Noticia [ ★ Dylmas ★ Parte 1 ]
Camila Cabello & Dylan O'Brien Reportedly Playing Love Interests In Upcoming Cinderella Movie
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Leyó el título de la noticia por segunda ocasión. Era como si esperara que las palabras frente a él pudiesen cambiar al leerlas otra vez.
Pero decían lo mismo que hacía cinco minutos.
Soltó un amplio suspiro antes de deslizar su pulgar por la pantalla táctil del móvil, bajando hasta los comentarios de la noticia.
No había fotos, solo una fuente confiable. Eran esa clase de noticias que salían en las portadas de las revistas baratas, y sin embargo, ahí estaba, leyendo lo que las personas opinaban.
Todo parecía apuntar a que la sencilla reunión se había dado por el papel que la chica tenía en puerta. Pero en los comentarios, no faltaba alguna persona que dijese que se veían bien juntos, que hacían una bonita pareja.
Thomas soltó otro suspiro a punto de dejar el móvil de lado y olvidar el asunto. Durante un segundo se imaginó a Dylan bajo el atuendo del príncipe de la historia, ¿Cómo era que se llamaba? ¿Eric? No, ese era el de la Sirenita.
Otro suspiro y optó por cerrar el navegador. Ladeó el rostro y fue capaz de mirar la delgada figura rubia que aún yacía dormida al otro lado de la cama, totalmente ajena al torbellino de pensamientos que le aquejaba por aquel instante.
Estuvo a punto de sonreír, pero el gesto murió en sus labios al segundo que la rubia se removió, terminando por darle la espalda.
Cerró los ojos dos segundos mientras terminaba por acomodarse sobre la cama, recorriéndose lo suficiente para ser capaz de apoyar la espalda en la cabecera de la misma.
Volvió a fijar sus ojos en el móvil y se perdió unos segundos más observando el símbolo verde de esa aplicación. Dudó otro poco al tiempo que elevaba la izquierda y se acomodaba los largos mechones rubios detrás de una de sus orejas. Cuando abrió la mensajería instantánea, la conversación con Ava fue la primera que lo recibió. Habían otras más con su madre, con GZI y hasta con Kaya. Pero aún mas abajo de todas esas cajas de texto, se encontraba la de él: fechada al 16 de mayo y totalmente rezagada.
Se mordió el labio inferior antes de quedarse absorto en la foto de perfil que tenía. Salía en una pose graciosa, estaba sacando la lengua y probablemente, solo había cambiado aquella imagen un par de veces, pero siempre volvía a la misma. Esta vez sonrió. Le gustaba esa foto y en algún momento estaba seguro que se lo había dicho, probablemente en algún lugar recóndito de su mente le gustaba pensar que Dylan mantenía la foto solo por ese hecho; solo por él.
Cuando abrió la caja de la conversación, le recibieron los últimos dos mensajes que habían intercambiado.
Arrugó el entrecejo y volvió a leer la sencilla felicitación de cumpleaños que Dylan le había enviado. Estaba acompañada de caritas y un pastel, probablemente de haber contestado algo más que un simple "Gracias, Dyl", no hubiese acabado ahí. Pero lo cierto era que él había esperado más que una simple felicitación, una llamada hubiese bastado, escuchar su voz...
Cerró los ojos con fuerza y negó con suavidad.
Dylan tenía una agenda apretada, tenía muchos proyectos en puerta, una familia, amigos, seguramente no había tenido tiempo para una cosa como aquella. Se sintió estúpido de haberse enojado por una cosa tan sencilla como esa: no tenía sentido.
Sus dedos bailaron sobre la pantalla y la duda abordó sus pensamientos. Observó el pequeño reloj en la esquina superior del móvil, si hacía cuentas, en los Ángeles debían ser cerca de las ocho del día previo. No era una hora impropia, quizá Dylan se hallaba en casa, quizá...
Dyl ⭐
últ. vez hoy a las 2:33 a. m.
Hey. Felicidades. 3:01 a.m. ✓✓
[ Escribe un mensaje ] ➤
Bloqueó el móvil y esperó. Sus ojos vagaron entre las sábanas que tenía enrolladas en las piernas y el horrible cuadro que colgaba de la pared. ¿Cuando había comprado aquello la rubia? Soltó un suspiro y estuvo a punto de olvidar el asunto, pero más tardó en pensarlo en lo que el móvil vibró.
