Reptile x Lectora.
El pedido es Reptile con su apariencia de Mortal Kombat 1 x lectora. Pero ustedes pueden imaginarse a la versión que más quieran y más les guste.
El personaje que son ustedes en esta (la anterior) y las siguientes lecturas no tienen descripción física para darles espacio a la imaginación, ustedes se conocen y yo no. Es para hacer mas plena la lectura y que disfruten mejor el shot.
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Syzoth era uno de esos acechadores nocturnos, casi inobservables, que pasaban desapercibidos debido a su capacidad de volverse invisible. Nadie podía verlo mientras se escabullía en la oscuridad.
Pero sus habilidades, a pesar de ser precisas y ser un enemigo letal, no pasaron desapercibidas ni para tu agudo oído ni para tus reflejos. El camino de regreso a tu dojo de entrenamiento había sido agotador, el silencio de la noche era pacífico y un sedante para todas las emociones ligeras y envolventes.
Sentiste que se te erizaba el vello del cuello ante el sonido de algo, un aire cálido se movía junto con un par de hojas otoñales que volaban lentamente por el aire detrás de ti; algo estaba ahí fuera. Miraste a tu alrededor, un grupo de casas perfectamente ubicadas formaban una línea recta, una calle sin asfalto y sin tráfico en ese momento.
Te pusiste en posición de lucha cuando sentiste que el aire se movía de manera extraña nuevamente, escuchaste el sonido del viento silbando, una suave respiración moviéndose de un lado a otro entre las esquinas. Cerraste los ojos, tu cuerpo se volvió pacífico y tranquilo, y moviste tu cuerpo dando un paso típico de tu estilo de combate.
No abriste los ojos para detener el golpe que te lanzó el acosador invisible, cerraste el puño sobre su mano, abriste los ojos suspirando al mismo tiempo y relajaste los hombros al ver que quien estaba frente a ti no eras más que Syzoth, un visitante casual de la zona.
—La última vez que estuve aquí no pudiste esquivar mi ataque. —Te dijo y se apartó.
Le diste una sonrisa de broma.
—He estado entrenando duro, Syzoth. —aclaraste, a lo que él sonrió.
Syzoth, como lo conocías por su verdadero nombre, era un zaterrano que no venía de Earthrealm, sino de otro lugar, sirvió a algún otro emperador en Outworld, pero eso realmente no te importaba, para ti era un amigo. Reptile te conoció en un torneo y a partir de ahí se volvieron muy cercanos.
Reptile aparecía de vez en cuando, a veces se ausentaba por mucho tiempo, pero estaba ahí, y eso era lo que importaba.
Cuando terminaron de saludarse, se dirigieron a tu dojo, que era donde entrenabas sola, porque no tenías maestro y mucho menos pertenecías a alguna facción como los Shirai Ryu o los Lin Kuei, por lo que tener una amistad con un Outwolder para ti fue lo más simple posible.
Tu dojo era una habitación sencilla, muy tranquila y pacífica. Tenía paredes marrones y un tatami descansaba en el centro del suelo de madera. Había un pequeño estante en el lado izquierdo donde colocabas tus armas y una planta en la esquina al lado.
Tú y Syzoth entrenaban allí cuando venía de visita. Las primeras veces te derrotó fácilmente, pero fue porque tu corazón no había logrado establecer una calma completa durante la pelea, y fuiste fácil de derribar. Sin embargo, tu alma había alcanzado la paz y estabas segura de que derrotarías a Syzoth en esa ocasión.
—Te aseguro que yo ganaré. —Le dijiste cuando estuvo lo suficientemente cerca de ti y te posicionaste en medio del dojo.
—Pareces muy confiada, espero que no me decepciones.
Syzoth te atacó moviéndose con una velocidad impulsada por sus instintos no humanos, y te dio un golpe en el estómago, te deslizaste hacia atrás y esquivaste sus ataques con movimientos ligeros, moviéndote de derecha a izquierda mientras cubrías los ataques usando tus antebrazos como escudos al alzarlos a la altura de tu rostro.
Luego, con un ligero movimiento, le lanzaste un gancho que le dio de lleno en la mandíbula y lo hizo caer de espaldas contra el suelo de madera. Sin embargo, barrió bajo tus pies cuando te acercaste a él, y antes de que pudieras levantarte, se paró sobre ti y apuntó con su mano a tu cabeza, amenazando con dispararte una bola de ácido. Antes de que Syzoth se llevara la victoria; moviste tus caderas hacia adelante y le pateaste la mano haciéndolo retroceder.
Cuando te levantaste te encontraste cara a cara con el zaterrano.
—Tómalo como una victoria —te dijo de forma egoísta—. Prometo ganar la próxima vez.
