Sexy Azafata (Edward)

[Dedicado a @MacarenaCubillos ]

|Sexy Azafata|

-Señores pasajeros con destino a la ciudad de Paris, por favor embarcar por la puerta 65-B -

- ¡Es hora! ¡Cada quien con su pasaporte y pasaje a la mano. Uno detrás del otro! - Gritaba nuestro estúpido profesor de artes.

Joder, maldito vieja, maldito profesor. Yo solo quería quedarme en casa y relajarme por el resto de la semana. Pero la estúpida boca de mi novia tuvo que hablar y dar la jodida idea de ir de excursión a la "ciudad del amor".

Esa mierda es para los débiles.

Y lo peor de todo, creo que es que Marcel y Harry también vienen conmigo. Mamá tuvo la grandiosa idea de meternos a los tres en una academia donde te podías dedicar a lo que quisieras. Mientras Harry se dedicó a las artes dramáticas, Marcel se unió al grupo de Cátedra y yo a la de artes. Todos los profesores se pusieron de acuerdo y, ahora viajamos todos juntos a Paris, son siete grupos de cada actividad. Pero grupos pequeños, cada uno debe de tener máximo diez integrantes; así es mayor el nivel de aprendizaje.

Tomo mi maleta de mano y saco mi pasaporte, cierro el cierre y la tomo, caminando hacia la fila. Quedo detrás de Marcel, Harry esta a cuatro personas riendo como estúpido con uno de sus amigos. Ruedo los ojos y niego con la cabeza, me siento estresado. No quiero este jodido viaje.

- ¡Eddie! - la chillona voz de mi "novia" me llama, la ignoro y veo a Marcel quien me mira reprochándome con la mirada.

- ¿Qué? - le pregunto con mi tono fuerte, pero a él ya no le intimida.

- Edward, tu novia te está llamando.

- Agh - ruedo los ojos - es para que le cargue su jodida bolsa, no soy su carga bolsas. Ella tiene brazos - gruño.

- ¿Entonces para que la hiciste tu novia si no la tratas bien?

- Porque estaba bien buena, ahora está muy gorda. Y no gorda sabrosa - me río y Marcel también.

- Es tu problema, Eddie - avanza dos pasos y se vuelve a detener. Tomo la maleta con ruedas y hago lo mismo.

- No me llames así, sabes que lo odio.

- ¡Eddie! - vuelve a chillar Madison, joder, joder. Dios, si es que existes dame paciencia para no ahorcarla.

- ¿¡Que cojones quieres, Madison!? Te he dicho mil veces que no me llames Eddie, maldita sorda - le grito desde mi lugar.

- ¡Ayúdame con mi bolsa, pesa mucho y me pinte las uñas esta mañana!

- ¡Me importa una mierda tus jodidas uñas!

-

- ¡Eddie!

No seguí escuchando sus berrinches porque era mi turno de pasar. Entregue mi boleto y pasaporte, tras revisarlo y decirme "Buen viaje, señor Styles" me dejaron pasar arrastrando mi maleta por ese tubo raro que conecta al avión.

Una vez dentro, había una pequeña cola de personas ya, avanzaba muy lento. Hasta que una de las azafatas vino a ayudar. Fui avanzando, Marcel delante de mí coloco su bolso que guardaba su laptop en uno de los gabinetes de arriba y se sentó. Avance, en eso unas buenas caderas y medianas tetas se pararon en frente de mí. Gustoso las veo, un carrasqueo me hace subir la mirada. Le sonrió descarado y ella me responde igual.

Oh, pero mira lo que tenemos aquí.

- ¿Qué asiento le toco, señor? - miro su impecable uniforme asquerosamente apretado a su cuerpo. Estos días de abstinencia me están pasando factura.

- El 22-A , preciosa - le guiño el ojo y me hace seguirla.

Camino un poco lento, haciendo a un lado los que se me atraviesen. Tiene un buen culo, como para darle unas buenas nalgadas cuando se ponga traviesa. La presión en mis pantalones crece un poco más. Maldigo en mis adentros ¿Por qué cojones tiene que estar tan buena?

- Aquí es, señor Styles - me sonríe coqueta - oprima el botón amarillo si necesita algo - me arrincono un poco hacía el asiento para que pueda pasar, pero sin haber ninguna necesidad; siento que se aprieta a mí, aplastando sus pechos en mí espalda. Volteo a verla y me guiña un ojo y se va a ayudar a otros.

