Quiero hacerte mía (pt1)

POV OCHAKO:

Entré en el piso con una sonrisa de oreja a oreja. "Fascinado, verdaderamente fascinado".

¿No era increible? Izuku era uno de esos tios buenos que podia ligar con cualquiera y yo lo tenia embrujado. Me reí hasta que ví la cara de Momo. 

—¿Pasa algo? —le pregunte asustada.

—Pasa que vienes con una alegría en el cuerpo que no me gusta un pelo. ¿El gilipollas ese ya te ha liado o como va la cosa?

Fruncí el ceño y sonreí.

—Estoy riendo por Izuku, no te preocupes.

—¿Izuku?

—Si, estabamos con los mensajitos otra vez.

—Joder, que susto. Ya te veía con el imbecil de Katsuki. ¿Como ha ido?

—Pues vas a flipar. Que esta arrepentido, que la cagó, que quiere volver y que está enamorado de mí.

—¿¡Que me estas contando!? 

—Lo que oyes, chica. Y que quiere que me lo piense.

—¿Pensarte que? ¿Volver con el?

—Exacto.

—¿Y?

—Pues... le he dicho que no, pero ha insistido en que lo piense y no he sabido mandarlo a la mierda.

Momo puso ojos en blanco.

—Ya lo se, Momo, pero entiendeme; tenerlo ahi delante, diciendome todo eso. Es dificil para mi. Sabes que estaba enamorada de verdad.

—Estabas, tu lo has dicho. Un corazon roto no se puede recuperar. Y Katsuki te destrozó.

—No podria volver a confiar en el. 

—Exacto. No quiero decirte lo que tienes que hacer, pero esta bastante claro. ¿Como ibas a confiar en el?

—No confiaria. Seria un sinvivir, y estaria pensando en que me la va a meter doblada cada cinco minutos. Aunque deberias haberlo oido, parecia que en este mundo solo existo yo.

—A buenas horas, mangas verdes.

—Eso le he dicho yo, que llega tarde. Cinco meses, ni mas ni menos. Ha dejado a Kemy, ¿sabes?

—Vaya, poco han durado.

—Le ha dicho lo que siente por mi. Ha sido mas sincero con ella que conmigo. ¡Manda huevos!

—Bueno, la question es que tu tengas las cosas claras. ¿Las tienes?

La mire dudando ¿Las tenia? Por supuesto, no iba a volver con Katsuki.

—Clarísimo.

—Genial. Vamos, sientate. Te he preparado un batido de chocolate que vas a alucinar.

—¿Si?

—Ponte comoda. 

Me senté en el sofá y cogí el mobil para responder a Izuku.

Batido de chocolate, sofá, y pensando en que estás fastinado.

Sonreí. Era pensar en el y en mi boca se dibujaba una bonita sonrisa.
Izuku me gustaba y después de esa tarde todavía más. Su forma de besarme, de tocarme, de...follar.
Porque era eso lo que habíamos hecho, ¿Verdad? Madre mia, no me lo creía ni yo, pero era real. Izuku era muy real y yo ni me había planteado un futuro con el. Era eso lo que hacía con los rollos, ¿No? Porque eso sí lo había hecho: catalogarlo en mi mente como un rollo. ¿Porque? Era evidente que ninguno de los dos sentía algo, quiero decir algo relacionado con el amor o con los sentimientos.
Chispa si, chispa había para incendiar medio Japón. Sus dedos dejaban un camino de fuego allá por donde tocaban y mis orgasmos habían sido como dos bombas que habían explosionado dentro de mi cuerpo.
Madre mia, que orgasmos. Sonreí al recordarlo y me llamo los labios al sentir que se me secaba la boca.

Izuku respondió justo en ese momento.

Cerveza en una mano, libro en la otra y sin poder leer más de tres líneas de corrido. Porque hablando de corrido...me vienen algunas imágenes demasiado sugerentes y perturbadoras a mi mente...
¿Sabes de qué hablo?

Ufff. Lo sabía perfectamente.

Me suena de algo...déjame pensar...

Izuku me mandó un emoticono de cejas levantadas y me reí.

—¿Riendo sola? —Pregunto Momo, divertida.

Dejó el batido de chocolate con su deliciosa espuma hasta el borde del vaso en la mesita.

—Que pinta, ¿No?

—Le he puesto un pizca de sal, a ver qué tal...

Lo probé y, mmm, hoy estaba siendo el día de los placeres carnales.

—Perfecto, ¿Quieres ser mi novia? —le pregunté relamiendome.m

—Ni loca, niña.

Nos reímos las dos y mi móvil volvió a iluminarse.

—¿Es izuku?

Mire y si.

—Es izuku. —Respondi abriendo la aplicación.

¿Sigues pensando? Que me está entrando mal rollo...