—Gracias, pero la próxima vez no me dejarás ganar —respondiste, sonriendo y ajustándote las pulseras.
—Ya no eres la misma, ahora lo haces mejor, mucho mejor. —Admitió mirándote.
esbozaste una sonrisa con autosuficiencia.
—Ha pasado mucho tiempo desde que apareciste...
Tu voz baja hizo eco a través de Syzoth mientras hablabas. Su mirada se volvió oscura, escuchaste su profundo suspiro.
—Te eché de menos. —Admitió de nuevo.
Sus palabras fueron muy suaves y tranquilas, pero acababan de terminar de pelear, aunque no hubo fragor en su combate, y duró muy poco. Nunca pensarías que la visita del zaterrano se centraba en ver cuánto habías logrado controlar tu instinto, sino que iba más allá. A pesar de que ustedes dos estaban en constante rivalidad por querer superarse mutuamente, no era como si Syzoth fuera tu maestro y te negabas a pensar que tu entrenamiento sólo podía deberse a los impulsos que él te daba.
—¿Qué otra cosa has aprendido a hacer mejor? —te preguntó antes de que reinara el silencio, a lo que le dedicaste una sonrisa jocosa.
—Hay muchas cosas que sé hacer bien desde hace mucho tiempo, y no necesito que me des puntuación por eso. —Aclaraste y lo miraste condescendiente, como queriendo provocarlo y llamar un poco más su atención.
—Definitivamente hay otras cosas que haces muy bien y me encanta cómo las haces... —dijo casi en un susurro haciendo que su voz sonara ronca.
Syzoth no era ajeno al coqueteo, ya fuera dándolo o recibiéndolo, y la mayor parte del tiempo esperaba que el coqueteo condujera a algo más interesante. Sabías lo que él sabía, y pensaban lo mismo muchas veces, o al menos casi siempre terminabas dándote cuenta de que ambos tenían la misma idea sobre algo.
A pesar de no ser humano, Reptile tenía muchas cualidades que lo convertían en un maestro del camuflaje; parecer un chico corriente era una de sus mayores cualidades. A pesar de que tenía cara de "trouble boy", y no era más que el lacayo de otra persona. Pero sin duda tenía algo que te atraía mucho, y quizás era la mezcla de muchas cosas; un lagarto, un chico malo, tatuajes y un camaleón de la invisibilidad.
Con cada visita de Reptile, que si bien eran sinónimo de cada muerte de obispo, siempre parecías encontrar la oportunidad de actuar según tus fantasías. Y nuevamente parecía que los elder gods te habían bendecido esa noche.
—Hace mucho que no vengo, extrañaba el perfume terrenal. —Murmuró, casi acechándote con las palabras, y sus ojos se iluminaron como los de un felino en la luz opuesta a la oscuridad.
Lo sabías, sabías que aunque estuviera perdido durante meses, había algo que siempre lo llevaba a cruzar los reinos.
—Lo sé, Reptile —dijiste, cruzándote de brazos y deslizando tu peso hacia un lado de tus caderas para acomodar tu postura—. Noto cuando disfrutas algo.
A Reptile no le sorprendió que hubieras sido capaz de darte cuenta, él era consciente de ello y no era como un secreto que debían guardar entre ustedes. En cierto modo, ambos eran magníficos compañeros en las peleas, y en la cama, también compartían algunos gustos exóticos por ciertas cosas, haciendo que la unión fuera más que frívola. Se conocían demasiado como para dejar pasar las emociones y el deseo.
La sonrisa de Syzoth vaciló por un momento. Estabas disfrutando demasiado de su compañía a pesar de que había llegado hace relativamente poco tiempo.
—Me gusta ser recibido con una confrontación por la única terrícola que me importa en Earthrealm, pero todavía estoy esperando una verdadera pelea. —La voz de Syzoth cambió, arrastraba las palabras.
Estaba esperando ver tu reacción, sabía que realmente no querías pelear con él otra vez.
—Sabes que no lo haremos —le dijiste y te hiciste a un lado lista para salir del dojo, sin embargo, volteaste a mirarlo antes de cruzar el umbral—, sabes que no vamos a pelear.
Reptile cerró los ojos y se rió.
—Sabes dónde encontrarme, Syzoth...
Dejaste el dojo. El lugar en el que vivías era una especie de templo en algún lugar de Earthrealm, podía ser cualquier lugar dependiendo de dónde estuviera tu mente en ese momento, calmarte con el entorno y el silencio significaba que podías viajar a cualquier lugar e imaginar estar en cualquier parte del mundo, incluso transformando tu templo en un jardín, en la cima de una montaña o en un valle junto a una cascada.
