Mi ex y otras maldiciones

🎃 ESPECIAL HALLOWEEN 🎃

Brujos AU.

PERSONAJES:

- Izuku Midoriya.
- Ochako Uraraka.
- Mina Ashido.
- Katsuki Bakugo
- Mitsuki Bakugo
- Hisashi Midoriya

Inventado:

- Akamoto Midoriya

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Ochako

Y si te dijera que le eché una maldición a mi ex Izuku Midoriya hace nueve años, estando borracha, junto con mi mejor amiga Mina, que también estaba un poco perjudicada, porque ese malnacido me rompió el corazón?

Todo se remonta a hace nueve años...

Cuando tenía 18.

Pero antes del ansiado flashback, voy a contar unas pocas cosillas.

La primera es, Izuku Midoriya es el hijo de uno de los brujos mas poderosos de la época, Hisashi Midoriya, y ambos, descendientes del fundador del pueblo en el que vivo junto a mi primo Katsuki Bakugo y mi tia Mitsuki Bakugo y hago estupideces con magia junto a mi mejor amiga Mina Ashido, quien prácticamente es de la familia, dadas las circunstancias.

Mi primo la llama "garrapata".

Y esta le devuelve el insulto como "cucarachón".

Hay que añadir, que Katsuki era el mejor amigo de Izuku, desde, prácticamente, siempre.

Hubo ahí una historia rara con Mitsuki y Hisashi...

Porque por lo visto, Mitsuki habla de él como si tuvieran tanta confianza que diera asco.

Pero bueno, también hay que añadir, que el fundador se llama Akamoto Midoriya, y el pueblo, Yitsuka, un pueblecito perdido entre montañas, en Tokyo.

Y la segunda cosilla a contar es sobre mi.

Quién soy yo?

Ochako Uraraka, huérfana, que vive con su tía y su primo.

Lo ultimo ya lo has dicho hace un momento.

Y lo vuelvo a repetir.

Y no sabía que era bruja hasta que me mudé con ellos, porque mi madre me lo ocultó.

Bueno, no exactamente. ¿O si? Digamos que a medias.

La cosa va de que yo hice magia a los cinco años por primera vez, mientras jugaba a hacer mezclas de esas raras que hacemos cuando somos pequeños para experimentar con el mundo, pues en una taza de té, y para ello necesitaba de unas hojas de un arbusto que había en el jardín, pero me daba pereza ir a por ellas asique pensé con todas mis fuerzas que esas hojas vinieran a mi.

Y, ¿Adivinaz que? Lo hicieron.

Mi madre lo vió.

Yo estaba ilusionada, pero mi madre me dijo que no volviera a hacer eso, que estaba mal hacerlo, como si fuera algo prohibido.

Y bueno, aquí estamos.

Siguiendo con la historia...

Nueve años antes...

Nunca mezcles la magia con el vodka.

Y lo sabía. No solo porque mi tía Mitsuki me lo había dicho mil veces, sino también porque estaba impreso en los paños de cocina, camisetas y, por irónico que resultara, en los vasos de chupito del "Algo de Magia", la tienda se mi tía en el centro de Yitsuka.

Puede que esa frase fuera lo más parecido a un lema que tuviera nuestra familia.

Aunque mientras me sumergía un poco más en la bañera y bebía otro sorbo de berbaje de vodka y arándanos que me había preparado Mina, pensé que un corazón roto debería ser una excepción a la regla...

Tu agarrate un bol, hazte unas palomitas, una mezcla de frutos secos, o incluso unos Cheetos Fantasmitos que son sin duda ideales para la ocasión. Relájate. Ponte cómodo...

Que yo, Ochako, no narro, que estoy protagonizando la escena, eh...

Narrador 3ª persona

En ese momento, el corazón de Ochako sin duda estaba roto.

Puede que hasta destrozado.

Lo único que ahora latía en su caja torácica eran pequeños trozos de corazón dispersos por su pecho. Y todo por culpa de una preciosa sonrisa y un par de ojos muy verdosos.

Con un sollozo, agitó los dedos e inundó el aire con el olor a la colonia de Izuku, una mezcla de cítrico y especias que nunca había logrado discernir del todo, pero que se le había quedado lo suficientemente grabado en el cerebro como para poder convocarlo.

Incluso metida en la bañera, en casa de su tía, podía recordar cómo ese aroma la había vuelto loca de deseo cuando ocultaba la cara contra su pecho y lo cálida que era su piel.

-¡Para ta, Ocha! -gritó Mina, desde el dormitorio.

Mina parecía que hasta también vivía ahí con ellos.

-¡Me está doliendo la cabeza! -añadió esa pelirrosa.

