XI.Soledad

El día esta tranquilo en Konoha, las calles son concurridas por familias enteras, las madres llevan a sus hijos de la mano mientras sonríen de forma sincera. Sonrisas que son hermosas por eso, por el amor que reflejan y que las hacen radiantes. Un grupo de amigos atraviesan la aldea entre bromas y chistes, uno le golpea el brazo a su compañero empujándolo, pero no se molesta, incluso ríe más fuerte, y siguen su camino. Un hombre lleva a su pequeño sobre los hombros mientras sus manos se entrelazan y pasan junto a mí, mientras le cuenta sobre el día que decidió ingresar a la academia ninja. 

Mi banda cubre el sharingan, por lo que solo tengo un ojo disponible, pero eso no evita que logre ver la felicidad de las personas que caminan junto a mi. 

Los pasos se vuelven cansados y solo espero el momento en que por fin me encuentre frente a casa para poder dormir por el resto del día. 

El corazón lo sentía vacío, el Tercero siempre intento alentarme. Pero es que había sido tanto dolor que era inevitable seguir sonriendo como si nunca hubiera pasado nada. Sería hipócrita.
Mi madre murió, mi padre se suicido por la depresión, Obito murió por mi estupidez y Rin ... yo la maté. Además de Minato-sensei que decidió sacrificarse. Todo lo que me rodeaba estaba condenado a morir, para dejarme solo contra las penurias... y el equipo que me asignaron se disolvió poco a poco sin darme cuenta, como si todo el peso que tenia sobre mi espalda no fuese suficiente para un hombre. Sakura con Tsunade, Naruto con Jiraiya y Sasuke con Orochimaru, me sentía feliz de que al menos dos de ellos crecieran como ninjas, pero sonará egoísta... yo los quería para mí. Ahora, no les veía casi nunca, y cuando lo hacía, alguno tenía prisa.

El viento corre fresco, y es el mes de Septiembre. El quinceavo día para ser exactos. Y es mi cumpleaños. Pero me sentía como si no lo fuera, desde que era niño no le encontraba sentido a festejar otro año de vida si estaba maldito, solo y condenado.
Era buen ninja, y se suponía debía sentirme orgulloso de eso, pero aquello no sucedía, no después de todo lo que me había costado. Las lecciones se aprenden a las malas ... sin duda.

Cuando llego a casa, el cielo se satura de una coloración cálida. Rojiza. Los últimos rayos de sol se desvanecen entre las montañas. Había logrado sobrevivir otro día y otra misión. A veces creo que sería mejor morir en batalla pronto y acabar con todo esto, al final de cuentas, las personas a las que amaban se encontraban en aquella Tierra prometida.

Resoplo cansado mientras me quito los zapatos y los dejo en la entrada. Pesadamente me paro y enciendo el interruptor. Puñados de confeti y globos se esparcen por la habitación al grito de "Feliz Cumpleaños Sensei" y quedo paralizado. 

Frente a mi Naruto y Sakura muy alegres me reciben con un pastel enorme de betún rosado y blanco,  y las velas encendidas con un signo de interrogación, que ciertamente me causaba gracia.

Contengo las lágrimas, sería ridículo que vieran llorar como una niñita a su Sensei.
Entonan la canción y cuando terminan aplauden.

—Kakashi-sensei ¡es hora de pedir un deseo!—Sakura acerca el pastel.

—¿Se bajara la máscara sensei?, tiene que hacerlo, de otra forma es imposible ¡de verás! —Naruto invade mi espacio con una mirada analítica sobre mi rostro. Rio levemente.
Soplo con fuerza aún con la máscara puesta.

—Lo siento Naruto, he aprendido a hacer muchas cosas con ella puesta.

—Agh, esperamos aquí por horas a que llegará ¿y me dice que no puedo verle el rostro? ¡Eso es injusto Kakashi-sensei, dattebayo!

—¡Callate Naruto!—Sakura le propina un golpe en la cabeza que lo hace caer al piso y rodar por el dolor—Creo que será mejor comer el pastel ahora Sensei, ¡yo lo hice! —avisa entusiasmada.

—Oh... eso es genial Sakura—repongo con franqueza. Los guío hacía el comedor y ella se apresura a sacar la vajilla y cortar el pastel en rebanadas mientras Naruto y yo aguardamos ansiosos sentados en nuestros puestos. 

—Hum... de verás Sensei, ¿es tan feo sin esa cosa rara en su rostro? —entrecierra los ojos escaneandome. Sonrío ampliamente.

—Tal vez... lo sabría si alguien me hubiera visto antes. 

—¡QUE! habla sobre que nadie le ha visto nunca, dattebayo. 

—Ya Naruto, no lo molestes, es su cumpleaños —Sakura acomoda los tres platos frente a nosotros.

—Wow Sakura, ¿de verdad tu hiciste esto? ¡se ve delicioso,'ttebayo!

Los observo, Haruno inevitablemente se sonrosa y agradece a Naruto por el cumplido. Ellos charlan un momento y ríen. Creo que me siento feliz. Después de todo seguía teniendo el mejor equipo, personas a las que le importaba y era mutuamente, miro al  numero uno hiperactivo ninja cabeza hueca y me recuerda a Minato-Sensei, casi podia verlo tan real y esa idea me hace sentir como en casa. Sé que haría cualquier cosa por ellos, de hecho la búsqueda de Sasuke aún no concluía, era lo mínimo que les debía.

—Hubiera sido mejor si el teme de Sasuke estuviera aquí—Naruto raspa su cubierto contra el plato con mirada melancólica—Así hubiéramos podido probar el pastel de Sakura todos juntos y ya sabe, pasar un buen rato—habla decaído.

—Na...Naruto —Sakura lo mira con unos ojos verdes cristalinos.

—En serio, Kakashi sensei hizo tanto por él ¿y no le envía ni una tarjeta de feliz cumpleaños? Hay que ser demasiado cabrón. Usted lo ayudo en los exámenes Chunnin y con la marca que Orochimaru le dejó ...¡¿y solo se desaparece?!

Pongo mi mano sobre su hombro tratando de brindarle un poco de consolación cuando sus ojos grandes y azules están a punto de dejar escurrir algunas lagrimas. 

—Chicos, con ustedes es  más que suficiente para mí, de verdad. Les agradezco mucho que recordaran mi cumpleaños, me hacen sentir muy feliz. —sonrió.

—Rayos, Sensei, me hará llorar, 'ttebayo—se restrega los ojos.

—Es mejor empezar a comer —Sakura opina más animada para romper ese aura extraña que se había formado. Asentimos.

—¡Itadakimasu!—entonamos.

Corto un trozo de tarta y desciendo mi máscara para comer. Pero me detengo de pronto cuando las horcajadas de Naruto nos advierten a ambos...

—Sakura-chan, ¿¡que esto!? ¡SABE HORRIBLEEE, 'TTEBAYO!

—Ahrr, ¡NA-RU-TOOOO!—lo golpea.

Y ahí estaba... mi equipo 7. Naruto era tan idiota que ni siquiera noto que bajé la máscara y Sakura siempre resolviendo problemas propinando golpes. Suelto una risa. Había sido el mejor cumpleaños en mucho tiempo... aunque Sasuke estuviera ausente. 

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