Dispara

-Muéstrame lo que tienes, Doctor-. Dos balas rebotan inmediatamente en la armadura de sus hombros, otra golpea la armadura pectoral y la última golpea la placa del estómago.

El Caballero Arkham dio un paso atrás sorprendido, porque no sabía que el Espantapájaros era un excelente As con las armas de fuego, y por la fuerza de las balas que se estrellaban contra el metal. Levantó la vista para ver el brillo petulante en los ojos del Espantapájaros mientras giraba la pistola de mano entre sus dedos.

-Disparé un arma en un aula llena de estudiantes. No creas que no sé cómo apuntar, Caballero.- siseó, pero había un tono complaciente. El Caballero De Arkham asiente lentamente, el recuerdo de que le habían dicho que había estado perdido en su cabeza hasta ahora.

-¿Qué más puedes hacer?- Preguntó con curiosidad, el Espantapájaros guardó la pistola, metiéndola en una funda escondida detrás de su espalda. El Espantapájaros negó con la cabeza.

-Me sacaste de mis estudios para ver si puedo disparar un arma. Fuiste persistente en eso también. No te daré la resección. No hasta que termine- El caballero de Arkham se mordió la mejilla.

-Lo siento, Espantapájaros- Agitó una mano desdeñosa, retirándose a sus aposentos.

La respuesta llegó unas semanas después, cuando estaba explicando sus planes a los jefes de la milicia y unos cuantos matones de bajo nivel de los otros criminales que estaban ayudando. Era uno del pingüino, leal, que decía irrespetuosamente. El fuerte golpe de una pistola se disparó, sobresaltó a la mitad de la habitación, y la pistola ni siquiera estaba dirigida al hombre. La novia actual de Sionis que tenían de rehén cayo sin vida sobre la mesa.

-Esto es lo que pasa cuando no escuchan-. El buen doctor gruñó para añadir un efecto. El Arkham Knight sintió una gran emoción a través de él, pero lo contuvo, continuando su discurso. Llego a excitarlo ese acto por parte del Espantapájaros.

Deseó que hubiera más interrupciones en su discurso.