Ocha se undió más en la bañera. El agua se desbordó por ambos lados y estuvo a punto de apagar una de las velas que había dejado en el borde.

Otra de las lecciones de su tía Mitsuki era que la mejor cura para todo era un baño y unas velas encendidas. Pero aunque había echado en el agua mucho romero y un puñado de sal rosa, y encendido casi todas las velas que tenía su tía, no se sentía mejor.

Eso sí, tenía que reconocer que el vozka estaba ayudando. Se echó hacia delante para tomar otro sorbo a través de la pajita rizada de un vivo color púrpura.

-¡Déjame en paz! -respondió Ochako, también gritando, cuando se terminó el vaso.

Mina asomó la cabeza por la puerta, con el pelo rosa balanceándose sobre sus hombros.

-Cariño, sabes que te adoro, pero solo has salido con ese tipo tres meses.

-Y solo hace nueve horas que lo dejamos -señaló ella. No puntualizó que en realidad eran nueve horas y treinta y seis minutos, casi treinta y siete-. Todavía me quedan por lo menos quince horas para seguir enfadada. Es lo estipulado.

Mina puso los ojos en blanco.

-Por eso te dije que no salieras con ningún chico brujo. Sobre todo con ningún brujo Midoriya. Puede que esos imbéciles fundaran este pueblo, pero siguen siendo unos putos brujos.

-Sí, putos brujos...

Miró con tristeza el vaso vacío mientras Mina regresaba al dormitorio. Ocha era mucho más novata que Mina en el mundo de la magia. Su mejor amiga con su familia, que era muy amiga de la suya. Sin embargo, la madre de Ochako, la hermana de Mitsuki, había mantenido sus poderes en secreto. Ocha solo empezó a explorar su parte mágica después de la muerte de su progenitora, cuando se fue a vivir con su tía y con su primo.

Lo que significaba que no sabía nada de chicos brujos, ni que conocer a uno en una fiesta del solsticio podía ser lo mejor y lo peor que te podía pasar en la vida.

Alzó la mano y volvió a agitar los dedos. Segundos después, apareció una imagen nebulosa encima del agua. Se trataba de un rostro apuesto, con una buena estructura ósea, pelo oscuro con reflejos verdosos, ojos deslumbrantemente verdes y una sonrisa traviesa.

Frunció el ceño y movió la mano de nuevo. Lo que provocó una ola en miniatura que emergió de la bañera para caer directamente sobre esa estúpida cara, haciendo que esta se desvaneciera en una lluvia de chispas.

Ojalá hubiera podido borrarla de su memoria con la misma facilidad.

Pero a pesar de la tristeza que la embargaba y el vodka consumido, sabía muy bien que no debía tontear con ese tipo de magia.

Además, un par de los pedacitos que quedaban de su corazón no querían olvidarse de esos tres meses, sino aferrarse al recuerdo de la noche en la que se conocieron:

La cadencia con la que él pronunciaba su nombre (siempre la llamaba «Ochako», nunca «Ocha»), y la primera vez que le preguntó si podía besarla.

Ella le respondió: «¿Ahora?» y él esbozó esa lenta sonrisa y le dijo: «Prefiero ahora, pero estoy abierto a cualquier momento que me propongas». ¿Qué mujer se resistiría a eso?

¿Sobre todo si se trataba de una chica de diecinueve años en su primera fiesta del solsticio?

Y lo más importante, cuando el hombre que pronunciaba esas palabras era un chico alto... y guapísimo.

Tenía que ser ilegal.

En cuanto pudiera, iba a presentar una queja al Consejo de Brujería para…

-¡Ocha! -le gritó su mejor amiga desde la habitación-. Las luces vuelven a parpadear.

¡Ups!

Se sentó y tiró del tapón de la bañera, esperando que parte de su desdicha se fuera también por el desagüe. Después, salió de la bañera, pasando con cuidado por encima de las velas y descolgó la bata que su prima le había dejado sobre el gancho de la pared.

Cuando se ajustó el cinturón de seda negro se sintió un poco mejor. Por eso había venido a la cabaña que Mitsuki y su primo Katsuki tenían en el bosque, en lo alto de las montañas de Yitsuka, en vez de volver a su habitación de la residencia en la universidad.

Allí arriba, en ese pequeño y acogedor espacio con sus velas y sus gatos, con cada habitación oliendo a humo de leña y a hierba, Ocha se sentía en casa.

Tal vez Mina y ella podían hacerse alguna mascarilla facial. Tomarse otra copa más (o cinco) y escuchar a Taylor Swift y Ariana Grande.

Aunque cuando salió del baño y vio a su mejor amiga dibujando un círculo de sal en el suelo, pensó que también podían hacer… lo que quiera que fuera eso.

