NIÑO CONSENTIDO
_Me dieron ganas de hacer un one-shot que tenga mucho lemon (? Así que será éste. De todas formas, también contendrá algo de historia, tanto al principio como al final. No tendría gracia si fuera solo lemon y ya_
Departamento 4b. Ahí vivíamos Hit y yo. Realmente amo a mi novio. Estamos juntos desde hace casi tres años, cosa bastante rara en estos días. Los demás jóvenes de nuestras edades, suelen salir con más personas de las que pueden contar... yo a él no lo cambiaría por nada del mundo.
Como la mayoría de las parejas, nos demostrábamos amor y teníamos relaciones, sí, pero lo nuestro era un poco diferente. Nos encantaba hacerlo en cualquier sitio, la mesa de la cocina, el sillón de la sala, el piso del baño... una noche, hasta lo hicimos en la terraza. Era verano y hacía un calor infernal, nadie puede culparnos. Ésta vez, nos limitaríamos a la cama de nuestra habitación.
- Kyabe, estás hermoso hoy - susurró, acariciando mis piernas.
- Me arreglé para ti, ¿te gusta?
- Es el mejor regalo de cumpleaños.
Aquella era una ocasión especial, el cumpleaños número 21 de Hit. Decidí usar ropa de mujer, por él, aunque sinceramente no me molestaba en lo más mínimo. Tenía una minifalda escocesa de color verde, una camisa corta blanca y media desprendida, con una camiseta corta de color rojo, debajo de ésta. Parece ser que le gustó.
- Me gusta como te queda la faldita, amor - susurró, para luego morder mi oreja.
Comenzó a dejar besos bajando por mi rostro, hasta llegar a mi cuello. Justo en la clavícula, dejó una pequeña mordida, que si bien fue algo fuerte, no llegó a dolerme. Al contrario, me encantaba. Succionó mi piel, dejando marcas rojas por mi cuello, hasta que, en determinado momento, la parte superior de mi ropa comenzó a estorbarle. Desprendió por completo mi camisa y subió mi camiseta, dejando mis pezones al descubierto. Algunas veces le gusta jugar para hacerme sufrir, le gusta ir demasiado lento.
Quitó una mano de mis piernas, para poder acariciar mi pecho con las puntas de los dedos. Hacía pequeños movimientos circulares, casi sin tocarme, cosa que me estaba desesperando. Se tomó su tiempo el muy maldito, mirándome cada tanto, con una gran sonrisa. De seguro le encanta tenerme rogando por calor. Ya cansado, levanté un poco mi cuerpo, tratando así de que me tocase más, pero, en vez de eso, uso su dedo índice y pulgar para apretar mi tetilla izquierda, luego la jaló e hizo lo mismo con la derecha. Solté un fuerte gemido en respuesta, estrujando las sábanas. Puso sus manos en mi espalda baja, mientras se inclinaba un poco y así dejar un pequeño beso en uno de mis pezones. Lamió la punta con su lengua, lo succionó y, por fin, le dio un pequeño mordisco, dejando unas marcas rojas, de sus dientes.
Recién en ese momento, noté el bulto que estaba debajo de mi falda. Hit también lo notó. Con una sonrisa maliciosa, utilizó una de sus manos para sujetarme por las muñecas, dejándome inmóvil. Con la otra, fue levantando poco a poco la falda, dejando al descubierto la ropa interior de mujer que me puse. Era de color naranja y tenía encajes, él no podía dejar de mirarla. Acarició levemente mi erección, por encima de la ropa, mientras yo movía inconscientemente mis manos para liberarme, sentía la necesidad de sujetarme a algo. No pude hacerlo, él me sostenía con fuerza. Me dio un pequeño apretón y sentí como mis ojos se humedecían por la excitación. Antes de que yo pudiera hacer o decir algo, metió su mano por debajo de la ropa, acariciando la punta de mi miembro. Luego lo tomó y comenzó a masturbarme, cada vez más rápido. Yo me retorcía del placer, sin poder hacer nada más que gemir.
