Desgracia de un enamorado
Ay... El amor es precioso, ¿Verdad que sí?.
Algunos cuentan las hermosas maravillas que la flecha de cupido les hizo, mientras que otros aún lo esperan... Pero algunas no tienen tanta suerte, y ese flechazo termina siendo en vano, ni contar todas las muertes que hubo aquella vez por culpa de una maldición.
"Desgracia de un enamorado" ese era su nombre, toda aquella persona que encontraba el amor y este no le era correspondido; moriría al día siguiente, precisamente en el amanecer.
Todos decían de aquella maldición, era una verdadera desgracia que alguien naciera con ella. Más para alguien que quiere experimentar el sentimiento más cálido y hermoso que existe en la vida: El amor.
Frisk lo sabía, pues ella era portadora de la maldición y su mayor temor era enamorarse para que después este no le fuera correspondido y termine muriendo. Flowey, su único amigo el cuál era una pequeña flor dorada, estaba de su lado, este se encargaba de mantener una sonrisa en el rostro de su amiga y convencerla de que no le ocurrirá nada malo, ella trataba de buscar la forma de tranquilizarse, pero nada la hacía superar su miedo de morir.
Siempre se la pasaba haciendo coronas de flores era su actividad favorita; era solo una chica solitaria a la que teme enamorarse y lo evitaba lo más que podía; sus padres la despreciaron por su maldición, por lo que creció con inseguridades y con dificultad para realicionarse en diferentes entornos, prefería huir de aquel lugar y esconderse en el jardín más grande, perfecto y bello que pueda existir.
Pero un día, al cumplir sus dieciocho años; su temor se hizo realidad, al enamorarse de un chico con piel y cabello blanco como la nieve, un poco alto y ojos color azúl como el de un zafiro. A todas las personas no le parecía relevante ni alguien con mucha clase, pero para Frisk era otra cosa, era guapo, inteligente, gracioso y que con sus ojos podía conquistar a cualquier chica. ¿Pero en qué pensaba? ¡Se había enamorado a primera vista!
- ¿Entonces ahora que harás? -preguntó la flor-.
- No lo se... No soy capaz de hablarle -dijo la castaña mientras intentaba calmar un poco su nerviosismo-.
- Mira Frisk, si no haces que el se enamore de ti, estarás perdida. Alguna otra mujer se fijará en el y será su novia y tal vez pase al revés, ¿Acaso te quieres morir?.
- No... Pero yo no... No soy...
La inseguridad de Frisk, siempre estuvo presente en su vida para atormentarla y ponerle los obstáculos que para ella serán difíciles de evitar debido a su timidez. Simplemente no se sentía capacitada como para aceptar sus sentimientos y hacer algo al respecto para evitar morir...
Un día, Frisk fue a un jardín muy cerca de su hogar a hacer lo que más le gustaba hacer, crear coronas de flores y sembrar unas nuevas. Pero no sé esperaba que alguien más estaba ahí, hasta que escuchó una voz masculina que la sorprendió.
- Hey, chica...
La voz masculina era un poco grave y algo ronca, sin embargo un tanto agradable. La castaña de ojos color miel volteó para ver de quién se trataba aquella voz y no lo podía creer. Era el, el albino del que se había enamorado estaba frente a ella mirándola con una sonrisa de oreja a oreja en su rostro. Ella no sabía que hacer, pensó en saludarlo pero las palabras no querían salir de su boca por lo que solo tartamudeaba tratando de decir "Hola", este se percató de su reacción y solo la miró amablemente.
- Lo siento, no era mi intención hacerte sentir incómoda -le dijo aún con una sonrisa- Me llamo Sans, Sans the Skeleton.
El ojiazul le ofreció su mano para que Frisk la estrechara, pero antes de hacerlo ella se percató que sus manos estaban llenas de tierra debido a la maleza que estaba quitando y plantando nuevas flores, Ella desvío la mirada pues no quería que el creyera que no tenía modales, Sans, se percató de la suciedad de sus manos y este solo se sentó a su lado.
