Raiden x Cetrion.
Dedicado a: Mrdeadlight2
Raiden se había quedado observando el mismo horizonte, bajo el resplandeciente fulgor de un bello sol, irse ya en la tarde, dando lugar a la Luna tan brillante.
Sólo podía recordar, aquellas palabras que salían de los labios azules de aquella bella mujer de cabellos verdes, que lo tenía pedido, enamorado y casi soñando despierto. Pues sólo una mirada de ella, podía hacerlo crear una admiración total por la presencia de ese ente hermoso y sensual.
Cerró los ojos, reprimiendo su excitación, sólo la que ella le hacía sentir, pero...
No podía.
Era un dios.
Y eso.
Era un pecado.
No quería dejarse caer en los morbosos deseos que sólo un mortal podía sentir, pero sólo solto el nombre de Cetrion, y sientió como si una luz llenara su interior. La voz tan hermosa de aquella mujer de ensueño, llegó hasta sus pensamientos más oscuros, solo quería tenerla en sus brazos y no soltarla jamás.
Pero sentía que ella y él no podía tocarse. Kronica había manipulado a su propia hija, y sólo le había llenado la cabeza de pensamientos en contra de los dioses, y de Raiden.
Kronica sólo quería dar vuelta la historia, y Cetrion había sido un pequeño títere que le ayudaba.
Pero el dios del trueno sabía que ella jamás sería así, que Cetrion tenía otro brillo, que ella solamente hacía la voluntad de su madre, porque era quien le había dado la vida.
—El tiempo se parado, y aún quiero oler tu piel, llegaste como un sueño, del que no se volver. —Se dijo así mismo la deidad, soltando palabras al aire.
(*****)
—Raiden. —Aquella voz tan melodiosa, ya no era un siempre recuerdo.
"Tus ojos, tu cara, tu mirada"
"Vos, sólo vos"
—Cetrion, tengo algo que decirte. —Declaró el hombre de ojos brillante mientras sus manos las ponía detrás en su espalda.
La diosa se le acercó con lentitud y apoyó sus manos en los hombros de aquel dios.
Esperó, y pensó.
¿A ella también le atraía? No podía dejar de pensar en su voz, ni en su cuerpo. Ella también sentía que estaba siendo atrapada por el deseo de un sólo beso con Raiden, y un toque de manos, y la calidez de su cuerpo.
Y sin preámbulos, Raiden rompió el hielo.
—Quiero tocar tus manos, y enredarme en tu miel, hoy quédate a mi lado, Cetrion. —Declaró de forma poética Raiden.
La hija de Kronica abrió sus labios unos centímetros, dejando salir un suspiro. Soltó al dios con lentitud y luego bajó la mirada con rapidez; en su piel, el color rojizo no tardó en aparecer.
La temperatura de su rostro subió, y ella sólo pudo sentir los latidos de su corazón cada segundo más rápido.
Parecían dos niños, dos niños que no podían tocar sus manos, por un simple tabú, que les impedía el roze entre sus cuerpos, y la forma de mirarse, no era la misma que antes.
Cetrion corrió su cabello de sus hombros, y luego con lentitud apoyó su mano sobre el sombrero de arroz de Raiden, y con un simple ademán se lo quitó. El dios simplemente dejó guiar sus ojos, y centrarlos en la sensualidad que afloraba en los movimientos de Cetrion, ella era simplemente perfecta.
—¿Cetrion? —Preguntó el dios mientras ella le quitaba la capucha que cubría aquel cabello color nieve y brillante como la misma Luna llena.
—El amor entre dioses es algo que aveces parece ser sólo un cuento escrito por mortales, pero aveces debes dejar ir a la imaginación y mirar más allá en el abismo.
—Dijo Cetrion mientras sus hermosos orbes se cruzaban con los luceros de Raiden.
Ambos se quedaron callados mientras sus miradas palpitaban por aquel cruce tan hermoso y único.
—El amor de dioses, sólo puede significar una utopía, pero tus labios son tan llamativos como la idea de que exista algo entre nosotros. —El dios tomó el mentón de la deidad femenina y con cuidado se acercó a sus labios, ambos rozaron y al hacerlo, una electricidad recorrió la espalda de ambos.
Sus manos se cruzaron, Cetrion sintió que quería más que un beso, quería un toque, uno único, y quería qué su ser y el de Raiden se hicieran uno.
