.˚◌𑁍Intentions𑁍◌˚.
Frunció el ceño cuando no se despidió de él. ¿Qué le ocurría? Estaba rarísima últimamente. Apenas le hablaba, era fría, le miraba poco, y llevaba sin besarle... ¿Cuánto? ¿Dos semanas? Daba igual, era demasiado.
El héroe había intentado pensar en algo que podía haber hecho que hubiera causado molestia en (T/n), sin embargo no lo encontraba, y tampoco se sentía con valor para plantarle cara y preguntarle qué le ocurría.
Había pensado en que Tokoyami fuese a hablar con ella, pero lo descartó enseguida. Tenía la suficiente dignidad como para no pedirle a Tokoyami que hablase con ella, además, probablemente se enfadaría muchísimo. Aún cuando el carácter de la joven cuando se enfadaba podía resultar verdaderamente aterrador, había de armarse de valor para encararla y preguntarle a las claras que le había ocurrido.Era algo entre ellos dos, no entre nadie más.
Por eso agarró su muñeca y la miró con seriedad antes de que ella se fuera. Ella lo miró como si estuviera replanteándose perdonarle la vida, estaba realmente enfadada pero... ¿Por qué? Él sabía que (T/n) nunca había sido una chica simple, nunca había sido el tipo de chica sonriente siempre que solo intenta contentar al otro, ella tenía una firme convicción sobre lo que estaba bien y lo que estaba mal, y el héroe por tanto sabía, que debía haber hecho algo mal para que ella se sintiera así, no solía enfadarse por tonterías. (T/n) llamaba la atención de Hawks por mil cosas, pero nunca por hacerse la enfadada.
La cuerda que prendía entre sus miradas estaba a punto de romperse, demasiadas tensiones cernían su fuerza sobre ellos, y la voz gélida con la que ella le habló después le hizo darse cuenta de ello.
–¿Qué quieres? –Preguntó mirándole a los ojos. Iba completamente en serio, pero él también. Él también sabía aguantar su mirada, o incluso mirarla más intensamente si se lo proponía, sus ojos dorados aterrorizaban si se lo proponían, pero tan solo quería que ella lo tomara en serio.
Bajo de su muñeca a su mano para guiarla hacia una pequeña callejuela escondida hasta del sol, donde fuera imposible que nadie les molestase, se la llevó al fondo de esta y trató de concentrar los ojos molestos de (T/n) en los suyos. No quería que ella en ningún momento mirase algo que no fuesen sus ojos, ni un pájaro, ni una ventana, ni una nube, ni nadie que pasara por la calle principal, él y solo él.
–(T/n), mírame a mi, maldita sea. Mírame, por favor. Mírame a mi y solo a mi. –Rogó abriendo su haz de plumas rojas a su alrededor, sin extender sus alas, como lo haría en un coqueteo y como lo había hecho hasta ahora con ella, ahora la situación iba más allá del coqueteo, la rodeó con sus alas, doblando ligeramente sus elásticas plumas bermellón para abrazarla con ella. Quería que él fuese lo único que podía ver, no quería que su atención se fijase en nada más.
(T/n) por su parte creyó que todo su enfado se disiparía tan fácilmente, con una simple caricia de sus plumas entrelazándose suavemente con los mechones de su cabello, sin embargo se concentró en no distraerse del por qué estaba enfadada con el Hawks.
–No has respondido a mi pregunta. ¿Qué quieres? –Dijo seria. –Te estoy mirando, solo te miro a ti, ahora lo justo sería que me contestases porqué me has retenido aquí.
–Te estoy abrazando con mis alas, (T/n), podrías soltarte de mi en el momento que quisieras, ni siquiera te he puesto un dedo encima, solo mis alas. ¿De verdad te lo tomas como una retención? –Suavizó su mirada al ver cómo se mordía los labios y apartaba la vista, por supuesto que no era una retención.
Recordó el día que se perdieron en el bosque, él hizo casi lo mismo que en ese momento hacía. Sin embargo en el bosque tan solo buscaba finalmente que ambos se pusieran de acuerdo con lo que sentían. Pero... ¿Y ahora? Ella parecía no encontrarse bien con la relación que tenían, Keigo solo buscaba que le comunicase aquello que la atormentaba para borrar todos los pensamientos de la cabeza y quitar eso que la hacía sentir tan fría.
–Contéstame. ¿De verdad crees que esto sea una retención? –Ella suspiró y negó con la cabeza. –(T/n) ¿Qué te ocurre? Te he notado muy fría y muy distante conmigo estas últimas dos semanas... ¿He hecho algo que no te haya gustado? O ¿Te ha dolido algún comentario que he dicho...? Te juro que solo bromeo con tu altura porque me encanta bajar la cabeza para besarte, pero en ningún momento quería meterme contigo, yo solo... –Agregó empezando a frustrarse, y rezando porque sus bromas no le hubieran dolido.
–No... No es eso... Puedes seguir bromeando con mi altura. –Suspiró poniendo los ojos en blanco, definitivamente no tenía ni idea del porqué de su molestia. –¿Estás jugando conmigo?
Keigo entró en pánico. Palideció y juraría que incluso se le desprendieron un par de plumas de las alas. No podía pensar en nada, no podía pensar en cómo ella había tenido esa idea en la cabeza. ¿Jugar con ella? ¡Nunca! Quizá sí que disfrutase coqueteando con ella y flirteando hasta dejarla con ganas de un beso, le gustaba jugar con sus sensaciones pero jamás jugaría con sus sentimientos.