- Tranquila, puedo entender que no quieres ensuciarme -le dijo tranquilamente pero ella no contestó- ... Veo que no eres de muchas palabras, tranquila, no te obligaré a hablar si no quieres.
Sans conversaba con Frisk a pesar de que ella no hablaba, aún así el le gustaba que alguien lo escuchaba. El tenía muchos amigos, pero a veces prefería escaparse de los espacios con mucha gente y estar solo; también le gustaba mucho los chistes pues una que otra vez le jugaba una pequeña broma a la castaña y esta sonreía divertida.
- ... Eres muy gracioso... -dijo Frisk finalmente en un tono dulce-.
Sans la miró con sorpresa pues no sé esperaba que su voz fuese así de dulce y delicada, muy pocas mujeres solían tenerla y la gran mayoría solo la aprovechaban para que los hombres quedarán enamorados de ella y solo acostarse con ellos.
Desde aquel día, ambos se hicieron muy buenos amigos; de ves en cuando salían a almorzar juntos, ir de paseo a cualquier lugar e incluso llegaron a pasar navidad y año nuevo juntos. El albino le había presentado a sus amigos y tenía más de los que ella esperaba, pero los que más le habían caído bien fueron; una pareja ni tan jóven ni tan anciana, una chica peliroja de carácter fuerte pero agradable, una chica rubia inteligente pero igual de tímida que ella y el hermano menor de Sans el cuál amaba cocinar espagueti aunque no le quedara del todo bien.
Flowey estaba orgulloso de Frisk, pues nunca la había visto pasársela bien con otras personas que no sea el y notaba que estaba dejando sus inseguridades y timidez a un lado, todos amaban la compañía y amistad de la castaña e incluso amaron el día en que ella les hizo coronas de flores amarillas aprovechando la llegada de la primavera. Los sentimientos de Frisk hacia Sans fueron creciendo mucho más y sabía que algún día debía confesarsele, pero tenía miedo... no sabía si Sans la iría a rechazar o a aceptar, sus pensamientos la agobiaban y no la dejaban tranquila...
Pero un día, decidió que ya no sería una cobarde y que le confesaría todo lo que sentía, estaba convencida de que el albino no la rechazaría, esperaba con ansias que el la aceptara y que pudiera ser feliz, Flowey la animaba y le dió porras en cuanto ella salió de su casa para ir a casa de Sans y Papyrus.
Estaba asustada, ansiosa, nerviosa y emocionada. Pero a pesar de todo, mantenía una sonrisa determinada en su rostro, en cuanto tocó la puerta fue recibida por el menor de los hermanos, este la recibió amablemente y ella lo saludó con la misma sonrisa... pero inmediatamente se esfumó en cuanto vió a Sans hablando felizmente con una chica, este al notar la presencia de Frisk se acercó a ella con una sonrisa su típica sonrisa de siempre.
- Hey kiddo, que sorpresa verte aquí -la saludó-.
- ¿Quien es ella cariño? -preguntó la chica. Frisk al oírla decirle "Cariño" sintió como si le apuñalaban el pecho-.
- Ella es mi amiga Frisk, la conocí hace un año... Frisk, ella es Cassandra... mi novia...
- Bueno, esposa mejor dicho... -dijo con una pequeña sonrisa-.
- Ah cierto... jeje... lo siento Frisk es que... mañana nos casaremos.
Justo en ese momento el rostro de la castaña cambió a uno sorpresivo y consternado, quería que esto fuese un sueño, pero no lo era... Era la realidad... El hombre del que se había enamorado ya estaba comprometido y por si eso no fuera todo... ¡Justo el día de mañana el se casaría y ella iba a morir en cuanto amanezca!
- ... ¿Te... casarás? -dijo con la voz un poco quebrada-.