Dyl ⭐
En línea
¿Tommy? ¿Qué haces despierto a esta hora? 3:02 a. m. ✓✓
Espera, Sangster ¿Te has confundido de fecha nuevamente? Faltan muchos días para mi cumpleaños. 3:03 a. m. ✓✓
[ Escribe un mensaje ] ➤
Después de tanto tiempo, esa era su respuesta. Thomas solo sonrió y negó con suavidad. Dylan siempre le sacaba una sonrisa, no importaba la situación en la que se hallaran, aún fuesen más de las tres de la mañana y él estuviese en la cama de su novia.
Dyl ⭐
En línea
No hablo de eso. 3:04 a.m. ✓✓
[ Hablo de tu cita con Camila. Bueno, no sé si se le puede llamar cita. Quizá tu papel. ¿Has leído lo que la gente piensa al respecto? ] ➤
Hizo una pausa en sus pensamientos y releyó el texto. Sonaba estúpido, él no era así. Tenía sueño, los ojos le dolían. Debería estar felicitando a Dylan por el papel que tenía en puerta y no reclamándole como una novia celosa.
Dyl ⭐
En línea
¿Entonces? 3:06 a.m. ✓✓
[ Escribe un mensaje ] ➤
¿Entonces? Thomas bufó para sus adentros mientras repetía la pregunta en su cabeza. No tenía caso ¿Para qué le había escrito? Probablemente pudiese excusarse rápidamente y sacar cualquier otro tema a colación. Lo que fuera. Pero a su cabeza no podía venir una idea coherente, solo podía repetirse mentalmente la noticia y sentirse todavía más tonto por el sentimiento visceral que aquello le ocasionaba.
Dyl ⭐
últ. vez hoy a las 3:10 a. m.
¿Es por Camila? 3:10 a.m. ✓✓
[ Escribe un mensaje ] ➤
A Thomas se le heló la sangre por aquel instante. Era como si Dylan hubiese podido leerle los pensamientos aún cuando se hallaba a miles de kilómetros de distancia. Pasó su pulgar de manera distraída por la caja de texto y borró más de diez veces lo que había escrito. No hallaba ni una sola excusa coherente para estarle escribiendo a su amigo a esa hora solo para felicitarlo por una noticia que no tenía cimiento alguno. De nuevo se sintió pequeño, tonto, estúpido. Él había provocado que la distancia entre ambos se extendiera hasta un horizonte inimaginable: era su culpa y nada más. ¿Pero qué podía hacer? Para el castaño todo era un juego, una broma, nunca nada de lo que existiese o hubiese existido entre ellos, habría terminado por ser real, ni siquiera ese beso. No, eso no sucedió, fue un estúpido reto que Kaya les había hecho, eso y nada más.
Dyl ⭐
En línea
¿Es por Camila, Tommy? 3:15 a.m. ✓✓
T-Rex adivino. ¿De dónde te has sacado esos poderes que cruzan océanos enteros? 3:16 a.m. ✓✓
Es el poder del amor, Tommy. 3:16 a.m. ✓✓
[ Escribe un mensaje ] ➤
Thomas se quedó en blanco. Durante un largo minuto releyó el mensaje y trató de pensar como devolver aquella bala mortal. Se sintió atrapado en el medio de una pared invisible y de su temor más grande. Una cosa podían ser las entrevistas, esas que ya habían finalizado tantos años atrás, y otra muy diferente, era el presente. Ya no tenían a nadie de por medio mirándoles, ya no tenían porqué fingir que guardaban una relación inexistente entre ellos, pero tal parecía, que para Dylan, la broma siempre podía salir a colación. La broma. Las palabras le supieron amargas al instante.
Dyl ⭐
En línea
Hey bebé, ¿Estás ahí? 3:21 a.m. ✓✓
Para, Dyl, me sonrojas 😒 3:23 a.m. ✓✓
Misión cumplida. Debes mirarte muy lindo, Tommy. Me gustaría ver ese rojo en tus mejillas. 3:24 a.m. ✓✓
[ Escribe un mensaje ] ➤
Volvió a leer el mensaje. ¿Estaba dormido acaso? ¿Dylan le estaba coqueteando? Se mordió el labio inferior al tiempo que se quitaba la sábana del cuerpo y se deslizaba fuera de la cama. Con los pies descalzos atravesó la alfombrada habitación, deteniéndose junto a la pequeña silla de madera que yacía frente al tocador de la chica. La luz del móvil alumbraba tenuemente su rostro y parte del enorme espejo del mueble. Tomó asiento en el pequeño taburete y apoyó ambas manos en la superficie de madera, aún sin saber que debía responder al mensaje del castaño. Se quedó unos segundos mirando de nuevo aquella foto de perfil, dejando que una sonrisa escapara de sus labios al tiempo que sus dedos escribían la primera tontería que le había llegado a la cabeza.
