Z-O-M-B-I-E-S (Segunda Parte)
Esa misma tarde es el primer juego de fútbol de Dylan, por lo que el zombie está muy emocionado. Ya en el campo intenta transmitirle esa energía positiva a todo el equipo, pero nada sale como esperaba, además de que no es capaz ni de correr a mitad del campo sin caerse, y no le pasan jamás la pelota, ni siquiera los de su equipo. En la reunión de mitad de tiempo, cuando el entrenador les está explicando lo que tienen que hacer, la directora entra con una mirada de furia y decepción puesta en Dylan.
- Te dije que ganaras este juego a toda costa, ¡ahora estamos perdiendo y además nos odian! – Grita la mujer moviendo las manos, y cuando para, se pone la frente en la palma de la mano y suspira rendida. – Solo... Si vas a perder, pierde mejor, ¿está bien? – Le dice y se va del vestuario por donde ha venido a seguir viendo el juego.
- Dylan, confié en ti cuando te vi en el pep rally, ¿qué te está pasando? – Pregunta el entrenador.
- Oh, yo... En el pep rally mi Z-Band no estaba funcionando bien, por eso se activaron mis poderes de zombie...
- ¡Genial! ¡Haz eso! ¡Y gana! Ahora me voy a hablar con el resto del equipo. – Contesta apresuradamente y se va.
Al zombie no le queda más remedio que ir con su mejor amiga Rosa, la chica más inteligente que ha conocido, y que está seguro que sabrá manejar su Z-Band.
- No pienso hacerlo. – Dice sin siquiera mirarle a la cara. Sigue tecleando algo en su ordenador y Dylan bufa.
- Rosa, lo que más has querido siempre es un cambio para los zombies, ¡esto podría ser el comienzo de algo grande! Vamos... Hazlo por mí. – Le suplica de rodillas poniendo un puchero.
- ¡Está bien, pero deja de poner esa cara! – Levanta las manos y mira hacia otro lado, harta del comportamiento infantil de su amigo. Después, se ocupa de hacer algo en su ordenador y Dylan puede notar que ha entrado en el software de su pulsera y está manipulándola. – Escúchame, gira siempre a la izquierda. Nunca a la derecha.
- Sí, sí, siempre izquierda, ¡gracias Rosa! – Le da un beso cariñoso en la mejilla y sale corriendo al campo donde se le acelera el corazón en cuanto ve como la cabeza de Thomas se gira en todas direcciones buscándolo a él, y cuando lo encuentra, sonríe y pega unos saltitos de felicidad animándolo.
Ahora sí que no puede fallar. Gira la Z-Band a la izquierda y comienza a correr y a robarle el balón a los del otro equipo. Marca todos los puntos siguientes y la gente grita de felicidad, al igual que Thomas. Cuando el partido termina y Seabrook gana por veinte puntos, los chicos del equipo alzan a Dylan mientras vitorean su nombre, pero él solo puede mirar al rubio, y viceversa. Por fin algo empieza a ir bien.
Desde ese día el resto del instituto empieza a sentarse junto a los zombies en la cafetería. Incluso Rosa tiene que cambiar su actitud negativa hacia los demás ya que un montón de chicos intentan ganarse su cariño. A Tyler lo hacen líder del club de música y Thomas no puede estar más feliz por sus amigos, pero no puede compartir su felicidad ya que su primo le ha prohibido hablar con ellos. Aun así, se las ingenia de todas las maneras posibles para hablar con Dylan de alguna manera, por ejemplo, dejándole notas en la taquilla.
"Te animo siempre desde dentro. XO, Thomas." Cuando Dylan saca una nota azul de su taquilla mientras ve a su rubio favorito pasar al lado de su primo mandándole una generosa sonrisa, se le ocurre una idea.
La tarde de otro de los tantos juegos en los que gana Seabrook, Tyler se acerca a Thomas cuando este ha dejado de animar y le da una nota convertida en un precioso pajarito. También le da un abrazo de parte de Dylan y este sonríe ante el gesto antes de leer la nota.