-

Al parecer este viaje traerá cosas buenas.

Me siento en el lado de la ventanilla. Coloco mi maleta en el asiento de al lado. Somos pocas personas, no creo que alguien se siente en los últimos asientos. Una buena ventaja de estar en los últimos puestos, es que normalmente se encuentran solitarios. Las personas prefieren estar en los primeros. Pero por el lado malo, al lado se encuentran los baños, en los vuelos largos, como este, llega un momento en que el olor a mierda te da nauseas.

Me recuesto en el asiento esperando al despegue, tratando de relajarme un poco, pero la tranquilidad duró muy poco para mi pesar.

- ¡Hiiiiii! - Harry asoma su cabeza por el asiento delantero asustándome.

- Joder, Harry - me paso ambas manos por la cara - ¿qué coño quieres?

- ¿Qué no puedo venir a saludarte, Eddie? - lo dice con ese tonito que tanto odio, aprieto los puños, respira Edward, que es tu hermano.

Desgraciadamente, y lo peor... es igual a mí.

- Ve a joder a alguien más ¿quieres? - lo fulmino con la mirada - No me digas que ese es tu asiento - arrugo el entrecejo.

- No. Me toco al lado de Marcelino. Creo que aquí no hay nadie - dice viendo hacía el pasillo - Estarás solo y abandonado aquí, Eddie. Le puedo decir a la Azafata que te ponga con nosotros.

- ¡Ni se te ocurra! Yo estoy bien aquí. ¡Y deja de llamarme Eddie, por los cojones!

- Esta bien, esta bien - se levanta y sale, pero rápidamente vuelve a como estaba y con una estúpida sonrisa me pregunta:

- ¿Has visto a la azafata?

- ¿Cuál? - obviamente se a cual se refiere, pero me hago el estúpido.

- La pelinegra. La rubia también esta buena pero la pelinegra esta ¡Ufff! - se echa el pelo hacia atrás con una de sus manos, de la misma manera que yo hago. Pero ahora tengo un gorro que oculta todos mis rizos largos - esta tan buena que tengo para hacerme la paja por un año entero - me dice con los ojos amplios y una enorme sonrisa que me irrita. Resoplo, pero no puedo estar más de acuerdo con él.

- Deja de joder, Harry - ruedo los ojos y él se va.

En las bocinas suena la voz de la azafata sexy, indicando que el despegue se iniciará y que debemos apagar los artefactos electrónicos y eso, mientras la rubia revisa cada asiento, si esta en vertical y que nadie tenga los celulares encendidos. Cuando llega hasta donde estoy, apago mi teléfono y le pregunto si puedo sacar el iPod. Ella me responde que sí pero luego del despegue. Asiento y lo saco de la maleta a mi lado.

Ya arriba, apagan las luces. Es probable que sean las ocho de la noche aquí en Londres. No sé cuantas horas de vuelo sean. Me coloco los audífonos y le doy play a una de mis canciones favoritas.

Luego de una hora, aproximadamente, la azafata pelinegra se acerca a mí ya que hundí el botón amarillo. Se acerca a mí sonriendo coqueta y leo el nombre en la pequeña placa de la camisa metida en su falda de tubo. "Amanda" nombre caliente. Sus pechos se moldean de manera deliciosa, parece que fueran a explotar; y eso que no parecen tan grandes. Esa presión en mis pantalones vuelve a mí.

- ¿Qué desea, señor? - murmura con un tono de voz sensual, tan sexy que se me eriza la piel.

- A ti, ahora - le señalo con los ojos al baño. Ella capta y se lame el labio para luego mordérselo, asintiendo. Sonrió victorioso y me quito el cinturón para ponerme de pie. Ella me detiene.

- Un momento, debo de atender a los demás para que no necesiten nada. Cuando me vea entrar cuente hasta treinta y entre conmigo - dice y se va a paso rápido.

Espero impaciente, mi pie no se detiene, se mueve como loco de arriba abajo. Mi bulto en los pantalones esta hasta el máximo. Me lo froto de vez en cuando para no perder el deseo y la excitación. Pasan cinco minutos y veo como la chica camina hacía le baño, ve lo que hago con mi mano en mi bulto, se lame los labios, me hace señas de que cuente y entra.

