«Nuestros orígenes»

[CAPÍTULO EXTRA DE REVENGE & CRIBS, ESTO FUE ESCRITO ANTES DE QUE DARKNESS & CRIBS EXISTIERA ASÍ QUE IGNOREN EL CUARTO LIBRO Y DISFRUTEN DE SU LECTURA]

  Auradon era un reino tranquilo después de que los reyes se casaran hace ya seis años, todos vivían sus vidas felices, sobre todo los hijos de villanos que habían elegido el bien.

Los cinco mejores amigos se juntaban una vez por semana para que sus hijos jugaran juntos, pues eran muy unidos.

  Esta vez, la reunión era en el castillo que Evie y Doug se habían comprado con las ganancias de la famosísima marca de ropa: Evie's 4 Heart.

—Cuarenta y siete, cuarenta y ocho, cuarenta y nueve, cincuenta; ¡listos o no, allá voy! —Gritó Jazmín, era la única que sabía contar hasta ese número ya que con solo doce años era la más grande de todos sus amigos, así que la pequeña hija de Carlos y Jane se destapó los ojos para ir a buscar a los demás.

[...]

Un rato después, ya había encontrado a la castaña que se había escondido junto a su hermano de cinco años, el pequeño Jace.

—Alex, la próxima vez tienes que explicarle bien a Jace que debe quedarse callado si no quiere que los encuentre tan rápido. —Comentó la mayor.

—Se lo he dicho mil veces pero no lo entiende, es muy pequeño para este juego. —La chica de tan solo nueve años y unos preciosos ojos verdes como los de su madre, Mal, se encogió de hombros.

— ¡Esto es muy difícil! —Se quejó el menor, cruzándose de brazos.

[...]

  No tardó mucho tiempo en hallar a su hermano, Lucas, quien se había escondido debajo de su cama en su habitación, ni tampoco a la princesita del castillo, Sofía, que se había metido en el lugar favorito de su enorme hogar: la habitación en donde Evie guardaba todos los vestidos y diferentes atuendos que aún no habían sido llevados hacia la tienda para ser vendidos. Por último, Mike, el pequeño guerrero del grupo, estaba escondido dentro de una armadura de adorno.

—Solo falta Azul, ¿dónde crees que esté? —Cuestionó el chico de cabello largo, que a pesar de tener solamente seis años era muy inquieto.

—No lo sé pero no nos vamos a ir de aquí hasta que la hallemos, se los aseguro. —Afirmó Jazmín antes de acomodar su vestido celeste mientras seguía buscando a la chica de cabello azul por todos lados.

[...]

Una hora más tarde, la única habitación del castillo que aún no habían revisado era el sótano.

—Mamá no quiere que entre ahí pero conozco mi casa así que sé cómo meterme sin que se de cuenta, vengan. —Sofía acomodó la corona que usaba –había sido un regalo de sus padres en su séptimo cumpleaños– antes de arrastrarse por uno de los atajos que había descubierto hace un par de meses, los demás la siguieron y unos minutos más tarde ya estaban dentro del sótano.

— ¡Azul! ¡Ven! ¡Sal de donde sea que estés! —La hija adoptiva de Jane y Carlos alzó la voz antes de empezar a buscarla mientras que los demás niños se ponían a revisar las cosas que habían en ese lugar.

— ¡Azul!

  La chica con el cabello de color turquesa no respondió.

— ¡Te dije mil veces que no me despeines! —Se quejó Lucas antes de golpear el hombro de su mejor amigo suavemente.

— ¡No empieces una guerra que no soportarás, te arrepentirás! —Le gritó Mike para luego empujarlo, afortunadamente el pequeño De Vil no sufrió daño alguno, sino que empujó accidentalmente a Jace; haciendo que el hijo menor de Ben y Mal se tropezara con unas cajas y se cayera.

— ¡Oigan, tengan cuidado, van a hacer que nos descubran! —Azul gruñó, saliendo de su escondite mientras que las chicas ayudaban a Jace a levantarse.

—Me caí sobre una caja enorme...  Era muy brillante y creo que rompí algo.—Murmuró el hermano menor de Alex, haciendo una mueca.

— ¿¡Qué!? ¡Más te vale que no lo hayas hecho o mamá le dirá a papá que me lleve con él a una sucia y pequeña mina para mostrarme su trabajo, no quiero eso! —Sofía fue la primera en reaccionar y buscar aquella caja solo para darse cuenta de que la misma estaba decorada con diferentes tonos de azul y estaba escrito: «Propiedad de Evie, no tocar excepto Evie».

Ella jamás había visto esa caja y la curiosidad la invadió, al igual que a los demás, así que rápidamente la abrió.

  Ninguno de ellos había imaginado que había una razón por la que la hija de la reina malvada había puesto esa caja en el sótano y por la que no quería que ninguno entrara.

Los demás se acercaron para empezar a sacar las cosas de la caja, entre ellas ropa azul de cuero con coronas y corazones, un libro lleno de diseños viejos, un pequeño espejo roto y finalmente algunas fotografías​.

— ¿Acaso tú ya habías visto esto antes? —Murmuró Alex, mirando a su mejor amiga, quién inmediatamente negó con la cabeza. —La ropa es linda...

— ¿Por qué tu madre guardaría un espejo roto? Es inútil. —Comentó Mike, haciendo una mueca.

— ¿Y este libro? —Inquirió Jazmín, abriéndolo para ver lo que había en aquellas páginas y se sorprendió al darse cuenta de que eran bocetos de ropa muy distinta a la que Evie vendía en la tienda.

—No entiendo nada, ¿por qué mamá escondería todo esto? —Susurró la princesita de aquel castillo, confundida. —Entre nosotras no hay secretos...

— ¿Quién es ella? —Cuestionó Lucas, observando una de las fotos en las que aparecían Evie con una mujer que ellos jamás habían visto, por la corona que llevaba creyeron que era una reina.

— ¿Qué estaba haciendo mi mamá con sus padres? ¿Y quiénes son estas personas? —Azul señaló otra fotografía en donde se veían a Mal, Evie, Jay, Carlos, una castaña de vestido rosado, un rubio con un traje junto con un chico de abrigo rojo, otro musculoso y finalmente a Uma; sus padres usaban ropa de cuero al igual que los dos chicos que estaban junto con la joven de cabello turquesa.

—Tenemos que averiguar qué es lo que está pasando...—Afirmó Jace, todos asintieron.

—Ustedes no deberían estar aquí, niños. —Escucharon la voz de Evie detrás de ellos y lentamente todos se voltearon. — ¿¡Qué hacen revisando mis cosas!? ¡Esto es privado! ¡Por todos los dioses de la moda, dejen eso ya mismo! ¡Vayan a jugar a otro lado, ahora! —Gritó alterada, tomando todas sus pertenencias y guardándolas en la caja.

  Extrañados por su actitud, los pequeños salieron corriendo del sótano.

Evie suspiró hondo, intentando tranquilizarse pero le fue imposible porque sabía que el peor día de su vida, aquel que tanto había temido, había llegado.

  Así que salió de la habitación cerrándola con llave y se la guardó para luego correr hacia la sala de estar en donde sus mejores amigos la estaban esperando.

— ¡Hay tal crisis! ¡Hay tal crisis! ¡Hay tal crisis! ¡Hay tal crisis! ¡Llegó el día que tanto temíamos! ¡Es el fin del mundo! —Gritó alterada mientras caminaba de un lado hacia otro, nerviosa y preocupada por lo que pasaría. — ¡Nos vamos a morir! ¿¡Entienden!? ¡Es el fin del mundo! ¡Hay tal crisis!

