su pequeña y odiosa hermana. Le dedicó una mirada gélida.
— Patética — escupo la palabra pegando el rostro a los barrotes, disfruto del miedo que en sus ojos se han reflejado, a pesar de mi encerramiento sigue temiendo de quién es menor a ella — Tú fuiste quién me ha delatado, tú, mi dulce hermana a quién protegía.
— ¡Tú eres la traidora! — gritó retrocediendo. No fui capaz de contener una risa irónica, negando baje la mirada momentáneamente para volver a clavarla como cuchillas sobre su cuerpo.
— Tú me has traicionando al delatar me y provocar mi inevitable muerte — hablé neutra, claro que me dolía, por supuesto que me lastimaba, pero soy una mujer muy orgullosa como para demostrar que su golpe me ha lastimado.
— ¡Tú fuiste la primera en traicionar al meterte con el hombre a quien amo! — gritó haciendo que todo quedará en silencio.
Sí, Levi Ackerman es culpable de la fractura en la relación de unas hermanas que estaban dispuestas a morir la una por la otra. El capitán Levi, una divina tentación de la que no pude librarme, solo me arrastró a su mundo con sueños vagos e ilusiones falsas.
El hombre más fuerte de la humanidad me contagió de aquel vacío sueño de un mundo librado de titanes, olvidé mi orgullo, mis principios, me olvidé de mí por seguirlo, caí rendida a sus pies. Comencé a ver lo mismo que él, a compartir el mismo sueño que todo loco perteneciente a la Legión de Reconocimiento tienen, yo, alguien sensato, un miembro de la Policía Militar, alguien cuerdo que por amor sobrepasó la pequeña frontera entre la locura y lo cuerdo por tal de ganarme un lugar junto a él.
— Ha de ser cierto — confirmé después de varios minutos en el silencio dándole la espalda.
.
.
.
Corría tras un grupo de bandidos que según los reportes habían saqueado una tienda atrás y uno de ellos había abusado sexualmente de la empleada. Logré dar con ellos en un callejón cerca a las tabernas, desgraciadamente mi compañero se hayan enfermo por estos días, por tanto trabajaba sola. Cosa de la que me arrepentí cuando una bala impacto por mi espalda.
Había acorralado a uno de ellos apuntando a su cabeza cuando el sonido de una explosión a mis espaldas me hizo ponerme en estado de alerta demasiado tarde, pues después sentí como la bala se abría camino entre mi piel haciéndome colapsar.
Caí al mugroso suelo derrotada, la herida me quemaba; intenté levantarme pero fue entonces cuando la maldita herida me preocupó, no sentía mis piernas, no respondían, era como si no pertenecieran. Gruñí enfadada. Es entonces cuando una asquerosa bota se coloca por encima de cabeza aplastando me.
— ¿Qué tenemos aquí? ¡Qué basura! — escuché decir a uno de hombres que me rodeaban.
— Es una nena muy molesta, nos ha estado picando el culo cinco calles atrás — dijo otro.
— Tiene su gracia — agregó el otro, sentí su mirada recorrer mi cuerpo.
— ¡Sos una mierda! — grité desde abajo intentado librarme de la bota en mi cabeza.
— ¡Cállate, sino haré que me la chupes! — su bota se encajó más en mi cabeza. Un nudo en mi estómago se formó, me había asqueado. Los mataré, los cortaré en partes una vez que pueda recuperarme.
— Eso es repugnante — una fría voz se escuchó tras ellos.
— ¿Huh?
El hombre que me pisaba salió disparado hacia atrás, los otros dos comenzaron a disparar sin éxito, él era muy rápido, no tenían oportunidad contra él, esos movimientos bien que los conocía, me eran familiares, ese maldito bastardo era quien me estaba salvando el pellejo. Detestable.
Ambos hombres fueron noqueados por una patada del hombre más fuerte de la humanidad, el maldito gnomo se agachó para tenderme la mano. Rechacé su gesto gruñendo.
— Maldito gnomo — murmuré rodando los ojos — Eres un idiota, posiblemente este tirando mi riñón por ese puto agujero y tú esperas a que me ponga de pie.
Él permaneció agachado, arqueó una ceja ante mi comentario.
— ¡No te quedes ahí mirando!
— Pensé que eras resistente, ya veo que no — habló en un tono neutro, pero sabía que se burlaba de mí, lo conocía desde hace un buen tiempo como para haber aprendido a interpretar lo que en su interior guardaba.
— ¡Seré resistente, pero no inmortal! Ahora llévame con un médico, cagado gnomo.