Al salir, dejaste que una gran sonrisa se dibujara en tu rostro, sentiste los pasos sigilosos de Reptile detrás de ti, lentamente a través de la oscuridad. Ya no pasaba desapercibido para tus oídos.
....
Moviste tu cuerpo con cuidado a través de la oscuridad, la tenue iluminación de algunas velas parpadeantes que se encontraban alrededor de la habitación oscilaban sobre tu cuerpo. Lo percibiste, sentiste su presencia y su aliento cerca de tu cuello.
Permaneciste quieta con los ojos cerrados y el cuerpo rígido, pero al mismo tiempo en estado de trance. Dejó escapar el aliento que había estado conteniendo. Tu cuerpo se arrastró al sentir su aire caliente en la nuca, cerraste la boca y te mordiste el labio inferior.
Abriste los ojos con cuidado al sentir el calor del cuerpo de Syzoth cerca de ti, habías logrado entrar en una paz total aunque eras consciente de que sus ojos acechadores te observaban desde las sombras; y aunque esperabas esa reacción de él, no evitaste sentir el escalofrío que subía desde tu espalda baja hasta la coronilla.
Las manos de Reptile se movieron desde tu cintura hasta descansar en tu vientre, que se contrajo ante su cálido toque. Cerraste los ojos y echaste la cabeza hacia atrás.
—Me encanta tu perfume... —susurró Syzoth, su voz sonó más profunda de lo habitual. Te giraste con cuidado hacia él, sus ojos brillaban contra la luz de las velas.
Se miraron largo rato, dejando que el silencio los abrazara, y dejando que sus ojos intentaran conocer sus almas. Fuiste tú quien lo besó primero al ver lo llamativos que eran sus labios. Había pasado un tiempo desde que apareció Reptile, extrañabas su presencia y su toque más allá de la batalla.
Besaste a Syzoth lentamente, disfrutando el sabor de sus labios, sintiendo la calidad envolvente de sus comisuras. Te aferraste a su cuello, envolviendo tus brazos alrededor de él, él envolvió sus brazos alrededor de tu cintura y comenzó a besarte siguiendo la velocidad de tus movimientos.
En esa habitación no había cama, era un lugar para meditar muy diferente a tu dojo, pero había una mesa de libros donde solías ir a escribir tus pensamientos. Reptile te empujó hacia aquella mesa, en la que había un cuenco de tinta y una pluma, la cual arrojaste al suelo sin oponer resistencia a los movimientos del zaterrano, quien te besó con tal salvajismo mezclado con lentitud que te embriagaba.
Tu cuerpo empezó a erizarse, a sentir ese calor tan particular, esas ganas y esas deseos empezaron a sacudir tus sentidos. Reptile te hizo sentar en la mesa, abrió con cuidado tus piernas y presionó su cuerpo contra el tuyo, su erección comenzó a crecer y endurecerse. Sus genitales y los tuyos estaban tan cerca que tu pelvis comenzó a zumbar mientras envolvías tus piernas alrededor de Syzoth, causando que su erección chocara contra tu intimidad.
El beso no fue nada breve, duró tanto como los viajes sin regreso de Syzoth al Outworld, eran como una recompensa por haber estado lejos. Lo besaste desesperadamente, extrañando su cuerpo y su aroma. Cuando se alejaron, tus ojos se fijaron en la suave mirada del zaterrano, suspiraste sin decir nada, él tampoco habló, sus labios lo habían dicho todo.
Cuando volvieron a conectar sus labios, entrelazaste tus dedos en el cabello de Syzoth, y él pasó sus manos hasta tu trasero, lo agarró con fuerza, luego deslizó su mano izquierda por tu pierna y la pasó entre la curva de tus muslos que conducía a la unión de tus piernas. Sintiendo la lujuria invadirte, mordiste su labio inferior haciéndolo jadear contra tus labios; lo que provocó que una oleada de excitación subiera a tu estómago.
Temblaste ante el toque sigiloso de Syzoth. Su mano izquierda tocó el elástico de tus pantalones sueltos de entrenamiento, pasó sus dedos por debajo y los bajó para dejarte en ropa interior. Luego metió su mano entre tus bragas y llegó a tu vagina, lentamente la acarició arriba y luego entró separando tus labios. Jadeaste despacio, sentiste que la humedad comenzaba a fluir, él movió sus dedos hacia arriba y hacia abajo.
Te quitaste la parte superior de tu gi de entrenamiento, dejando tu torso desnudo para Syzoth, quien aprovechó para besar tu cuello y deslizar sus labios sobre tus senos, los cuales saboreó con su ágil lengua, haciendo que no te abstuvieras de gemir.
Reptil sonrió con sus labios contra tu piel, tus gemidos resonaron como un eco por los interiores del templo. Mientras te besaba, su mano izquierda te hacía sentir un frenesí, un vaivén de sensaciones, mientras acariciaba tu flor con tanta rapidez y entusiasmo.