Los demás hijos de villanos la miraron extrañados ya que no entendían qué pasaba.

— ¡Evie! Por favor cálmate y dinos qué pasó. —La chica de cabello morado se levantó de su asiento para ahora sacudir por los hombros a su mejor amiga para que se tranquilizara, tomó sus manos y la obligó a sentarse en el sofá.

—Nuestros hijos entraron en el sótano y descubrieron mis cosas de la Isla de los Perdidos. —Admitió la hija de la reina malvada.

— ¿¡Qué!? —Gritaron todos mientras se levantaban de sus asientos.

— ¡Es el fin del mundo! ¡Hay tal crisis! ¡Nos vamos a morir! ¡Este es un código Isla, repito, código Isla, esto no es un simulacro! Ya saben qué hacer, preparen las limusinas para enviarlos a Arendelle donde la reina Elsa les borrará la memoria con su magia, ¡tenemos un código Isla en proceso, esto no es un simulacro! —Fue De Vil quien ahora empezó a recorrer la habitación a paso veloz al igual que la dueña de Evie's 4 Heart.

— ¡Cálmense los dos, par de exagerados! ¡He dicho mil veces que nadie va a alterar la vida de nuestros pequeños así que relájense y piensen con claridad, por el amor a todas las fresas, a los dragones y a todo lo que es bueno y hermoso! —Intervino la descendiente de Maléfica, sus ojos empezaron a brillar e inmediatamente sus amigos retrocedieron, asustados.

—Tranquila, M, yo me encargo de esto. —Intervino Jay, entonces los ojos de la reina dejaron de brillar. Él se acercó a su mejor amigo para luego tomarlo del cuello de la camisa y levantarlo un poco. —¡O dejas de gritar o yo mismo te llevo a la Isla sin Dude y te encierro en el armario de abrigos de tu madre, de donde no saldrás hasta que solucionemos este problema! —Alzó la voz, y un escalofrío recorrió el cuerpo del más pequeño del grupo al recordar todas las trampas que había en ese lugar y las horas eternas que había tenido que pasar ahí durante años.

— ¡Jay, bájalo ya mismo! —Ordenaron las hijas de villanas, él de mala gana lo hizo.

—Miren, entiendo que estén asustados, yo también lo estoy; pero portándose como unos locos maniáticos salvajes no van a solucionar nada, así que bajen la voz, idiotas; los van a escuchar, cálmense de una vez. —Mencionó Uma, que estaba intentando mantener la compostura pero se estaba muriendo de nervios porque no sabía qué demonios sucedería ahora. —No creo que estén listos para saber la verdad, son muy pequeños, no van a entender toda la mierda por la que hemos pasado y tampoco quiero que sepan de dónde venimos; ni todo lo que hicimos en el pasado... Si se enteran, se van a decepcionar. —Bajó la mirada.

  Durante años, los cinco habían intentado dar lo mejor de sí mismos para educar a sus hijos de una manera correcta en lugar de hacerlo como sus padres los habían criado.

En la infancia de los cinco solo hubo gritos, maltratos, golpes; miedo, dolor, sufrimiento, insultos.

  Ninguno de los adultos que se encontraban en la sala de estar querían ver el miedo en los ojos de sus pequeños, no.

Ellos no habían querido ser crueles, desalmados, ladrones; mentirosos, manipuladores, y demás. Pero vivieron en aquella prisión, en donde el mal gobernaba, y no tuvieron otra opción que ser las peores versiones de sí mismos.

  Pero ya no estaban en la Isla de los Perdidos.

—Ella tiene razón, hemos luchado mucho para ser quiénes somos ahora y no vamos a arruinar eso ahora. ¿Estamos todos de acuerdo? —La descendiente de Grimhilde observó a los demás, quienes rápidamente asintieron con la cabeza. —Perfecto, entonces no tenemos de qué preocuparnos. —Ella soltó una risita nerviosa.

Sus hijos jamás se enterarían de sus secretos.

  Mientras tanto, los niños se encontraban en la habitación de Sofía, sentados en ronda en la enorme cama de la princesita.

—Nunca ví a mamá así... —Fue la dueña de la habitación quien rompió el silencio.

—Hay que averiguar qué nos están ocultando. —Dijo la mayor de todos, sonriendo.

— ¿Estas loca, Jaz? Mamá se va a enojar si se lo pregunto, se pone tan rara que me da miedo y cada vez que está así, Jace se pone a llorar inmediatamente. —Mencionó Alex y negó con la cabeza, abrazando a su hermano, sí bien la curiosidad la carcomía; sabía que no era conveniente hablar de ciertos temas con su madre porque se alteraba y ni siquiera Ben podía calmarla en esas situaciones.

—Entonces no les preguntemos, busquemos cosas que ellos hayan escondido. —Sugirió el pequeño guerrero, encogiéndose de hombros, él era un experto en encontrar cosas; tal y como su padre.

—Si Evie tenía una caja, todos los demás deben tener una. —Añadió el hijo de Carlos y Jane, todos asintieron, dándole la razón.

—Entonces...—Empezó la chica de cabello turquesa, observándolos con emoción. —...que empiece la búsqueda del tesoro.

— ¡Chicos, es hora de que se vayan! ¡Despídanse! —Escucharon el grito de Evie y se bajaron de la cama, se saludaron y finalmente se marcharon, teniendo una misión que debían completar sin ser descubiertos.

  Para ellos, era un juego más.

Pero para sus padres, era algo que cambiaría absolutamente todo.

[...]

— ¿¡Es que no entiendes que no quiero que ellos tengan algo que ver con mi pasado!? —Alzó la voz la chica de cabello morado, colocando sus manos en su cintura.

  El rey rodeó el escritorio que estaba en su oficina y se acercó a ella, tomó sus manos.

—Primero, necesito que te tranquilices. Que estemos en el tercer piso, mientras que los niños que están en sus habitaciones en el primer piso y no nos oirán, no significa que tengas que ponerte a gritar como una desquiciada. —Habló Ben, recibiendo una mirada desaprobatoria de su esposa.  —A mi no me parece que sea mala idea decirles la verdad, además...—Él no pudo terminar la oración porque Mal se soltó de su agarre y lo apegó a la pared con magia.

— ¿¡A quién le dijiste desquiciada!? ¿Tengo que recordarte quién soy yo? ¡Yo soy tu esposa y soy tu más grande hazaña, la mujer de tus sueños, la madre de tus hijos pero también soy la hija de la emperatriz del mal y tengo magia oscura que puedo usar para obligarte a hacer lo que quiera así que no me subestimes y discúlpate ya mismo si sabes lo que te conviene, Benjamín Florian! —Gruñó ella, acercándose al hijo de Bella mientras sus ojos empezaban a brillar, estaba furiosa pues esta situación la superaba. — ¿¡Mala idea!? ¡Es una pésima idea! ¡Tú no conoces a mi madre, solo la has visto una vez y casi te mata, yo he estado dieciséis años con ella por lo tanto sé perfectamente lo que estoy haciendo!

—Tranquilízate, respira hondo. Sé quien eres, eres la persona más importante en mi vida además de Alex y Jace. Te conozco y sé que reaccionas así porque esta situación se está saliendo de control y comprendo que fue un error tratarte de esa manera así que te ofrezco mis más sinceras disculpas, por favor no me mates o me envíes a algún universo paralelo, jamás te subestimaría, cariño. —Dijo él rápidamente, entonces la ojiverde lo soltó, haciéndolo caer al piso pero el rey se incorporó para acortar la distancia que los separaba. —Mi amor, ¿no te parece que estás exagerando? Maléfica ya no está, además solo les contaríamos de dónde vienen, no es como si  los lleváramos a la Isla...