- Si, Pero tranquila, estás invitada a la boda... después de todo eres mi mejor amiga -respondío felizmente el albino-.
Frisk bajó la mirada, las lágrimas en sus ojos amenazaban con salir... pero debía ser fuerte, no quería que su amigo se preocupase por ella. En cuanto la ojimiel subió la mirada está solo se limitó a sonreír dulcemente hacia Sans y su prometida.
- ... Felicidades... espero que ambos sean felices... -dijo con una sonrisa forzada-... Sans es un chico increíble y muy caballeroso... se que te tratará como una princesa.
El albino soltó una pequeña risa ante aquel comentario por parte de su amiga, su novia también rió divertida, sabía que lo que la castaña decía era cierto.
Después de unos minutos Frisk regresó a casa con una expresión de decepción y tristeza en su rostro, esta se aproximó al comedor en dónde Flowey se encontraba, este al percatarse de su llegada sonrió felizmente.
- ¿Y bien, te aceptó? -dijo un poco feliz, pero al no recibir una respuesta por parte de la castaña su sonrisa se desvaneció- ... ¿No lo hizo?...
La castaña empezó a soltar unas pequeñas lágrimas y le contó a Flowey lo que pasó, este escuchó todo con tristeza.
- No Frisk... ahora te perderé para siempre... eso significa que ya no estarás viva mañana... -dijo la flor con la voz quebrada-.
La castaña solo suspiró y lloraba sin consuelo, pues no podía hacer nada, ella moriría, dejaría a su amigo de la infancia solo y sus amigos ya no sabrían nada de ella.
- Pero... -Flowey dijo- Hay una forma en la que te puedes salvar... pero tendrás que hacer algo que no te gustará.
Frisk sorprendida espero a que flowey le contara que era lo que tenía que hacer.
- Frisk, para que te puedas salvar... tendrás que... matar a Sans...
La castaña abrió sus ojos con horror, ella no quería tener que hacer eso... Flowey no quería perder a su amiga, pues ella le había recordado a alguien que conoció años antes de su nacimiento que lastimosamente padeció de aquella maldición. Había matado a su enamorado, pero lo hizo justo cuando salió el amanecer.
- Frisk, te queda una larga vida por delante... aún eres muy joven para esto, solo tienes 18... ¿En serio te parece justo morir así? -Dijo la flor intentando convencerla-.
- Pero... yo no puedo hacer eso... yo...
- ¡Deja de buscar excusas! -interrumpío flowey preocupado- ¡No estoy dispuesto a ver eso de nuevo! ¡No de nuevo!... No quiero perderte Frisk... ya la perdí a ella y no puedo permitirme perderte a ti -con voz quebrada y sus ojos humedecidos-.
La ojimiel suspiró pesadamente, no quería hacerlo... pero debía cometer ese terrible acto para poder sobrevivir.
Ya caída la madrugada, Frisk y su compañero fueron a la casa de los hermanos albinos, en cuanto llegaron a la entrada, Flowey con una de sus raíces le entregó a Frisk una daga puntiaguda.
- Muy bien, lo que tienes que hacer es apuñalarlo en su corazón y manchar tu pecho con su sangre, así podrás vivir.
- ... De acuerdo... -dijo la castaña un poco triste-.
- Muy bien, te espero en la colina -dijo para luego escabullirse bajo la tierra-.
Dicho esto Frisk entró abriendo la ventana que conducía a la sala de estar y subió las escaleras con mucho cuidado para no hacer ruido, en cuanto llegó al piso de arriba fue hacia una habitación de la derecha y abrió la puerta con cuidado para encontrarse con su amor imposible durmiendo plácidamente; la castaña respiró profundamente y entró a la habitación para acercarse a su amado.
Esta lo miraba con decepción en su rostro, quería que el la amara así como ella lo amó a él, pero no fue así...
- ¿Por qué...? -Se preguntaba ella en voz baja- ¿Por qué eres tan cruel, Cupido?
