(AusSui) Tranquilo
Drama/Romance
"Tranquilo"
Pareja: Austria x Suiza
Concepto: No tengo idea, quizá la vida, quizá el arte, quizá el espíritu de la Navidad, quizá Laura. Pudo ser cualquiera.
Escritura: Hanatamago.
En este One-shot los personajes son personas, no países.
~♡~
Vash llega del trabajo acabado.
¿Dónde está su hermanita? Se hace la misma pregunta una y otra y otra vez hasta que el estrés le produce una migraña del demonio, un día sólo sé fue dejando una nota confusa sobre la mesa que explicaba vagamente los motivos de su fuga, se fue, simplemente ya no está.
Vash sólo se lo dijo a Francis, el rubio de barba francés, él la única persona por el momento que sabe sobre las amargas lágrimas que el suizo no dejó de derramar por días enteros a causa de la pérdida de su pequeña hermanita Lili.
¿Por qué sólo Francis lo sabe?
Francis era el novio de Vash.
Era.
Pasado.
Lo dejó sin más una semana exacta después de que Lili escapará de la casa.
"Ya no soporto tu mierda depresiva, Vash, encontrarás alguien mejor que yo ya verás, te concedo tu libertad". Eso fue lo último que salió de los labios franceses en un tono seco, ácido, enojado tal vez.
Vash lanzó su reloj de pared a la puerta justo en el momento que el francés la cerró logrando que dicho reloj se rompiera en mil pedazos, tienes suerte que no sacara la pistola, Francis.
Pateó la puerta gritando: "Nadie te estaba pidiendo libertad estupi..."
Cae al suelo con lágrimas ahogandole antes de poder terminar su frase.
Llora, llora, llora, llora, cada vez que nadie le ve él llora, cada vez que se queda solo en su cuarto; Llora. Lágrimas de ácido, queman, duelen. Dañan.
Se arregla el sombrero y ahí va otro día rumbo al trabajo sintiendo el cuerpo sucio, se dejo tocar por el imbécil francés pervertido, se dejó manosear, dejó que ese bastardo lo usara de muñeca inflable si la gana se le daba. No una ni dos veces: Años, años soportando sus infidelidades, defendiéndolo de todo, años que le entregó.
Ya no puede mirar a nadie a la cara sabiendo lo que ha hecho en una habitación, se masajéa un poco la pierna sintiendo los hematomas sobre ella, sintiéndose más sucio aún.
Mira hacia todos lados perdido.
Se levanta de su lugar en el segundo exacto que termina su turno, ahora el trabajo es pesado.
Va a la oficina de su jefe, en el camino se encuentra al hermano del mismo, un albino que se cree genial, le saluda desganado y el albino, de ojos rojos como el más puro granate, le devuelve el saludo de la forma más asombrosa posible.
—Hey Vash! Hace... emm ¡Siglos! Que no te veo. ¿Qué tal?—exagera.
—Ah...Bien—responde secamente avanzando a la oficina de su jefe.
—Bien bien ¡Eso es casi tan asombroso como yo! Oye ¿Traes mercancía?—No se lo tomen a mal, no es droga lo que vende, sólo son botanas y chucherías, dinero extra es dinero extra y el dinero es sagrado para el suizo. Claro que si ofreces lo justo seguro el reporte financiero que debes entregar también te lo vende.
El rubio niega con la cabeza tan suave y apenado que el cabello en forma de honguito que tiene apenas le roza la mejilla.
—No creo...volver a traer—explica directo.
—¿QUÉ? Disculpa, creo que mi asombroso oído no puede escuchar bien noticias que no son asombrosas... ¿Cómo que ya no vas a traer mis asombrosos Toblerone? —pregunta sinceramente consternado—. ¡Oh! No me digas que mi hermano se enteró de que vendes ilícitamente en la oficina?
El suizo se para de puntitas para poder taparle la boca al imprudente alemán con mucha brusquedad.
—¡Pues si lo gritas afuera de su oficina seguro que si se entera! —le regaña con ese tono duro que tiene para hablar, suspira soltándole, sonrojándose levemente, en verdad apenado—, disculpa, Gilbert, estoy... no importa, ya no voy a vender porque ya no tengo ganas, no necesitaré el dinero ya...
Explica tan tranquilo mas con un tono melancólico. El albino le mira con extrañeza sin entender un demonio lo que está pasando.
