Nuestro amor sabe a chocolate




Soy Leo San Juan un chico bastante promedio en esta escuela, o la manera más sutil de decir que soy un rarito. Tengo el pelo castaño con un corte bastante feo, por culpa de mi hermano, soy bastante chiquito para la edad que tengo, siempre ando nervioso como si en cualquier momento me fueran a asustar y tengo tartamudeos. Soy el mejor blanco para las burlas de mis compañeros, pero eso no importa ya que todas las mañanas puedo verlo a él, Kubo, un chico de Japón con el cabello largo y negro, un parche en el ojo y una cicatriz debajo del otro, que solo lo hace verlo más genial de lo que es. Digamos que es un chico problemático, pero no en plan de conflictivo, es más por los amigos que tiene. Al menos una vez cada semana lo encuentro a él, junto a la chica de pelo azul, al chico de pelo parado y al más alto de los cuatro en detención. A veces están llenos de pintura, golpeados o incluso entre ellos discuten, me gustaría tener la confianza con Kubo para preguntarle todas las aventuras que tiene con sus amigos, pero como dije soy invisible para él como para el resto de la escuela... excepto una persona, mi hermano Nando que le gusta hacerme la vida imposible junto con su tonto apodo "chisguete".

Un día como es de costumbre mi hermano me andaba asustando, usualmente lo hace una vez a la semana y por eso tengo un pantalón de repuesto para... bueno es demasiado vergonzoso y en especial a mi edad, pero justo esa semana se le ocurre asustarme dos veces.

-chisgete, chisgete cuando será el día en que no mojes tus pantalones- Nando se encontraba riendo con una máscara en sus manos.

Leo se encontraba avergonzado, tenía suerte de que solo los dos estuvieran en el pasillo de la escuela -yyya, dddejame- lo dijo bajo y con la cara agachada. Aún así no detuvo a Nando de burlarse, pronto sintió una mano en su hombro y al ver de quien se trataba quiso que la tierra se lo tragara.

-ya lo oíste, déjalo, en, paz- se paro frente a Nando y lo vio directo a los ojos, ganando el concurso de mirada. Kubo podía parecer atemorizante cuando se lo proponía. Regresó a ver a Leo con una sonrisa - ¿estás bien? - tenia una tierna sonrisa, cosa que probó un sonrojo a Leo, pronto su mayor temor se hizo presente y Kubo noto que Leo se hizo pipí. Quería llorar. Kubo lo tomo de la mano y se lo llevo -tranquilo yo tengo ropa de respuesta en mi casillero- no le juzgo, ni se rio, eso hizo que tomara aún más fuerte su mano. -desde que un día nos llenamos de pintura por culpa de unos experimentos de Eggs, siempre llevo ropa aparte- cuando se dio la vuelta vio a Leo con una cara de no estar entendiendo -Huuu perdóname, ni siquiera me he presentado y te estoy hablando como si te conociera toda una vida. Mi nombre es...-

-Kubo, llevamos juntos desde octavo grado, se que te gusta la música y cuando estás aburrido haces todo tipo de figuras de origami, tú pasión es contar historias y cuando lo haces es de una manera tan mágica que parece que tu alrededor cobra vida. Llevas el pelo largo por tradición y algunas veces te confunden con una chica, pero aún así eres el único que conozco que le queda tan bien- Leo se dio cuanta de lo que dijo, ahora pensará que sería un acosador o algo similar, pronto se disculpó.

-nonono, tranquilo, todo lo que dijiste fue alargador- logró ver un leve sonrojo en los cachetes de Kubo -ahora si me siento mal por no saber nada de ti, aquí tienes puede que te quede algo grande ya que soy más alto que tú-

-me llamó Leo y ya estoy acostumbrado a ser invisible para los demás como un fantasma- tomo la ropa con pena.

-para mi ya no eres invisible- kubo se puso a su altura y lo miro de frente y le dio la sonrisa más dulce que jamás verá.

A partir de ese día ambos comenzaron a congeniar más. Kubo siempre lo acompañaba hasta su casa o algunas veces comían solo los dos en el recreo. Era divertido pasar con Kubo y Leo solo afirmaba porque lo amaba tanto. Pronto se acercaría el verano lo que significa que ya nos más clases y que probablemente no fuera a ver a Kubo y eso lo entristeció.

Un día que kubo acompañaba a Leo a así casa le propuso algo -Leo, quieres pasar el verano conmigo y mis amigos-

Leo vio como una oportunidad más de ser más cercano y sin dudarlo aceptó, Kubo sonrió y despidió de él. Justo al entrar a su casa vio como su familia estaba haciendo maletas, Dionicia subía y bajaba escaleras mientras que su hermano la ayudaba y su abuela preguntando si ya estaba todo.