Abrió la boca pero apenas salieron más de dos sílabas distintas a "tú" y "yo", jamás le había visto tan atorado.
Así que le abrazó, no se lo pensó dos veces, y apoyó su mejilla en el pecho palpitante del halcón y permaneció así hasta que se calmó. Sintió cómo él inclinaba su cuerpo para abrazarla un poco mejor y sentirla más cerca, hecho que a ella le pareció adorable.
–¿N-no acordamos que estábamos saliendo? –Preguntó. Por primera vez en su vida Keigo no tenía ni idea de cómo manejar aquella situación.
–Lo sé, pero he salido otras veces con otros y no les ha impedido que me rompan el corazón. Y aunque ninguno de los dos nos lo hayamos dicho todavía, no solo me gustas, también estoy empezando a quererte, Keigo y me dolería mucho si me rompieses el corazón. Tenía miedo. Y si solo me quieres para pasar un buen rato o para no sentirte solo o... No lo sé, es que no sé cuales son tus intenciones conmigo.
–Es que no tengo intenciones contigo. –La cortó colocando una mano en su boca y acercándose a su rostro hasta que su frente chocase contra la de ella y sus labios rozasen su mano al hablar. –No tengo intenciones de ningún tipo contigo, porque creo que es lo mejor. Mi intención no es pasarla bien contigo, o tener una buena noche, ni siquiera acostarme contigo. Bueno, quizá si que tenga alguna intención pero esa es estar contigo, y ayudarte en lo que pueda y sepa, y llevarte a sitios y volar y... No sé, yo nunca he tenido ninguna intención de herirte o de ilusionarte para herirte luego... Siendo sinceros, creo que el más ilusionado de esta relación ¡Soy yo!
–Pero si nunca me has dicho que me quieres. Me has dicho que te gusto, mucho, que quieres salir conmigo, que te sientes muy bien a mi lado, y me besas y me abrazas y haces eso con las alas que me pone nerviosísima pero no me has dicho que me quieres. Y dudaba de que no me lo decías porque no me querías, y solo te gustaba o te atraía pero ya está.
–Pues te quiero. Te quiero y mucho, y no te lo he dicho antes porque no quería hacerte sentir incómoda. ¿Sabes lo horrible que es decirle "Te quiero" a alguien y que te conteste "Ya, haha, gracias". –Dijo percatándose de que poco a poco había alejado su mano de la boca de la joven.
Desde ese punto era prácticamente imposible titubear entre la elección de mirar los labios o los ojos, y la mirada de (T/n) fue la primera en caer hacia la sonrisa frustrante de Keigo.
–Dilo otra vez.
Se acercó muchísimo, poco comparado con la ya de por sí escasa distancia que los separaba, pero se aproximó aún más a sus labios, sin siquiera rozarlos todavía, como dos imanes con un campo magnético apenas existente, como tentando al tiempo y a la física en comprobar, ¿Cuánto le tomarían a esos dos imanes estrellarse el uno contra el otro?
–Me atraes... Me gustas... Y...
–¿Y...? –La tensión, esta vez sexual tiraba de los hilos, (T/n) no podía más, sus propias piernas flaqueaban al estar tanto tiempo de puntillas.
–Y te quiero. –Tan pronto como terminó de articular aquello que ambos necesitaban escuchar, Keigo tomó las piernas de la joven desde abajo para rodear su cintura con ellas, y sentir su pulso acelerado al besarla y dispararse desde el suelo hasta la azotea del edificio que comprendía el callejón.
Un jadeo de sorpresa se escapó de sus labios, y al sentir su cabello volar y despeinarse con la fuerza del viento, tomó entre sus diez uñas el abrigo de forro de Hawks y siguió el beso con una intensidad cual que apenas sintió su espalda recostarse contra la caja metálica de los conductos ventiladores de aire, donde el héroe la había sentado.
Sintió cómo su chaqueta de cuero negra estorbaba y la lanzaba al suelo de la azotea, mientras pegaba la espalda aún más al metal y abría sus piernas para obtener una mayor cercanía con el torso del héroe.
A pesar de poder respirar un aire que nadie respiraba con ellos en aquel momento, no lo hicieron de primeras, el aliento ardiente y los labios del otro les bastaba, sin embargo el oxígeno pronto comenzó a acabarse, y se separaron en un vaivén jadeante, donde ambos torsos chocaban al llenarse al fin con aire en cada una de sus respiraciones.
El abrigo de forro polar de Keigo también comenzó a estorbar, maldición, era demasiado para él, y apenas tuvieron tiempo para retener de nuevo todo el oxígeno que pudiesen para atacar los labios del contrario de nuevo.
De repente el joven cesó su ímpetu y se dedicó a contornear con sus labios entre abiertos los de ella, no había algo más obvio ni sutil para pedir entrada a su boca, y pronto ella le ofreció aquel salvoconducto. Sus lenguas se enredaron y se hicieron una sola librando una batalla en ambas bocas reclamando hegemonía y dominio sobre la otra. Sin embargo no hay reino que no se consiga con una muerte, y Keigo aniquiló la concentración de (T/n) obcecada únicamente en vencerle, acariciando con las yemas de sus dedos la piel ardiente bajo su blusa.
Aquello le arrancó un suspiro, y sus manos viajaron de golpe al cabello del halcón, quien accedió al control total de su boca y su torso ahora que sus manos se mantenían ocupadas jugando con las hebras doradas de su cabello.
Una última mirada cruzaron antes de perder la cordura por completo, intoxicados por los jadeos y suspiros del otro.
Se atraían, se gustaban y se querían. Por supuesto que se querían.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top