—OK. Déjame ver si entendí; tú, Vash Zwingli ¿Ya no quieres ganar dinero? ¡Hombre! ¿Pero qué te pasa? ¿Ganaste la lotería o alguna cosa así?
—No... no es eso, Gilbert, es algo más complicado, sólo no quiero hablar de eso ¿Entiendes? Necesito hablar con el jefe, así que si me dejas pasar...—declara sin dejar de fruncir el ceño.
—Vash... si te cierras así...
El suizo no dijo palabra alguna, simplemente apartó al albino tomando el pomo de la puerta de su jefe, dio una mirada llena de melancolía a Gilbert antes de abrir la puerta.
—Lo siento—es lo único que dice para finalmente entrar a la oficina principal—. Buen día, señor—saluda con formalidad.
—Ah Vash... buenos días, ya te he dicho que no me llames "señor"...— le pide algo sonrojado de vergüenza antes de aclarar su garganta—. Nos conocemos desde niños, creo que alguna vez me habrás cargado a la cuna, podemos dejar un poco de lado las formalidades, con Ludwig está bien.
—Vargas, de contabilidad, siempre te dice señor— resalta. El alemán aclara su garganta de nuevo.
—Bueno... ese es un caso diferente, no importa, dime ¿Por qué arreglaste una cita conmigo? ¿Qué es lo que quieres hablar?
—Quiero renunciar—un hombre directo. El rubio se levanta de su escritorio sorprendido.
—¡Renunciar!
—Eso mismo, me alegra que entiendas...
—No, Vash, no entiendo en realidad—suspira—. Siéntate por favor, vamos a hablar bien de esto—el suizo obedece, aunque no quiere hablar bien de esto, el alemán suspira —. ¿Por qué? —pregunta serio.
—Decidí que necesito otro tipo de experiencia, realmente ya no estoy cómodo trabajando aquí—suspira pesadamente—, me voy a mudar Ludwig—suelta secamente.
—Ah, haberlo dicho antes, ahora entiendo...¿No te mudas por el trabajo, o sí?
—No.
—¿Puedo preguntar por qué?—suelta con su voz grave pero con notoria pena.
—Preferiría no comentarlo, Ludwig, eso es todo lo que quería que supieras, en seguida dejaré vacía mi oficina, lamento las molestias del papeleo—Declara antes de levantarse.
—Espera, aún no termina esta plática, siéntate—Vash obedece—¿A dónde te mudas?
El suizo casi se atraganta con su saliva, piensa, le bailan los ojos, evidentemente estaba mintiendo, en realidad no se va a mudar...Aclara su garganta para poder soltar su respuesta con la cara más neutral posible.
—Me regreso a Suiza, Alemania es un buen lugar pero...—piensa en una buena excusa, no tiene ni familia que le espere en Suiza como para ponerla de excusa—, siempre es bueno volver al hogar—el alemán asiente ante esto.
—Concuerdo ¿Vendrás para Navidad? El año pasado Roderich no salió de su habitación hasta que te apareciste para cenar. No tengo problema en que después de eso te quedes en mi casa hasta el año nuevo, a Gilbert le gusta tu fondue en la cena y a Roderich tu presencia, incluso aunque la vez pasada tuviera que soportar a...— carraspea antes de mencionar a Francis, por lo que le contó su hermano —. En fin, vienes ¿No es cierto?
El suizo tiene un nudo en la garganta, un nudo de alambre de púas que le corta, le duele, los ojos se le humedecen ligeramente mientras le tiemblan sus frías manos, desvía la mirada para no ver a su buen amigo alemán, niega muy leve con la cabeza pensando que si habla terminará rompiendo en llanto.
—No podré, lo lamento—Susurra avergonzado, dolido, con voz cortada y rota, sin querer mirar atrás si quiera se levanta corriendo a la puerta, corriendo a su oficina, es ahí donde en la total soledad y aparente privacidad comienza a llorar, muy quedo mientras limpia, se lamenta, pero ya tomo la decisión, ya no hay más que hacer.
