desposar [D] -dylmas au.

|Los one shots que tienen letras entre corchetes pertenecen a un hilo de o.s ligados entre sí por un abecedario, pero sin conexión en sus tramas|

Los policías iban y venían, salían de la comisaría a paso apurado casi  llevándome por delante. Era una noche común como para tal ajetreado movimiento, no le di mucha importancia y seguí mi camino hasta entrar al edificio. Los teléfonos sonaban al unisono, varios oficiales contestaban estos para luego salir de la comisaría siguiendo las órdenes del jefe.

Me quedé junto a la puerta esperando a que alguien notara mi presencia, había pasado toda mi niñez aquí adentro pero ahora solo se ve como un poso sin salida. Para mí suerte, Colton me vió y se acercó a mí sonriendo.

—Hey Thomas, ¿buscas a tu padre? —El moreno me sonrió, si él hubiera hecho eso tres años atrás me habría derretido del sólo verlo. Sin embargo, ya no soy un niño puberto de 17 años y mi enamoramiento por él ya desapareció.

—Si, le traje la cena. —Elevé el tupper con pollo que yo mismo había preparado para cenar juntos, cuando recibí su mensaje diciendo que trabajaría hasta tarde supuse que debía traerle la cena al trabajo. Si yo no cuidaba de él nadie lo haría, ni siquiera él mismo. —¿Por qué tanto alboroto?

Justo en el momento que me iba a contestar, el teléfono a su lado comenzó a sonar y él tuvo que contestar. Esperé paciente debido a qué aún no me había dicho dónde estaba mi padre y me daba algo de miedo hablarle a los otros oficiales que se veían algo frustrados.

—Dios, los jóvenes de ahora son todos unos delicuentes. —Lo miré sin comprenderlo del todo, nosotros entrabamos en ese término. Si, él podría ser unos cuatro años mayor que yo pero seguía siendo jóven. —Hay una banda de chicos de entre 18 y 22 años que están destruyendo todo el pueblo, hasta el momento sólo hemos agarrado a uno de ellos. —Agarró su chaqueta y volvió a sonreírme, antes pensaba que estaba coqueteandome pero ahora lo veo como algo más formal —Tu papá está en su oficina, fue bueno verte Tom. Ten cuidado.

Revolvió mi pelo y salió de la comisaría al trote, al segundo todo el aire acumulado salió de mis pulmones. Ya no sentía ese crush por él, pero eso no le quitaba que el chico esté que se parte. Sus padres sí que deben estar orgullosos de la obra de arte que han creado.

Pasé una mano por mi rostro tratando de asimilar lo que estaba pasando ¿banda de delicuentes? Esto nunca había pasado aquí en Beacon Hills, en un entonces hubo muchas desapariciones debido a un loco pero nunca un grupo de adolescentes destrozando el pueblo. ¿Qué diablos está pasando con Beacon?

Volví a suspirar, como sea eso no era asunto mío. Me aferré al tupper mientras caminaba entre las pequeñas mesas hasta llegar a la oficina de mi padre, podía verlo moverse de un lado a otro sin dejar de hablar por teléfono. Di tres golpes en la puerta y entré, me miró sorprendido y le dijo unos palabras a la persona con la que hablaba antes de colgarle.

—¿Thomas? ¿Qué haces aquí hijo? —Rodeó su escritorio y se acercó a darme un leve abrazo, se lo devolví como pude sin soltar la comida.

—Te traje la cena, debes tener hambre con tanto trabajo. —Me sonrió y tomó la comida que le tendí, al abrirlo pellizco con una de sus manos una parte del animal ya cocinado. Lo saboreo unos segundos y levantó su pulgar en aprobación, una sonrisa se expandió en mi rostro. 

—¿Cómo llegaste? Pensé que tú motocicleta estaba descompuesta. —Es cierto, la única cosa que tenía para transportarme se había estropeado debido a un pequeño derrape que tuve sobre la carretera un día de lluvia. No podía decirle que había venido caminando, me mataría, pero parece que lo descubrió solo. —¿Viniste caminando? ¡Thomas! ¿Acaso no sabes lo que está pasando en las calles? ¡Esos chicos podrían haberte lastimado!

Hice una mueca con los labios, algo que él no alcanzaría a ver, en contra de sus palabras. Está bien que sea algo debilucho pero no soy de cristal, no voy a romperme por el primer tacto que me hagan. Nunca pude entender del todo su sobreprotección conmigo, sé que lo hace como reacción propia debido a lo de mi madre pero ella murió enferma.