— Si querías que te cargará, los hubieras dicho, comprendo que no puedas resistir el estar en mis brazos — volvió a mofarse antes de cargarme y sacarme de ese mugriento callejón.
— Puto gnomo — pude vislumbrar un inapreciable brillo en sus ojos, él también estaba feliz de volver a verme.
— Un gracias sería suficiente, pero supongo que espero demasiado — dijo en un tono más suave.
Sonreí, abrazándome de su cuello para luego enterrar mi rostro en su pecho aspirando su tan peculiar aroma. Me encantaba su faceta que mostraba únicamente conmigo, no era esa de imponer miedo y respecto, era una más cercana, una de confianza, y a la vez de cariño, una de la que yo era la afortunada en tener acceso, nos conocíamos desde hace tiempo, mucho antes de que el fuera el aclamado Capitán Levi, era hacía tanto tiempo que he olvidado como fue que nos conocimos.
De lo que recordaba bien era el distanciamiento que hubo entre nosotros por años, en los que logré entrar a la policía militar para poder proteger a mi hermana. Era ahí cuando volvía a encontrarme con este hombre, en una reunión en donde todos los cuerpos estuvieron presentes fue cuando tuvimos nuestro reencuentro. Después de tanto tiempo sin saber de él; desde ahí, cuando ambos coincidíamos en tiempo libre nos veíamos para alguna cena o comida amistosa, desde hacía un mes lo veía mucho más a menudo, cada fin de semana siendo precisa, cuando antes era una vez cada dos meses. Entonces fue cuando la sonrisa en mi rostro se borró.
— Levi... ¿Por qué te has comprometido con mi hermana? — hablé seria, y él se tenso sin detener su paso.
Ni siquiera sé por qué pregunté, la respuesta era obvia. Mi hermana era mucho mayor que yo, más cercana a la edad de él, una verdadera dama, vestía como tal y se expresaba educadamente, pero también era mucho más bella que yo; cualquier hombre con el cerebro funcionando correctamente la hubiera escogido a ella por encima de mí, una mujer mal hablada, alguien que imitaba ser un hombre, pero también menos agraciada a ella. Cualquier que estuviera buscando una verdadera esposa, escogería a alguien que supiese cocinar y el quehacer de la casa, no a alguien a quien juega a ser militar y ni barrer sabe.
Sin embargo a pesar de verlo todo tan claro, me dolía. Era cierto que también con mi hermana platicaba, pero con ella no era de la misma manera que conmigo; sí, desde antes que me uniera a la armada yo ya gustaba de él, había sido un amor inocente de niños, lo mío, que con el tiempo creí que desaparecería, pero solo se intensificó, ese amor de niños creció junto conmigo. Quizá y por ello, deseaba que él me escogiera, pero no fue así, hacia dos semanas que había ido a casa para pedir la mano de mi hermana antes que a la mía.
Tampoco era un secreto el que ella también estuviera enamorada de este endemoniado hombre, sin embargo, siempre creí que yo en eso llevaba la delantera, cuando no fue así.
— No lo sé — fue su respuesta, frío sin expresión.
— ¿Entonces? — insistí, aún no aceptaba el haber perdido contra ella, contra una mujer a la que le teme a su propia sombra.
— Supongo que se me apetecía comprometerme — respondió un poco más relajado.
— Idiota.
Le dije para luego tomar su rostro con ambas manos para atraerlo a mi y besarlo como tantas veces deseé, me valió un carajo el ardiendo dolor que se extendió por toda mi espalda debido a la bala. Pensé que me rechazaría, pero no fue así, correspondió al beso, haciéndolo suave y lento, antes de apartarse y continuar con su caminar conmigo en brazos.
— No deberías provocarme, mocosa — dijo mirándome por el rabillo del ojo. Reí un poco.
— No me arrepiento — respondí con una gran sonrisa.
.
.
.
Las horas dentro de la celda parecían ser eternas, frío, húmedo, silencioso, sólo provocaba alargar la tortura, la agonía. Tres semanas y aun no se decidía de mi castigo, moriría claro estaba, la forma en que lo haría era aún desconocida.
Podría ser la media noche y yo despierta por evitar tener aquel perfecto sueño a su lado. Me estremecí abrazándome fuertemente, extrañaba su calor corporal, su aliento, su compañía, todo él. Y ahora jamás volvería a verlo, se casaría con mi hermana, eso era inevitable, formaría con ella la familia que yo quise darle y finalmente me olvidaría.
— Eres un idiota Levi — susurré en mi soledad, empezando a sollozar.