  La reina levantó uno de los cuadros que se encontraban en la habitación con magia para luego arrojárselo a Ben, quien se apresuró a esquivarlo y vio como el retrato ardía en el fuego ya que había caído dentro de la chimenea.

—No puedo creer que me haya casado con un imbécil. —Masculló Mal, negando con la cabeza para luego bufar. — ¿Sabes qué es lo que pasa cuando alguien descubre cosas sobre su pasado? Quiere averiguar todo, ¡obviamente querrán conocer la Isla y no voy a arriesgar a nuestros hijos! ¡Casi perdemos a Alex una vez, no quiero que la historia se repita!

—Voy a ignorar lo primero que dijiste porque sé que estás enojada, ellos solo sabrán lo justo y necesario. No creo que quieran conocer tu antiguo hogar y tampoco vamos a volver a perderla así que respira hondo...—Murmuró el rey, acercándose cada vez más a su esposa. — ¿Quieres que ellos te odien por haberles mentido o que te agradezcan por haber sido sincera con ellos? —Cuestionó.

  Los ojos de Mal dejaron de brillar de repente.

—Ben, tú no entiendes lo difícil que es esto para mí, no puedo revelarles la mitad de la verdad, prefiero seguir ocultándoles esto para protegerlos. Esto es por su propio bien. —Afirmó la chica de cabello morado, bajando la mirada.

—Mal, ¿acaso recuerdas cómo te sentiste cuando descubriste que Maléfica te había mentido durante toda tu vida? —Susurró el rey tomando su mentón para obligarla a mirarlo, ella asintió. —Así van a sentirse Alex y Jace cuando te niegues a contarles sobre tu pasado...

—En serio, tienes que dejar de meter a mamá en esto porque lo único que estás logrando es que mi paciencia se acabe y me den ganas de ahorcarte, Bennyboo. —La ojiverde apretó los puños mientras sus ojos volvían a brillar, a pesar de que sabía que él tenía razón.

— ¡Mal!

— ¡Agh! Odio que tengas razón, pero no tengo que decírselos, de seguro los demás no lo harán y quiero respetar las decisiones de mis amigos...—Se excusó ella.

—Si se los dices, todos sabrán porque los niños se cuentan todo. —Es mejor que sus padres se los comuniquen antes de que se enteren por Alex o Jace, hermosa. —Dicho esto, acarició el cabello de la chica de sus sueños, entonces sus ojos dejaron de brillar.

—Si ellos hablan, los castigaré por toda la eternidad. —Advirtió la hermana de Aurora, entonces Ben se le acercó aún más.

—Mal, sé que piensas que esto sea lo mejor para ellos porque no están listos para comprender esto y porque quieres cuidarlos, pero no puedes evitar que llegó el momento de contarles todo lo que les hemos estado ocultando por años... —Susurró el rey en su oído antes de mirarla a los ojos.

—Bien, lo haremos, pero si me odian será tu culpa y tú vas a explicarles que te dejaste seducir por una copia barata de mí. —Accedió ella finalmente.

—Podemos omitir lo de Ariana y solo contarles de donde vienen. —Sugirió él.

—Si vamos a revelarles de dónde vienen, tenemos que explicarles absolutamente todo. —Replicó la chica de cabello morado.

—No creo que quieran saber todos los detalles de cómo terminaste con la villana más peligrosa y aterradora de todas...—Murmuró el chico.

— ¡Benjamín Florian!

  Sin embargo; Mal sabía que no había vuelta atrás porque había evitado este tema por años pero era momento de que Alex y Jace supieran la verdad.

En otro lado del castillo, los hermanos sonrieron al encontrar la caja que pertenecía a su madre así que la abrieron y empezaron a revisar sus cosas –a pesar de que sabían que a Mal no le gustaba que lo hicieran—, pero era necesario para ganar en este juego. En su interior encontraron ropa de cuero morada con detalles en rosa y verde, unas fotografías viejas de su madre con sus amigos en una calle llena de basura pero les extrañó encontrar una sola de la reina de Auradon con una mujer con cuernos, no tenían ni idea de quién era. Finalmente hallaron un libro de cuero con un dragón en su portada.

—Mamá tiene una obsesión con estos monstruos...—Murmuró Jace, recordando que ella usa un collar con un dije de dragón dorado.

—Ese libro solo puede significar una cosa. —Alex miró a su hermano, buscando las palabras adecuadas para explicarse. —Estamos jugando con fuego y vamos a quemarnos.

  En una casa donde los perros eran los mejores amigos de sus dueños y la curiosidad invadía a los más pequeños del hogar, tampoco era todo tan pacífico como debería serlo.

—Amor, ¿me puedes explicar por qué tienes tanto miedo? —Susurró la hija del hada madrina.

—Yo no tengo miedo. —Afirmó el chico de cabello blanco y negro, negando con la cabeza mientras revisaba su celular. —¿Recuerdas cuál era el número de Elsa? Porque voy a mandar a nuestros hijos a Arendelle...

— ¡Carlos De Vil! —Lo regañó su chica.

— ¿Qué? Tienes que admitir que es una buena opción. —Replicó él, recibiendo una mirada desaprobatoria por parte de la chica de atuendo celeste.

—Pues yo sí quiero contarles la verdad, me cansé de mentirles a Jazmín y a Lucas, no puedo seguir haciéndolo.—Dijo Jane, segura.

—Amor, tienes que entender que esto es difícil para mí, ¿qué hago si se obsesionan con esto?—Dudó De Vil.

—¿Obsesionarse? Por el amor a toda la magia buena y a los moños, son niños. Y lo único que quieren saber es de dónde vienen sus padres adoptivos, los dos sabíamos que este día iba a llegar.—Mencionó la chica.

—Jaz tiene 12 y Lu tiene 11, son casi adolescentes, eso dificulta todo. —Se excusó el chico que solía temerle a los perros.

—Los hemos educado muy bien y ellos son demasiado inteligentes así que van a entender todo perfectamente. —Lo tranquilizó su esposa.

—Sí, claro, y por eso cuando preguntaron qué hay en la Isla les dijimos que había basura y se lo creyeron.—Masculló Carlos, haciendo una mueca.

—Eso se los dijiste tú. —Jane se cruzó de brazos, alzando una ceja.

—Sí pero no les mentí porque sí hay todo tipo de residuos en ese lugar, supongo que ahora hay mucha más basura que antes pero ése no es el punto. —Se defendió el dueño de Dude. —No quiero que se decepcionen cuando se enteren de todo lo malo que he hecho...—Bajó la mirada.

—Ay mi vida, eso no va a pasar, son buenos niños y no pensarían mal de nadie; mucho menos de tí, que eres su padre y los criaste desde que los adoptamos.—Jane lo tomó del mentón para obligarlo a verla. —Ya no puedo seguir ocultándoles esto, por favor hay que decirles la verdad.—Suplicó.

—Está bien, se los contaremos, pero si las cosas salen mal me iré a pasear al bosque con Dude.—Accedió para acto seguido abrazarla.

  Los dos sabían que sus dos pequeños habían pasado por mucho antes de que ellos los adoptaran y simplemente no querían ocultarles más secretos porque no se lo merecían.

Al menos, ahora conocerían el pasado de sus padres adoptivos.

  En el jardín de ese hogar, Jazmín y Lucas estaban jugando con Dude y sus cachorros debido a que no habían encontrado la caja en ningún rincón de la casa.

—Mira lo que encontré. —La mayor de los hermanos volteó a ver a Lucas para darse cuenta de que él acababa de sacar una caja de la casita en donde dormían los perritos.

