Kenshi Takahashi x Lectora.

Este escrito se sitúa en la nueva línea temporal. Eres una agente del gobierno que tiene una muy buena amistad con el espadachín ciego.

Disfruten. (Pdta: Kenshi, mi amor, no aguanté tanto sin hacerle otro shot)

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Takahashi Kenshi era un ex yakuza con un temperamento tranquilo, pero de carácter fuerte. Durante mucho tiempo había estado buscando una manera de deshacerse de aquellas malas personas con intereses que no se alineaban con sus pensamientos. Sin embargo, aunque ya no quería ser parte de esas personas, su apariencia no lo demostraba.

Tenía las manos llenas de tatuajes, era alto y vestía un elegante traje formal gris, y debajo tenía una camisa naranja. Parecía el típico mal hombre de negocios que vive del juego o amenaza con matar a otros si no pagan sus deudas, pero claramente ese no era el caso.

No trabajabas para la policía, pero eras un agente del gobierno que la mayor parte del tiempo trataba con mafias y grupos criminales. Conocías a Kenshi porque habían tenido encuentros poco amistosos, aunque en realidad no era como si se odiaran, sino que nunca lo habías traicionado por la sencilla razón de que tenía ideales "nobles", por así decirlo.

Él no veía la necesidad de hacer sufrir a los demás para ganar como lo hacían los yakuza. Y durante mucho tiempo sólo había estado buscando una manera de limpiar el apellido de su familia y recuperar la espada de sus antepasados.

Hacía mucho tiempo que no lo veías, pero sabías que había logrado recuperar la espada que tanto deseaba. Johnny Cage te lo dijo cuando tuviste la oportunidad de ser parte de su estudio de grabación, y como Takahashi te había dicho que el actual dueño de la espada era un actor fanfarrón de Malibú, obviamente sabías que Cage había sido el anterior propietario. Pero según Johnny, él mismo le dio la espada y el resto es historia, no se sabía nada más.


....


No habías planeado tu encuentro con Johnny Cage esa noche, a él le gustaban las mujeres bonitas, pero aunque no tolerabas del todo su arrogancia y su coqueteo, solo aceptaste porque el único japonés al que le echabas el ojo también asistiría a ese encuentro.

-Tendrías un papel protagónico en una de mis películas si lo quisiera, de hecho conozco a otra mujer policía que sería una buena compañera para ti. -Dijo Cage entre sorbos de cerveza tibia. Estaban tumbados en la barra de un restaurante bastante lujoso.

-No soy un policía, Cage -lo corregiste y miraste a tu alrededor-. Además, me dijiste que vendrías con Kenshi y no lo he visto.

Johnny sonrió y se apoyó en la barra mientras te miraba y se bajaba con cuidado sus gafas de sol.

-No pensé que Kenshi pudiera tener una mujer tan bonita detrás de él. -Murmuró y tú blanqueaste los ojos ante el comentario.

-No estoy detrás de él, solo quiero verlo porque hace mucho que no lo hago. -Te encogiste de hombros y tomaste otro trago de tu whisky.

Ambos permanecieron en silencio y Johnny miró por encima de tu hombro, lo que llamó tu atención, se enderezó en su silla y sonrió. Te volteaste para mirar detrás de ti y chocaste con el pecho de Kenshi, lo reconocerías en cualquier parte, aunque ¿por qué tenía los ojos vendados?

-Buenas noches. -Kenshi tomó asiento a tu lado, lo miraste intrigada sin poder decir nada. Hacía mucho tiempo que no lo veías y realmente no recordabas que fuera tan atractivo.

-¿A qué están jugando? -preguntaste e inclinaste la cabeza para mirar a Johnny.

-¿Esa es tu manera de saludar, muñeca? -te preguntó Johnny con jocosidad.

No entendiste nada y volviste a tomar un trago. Luego de un momento, ambos te contaron lo sucedido pero sin dar muchos detalles de la situación, te quedaste congelada.

