Al zon de la caza

Disclaimer: esta historia es un poco más alejada de lo que usualmente hago con la pareja, pero se me ocurrió gracias a una amiga.
Esta historia contiene abusos y no se intenta románticas este tipo de situaciones.

Un joven samuray se encontraba caminando por el puerto de su pequeña aldea. Era bastante conocido y amado por sus habitantes, lleno de misterios y fuerza. Algunos decían que era hijo de una deidad, otros decían que su catana brillaba como el oro en plena noche y nunca faltaba el que decía que era un yokai que se hacía pasar por humano. Nada mas alejado de la realidad, el joven solo era un simple humano que seguía los pasos de muchos famosos samuray. Quería ser igual de ágil, hábil y fuerte como Sasaki, Musashi o Seijuro. Ser conocido por como su katana rebanaba a sus enemigos de un solo movimiento, quizás era aun muy joven para siquiera igual su nivel o solo era muy débil. 23 años, ya había escuchado que en otra parte que un niño ya había alcanzado mejor nivel de espadachín que él, eso lo frustraba.
-Kubo, Hijo, ven- llamo una señora bastante mayor sentada en una alfombrilla.
-oh! Buenos días señora Camello- Kubo rápidamente fue a saludarla. - ¿cómo ha estado? - sin perder el tiempo fue a sentarse a lado de ella.
-ya sabes lo usual, el mismo viejo y aburrido pueblo, lo único bueno es que gracias a que estamos cerca de un puerto llegan cosas y gente interesante- miraban las grandes embarcaciones, llenos de materiales de todo el mundo. Muchas veces Kubo se a preguntado como es vivir en esos lugares, conocerlo o tal vez, solo conocer a alguien de las tierras lejanas le bastaría -y tu como has estado, escuche que saliste de viaje a otras prefecturas de Japón-
El joven mostro una sonrisa nerviosa, al ser un pueblo pequeño era difícil escapar sin que todo el mundo lo supiera -emprendí mi viaje para mejorar mis habilidades de Samuray- La anciana se emocionó al escuchar eso que no dudo en pedir mas detalles -he aprendido bastante, pero aun no es suficiente- la anciana conocía a Kubo desde muy pequeño y ella sentía que su pequeño niño que antes contaba historias, se volvió un joven cansado, decepcionado de sí mismo y solitario.
La mujer tomo la mano de Kubo -sabes te hemos extrañado por aquí, tu divertida presencia, tu sonrisa, tu protección. Desde que te volviste samuray nadie a llegado a amenazar el pueblo, porque todos los malos saben que con solo tu sombra ya perdieron-
-creo que tienes razón-
- ¿creerlo?, no, hijo lo sé y tu deberías sentirte igual - la mujer acaricio el rostro del samuray -estas cansado, ve a dormir en tu hogar y si puedes mañana ven con tu instrumento y revivimos algún viejo recuerdo- le termino dando un abrazo y se marchó.
El puerto ya se volvió bastante popular con lo años. Kubo solo tenia un pensamiento el de llegar a su hogar, pero había un pequeño detalle, como dejo su hogar tanto tiempo, el polvo y la mugre ya le han de estar cobrando factura, quizás pagar a alguien que limpie… y se quede en casa cuando salga, aun así, quien tomara ese papel.
Escucho a un hombre gritar, era un vendedor no tan común. Ofrecía esclavos traídos del extranjero. Kubo se quedo viendo por un rato. Hombres y mujeres de diferentes partes del mundo, y todos mostraban signos de enfermedad, heridas y maltratos. Mostro una mueca de desagrado, no obstante, imaginar estar en esa situación lo hacía sentir incomodo (quizás en otro universo si ocurrió). El hombre seguía intentando vender a todos a un mejor precio como si de mascotas se trataran.
-todo tipo de trabajo que ustedes le pidan lo harán, cuidar de sus cultivos, de su hogar, todo- eso le llamo la atención, quizás al fin encontrar alguien que cuide de su hogar y no tener que pagarle, incluso podía educarlo.
Sin dudarlo se acercó al vendedor, pregunto por el precio, pero cuando comenzó a analizar a cada una de las personas noto que más caro le saldría curarlo y sanarlo, hasta que, entre todos diviso a un chico, un poco menor que el, y el único que parecía mas o menos sano. Pregunto por su precio y se lo llevo, estaba atado de las muñecas y se lo llevo como un perro, a veces tenía que jalarlo, pero el chico al estar tan flaco no le resulto un problema. Al llegar a su hogar vio todo el desastre que tenía. Jalo al chico, no midió su fuerza, lanzándolo contra el suelo.
- ¡oye!, ¡cuál es tu problema! – Kubo lo miro de manera extraña, no entendió nada de lo que dijo, aun así, no le importo fue a la cocina y trajo una escoba, la lanzo golpeando al chico para luego ir a su habitación, debía descansar.
Su casa era silencio absoluto un así sabia que, el movimiento de la escoba debía sonar contra el suelo, tomo un leve suspiro y fue averiguar que estaba pasando, al entrar a la sala, no encontró al chico. Sin dudarlo tomo su Katana y fue en busca del chico.
