Chocolate Amargo | Parte II
— Eres un desvergonzado — lo acusó.
El joven pelinegro la miró unos instantes, la comisura de sus labios se elevó levemente, una casi inapreciable sonrisa. Era un martes, estaba nublado, pero eso no evitó la clase de gimnasia. Los tenían dando vueltas alrededor del campo de fútbol.
Lisa nuevamente se limitaba a observar a la distancia a sus compañeros, de verdad deseaba poder hacerlo. Desde que era consciente de sí misma jamás había experimentado algo tan vanal como correr, y le parecía en su perspectiva algo realmente extraordinario.
— Que gusto verte — respondió él ante su insulto.
Se sentó junto a ella.
— Reprobaras — le dijo.
Levi arqueó una ceja, se veía de un tipo despreocupado, su uniforme desprendía aquello por la manera en usarlo, también parecía de un tipo rebelde, la camisa sin abrochar con una playera negra por debajo, los pantalones arremangados por los tobillos, las cadenas que colgaba de su cinturón al bolsillo, el flojo nudo de la corbata roja. Sí, en definitiva parecía un completo rebelde.
Sin embargo su expresión le daba un plus, su facciones, su forma de mirar, era un fuckboy, un badboy, era la viva descripción que sus amigas le daban de los chicos en los que debía alejarse. Sin embargo, le parecía reconfortante su compañía, ya eran dos semanas consecutivas en qué él llegaba a sentarse con ella durante la clase de gimnasia, gesto que le parecía muy agradable de su parte.
— No lo creo — dijo él.
Lisa lo miró entrecerrando sus ojos. Levi revolvió su cabello con gentileza provocando una risa en la joven.
— Quiero enseñarte algo, búscame hoy a la salida por los laboratorios. Seguro te gustará — dijo.
La joven se sorprendió un poco ante ella, asintió sonriente sin preguntar mucho acerca de que se trataba. Levi se levantó agitó su mano despidiéndose de ella para regresar a clases, ella sonrió observando su figura perderse en las escaleras del edificio de último año.
[…]
Se despidió de sus amigas disculpándose por no poder ir con ellas, se excuso diciendo que había quedado tener tutorías de las materias en las que se encontraba retrasada por sus constantes ausencias. Petra no le creyó del todo, sin embargo no le cuestionó nada, así que se despidieron de ella deseándole suerte.
Lisa se apresuró a ir al edificio de los laboratorios, subió con un poco de cansancio las escaleras, pues se mareo un poco por el esfuerzo que había echo. Sintió que tropezó y cuando cerró sus ojos para sentir el impacto, jamás ocurrió.
En su lugar sintió algo suave, abrió los ojos encontrándose con el chico que la había tomado justo antes de que cayera, ella le sonrió tímida sintiendo como sus mejillas se ruborizaron de inmediato. Levi soltó una corta risa, la tomó de la muñeca jalándola para hacerla caminar por el desolado pasillo, hasta que entraron a uno de los laboratorios.
— ¿Qué es esto? — preguntó ella.
Estaba vacío, y las ventanas cubiertas por cartulinas negras y algunas tablas, observó que en una esquina había un sillón desgastado que imagino que en el pasado perteneció al director, pero lo que le sorprendió fue que en la mesa (también vieja) había una canasta repleta de chocolates.
— Aquí suelo venir cuando me aburro de las clases — confesó él.
Ella se dirigió a la mesa tímida, señaló con su mano los chocolates preguntando con su mirada si podía tomar uno. Levi asintió enternecido por su actitud. No sé lo pensó dos veces y tomo uno abriéndolo rápidamente, le dió una mordida.
— ¿Es una especie de guarida? — El pelinegro afirmó — Eres un gran irresponsable, ¿Cómo es que nunca te han cachado?
Levi, quién aún seguía apoyado en el marco de la puerta, se acercó a ella, caminando lento. Lisa confirmó que aquel chico podría ser un exitoso modelo, su manera firme de cada paso que daba, pero a la vez desprendía de gran coqueteó, inclusive aquél uniforme feo color gris rata, en él lucía muy bien, las modificaciones que le había hecho le quedaban como anillo al dedo.
— Te diré un secreto — dijo una vez frente a ella — Pero, jura antes que no dirás nada.
Ella alzó el meñique, el joven miró un instante su meñique y luego el rostro de Lisa, enroscó su meñique con el suyo pactando de aquella promesa.
— Kenny, el maldito director es mi tío y... Tutor, no es algo de presumir, pero eso hecho me hace intocable — se relamió los labios de manera provocativa.
— Eres un maldito irresponsable suertudo — dijo en un puchero.
Él le sonrió con arrogancia de manera rápida, volviendo a su semblante serio. Dejando sin aliento a la joven por la dualidad de aquél chico.
— Lo seré, pero gracias a eso, ahora ti también tienes tu guarida — la chica abrió los ojos perpleja, y sintió sus mejillas arder a más no poder — Veamos aquí a la salida, me agradas, será nuestra guarida pequeña mocosa.
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