-¿Verdad? Qué pena que Kenshi no pueda ver lo hermosa que eres -dijo Johnny y se levantó de su silla-. En fin tengo que ir a reclamar el dinero que me deben por haber roto mi hichuli.

Escuchaste a Kenshi reír suavemente detrás de ti. Te mordiste el labio inferior y te giraste para mirarlo.

-Aún no lo puedo creer, Takahashi. -Le dijiste mientras te acomodaste, le echaste un vistazo a toda su figura, de todos modos no podría verte hacerlo, y aprovechaste para mirarlo de arriba a abajo.

-Me gustaría hablar contigo en otro lugar, después de todo, creo que merecemos pasar un buen rato después de mucho tiempo, ¿no? -te preguntó lentamente con voz gutural.


....


Pagaste una habitación en un hotel contiguo del restobar donde se habían encontrado con Johnny. Era fin de semana, un sábado era un buen día para descansar y pasar la noche. El lugar olía a grosellas, era muy elegante y tú fuiste quien insistió en pagar para pasar el rato.

Había una buena relación entre Kenshi y tú. Antes se pasaban el tiempo saliendo por la noche mientras lo ayudabas a investigar el paradero de "Sento". Y ahora que te dabas cuenta, viste que tenía esa espada consigo, y te preguntaste por qué nadie había dicho nada cuando lo vieron cargando la espada, aunque ni siquiera te importó demasiado.

Te paraste junto a la ventana en la habitación mientras Kenshi se sentaba en la cama y dejaba escapar un suspiro.

-¿Qué piensas hacer ahora que tienes tu espada? -le preguntaste y él movió la cabeza en tu dirección.

-Muchas cosas. Pero no pensaba hablar de eso ahora que estamos reunidos.

Te apoyaste contra el marco de la ventana y soltaste una sonrisa sin darte cuenta. Seguramente Johnny Cage le había dicho algunas cosas para animar el tenue fuego que venía cobrando fuerza entre ambos desde hacía tiempo.

Con cuidado te acercaste y te colocaste frente a él, la venda realmente le quedaba bien y extrañamente delineaba aún más su bien marcado rostro.

-Me gusta el perfume que usas, es embriagador en cierto modo. -Murmuró e inclinó la cabeza hacia arriba. No dijiste nada y pasaste tu mano por su rostro, con tu pulgar acariciaste su mejilla y bajaste hasta su mandíbula.

-Definitivamente necesitaba verte.

-Yo también.

Juntaste tus labios en una fina línea ante el comentario y tocaste su rostro con ambas manos. Kenshi no se quedaría ahí quieto ante tu toque que obviamente no estaba destinado a ser "amistoso", sino que tenía otra conotación. Con cuidado puso sus manos en tu cintura, no sin antes detenerse por un momento sin saber si era la parte de tu cuerpo que quería sostener. Cuando te tocó, sonrió con confianza y te acercó a él.

-Ninguna mujer me ha hecho desear tanto su compañía como tú. -Murmuró.

Te sentaste a horcajadas sobre sus piernas y lo besaste sin mantener la tensión. Kenshi te siguió, deslizando sus manos por tu espalda, mientras tus labios y los de él competían para ganar territorio sobre la boca del otro. Te aferraste a su cuello y mandíbula mientras inclinabas tu rostro en diferentes direcciones con cada movimiento de tus labios.

Pasaste tu mano por el trapecio derecho de Kenshi y la metiste debajo del saco gris para bajarlo sobre su hombro, comenzaste a intentar quitarle la ropa mientras el frenesí los embriagaba. El japonés se quitó la espada y la dejó sobre la cama, ahora dependería enteramente de sus sentidos.

-Es muy atrevido de tu parte intentar quitarle la ropa a un ciego -susurró con voz ronca mientras lo empujabas un poco hacia atrás, haciendo que se sostuviera apoyando su mano en la cama.