-¿Qué haces? -preguntó a su mejor amiga.

Agitó una mano hacia el baño. Un segundo después, salió flotando un vaso con una pajita rizada. Lo agarró y se dirigió hacia su escritorio para servirse otro trago.

-Vamos a maldecir a ese imbécil -respondió Mina con una sonrisa.

-No es un imbécil -repuso ella, mordisqueando el extremo de la pajita mientras contemplaba el círculo-. Al menos no al principio. Y para ser justos, he sido yo la que lo ha dejado, no él.

Su mejor amiga resopló y empezó a recogerse el pelo en una coleta.

-Lo has dejado porque es un imbécil. Vino a Yitsuka, te sedujo y, mientras tanto, su padre estaba en Kinsu, planeando su boda con alguna bruja sofisticada. ¡Él lo sabía! ¡Y en ningún momento se molestó en decírtelo! De modo que lo de «imbécil» sigue en vigor, y así es como lo vamos a llamar todos.

-Por todos te refieres a ti.

-A mí y a sir Purrcival -dijo Mina, señalando al gatito negro que estaba enroscado en su cama.

En cuanto el animal oyó su nombre, levantó la cabeza y miró a Ocha con sus brillantes ojos amarillo verdosos antes de emitir un pequeño maullido como si estuviera de acuerdo.

Y sí, Izuku había estado comprometido.

Bueno, casi.

Aunque no había usado esa palabra. Había dicho «prometido».

Se lo había soltado esa misma mañana, mientras estaban acurrucados en la cama. Izuku le había dado un beso en el hombro y le había murmurado que tenía que regresar a su casa y quedarse allí una semana más o menos para arreglar unos asuntos.

Al final, resultó que «unos asuntos» era «decirle a mi padre que cancele mi boda con una extraña», y encima tuvo el descaro de sorprenderse porque ella se hubiera quedado horrorizada.

De modo que, sí, deberían maldecir a ese imbécil.

-Está bien -dijo ella, cruzándose de brazos-. ¿Qué hay que hacer?

-Abre las ventanas -ordenó Mina.

Se acercó al escritorio y alcanzó una vela en un tarro de cristal que, por alguna razón, a Ocha se le había pasado por alto antes de su baño.

Hizo lo que su prima le dijo.

Enseguida, la estancia se llenó del aire fresco de últimos de septiembre que olía a pino. Sobre la cima de la montaña más cercana, brillaba una luna llena blanca.

Ocha elevó el vaso en dirección al astro a modo de saludo antes de sacar la cabeza por la ventana y mirar hacia lo alto de la montaña de su tía Mitsuki.

Allí arriba, en algún lugar en medio de esa oscuridad, estaba la casa familiar de Izuku; una casa en la que jamás había estado antes de ese verano.

Ahora no se veía ninguna luz encendida porque Izuku se había ido.

Ido.

De vuelta a Kinsu, y a cualquiera que hubiera sido su vida antes de venir a un curso de verano en la Universidad Midoriya.

Lo que ellos tenían se había terminado.

Se volvió hacia su mejor amiga. Le escocían los ojos por las lágrimas que se agolpaban en ellos.

Mina se había sentado justo fuera del círculo. La vela, ahora encendida, estaba en el centro, con la llama parpadeando.

Durante un instante, Ocha vaciló.

Sí, Izuku le había roto el corazón. No le había contado que su padre le estaba buscando una esposa. Se había enterado de sopetón, sin previo aviso, como si no le hubiera importado lo que pudiera sentir ella cuando lo descubriera.

El comportamiento típico de un imbécil. ¿Pero maldecirlo? ¿Y maldecirlo mientras estaba borracha? Quizá era un poco excesivo.

Pero entonces Mina cerró los ojos, estiró los brazos y dijo:

-¡Oh, Diosa, te rogamos que este hombre jamás vuelva a presentarse en la puerta de mi mejor amiga, ni entrar en su vagina!

Ocha casi se atragantó con la bebida. Se rio mientras el alcohol le salía por la nariz.

Luego se sentó frente a Mina, en el lado opuesto del círculo.

-Diosa -dijo, dando otro sorbo al vodka-, te rogamos que jamás vuelva a usar sus hoyuelos para engatusar a confiadas doncellas.

-Esa ha sido buena -indicó Gwyn antes de continuar-. Diosa, te rogamos que su pelo deje de hacer esa cosa. Y ya sabes a qué «cosa» nos referimos.

-Por supuesto que lo sabe -asintió Ocha-. Diosa, te suplicamos que lo conviertas en uno de esos hombres que cree que el clítoris está un centímetro más allá de donde realmente se encuentra.