Estaba saboreando mi batido de chocolate. ¿Quieres un poco?

Ui, Ochako. Que juguetona, ¿No?

No me tientes, que me presento en tu puerta en cinco minutos.

—Ay, que tío...

—¿Que dice? Alguna guarrada seguro.

—Dice que no le tiente, que se presenta aquí.

—¿Así que la guarrilla eres tú? —Momo se rió, pero con cara de sorprendida.

—¡Que va!

—Pinchale, va. A ver si tiene huevos.

Mire a Momo y nos reímos de nuevo.

Perro que ladra no muerde.

—A ver qué responde. —dije dejando el mòbil a un lado para terminarme ese exquisito batido—. Por cierto, ¿Que tal con Jirou?

—Pues genial, la verdad. Esque no me lo creo. Conocer a alguien así, de casualidad, sin terceros de por medio, sin ex que den por saco y sin malas lenguas, es la releche.

—Me alegro, tía.

—Y yo me alegro más, dice que quiere dejar de fumar, porque así querré besarla más. Cosa que ya hacemos, pero...mejor, mejor si lo deja.

—Pues si, mucho mejor. Es un buen propósito.

—Yo le he dicho que por mi no lo haga, que lo haga por ella, y me ha dicho literalmente: «eres una excusa para dejarlo».
Y yo le he dicho: «¿una excusa? Nunca me habían dicho algo tan bonito».

Me reí y Momo me miró sonriendo.

—Voy al baño, dame un minuto.

La esperé trasteando con el mòbil y, por supuesto, mirando si Izuku me había respondido. Me decepcionó no ver nada, pero tampoco podía esperar que estuviera todo el día enganchado a mi.

Momo se sentó de nuevo en el sofá a retomar la conversación.

—Bueno, ¿Y qué más?

—Pues después hemos jugado a aquello de las cualidades, ¿Sabes?

—Si, si.

Consistia en decir tus tres cualidades más destacadas y era algo que a veces costaba, porque siempre nos fijamos en lo malo y lo bueno no lo valoramos.

—Ella me ha dicho que es tenaz, divertida y extrovertida.

—Aja, ¿Y tu?

—¿Yo? Que soy sexy.

—¿Has dicho eso? —pregunté riendo.

—Si si, por supuesto.
Total que hemos pasado a hacerlo encima de los apuntes...

—No necesito detalleees —le dije cortandola.

—Joder, Ocha, no seas boba. Solo iba a decirte que he tenido un orgasmo de la hostia y que...

Me levanté riendo y cogí los vasos para llevarlos a la cocina, cantando a grito pelado la canción nueva de Quevedo.

—¡¡¡No hay nadie que me lo haga así!!!
¡¡Y aunque lo hubieraa, no quisiera que fuera nadieee más!!
Parece que olvidaste lo rico que se siente en mi habitacióóóón...
Tu cuerpo con el mío, mai, combinan de una manera que es vernos, apagar las luce', cámara y accióóóón...

Claro, no oí el timbre de la puerta, ni oí que entraba alguien. Y cuando sentí una presencia detrás de mi, pegue un salto que casi toco el techo.

—¡¡¡Joder!!!

Me encontré de cara con esos ojos verde esmeralda que penetraban los míos con su habitual descaro.

—Cantas de miedo.

Su voz ronca serpenteó por mi cuello y mi respiración se aceleró al segundo. Sus manos de dedos largos sostuvieron mi cintura con firmeza y aquella mirada pareció durar siglos hasta que logré articular alguna palabra.

—Has venido.

—Querías que viniera. —dijo izuku con su aplastante sinceridad.

—Puede.
—Segurísimo.
—Creído.
—Guapa.

Nos reímos a la vez y cuando volvimos nos miramos con esa intensidad.

—Era cierto lo del batido, hueles a chocolate.

Paso su nariz por mi cuello y me estremecí. Siguió subiendo hasta mi boca e hizo un amago de beso que me dejó con las ganas.

—Pero no he venido por el chocolate, sino porque me tienes muy mosqueado.

Su mirada era profunda y por un momento dude si bromeaba o no.

—¿Mosqueado?

—Si. Porque parece que cierta chica con la que he estado esta misma tarde ha sufrido algún tipo de amnesia extraña y no recuerda nada, ¿Puedes creerlo?

Sonreí abiertamente.

—¿Que cosas, no? —le repliqué—. Y tu ego no debe poder soportarlo, ¿Me equivoco?

Alzó una ceja y sonrió de lado.

—Mi ego me la trae floja. Lo que no puede ser es que tú no hayas disfrutado lo suficiente como para estar ahora mismo medio desmayada.

Reí otra vez a carcajada limpia.

—Entonces te ríes, ¿Eh?