Dyl ⭐
últ. vez hoy a las 3:25 a. m.
¿Estás ebrio, O'Brien? 3:27 a.m. ✓✓
[ Escribe un mensaje ] ➤
No se le ocurrió absolutamente nada mejor. Probablemente Dylan estuviese con Tyler, quizá estaban bebiendo en aquel Pub que le encantaba visitar. Quizá estaba en su casa jugando en su consola mientras se empinaba una enorme botella de Corona. Le imaginó desde más de diez perspectivas diferentes, en todas ellas, se involucraba el alcohol.
Dyl ⭐
En línea
Estoy totalmente ebrio de amor por ti. 3:28 a.m. ✓✓
Lo siento. 3:28 a.m. ✓✓
Eres mi cerveza favorita. 3:29 a.m. ✓✓
[ Escribe un mensaje ] ➤
Algo se disparó en el pecho de Thomas por aquel instante. La sonrisa en sus labios se había ensanchado al tiempo que sus dedos jugueteaban por la pantalla del móvil. Releía el mensaje y sentía que los dígitos le temblaban tan solo de repasar las palabras de Dylan con las yemas, era como si pudiese sentirlo, como si aquellas frases pudiesen quedarse grabadas en su cuerpo tan solo con tocarlas a través de la pantalla digital.
Necesitaba verlo, necesitaba ver esa sonrisa que despertaba más de mil sensaciones más en su ser entero, necesitaba recordar el aroma que se adhería a las prendas del menor. Necesitaba grabarse aquel tono de voz tan escueto, tan desalineado, necesitaba volver a contar los lunares que adornaban el rostro de su castaño favorito. Necesitaba a Dylan.
Durante un minuto se debatió en si debía devolverle el tono coqueto, quizá decirle alguna verdad que se mezclara lo suficientemente bien en el medio de sus palabras. Quería dejarle en claro a Dylan que aquellas cosas no pasaban desapercibidas para él. Escribió un par de respuestas, pero todas acabaron siendo borradas al segundo de ser escritas.
Dyl ⭐
En línea
¿Thomas? Lamento si te incomodé. No era mi intención.Tenía una chica junto a mi. Debiste verle la cara 3:36 a.m. ✓✓
[ ¿Estás de broma, cierto?... ] ➤
Se quedó con el pulgar sobre la caja de envío. Durante unos minutos se había permitido creerle, durante unos minutos se había permitido desenterrar aquellas emociones, esas que solo le pertenecían a él. Durante unos minutos, Thomas había creído que Dylan no estaba bromeando, durante unos minutos, había creído que existía realmente algo entre ellos.
Pero estaba equivocado. Su índice se deslizó hasta el botón de encendido del aparato y terminó por bloquearlo. No sabía como responder. Por aquel segundo, las manos habían comenzado a temblarle ligeramente, era como si regresara a esos días, justo a las largas horas que pasaba a lado de Dylan y de sus compañeros de reparto.
Cerró los ojos y sus recuerdos se volvieron más nítidos, como si estuviese ahí de nueva cuenta, como si estuviesen en ese viejo bar bebiendo todos juntos, haciendo apuestas, jugando con el destino que no conocían. Recordó lo simple del juego, recordó que todo se trataba de beber cuando la ruleta así lo marcara, recordó que todos agregaron la tonta regla de hacer un reto además de beberse el contenido de los pequeños vasos de cristal. Recordó que Kaya le retó a besar a Dylan, recordó los labios de Dylan, recordó el sabor de Dylan, recordó como su pecho explotó de emoción, recordó cuanto dolió la despedida, recordó cuanto anheló a Dylan, recordó que a él no le importó.