-Me gusta cómo suena. -Admitiste.

Bajaste su saco hasta sus antebrazos y lo besaste nuevamente hasta que Kenshi dejó de apoyarse y se recostó en la cama. Puso sus manos en tus curvas, deslizando las yemas de sus dedos por tu espalda baja, mientras le comías la boca.

Oliste su colonia cuando sus cuerpos hicieron contacto, jadeaste despacio y te alejaste de él. Intentaste quitarle la venda pero él se negó, poniendo su mano sobre la tuya.

-No hagas eso, podrías pasar un mal momento. -Te dijo en un tono un tanto serio.

Al parecer a la historia de Johnny Cage le faltaban detalles, y aunque tenías curiosidad preferiste seguir con lo tuyo para que la tensión no flaqueara. Por eso, acariciaste su pecho debajo de su camisa naranja y luego la desabotonaste con cuidado.

Kenshi puso su mano izquierda en tu cintura y con la otra sostuvo tu muslo derecho. Lo que hizo que tu ritmo cardíaco se disparara, porque te lo imaginaste tomando tu trasero. Sentías la humedad entre tus piernas mientras imaginabas muchas situaciones que te venían a la mente.

No eras alguien que pensaba así, ¿o tal vez sí?

Besaste su cuello con tus delicados labios, a veces te gustaba dominar y a veces te gustaba ser dominada. Pero no todos los días tenías a tu disposición a un ciego corpulento y de voz profunda, y antes de dejarlo dominarte, intentarías dominarlo tú misma.

Y te estaba yendo bien.

Cuando Kenshi comenzó a tocarte sonreíste con complicidad, besaste la suave piel de su glabro y trabajado pecho. Te preguntaste qué podría estar pensando, se quedó en silencio, te acariciaba mientras gemidos traidores escapaban de sus labios silenciosamente, como si estuviera tratando de contenerse.

La idea de Takahashi de una noche íntima no implicaba que él hablara mucho. Aunque sí te contó algo así como que Johnny Cage lo tuvo atado en una silla después de haberlo enfrentado en su mansión por la espada, porque había perdido. Sentiste un poco de envidia por eso, si hubieras sido Johnny Cage probablemente habrías usado esa situación para inclinarlo hacia algo más lascivo.

Mientras acariciabas su cuerpo y su abdomen hacías preguntas intentando ahondar más en el cómo de su ceguera, pero Kenshi parecía querer restringir demasiado las respuestas. Te moviste con cuidado hasta que estuviste cara a cara con él, le acariciaste el cabello y pusiste tus piernas alrededor de su cuerpo. Apoyaste tu brazo izquierdo contra la cama para sostenerte, Kenshi colocó su mano izquierda en tu rostro y acarició tu barbilla con cuidado.

-Por favor, Takahashi, no hay nada que pueda asustarme, llevo demasiado tiempo persiguiendo yakuzas y criminales como para sorprenderme con algo potencialmente "turbio" -le dijiste en tono juguetón mientras pasabas tu mano por su pecho desnudo.

-Eres demasiado curiosa.

Le echaste un vistazo a sus manos todas tatuadas, era elegante pero parecía un verdadero gángster.

-Nunca me dijiste qué significan los tatuajes en tus manos. -Susurraste mientras acercabas tus labios a los de él.

Kenshi sonrió con picardía, levantó ambas cejas.

-No tienen una historia interesante.

Kenshi te besó para que dejaras de preguntar y tratar de desenmascarar su pasado con preguntas no dichas. Te tomó por las caderas y moviste tu cuerpo sobre su cintura, sobre su entrepierna para darle una erección de la manera más intencional posible. Sentiste que su miembro comenzaba a crecer mientras te movías contra su cuerpo.

El calor se concentró en la parte baja de tu abdomen, tu ropa interior comenzó a sentirse pegajosa. En ese momento terminaste de bajar su camisa naranja hasta sus antebrazos, mantuviste tu mirada estática en su piel y su marcado abdomen, lo que para ti era puro placer visual.

