El silencio.

La vida actual está plagada de ruido, de bullicio y estruendo. El sonido es algo habitual, tanto es así, que el alumno que logra guardar silencio por un largo tiempo nos llama mucho la atención.

Ese estudiante al que sus compañeros suelen llamar "callado" "serio".

Sí, no suelen hablar para nada. A lo mucho contestan una que otra pregunta del profesor y saludan por las mañanas, hay de tantos tipos, los callados asociales, callados con gustos peculiares, callados porque se quedan dormidos, callados que son los primeros en su clase, callados que reprueban más de una materia, etcétera. Para cada personalidad hay un callado.

En la clase 3-A, tenemos a Kiku Honda, un Otaku, el primero del salón, inteligente como ninguno, hermético.

Es de corta estatura y rasgos asiáticos y finos, no es de lo más popular entre las chicas.

Los rumores le apuntan como un virgen, que seguramente se masturba con porno de tentáculos.

Con un talento en el dibujo magistral, de pocas palabras, es un misterio para los alumnos.

Por otro lado en la clase 3-D, un alumno de Grecia duerme sobre su pupitre. con un cabello castaño descuidado, largo, al menos hasta llegar a su barbilla, eternamente despeinado, de estatura envidiable para jugadores de baloncesto. sus calificaciones apenas se sostienen, nada sorprendente teniendo en cuenta que duerme durante la mayoría de las clases.

Heracles Karpusi; siempre callado cuando está despierto, a lo mucho dará una escueta respuesta a si se le pregunta algo, el resto del tiempo lo verás dormido o en un profundo universo mental de pensamiento filosófico.

Sentado en la última fila, con el fin de hacer sus siestas menos descaradas, puedes notar su ser callado.

No es raro que no sean los más populares de sus salones, nadie les idolatra o hasta más de diez minutos en inventarios chismes, con solo verlos se suponen tres cosas:

1. Son vírgenes

2. Son aburridos.

3. Son solteros.

Pero hay una chica de la cuarta fila, se sienta junto a Honda, de vez en cuando voltea su mirar al asiático, y hoy, ante todo pronóstico, al mirarle, no estaba en Twitter, ni en facebook viendo algo de anime, reconoció la aplicación de mensajería.

¿Kiku Honda mensajeando con alguien? Sonaba descabellado, todos sus amigos estaban en el salón y ninguno de ellos tenía su móvil a mano. La chica have una mueca de confusión, acercándose un poco más para descubrir quién es con quien intercambia mensajes y de paso, tratar de leer la conversación.

Puede leer tres mensajes:

El remitente envío un escueto "Ven".

A lo que Honda respondió; "No puedo, la clase está apunto de empezar ('◉⌓◉')".

Pero la respuesta era un: "baño del segundo piso".

La chica no pudo mirar más, puesto que Kiku Honda abrazo su teléfono en un suspiro cansino. El japonés negó con la cabeza mirando al reloj.

La chica dió un saltito cuando le vio levantarse. Kiku deja sus cosas perfectamente ordenadas sobre su butaca, eso justo antes de salir del aula sin explicación alguna, sólo con su celular en mano.

Los estudiantes que llenan los pasillos del instituto  le miran de reojo, sin si quiera preguntarse por su destino, sin suponer en lo más mínimo las actividades que está a punto de llevar a cabo, incluso aunque un discreto sonrojo es una pista de ello.

Kiku llega hasta el baño del segundo piso, no hay nadie, pues el periodo de clase está por empezar y, sinceramente, el baño está en una condiciones precarias, no muchos gustan de él, el baño en el tercer piso es mucho mejor y al ser más pequeño da la sensación de privacidad, pero la privacidad viene cuando la gente no gusta de estar en un sitio y los perezosos y visitantes utilizan los baños del primer piso.

Por ello, el baño del segundo piso es perfecto para la actividad premeditada que estos dos tienen.

Los alumnos solo pueden verlos y especular sus pensamientos, los profesores dejan en blanco sus participaciones.

Los callados del salón.

Mas sin embargo... En el segundo piso alguien de buen oído podría escuchar los sutiles gemidos que provienen del baño.

Kiku se muerde los labios para no liberar gritos de éxtasis.

Karpusi no hace tanto énfasis en detener sus gruñidos, los suelta de manera descarada en el oído de su amante. Desarrollan la danza del amor, no de manera precisamente callada.

Incluso si sus labios pudiesen sellar sus suspiros, los chapoteos y la fricción entre cuerpos harían suficiente ruido para alertar a cualquiera a la distancia.

En las escuelas sin embargo, existe este extraño silencio dónde nadie interrumpe, nadie dice nada a las autoridades, simplemente los rumores  viajan debajo de la marea cotilleante.

Kiku regresa a su aula con la cadera adolorida, sudado, extrañamente sonriente.

Toma asiento en su pupitre. Aquella chica que miraba el teléfono ajeno se le acercó algo sonrojada.

—Honda... ¿Fuiste al segundo piso, no es cierto? —cuestiona, con el conocimiento que ha adquirido a través de chismorreo.

Kiku se tensa, dando un saltito de sorpresa ante dicha acusación, mas, no la niega. Asiente suavemente.

—¿Te enteraste?

El japonés aprieta los labios antes de responder cualquier cosa que pueda echarle de cabeza.

—Había unos chicos haciéndolo en el baño de arriba —deja una pausa —. ¿Los escuchaste verdad?

La tez del asiático se coloreó al instante de escuchar aquellas palabras.

Las mejillas ardientes de  Kiku lo confirmaron todo para la estudiante, sonrió con picardía.

—¡Sí los escuchaste! Anda, cuenta, ¿Es cierto que la chica gemía en japonés?

Kiku no pudo soportar que su vida privada fuese tan pública, si bien ella no sabía de su propia identidad, la vergüenza le hizo esconder su rostro entre sus manos.

—¡Así que es cierto! Deben ser un par de Otakus con fetiches raros.

Pero nada más lejos de la realidad.

Solo Kiku era Otaku, pero no sé contenía se llamar entre jadeos el nombre de si amado en su idioma natal.

¿Quién lo diría? ¿Quien lo sospecharía?

Los más callados del salón, sí, resultan ser los más tremendos.

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Hola, ha sido un tiempo eh, esto lleva escrito más de un año y no sé por qué no lo había publicado todo este tiempo.

Gracias por leer, los quiero