Apretó los labios en una fina línea y terminó por bufar suavemente. De nuevo estaba ahí: auto compadeciéndose. Hacía mucho tiempo que había enterrado esos sentimientos, se suponía que él ya no sentía absolutamente nada por Dylan, por eso estaba ahí, con ella, con su chica, con su novia. Ella tenía que ser su mundo, ella tenía que ser su todo, ella se esforzaba por que así fuera, y él la quería. Ese era el trato tácito de su noviazgo, esa era la manera en que hacían andar esa locura donde el castaño dejaba de figurar en su vida. Se estaba torturando, se estaba cayendo a pedazos por un simple mensaje que no debió mandar.
Eso era, su barrera se había venido abajo cuando las palabras del menor hicieron una fisura en sus muros, tenía que apresurarse a repararlo antes de que fuese demasiado tarde. Tenía que cerrar el libro de la historia no escrita que tenían ambos, tenía que dejar de pensar en la relación inexistente que se había planteado en su cabeza de manera desesperada. Tenía que olvidar esa locura.
Abrió los ojos cuando el móvil comenzó a vibrar en su mano. La pequeña pantalla del aparato se iluminó y mostró el nombre del único ser humano que podía causarle tanto contrariedad como paz en su sistema.
Dyl ⭐
Llamada entrante...
Dudó un segundo mientras miraba la pequeña foto de perfil que cargaba el castaño. Soltó un suspiro y tras ponerse de pie para abandonar la habitación, contestó.
—¿Tommy? Diablos, pensé que no ibas a contestar. ¿Está todo bien? De verdad lo lamento, no quería que te enojaras —. La voz le sonaba tensa, cortada, quizá si había estado bebiendo.
—Dyl. Son más de las tres, podía haberme quedado dormido ¿No se te ocurrió? —Thomas sonrió, y casi al mismo tiempo, escuchó la pequeña sonrisa que el menor le devolvió en consecuencia.
—Si bueno, un poco. Pero no hemos hablado, si mi británico favorito me hacía plática, no podía desaprovechar la oportunidad.
—¿Es en serio, Dyl? Solo quería felicitarte, es todo.
—Las noticias vuelan ¿No? Debí decirte. Solo son planes, no hay nada en concreto.
Thomas guardó silencio durante un momento. No era el hecho de que Dylan fuese a encarnar a un príncipe a lado de una bella mujer, no, el problema era que lo relacionaran con ella le había puesto celoso. Muy celoso.
—Bueno, creo que te pintaría bien un traje y una peli de Disney para variar —de nuevo soltó una risa y Dylan contestó con otra. Podía imaginarlo con aquellos bonitos hoyuelos en sus mejillas, mirando algún punto inexacto de la nada.
—¿Lo dices por el papel de Monster Problems? Te juro que cuando me dieron el vestuario pensé de manera automática en Thomas. Fue como estar de nuevo en mi trailer. Pensaba que si salía te vería a ti o a Kaya andando por el set.
De nuevo el rubio guardó silencio al tiempo que bajaba las escaleras y terminaba por tomar asiento en el primer escalón de las mismas. Ella seguía durmiendo y no quería despertarla con su singular plática de madrugada.
—Bueno, Newt está muerto y Teresa también. A menos que quieras ver fantasmas...
—Pero tú estás vivo y Kaya también. Me parece una falta de respeto por parte de los británicos que no hayan venido a verme.
—¿Te das cuenta de lo que estás diciendo, O'Brien? Estabas en Australia, no tenía ánimos de pelear con arañas gigantes, gracias.
—Estoy en los Ángeles justo ahora, Tommy. Podrías venir, no me molestaría.
—O tú podrías venir a Londres.
—Alguien me abandonó en el aeropuerto la última vez que estuve ahí. La verdad es que paso de eso, prefiero quedarme de este lado del charco.
—¿Vas a continuar reclamándome por eso?
—Hasta el final de los tiempos, nene.
—¿Y qué tengo que hacer para qué me perdones?
—Dame un beso y estaremos a mano.
De nuevo el silencio se instauró de manera automática en Thomas. Sus labios quedaron entre abiertos y las palabras murieron antes de llegar al exterior de estos. Estaba en blanco, no sabía como responder a aquello. Era una broma, una maldita broma. ¿Por qué no simplemente podía tomarlo como tal? ¿Por qué no podía fingir tan bien como lo hacía antes?
La mano le tembló al tiempo que soltaba una pequeña risa: ironía pura, dolor tácito marcado en cada decibel del simple sonido.
—No juegues más con eso, Dyl. Voy a empezar a creérmelo y entonces estaremos en problemas.