<< 1...2...3...4...5...6...7..8..9,10,11,12,30. Ya>>

No veo a nadie, de seguro ya todos están durmiendo o que se yo. Sobo ambas palmas de mis manos y entro al minúsculo baño. La pelinegra está sentada en un pequeño inodoro, al verme se levanta se acerca a mí. Alarga el brazo, cierra la puerta con seguro y me agarra del cuello para besarme.

Mueve sus labios salvajemente, sin pudor. Gruño y la sujeto por sus grandes caderas que ya me gustan. Tomo el mando del beso, debe de saber que mando yo. Se separa y se desabotona la camisa, sacándosela de la falda negra de tubo.

- Hay que hacer esto rápido, si me pillan, me despiden - la callo besándola, me importa una mierda si la despiden o no, yo solo la quiero follar y ya.

- Primero quiero que me la chupes, agáchate y hazlo - gruño, le muerdo le cuello y la empujo hacia abajo. Me desabrocha y baja los pantalones rápido. Me baja el bóxer y sin jugar se comienza a chupar la punta. Gruño entredientes. Empujo mis caderas para metérselo entero y ella acepta gustosa - Así es, zorra. Justo así - jadeo y rechino los dientes, comienzo a penetrarle entre los labios. Desliza su lengua alrededor de toda mi polla, justo como me gustaba, sucio y rudo. Y eso solo lo hacen las mayores.

- Chupa más rápido - agarro su cola perfecta y la jalo. Esa deja de chupar y respira gimiendo. Luego vuelve a chupar, cada vez más rápido. Su coleta se mueve en mi mano cayendo sensualmente en su espalda. Los sonidos de su garganta me excitan, empujo más controlando las estocadas hasta que no resisto y se lo saco de la boca. Estoy empapado de su saliva por completo, sonríe maliciosamente. Se levanta y se quita la falda quedando en bragas. La tomo por la cintura, no hay mucho espacio ni donde la puedo sentar. veo el inodoro y me siento colocándola en mi regazo.

- Vamos, nena. Móntame - le doy una nalgada en sus blancas nalgas, se eleva, hace a un lado sus bragas y se empala. Ambos soltamos un gemido, ella un poco más audible. La tomo por las nalgas, ayudándola a empotrarme. Sus paredes me succionan y empapan con sus deliciosos jugos, deliro y rechino los dedos para no gemir fuerte. Ella chilla en mi oído, me molesta, pero para que no se detenga me callo y disfruto.

- Ahhh, si. Joder - gime ella, saltando cada vez más rápido. Me toma por los hombros y agarra equilibrio. Amo ver como las mujeres se autosatisfacen, buscan su propio placer, me excita, me pone y hace que desee follarlas para hacer lo mismo. Buscar mi propio placer.

- Vamos bebé, más rápido. Necesito correrte. - le doy un par de nalgadas, le masajeo ambas nalgas y la subo cada vez más rápido. Chilla, subiendo de tono en cada estocada. Mi oído me palpita. No me gustan las chillonas.

- ¡Callate, Joder! Me vas a dejar sordo - le gruño apretando sus nalgas.

Pone cara de niña regañada pero no me importa, sigo ayudándola, apurando sus movimientos. Hasta que siento que estoy cerca, ahí la sostengo en el aire y elevo mis caderas, penetrándola de forma salvaje y placentera para mi gusto.

- Mierda - gimo entredientes corriéndome, ella se muerde el puño gimiendo con los ojos cerrados y se corre también.

De inmediato la levanto dejándola ahí y me subo los pantalones. La veo antes de abrir la puerta. Me mira seria, abotonándose la camisa.

- Vamos, nena. No estés molesta. Estuviste buena - le beso los labios - gracias por los servicios - le guiño un ojo y salgo.

Vuelvo a mi asiento, para mi sorpresa Harry esta donde estaba mi maleta. La ha puesto al otro lado en otros asientos vacios. Me mira con sorpresa y un poco molesto.

- ¿Te la follaste? - susurra frunciendo el ceño.

- Claro hermanito, no me basta con hacerme la paja por un año - río para mí mismo, tomo asiento, me coloco los audífonos e ignoro a todos en a mi alrededor.

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