"¿Listo para romper todas las reglas escritas? Te espero en la barrera a las 7pm. XO, Dylan."
Así que, Thomas se arregla en cuanto llega a casa y a las siete, aunque tenga mucho miedo, se acerca a la barrera, donde por fin puede ver al zombie que le ha quitado el sueño durante tanto tiempo.
- Has venido... – Dice Dylan sorprendido.
- Jamás te dejaría tirado. – Contesta sonriente y le da la mano para que vayan juntos al sitio donde le quiere llevar. Entran a un ascensor que chirría y el rubio nota a Dylan un poco aturdido. - ¿Estás bien?
- Sí, es solo que... He estado jugando con mi Z-Band para ganar los partidos. – Suspira mirando hacia otro lado.
- ¿Eso no es peligroso? – Se preocupa el otro chico.
- Si no lo hago los zombies nunca serán aceptados...
- Sé cómo se siente eso. – Contesta Thomas con una sonrisa triste mientras señala su pelo.
Cuando el ascensor se para, los dos salen y Thomas queda maravillado con la fiesta que tiene delante. Luces de colores, zombies vestidos con colores fluorescentes, música alta, niebla artificial... Todo es genial y Thomas se pierde en la música junto con su amigo. Bailan durante unas horas y de repente Dylan desaparece, así que el rubio explora por sí solo, cuando escucha la voz de una niña pequeña gritando cosas con voz de animadora. Entra a la habitación que está llena de bombillas encendidas y una plataforma en la que hay una niña con pompones bailando.
- Eres muy buena. – Dice Thomas con una sonrisa.
- No se lo digas a nadie, por favor, los zombies no pueden hacer este tipo de cosas. – Contesta preocupada la niña dejando sus pompones en el suelo y agachando la cabeza.
- ¿Quién te ha dicho eso? – Se indigna el chico y bufa. – Eres la hermana pequeña de Dylan, ¿Zoey, verdad? – Ella asiente sonriendo. – Tienes mucho talento.
- Gracias, pero Zander no parece impresionado. – Coge a un peluche de un perro y lo acaricia.
- Entonces Zander no tiene ni idea. – Los dos se ríen sin darse cuenta de que Rosa ha entrado en la habitación. – Creo que eres lo suficientemente mayor para tener un perro de verdad, ¿no sería genial?
- No le digas eso. – Ordena Rosa metiéndose en la conversación. – Sabes que los zombies no pueden tener mascotas.
- Yo... No tenía ni idea, lo siento, aún me estoy adaptando a saber que no sois los monstruos que todos dicen. – Suspira y se pasa una mano por el pelo. – Es decir, mírate, tú eres tan... Guay y bonita.
- ¿Crees que soy bonita? – Sonríe Rosa tímidamente.
- Pues claro. – Thomas le devuelve la sonrisa.
- ¿Qué hacen mis tres personas favoritas aquí juntas? – Pregunta Dylan abrazando a Rosa y Thomas de repente y mirando de manera seria a su hermanita. – Zoey, sabes que deberías estar durmiendo.
- No iba a perderme la fiesta... – Susurra y Rosa la coge en sus brazos.
- La llevaré a casa. – Dice y se gira para mirar a su mejor amigo. – Me gusta este chico. Sois geniales juntos.
- Gracias. – Baja la cabeza el chico y se rasca la nuca.
- ¿Qué es este lugar? – Pregunta Thomas interesado subiéndose a la plataforma.
- Es un jardín de luces. – Le sigue Dylan dándole la mano. – Vamos a dar un pequeño paseo.
Los chicos dan un par de vueltas por la gran habitación hasta que Thomas por poco se cae y se le sale un pelo blanco de la peluca. Intenta esconderlo pero Dylan es más rápido y le sujeta la cara cogiéndolo de las mejillas mientras las acaricia con los pulgares.
- No lo escondas. Es hermoso. – Susurra inclinándose hacia el chico y cerrando los ojos. – Tú eres hermoso.