Roderich, un austriaco, quién por cierto no trabaja en la oficina y sólo se pasea por ella bebiendo café de vez en cuando. Hoy Gilbert le ha pedido que hable con Vash para hacerlo entrar en razón, el austriaco nota la rapidez con la que se mete Vash a su oficina, rapidez totalmente impropia del rubio. Levanta una ceja extrañado por ello, sin decir palabra y con pasos extremadamente pomposos se acerca a la puerta del suizo tocado, un toque suave y elegante que solo un músico obsesionado con la perfección de sus manos podría dar. No entiendo porque tantas vendas en las manos.
El rubio se sobresalta, le vale un comino quien esté llamando a la puerta, no quiere que nadie le vea así.
—¡Largo!
—Prefiero que me llames "alto". Largo suena muy vulgar y fácil de mal interpretar—replica aún sabiendo perfectamente que no se refería a su altura.
—Roderich...—reconoce más el sarcasmo que la voz— . ¡No me refería a eso, largo de aquí! ¡Vete! ¡Esfúmate! ¡Aléjate!—a ver si dicho de tantas formas por fin lo entiende.
El castaño se plantea si realmente dejarle, se escucha con una voz cortada como si estuviese sollozando, dado que realmente no tiene nada que hacer más que perder el tiempo pide prestada (Toma sin avisar) una silla de algún oficinista, se sienta tan sereno a esperar que el rubio haga presencia, cosa que no debe tardar pues su turno terminó hace más o menos veintiocho minutos, toma un poco de su café mientras lee "The Rest Is Noise: Listening To the 20th Century".
La espera da frutos cuando Vash sale corriendo de su oficina con una caja que contiene todas sus pertenencias, los ojos rojos de llanto. Roderich se levanta tranquilo siguiéndole, sin acelerar el paso ni un instante hasta que el suizo está batallando con el pomo de la puerta para abrirla.
—¡Vash! Détente ahí, necesito hablar contigo—declara con un tono autoritario tal que el rubio se vuelve a él deteniéndose en seco avanzando un poco hasta su posición.
—¿Qué ocurre? —suelta con un nudo en la garganta.
—Estás actuando extraño—declara simplemente tomándole del brazo caminando suavemente hacia fuera del edificio en donde están las oficinas—. ¿Qué tanto traes en esa caja? ¿Por fin decidiste mejorar tu oficina decorándola de una manera más apropiada? A una más austriaca, por ejemplo—pregunta y se responde con cinismo.
Vash se incomoda por ese comentario, muerde su labio manteniendo las lágrimas en su lugar.
—No, renuncié.
Si el austriaco estuviese bebiendo algo lo habría escupido, se detiene en el estacionamiento del edificio tratando de procesar lo que Vash le acaba de decir.
El rubio deja de caminar en cuanto el de ojos violeta se detiene mirándolo con terrible dolor en el estómago, unas tremendas ganas de vomitar le invaden. Decide desviar la mirada hacia su caja, en la parte superior de esta se encuentra una foto de él con su hermanita, Ludwig, Gilbert y Roderich que tomaron después de que el suizo logró ser empleado del mes por todo un año y Ludwig decidió darle un reconocimiento por esto, se le sale una pequeña lagrima, por esto procurará no ver en absoluto al austriaco a los ojos.
Austriaco que sigue consternado por las palabras de Vash.
—¿Por qué lo hiciste? —pregunta en ese tono que exige respuesta tratando de que no se le quiebre la voz.
—Me mudo, es todo...no es que yo...bueno... —se vuelve particularmente hablador con Roderich, pero ahora no encuentra palabra alguna que no desgarre su ser, además que mentirle le lastima.
—¿A dónde?
—Suiza— suelta como un hilo de voz.
—¿Para? — trata de no ponerse histérico sonando muy serio.
—Es mi país natal...es... ¡lógico! Que quiera...volver.
—¿Lili se irá contigo? —la gota que derrama el vaso, Vash suelta sus lágrimas. El pobre siente un cuchillo clavado directo en su pecho, duele como el infierno. El austriaco en seguida nota el llanto, no lo entiende, pero luego razona que hace un par de semanas que no ve a Lili... comienza a pensar...en lo peor. Pone una mano cariñosamente en el hombro del suizo, este deja caer la caja y lo abraza.
Ahí tienes a los dos, Roderich le abraza de vuelta intentando entender algo. Vash solloza en su pecho abrazándole con la fuerza que tiene después de solo haber comido un trozo de queso hace dos días.