- ¿Qué está pasando? -

- ¡ay! Mijo tu hermano no te contó- decía Dionicia con curiosidad, pronto pasó Nando diciendo "gracias al novio que tiene se la pasa en las nubes" sonrojando a Leo -tienes novio-

-qué, no, cacacallate Nando-

-bueno nos vamos a Mexico a pasar todo el verano de inicio a fin- pronto Dionicia se fue y Leo se quedó tieso al recibiera esa noticia y sin perder el tiempo fue donde su abuela para convencerle de que al menos él se quedara. Fue inútil y esa misma noche se mensajito con Kubo disculpándose por no pasar el verano con el, Kubo le respondió rápidamente diciendo que no importaba y que trajera algo de su viaje.

Acabo el verano lo que significaba que ya era hora de volver a la escuela y había muchos cambios.

-no entiendo, pase todo el verano con ustedes y me pregunto... a qué hora decidieron ser más altos que yo- decía la peli azul, la que ahora era la más pequeña de los 4.

-quizás sea la genética- decía Norman con tranquilidad.

-tú genética- decía Kubo, molestando un poco a la chica.

-y porque tú sigues creciendo eso ya es injusto- decía Coraline a Eggs el cual seguía en su mundo.

-es que yo si tomo toda mi sopa-

-Egg a ti ni te gusta la sopa-

-tienes razón... genética-

-bien al menos ya podré hacer esto con tranquilidad- pronto Kubo apoyo su brazo en la cabeza de su amiga.

-te doy tres segundos de ventaja, antes de dejarte personalmente calvo- la chica comenzó a contar.

-qué era broma no te lo tomes a mal- la chica no se detenía -ya por favor mi abuelo me habló por cortarme el pelo sin consultarle- pronto llegó al tercero y ambos comenzaron a correr.

-y ahí van- Norman ya no se sorprendía por el comportamiento de sus amigos.

-genial primer día y ya en detención- Eggs no se complicaba le parecía divertido.

Pronto Norman y Eggs corrieron tras ellos, para detenerlos o al menos hacer el intento. Kubo logró perder por un rato a la chica, pero con lo distraído que iba chocó contra alguien, pero solo él calló al piso y se levantó rápidamente sin oportunidad al extraño de darle una mano.

-perdón no te vi, es que necesito salvar mi vida- al levantar la vista se fijo que se trataba de alguien más alto que el, con el cabello castaño, largo y extraña mente familiar.

-humm... buenos Días Kubo-

-perdón te conozco? -

-sii, soy yo Leo- pronto la cabeza de Kubo recordó a aquel Niño que hace un verano era más pequeño que él con un corte muy feo y ahora frente a él el niño se volvió un hombre, provocando un sonrojo -estás bien? -

-sisis, es que solo mírate te creció el pelo, me gusta-

-no fue lo único que creció- mientras Leo lo decía de una forma sana, Kubo ya se imaginaba de todo y parecía más un tomate. Leo volvió a preguntar por el bienestar de su amigo -sisisi, es solo que, que grandes cambios no-

-si, igual que tú, me gusta tu corte te queda muy bien-

-aaa esto, fue más un accidente, antes de yo querer córtame lo- pronto Kubo escuchó los gritos de su amiga y eso era señal para correr -bien fue un gusto verte, pero creo que es tiempo que me vaya-

-espera... antes de que te vayas yo quiero darte- los gritos de la chica se hicieron aún más fuertes.

-qué tal en el recreo ahí cualquier cosa, nos vemos guapo- y el japonés se fue corriendo. Leo se quedó pensando en lo último que le dijo cree que es guapo.

Al final llegaron a detención, pero Kubo con la ayuda de sus amigos logró escaparse por lo menos un rato, encontrando al castaño esperándolo impaciénteme.

Leo sintió como unas manos le cubrían los ojos -quien soy- dio una sonrisa y dijo el nombre del pelinegro -y bien que sorpresa me tienes-

-pues en mi viaje a Mexico aprendí a hacer chocolates y te traje unos que hice, no te imaginas lo que tuve que hacer para que no se derritieran- Kubo se sorprendió al regalo y sin perder el tiempo probó uno.

Los ojos del japonés brillaron ya que el dulce era de los mejores que nunca a probado -están buenísimo, enserio los hiciste tú - Leo asintió mientras reía -sabes en Japón esta la tradición que para confesar su amor uno siempre prepara chocolates. Me intentas decir algo- Leo se sonrojó y comenzó a negar que solo era una muestra de amistad. Kubo se decepcionó al escuchar eso -está bien- pronto noto que ya debía volver a detención -oye no te molesta que regales estos chocolates a mis amigos? -

-no, son tuyos tú decides cómo y a quien dárselos- eso le dio una idea a Kubo. Pronto tomó un chocolate se lo metió a la boca, tomó el rostro de Leo y le dio un beso. Alguien debía dar el primer paso y el chocolate pasó a boca de Leo. Kubo se marchó y el único pensamiento que pasaba por la cabeza de Leo es que de pronto el chocolate se volvió más dulce.

bonus comic :D


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