Y justo cuando Thomas intenta devolver el gesto para fundirse en el primero de muchos besos que planeaba darse con el peliverde, la policía entra a la habitación anunciando el toque de queda haciendo que Dylan se vea obligado a salir corriendo. Thomas se gira una última vez para mirar a su zombie pero no puede verlo ya que las bombillas se han apagado, agacha la cabeza y se deja llevar por el oficial a su casa, donde le esperan sus padres dispuestos a regañarle.
- ¿En qué estabas pensando, jovencito? – Grita su padre. - ¡Escaparte de casa! ¿Dónde estabas?
- Yo... He salido con un chico. – Murmura para sí mismo, pero ellos consiguen escucharlo.
- ¿Un chico? – Su madre pregunta intenta disimular su emoción porque su hijo al fin se haya interesado en alguien, pero al ver que su marido la mira mal recobra la compostura. – Decidido, no habrá más campeonatos de animadoras hasta que conozcamos a ese chico.
- ¿Qué? Pero...
- Ahora a tu cuarto, a dormir. – Le ordenan ambos y unos minutos después todas las luces se apagan y el silencio adorna la casa, pero Thomas no puede dormir en toda la noche pensando en qué puede hacer para no perder ninguna de las dos cosa que más ama.
Al día siguiente, en el instituto, se encuentra con Dylan, que le sonríe de oreja a oreja, como de costumbre, pero al notar que el rubio no le devuelve el gesto frunce el ceño.
- ¿Pasa algo? – Pregunta preocupado.
- Mis padres no me dejarán ser animador hasta que te conozcan...
- Oh, eso es genial, entonces me los ganaré con mi encantadora sonrisa y mi genuino carisma. – Contesta guiñando un ojo y dando una vuelta sobre sí mismo.
- El problema es... Que no saben que eres un zombie y...
- Y ellos odian a los zombies. – Finaliza la frase por él.
- Bueno, si mis padres no aceptan que la persona que amo es distinta puede que no quiera ser animador nunca más. – Dylan decide ignorar las mariposas en su estómago cuando Thomas dice que lo ama, pero no puede evitar abrir los ojos como platos y tragar saliva, y el rubio lo nota. – Es decir, yo...
- No, no, está bien. – Susurra mordiéndose el labio. – Es decir, no es como si yo no lo hiciera, o sea, lo que quiero decir con esto es que, me alegra que lo hayas dicho porque, hm, como decirlo... O sea, yo también te amo, sí, es eso. – Balbucea y se intenta apoyar en la pared pero se cae haciendo a Thomas reír. – Y... Tommy no puedes dejar de animar por mi culpa. Ser animador es lo que te hace tú.
- Nada de esto es culpa tuya, Dyl. Yo... – Intenta decir algo pero el timbre suena impidiéndolo. – Lo siento, llego tarde a clase.
Esa misma tarde, Dylan decide sorprender a Thomas corrompiendo el software de su Z-Band convirtiéndolo temporalmente en humano. Compra un traje rosa, unas rosas también rosas y se tiñe el cabello temporalmente de castaño, su color antes de convertirse en zombie. Una vez termina, se mira al espejo y no puede evitar añorar esos tiempos en los que todo era más fácil para él.
Lo que no sabe, es que al girar a la derecha la Z-Band ha dañado el ordenador de Rosa, que han conseguido coger los animadores amigos de Will, y que van a usar en el juego de fútbol de esa tarde para que todos comiencen a odiar tanto a Dylan como al resto de sus amigos zombies.
Mientras, en la casa de Thomas, este está discutiendo con sus padres porque lleva intentando un buen rato contarles la verdad sobre su cita para el partido.
- Mamá, papá, tengo que contaros algo sobre este chico. Él...
- Está aquí. – Le interrumpe su madre cuando escucha el timbre sonar.
- ¡Está bien, abrid la puerta! ¡Pero sabed que Dylan es...!