—¿Qué sucede...querido? —le acaba de decir querido, porque es cierto, lo quiere, lo quiere, Roderich quiere a Vash y eso lo destroza más se le separa. Lo siento Roderich tu amor no le hará cambiar de opinión, ya ha tomado una fuerte decisión.
Toma su caja, sale corriendo a su auto, enciende el motor en tiempo record y pisa el acelerador con toda su fuerza sacando humo de las llantas dejando un rastro de caucho quemado, así como a Roderich confundido, llamándose Idiota a si mismo por dejar que huyera, da vuelta, ira a la oficina a pedirle las llaves del auto a Ludwig con toda la intención de ir tras el suizo.
Vash por su parte conduce histérico a toda velocidad, los ojos nublados de lágrimas con las mejillas sojas de esfuerzo. No prende el radio si quiera. Llega a su casa en tiempo de record mundial, deja la caja en el auto, no le importa tanto... después de todo: su vida va a acabar pronto.
Camina melancólico por su casa soltando un par de lágrimas más, regañándose por hacerlo.
—Sé hombre Vash...sé hombre por última vez en tu vida—se anima apretando los puños y los ojos con toda su fuerza, avanza decidido a su habitación, dejó las puertas abiertas para que no fuera una molestia venir por el cadáver, Lili era su única familia, le dolió mucho, pero logró deshacerse de los ahorros de toda su vida.
Dividió el dinero en partes iguales, los puso en sobres que envió a Ludwig—que le envió doble porque uno es de Gilbert—, Roderich y Kiku Honda. Aún tenía el número de cuenta de Lili, por lo que le depositó el dinero también, si la cuenta bancaria ya no era de ella había por ahí un desconocido afortunado que pronto sería rico.
Dejó un montón de dinero en un sobre etiquetado como:" por las molestias", para los forenses. Ahora sí, no tenía nada de dinero. El corazón se le estrujaba tanto que casi podía dejar de sentirlo latir para que luego se acelerada de forma insana.
Vash respiraba, inhalar, exhalar. Abrió el cajón de su cómoda dejando a la vista una pistola CZ 75. Tragó saliva solo de pensar lo que venía, aunque rápidamente frunció el ceño apretando los puños con decisión.
Extiende su mano para sacar dicha pistola del cajón, la sostenía como siempre la ha sostenido, aunque ahora la sentía más pesada, se sentía él mismo muy cansado a la vez que enfermo.
—Lo mejor será terminar con esto cuanto antes—se recuerda a sí mismo—. Tal vez el malestar así se vaya...
Camina hacia la sala, se detiene, duda un momento, finalmente decide que es mejor hacerlo en su habitación, asiente, es lo mejor.
Se para en el centro de su habitación. Da vueltas sobre sí mismo algo nervioso. ¿Parado o sentado? Se pregunta.
Se sienta en mariposa poniendo la pistola en posición, pero luego se levanta temblando un poco.
—Sé hombre, sé hombre, sé hombre—se repite como mantra inhalando y exhalando como un desquiciado.
Se arrodilla sobre el piso y de nuevo coloca la pistola de tal modo que la boca de fuego le roza de manera traviesa la sien logrando que tenga un escalofrío, pero no aparta la boca del arma de su piel, la pistola le deja un beso de consuelo mientras que la muerte le extiende la mano de manera seductora, pecado puro, la sangre se enfría de pronto, el corazón se le acelera a todo lo que da, suda frío comenzando a pensar.
Lili era su única familia y no solo eso, sino que era su felicidad, era la promesa perpetua de que no estaría solo, de que el romance va, viene, muere, se escapa y baila con victoria sobre tumbas y masacres, pero la familia... el amor que Lili le tenía. Ya no está. El amor que Vash siente por Lili sigue y lastima.
Toma la empuñadura con mucha fuerza, la mano no le tiembla, no puede dejar que le tiemble.
Nunca nadie le ha querido de lleno. Sólo era el juguetito de Francis, es malo para hacer amigos, para relacionarse en general, no tiene el amor de nadie, no tiene razones para seguir viviendo. Tal vez Ludwig encuentre un mejor tesorero...no; Ludwig va a encontrar un mejor tesorero, Gilbert hará ejercicio caminando solito a la tienda para comprar sus chocolates, a un mejor precio. Y Roderich... se arrepiente de no habérsele confesado nunca. De siempre ponerse nervioso. Pero ya no importa, además que el austriaco era demasiado para Vash, Vash tan poca cosa no era suficiente para el castaño, eso lo hace soltar una lágrima, le duele.