La castaña tomó la daga con ambas manos y se preparó para apuñalarlo, cerró con pesar sus ojos ella debía hacerlo rápido... debía hacerlo para poder vivir... ella debía...
Sin embargo, todos los momentos que ella recordó junto a el pasaron por su mente, su sonrisa, sus paseos juntos y incluso la navidad y el año nuevo que pasó con sus amigos y junto a el. Sus manos empezaron a temblar, y sus ojos también... Frisk sostuvo la daga con más fuerza pero justo cuando estuvo a punto de apuñalarlo... se detuvo en seco...
- No... no puedo hacerlo... -dijo abriendo sus ojos los cuales empezaron a cristalizarse- ... perdóname Flowey... no puedo hacerlo...
Frisk bajó la daga la guardó en su bolsillo, para luego sentarse al costado de la cama y mirar a Sans dormir, sus rostro era tan angelical y precioso.
- ... No puedo hacerlo, tu felicidad también es la mía... -Dijo ella sonriendo dulcemente para luego soltar lágrimas amargas- ... Tal vez no estemos juntos... pero... fue muy lindo haber Sido tu amiga y haberte conocido... discúlpame Sans, creo que no podré ir a tu boda... pero... estoy segura de que será preciosa. Cuídate mucho... -la castaña se acercó a sus labios y depósito un pequeño beso en ellos para luego separarse- ...Te amo Sans... pero no eres mío...
Después de decirle esas palabras con un poco de tristeza, La castaña salió de la habitación de Sans y se fue de la casa para luego caminar hacia la colina donde era esperada por Flowey, ella sabía que la flor la regalaría, pero no le importaba eso ya no le importaba, lo bueno es que se habia despedido de su amado.
- Tal vez no estaré con el... pero fuí feliz siendo su amiga... gracias a él y a los demás... dejé mi timidez a un lado y pude ser felíz -dijo con una sonrisa-.
En cuanto llegó a la colina Flowey la miró y la flor empezó a entristecerse.
- ¡¿POR QUE NO LO HICISTE?! ¡ERA LA UNICA MANERA EN LA QUE TE PODIAS SALVAR! -Dijo la flor derramando lágrimas de rabia-.
- No puedo matarlo Flowey... el si tiene un propósito por el cuál seguir vivo, de todas formas, ya estaba preparada por si este momento llegase a pasar...
- ¡¿Pero que estás diciendo Frisk?!
El cielo comenzó iluminarse al sentir la llegada del sol, Flowey vió con horror como el sol empezaba a salir y miró a su amiga la cual se desplomó en el suelo.
- ¡Frisk! -la auxilió-.
La castaña sentía un dolor punsante en su pecho, está miró a su amigo flor con una sonrisa en su rostro y sus ojos derramaban unas cuantas lagrimas.
- Está bien... no te preocupes por mi... Gracias por siempre quedarte a mi lado... c-cuidate mucho... Flo...wey...
Después de decir aquellas palabras Frisk cerró sus ojos soltando un último respiro y unas lágrimas... en cuanto el sol iluminó su cuerpo, este empezó a hacerse más débil y en tan solos 10 minutos empezó a convertirse en pétalos de Flores doradas las cuales se fueron volando en cuanto el viento empezó a soplar, flowey lloraba desconsoladamente. Había perdido a una amiga y a una hermana.
Ya caída la tarde, Sans se encontraba esperando la llegada de su prometida en la iglesia, pero estaba un tanto triste.
Todos sus amigos estaban ahí, exepto Frisk el recordó que tuvo un sueño en el que ella le hablaba, pero no recordó cuáles fueron las palabras que le dijo, pero sus pensamientos fueron interrumpidos cuando vio un pétalo de flor volando por el aire, este pétalo cayó en la palma de la mano del albino, el recordó las coronas de flores que Frisk le enseñó a hacer poco después de que la conociera, siempre eran flores doradas.
"Todas y cada una de las coronas de flores, eran de color dorado."
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