- Muy apuesto. – Vuelve a interrumpir su madre cuando abre la puerta y ve a Dylan ahí parado con su traje rosa y las flores que le ha traído.
- Buenos días, soy Dylan, la cita de su hijo. – Sonríe de manera encantadora y cuando los padres del rubio no miran le guiña un ojo rápidamente a Thomas.
- ¿Y cómo has conocido a nuestro hijo, Dylan? – Pregunta la mujer encantada con el castaño.
- Oh, estoy en el equipo y él es animador.
- ¡Yo también jugaba al fútbol! Era el quarterback estrella. – Presume su padre.
- Dylan también lo es, ganamos solamente gracias a él. – Le alaba Thomas poniéndose a su lado, a lo que Dylan responde enlazando su brazo con el del rubio.
- No me gusta presumir... Pero es cierto. – Se ríen los cuatro. – Bueno, ¿vamos, Tommy? Te debo una cita antes del partido.
- ¿De verdad? – Pregunta con los ojos abiertos como platos, y él asiente con la cabeza. – Bueno, adiós mamá, adiós papá.
- ¡Vuelve tarde! – Le grita su madre cuando ya están un poco lejos. – ¡Le ha llamado Tommy! – Susurra la mujer a su marido provocando que los dos chicos, quienes lo han escuchado, se rían.
- ¿Cómo lo has hecho? – Pregunta el rubio con una sonrisa antes de entrar a una heladería.
- Ajustando la Z-Band. Después de ti. – Contesta abriendo la puerta a su cita, y cuando intenta pasar, siente un dolor agudo en su muñeca haciendo que esté a punto de caerse.
- ¿Estás bien? – Se preocupa Thomas.
- Oh, claro que sí, vamos. – Responde y los dos chicos se sientan en una mesa del centro de la cafetería.
- Vainilla. Vainilla. Vainilla doble. ¿Puedes adivinar cuál es el último sabor? – Pregunta Thomas con sarcasmo leyendo la carta de helados.
- ¿Vainilla?
- ¿Cómo lo has sabido? – Los dos se ríen.
- Tenéis una gran variedad.
- De vainilla. – Contesta cogiendo los helados que han pedido.
- Esto es maravilloso... Siempre he querido venir aquí, y por fin lo he hecho, estoy contigo... En una cita. – Dice Dylan mirando a su rubio a los ojos y cogiendo su mano mientras la acaricia con un pulgar.
- ¿Lo es, Dyl? – Pregunta agachando la cabeza triste. – Te estás cambiando a ti mismo cuando los que tienen que cambiar son todos los demás.
- Tú usas una peluca, ¿por qué no puedo yo ser como era hace tan solo unos años antes del... accidente?
- Lo siento... No quería decirlo con esa intención, es solo que... Nosotros no estamos haciendo nada malo siendo nosotros mismos y...
- Lo sé, Tommy. Pero...algún día. – Le dice con esperanza en la voz y en sus ojos y Thomas asiente.
Dejan la cafetería y se dirigen a los vestuarios, donde ambos se cambian y salen al campo, preparados para que el juego comience. A mitad de este, todo va bien, pero de repente, Thomas decide animar a Dylan delante de su primo.
- ¡Dadme un "zom"! ¡Dadme un "bie"! ¡VAMOS ZOMBIES! – Salta mientras agita sus pompones.
- Te he advertido más de una vez. Estás fuera del equipo. – Le mira con seriedad.
- ¡VAMOS ZOMBIES! – Se le une Kaya con una mirada orgullosa por lo que está haciendo su mejor amigo.
- ¡Tú también estás fuera! – Grita Will harto y ella se encoge de hombros y abraza a Thomas.
Los animadores reaccionan ante esto ya que se dan cuenta de que todos están del lado de Dylan y van a activar la primera etapa del plan, que es convertir a Dylan en zombie. Luego se encargarán de Rosa y Tyler. Se sientan delante del ordenador y teclean un par de cosas, y cuando miran a Dylan, ven que está inquieto en el campo.