Toma aire colocando su dedo en el gatillo.
¿No son suficientes motivos? ¿No son justificación suficiente?
Respira hondo comenzando a marearse.
No lo son, nunca lo son...
Respira por última vez antes de jalar el gatillo dejando en el ambiente un ruido sordo, estruendoso y lastimero.
El sonido de la bala se combina con el de la puerta abriéndose de manera estrepitosa junto a una voz que le llama.
Aquello distrae al rubio y por primera vez en la vida falla un tiro dándole a la cómoda al lado de su cama, voltea la vista encontrándose con el austriaco quien está sudando por el esfuerzo de venir corriendo desde la entrada del jardín hasta la habitación del suizo.
Sus ojos se juntan por un instante. La esmeralda se funde con el intenso violeta, pronto los ojos de ambos comienzan a cristalizarse. La primera lágrima la suelta el rubio quien sigue con la pistola en mano mientras su corazón late a una velocidad de taquicardia.
Roderich corre hacia él. Se cae a su lado abrazándole sin más.
—¡Idiota! —le regaña con la voz quebrada.
Vash le abraza sin negarse comenzando a sollozar por lo bajo. El austriaco le acaricia la espalda abrazándole como nunca ha abrazado a nadie en su vida: con fuerza y deseando no romper el abrazo.
—¿Qué haces aquí...? —pregunta el suizo en un susurro roto.
—Amarte—responde sin más. El suizo intenta separarse.
—... ¿Qué...? —vuelve a preguntar con una voz más rota que la anterior.
—Vash ¿Por qué...? —cambia de tema porque no hay mucho que explicar que no se haya dicho ya. Vash le abraza más fuerte sollozando un poco más antes de separarse poniéndose nervioso ahora que debe explicar todo. De hecho, se da cuenta que no que no quiere explicarle nada así que vuelve a abrazarle con mucha fuerza acurrucándose, es entonces cuando el austriaco nota que alguien falta en la escena.
—¿Dónde está Lili? —pregunta en un susurro. El suizo se tensa y se paraliza.
—Err... salió—miente de nuevo haciendo que ese comentario le cueste un par de sollozos más.
—¿A dónde salió? —pregunta intuyendo que algo en toda la historia no encaja.
—Eh...comprar pan—esos nervios no le ayudan a mentir.
—Comprar pan, que conveniente—dice sarcástico porque ahora no intuye si no que está seguro que es una mentira, el suizo asiente llorando un poquito más—¿Y pretendías que tu querida hermanita encontrara el cadáver de su hermano de una manera tan grotesca?
El rubio se incomoda por el comentario, abraza con un poco más de fuerza al austriaco sin querer mirarle, o responderle, o nada.
—Vash—le llama dulcemente—, en serio, ya no quiero mentiras ¿Dónde está Lili? —cuestiona con severidad, el suizo sorbe sus mocos para poder responder con un terrible grito.
—¡Es que no lo sé!
—¿Cómo qué no lo sabes? —levanta las cejas sorprendido intentando separarse para mirarlo, pero el rubio no se lo permite.
—¡No lo sé! ¡No lo sé! Se... ella...—Comienza a sollozar, pero a sollozar en serio, Roderich espera pacientemente a que se tranquilice un poco acariciándole el pelo—. Un día simplemente...—comienza a explicar—, se... un día ella se fue, dejó una nota confusa ¡Odio esa nota! Estaba todo muy... creo que tenía un novio, Roderich y decidió escaparse con él...— solloza de nuevo con algo menos fuerza que antes pero aún es demasiado lloriqueo—, aunque lo más probable es que se haya ido simplemente porque soy una persona asquerosa... ¡Soy demasiado gruñón y frío! Soy... soy una basura de persona...—volvemos al lloriqueo intenso.
Esta vez el de las gafas se le separa para voltearle la cara al rubio con una bofetada bien dada como solo un maestro de guante blanco puede dar una bofetada.
—¡Vash, por favor! ¿Te estás oyendo si quiera, idiota? —le riñe con un tono de director de orquesta... o de colegio militar.
