.˚◌𑁍Perder O Ganar𑁍◌˚.
PECADORES, YO OS INVOCO!!
Este Shot es en esencia sexual. Yep. Así que si no te sientes cómodx leyéndolo, nos vemos en el próximo capítulo!
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-(T/n), no me jodas. Caben perfectamente los dos en la tabla. -Ya harto de intentar razonar con su novia, que encontraba muy gracioso ver a Keigo quedarse sin argumentos ante una conversación tan baladí. -Si Jack se ahoga es porque quiere, porque es masoquista, pero te digo yo a ti que Jack podría salvarse. -Dijo rebuscando en el bol de palomitas, no obstante, no quedaban más que granos de maíz sin hacer.
-Vamos a ver, Keigo, cielo. -Empezó tratando de contener la risa para que aquello no chafase su argumento. -Por mucho que quepan en la tabla, esta no puede aguantar con el peso de los dos, y volcaría, entonces estarían los dos en el agua y se les congelarían las pestañas. ¿No lo ves? Esa tabla tiene el mismo grosor que un papel de fumar. Jack muere por salvar a Rose, punto. Quizá si hubieran sido un poco más inteligentes, ella se habría ido en barco salvavidas y él podría haberse quedado solito con la tabla y haber sobrevivido, pero ¿Para qué? -Con escepticismo.
Con motivo del día de San Valentín, Keigo y (T/n), pensaron en algo especial para hacer aquel día. No obstante, no había mucho por hacer. ¿Cena romántica, lujosa, a la luz de la luna, con vistas al mar, y rosas y chocolates y...? Estaría bien si aquello no fuera más que un cliché americano.
Además hacía mucho frío, y los restaurantes estaban abarrotados de gente, todo era demasiado caro ese día, y la cena no resultaba ser gran cosa, no andaban mal de dinero, pero tampoco eran estúpidos.
-Este día está sobrevalorado. -Bostezó (T/n) rascando su nuca.
-Definitivamente. -Susurró Keigo en su cuello mientras ambos miraban la película.
El sarcasmo goteaba de cada uno de sus comentarios con cada escena melodramática y excesivamente dulce, estaban demasiado sumidos en la competición que iniciaron para tratar de decir el comentario más ingenioso contra la película como para prestar atención.
-Y la escena de sexo estaba mal hecha. ¿Cómo narices se meten en un carruaje de exposición, sin nada de seguridad ni sujeción sin de que las ruedas empiecen a rodar y se fostien contra una tapia? Y ni siquiera les oyen, y ella es la mujer más rica de todo el barco y ninguno la echa en falta. -El héroe se levantó del sofá y se estiró mirándola a ella, quien aún seguía en el sofá, completamente aburrida mirando los créditos finales de la película.
Esperó pacientemente a que le mirase, o a que la película definitivamente acabara para que le hiciera caso, sin embargo (T/n) parecía estar demasiado sumida en sus pensamientos.
Una sonrisa ladina apareció en el rostro de Keigo, quien tomó del brazo a (T/n) y la levantó del sofá, colocándola delante de él y así tener acceso para besar su cuello. De forma lenta, pausada, perezosa, e insinuante. Condenadamente insinuante. Por un momento, pareció que toda la sangre de (T/n) se había concentrado en acudir nerviosa a cada palmo de piel que la boca de Hawks rozaba, acariciaba, lamía y mordía.
Ella chasqueó la lengua, cruzándose de brazos, decidida a enarcar una ceja y dejarse mimar sin reaccionar, sin cerrar los ojos y mordiendo ligeramente el extremo de su labio inferior en una sonrisa suficiente.
Casi dando completamente la impresión de que no le apetecía que Keigo siguiera con sus acciones, como si verdaderamente aquellos besos no forzasen a su boca a soltar un suspiro.
Lo cierto era que la cercanía era algo que siempre traía nerviosa a la joven, incluso cuando conocía los besos y caricias de Keigo como la palma de su mano, incluso cuando ambos habían dejado de comportarse como pubertos de hormonas revolucionadas. Keigo y (T/n) ya no tenían dieciséis inexpertos años como cuando se conocieron en la academia. De hecho, sabían exactamente dónde acariciar, cómo tocar y qué susurrar para conseguir que el otro cayese a sus pies.
-Vamos... No muerdo muy fuerte. -Bromeó contra su clavícula antes de subir lentamente su vista a la de ella, trazando la garganta de (T/n) con el puente de su nariz hasta que esta se acomodó en su mejilla, dejando que sus labios se tocasen sin ningún tipo de pudor o vergüenza, casi incapaces de hablar sin que un roce del interior húmedo y cálido de estos se produjese entre ellos.