- Puedo hacer esto, no importa. – Se repite a sí mismo cuando ve que solo necesita un touchdown para ganar y nota que todos están gritando su nombre.
El árbitro pita y Dylan corre como nunca lo ha hecho, con el triple de fuerza que ha tenido jamás, haciendo caer a todos sus oponentes, y en menos de tres segundos está al otro lado del campo, escuchando los gritos de victoria de sus compañeros. Pero él siente que no puede gritar o celebrar, solo siente rabia y descontrol. Así que, cuando se levanta, sus ojeras se marcan muchísimo y se le inchan las venas, además de volverse pálido. La gente se da cuenta y hacen sonar la alarma. Sus dos amigos se dan cuenta de lo que pasa e intentan ir a ayudar pero cuando salen de las tribunas, sus pulseras dejan de funcionar también y se convierten en zombies al 100%.
Dylan comienza a correr detrás de Will y le acorrala debajo de las gradas, pero antes de que nada pueda pasar, el zombie se debilita por culpa de un policía que le ha electrocutado. Cuando Thomas encuentra a Dylan y a su primo en esa situación, corre al lado de Dylan y le coje de la mano.
- Dylan, escúchame, Dyl, cariño, por favor, toma mi mano, todo va a estar bien. – Le susurra pero el policía se lo lleva, así que el rubio lo sigue. Salen de debajo de las gradas y el policía se los intenta llevar en una furgoneta. - ¡Hey! ¡No te los lleves! ¡Son mis amigos!
- ¡No tenemos amigos humanos! – Grita Rosa al borde de las lágrimas mientras la sujeta otro hombre.
- Tommy, puede que tengan razón... Puede que no debamos estar juntos. – Dice Dylan con la voz rota mirando al rubio.
- ¿Qué? ¡No! ¡Claro que no! ¡ESPERA! – Estalla Thomas con la cara llena de lágrimas dejándose caer en los brazos de su padre que no para de repetirle que lo deje estar. Pero Thomas lo ignora. En vez de dejarlo estar, se gira hacia la multitud. - ¡Vosotros le habéis hecho esto! ¡Lo hicisteis sentir como si tuviera que arriesgar su vida para pertenecer aquí porque no sabéis tratar con alguien distinto! ¡Pero no os importó utilizarlo para ganar vuestros estúpidos partidos! – Thomas agacha la cabeza, y cuando la sube decide dejar de ocultar el complejo que tanto le atormentaba en el pasado y... Se quita la peluca.
Todos le miran a él en ese momento, algunos con odio o asco, sus padres decepcionados y tristes, su primo sorprendido, Kaya está orgullosa de él, pero a él la única mirada que le importa es la de Dylan... Él le sonríe como nunca lo ha hecho antes, le quiere transmitir todo su apoyo, decirle que todo va a estar bien, que no debe preocuparse, y Thomas lo entiende, todo eso lo capta tan solo a través de los ojos del chico. Sin embargo, un minuto después, meten a los zombies en la furgoneta y los llevan a Zombietown.
- ¿Sabes qué? Ha sido estúpido pensar que los humanos iban a cambiar. – Comenta Rosa cuando salen del coche. – Hemos esperado demasiado. Es hora de hacer esto a mi manera. Haremos una revolución zombie. – Dice y se va a su casa a abrazar a su madre.
El día siguiente es el campeonato de animadores y Will echa de su equipo a todas las personas que no son anti zombies, y eso es mucha gente, por lo tanto tienen muchas probabilidades de perder. No es solo eso lo que puede salir mal, también el hecho de que Rosa va a sabotear el campeonato. En cuanto Tyler y Dylan se enteran de esto, van corriendo al lugar en donde este se celebra a buscarla.
Thomas ya se encuentra allí junto con Kaya, el primero sin su peluca puesta, ya que ha decidido no ocultarse nunca más, cosa con la que sus padres no están contentos, pero que a él no le importa. Zoey también está ahí, no podía perdérselo, pero está escondida en la última fila con sus pompones animando en silencio.