— ¿Cómo no se nos ocurrió que papá podría esconderla aquí? —Dudó la chica, negando con la cabeza.

—Bueno, debimos haber pensado que le pediría a su mejor amigo que ocultara sus secretos. —Habló Lucas antes de abrir la caja en donde había ropa de cuero blanca y negra con detalles en rojo, algunos libros viejos de ciencias, unos tubos de ensayo de algún juego de química, unas fotografías de Carlos con sus amigos y una rota en la que se encontraban él junto con una mujer de cabello blanco y negro desordenado, abrigo de piel y un pequeño perro de peluche sin cabeza. Detrás de ellos, se leía un cartel que decía «Mata a los perros o te matarán».

—Algo me dice que papá se sintió como perro sin su hueso en ese lugar, sea donde sea. —Murmuró Jazmín, que con tan solo percatarse de la tristeza en los ojos de su padre en aquella fotografía, comprendió que tal vez tenían más en común de lo que los dos hermanos pensaban. —Tiene esa mirada que teníamos nosotros antes de conocerlos, esa que dice...

—...A los ojos tristes hay que hacerles menos preguntas y darles más abrazos.—Prosiguió Lucas. Ambos eran bastante observadores, al igual que Jane. —Papá se perdió a sí mismo... Y mamá no lo salvó.

  Mientras tanto, en Evie's 4 Heart la tensión se podía cortar con una tijera.

—Preciosa, si sigues yendo de un lado a otro sin parar se te van a arruinar tus tacones favoritos. —Habló el hijo de Tontín, observando como su esposa caminaba nerviosamente por toda la habitación sin parar.—¿Por qué estás así?

—Porque tu hija encontró mi cajita secreta. —Contestó la chica, seria.

— ¿Por qué rayos cuando Sofía se mete en problemas, solamente es mi hija?—Inquirió Doug, enfatizando el 'mi', entonces Evie finalmente lo miró para darse cuenta de que él estaba muy confundido respecto a esta situación.

— ¡Porque lo digo yo! —Masculló irritada, jamás pensó que esto pasaría.

—Aún no entiendo cuál es el problema...—Insistió el enanito, la descendiente de la reina malvada bufó.

— ¿¡Cómo que no comprendes!? ¡Descubrió mi caja sobre la Isla! ¡Esto es una maldita pesadilla! —Chilló  la chica.

—Bebé, ya le hemos ocultado la verdad por años, ¿no crees que es hora de que se entere? —Susurró el chico de lentes, aunque sabía cuál sería la respuesta del amor de su vida él seguía intentando hacerla entrar en razón.

— ¡De ninguna manera! ¡Prefiero romperme tres uñas y que se quemen todos mis vestidos antes que revelarle información sobre mi pasado! —Evie, como la persona terca que era, negó con la cabeza rápidamente; sabiendo que Doug no sería capaz de dañar sus creaciones solo para que ella accediera a contarle la verdad.

—Estas exagerando, amor. —Dijo él, arriesgándose a que su princesa de la moda se enojara aún más pero no le importó porque estaba dispuesto a solucionar esta injusticia.

—Pero ¿¡qué estás diciendo!? ¿¡Exagerando!? ¿¡Yo!? ¡Jamás! —Dicho esto, la chica de cabello azul se acomodó el cabello.

—Si tú no le dices la verdad, haré que Sofi me acompañe a las minas para siempre, sé que le encantará encontrar diamantes más de lo que ahora le gusta hacer ropa. —Masculló el mejor amigo de Ben, cruzándose de brazos.

— ¿¡Qué!? ¡Pero no puedes hacer eso, le arruinarías la vida! —Se quejó la descendiente de Grimhilde, sabiendo que para siempre era un largo tiempo y que su hija tenía un don para la moda que no podía permitir que desperdiciara. «Estoy siendo manipulada por un enanito, por todos los dioses de la moda, mamá estaría decepcionada de mí» pensó y se mordió el labio inferior. —Está bien, tú ganas, pero sabes que no me gusta que me hagas esto, cariño. —Accedió de mala gana.

  Era hora de que su princesita supiera acerca de dónde provenía su sentido de la moda y también todos los secretos que Evie escondía.

  En el segundo piso del enorme castillo en el que la feliz pareja vivía, la pequeña se encontraba encerrada en su habitación, revisando nuevamente aquella caja decorada que había logrado sacar del sótano sin que sus padres se dieran cuenta.

—Siempre tuviste tanto talento, mamá. —Murmuró Sofía mientras revisaba el cuaderno de diseños que su madre había tenido hace mucho tiempo en la Isla, en sus páginas habían muchas anotaciones y bocetos junto con pedazos de telas, esos diseños eran diferentes a los que vendía en la tienda y ella no entendía por qué, debido a que en aquel libro no había nada que la ayudara a obtener las respuestas a las preguntas que tenía. Lo cerró, dejándolo a un lado para acto seguido tomar aquel espejo roto y suspiró. — ¿Siempre estuvo así? ¿De dónde lo sacaste? ¿Papá te lo regaló? No, él jamás te daría algo con lo que podrías lastimarte...

  Entonces una idea apareció en su mente y se levantó de la cama rápidamente.

Tal vez si lo arreglaba, la mejor diseñadora de Auradon por fin se dignaría a ser totalmente sincera con ella.

  Eso debo hacer, pensó la princesita, si lo hago... Tal vez, por una vez, yo podría ser suficiente.

La playa que rodeaba el castillo del reino de Ariel y Eric siempre había sido el lugar favorito de la dama del mar –y futura reina de Atlántida– desde que se habían mudado a aquel lugar.

  A pesar de que había renunciado al Jolly Roger y a todo lo que su madre le había inculcado durante toda su vida, la chica aún la extrañaba, pero sabía que era mejor tenerla lejos.

Uma estaba caminando por la orilla con sus tacones en la mano, su mirada estaba perdida en el mar, sabiendo que ése también era su hogar... Aunque aún no se atrevía a entrar al reino acuático de Tritón, a pesar de que sería coronada como reina en unas semanas.

  Navegar en el navío que su chico –con el que se había casado hace ya un año– le había regalado para su primer aniversario, no era lo mismo porque no contaba con su fiel tripulación de piratas, los añoraba a todos; menos a ese dúo de traidores.

Observó, a lo lejos, la nube negra que estaba encima de la Isla y la barrera que la cubría.

  Jamás se había imaginado que alguna vez lograría gobernar sin que sus súbditos le suplicaran piedad, y sin embargo... Allí estaba, en el reino que había jurado que destrozaría, donde era querida hasta por sus suegros.

Al observar la prisión en la que había estado encerrada durante años, de repente sintió que el castillo no era su hogar.

—Amor...—La voz de Dylan, quien acababa de llegar a su lado, hizo que la chica de cabello turquesa saliera de sus pensamientos. — ¿Quieres subirte al barco y navegar para distraerte? Así no pensarás en eso...—Sugirió, sabiendo lo mucho que la había afectado lo que había pasado hace unas horas en el castillo de Evie pues ella se lo había contado.

—Si me voy, honestamente no creo que vuelva. —Admitió la hija de Úrsula, sin siquiera mirarlo, no tenía el valor para hacerlo después de confesarle aquello.

—Cariño, no puedes huir de tu pasado. —Murmuró el hijo de Ariel, sentándose en la arena.

—Sí puedo, es lo que hago desde hace seis años, es que no estoy lista para enfrentarlo; me fui de casa sin decir adiós porque creía que regresaría para completar mi venganza pero no lo hice. Y Azul jamás puede enterarse de que quise destruir a esta hermosa familia.—Replicó Uma, sentándose en las piernas del amor de su vida, quien empezó a acariciar su cabello lentamente.