Sus pestañas se enredaban, y sus ojos se desafiaban furtivos a aguantar sin caer lo que estaba por venir.
-Yo sí muerdo fuerte, pajarito. -Un jadeo indignado se escapó de la boca de Keigo al escuchar ese apodo.
-Te voy hacer tragar eso que acabas de decir, niña. -Dijo presionando su cuerpo contra el de ella hasta que sus torsos sincronizasen sus respiraciones.
-Estaré deseando verlo... Pajarito... -Susurró separando las sílabas de aquel humillante apodo de nuevo.
Keigo se mordió los labios por no morderla a ella, y se concentró en dejar de hablar y demostrarle a esa niña de lo que era capaz.
Sus labios atacaron los de ella con una suave caricia de sus dientes en el labio inferior, una sonrisa tiró de sus mejillas cuando sintió sus dientes hundirse en su piel y cortó el ligero contacto antes de que Keigo pudiera siquiera empezar con el beso.-El primero en gemir... pierde. -Dijo contra su boca mientras subía con la yema de sus dedos desde la rodilla del joven hasta su cuello, abriéndose paso con suavidad por la ligera tela de algodón que cubría la piel del halcón, hundiendo presión ligeramente entre sus piernas, consiguiendo que su erección apareciese.
De acorde a las reglas, el joven aprovechó aquello para separar las piernas de ella, invadiendo con si rodilla sus muslos, dejando que una ligerísima pero permanente fricción de su miembro erecto contra su muslo interno, callando el jadeo que las acciones previas de la joven pudieran ocasionar.
-Está bien, entonces... -Sonrió colocando una mano en su hombro mientras con la otra abría ligeramente su boca para comenzar un beso acalorado sin rastro de tanteo tímido previo. La lengua del joven acarició su paladar y se fundió con la de ella, húmeda, cálida y suave contra la de él. En consecuencia, ella adentró igualmente su pierna entre las de él y comenzó a flexionar de una manera ascendente y lenta su rodilla.
La lengua de Keigo dejó la de ella y comenzó a explorar acariciando sus encías, invadiendo la tierna carne del interior de sus mejillas. (T/n) jamás imaginó que aquel pudiera ser un movimiento tan hábil en un punto erógeno.
Comenzó a quedarse sin respiración, y a encontrarse deseando con que el héroe siguiera con sus acciones, no obstante el oxígeno ardía consumiéndose en sus pulmones y estaba dispuesta a ganarle.
Dejó sus labios para morder el cuello de Keigo y marcarle. La boca del joven quedó entreabierta, y necesitó todo su dominio para callar el gruñido gutural que se avecinaba desde el fondo de su garganta cuando ella hundió sus incisivos a la primera en el punto más dulce del cuello del héroe. Él conocía muchos puntos débiles en ella, oh, pero ella en él también.
Sin embargo ella no había terminado, su rodilla comenzó a rozar contra los musculados muslos internos de Keigo, cada vez más cerca del principio de sus piernas, cada vez más apretado y doloroso contra las escasas capas de tela que lo cubrían. Sus uñas su hundieron en el cuello cabelludo del halcón y trazaron una caída deliciosamente placentera con miles de escalofríos hasta su espalda baja. Keigo contuvo la respiración, ella estaba ganando.
Los mordiscos de su cuello se tornaron en besos suaves y lentos que atacaron más en profundidad las zonas más sensibles de su cuello.
Ella, conocedora de todas y cada una de las sensaciones que él experimentaba por su culpa, estaba más que dispuesta a hacerle perder, y a dominar ella la situación, amaba ganar y la euforia de estar consiguiéndolo aceleraba su pulso y disparaba sus sentidos, aventurándose a subir más su rodilla hasta rozar su erección sin piedad, mordiendo de nuevo su cuello... Cometiendo un grandísimo error.
El placer que se acumuló ante aquel roce en la base de su abdomen le hizo llevar sus manos hacia la espalda de la joven para aferrarlas a ella, como si pudiera caerse.
Se dio cuenta de que no había utilizado sus manos aún, y lo que era más importante, la pierna de la joven estaba demasiado ocupada burlándose, flexionándose contra su entrepierna como para cuidar la de propia.
Una sonrisa triunfante apareció en su rostro cuando miró a los ojos a (T/n) justo antes de separar sus dedos suavemente en una caricia en los labios inferiores de la joven, aún cubiertos por la tela de la ropa interior.