—¡Lo soy, Roderich! ¡Solo soy una lacra! ¡Soy un maldito con déficit social! ¡Todos me odian y nadie me tolera! ¡Francis me utilizaba! ¡Lili se hartó de mí! ¡Soy un desperdicio de ser huma...! — se gana otra bofetada.
—¡Cállate! —el castaño suspira pasándose una mano por el pelo y luego mira al de ojos verdes que está con la mirada clavada en el suelo y la mejilla roja—. Vash— comienza serio—, escúchame, odio a ese barbón de Francis, te lo dijimos, Ludwig te lo dijo unas cien veces menos de las que yo lo hice: ese idiota es un patán, golfo y mujeriego. No debería dolerte que te deje, todo lo contrario, es mejor que no estés con ese...ese... pusilánime— suelta pensando que se siente genial sacar todo el odio que tiene contra ese francés que ha celado durante tanto—. Sobre... lo de Lili...—se muerde el labio sin saber exactamente como comenzar a hablar de ello.
Vas le mira pensando, por primera vez, que Francis es todo lo que el de ojos amatista acaba de decir, sonríe un poquito cuando le llama pusilánime.
—No creo que te odie, no creo que le hayas hartado. Sólo tiene diecinueve años, está en la edad de hacer...ese tipo de locuras— Vash llora con más fuerza puesto que ese tema es el que más le duele, pensando que su amada hermanita es apenas una niña que acaba de aprender a andar—. Vash...Vash quizá ella vuelva arrepentida— suelta, el suizo llora aún más porque no quiere que le duela nada nunca en la vida.
—Roderich...— solloza con la voz quebrada.
—Vash—suelta serio pensando: ¿qué demonios? El hombre que le gusta estuvo a punto de suicidarse, realmente no merece ningún premio por seguir vivo—. Vash...— suelta con más suavidad porque ¡Maldita sea! Es el hombre que le gusta y se alegra terriblemente por el hecho de que se mantenga con vida.
El de ojos esmeralda desvía la mirada mientras las palabras de Roderich le inundan la mente.
—Rode... ¿En serio no piensas que soy una escoria? —pregunta inseguro.
El austriaco le acaricia la mejilla mirándole con ojos cristalizados.
—¿Cómo podría? — responde en hilo de voz mirando enternecido a su contrario.
—Roderich... Lo siento...—llora con fuerza.
—Lo sé, más te vale hacerlo—le sonríe.
—Lo siento...pero no por intentarlo—el austriaco levanta una ceja y que esto sirva como exigencia de respuesta—no quiero vivir, Roderich, lo siento, pero esto es lo que decidí.
Al galo se le hace un nudo en el estómago mientras le surgen unas tremendas ganas de golpearlo hasta hacerlo entrar en razón. Se masajea las sienes en busca de paciencia.
—Vash—ese tono de director enfadado hasta los huesos— ¡No me jodas! —el suizo parpadea—. ¡Tenías un maldito empleo! ¡Tienes dinero! ¡Tienes una casa! ¡Y amigos! ¿Qué más quieres grandísimo, idiota?
—Regalé mi dinero— ahora el austriaco lo quiere ahorcar—, nunca me sentí...realmente no creo que ustedes me quieran demasiado...digo son mis amigos, pero...
—Vash, para un segundo de decir tantas estupideces, acabo de decirte que yo te amo, no me salgas con esas estupideces— le ordena apretando los dientes sonrojándose inevitablemente.
Vash traga saliva.
—Yo...
El austriaco piensa: "Ya lo dije ¿Qué más da lo que pueda decir ahora?". Suspira mirándole con desaprobación.
—Me gustas, desde hace tres años que me gustas de esa manera romántica, el primer año no quería aceptar que estaba enamorado de un hombre y mucho menos de un tesorero histérico, empleado de mi mejor amigo, que conozco desde que tenía la cara llena de acné por comer demasiado chocolate en la secundaria. No podía, no iba a arriesgarme a ser rechazado por alguien como tú por lo que comencé a salir con Elizabeta— Vash aparta la cara porque recuerda perfectamente como se le rompió el corazón al ver a Roderich salir con la húngara pues le dio la idea de que era heterosexual y decidiendo desde ese instante no hacerse más ilusiones con él—. Como ya sabrás, con Eli no funcionó, cuál sería mi sorpresa al enterarme que tú ya estabas saliendo con el papanatas francés.