—Estoy bien, no me crucé a ninguno de esos chicos. Además, si Colton no me lo contaba no me enteraba. —Me miró unos segundos y siguió cenando, el bullicio de afuera se oía hasta adentro de la oficina. Detrás de los cristales, los demás oficiales corrían de un lado a otro buscando la forma de acabar con el gran caos. No pasaron ni tres minutos cuando mi padre habló.

—No quiero que vuelvas a venir solo, en todo caso llama a Colton para que vaya a buscarte ¿entendido? —Asentí, no podía discutir justo ahora que su trabajo está a pasos de explotar por la desesperación. De reojo lo ví agarrar su chaqueta y empujar su arma en su funda, me voltee a verlo confundido. —Es bueno que hayas venido, los chicos y yo debemos ir a buscar a esos delicuentes pero hay uno aquí que debe estar vigilado las 24 horas.

—¿Vas a dejarme cuidando un preso? —Primero me trataba de débil y ahora quería que custodie a uno de los causantes del caos de este pueblo, esto debe ser una broma. —Te recuerdo que sólo tengo 20 años y que nunca he aprobado gimnasia en la preparatoria.

No mentía. En la escuela siempre fui un chico de estudio no de práctica, odio los deportes y todo lo que implica correr. Era el mejor en todas las materias pero en deportes siempre fallaba, no había forma de que aprobara.

—Serán un par de minutos, nada más. —Tomó las llaves de su escritorio y salió de la oficina esperando que lo siga, cruce mis brazos y salí dándome cuenta que ya todos se encontraban fuera de la comisaría esperando a mi padre. —Está esposado y encerrado en una celda, no hay forma alguna de que te haga daño Thomas. ¿Crees que sería capaz de dejarte a solas con él si pudiera hacerte daño?

Mordí mi labio intentando no bufar, tenía razón. Él nunca me dejaría con alguien si sabía que podría estar corriendo riesgo mi vida, cuidaba demasiado de mi. Algo que realmente no sé si es bueno o malo. 

—Okey, pero no te tardes mucho. —Mi padre sonrió asintiendo, su mano tocó mi hombro y comenzó a caminar. Esa era una señal de que lo siga, caminamos por el pasillo hasta llegar a las zonas de las celdas. No había nadie en ellas debido a que Beacon Hills era un pueblo tranquilo, o eso creíamos, pero en la última podía ver a un chico de aproximadamente mi edad caminando de un lado a otro.

—Tyler, ve con los demás a prepararte. Ya iré yo. —El chico asintió y se levantó de su banquillo para salir de ahí, mi padre volteó a verme serio. Sacó un manojo de llaves de su bolsillo y me entregó dos, una era más pequeña que la otra, junto a una pistola. —Una es de la celda, la otra de sus esposas. Son sólo en caso de emergencia, tu ya tienes las de la comisaría. Cerraré al salir, por favor ten mucho cuidado y trata de no hablar con ese mal nacido. El arma es de...

—Último recurso, lo sé. Seré cuidadoso. Ve, los chicos están esperando a su líder. —bromeé, de chico solía decirle a todos que mi padre era el líder de los hombres armados. Esta broma persistió mucho tiempo y solemos recordarla de a ratos, me sonrió y dejó un casto beso en mi cabeza antes de salir corriendo.

Ya sólo en la habitación, me voltee a mirar al prisionero. Estaba de espaldas a mi, mirando la pequeña ventana en su celda. Caminé al banquillo y me senté sin quitarle los ojos de encima, tenía el cabello algo largo y de un negro azabache. Por su posición pude notar que tenía una contextura algo grande, hombros amplios y una gran espalda. Piernas bien definidas y un trasero de Dios, mierda Thomas deja de mirarle el trasero al prisionero.

—¿Papi te dejó a cargo? —Su voz sonó en medio del silenció, me exalté al oírlo de golpe. Su tono era algo grave, pero no llegaba a sonar como un adulto. Aún mantenía su vista en la pared por lo que no quite mis ojos de su espalda, aunque no le contesté. —¿Qué? ¿No sabes hablar?

Fue entonces que volteó y santo Dios, ese chico era perfecto. Su rostro estaba cubierto por miles de lunares que se extendían desde su respingada nariz hasta su bronceado cuello, sus labios eran finos pero tampoco tanto. Sus ojos avellanas brillaban en la noche, sobresaliendo entre su bello rostro. Aún con toda esa tierra y raspaduras seguía luciendo como un maldito Adonis.