- H-Hit... basta, m-me voy a correr - supliqué con mucho esfuerzo. No le importó, al contrario, lo hizo más rápido, haciendo que me corriera en su mano.
- Hoy estás muy sensible - habló malicioso. Estaba a punto de replicar, cuando él, de un rápido movimiento, acercó su cabeza a mi entrepierna, lamiendo la mojada punta de mi miembro. Prácticamente grité por eso.
Lo succionó con su boca, haciéndome sentir aún más caliente que antes. Sentí que me correría de nuevo, pero no fue así. Él se apartó un poco, para volver a poner una mano en mi miembro. Fue bajando esa mano poco a poco, hasta llegar al lugar donde estaba mi entrada. Hizo algo de presión con sus dedos, metiendo un poco la ropa interior también.
- Esto molesta un poco... te lo voy a quitar.
En un segundo, ya no tenía la prenda puesta. Me acercó sus dedos, dándome a entender que debía lamerlos. Lo hice con todo gusto, queriendo que entrara en mí de una buena vez. Cuando ya tuvo saliva suficiente, retiró su mano y me besó. Sentí como metía el primer dedo y me puse a jadear, dolía un poco. Él apenas lo movía, ya que no quería lastimarme. El dolor pasó en un rato, por lo que pudo meter un segundo y, más tarde, un tercero. Simulaba embestidas con sus dedos, mientras yo lo ayudaba, moviéndome. Aún me tenía agarrado por las muñecas, así que maldije por lo bajo cuando tocó mi punto.
- Hit... suéltame, necesito t-tomar algo...
- ¿Qué cosa, pequeño?
- Lo que sea, u-una almohada, algo, s-solo suelta mis... ah~
El muy desgraciado no me soltó. Siguió jugando con sus dedos un poco más y luego los quitó, para lanzarme una mirada completamente depravada.
- Kyabe, ¿me ayudarías a quitarme la ropa? - supuse que me diría algo como eso.
Por fin dejó mis manos libres. Con algo de dificultad, tomé su camisa y la desabotoné, dejando ver su trabajado abdomen. Es un tipo bastante musculoso, sin llegar a parecer extraño. Tenía un físico admirable, el cual me encantaba observar en secreto.
- Ahora los pantalones - me ordenó. Yo solo asentí, sonrojándome un poco, en el fondo, aún me daba algo de vergüenza estar completamente desnudo frente a él, me pasa lo mismo al verlo sin ropa. Río un poco y se quitó el boxer - ¿Te gusta lo que ves, Kyabe?
Me estaba provocando, pero las cosas no se iban a quedar así. Tomé su miembro con algo de fuerza e introduje lo más que pude a mi boca, sintiendo como si me asfixiara. Era demasiado grande. Me moví como pude, sintiéndolo soltar un ronco gemido, de esos que tanto me gustan. Abrí un poco los ojos, solo para ver que tan lejos lo había llevado; él apenas parecía poder respirar. Me encanta tenerlo a mis pies. Él me acariciaba el cabello, hasta que me jaló de él suavemente, para volver a la posición en la que estábamos antes. Acercó la punta de su miembro a mi entrada y, antes de continuar, me dijo lo de siempre:
- Avísame si te hago daño. Seré amable contigo... aún.
Dicho esto, me penetró de la forma más delicada posible, cosa que no sirvió, ya que el dolor apenas era soportable. Apreté sus hombros, intentado no soltar ninguna lágrima, mientras él permanecía quieto, esperando a que me acostumbre. Me besó una mano y yo me sonrojé, sintiéndome mejor. Aún me resultaba extraño, ya que él no dejaba de mirarme con ese brillo extraño en los ojos, así que, con algo de timidez, moví mis caderas, dándole la señal de que estaba bien y podía seguir.