- Siempre he soñado con competir aquí... Y que me hicieran volar por los aires. Era un sueño estúpido. – Dice Kaya con tristeza en su voz.
- ¡Claro que no! Algún día volarás, Kaya. El día que esta ciudad supere el hecho de que hay gente distinta. – Contesta y ella vuelve su vista a la competición, pero el peliblanco escucha una voz familiar y mira debajo de las gradas, donde ve a Dylan. - ¡Es Dylan! Tengo que irme, Kaya, espérame aquí.
Dylan y Tyler están abajo intentando impedir que Rosa haga algo de lo que se pueda arrepentir. Tyler la tiene sujeta de la cintura mientras ella patalea como una niña.
- ¡Hacer esto solo demostrará sus peores miedos! Tenemos que enseñarles que no somos monstruos. – Grita Dylan.
- Ellos piensan eso de todos modos. – Interrumpe Thomas. – Yo digo que lo hagas.
- Thomas, no me harás cambiar de opin... ¿Espera, qué? – Le mira confundida Rosa y después sonríe. – Me gusta este chico.
- El sabotaje no es quienes somos. No soy un monstruo, soy un zombie. – Responde Dylan y coge a Thomas de la mano para después mirarle a los ojos. – Tú eres animador. Cambias el mundo animando, no a través de sabotaje.
Los chicos escuchan a su amigo y van a ver al equipo siguiente, que es el equipo de Seabrook. Desde el minuto uno se nota que faltan animadores y que el equipo está incompleto, y cuando hacen las primeras pirámides y todos se caen, menos Will, que está en el centro siendo la estrella, el público se queda boquiabierto. Los animadores se retiran con la cabeza gacha y de repente en el escenario aparece Zoey y comienza a bailar y animar a Seabrook.
- ¿Qué está haciendo? – Pregunta Kaya.
- Está cambiando las cosas. – Contesta Thomas orgulloso.
- El cambio no funciona así... Se necesita más que una persona y un par de personas. – Le dice Rosa.
- Tienes razón, nos necesitan a todos nosotros. – Coge la mano de Dylan, a lo que él asiente y le mira a los ojos antes de salir a la pista a animar con su hermana.
Comienzan a bailar al son de la música, haciendo volar a Kaya, tal y como ella había soñado, Zoey es la estrella de la pista ya que todos saben lo mucho que se lo merece, y Dylan y Thomas no paran de reír mientras hacen volteretas y pasos de baile geniales.
Una vez terminan, todos les aplauden, y aunque saben que todavía hay personas que no les aceptan y que les queda un largo camino por recorrer para que el resto del mundo les llame normales, les basta con estar juntos. Por eso, cuando al fin pueden darse ese beso que tanto llevan esperando sin que nadie les abuchee ni les mire raro, lo disfrutan mucho. Y lo repiten. Y lo vuelven a repetir. Y saben que van a hacer eso durante mucho tiempo.
Se me olvidó deciros que es un pep rally en Estados Unidos, y básicamente es una celebración de animadoras que se hace antes de cualquier evento deportivo, por lo que he podido encontrar en Internet.
Pues al final no ha hecho falta tercera parte :') Bueno, pues otro One-Shot más a la lista, es probable que el siguiente sea de una película de animación. Por cierto, os vuelvo a recomendar esta película porque es genial, los actores te transmiten su amor desde la pantalla, la banda sonora es genial y además rompe todos los estereotipos sobre chicos que van vestidos de azul y chicas que solo llevan rosa, con tan solo deciros que "la abeja reina" del instituto es un chico os lo digo todo, Disney se supera cada año más. ¡Admito sugerencias en comentarios y críticas siempre que sean constructivas! Nos vemos esta Semana Santa, que os debo otro One-Shot por la semana pasada.❤
PD: ¿Subo ya la historia nueva de la que os hablé? Es que tengo listos los dos primeros capítulos pero no me decido.
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