Llevabas un vestido negro con la falda abierta del lado derecho, lo que te facilitaba moverte. Sabías que Kenshi no necesitaba verte para darse cuenta de lo que estaba provocando en ti, notaste como sonrió al saber que estaba empezando a excitarte.

El japonés se estaba poniendo muy duro y su polla estaba apretada contra sus pantalones grises. A Kenshi le gustó cómo te balanceabas sobre su cuerpo, haciendo que todo fuera más exasperante para los deseos de ambos. Sobreestimulaste su miembro, haciendo que un escalofrío recorriera su espalda con el loco deseo de penetrarte que provocaste en él.

Kenshi gruñó y flexionó los músculos de su espalda. Tu cintura se movió después de que él apretó su cuerpo con más fuerza e inconscientemente levantaste tus caderas contra las suyas, justo donde su polla estaba metida dentro de sus pantalones. Él estaba ahí entre tus piernas, sentiste su movimiento brusco contra tu intimidad, sentiste como se endurecía haciéndote morder tu labio inferior y apretar con más fuerza su pecho, rasgando su piel.

Los deseos carnales se estaban apoderando de ti.

-Ah, lo haces bien -susurró con dificultad para respirar-, me haces querer estar encima de ti.

No esperabas que dijera eso.

-¿Quieres eso, cariño? Demuéstralo. -Le dijiste de manera provocativa.

Sabías que estabas desafiando a un hombre mucho más ancho que tú y con mucha fuerza a subirse encima de ti y dejarte contra la cama, eso hacía todo muy divertido y excitante, aunque sabías que podría tener consecuencias.

Te moviste con cuidado hacia un lado para darle espacio para moverse, Kenshi apoyó un codo contra la cama y se sostuvo, verlo en esa posición envió una nueva ola de humedad a tu ropa interior.

Con cuidado te abrazó y se subió encima de ti, terminó de quitarse la ropa hasta quedar con el torso desnudo. Te tocó para besarte, te tomó de las caderas y se acercó a tu pecho, te mordió cerca de las clavículas y echaste la cabeza hacia atrás.

Te aferraste a su cabello y a su cuello, separaste tus piernas para que él pudiera encajar su cuerpo entre ellas. Lo acercaste a tu rostro para besarlo, gemiste en su boca cuando sentiste su cuerpo contra el tuyo.

Te pellizcó los pezones, luego bajó hasta tus senos, lamiendo el pulgar de su mano derecha para aliviar la fricción, lo frotó con cuidado haciéndote gemir de placer. Luego lamió tu pezón izquierdo, haciendo movimientos circulares con la lengua.

Agradeciste que él no pudiera ver tu rostro, estabas roja, envuelta en placer y aún faltaba un largo camino por recorrer para que terminara.

Kenshi se bajó la bragueta y luego los pantalones, metiendo la mano en su ropa interior para agarrar su miembro. Lo observaste desde tu posición y suspiraste, mirando al techo. Kenshi se posicionó mejor entre tus piernas, las separó con ambas manos, y se posicionó contra tu cuerpo, haciendo que te muevas bruscamente sobre las sábanas mientras empujaba hacia adelante.

Gemiste y lo miraste, él se acercó a ti y sentiste que pasaba su mano derecha por tu vestido y lo levantaba, luego puso su mano debajo de tu ropa interior y la bajó. Te estremeciste mientras Kenshi arrastraba sus dedos arriba y abajo por tu intimidad.

Lo acercaste de nuevo hacia ti, lo besaste fuerte mientras él te tocaba y gemiste contra sus labios. Kenshi continuó frotando tu flor, comenzaste a jadear y a moverte, siendo casi incapaz de controlarte debido al deseo y sensación que generaba en ti su tacto.

