La cabra [ ★ Dylmas AU ★ American Assassin ]

El británico se quedó quieto mientras observaba al animalito de pelo blanco rondando en la sala. Él juraba que la maldita cabra tenía algo dentro y por eso la habían abandonado en ese lugar, pero el animal no había explotado, al menos no aún.

Tampoco se le ocurrió un lugar mejor. La casa de Rapp era probablemente el peor lugar donde podía llevar a la estúpida cabra. Al menos si explotaba, re-decoraría la casa del americano engreído. Soltando un suspiro, el británico se pasó la diestra por el largo cabello rubio, poco antes de morder su labio inferior mientras notaba como el animalito terminaba por mascar la alfombra persa —horrible por cierto—, que se hallaba en la sala. 

Aún miraba como la tela desaparecía en el hocico del animal, cuando la puerta del lugar simplemente se abrió. La imagen de Rapp hacía ver casi de inmediato, que su día no había sido precisamente bueno, aunque en realidad, esa cara de mierda era casi siempre algo normal en su compañero de trabajo.

—¡¿Qué demonios significa esto, Jones?! —Las palabras brotaron atropelladamente mientras los ojos de Mitch repasaban con incredulidad el lugar. 

Alexander giró la cabeza y enfrentó esos ojos color miel que tan bien conocía. Se suponía que él debería tener más conocimiento sobre esas cosas, ¿no? Por eso había invadido la privacidad de su hogar. 

—Una cabra. ¿Qué más puede ser, Rapp? ¿Te compro lentes? —El rubio rodó los ojos y casi soltó una risa cargada de ironía.

De repente, el agente americano se sentía como si hubiese saltado a otra dimensión, donde nada tenía ni una pizca de sentido. Aunque el enojo estaba muy presente, bullendo con fuerza en su sistema.

—¿En serio? Por un momento pensé que era un perro disfrazado. —Apretó los labios, mirando recelosamente al animal, como si en cualquier momento este fuera a morderle—. La maldita pregunta es ¿qué hace una cabra aquí? En este lugar, en mi sala, en mi casa. —Aunque tal vez, la presencia del otro le sorprendía más que el bicho ese.

—¿Es tu casa? —Ser irónico era natural cuando estaba con Rapp, molestarlo y llevarlo al límite, también caía en la lista de sus actividades favoritas—. Lo siento, Rapp, no lo noté. —Alzó los hombros y le dedicó una sonrisa antes de señalar al animal en cuestión—. Tiene algo dentro. Si va a explotar, probablemente deba hacerlo aquí y no en el aeropuerto. —Meditándolo mejor, no sonaba tan bien ahora que lo decía en voz alta.

Por supuesto, si el día comenzó mal ¿por qué su suerte iba a cambiar? Mitch no debería ser tan positivo. Sin embargo, en sus planes no estaba recibir a una cabra cargada de explosivos.

—¿Cómo demonios sabes que tiene algo dentro? —A ese punto, el castaño estaba mirando fijamente al otro. 

"Jones, pensé que eras pendejo, pero esto te supera por mucho". 

—¿Y por qué la traes a mi casa, cerebro de renacuajo? ¿Crees que me especializo en el desarme de cabras potencialmente explosivas? —Si antes Mitch estaba irritado, ahora estaba haciendo esfuerzos sobrehumanos para no lanzar al rubio por la ventana, con todo y su nueva mascota.

—Porque alguien la dejó ahí y salió huyendo. ¿Te lo hago con dibujitos? —Alexander arrugó el entrecejo y miró al menor de manera fija, al tiempo que se cruzaba de brazos y se mantenía quieto, justo en su lugar—. Yo no soy de tu estúpido equipo. Si tengo la desgracia de trabajar contigo es por culpa de Kennedy y nada más. Ahora mueve tu estúpido trasero y llama a alguien o probablemente moriremos los dos aquí. —¿Los planes actuales del británico? Iba a quedarse ahí, mirando al norteamericano mientras la cabra se comía la decoración de la sala.

Estupendo, ese rubio descerebrado estaba lleno de noticias maravillosas: tenía que revisar el estómago de un animal de granja, la preciosa alfombra persa que había comprado meses atrás estaba siendo comida por ese mismo animal y para terminar, iban a morir ahí mismo. Mitch resopló enfadado, deseando con todo su ser que aquello fuera un sueño y él estuviera inconsciente en un estúpido callejón oscuro. Eso sin duda sería lo mejor. 

—Espera un momento... ¿Tú encontraste una cabra vagando sola? ¿Y por lógica creíste que estaba rellena de explosivos? —Aquello sonaba tan bizarro que el agente había vuelto a clavar su mirada en el determinado tipo que tenía enfrente—. ¿Qué mierda tienes en la cabeza? No voy a llamar al equipo para que le hagan una autopsia a una cabra. Hazlo tú, idiota—, soltó de mala gana, mientras veía como la estúpida cosa esa ahora mordisqueaba su mesa.

—El sujeto la ató a un jodido poste y salió huyendo. ¿Te lo continuo describiendo o ya te entró en la cabeza? —Alexander arrugós las cejas y mirándole ligeramente exasperado.

No le gustaba estar ahí ni mucho menos que Mitch le mirara como si fuese un estúpido. Todos los días uno podía encontrar cabras con explosivos en las tripas. ¿Acaso el imbécil americano no usaba la maldita Internet?

—Y no planeo meterle la mano al animal. Que explote en tu casa, me avisas cuando sea tu funeral, te llevaré rosas, sé que las odias. —Una sonrisa más con ironía pura. El rubio solo quería molestar o quizá, solo quizá, no quería sentirse más estúpido de lo que ya se miraba. Bien, daba igual. De cualquier manera, el británico ya estaba dando la media vuelta para irse de ahí.

