Bi Han x lectora.
Este os está ubicado en la nueva línea temporal de Mortal Kombat (mk1)
Eres una estudiante del clan Lin Kuei.
.
.
.
.
Hace muchos inviernos atrás, fuiste una iniciada del Lin Kuei, con una ardiente devoción a sus doctrinas. Pero no eras una criomante ni podías manejar ninguna magia, solo eras una humana, ansiosa por convertirte en una ninja experta. Y admirabas al Gran Maestro Bi Han, que tenía un corazón tan frío como un bloque de hielo.
Aunque no podías dominar ninguna magia, trabajaste día y noche para dominar el arte del combate, con la esperanza de convertirte en una poderosa guerrera dentro del clan. Y Bi Han sintió una secreta admiración por ti, pero no expresaba ese sentimiento exteriormente, sin embargo, a medida que pasó el tiempo, esa admiración se hizo evidente; la forma en que te miraba y te llamaba para que lo acompañaras en sus misiones más peligrosas reveló un fuerte vínculo entre ustedes. A pesar de su exterior frío, sentiste que Bi Han confiaba en ti, lo que te permitió ver un lado más sensible en él.
Cuando Kuai Liang y Smoke renegaron de Bi Han y crearon su propio clan, su corazón, que alguna vez estuvo lleno de odio y furia, ahora estaba extrañamente vacío. Su alma estaba sumergida en la soledad, sentía una sensación opresiva que lo consumía por dentro.
Quisiste reparar su corazón vacío, quisiste calmar los males de su alma. Bi Han se sintió reacio a tu afecto al principio, pero al final lo aceptó y dejó que tus palabras suavizaran su corazón.
Una noche de invierno, cuando una tormenta arremolinó los árboles y llenó de nieve las colinas, el templo estaba vacío, en las sombras parecía la boca de un lobo. Desde la ventana se podía ver la fuerte tormenta de nieve que azotaba las afueras del templo, no había estudiantes, estabas sola y Bi Han estaba afuera.
Querías salir a buscarlo, un impulso de alcanzarlo a través de la espesa niebla se arrancaba de lo más profundo de tu ser. Pero sabías cómo era Bi Han, él no querría verte afuera, no tenías resistencia a las heladas y la escarcha calaría tus huesos hasta dejarte rígida entre la nieve.
Esperaste pacientemente el regreso del Gran Maestro, encendiste una hoguera en la habitación que alguna vez estuvo llena de las voces de Kuai Liang y Thomas, de alguna manera las extrañabas, pero en tu inconsciente siempre estuviste del lado de Bi Han y nunca fuiste capaz de darle la espalda, tal vez porque tu corazón siempre estuvo buscándolo y nunca quiso alejarte de su presencia.
En medio del silencio, la puerta del templo crujió tan fuerte que te arrancó de tus cavilaciones, avanzaste con ligereza por los pasillos apenas iluminados por las suaves luces de unas velas y lo viste, con el cuerpo cubierto de nieve y algunas salpicaduras de sangre en su ropa. Tenía el cabello un poco despeinado sobre su frente, parecía agotado, corriste a ayudarlo y él aceptó tu tacto, apoyando un poco su cuerpo sobre el tuyo.
....
Bi Han estaba sentado frente a la hoguera que habías encendido horas antes, la luz de las llamas parpadeaba sobre su figura, parecía perdido en sus pensamientos, se había quitado la máscara para beber el té caliente que le habías preparado. Cuando te acercaste a él, inclinó un poco la cabeza para mirarte, con los ojos brillantes.
—¿Contra quién peleaste? —preguntaste sin querer sonar invasiva y te sentaste a su lado, pusiste una mano en su brazo izquierdo y él resopló despacio.
—Contra nadie digno de ser recordado. —Respondió con frialdad, y su voz te estremeció.
Deslizaste tu mano por su brazo, él dejó el té en el suelo y te miró a los ojos, su mirada se ensombreció.
—Eres la única que nunca me traicionaría —murmuró casi en un susurro y su voz áspera y espesa te hizo soltar un suspiro casi inaudible—. Nunca confiaría tanto en nadie como en ti.