—Te has ido de esa Isla pero ahora eres feliz aquí, princesa, eso es lo que siempre me dices. Además, me tienes a mi, a nuestra princesita; a tus amigos... Tienes todo lo que necesitas en Auradon. —Habló Dylan.

—Lo sé, lo sé, pero si Azul descubre la verdad la perderé para siempre. —Se lamentó la dama del mar –Mal había sido la dama de la corte antes de ser reina de Auradon, pero todas las futuras reinas de Atlántica solían ser nombradas damas del mar antes de adquirir un cargo tan importante como ése–, observando a su chico de reojo.

—No digas eso, ella es tu hija y te ama, no puede culparte por lo que tu madre te obligó a ser. —Exclamó el descendiente de Eric.

—Pero ella sí puede hacerlo por cada una de las decisiones malas que he tomado. —Masculló la chica de cabello turquesa, haciendo una mueca.

—Pues yo sé que cambiaste desde el momento en el que me salvaste y eso es lo que debería importarte. —Dylan sonrió al recordar aquella situación, ella lo besó y él le correspondió.

—Tienes razón pero aún así no se lo vamos a decir, no.—Insistió Uma.

— ¿Acaso no quieres que ella sepa que fuiste la mejor capitana de los siete mares? —Cuestionó su esposo.

— ¿Disculpa? —La futura reina se cruzó de brazos, alzando una de sus cejas. —Sigo siendo la mejor.—Aclaró antes de acomodarse el cabello, ambos se echaron a reír.

—Tienes razón. —Admitió él, alzando las manos en señal de defensa. —Sé que esto es muy duro para ti pero Azul merece saber de donde vienes...

—Pero ¿y si hace preguntas cuyas respuestas no debe saber una niña tan pequeña? —Dudó la brujita del mar.

—Tiene cinco años, ¿qué crees que te puede cuestionar? —Inquirió Dylan, algo confundido.

—Oye, cuando yo tenía su edad hacia muchas preguntas que no voy a repetir. —Exclamó la chica de cabello turquesa, suspiró hondo antes de proseguir—: Se lo diremos  pero con una condición: Azul se entera de todo lo que esconde el mar pero nadie en Atlántica puede divulgar la noticia, de alguna manera mamá siempre logra enterarse de todo lo que pasa afuera de la Isla y por una vez quiero que eso sea diferente.

—Claro mi vida. —Accedió inmediatamente el rey de Atlántica para acto seguido abrazarla por detrás.

  Finalmente, la princesita sabría todos los secretos de su familia y le contarían que también tenía un deber que cumplir en el fondo del mar.

 Mientras tanto, en el castillo que estaba rodeado por aquella playa, la pequeña niña de cinco años había hallado la caja de Uma y ahora se encontraba revisándola: encontró el sombrero que ella solía usar en la Isla, junto con su ropa de cuero de color turquesa, un collar marino roto en mil pedazos; una espada y fotos rotas de ella con el chico del garfio y el otro que siempre los acompañaba, una con una mujer bastante intimidante, otras con algunas personas desconocidas en un barco enorme y había algunas en las que aparecían con el chico de abrigo rojo que no tenía su garfio, una castaña y la pelirroja que Azul había visto un par de veces en el reino, todos vestían de color negro, en otras estaban su madre peleando con el chico raro del garfio y la reina de Auradon luchando con una castaña de vestido blanco, Jay combatiendo con la castaña que siempre vestía de rosa y el dueño de Dude luchaba con el chico musculoso, pero también habían unas fotos más maltratadas en las que aparecía la chica de cabello morado, con su rostro tachado.

—Querida mamá, ¿qué me estás escondiendo?—Susurró Azul, tomando el collar roto. — ¿Por qué me siento como un pez fuera del agua?

  Mientras tanto, en otro hogar, el chico de cabello largo caminaba de un lado a otro por la habitación mientras que Lonnie lo observaba, tratando de calmarlo.

—¡Ellos encontraron la caja de Evs! ¡Voy a romper algo si Mike se entera de la verdad! —Gritó el hijo de Jafar, estaba fuera de control y a cualquiera le daría miedo que se comportara de esta manera –ya que solía estar así en la Isla– excepto a su pareja, porque ella lo conocía perfectamente.

—Se va a enterar si no dejas de gritar, si rompes algo serás tú quien lo pague. —Replicó la comandante del ejército imperial, con un tono tranquilo mientras ella limaba sus uñas.

— ¡Le voy a destruir el rostro a mi mejor amiga, le voy a arrancar cada cabello azul de su cabeza por esconder tan mal esa maldita caja estúpida! —Prosiguió el mejor amigo de Carlos, la chica que lo acompañaba dejó la lima en su mesita de luz y se cruzó de brazos.

—Yo te asesino antes de que toques a mi amiga, eh, así que ten mucho cuidado con lo que dices. —Sentenció ella, seria. —Si pudieron encontrar su caja, también podrán localizar la de cualquiera.

—Nuestro hijo no lo hará si quemo toda la casa hasta que ya no quede nada. —Sugirió el chico con una sonrisa llena de malicia, en su mirada se veía lo cegado que estaba por el miedo que le producía la idea de revivir su pasado.

— ¡Jay! —Lo regañó Lonnie. —No estás enojado con la mejor diseñadora de Auradon, ni con los niños, ni con las cajas; estás enojado porque tu pasado te persigue.

— ¡Es que tú no lo entiendes y jamás lo harás así como Ben, Doug, Jane y Dylan no comprenden a los demás! ¡Ustedes no saben todo lo que hemos hecho en la Isla! —Replicó el chico de cabello largo mientras tomaba la lima y la rompía con facilidad, estaba furioso por lo que necesitaba destrozar algo.

— ¡Tranquilízate! —Su chica lo tomó por los hombros y lo obligó a mirarla a los ojos. —Es tiempo de que me lo digas, no puede ser demasiado malo...

  Ella no tenía idea de nada, y probablemente sería mejor que las cosas fueran así.

— ¡Es peor que malo! ¡Era por esto que no quería ser padre! —El ex ladrón volvió a alzar la voz, sin importarle si alguien más los oía discutir.

— ¡Jay! ¡Mike va a escucharte! —La hija de Mulán lo golpeó en el hombro, horrorizada por escuchar esas palabras que su novio no había dicho hace tiempo, él gruñó.

— ¡Que me oiga entonces porque es la maldita verdad! —Dijo el chico que solía romper corazones hace años.

—Basta, no vamos a discutir esto ahora.—Musitó ella, negando con la cabeza, ya habían tenido esta conversación hace años y realmente no quería repetirlo ni que su pequeño guerrero –como ellos y sus amigos lo apodaban cariñosamente– los oyera.

— ¿¡Y qué quieres que haga!? ¿Que pretenda que todo está bien? ¡Pues no puedo porque no lo está, mierda, no lo está! —Exclamó el chico de cabello largo, Lonnie lo abrazó.

—Sé que no lo está pero cuando le cuentes la verdad a Mike te juro que todo estará bien, te prometo que él lo  va a entender...—Murmuró la hija de la mujer que había salvado China.

—O puede creer que soy un monstruo como mi padre lo fue conmigo. —Jay suspiró, bajando la mirada, esa idea lo atormentaba.

—Ya hemos hablado de esto, Mike no va a creer que eres un monstruo, él te va a entender porque eres un padre maravilloso. —Afirmó Lonnie para luego morderse el labio inferior. Se separó lentamente, mirándolo a los ojos. —Pero ¿no crees que se merece saber la verdad?