Las palabras del rubio simplemente hicieron al castaño rodar los ojos con exasperación. Pero no tenía tiempo —ni ánimos—, para enfrascarse en otra de sus muchas discusiones con aquel sujeto tan engreído.

—Eso no significa nada, Jones. ¿No se suponía que eras un tipo listo? Eso fue lo que Irene puso en tu expediente. —Mitch retrocedió dos pasos mientras hablaba, parándose justo a un lado del mayor y tomándole de un brazo para impedirle cualquier intento de fuga—. Tú no irás a ningún lado. ¿Me oyes? Te quedarás aquí con tu estúpida cabra y limpiarás los desastres que hizo. —Esta vez, el castaño sonrió fríamente, señalando al animal que deambulaba por toda la sala, como si estuviese pastando en plena granja.

—Hay maneras más sutiles de invitarme a pasar un día en tu casa, Rapp, pero te aseguro que esta no es una de ellas. —Manteniendo esa sonrisa en sus labios, el rubio sabía de antemano que al menor le irritaba lo suficiente como para dejar el tema de lado—. Además, necesitabas una mascota. Míralo así, yo no doy obsequios, eres afortunado —esta vez relajó su cuerpo y volvió a observar la cabra que ya se había comido la mitad del alfombra—. Ahora, suelta mi Armani, no planeo ensuciarme con la cabra que acabo de obsequiarte. —Alexander no iba a dar su brazo a torcer, iba a dejar al animalito ahí, porque sí.

Mitch rodó los ojos. Ahí iban nuevamente aquellas malditas bromas con doble sentido que tanto le irritaban o incomodaban, o ambas, quizá. A ese punto, era difícil saber lo que estaba sintiendo en ese momento, aunque Rapp supuso que no era nada bueno.

—Cierra la boca, Jones. Esta no es una visita cordial. Tú estas aquí solamente porque en tu mente viste a esa cabra como una amenaza peligrosa. —Y quizá si era una amenaza, considerado que el animal del demonio ya tenía todos sus muebles mordidos y su casa olía a algo no muy agradable—. Limpia mi casa, ahora, o te metere una bala en el cráneo. —Puntualizó el americano secamente, al tiempo en que arrastraba al mayor hasta donde estaba la maldita cabra culpable de ese embrollo en el que estaba metido.

—No, definitivamente en mi vida se me hubiese ocurrido visitarte. Tengo mejores cosas que hacer que perder el tiempo con la estrella de Orión, lo sabes ¿no? —A ese punto, Alexander solo caminaba porque él otro le obligaba, no porque realmente quisiera—. Además, ¿cara de qué me estás viendo? —Bufó el británico mirando fijamente a la cabra, que ahora comía de un estúpido florero. No iba a limpiar ese desastre, que lo haga el otro imbécil—. No contestes. No lo haré, no vas a matarme por traerte una maldita cabra bomba, lo sé. No eres tan idiota como para hacerlo. —El rubio apartó su brazo para caminar hasta el animal. La cabra tenía una pequeña cuerda atada a su cuello, misma que acabó por tomar en la diestra, dispuesto a finalmente, irse de ahí.

Mitch observó la escena: su casa era una porquería, su exasperación ya estaba más allá del límite y su paciencia, hacía rato que se había ido al demonio. Pero extrañamente, el agente permaneció muy calmado a mitad de la sala, solo con los brazos cruzados y una mueca irritada plasmada en los labios.

—Lo que tu digas, Jones... Pero te daré un consejo bastante útil. —Asintió solemnemente, antes de caminar hacia el rubio (y la cabra), inclinándose a un lado de este para hablarle muy, muy cerca del oído—. La próxima vez que quieras visitarme, busca una mejor excusa... Porque esto de la cabra... ¿En serio? Ni un crío se lo hubiese creído. —Mitch arqueó ambas cejas, sonriendo burlonamente con el único fin de molestar al otro tipo.

Alexander ladeó el rostro ligeramente al tiempo que arqueaba una ceja y clavaba sus pardos en los mieles del otro. 

—Cuando quiera meterme entre tus piernas, lo haré —el británico hizo una pausa sonriendo, porque él también podía jugar con eso—. Me llevo a la estúpida cabra bomba.

Rapp odiaba cada vez  más a ese estúpido rubio exasperante. Su actitud engreída lo irritaba, su boba sonrisa siempre lo sacaba de sus casillas y sus constantes bromitas no hacían más que confundirle y dejarlo un tanto perplejo. Esta vez, no había sido diferente. Mitch le observó fijo, con el ceño fruncido y la mandíbula tan apretada que casi dolía. 

—No tientes a tu suerte y largo de aquí. —El castaño dejó caer los hombros con pesadez, mientras veía como su rubia pesadilla finalmente hacía el ademán de salir de la casa, halando a esa mendiga cabra que había hecho mas destrozos de lo que podía tolerar.

Al menos hubo silencio, un estúpido meneo de caderas y nada más, Alexander se marchó de su vista. 

Y Mitch pensaba que por fin tendría un día tranquilo. Que equivocado estaba.

Notas finales

Bueno, es una historia muy corta pero divertida, amamos escribir esto, espero que hayan reído tanto como nosotras. La metí en el compilado porque nuestra pequeña cabra aparecerá en el siguiente fic Mitchxander, y bueno, aquí está su origen (??). Por cierto, este pequeño fragmento se centra en algún punto de las misiones, y si, habrá alguna pequeña inconsistencia, pero meh (?), no le encuentren mucha lógica ¿ok? 

Recuerden todos los diálogos y acciones de Mitch son obra e idea de @anniepellegrino7



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