—¿Enserio no vas a hablar conmigo? —Moví mi cabeza en señal de negación y él resopló dejándose caer en el suelo, sus piernas se extendían frente a él en mi dirección y sus manos esposadas descansaban sobre estas. —¿Por lo menos puedo saber tu nombre, rubio?

Fruncí mi ceño y apreté mis labios, él no tenía ninguna expresión en su rostro pero algo en sus ojos me decía que era un real idiota.

—No me llames así. —farfullé en un volumen bajo pero lo suficiente para que me oiga. Me mantuvo la mirada unos segundos hasta que me ví obligado a apartarla, debo admitir que me intimidaba.

—Vaya, parece que no eres mudo. —Rodé los ojos ante su mala broma, sentí el chillido de las esposas moverse por lo que volví mi vista a él. Se había vuelto a parar, esta vez cerca de la ventana. —Si supiera tu nombre no te llamaría así rubio.

Clave mi vista en él, soportando su intimidante mirada para conseguir el por qué insistía tanto en saber mi nombre. Se supone que no tendríamos que estar hablando, yo debería estar en mi casa viendo televisión no aquí vigilándolo por mi padre.

—Thomas, me llamo Thomas. —Me sonrió y se alejó de la ventana, quedando a mitad de la celda. Miró el techo unos minutos, tiempo que me tomé para guardar las llaves en mi bolsillo trasero.

—Dylan. —Asentí a su respuesta sin decirle nada más, yo no debía hablar con él. Seguramente lo sabe y está usando esto en mi contra para poder escapar, maldito desgraciado. 

El silencio volvió a reinar entre nosotros y lo único que podía pensar era en si mi padre estaba bien. Si le llegaba a suceder algo creo que no podría soportarlo, quedaría solo en este pueblo. Mis amigos se fueron del pueblo en cuanto terminamos la preparatoria, fui el único que se quedó aquí y aún sigo aquí. No podía dejar a mi padre, ¿quién iba a cocinarle? ¿quien iba a planchar su ropa y apagar su televisor cuando se quedará dormido con este prendido?

—“La humanidad debe poner fin a la guerra o la guerra pondrá fin a la humanidad” John F. Kennedy. —Lo miré incrédulo, estaba citando a un ex presidente difunto de nuestra nación. Un delincuente citando a una gran figura pública, creo que ya lo he visto todo.

—¿Qué hay con eso? —pregunté, realmente quería saber el por qué de su raro comportamiento en los últimos diez minutos. Supongo que nadie se va a enterar si hablo con él unas palabras, aquí no hay nadie más que nosotros dos.

—Es lo que está sucediendo, la guerra está arrasando con todo pero la humanidad se defiende. Aún así, sólo habrá un ganador. —Podía oír los autos pasar por las calles de afuera, él se mantenía al tanto de la ventana sin quitar sus ojos de ella. —Ahora sólo nos queda elegir en qué bando estamos, ¿tú en cuál estás Tommy?

Giro su rostro en cuanto pronunció lo último, mi cuerpo se tensó por completo al oír aquel apodo. Nadie me llamaba así desde hace mucho años, nadie que no haya sido mi madre me llamó así. El día que ella murió, ese apodo y todos los lindos recuerdos se fueron con ella. En este instante sentía como cada imagen viva volvían a mi mente, bombardeando mi cerebro. Sacudí mi cabeza volviendo a concentrarme en él.

—Dejame adivinar, tú estás en el bando de la humanidad —mencioné con un poco de ironía en el tono, sé que lo notó porque se volteó por completo y camino hasta quedar a pocos centímetros de las rejas. Con sus manos esposadas tomo uno de los barrotes y se mantuvo así, rígido con su vista fija en mí.

—No somos los malos, aunque no me creas Tommy, somos una diminuta distracción de lo que realmente va a suceder. —Algo dentro de mí se alteró por sus palabras, ¿una distracción? —¿Puedes desposarme? Es en vano que me tengan encerrado aquí si no hemos hecho nada más que pintar las calles y desfilar por estas.

—¿De qué distracción hablas? —No me respondió, sólo extendió sus manos para que abriera el metal que las mantenía unidas. —Dylan, contestame.

—Mierda, mi nombre suena tan sexy saliendo de tus labios. —Mordió su labio y me guiñó el ojo, miré para otro lado evitando que note el sonrojo que nacía en mi mejillas. Diablos, debo controlar mejor mis hormonas.