No obstante aquello fue más que suficiente para que ella detuviera sus acciones completamente desconcertada por aquella oleada de placer tan repentina, provocando que un suspiro sin voz se asomase por sus labios cuando su rodilla cayó de entre las piernas de Keigo hacia su brazo fuerte y musculoso.
El joven sonrió, henchido de malicia, seducción lujuria cuando apoyó a la joven contra la pared más cercana y retuvo la pierna de (T/n) contra su pecho, obligándola a tener las piernas abiertas. (T/n) no podía cerrarlas sin caerse al suelo, estaba completamente en jaque, y Keigo le daría el mate enseguida.
-Recuerda nuestro trato. El primero en gemir... ¿Cómo seguía? Vamos, continúa la frase... Acabas de proponerlo cariño, no me digas que no te acuerdas. -Dijo traicionero contra su oído mientras cruzaba la barrera de su ropa interior e insertaba dos dedos dentro de ella.
-Vamos (T/n), solo te pido que continúes tu propia frase.
Ella no podía pensar. Sabía que si abría la boca, miles de suspiros y gemidos del más profundo éxtasis la traicionarían. El pecho de Keigo se sentía como fuego contra su pierna izquierda flexionada, y su pierna derecha debía estar completamente inmovilizada y recta si no quería caerse, estaba completamente a su merced, había pasado de ser dominante a sumisa en segundos.
Una vez Keigo hubo inducido sus largos y delgados dígitos en la cavidad húmeda, estrecha y condenablemente sensible de la joven, comenzó a moverlos de forma irregular, para que a ella le fuera imposible tratar de acostumbrarse al ritmo de las pequeñas embestidas.
Con su pulgar, abarcó su clítoris y comenzó a trazar círculos a su alrededor, provocándola, sin llegar a tocarlo.
Estaba dispuesto a negarle uno, dos, tres y cuatro orgasmos a la joven, con tal de hacerla perder. Y así lo hizo, Keigo dejó de besar sus labios para que no pudiera ahogar sus gemidos por tenues y contenidos que fueran en un beso. Atacó su cuello, su mandíbula, sus orejas, sus clavículas... Cualquier punto débil a su alcance, y se lo puso aún más difícil cuando comenzó a pulsar su clítoris cada vez más rápido y a abrir y cerrar sus dedos dentro de ella, simulando el movimiento de unas tijeras.
Aquello solo provocó que Keigo golpease su punto G de casualidad, y él se dio cuenta cuando la joven estuvo a punto de caer por haber apartado sus manos de el agarre en la camisa empapada en sudor de Keigo para tapar su boca. Acción que únicamente la delató.
El joven usó esta vez sus alas para encerrarla, mientras sujetaba su pierna contra su pecho y volvía a estimularla con sus dedos. La victoria jamás había sido tan dulce, las mejillas de (T/n) estaban rojas, su respiración irregular atropellaba sus pulmones al intentar ignorar las oleadas de placer que llovían contra su cuerpo, Keigo flexionó sus dos dedos a la vez pulsando aquella zona rugosa, húmeda y palpitante dentro de ella, el orgasmo comenzaba a acechar los sentidos sobre excitados de (T/n), y en el momento más inoportuno saltaría sobre ella. Condenada a perder, la joven abrió su boca incapaz de resistir más y enterró sus dedos entre las plumas de Keigo expectante.
Pero el orgasmo nunca llegó.
Un gemido de intenso placer inundó sus oídos sin embargo cuando Keigo paró sus acciones, y ambos brazos cayeron a sus costados, dejando que las dos piernas de (T/n) se apoyasen contra el suelo. Keigo acababa de perder.
-Has tocado donde no debías...-Rió con la voz entrecortada. La expresión de placer celestial que se había apoderado de las facciones de (T/n) hacía unos minutos ahora se había convertido en una infernal y malvada.
Había encontrado su punto más débil... Sus alas.
Debilitado, Keigo se dejó llevar por su novia a la habitación, dejando un rastro de ropa, pijamas y el sostén de la joven adornando el pasillo.
(T/n) tomó a Keigo por los hombros y le hizo caer sobre ella en el colchón. Se abalanzó a sus labios entre abiertos y temblorosos y Keigo aprovechó la desnudez de ambos para mirar a la joven a los ojos antes de entrar en ella con lentitud.
Su miembro palpitante se hizo paso a través de las tiernas y húmedas paredes de la joven, estrechas abrazando cada palmo de él contra ella. Aquel contacto tan intenso les hizo suspirar a ambos de placer, se sonrieron con ternura, lujuria y confidencialidad antes de comenzar a moverse.