—Lo harías mejor con tu miembro... —le dijiste en un susurro con la voz quebrada. Echaste la cabeza hacia atrás, Syzoth sonrió.
La sensación era maravillosa, lo estaba haciendo muy bien, pero habías te calentado demasiado rápido, tu cuerpo ya pedía estar extasiado con el verdadero placer que allí aguardaba, el pináculo estaba entre los pantalones del zaterrano.
—¿Te hago suplicar? —preguntó Syzoth levantando la cabeza y mirándote, todavía tenía su mano allí, y no dejaba de acariciar debajo de tu clítoris, impidiéndote llegar a tu punto. Lo miraste con severidad.
Reptile se rió, retiró su mano de tu vagina y sujetó tus piernas con fuerza, agarrándolas por la parte posterior de tus muslos. Sabías que era tu turno de hacer la otra parte del trabajo, así que te moviste con cuidado para bajarle los pantalones y desnudar su miembro, que por cierto estaba bastante erecto y tenía una longitud mayor que el promedio de terrícolas.
No se tomó el tiempo de entrar en ti, te empujó con una fuerza bastante bruta contra la pared, tu espalda se puso rígida, tu columna se estabilizó. Gemiste ante el primer empujón que fue amortiguado por la humedad de tu vagina, permitiéndole a Syzoth sentirte muy placentera.
Reptile te volvió a penetrar, te golpeó más fuerte contra la pared, la fuerza que tenía era característica de su forma de lagarto gigante, te encantó, lo disfrutaste. Gimió cuando sintió tus paredes apretar su miembro. Que Syzoth te golpeara el interior fue perfectamente exquisito.
Te derretiste ante su toque. Él apretó tus piernas con fuerza. Luego te besó de nuevo cuando ambos sintieron la deliciosa fricción que anhelaba en sus cuerpos. Reptile estaba sereno pero al mismo tiempo inundado de placer.
Cuando se separaron, Syzoth puso su cabeza en el hueco de tu cuello y trapecio. Su respiración tembló cuando entró en ti, y tu cuerpo golpeó la pared, haciendo que la mesa sobre la que estabas cargada chirriara.
Mantuviste tus brazos sobre la espalda de Reptile, extendiendo todas tus extremidades, entregando todo tu cuerpo al zaterrano, quien no dejaba de golpear tus entrañas.
Con una sonrisa triunfante en sus labios, gemiste, tu cabeza cayó hacia atrás y tus dedos se clavaron en la armadura de Reptile, quien no se había quitado la armadura. Las maldiciones escaparon de tus labios, tu voz envió un escalofrío a través de Syzoth y sus caderas se movieron hacia adelante al mismo tiempo que tus movimientos.
Su lengua lamió la piel de tu cuello, y tus dedos presionaron con fuerza su ropa, cerraste los ojos mientras te dejabas llevar, estuviste a punto de tocar tu orgasmo y hacer que todos tus sentidos se involucraran en una ráfaga de energía.
Reptile empujó más fuerte, te penetró más rápido, aumentando la fricción y haciéndote comenzar a gemir fuerte, tus gritos eran tan placenteros, estabas extasiada de placer, jurarías que no había nadie en el mundo capaz de follarte tan bien.
—Dioses, lo haces tan bien... —no eras alguien que maldijera, pero Reptile hacía todo posible.
Syzoth no respondió, luchando por respirar mientras intentaba llegar al punto. Su miembro comenzaba a palpitar, su cuerpo estaba muy cansado, la lucha y el sexo eran el ejercicio perfecto para dos kombatientes.
Ambos lo sintieron, en el momento en que llegaste al orgasmo sentiste como todo tu cuerpo se quedaba flácido, y como los músculos de tus hombros se contraían, tu espalda se tensaba y tus piernas se entumecieron. Dejaste escapar un gemido ahogado y soltando una gran cantidad de aire dejaste de apretar la armadura de Reptile.
Escuchaste su respiración constante, se apartó de ti y se apoyó contra la pared detrás de ti, sosteniendo su brazo con fuerza.
—Earthrealm tiene cosas buenas, muy buenas... —murmuró en tu oído con voz ronca.
—Si es así deberías venir más seguido, me encanta cuando lo haces, cuando me lo haces a mí —las dobles intenciones eran fáciles de captar para el zaterrano, quien nunca se sintió cohibido por la lascivia que escurría de tus palabras.
Reptile estaba contento, y aunque luego se volvería a ir, no sabías si realmente volvería pronto, al fin y al cabo, aunque disfrutaba estar contigo, todo siempre pasaba de la misma manera y aún así te encantaba.
......
Se vienen más personajes x lectores.
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