Leo había llegado a Japón gracias a un descuido, ser parte de la revolución le cobro factura. El deseaba con viajar, pero no del modo en la que estaba haciendo. Comenzó a correr lo más rápido que su cuerpo lo permitía, cualquier oportunidad de volver a su hogar debía ser bien recibida, tristemente su estado de salud no le permitía ir tan lejos, se escondió entre los arboles para retomar aire. Grave error, pronto sintió como una mano le cubría su boca y el frio filo de una espada, comenzó a deslizarse por su cuello.
-私はあなたより賢く獲物を捕まえました (he atrapado a presas más inteligentes que tu) – Kubo lo tenia en jaque, Leo sabia que si se movía un poco terminaría muriendo -もう一度私に挑戦してみてください、そうすれば死ねばよかったと思うでしょう (intenta volver a desafiarme y desearás estar muerto)- la katana comenzó a deslizarse de una manera mas profunda por el cuello de Leo. Era un martirio para el castaño, el dolor y sentir como su sangre resbalaba, hizo que botara algunas lágrimas, creyó que ese era su fin. El pelinegro lo dejo libre. Leo comenzó a toser, pero eso solo provocaba mas dolor, toco su cuello y veía que la sangre seguía, Leo ahí lo comprendido, el chino sabia como torturarlo sin matarlo, ya que ese estilo de cortes era una muerte instantánea. Kubo volvió a atarlo, solo que esta vez lo tenia atado de manos y cuello, siendo jalado como un perro.
Volvieron a la casa Kubo le señalo la escoba y volvió a encerrarse en su habitación. Leo por su lado procuro que el peli negro se encerrara, para ver donde guardaba las vendas, había perdido mucha sangre y se sentía débil. Al encontrar algo de vendas y artefactos para curar su herida. Comenzó el proceso, la marca de la soga atada en su cuello lo hacía más difícil y doloroso, pero lo logro, viviría un tiempo más. Termino de limpiar y se disponía a descansar, pero escuchar la puerta abriéndose hizo que entrara en temor. Kubo ya se sentía mejor y ver su hogar limpio hizo que sacara una leve sonrisa, hasta que vio a su esclavo y vio como se había curado por si mismo las heridas. Quizás fue por no haberle consultado para usar sus cosas o solo quería tener una razón para estar molesto. Sin dudarlo golpeo a Leo diciendo algo que el castaño no comprendido. Había comenzado su propio infierno personal.
Pronto los días se convertían en meses y su estadía con el asiático no mejoraba en lo absoluto. El abuso cada vez se incrementaba más, el pobre de Leo siempre que amanecía pensaba que sería su último día en la tierra, aun así había días donde descansaba ya que Kubo a veces lograba desaparecer durante días y esos momentos podía respirar. Pero ¿porque no escapar mientras el estaba a fuera? Ya Leo lo había intentado cientos de veces, pero cada vez que llegaba al pueblo conseguir ayuda era difícil. Nadie parecía querer aprender español y Leo le resultaba difícil aprender Japonés porque no había quien le enseñará, se sentía solo y triste, y al final Kubo lo encontraba y su castigo era peor. Perdió toda esperanza asique solo procuraba no hacerle enojar. Aun así no se salvaba de ser castigado, había días donde hacía una especie de te raro, que Kubo tomaba como si fuera agua y sin falta lo obligaba a tomar era de las cosas más agrias y rancias de todas y se oponía a tomar Kubo le lanzaba el te hirviendo en su cuerpo.
Pronto cumplió un año viviendo con el samuray, el aprendió algunas cosas sobre el y de la cultura, aun así su relación seguía igual de turbulenta como empezó. Ninguno de los dos entablaba conversación ni querían conocer más cosas de las que ya sabían y el odio y rencor de Leo crecía y crecía, sabía que a la mínima que bajara la guardia lo haría sufrir, solo debía esperar. Ese momento llegó en una noche. Kubo llegó una noche, se veía más desgraciado de lo usual (algo que aprendió Leo sobre el japonés es que nunca se encontraba conforme con nada, siempre parecía que estaba triste y despeinado de el mismo) llegó y comenzó a tomar así alivia a sus penas “es patetico” pensó Leo. Las horas avanzaban y Leo ya quedó dormido cuando de pronto escucho que alguien entró a su habitación. No sé movió creía que si pensaba que estaba dormido se iría. Que gran equivocación Kubo le dio la vuelta y una vez que estuvo de frente comenzó a besarle y toqueteando por todo su cuerpo, Leo comenzó a forcejear, pero Kubo no cedía hasta que cayó por tanto alcohol. Leo miró al asiático tan débil y vulnerable, pensar en todo lo que hizo y lo que quería hacerle no se le ocurrió que devolverle todo el karma, la primera de muchas venganzas.
A la mañana siguiente Kubo despertó le dolía todo su cuerpo y tenía golpes y mordidas a lo largo de este no podía ni moverse, pronto llegó Leo con una sonrisa victoriosa.
-espero que disfrutarás la otra noche porque esto recién empieza- ahora el cazador se volvió presa.

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