Su declaración te dejó fría, no esperarías que alguien como él te dijera eso, Bi Han siempre había sido una persona recelosa, muchas veces actuaba con cautela y no le gustaba confiar en nadie más que en sí mismo. Pero aunque no le gustaba ser vulnerable, si le mostrabas tu lealtad, era posible que se abriera contigo.
—¿Por qué te quedaste conmigo en lugar de ir con Kuai Liang y Thomas? —te preguntó.
No supiste que responder en ese momento, miraste las llamas del fuego y negaste con la cabeza.
—Quizás porque siempre he sido leal a ti.
Bi Han suspiró. En el fondo sentía que su cercanía se hacía fuerte, pero le resultaba extraño, dentro de su interior tan frío como un glaciar, un calor intrusivo comenzaba a derretirlo y liberarlo de ese peso, se dio cuenta de que durante todos los años que pasó contigo en ese templo frío y solitario, tú y él habían adquirido confianza, pero se negó a creerlo. Ese tipo de sentimiento no era compatible con su naturaleza fría.
—Gracias por confiar en mi... —susurraste.
Bi Han alzó la mirada, en el silencio escuchaste el silbido de la tormenta de nieve, volviste tus ojos hacia él y con una cercanía muy cautelosa, lo besaste. Inicialmente se sintió reacio e incómodo por el contacto físico, pero poco a poco, una sensación de calidez y confianza lo invadió al sentir el suave contacto de tus labios.
Tus sentidos quedaron abrumados con el sabor de su dulce boca y tu cuerpo anhelaba su cercanía. Poco a poco, Bi Han abandonó sus inhibiciones y te permitió acercarte.
Cerraste los ojos mientras sus labios no se apartaban. El interior del templo estaba oscuro, y las sombras se movían de forma silenciosa, una sensación de frío llegaba al alma, entre la brisa fría se formaba una atmósfera, aunque amarga por fuera, suave por dentro.
Al principio, el beso fue lento, pero luego una fuerza despertó salvaje en Bi Han. Sus labios se separaron seductoramente y sus manos se extendieron hacia ti, rodeó tus caderas y te abrazó con fuerza.
Bi han descubrió tu hombro derecho y te besó, haciendo que escalofríos recorrieran todo tu cuerpo. Sus dedos te agarraron con fuerza por la cintura y trazaron una ligera marca en tus curvas, dejándote con una sensación de ardor. Los deseos te torturaron y no pudiste resistir su caricia.
El Gran Maestro empezó a tomarte por instinto, como si se supiera la teoría de memoria, haciéndote creer incluso que tenía algo de experiencia. Pero no podías hacer más que dudar de aquellas ideas que empezaban a inundar tu mente.
Jadeaste ante su beso gélido, y las frías manos de Bi Han sobre tu cuerpo picaron tu piel e hicieron que tu sangre hirviera con mordacidad. Te dejaste llevar por la sensibilidad y el instinto, permitiendo que el criomante explorara tu cuerpo, mientras te apoyabas contra él, sentiste su aliento frío deslizarse por tu cuello.
Bi Han dejó que sus manos subieran hasta la parte superior de tus pechos. Su lengua trazó un patrón en tu cuello, descendiendo hasta tus clavículas y mordiéndolas, mientras que con sus manos masajeaba tus senos a través de la tela de tu ropa.
Tiritando de excitación, empujaste al Gran Maestro al suelo y él se sentó con los brazos extendidos para sostenerse. Como en un reflejo, se desnudó el torso y se quitó el gi azul, antes de tirar la prenda a un lado. Te acercaste a él e imitando su acción te quitaste la parte superior de tu ropa dejando al descubierto tus senos.
Por un momento pensaste que Bi Han te esperaría, pero te sorprendió ver que con un rápido movimiento cargó contra ti. Tu espalda quedó contra el suelo y observaste la gran figura del Gran Maestro proyectando una sombra sobre tu cuerpo. Sentiste su aliento contra ti y sus manos te agarraron por la cintura.
Esa actitud dominante de Bi Han despertó en ti deseos lascivos.
Acariciaste sus tensos músculos con tus manos, desgarrando su piel con tus uñas. Pasaste tus dedos por las venas de sus brazos, luego arrastraste tu mano derecha más lejos, recorriendo su abdomen a lo largo del camino, hasta llegar a sus pantalones de combate, acariciaste su polla a través de la tela apretada y Bi Han apretó los dientes casi gruñendo.