El dios del trueno tomó la cintura de la mujer con toda la delicadeza existente, y luego bajó hasta sus muslos. Pudo sentir como su virilidad se levantaba al sentir cómo Cetrion tocaba sus cabellos y besaba cada centímetro de sus labios.
Raiden apoyó a la diosa contra la pared del templo, y la levantó con rapidez, Cetrion se sorprendió al notar aquélla acción tan repentina, y aunque le pareció extraño, enredó sus trabajas y sensuales piernas alrededor de la cintura del hombre eléctrico.
Ambos comenzaron a sentir aquellas emociones tan extrañas, sentían que el Mundo se había pequeño ante el amor que se tenían.
La diosa de la virtud, pudo sentir como los toques de su amado dejaban escapar leves suspiros de ella, y en su feminidad la humedad comenzaba a fluir; había deseado tantas veces poder tocar y acariciar a Raiden, que ahora estaba viviendo el sueño más hermoso que había tenido.
(......)
La deidad femenina, se había dejado llevar por la eléctrica lujuria entre Raiden y ella, el dios estaba parado frente a ella con su torso desnudo, y ella estaba sobre la gran cama del dios, recostada de forma sensual; mientras que sus manos se quitaban la ropa que cubría su hermoso cuerpo.
Raiden se abalanzó sobre ella mientras que la volvía a besar. Sus manos tocaron los pechos suaves de Cetrion ya descubiertos, y con cuidado los acarició, la diosa gimió de placer, abriendo sus piernas, y dejando que el dios se posisionara entre ellas.
Las manos del hombre bajaron hasta las piernas de su amada, y tocaron aquella zona húmeda de la chica; Cetrion no pudo evitar gemir sobre los labios de Raiden.
El dios dejó de besarla, bajando hasta la intimidad de la mujer y abriendo más sus piernas; abrió la boca dejando escapar su lengua, y acariciando luego la flor de la diosa.
Cetrion se aferró a las sabanas mientras gemía; la lengua de Raiden iba y venía como un vaivén, haciendo gritar a la mujer. Saboreó cada centímetro de la vulva de la diosa, mientras sentía que su humedad jamás terminaba.
—Raiden....no te detengas. —Pidió la mujer de cabellos verdes, mientras su amado seguía jugando en su intimidad.
Y cuando la mujer llegó a su orgasmo, Raiden se quitó lo último que lo vestía. Cetrion observó la masculinidad del eléctrico hombre y se soprendió; jamás había visto a un hombre de esa forma, tan hermoso y único.
El dios se lanzó sobre ella besando sus labios de nuevo, y luego con cuidado entró en ella; sintió como la estrecha entrada de Cetrion presionaba su miembro, se sentía tan húmedo y cálido a la vez, no había nada igual.
La hija de Kronica sentía como Raiden empujaba sus paredes, y como su miembro se movía en su interior, era placentero y tan armonioso.
Ambos sentían como sus cuerpos se cruzaban de esa forma tan hermosa que siempre habían deseado. El dios pasó su legua por los pezones de Cetrion, los cuales estaban duros por el tacto tan hermoso de los labios del de cabello nieve.
Volvieron a cruzar sus manos, mientras ella abría sus piernas aún más para que el dios pudiera meterse más adentro, sus cuerpos se habían hecho uno sólo. El tacto era tan frenético, tan único, tan sensual. Ambos gemían.
Sus cuerpos sudaban, sentían el calor del otro.
—Que seamos dioses no quiere decir que no tengamos deseos. —Habló el de cabello nieve.
—Es nuestra decisión, Raiden, nadie debe juzgarnos. —Soltó la diosa de la virtud mientras aún sentía como su cuerpo se estremecía.
—La razón por la que hacemos esto, es porque nuestro amor debía hacerse realidad. —Dijo Raiden. —Mira el abismo y sabrás que una obra de arte se esconde en la oscuridad, la desnudez de dos dioses que se funde en un extraño acto.
Cetrion dejó salir una lágrima; sabía que él era lo único que ahora podía significar felicidad.
—Raiden, los años luz se miden en distancia, los segundos en tiempo y mi amor por ti se mide en sonrisas, y besos, porque siempre me gustaste, y mirar el horizonte sólo significaba ver tu sonrisa al final del día.
Volvieron a fundir sus labios en un fugaz beso.
(......)
Mi primer capítulo!
Espero les haya gustado el primer pedido que hago!
Es la primera vez haciendo esto y les juro que me encantó escribirlo!
Los amo!
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