Un honorable soldado de la Policía Militar esperado a su ejecución, traición a mi cuerpo dándole información que no debía y lo peor es que fue por salvarle. Todo lo que luché por ganar un buen puesto dentro de la milicia para luego arrojarlo todo por la borda, y todo por un amor que no pudo ser.
Me hubiera gustado al menos que esa carta le hubiese llegado a sus manos. Sabría de la verdad. Debí haber ahogado las ganas de besarlo aquel día en que me salvó del callejón.
.
.
.
— ¿Cómo te sientes? — preguntó sentándose en el borde la cama, acariciando mi rostro.
Había pasado una semana y media desde lo ocurrido en el callejón, había obtenido días libres debido a la gravedad de la herida, un mes en reposo antes de volver a tomar mis actividades como soldado. Por tanto estaría en cama hasta entonces al cuidado de Lena, mi hermana mayor quién se la pasaba el día trabajando en una tienda de ropa para los nobles. Hoy Levi había venido a visitarme en su día libre, trayendo de regalo un pequeño ramo de margaritas.
— Estoy agujereada de un costado, pero bien, ya sabes lo normal — contesté riendo, él guardó silencio mirándome — Oye, si esperas que me disculpé por el beso, no lo haré, eso quería y lo obtuve.
— No esperaba que lo hicieras — habló rápido acariciando mi mejilla derecha.
— Levi, me gustas, no voy a negarlo. Por eso mismo fue que lo hice — aclaré firme, viendo directo a sus ojos en busca de alguna señal, que encontré afortunadamente, sus ojos soltaron un brillo que nunca antes había visto.
— Lo sé — contestó antes de ahora el acercarse y besarme con suavidad, haciéndome estremecer.
Sus manos acariciaron mis brazos con delicadeza, subiendo y bajando por ellos, sin apartar sus labios, hasta finalmente cortarlo, besando mi frente con cariño. Para luego volverse a lazar dando un beso ahora más rudo y poco amable acercando su cuerpo más al mío, un suspiró escapa de sus labios. Su mirada se ha oscurecido, sus manos bajan a mi cintura.
— Te advertí sobre provocarme.
.
.
.
— ¿A dónde has ido? — preguntó mi hermana sentada junto a la puerta.
Pasaba de media noche, no creí que siguiera esperando a mi regreso, su camisón caía hasta sus tobillos, su largo cabello recogido en una larga trenza mirándome impaciente, sus brazos cruzados bajo su pecho. Es la primera vez que la veo molesta conmigo, no la culpo, yo estaría igual se estuviera en su lugar; pero hay algo que no encaja, ella nunca se desvela a mi regreso, sabe que puedo protegerme por mi misma, por ello siempre está tranquila cuando salgo sin avisar, ni siquiera mostró preocupación cuando fui herida.
— ¿Por qué estás vestida así? — pregunta señalando mi vestimenta.
Un largo vestido rojo en corte de sirena, cubriendo mis desnudos hombros con un abrigo del que no soy su propietario, puedo sentir que algo va salir mal, no es para nada normal que yo vista así, mucho menos usar maquillaje como ahorita mismo estoy llevando. Mi mente queda en blanco, no sé cómo mentirle, pero tampoco estoy dispuesta a contar de la verdad. Suspiré frustrada.
— ¡Contéstame! — implora con voz quebrada a punto de soltar el llanto — ¿Qué acaso son verdad los rumores?
— ¿Qué rumores? — claro que los conocía, pero tampoco iba a admitirlo.
Lena es alguien realmente débil, física y emocionalmente, muy sentimental, no podría soportar con toda la carga con la que yo, su hermana menor le ha tocado cargar por ser tan incompetente.
— Sobre... Sobre que tú y el capitán Levi ha estado saliendo — dijo señalando me de manera acusadora.
— Lo he visto últimamente, ya sabes, la caída de muro María ha provocado bastantes problemas, especialmente con la Legión, hay problemas políticos por dónde sea. Solo hemos estado intercambiando información, nada del otro mundo — hablé rápidamente, era todo ello verdad, hablaba con la verdad, una verdad a medias, pues no diría de la otra parte a la cual si supiese la lastimaria.
— Pero...
— ¡Carajo! ¿Debes ser siempre tan desconfiada? — la paciencia se me estaba agotando, haciendo ver los verdaderos sentimientos que a ella tengo — De cualquier forma, si estuviera saliendo con él, no te diría.
Y antes de que pudiera decir algo, subí corriendo las escaleras a mi habitación.
.
.
.
Hola!!
Originalmente pensaba en hacerlo un poco más simple, pero al estar escribiendo se fue extendiendo bastante, por tanto decidí dividirlo en partes dos o tres partes dependiendo.
¿Qué les ha parecido está primera parte?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top