Entonces, el japonés, dejando de torturarte, se acomodó mejor y te penetró con cuidado, sentiste todo su grosor pasar con cuidado por tus pliegues, dejaste escapar un gemido de satisfacción. Era tan grueso y ancho que parecía que nunca terminaría. Te aferraste a su espalda en el momento en que comenzó a moverse hacia adelante, haciendo que todo tu cuerpo subiera y bajara sobre la cama, y el sonido chirriante se sintió por el movimiento de sus cuerpos.

Kenshi besó tu cuello, abrió su boca para saborear tu piel, extasiado de placer, tus paredes comenzaron a sujetar su polla, estabas tan mojada y caliente por él. Él jadeó mientras sus labios acariciaban tu piel, gemías fuerte y hundías tus dedos en su espalda ancha.

Te sostuvo por los muslos mientras devoraba tu cuello, amasó con cuidado la piel de tus piernas mientras te penetraba. Te invadió un extraño frenesí, lo estaba haciendo tan bien.

-Me gustaría ver tu cara... -murmuró entre jadeos, su sonaba voz cada vez más espesa y áspera.

-Aprecio que no puedas hacer eso, porque seguramente harías un comentario arrogante.

Kenshi se rió. Le gustaba estar encima de ti, tener el control cuando al principio eras tú quien parecía tener las riendas.

Gemiste fuerte mientras él comenzaba a penetrarte con más fuerza y entusiasmo, no podías ver su rostro porque estaba contra tu pecho. Miraste al techo y cerraste los ojos con la boca bien abierta para gemir despacio. Aguantaste con todas tus fuerzas mientras él se acostaba encima de ti.

Takahashi era muy bueno follando, seguro lo sabía. Era un poco arrogante a decir verdad, y eso te gustaba, incluso siendo ciego no perdía esa parte egocéntrica y segura de su personalidad.

Con cuidado, mientras te penetraba se elevó un poco más como si tratara de verte, apoyó una mano en la cama, del lado derecho de tu rostro, como si te estuviera arrinconando y comenzó a mover sus caderas de forma vigorosa hasta que tu cabeza golpeó el respaldar y las almohadas, gemiste agradeciendo que él estuviera ciego, y tocaste sus músculos cuando entró en ti, acariciaste su pecho y te aferraste a sus hombros.

Kenshi golpeó sus caderas contra ti, tenía fuerza, mucha, haciendo que la penetración resultara en una lluvia de placer y gemidos. Todo tu estómago estaba envuelto en calor, Kenshi apretó sus labios mientras sentía cómo tu cuerpo se ablandaba ante él, y cómo tus entrañas envolvían su pene con humedad y calor.

Gemiste cuando sentiste que toda su longitud desgarraba tus entrañas, su toque encendía un fuego dentro de ti. Kenshi no dejaba de embestirte, sentías tus piernas débiles, sin fuerzas mientras centrabas tu atención en sus labios y lo besabas de nuevo con fuerza y pasión, abriendo la boca, mordiste su labio inferior y respiraste fuerte.

Envolviste tus piernas alrededor de su torso para intensificar el placer y apretaste su miembro con más fuerza, Kenshi gimió más fuerte de lo que hubieras pensado que era capaz de hacer, se sentía tan bien, era tan sexy.

A medida que el frenesí aumentaba, los latidos de tu corazón se aceleraban, estabas a punto de llegar al orgasmo, sentías todo el calor subir desde tu pelvis hasta el bajo abdomen. Cuando Kenshi tocó tu punto gemiste y sentiste que todo se ralentizaba, tu cuerpo perdió calor y energía después de un estallido de placer que pareció interminable por un momento. Sentiste que te llenabas con los fluidos del ex yakuza.

-Tomo anticonceptivos, no te preocupes, ciego. -Le dijiste en tono burlón cuando sentiste su cuerpo casi caer encima del tuyo, se inclinó y salió de ti. Sus rostros aún estaban cerca, sentías su respiración entrecortada en tu cuello.

-Qué alivio. -murmuró.

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