Ya no les importaba ganar, el resultado siempre era el mismo. Les importaba disfrutarse.
El joven comenzó a mover sus caderas contra las de ella, y la joven contuvo la respiración extasiada. Sin embargo, el héroe hizo viajar su dedo pulgar a la boca de la joven para entre abrir sus labios.
-Por favor. -Suplicó Keigo -No los calles. -Moría por tener su voz en su oído, nada de lo que hicieran en aquella habitación les produciría más placer que escucharse.
Obedeció al comenzar a moverse contra el también. Un jadear errante comenzó a hacerse presente desde el fondo del pecho de Hawks, golpeando su cuello con su aliento candente, al escuchar los suspiros agudos y suaves de la joven en su oído.
Cómo anisaba su aroma, su tacto, su voz. El joven lamió cada uno de los alientos que se escapaban entrecortados de la boca de (T/n).
Las estrechas paredes de la joven se cernían y se tensaban a su alrededor, abrazando su miembro e invitándole a ir más allá.
Keigo no se detuvo hasta sentir aquel rugoso cúmulo de piel y pulsarlo y golpearlo hasta quedarse sin fuerzas. Sus jadeos comenzaron a hacerse más agresivos y salvajes, así como sus embestidas. Los suspiros de (T/n) en cambio se volvían cada vez más agudos y nerviosos. Keigo estaba tan concentrado en cómo podía provocar una delicia cual en sus oídos con los suspiros de la joven que no se percató de que los finos dedos de (T/n) habían viajado hacia sus alas. Keigo se derritió.
Quiso suplicarle que no las tocase, pero su orgullo ya no le importaba, quería que ella viera cómo él también estaba extasiado por su culpa, que aquellas caricias le cegaban con un placer indescriptible y que se volvería completamente fuera de sí si proseguía con aquellos movimientos pero su voz no salía de su garganta más allá de sus jadeos.
(T/n) exploró sus alas, intercaló sus dedos con sus plumas, y las recorrió de arriba a abajo, frotando con sus yemas, acariciando con sus uñas, y peinando las plumas provocando que los jadeos del héroe perdieran aquel tono grave y salvaje pero no intensidad. Estaba completamente a su merced ahora, su vista comenzó a nublarse y de la boca de Keigo se escapaban sonidos cada vez más agudos, sedosos y placenteros destilando un delicioso éxtasis que empujaba hacia la cúspide del orgasmo.
Aquella tormenta de placer que le abatió tan solo le dio más razones para hacer que ella también tocase las estrellas. Abatió con fuerza su punto más débil y besó su cuello con fiereza antes de que el orgasmo les golpease a ambos.
La joven sintió cómo la semilla caliente del héroe se escurría entre sus piernas y acariciaba por última vez su clítoris.
Keigo reunió fuerzas para besar sus labios con ternura una última antes de salir de ella y caer a su lado.
Silencio, sus respiraciones agitadas, pero cada vez más calmadas fue lo único que ambos podían escuchar.
Se miraron a los ojos aún jadeando, y una pequeña risa cansada se apoderó de sus voces rocas y ligeramente afónicas, antes de acercarse al otro.
-¿He ganado? -Preguntó la joven apoyando su cabeza contra su hombro mientras levantaba con ternura la palma de la mano de Keigo para jugar con sus dedos y compararla con la suya.
-Has ganado. -Rio besando su cabeza, comenzando a trazar líneas en su hombro y su cuello.
Ella solo hizo un ademán infantil de sonrisa y calmada siguió acariciando su antebrazo hasta que Keigo notó que su respiración ahora era tenue y calmada a su lado. Se había dormido.
Levantó con ternura de nuevo sus nudillos y los besó uno a uno.
¿Quién necesitaba una cena en el restaurante más caro del mundo cuando podía pasar un San Valentín, o cualquier día del año con ella?
No pero que este es mi primer lemmon. XD
Nah, ya está, tenía que confesároslo. Nunca me había atrevido a escribir una vaina de estas antes.
Lo cierto es que no me gustan los lemmon heterosexuales en los que la mujer es la sumisa, por eso quería alternar quién tenía el control, para que ninguno fuera el dominante constantemente.
⚠
No lo nombro en el shot pero lo digo ahora.
Recordad que SIEMPRE con protección. Ya no solo para prevenir el embarazo, también porque protege de enfermedades de transmisión sexual.
El sexo está muy idealizado though.
Y una vez he sido políticamente correcta, me despido! Ojalá os haya gustado el shot. 💋
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