Así lo hizo, sujetándome firmemente y dándome unas cuantas embestidas que, si bien eran buenas, podían ser mejores. Sacando fuerza de no sé dónde, usé mis codos para levantarnos a ambos, estando él sentado en la cama conmigo encima, dando saltitos. En esa posición, su miembro llegaba más profundo, cosa que me enloquecía. Desde hacía rato que golpeaba mi punto, cada vez con más fuerza y rapidez, hasta que lo sentí. Sentí ese hormigueo en el abdomen bajo, que me avisaba que me correría. Creo que Hit estaba igual. Nos vinimos al mismo tiempo, yo, manchándonos a ambos y él, dentro de mí. Sentir ese líquido espeso y caliente, me excitataba muchísimo.
Salió de mí y me dejó sentado en su regazo, suspirando sobre mi oído. Hoy es un día especial, no pienso dejar las cosas así. Frotando nuestras intimidades, usé dos simples palabras, con las cuales logré volver a ponerlo caliente:
- Segunda ronda - susurré divertido, usando esa infantil vocecita que tanto le gusta y sacándole la lengua como un niño pequeño. Él solo me miró, para sonreír y tomarme por los muslos. Me cargó y me llevó hasta la cocina, dejándome sentado sobre la encimera - ¿Qué hacemos aquí?
- Se podría decir que soy un tipo raro - contestó - el día de mi cumpleaños, compré un regalo para ti - de uno de los cajones de la alacena, sacó una bolsa con un extraño logotipo. En su interior, había un pequeño objeto rosa, que tenía una forma extraña.
- ¿Qué es eso? - pregunté. Él solo me miró, riéndose por lo bajo.
- A veces puedes llegar a ser muy inocente. Es un... juguete. Te va a gustar.
En ese momento, no supe a que se refería. Me pidió que cerrara los ojos, cosa que acepté, sintiendo como abría mis piernas y metía esa cosa en mí. Solté un jadeo.
- ¿Te duele?
- No mucho.
- Bien.
Me bajó de la encimera y me acomodó la ropa. ¿Y ahora qué?
- Bueno, será mejor que sigamos con lo nuestro, ¿cocinamos algo?
- Hit, ¿te das cuenta de que sigo teniendo la cosa esa?
- ¿Es incómodo?
- Obviamente.
- Pues, como es mi cumpleaños, pensé en jugar un poco contigo.
- ¿Y qué quieres hacer?
- Ver cuanto aguantas.
- ¿Eh? - en ese momento, vi como tomaba una especie de control y apretaba un botón. Sentí como el pequeño objeto comenzaba a vibrar - ah~
- ¿Te gusta?
- Hit...
- Lo puse suave para que dures un poco más.
Se fue a buscar algunos ingredientes para comenzar a cocinar, dejándome ahí, temblando y sin ser capaz ni de respirar. Cada mínimo movimiento me torturaba de buena manera. A él no parecía importarle. No sé como logré caminar hasta donde estaba, para ponerme a su lado.
- ¿Me ayudas a cortar estas verduras? - preguntó de lo más casual. Lo miré con odio.
- Q-Quítamelo...
- ¿Qué? ¿que quieres que lo ponga más fuerte? ¡cómo digas!
- Hijo de... ah~
Se sentía demasiado bien. Mis piernas temblaban, en cualquier momento caería. Me sujeté a la encimera, sintiendo como el muy maldito se moría de risa. Me dolía la entrepierna, el rostro me ardía, me sentía completamente humillado. Comencé a llorar despacio, dejando de escuchar las risas de Hit.
- Oh, no, no llores - de inmediato apagó la cosa esa y me sujetó por los hombros.
- T-Te dije que me lo quitaras - hablé con voz quebrada.
Me cargó hasta la habitación, sentándose en la cama, conmigo en su regazo.
- Kyabe, perdón, debí haberte hecho caso - se disculpó, secando mis lágrimas y acariciando mi cabello. Juntó su frente con la mía - ¿Me perdonas?
- Está bien - me acomodé sobre su pecho, luego de que se recostara.
Nos pasamos el resto del día juntos, sin salir de casa. No teníamos porqué hacerlo, era sábado. Él estuvo haciéndome mimos constantemente. Sí, soy su niño consentido y me encanta.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top