—No... bueno...
—Ni intentes excusarte ahora. Me decía a mí mismo en mi lecho todas las noches: "Déjalo, que es un chico listo y pronto se dará cuenta del error que está cometiendo, lo dejará, lo dejará" — el suizo se incomoda—. Dos años Vash.
—Dos años cinco meses...— el exacto.
—¡Lo dices con ese cinismo!
—¡No es cinismo!
—Da igual, prosigo, dos años y tú tolerándole todo como un perro faldero—Vash frunce el ceño— ¿Y ahora te quieres suicidar porque te dejó? ¡Chistes mejores han salido de Gilbert! — y todos sabemos que los chistes de Gilbert no so graciosos a menos que seas un sociópata.
—¡Es la razón por la que me dejó la que me impulsa a tomar la decisión! Es más que nada porque tiene razón. Soy muy depresivo e infantil en ese aspecto, no merezco vivir— declara tres segundos antes de ganarse la bofetada de su vida.
—Vuelve a decir eso y llamo a Ludwig para que te abofetee más duro.
—Es lo que siento.
—Es una ridiculez.
El suizo se levanta sin saber cómo tratar con la confesión recibida.
—Tenía miedo de esto— declara el castaño con una sonrisa de lo más fingida.
—¿De esto?
—De que me rechazaras de este...Eso.
El suizo se sonroja, un rojo intenso le colorea hasta las orejas.
—No es que este...—carraspea nervioso—. Declinando tu oferta—el diplomático—, pero...
—Entenderás que no puedo tener de pareja a un cadáver ¿Verdad? —a alguien le hace falta ver películas de Tim Burton, pero el punto se entiende—. Si no consideras eso de matarte una estupidez declinando en absoluto a la idea me temo que me será imposible si quiera entregarte mi cariño, imposible o inútil, como desees llamarle.
Vash traga saliva.
—No...— se lo piensa—. Es muy tonto morir por alguien ¿Pero es lógico vivir por alguien? — se plantea en voz alta el suizo. Roderich se muerde el labio pensando que en eso tiene toda la razón, aunque en estos momentos eso no sea favorable para él y necesita un argumento que replique aquello.
—Soy yo ese alguien—Vash se ríe negando con la cabeza.
—¡Ja! Como si eso fuera suficiente.
—Yo soy mucho más que suficiente— le acaricia la mejilla que ya hasta tiene un poquito inflamada—. Además...—continúa—, morir por alguien que no te ama es una tontería, vivir por alguien que está dispuesto a compartir su vida contigo, sus sueños y sus penas, alguien que de verdad te ame, es cuando sientes ese amor te das cuenta que la vida es maravillosa. Así que Vash...Tranquilo. Que con el amor que te tengo, con el que nos tenemos porque ese sonrojo tuyo me confirma que te gusto— el rubio se sonroja todavía más—, Vash, reconstruyamos tu vida, construyamos una relación.
Un balbuceo sale de sus labios sin saber realmente si está hablando alemán, francés, inglés o al menos diciendo algo coherente.
El austriaco rueda los ojos tomando aquel balbuceo como la pregunta del ¿Cómo? No tiene más opción que responder ¿O no?
Se acerca rozando sus labios con los ajenos logrando que el contrario guarde silencio, acto seguido le besa con dulzura, creo que Vash puede sentir perfectamente todo ese amor que le profesa el castaño, Roderich ha logrado confirmar sus sospechas puesto que incluso siente el corazón de su acompañante latir a una insana velocidad, profundiza el beso mientras le acaricia la nuca y es entonces, es cuando Vash siente toda esa ternura, todo ese sentimiento, todo eso que no tiene nombre, trascendente, admirable y precioso como nada más en el mundo, es entonces cuando se da cuenta que vale la pena estar tranquilo.
Después de todo; la vida es maravillosa.
~<3~
Gracias por leer.
Agradecería mucho que dejase usted un comentario y una estrellita.
En serio me alegra que leyeras esta historia, espero de todo corazón que haya sido de tu agrado.
Me pregunto si será prudente escribir lo que pasó después de los sucesos de esta historia... lo dejo a su consideración.
No olvides leer mis demás historias, entre más apoyo mayor ritmo de actualización, wuuu (?).
Gracias.
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