—¿Y tiene algo de malo?
¿En serio el menor le estaba preguntando aquello? Sintió una incomodidad en la garganta, los ojos habían comenzado a arderle y la voz le había desaparecido por aquel instante.
—¿Tommy?
No debió mandar ese mensaje. Debió dejar la noticia de lado, debió continuar mirando sus fotos o las de su novia, debió dejar la curiosidad pasar de él. Debió hacer tantas cosas y no servía de nada lamentarse. Cerró los ojos y se obligó a tragar el nudo de su garganta: tenía que contestar. Dylan no podía sospechar, aun cuando casi imaginaba que escuchaba la maquinaria del cerebro del chico a la distancia, trabajando a mil por hora para descifrar el silencio al otro lado de la línea.
—Que me gustaría que fuese verdad...
Las palabras salieron de sus labios antes de que siquiera pudiese notarlo. Abrió los ojos cuando su cerebro recapacitó aquellos últimos dos segundos de su vida, frenando de lleno todo su sistema y logrando que quedara al borde de un colapso total. Separó los labios y se puso de pie en menos de un segundo mientras su maquinaria mental trataba de elucubrar una explicación racional para eso: nada. Dylan se había quedado en silencio y Thomas casi podía sentir que el castaño iba a colgarle en cualquier segundo.
—No, no, lo siento. No quise decir eso. Dyl, no fue en serio...
—¡Cielos! Tommy, me habías asustado. En serio. Tus bromas son demasiado serias, tienes que ensayar el tono de tu voz. Me arrancaste un mini infarto.
¿Asustado? Su sistema tuvo un fallo masivo por aquel instante. El mareo que abordó su cuerpo le hizo perder el equilibrio, obligándole a coger la barandilla de madera para no acabar contra la alfombra de las escaleras. La barrera en sus ojos se rompió y no fue capaz de procesar lo que estaba sucediendo, al menos no hasta que pudo sentir la humedad en sus mejillas. Se obligó a morder su labio inferior con fuerza, evitando que cualquier sonido brotara de su boca por aquel instante. Tenía que parar, tenía que hacerlo, tenía que ignorar el golpeteo en su pecho, tenía que obligar a su cuerpo a seguir funcionando aun cuando sus órganos estaban luchando por detenerse en ese instante.
Dylan no tenía la culpa. Él solo había sido ... él. Thomas era quien había tergiversado la realidad, tratando de encontrar amor donde solo existía amistad. Él era quien había permitido que su cabeza pensara más de la cuenta, él era quien había deseado los labios de Dylan desde aquel día en que habían hecho la estúpida broma en el set. Él era quien había creído que detrás que cada broma hecha por el castaño, existía una verdad oculta que ambos se negaban a aceptar. Él era quien quería que todas esas historias que miraba de vez en cuando en línea, fuesen verdad. Él era quien quería creer que esos ojos color miel le miraban con tanta devoción como lo hacía él mismo. Era su culpa. Había enrollado su cabeza en ideas estúpidas, había dejado que su mente cultivara aquel sentimiento a base de falacias e ideales. ¿Cuántas veces no le había dicho Kaya que debía dejar de mirar a Dylan de aquella manera? ¿Cuantas veces su amiga no había sonreído diciéndole que era demasiado obvio ante las cámaras?
Bastaba con mirar un par de vídeos de las entrevistas para darse cuenta de la verdad detrás de sus ademanes, detrás de la inquietud de sus movimientos. Había regado la semilla de la mentira con suaves suspiros, con miradas, con sonrisas. Se había perdido en la relación inexistente que había creado en su cabeza: se había enamorado perdidamente de Dylan O'Brien.
—¿Tommy?
Silencio. Thomas estaba hecho un ovillo junto a la escalera, mientras sostenía el móvil en la diestra y se aferraba a la barandilla con la izquierda. Sus largos cabellos dorados se habían desparramado sobre sus hombros, su frente estaba apoyada contra sus rodillas mientras reunía los últimos pedazos de su dignidad, tratando de reponerse del golpe fatal que había recibido.
—Lo siento, Dyl. Tengo sueño. Me estoy quedando dormido ¿Podemos hablar otro día? —no supo donde encontró la voz para soltar aquello. Solo quería poner la frente en alto y olvidar que probablemente había cometido el peor error de toda su existencia. Podía escuchar la suave respiración del castaño que se hallaba al otro lado de la línea. Prestó atención a los sonidos, a esa tenue música en la que no había reparado de manera previa. Escuchó las voces al fondo, risas, alguien decía el nombre del castaño y él solo pedía unos instantes. Alguien le ofreció una cerveza y Dylan aceptó.