-Eso ha sido diabólico, Ocha. Auténtica magia negra. -alabó Mina, sonriendo de manera vengativa.

Con la cabeza dándole vueltas, pero sintiéndose un poco mejor a nivel emocional, Ocha sonrió y se inclinó hacia el círculo, cerca de la vela.

-Me has roto el corazón, Izuku Midoriya -dijo-. Y por eso te maldigo. A ti y a todo tu estúpido linaje.

Nada más terminar de decir eso, la llama de la vela se elevó de repente, provocándole tal susto que derramó parte de la bebida al retroceder.

En la cama, sir Purrcival siseó y arqueó la espalda. Mina se puso de pie al instante para alzarlo en brazos, pero antes de que le diera tiempo, las dos ventanas se cerraron de golpe, echando hacia atrás las cortinas por el impacto.

Ocha gritó y también se levantó, pisando el círculo de sal en el proceso.

Cuando volvió a mirar la vela, la llama pareció elevarse lo indecible, hasta superar la altura de Mina, antes de apagarse.

Después, todo se quedó en calma, salvo el gato, que seguía siseando y enseñando los dientes mientras retrocedía contra las almohadas de Mina.

Jamás se le había pasado una borrachera tan rápido.

-Eso ha sido… raro -se aventuró a decir al cabo de unos segundos.

Su mejor amiga se acercó a la ventana para levantarla con cuidado. El marco se deslizó con facilidad y se quedó en su sitio. Cuando Mina se volvió hacia ella, había recuperado el color del rostro.

-Cuando estabas en el baño hiciste parpadear las luces. Seguro que has sufrido alguna especie de sobrecarga mágica.

-¿Eso puede pasar? -preguntó ella.

Mina asintió, quizá demasiado rápido.

La cagaron, y su mejor amiga lo sabía.

-Sí, claro. Solo… estábamos haciendo el tonto. No estábamos lanzando una maldición real. Si hasta la vela es de los chinos, creo.

Ocha se fijó en la etiqueta.

-Sí, estoy segura de que el aroma a «bosque otoñal» no está en el lado oscuro de la magia.

-Cierto -acordó Mina-. Así que aquí no ha pasado nada, salvo el susto que se ha llevado este pobre pequeñín.

Había conseguido persuadir al gato para que se subiera a sus brazos y se acurrucara, pero el animal parecía seguir mirando en dirección a Ocha.

-Supongo que no soy consciente de la fuerza que tengo.

Y entonces, como si ambas se hubieran leído el pensamiento, soltaron al unísono:

-Nunca mezcles la magia con el vodka.

Con una sonrisa tímida, volvió a dejar la vela sobre el escritorio de Gwyn.

-¿Estás mejor? -preguntó su mejor amiga-. ¿Te ha venido bien lanzar una maldición de coña sobre ese tipo para sacártelo de la cabeza?

Iba a necesitar un poco más que un baño, varios tragos y alguna tontería mágica para olvidarse de Izuku, pero asintió.

-Eso creo. Y tienes razón, solo hemos estado juntos tres meses y ahora se ha ido a Kinsu. No es como si me fuera a cruzar con él todos los días. Él puede volver a retomar su vida y yo la mía. Venga, vamos a limpiar toda esta sal antes de que la tía Mitsuki venga y se entere de que hemos estado bebiendo y haciendo magia.

Ocha se dio la vuelta y ni ella ni Mina se dieron cuenta de que la vela volvía a encenderse un instante, y que el humo de la breve llama se enroscó y salió por la ventana abierta, hacia la luna llena.

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No lo tengo muy claro, pero creo que me harán faltas más partes para este one-shot.

¡Bueno!

Que os ha parecido? Os ha gustado?

El principio lo he escrito yo, he adaptado la historia a los personajes de BNHA, pero en realidad es de un libro que me estoy leyendo actualmente.

Se llama "Mi ex y otras maldiciones" de Erin...no se qué. No me acuerdo del nombre de la autora.

Pero recomiendo el libro, absolutamente.

Es la segunda lectura ambientada en Halloween que leo, la primera fue "Mi vecino es un vampiro" o algo así...

Y quería hacer algo especial para Halloween con BNHA, y esto me parecía genial, pero tendrán que haber más partes, supongo.

No os voy a dejar así, tranquilos.

O una de dos:

1. O sigo adaptando el libro.

2. O hago un resumen. Que vendría siendo, después de terminarme el libro, como ya se cómo prosigue y acaba la historia, adaptarla en una segunda parte que englobe lo que viene siendo algunos acontecimientos del libro, y que obviamente, Ochako e Izuku vuelvan y termine bien el one-shot.

Pero por ahora, espero que les haya gustado <3

Arigato, mata ne~

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