—Ehm, no...—El mejor amigo de Carlos negó con la cabeza rápidamente.

—No me mientas.—Pidió la comandante del ejército imperial.

—Agh, bueno, tal vez tengas un poco de razón.—Accedió él, haciendo una mueca.

—Bueno, entonces eso es exactamente lo que harás como el buen padre que eres. —Lonnie le sonrió antes de besar sus labios lentamente, su novio le correspondió y se separó lentamente. —Estoy orgullosa de tí, mi amor, siempre eres tan valiente.

—Eres la mejor, no podría ser tan valiente de no ser por tí así que gracias. —Murmuró el chico de cabello largo. —Iré al gimnasio a entrenar un poco para desahogarme antes de contarle sobre mi pasado, te amo. —Dicho esto, se marchó hacia su propio gimnasio ya que luego de años finalmente habían podido tener uno en su casa.

  Era hora de que los niños supieran de quiénes eran descendientes.

En el gimnasio se encontraba aquel pequeño guerrero, no le había sido nada difícil encontrar la caja debido a que su padre la había escondido en aquel lugar –y tal y como Jay, él era bueno localizando cosas que no le pertenecían– así que acababa de abrirla para revisarla, en donde encontró ropa de cuero, un viejo gorro de color bordó; una vieja lámpara sucia, unas fotos de él con Mal, Evie y Carlos usando esas prendas, en otras más antiguas aparecía acompañado del chico con el garfio, el musculoso y Uma, pero lo que le llamó la atención era una en la que Jay estaba con un hombre y un palo que parecía ser una serpiente de ojos brillantes, también había un viejo bolso con algunas cosas rotas, sucias y usadas.

— ¿Quién es él? —Susurró Mike, sin dejar de ver la fotografía del chico de cabello largo junto a aquel hombre desconocido. — ¿Qué es lo que nadie se atreve a contarnos?

  El pequeño guerrero dejó caer la fotografía al sobresaltarse ya que había escuchado el ruido de algo pesado cayéndose, se volteó lentamente para ver a un Jay completamente furioso con aquella pesa que de seguro él había dejado caer para llamar su atención.

—Michael, te he dicho mil veces que no toques mis pertenencias ¡especialmente las que están ocultas! Pero como no lo entiendes por las buenas, vas a tener que comprenderlo por las malas. —Comentó él acercándose lentamente a su hijo, Mike reconoció inmediatamente que su mirada estaba llena de odio y retrocedió, estaba asustado ya que jamás lo había visto así y le daba muchísimo miedo.

—Es un buen momento para desaparecer de esta tierra. —Susurró el más pequeño con un hilo de voz antes de escabullirse entre las cosas del gimnasio para impedir que Jay lo alcanzara.

— ¡No te vas a ir a ningún lado, mocoso entrometido! ¡Ahora vas a ver qué es lo que te conviene! —Gritó el descendiente de Jafar, persiguiendo al pequeño guerrero. — ¡Lonnie!

— ¡Sí me voy a ir lejos, a donde no puedas hacerme daño! —Habló Mike rápidamente, que temblaba de miedo pero algo en su interior le decía que era peligroso estar cerca de su padre en ese momento así que corrió más rápido.

— ¡Esta es mi casa y mientras vivas aquí vas a seguir mis malditas reglas, chiquillo! —Nuevamente el mejor amigo de Carlos alzó la voz. —¡No te vas a escapar de ésta! ¿¡Qué mierda haces revisando mis cosas!? ¡No tienes ningún derecho a hacer eso, mocoso! ¡Ahora te voy a enseñar lo que te conviene! —Gritó, haciendo que su hijo se estremeciera, la última frase era la que Jafar siempre le había gritado cuando Jay hacia algo indebido antes de golpearlo por horas.

¿Él era capaz de hacerle eso a su pequeño guerrero? ¿Era igual a su padre? Tal vez, después de todo, sí era un monstruo como él.

— ¿Y ahora qué mierda está pasando aquí!?—Intervino la hija de la mujer que había salvado China.

— ¡Mami, papá quiere matarme! ¡Sálvame de este monstruo! —Suplicó el pequeño antes de esconderse detrás de ella, que se interpuso entre su novio y Mike, quien estaba a punto de ponerse a llorar.

— ¡Claro que voy a hacer eso porque encontraste esa maldita caja! —Gritó Jay, apretando los puños.

—Bueno, fue muy lindo tener una familia mientras duró...—Susurró Lonnie. —Fueron los mejores ocho años de mi vida.

  Ella sabía que lo que pasaría no sería nada bueno.

En el castillo de Bestia, los pequeños hermanos seguían revisando las cosas en la sala de estar, intentando no prestarles atención a los gritos de sus padres.

— ¡Ya cállense de una vez, estamos intentando robar cosas secretas que no deberíamos estar tocando! —Jace alzó la voz, esperando que los adultos le hicieran caso, él abrió el libro de hechizos mientras intentaba entender algo pero no sabía leer aún; de todas maneras lo escondió detrás de su espalda cuando escuchó pasos acercándose y se dió cuenta de que Mal y Ben acababan de bajar las escaleras y ahora se encontraban frente a ellos.

— ¡Cállate, nene! ¡Vas a hacer que nos descubran! —Se quejó Alex, quien aún no se había percatado de la presencia de sus progenitores.

—Mis amores, ¿d-de dónde sacaron eso? —Susurró la chica de cabello morado con un hilo de voz, estaba demasiado nerviosa así que se acercó, su primogénita arrojó las fotos que estaba viendo de vuelta en la caja.

—Ehm, nosotros, eh... Estábamos, los dos, J-Jace ehm...—Tartamudeó la pequeña, nerviosa.

—Nosotros buscamos esta caja porque...—Explicó su hermano, pero Alex le dió un codazo para que se callara.

  La reina suspiró y extendió su mano para que el futuro príncipe le diera el libro de hechizos que había estado intentando leer sin éxito, él obedeció y Mal volvió a guardarlo en la caja, la tomó para ahora llevarla hacia donde estaban los sillones.

— ¡Mamá, no lo hagas! ¡No más secretos!—Suplicó la princesa.

—Cariño, es por su bien, yo te juro que...—Murmuró la hija de Maléfica.

—Vengan a sentarse, es la hora de los cuentos.—La interrumpió su esposo, ellos amaban ese momento del día así que corrieron a sentarse junto a los reyes.

—Había una vez, una chica que creía ser feliz, usaba mucha ropa como esta...—Empezó Mal, sacando los atuendos de cuero de la caja para mostrárselos.

— ¿Era una princesa?—Dudó Alex, ya que sus padres les habían inculcado que no todas las princesas usaban vestidos.

—No, cariño, esto no es una historia sobre princesas.—La ojiverde negó con la cabeza rápidamente.

— ¿Era una plebeya que vivía en un castillo? —Inquirió el menor.

—No, ella vivía en un lugar que es muy diferente de todos los que conocen. —Prosiguió la chica de cabello morado, aguantándose las lágrimas.

— ¿Y cómo era? —Cuestionó su primogénita, intrigada.

—Era una Isla que estaba llena de gente mala, basura, repleta de odio; resentimiento y demás sentimientos horribles, además de que no había salida. —Murmuró Mal.

— ¿Como la que vemos por la ventana de la oficina de papi? —Dudó Jace.

—Sí, campeón, esa misma. —Afirmó el hijo de Bella y Bestia.