Te besó de nuevo, enredando tu lengua con la de él. Sus manos bajaron para agarrar tus nalgas, y las sujetó con fuerza, amasando con sus dedos mientras acariciabas su marcado abdomen.
Abriste tus piernas para que Bi Han pudiera caber entre ellas, y ajustar su cuerpo contra el tuyo, sentiste su miembro hinchado contra tu intimidad, estabas ansiosa por tenerlo dentro.
—Gran Maestro... —te aferraste a sus hombros. Bi Han levantó una mano y se desató el cabello, que cayó en cascadas sobre sus hombros.
Esa imagen hizo que tu corazón latiera y tu presión arterial subiera, tus labios temblaron ante su mirada acechante. Moviste tus caderas hacia adelante y Bi Han jadeó al sentir que su erección crecía con cada movimiento. Apretó tu trasero con fuerza con su mano izquierda, haciendo que soltaras un ligero gemido.
BI Han hizo movimientos circulares en tu pezón izquierdo, que se endureció instantáneamente. Jadeaste, casi sacudiendo la cabeza. Tu cuerpo sintió un temblor, tu libido te recorrió como una ola, tu pelvis comenzó a hormiguear, estabas mojada, tu ropa interior se sentía pegajosa contra tu piel, el deseo incesante de ser penetrada por tu Gran Maestro te abrumaba.
Bi Han se bajó los pantalones y luego te agarró las caderas. Terminó quitándote las bragas y arrojándolas a un lado, luego se inclinó más cerca de ti y te besó de nuevo mientras intentaba con una mano acomodar su polla dentro de tu privacidad.
Él entró en ti de forma abrupta, tus fluidos funcionaron como un lubricante y aligeraron el paso de su polla dentro de ti, tus entrañas lo sostenían, estaban tan cálidas, tan húmedas. Bi Han gruñó y te empujó con fuerza, moviendo tu cuerpo en el suelo, la sensación de penetración fue exultante.
Cerraste los ojos mientras sus brazos sostenían tus caderas, te aferraste a sus hombros y clavaste tus dedos en su piel. Bi Han bajó la cabeza hasta que quedó escondida en la curva de tu cuello y hombro, sentiste su espeso aliento contra tu piel y una niebla caliente escapó de tus labios.
La habitación empezó a calentarse, el aire se entibió. La longitud de Bi Han te golpeó con ferocidad, gruñó al sentir la placentera sensación de tus paredes. Su cabello se despeinó y su cuerpo empezó a sudar.
—Por el... Lin Kuei... —murmuró en voz baja. En ese momento rodeaste su cintura con tus piernas para que la penetración se hiciera más profunda y caliente.
Sentiste temblar su cuerpo, observaste las venas de sus brazos que se hinchaban por la fuerza que estaba exponiendo.
Gemiste fuerte, Bi Han se hundió en ti una y otra vez, sus cuerpos se unieron, su respiración se sincronizó, el criomante abría su boca con cada movimiento, sentía tus fluidos humedecer toda su polla. Las embestidas se hacían cada vez más vigorosas, sus manos dejaban marcas rojas en tus curvas.
Bi Han mordió el interior de su mejilla, hundiéndose más profundamente en tu calor, aceleraste tus caderas. Jadeó haciendo sonidos guturales, su voz resonó en las paredes envueltas en oscuridad, su polla golpeó ese cosquilleo dentro de ti.
Levantaste tus caderas para que el criomante golpeara tu lugar con fuerza, sintiendo como su enorme longitud inundaba tus paredes internas. Bi Han llegó a tu límite en repetidas embestidas, hasta que tu cuerpo alcanzó su máxima vibración y una ola te atacó. Bi Han gruñó en un movimiento final, colocando sus manos contra el suelo para acorralar tu rostro, su cabello sedoso acarició tus mejillas cuando bajó la cabeza.
La habitación cayó en un silencio sepulcral cuando el movimiento se detuvo, Bi Han jadeó con cansancio y se hizo a un lado para descansar su cuerpo. Te moviste con cuidado para mirarlo y sonreíste con ligereza.
No pudiste formular una palabra y él tampoco. Ambos quedaron dormidos uno al lado del otro y a la luz de la hoguera en la casi completa oscuridad del templo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top