—¿Has subido a hurtadillas? —pregunte recordando las normas de nuestros caseros.

—Como un ladrón, no me ha visto nadie.

—¿Como lo sabes?

—Porque he llamado al timbre y me he apartado de la puerta.

—¿Enserio? —pregunte riendo de nuevo.

—Fijate como me tienes.

Izuku me alzó a volandas y me coloco en su hombro cual saco de papas.
Le pedí que me bajara pero me ignoró.
Me llevo primero al salón.

—Momo, vamos a jugar al parchís.

—¡Bajame, Izuku!

—Que os cunda y no gritéis mucho.

Joder, la otra.

—Procuraré que tu amiga no gima como una descosida o posesa.

La madre que los parió a los dos.

—Vale, vale ya vamos. Qué prisas...

Lo iba diciendo camino a mi habitación hasta que casi en la entrada me bajó, dejándome atrapada entre una de las paredes y su cuerpo.

—¡No vuelvas a hacer eso! —le exigí con el ceño fruncido.

—¡Dios, como me pones!

Su boca atrapó la mía con esa lentitud suya que no le pegaba nada. No pude negarme, ni siquiera mosqueada ni decir que se fuera de paseo.
Yo quería esos besos, uno tras otro, lánguidos, pausados, calientes y húmedos. Sentir como su lengua jugaba con la mía era delicioso y más sabiendo que iba a estar de nuevo entre sus brazos.

Entramos a trompicones y él cerró la puerta.

—Ocha...

Se separó un poco y me miró a los ojos.

—No quiero que esto parezca lo que parece.

—¿Que parece?

Estaba bastante claro lo que era, ¿No? Nos teníamos más ganas. Katsuki nos había jodido el rollo.

—Que voy a follarte como si nunca te hubieran querido.

Cerré las piernas de golpe porque sentí una humedad exagerada de repente en mi sexo. Joder, ¿No?

Nos besamos de nuevo, con más pasión que lentitud.
Nos desvestimos mutuamente, como si tuviéramos cierta prisa, mientras seguíamos con esos besos y mordiscos.

—Eres preciosa... tan dulce... Ochako...

Gemí como si me hubiera penetrado porque mi nombre en su boca con ese tono tan ronco me tenía totalmente hipnotizada.
Estaba tan excitada que me daba la impresión de que Izuku podría hacer conmigo lo que quisiera. Cualquier cosa que se propusiera. Y eso era muy peligroso. Mi voluntad sometida a la suya. Era algo que preferiría que el no descubriera.

Nos recortamos en la cama y seguimos explorando nuestros cuerpos. El mío estaba medio cubierto por el suyo y eso me daba la seguridad necesaria para que mis manos resiguieran toda su piel.
Pero de un plumazo perdí esa seguridad.
Izuku estaba marcando un camino de besos desde mi boca hacia mis pechos y seguidamente hacia mi estómago.

«¿Va donde creo que va? No... no...»

—Izuku —solo dije su nombre, pero él se detuvo al momento.

Mi tono lo había puesto sobre aviso. Me miró a los ojos y creo que leyó mis pensamientos.

—No haré nada que no te apetezca, Ocha, nunca.

Lo miré esperanzada, pensando que regresaría a mis labios, pero no.
Continuó cerca de mi monte de venus y yo tensé las piernas.

—Mirame, piensa en lo que deseas.

Deseaba tenerlo dentro de mi. Joder, sí. Con su pecho encima del mío, su respiración en mis labios y sintiendo esas embestidas que...

¡Uff!, ¿Que era eso? Diosss...

Izuku estaba besándome alrededor de mi sexo y lo miré absorta.

Que erótico...

Sus ojos seguían en los míos y sus labios perfectos se posaron en mi epicentro. Arquee la espalda en un impulso y gemí flojito.

—No dejes de mirarme.

En unos segundos desapareció todo en mi mente. Todo. Solo era capaz de concentrarme en el placer que me proporcionaban los labios de Izuku en mi sexo.

Sus lamidas... Sus breves mordiscos... Sus besos me llevaron a sentir algo que nunca había sentido. Estaba totalmente expuesta a el y me deje llevar, con lo que logré entrar en un estado de excitación que iba in crescendo hasta que toque el cielo con las manos, lo juro.

Todas aquellas sensaciones se concentraron en mi sexo y una descarga repartió ese placer por todo mi cuerpo, originando que mis gemidos fueran entrecortados y casi agónicos.

¿Cómo podía sentir tanto placer?

Cuando bajó el nivel de excitación, abrí los ojos y vi que mis manos, sin saber cómo habían llegado ahí, estaban en su pelo.
Me miraba medio sonriendo, con mi humedad en sus labios y con una mirada muy muy explícita: quiero hacerte mía.

.
.
.
Continuará...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top