XIII. Por primera vez

La noche cayó con todo el peso de la oscuridad. Las maletas eran arrastradas hacía la puerta, un golpe, después otro al estrellarlas contra el suelo.

_____ lleva puesta su chaqueta porque afuera hace frío y está lloviendo, está enojada y tiene el corazón roto, contiene las lágrimas con fuerza para no llorar.

Del otro lado de la habitación, bajo la luz tenue de la bombilla, la figura alta y delgada de Kakashi la observa a detalle, la mira con ansias de decir algunas cosas. De arreglarlo todo. Pero ya era un poco tarde para eso, la monotonía, la rutina, los había sepultado poco a poco bajo una pila de prioridades que no eran ellos. Esos tiempos los había vuelto locos.

La última mirada se desvanece y ella desaparece a conforme camina por el sendero lejos de casa.

Entonces fue demasiado tarde para hablar.

Kakashi es cubierto por la oscuridad mientras sigue de pie mirando la puerta cerrada. Por primera vez en mucho tiempo se sintió extraño. Sentía que el corazón se le oprimía, tenía ganas de aventar todo y gritar e ir por ella, sujetarla en sus brazos y decir lo que se le olvidó repetirle todas las mañanas y al anochecer.

Hatake cierra los ojos y los apretuja fuerte, respira hondo para sosegarse. Cuando se siente mejor, extiende su brazo y abre la mano para contemplar la pequeña sortija de matrimonio que ella se había encargado de devolverle.

En la palma de su mano no lucia tan bonito como en el dedo anular de su amada.

No quería que su historia terminará así en esa noche. Él la quería para siempre, para todos los días de su vida, para los buenos momentos y los no tan buenos, para sus mañanas de té y las noches de sexo. No debía dejarla ir. Estaba convencido ahora... pero se lamentaba de que aquella seguridad no le hubiese llegado antes, cuando aún podía ver sus ojos entristecidos. Había sido tan malo con ella... la dejo acostarse sola cuando él estaba en casa, la dejo despierta en las noches que él no llegaba, la dejó desayunar sola los Domingos, solo la dejó. Empolvada y triste.

Y él que prometió amarla y cuidarla. Pues bien, sus promesas nunca fueron tan buenas...

Kakashi mueve un músculo de su pierna, pero se siente tan pesado, tan fatigado... intentar correr tras de ella le resultaba imposible. Cae sobre sus rodillas y suena un golpe en seco, hipa, pero se restriega los ojos para limpiarlos.

Habían resistido tanto como para terminar tan mal. El matrimonio no era cosa sencilla, y ya lo había visto con sus propios ojos.

Con las pocas fuerzas de quien queda abandonado, se pone en pie. La traería de vuelta a casa y sería el mejor hombre para ella, solo por ella. Había perdido tanto en la vida que no dejaría que sucediera por sexta vez en su vida.

Kakashi la sigue por entre los caminos de la aldea de Konoha, pero ya es muy tarde, pensaba darle su espacio, un par de minutos también para que las nubes grises dentro de su cabeza se despejaran, como lo había hecho con él, pero temía que algo le sucediera por su culpa mientras aquello acontecía. ¿Qué tal si decidía abandonarlo?, ¿Qué tal si se había dado cuenta de lo malo que él era?, ¿Qué tal si miro todos sus defectos y que esos pesaban más que sus pocas virtudes?, porque de verdad, lejos de ser el Ninja que ha copiado más de mil Jutsus... no era nada. Después de ser el Ninja de excelencia por años, no era otra cosa más que un saco de tristezas y tal vez ella se había aburrido de eso. Un hombre desvirtuado para una chica excepcional.

Pero bueno, ¿Qué más podría sucederle además de romperle el corazón?, ¿Qué otra cosa podía ser tan mala? Nada, ¡él debía ponerse en marcha ahora!

A varios metros la encuentra en una vieja banca de madera, con un montón de árboles frondosos y verdes a su espalda, la brisa corre fresca y le remueve el cabello oscuro, ella se lo echa para la oreja con movimiento decaído. Resbala una lagrima por su mejilla que se apresura a limpiar porque odiaba llorar y en ese preciso instante lo abate nuevamente la culpa al contemplar la escena.

El peliplata baja de su escondite en lo alto de los edificios de un solo salto que el entrenamiento le había enseñado, por impulso. Lo de darle su tiempo había quedado atrás.