—Vale, Tommy. Descansa.
Dyl ⭐
Llamada finalizada
Observó la pantalla durante dos segundos mientras sentía su interior rompiéndose a pedazos. Una noticia, un mensaje y todo se había ido al averno para siempre.
ღ
Ella había insistido en llevarle a aquella comida familiar. Lo cierto era que había cortado la comunicación con la rubia desde aquel día, recluyéndose con Ava y con su pequeña banda familiar. Necesitaba ese tiempo a solas para tomar cada mínima parte de su alma y ponerla en su lugar.
No había hablado con Dylan desde ese día, la llamada que habían acordado quedó en algún rincón de la memoria de ambos, olvidada como cualquier otra promesa que se hubiesen hecho en la vida. Thomas sabía que estaba bien, que aquello estaba perfecto. La rutina había regresado a su vida: monótona, gris, llena de ella.
Habían pasado la tarde en el jardín de la abuela de la rubia, tomando fotos, mirando flores, escuchando historias familiares acerca de como había conseguido aquellas lilas o esas rosas blancas. El británico se había forzado a pintar una sonrisa en sus labios mientras asentía a cada una de las palabras de la anciana. Podía sentir la mano de la rubia sobre la suya, entrelazando sus largos dedos con los de él. Podía sentir sus pequeños labios besando sus mejillas de vez en cuando, podía escuchar su risa cuando la anciana elogiaba la linda pareja que eran. Podía escuchar todo aquello y fingir que estaba bien, podía hacerlo. Era un actor, era su trabajo. Quizá algún día pudiese fingir tan bien que la mentira acabaría por convertirse en su verdad universal.
Tenía que aferrarse a la idea de crear una vida con la persona que había elegido, tenía que creer que podía vivir perfectamente bien sin él, sin su presencia, sin su sonrisa, sin su calor, sin sus hoyuelos, sin sus lunares. Dylan tenía que pasar a ser un recuerdo más en su memoria, tenía que convertirse en una imagen vaga, tenía que sacarlo de su sistema, drenarlo por completo, tenía que curarse de él.
Aferrarse a ella parecía la única solución. Perderse en sus formas, en sus caderas, en sus pequeños pechos, en sus rosados labios. Ella tenía que ser la solución. Gzi tenía que ser el bálsamo para sus heridas, tenía que obligarse a sanar a base de besos y caricias, a base de mimos y dulces palabras; a base de sexo sin sentido, a base de una mentira elucubrada por su mente para mantenerlo alejado de la realidad. Ella tenía que ser la solución.
ღ
Cuando la sesión de sexo finalizó, Thomas había quedado exhausto. Las noches se las había regalado a los pensamientos sobre él, y los días a fingir con ella. Estaba al límite, necesitaba dormir. Probablemente por ello olvidó que dejó el móvil de lado, junto a la pequeña mesa de noche que ella tenía justo a un lado de su cama. Estaba tan cansado que probablemente por ello olvidó colocar la contraseña de bloqueo o apagar el aparato antes de dormir.
Ella solo estaba ahí, al borde de la cama fumando un cigarillo mientras se perdía en sus pensamientos. El móvil sonando con insistencia llamó un par de veces su atención, pero optó por ignorarlo. Una, dos, tres llamadas perdidas. Terminó por rodar los ojos y coger el aparato con la mano libre. La pantalla volvió a iluminarse con un mensaje que llegó mientras lo sostenía.
Dylan O.
últ. vez hoy a las 8:45 p.m.
Tommy, lamento mucho lo de la otra noche, necesito verte, no puedo dejar de pensar en ti. 8:44 p.m. ✓✓
Me he comprado un boleto sin pensarlo, estaré ahí para mañana por la tarde. 8:45 p.m. ✓✓
[ Escribe un mensaje ] ➤
Observó el texto durante un largo minuto. El resto de la conversación había sido eliminada, pero ella no necesitaba imaginar a qué se debía ese mensaje: ella ya lo sabía.
Dejando el cigarrillo de lado, volvió a leer el texto una vez más y tras soltar una pequeña sonrisa cargada de ironía, simplemente lo eliminó.
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