—La chica vivía allí con su madre que era la gobernante de aquel sitio, ella aprendió a sobrevivir como pudo porque lo único que había en esa prisión era maldad, cosas usadas, comida en mal estado... No era una gran vida, pero todos la respetaban por ser hija de la mujer más temida en la Isla, así que ella se divertía junto a sus tres mejores amigos; los únicos en ese lugar que no eran unos traidores, eran inseparables e invencibles. —Contestó la reina, hace años que no hablaba sobre Maléfica y aún le dolía lo que ella había hecho, aunque sabía que había sido lo mejor para el reino. Sacó de la caja la foto que tenía con su madre y se las mostró.

— ¿Cómo eran ellos? ¿Ya no son unidos?—Inquirió la princesa, curiosa.

—Siguen siendo unidos, hasta tenían apodos: nuestra protagonista era conocida como la ojiverde que quería gobernar el mundo, su mejor amiga, que tiene el cabello azul más suave de todo Auradon; era llamada manzanita podrida, luego están el gran ladrón y el cachorrito asustadizo, ellos son los que cuidan a las chicas porque en esa prisión nadie está a salvo del mal; aunque esos dos siempre estaban peleándose por cosas tontas, los cuatro eran malos, el gran ladrón robaba, el cachorrito asustadizo trataba de salir de ese lugar, la manzanita podrida seducía a cualquiera y la ojiverde era la peor de todas... Eran felices en su mundo malvado, hasta que un día todo cambió para los cuatro hijos de villanos más peligrosos y más temidos de todo el mundo. —Aclaró la chica de cabello morado.

—Entonces un príncipe muy sabio soñó con la ojiverde que quería gobernar el mundo y para impedir que lo hiciera, decidió traerla a ella y a sus amigos a Auradon pero no esperaba que ellos tuvieran malas intenciones, tal vez debió haberlo pensado porque todos en el reino les decían lo peligroso que era pero él no lo hizo. —Continuó el hijo de Bella y Bestia, sonriéndole a su esposa, ella lo imitó.

— ¿Por qué? ¿Qué fue lo que hicieron ellos? —Cuestionó el pequeño príncipe.

—Porque la madre de la ojiverde que quería dominar el mundo, Maléfica, la amenazó con matarla a ella y a sus amigos si no le conseguían la varita del hada madrina para liberar a todos los villanos. —Respondió Mal, encogiéndose de hombros.

—Wow, esa Maléfica es una hija de puta, ¿qué clase de madre es capaz de hacerle eso a su hija? —Dijo la primogénita de los reyes.

—¡Alexandra Marie, tienes que respetar a tu...!—Empezó Ben, pero la chica de sus sueños lo golpeó para que se callara antes de que revelara demasiado.

—Él se refiere a que debes cuidar tus modales, mi amor, pero tienes razón; aunque Maléfica es la emperatriz del mal y la peor villana de todas así que ésa era una de las tantas maneras mediante las que conseguía lo que quería. —Replicó la descendiente del hada más malvada, Ben le agarró la mano pero se la soltó cuando se dio cuenta de que los ojos de ella empezaron a brillar, él comprendió que debía cerrar la boca antes de arruinar todo. —Como les decía, ellos dejaron lo poco que tenían y se fueron a ese reino al que odiaban, idearon distintas maneras de conseguir la varita pero fallaron varias veces mientras cada uno iba conociendo a personas que volverían muy importantes, la ojiverde que quería gobernar el mundo conoció a ese príncipe al que llamaremos el chico del anillo de Bestia y quiso controlarlo para evitar que él la destruyera.

—Wow, ella es igual de mala que su madre. —Susurró el menor de la familia.

— ¡Jace! —Lo regañó su padre, los niños no entendían por qué reaccionaba así si solo era un cuento más, o al menos eso era lo que ellos pensaban.

—Eso creía ella, cariño. —Mal suspiró y acomodó su cabello. —La ojiverde lo controló, hizo que terminará con su ex novia que era una princesita primorosa insoportable, lo usó por meses hasta que el día de la coronación llegó... Allí, sus amigos estaban enamorándose de los buenos pero ella no quiso hacerles caso, los cuatro se robaron la varita y condenaron a todos, llevándose con ellos a la princesita primorosa y a un príncipe rubio presumido para castigarlos pues habían intentado arruinar su plan para dominar el mundo. Los harían pagar por haberse metido con ellos, los cuatro sabían que esos dos no sobrevivirían ni un día en la Isla.

—Esto se puso bastante interesante, ¿y qué pasó cuando llegaron ahí, mami? —Inquirieron los hermanitos.

—Cuando volvieron a esa prisión, se dieron cuenta de que todo había cambiado, una tal Camaroncito se creía la dueña del lugar, pero no lo era. Cuando estaban a punto de darle la varita a Maléfica, ella le dijo la verdad sobre la identidad de su padre... Y todo cambió.—Prosiguió la reina, sus hijos la miraron expectantes, deseando que continuara pero ella hizo una pausa que los niños creyeron que era para generarles intriga, sin embargo Mal estaba intentando reunir las fuerzas necesarias para seguir hablando sin derrumbarse. —Resulta que era un rey, así que la ojiverde que quería dominar el mundo era nada más y nada menos que la hermana de la ex bella durmiente. Maléfica se fue con la varita y su hija supo que tenía que salvar a su familia, a quienes acababa de condenar.—Murmuró, buscando en la caja la foto de sus amigos en la isla junto a Chad, Audrey; Uma, Gil y Harry para acto seguido enseñárselas.

—Cuando volvieron al reino, inmediatamente todos los acusaron de traidores, ya no confiaban en ellos; pero a la ojiverde lo único que le importaba era salvar a su familia así que averiguó que estaban en el Páramo, se fue allí con sus amigos, el chico del anillo de Bestia y la hija de Mulán para detener a Maléfica para siempre. —Siguió el rey de Auradon, que recordaba aquel día como si hubiese sido ayer.

—Luego de que ella se pusiera a discutir con su madre, Maléfica quiso lastimar a sus amigos y al chico Bestia, fue en ese momento cuando la ojiverde se dió cuenta de que lo amaba y no podía dejar que los demás se sacrificaran por ella así que luego de ser hipnotizada por la emperatriz del mal y casi asesinada, salió de su trance y mató a su madre. —La chica de cabello morado no pudo soportarlo más y se largó a llorar, al recordar todo esto había sentido la misma impotencia de aquel día cuando vio a Maléfica lastimar a sus seres queridos, también recordaba escuchar la voz de su madre en su cabeza que la obligaba a acercarse a ella para asesinarla y finalmente la culpa que sintió cuando al librarse de su control la mató sin siquiera pensar con claridad, solo sabía que estaba furiosa y fue lo único que quiso hacer al encontrar la espada de Lonnie. A veces, aún escuchaba los gritos de Maléfica en sus más horribles pesadillas y eso le dolía porque la culpa la seguía carcomiendo a pesar de que habían pasado años.

— ¿Por qué estás llorando, mami? Esa bruja se lo merecía. —Murmuró Jace, vio como la reina rompía la fotografía en la que estaba con su madre, ella se levantó y subió las escaleras corriendo para encerrarse en su habitación ya que odiaba que sus hijos la vieran así de rota pues siempre se había demostrado fuerte ante ellos pero ahora simplemente no había sido capaz de seguir ocultando su dolor.

  Los hermanos tomaron los pedazos de fotografía rotos y los colocaron en la mesa ratona, tratando de unirlos.

—Papá, ¿todo eso que nos contaron es verdadero? ¿Esa es la historia de mamá, la tía Evie y los tíos Jay y Carlos? —Murmuró Alex, antes de colocar la parte de la fotografía en la que se veía el rostro de su madre junto a las otras piezas, confirmando así lo que ella ya sospechaba.