-Nunca te dije lo bien que se te veía ese nuevo corte de cabello -suelto mientras camino hacia ella. Su cuerpo reacciona a mi voz y salta de la sorpresa. Se corre hasta el último centímetro de la banca intentando apartarse cuando camino más cerca.

- ¿Lo notas ahora cuando ya todo está roto? Siempre tan oportuno, Sexto.

Estiro mi mano hacia ella, ____ mira desencaja la palma de mi mano y desconfía.

-No voy a hacerte más daño del que ya te he hecho, puedo prometértelo.

_____ toma mi mano como si fuera un extraño ahora y duele muy dentro. La pego a mí con suavidad y pongo mi mano sobre su cintura, entonces comienzo a deslizar mis pies de un lado a otro de forma torpe, jamás fui muy bueno bailando. De hecho, jamás había bailado y esperaba que nadie viese esto.

-¿Pero qué demonios haces?

-Bailar. En nuestra boda no bailamos juntos... ¿recuerdas por qué? -sonrío.

-...Porque ... Naruto y Sasuke empezaron a pelear y tú fuiste a detenerlos. Pero ellos acabaron contigo antes de que te dieras cuenta.

-Crecieron mucho ____.

-Las personas crecen, Kakashi... y cambian también. Todo es cuestión de tiempo.

Responde reflexiva.

-No dejes que nosotros cambiemos -murmuro- quiero que permanezcamos como el primer día que nos conocimos.

-¿Cómo?, ¿Tú sudando por los nervios y yo desangrándome?

Se burla y no puedo evitar soltar una risa. Tan vergonzoso. El primer día que la vi juré que era la persona más linda en Konoha. Sudaba, mis manos estaban húmedas y sentía como mi frente empezaba a gotear agua salada cuando empezó a hablar conmigo. Bendito seas, Guy, por traerla contigo ese día después de que le rompiste la nariz.

-Sabes a lo que me refiero -digo entre risas.

-¿Entonces porque me haces a un lado?, siento como si estuvieras arrepentido de casarte conmigo.

-¡NO!, jamás me arrepentiría de la única cosa que he hecho bien. Ser Hokage es... realmente difícil. Sabes... ¡renunciaré al puesto! y que se encargue Naruto, finalmente siempre ha querido.

-¿¡QUE COSA!?, no seas idiota, no puedes hacer eso.

-Claro que puedo, finalmente soy el Sexto, ¿no? Mañana mismo haré la ceremonia.

-Pero no se trata de eso... te mereces el puesto, has trabajado tanto por eso.

-Y tú mereces mi atención completa.

-Kakashi, no quiero acabar con tus sueños. No quiero que dejes todo por mis tonterías.

- Nada que tenga que ver contigo es una tontería. Ademas, creo que ya es tiempo -sonreí

-¿Tiempo?, ¿Tiempo de que o para qué?

-De tener bebés. Tú y yo.

Ella queda perpleja, no aparta su mirada enorme de mi rostro, como si esperara a que dijera que aquello era solo una broma. Pero no.

Ya era tiempo, cumplí todo lo que quería como Ninja. Ahora deseaba cumplir lo que Hatake Kakashi realmente deseaba. Una familia.

La familia que jamás tuve y que siempre añore. La familia que hizo falta. Tenía mucho amor que dar.

-Quiero tener doce hijos tuyos, ___. -____ se ruboriza al escuchar la cantidad exagerada, pero era así como sentía mi amor por ella. Exagerado. - Y enseñarles todo lo que he aprendido, que jueguen con Pakkun y los llenes de besos por las noches. Quiero una familia contigo.

-Ah... yo...-el sonrojo le cubre lss mejillas por segunda vez y su rostro asoma una felicidad y alegría implacable. -P...pero Konoha, no puedes abandonar a una aldea así como así. -repone con tristeza- Sabes que doce hijos son una gran responsabilidad y tu tiempo libre como Hokage es... nulo.

-Siempre preocupandote por el resto -sonreí- hablaré con Naruto hoy mismo, le alegrará saber que al fin su sueño estará por cumplirse tambien. Naruto será el Septimo Hokage apartir de mañana. Y entonces seremos solo tú y yo como la primera vez que nos vimos.

Gracias por leer ♥

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