Me paré de mi asiento y me acerque a él, unos centímetros nos separaban pero no me importa. Quería saber a qué se refería con todo eso, de qué distracción hablaba y qué era eso que supuestamente iba a suceder. Ahora tenía tantas dudas en mi cabeza que no podía ni mirarlo a los ojos sin pensar en las miles de cosas que escondía esa carita angelical.

—Dime a qué te refieres, ahora mismo. —Se sorprendió al oír mi voz tan ruda, hasta yo mismo me sorprendí al oírme. Mas no hizo nada más que sonreír y pegar su rostro a los barrotes, fue ahí cuando noté que estábamos demasiados cerca.

—¿O si no qué? ¿Vas a castigarme? —preguntó en un tono seductor, apreté mis labios evitando morderlos o lamerlos. Su cercanía me ponía nervioso, pero no debía alejarme si quería saber cuál era su plan.

—Ya basta Dylan. —Intenté apartarme, pero su mano tomó mi camisa arrugándola y mateniendome cerca suyo. —Suéltame.

No hizo caso a mi pedido, se acercó todo lo que tenía permitido debido a las rejas y tiró de mi hacia su boca. Debido a que todo pasó tan rápido, me costó asimilar el hecho de que me este besando con el maldito encarcelado de mi padre. Subí una de mis manos a sus cabellos despeinándolo más de lo que ya estaba y tratando de juntarnos todo lo que podíamos. Mas su mano sacando las llaves de mi pantalón me alarmaron.

De un momento a otro él tenía las llaves y estaba buscando la forma de sacarse las esposas, apreté mis puños de la furia que recorría mi cuerpo. Corrí hasta las oficinas y busque el número de celda (donde estaban las copias). Las tomé y volví en el momento justo que Dylan se libraba de sus esposas. Abrí la celda y entré, cerrándola detrás de mí. Tal vez podía entretenerlo un tiempo hasta que busque la forma de volver de a esposarlo.

—¿Crees que puedes detenerme? —Me cuestionó sonriendo, él había jugado sucio. Había usado mi necesidad por sentir sus labios en mi contra, así que yo iba a hacer lo mismo. Dylan no había dicho su edad pero yo podía ver en él un adolescente lleno de hormonas.

—¿Quién dijo que quiera hacerlo? —Me miró confundido, cambiando a asombro en cuanto lo empujé a la cama haciéndolo sentar y me subí en sus piernas dejando cada una de las mías a su lado. No espere a qué dijera algo más y volví a juntar nuestros labios, esta vez en un beso más necesitado.

Pasé mis manos por su pecho insitándolo a seguir, gruñó sobre mis labios en cuanto di un inocente salto. Con la mano que sostenía las llaves tomó mi trasero y lo apretó con fuerza, sacándome varios suspiros. Dios, me estaba perdiendo en sus besos pero tenía que seguir mi maldito plan.

Volví a empujarlo haciéndolo acostar en la horrible cama, se dejó hacer mientras besaba mi cuello dejando alguna que otra mordedura. Reprimí un gemido cuando metió una de sus manos me mis viejos jeans, pelliscando mi trasero por encima de la tela de boxer.

Tenía que hacerlo, si no después sería demasiado tarde. Enredé una de mis manos en sus mechones oscuros y tiré su cabeza para atrás dejándome más acceso para besar su cuello. Mientras me encargaba de succionar la piel sensible de su clavícula, con mi mano libre tomé las esposas del suelo y até su mano (la que no tenía en mi trasero) a la cabecera de la cama. Me levanté de un golpe al sentirlo tensarse, le arrebaté las llaves y salí de la celda trotando. Cerré está con llave, viéndolo luchar por arrancar la esposa.

Volví a sentarme en mi lugar, limpié mis labios y acomodé mi cabello todo bajo su atenta mirada. Podía ver enojó en sus ojos, pero también algo de excitación. Se había sentando en la cama y no alejaba su vista de la mía ni de broma, sus labios estaban rojos y su cabello más despeinado que antes al igual que su remera.

—No sabes lo que estás haciendo Tommy. —Sentenció mientras negaba, fijando ahora su vista en la ventana viendo como la luna brillaba sobre nosotros. Sonreí y guardé nuevamente las llaves, pero esta vez colgándolas en el gancho de la pared alejadas de él.

—Se muy bien con quién estoy jugando Dyl. —Me observó unos segundos en silencioso antes de sonreírme, las cosas no iban a terminar así de fácil.

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