—Sí, princesita, pero esa no es toda la historia; hay mucho más... Pero mamá no está lista para contarles todo aún, ahora vayan a dormir, iré a darles el beso de las buenas noches en un minuto; ¿si?—Afirmó Ben, sus hijos lo abrazaron antes de obedecerlo, entonces el rey corrió a buscar a la hija de Maléfica para consolarla.

  Una vez, en sueños, él le prometió que la salvaría; Mal le dijo que ella no necesitaba ser salvada, pero el chico Bestia siempre supo que aquellos demonios que atormentaban a la chica de cabello morado la seguían persiguiendo, así que él cumpliría su promesa, estaba preparado para salvar a su princesa de todos sus demonios.

Después de todo, sí vale la pena perderse a sí mismo con tal de salvar al amor de tu vida.

   Mientras la noche avanzaba, cada hijo de villano le contó su versión de su historia a sus descendientes, siempre con la excusa de que era otro cuento de hadas; pero esa noche las mentiras y los secretos terminaron de una vez por todas.

—Entonces, ¿el hadita pudo perdonar al cachorrito asustadizo por todo lo que le hizo? —Dudó Jazmin, observando todo lo que Carlos había sacado de la caja.

—Sí, lo hizo porque lo quería mucho, de hecho; lo sigue adorando tal y como lo apreciaba el día en que lo conoció.—Respondió Jane, sonriéndole a su esposo.

— ¿Y a quiénes adoptaron? —Inquirió Lucas, curioso.

—Por todas las hadas del mundo, eres un gran idiota. —Musitó la chica de doce años, golpeándolo en la nuca con suavidad.

—No le digas así a tu hermano. —La regañó el dueño de Dude, que se encontraba en la sala junto a todos sus perritos.

—Ellos adoptaron a una niña muy hermosa de seis años y a un niño valiente de cinco años. —Murmuró la hija del hada madrina, sonriendo.

—Yo no diría que es tan valiente, es decir, recién el año pasado dejó de dormir con la luz encendida porque creía que un monstruo iba a comérselo y eso le hacía mojar la cama. —Se burló nuevamente su hermana mayor.

—Jazmín Lauren De Vil...—Le advirtió Carlos, cruzándose de brazos.

— ¿Qué? ¡Es la verdad! —Se defendió ella, alzando sus manos en señal de autodefensa.

— ¡No lo es! ¡Cállate, maldita estúpida desalmada! —Replicó Lucas, avergonzado, antes de tirar del cabello de su hermana mayor.

— ¡Niños! Ya basta de peleas, pequeños. —Sentenció Jane. —Es tarde, será mejor que vayan a dormir, iremos a darles el beso de buenas noches en un momento; ¿sí?

—Sí, mamá.—Accedieron ambos antes de subir a sus habitaciones.

En el castillo de la mejor amiga de Mal, la familia se encontraba en la habitación de la menor una vez que ya le habían contado la verdad.

—Entonces, ¿cómo es que se reconciliaron?—Cuestionó Sofía.

—Resulta que cuando ella comprendió que le habían tendido una trampa, intentó llamar a su chico pero él no le contestó así que la manzanita podrida se dijo a sí misma que no estaba dispuesta a perderlo y se dirigió a esa mina horrible en la que trabajaba el enanito minero, a pesar de que su espléndido atuendo se estaba llenando de tierra; ella estuvo ahí durante tres horas esperando a que el amor de su vida entendiera que la chica con el cabello más suave de todo Auradon no iba a marcharse hasta que él la escuchara.—Respondió Evie, observando a su pareja con muchísimo amor mientras el hijo de Tontín se reía al recordar aquella situación, ya que desde ese día su esposa había declarado que odiaba las minas y que no volvería a pisar una bajo ningún termino.

—Él la oyó pero no le creyó porque era un necio...—Dijo Doug, acomodándose los lentes.

—Sí, era un completo estúpido insensible.—Afirmó su hija.

—¡Sofía!

—Es la verdad, no lo nieguen.—Se defendió la pequeña​ de cabello azul.

—Así que la manzanita podrida tuvo que usar su espejito mágico para demostrarle a ese tontín del que estaba enamorada que ella estaba siendo sincera, él se disculpó por ser tan estúpido y se dieron un beso de reconciliación.—Prosiguió la hija de la reina malvada.

—¿Te refieres a este espejito mágico que está dañado? —Dudó la dueña de la habitación, sacando aquel objeto roto de la caja, su madre asintió con la cabeza.

—Sí, lamentablemente seguirá roto por siempre. —Dijo la esposa de Doug, haciendo una mueca.

—Bueno, no puedo devolverle su poder pero al menos podrás seguir viendo tu belleza en esto cuando quieras.—Murmuró la pequeña.

  En el castillo rodeado por aquella playa, la pequeña de cinco años sentía demasiada curiosidad acerca de aquello que acababan de contarle.

— ¿Y Camaroncito pudo volver a enamorarse después de que ese pirata  horrible y malvado le rompiera el corazón? —Dudó Azul.

—Ella encontró a un príncipe del mar que logró que la chica volviera a creer en el amor. —Respondió Dylan con una sonrisa antes de besar la mano de su hermosa dama del mar.

—Es una linda historia, ella se merecía ser feliz después de haber sufrido tanto. —Murmuró la niña de cabello turquesa para luego tomar los pedazos del collar marino roto de la caja de Uma. — ¿Este es el collar del cuento? ¿Por qué lo tienes tú, mami?

—Sí, ese es el collar, bonita. —Asintió la descendiente de Úrsula algo nerviosa, observó a su esposo quien asintió con la cabeza, ella mordió su labio inferior y suspiró hondo; sentándose en la cama de su pequeña hija. —Este amuleto es mío, por eso lo tengo, me pertenece desde que mamá me lo obsequió hace años; fue el único regalo que me dió en toda mi vida. —Admitió.

—Y ahora ya ni siquiera puede usarse, ¿por qué la ojiverde que quería gobernar el mundo lo destruyó? No debió hacerlo, es tuyo.—La princesita del mar bajó la mirada.

—Ella lo rompió porque posee una magia oscura peligrosa que no debe caer en manos equivocadas, quería proteger al reino así que hizo lo que creyó que era correcto. —Explicó la hija de Úrsula, apenada porque su más preciado tesoro ya no servía.

—Pero eso no le da derecho a hacer eso, ni siquiera te preguntó si le dabas permiso para romperlo, fue muy  injusto. —Insistió Azul.

—Ella actuó por impulso, después de muchos años entendí que no lo hizo solamente para vengarse por todo lo que le hice sino porque era muy peligroso, quiso proteger a sus seres queridos.—Murmuró la dama del mar. —Pero ya no importa que esté roto, al menos tengo todas las partes y sigue teniendo valor sentimental así que por eso quiero dártelo, sé que lo cuidaras muy bien.—Ella le sonrió, su descendiente la abrazó, Dylan también se unió a aquel abrazo familiar.

  Pero la mejor capitana de todo Auradon no fue la única que le dió un regalo a su hija, Mal le entregó a Alex su collar mientras que a Jace le obsequió su libro de hechizos, la hija de la reina malvada le cedió a Sofía su espejo mágico; Jay le regaló una lámpara que había robado en la Isla al pequeño Mike y por último, Carlos le dió a Jazmín algunos libros de ciencia y a Lucas le dio un juego de química que usaba en su antiguo hogar.

Los hijos de villanos acababan de entregarles sus posesiones más valiosas a sus descendientes y creyeron que ellos iban a agradecerles por ser totalmente sinceros con ellos, pero jamás imaginaron que los pequeños harían esa maldita pregunta:

— ¿Cuándo vamos a ir a la Isla de los Perdidos?

 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top