Paseo bajo dientes de León

Contó cuantas veces rebotó la piedra. Dos ondas hicieron presencia en la superficie el agua, expandiéndose lentamente, arrastrando con un mísera fuerza las hojas que caían de aquel árbol impoluto. Tomó otra piedra, un poco más pequeña. Usando su dedo índice como acomodador, y usando toda la fuerza con la que su brazo disponía.

La lanzó.

La piedra terminó hundiéndose en la más profundo del lago.

—He he, Paimon gana de nuevo —la hada peliblanca sonrió con malicia.

Con aquella misma expresión y viendo al peli verde con la cabeza agachada, tomó una bolsa llena de mora que sobre salía de su cadera. La pesó y antes de desaparecer, le deseó un buen día al chico.

—No... otra vez sin mora.

Pateó el agua con fuerza, un gran número de gotas cristalinas salieron disparadas al aire, la luz las traspasó en un milésima de segundo. La cabellera de Izuku se empapó, y a su vez también le mojó el rostro. Este, achicopalado, miró su reflejo en el agua. La vestimenta con la que había llegado a aquel continente llamada Teyvat ya no coincidían para nada con las actuales.

Una capa de verde esmeralda con trazos de líneas blancas que se asemejaban a corrientes de viento de dos coletas como la de su compañera Lumine. Donde antes estaba el traje de héroe, ahora era remplazado por una vestimenta que se asemejaba en gran medida al del último Yaksha, la camisa sin mangas era decorada por dos líneas negras que se encontraban en el pecho, formando una equis. Un pantalón de un color un poco más oscuro que la capa. En los pies, poseía una botas de color marrón fuerte. Alrededor del cuello portaba una cadena de color dorado, en ella colgaba un amuleto con forma de la estatua del dios Anemo, y un pendiente de la mismísima Gran Maestra Intendente de la Orden de Caballeros de Favonius.

Para cubrir sus manos, optó por unos guantes de color blanco con detalles verdes y dorados, estos se extendían hasta llegar a la mitad del antebrazo. En la zona deltoidea de su brazo izquierdo, unos tatuajes con forma de los elementos con lo que ya había tenido contacto brillaban muy tenuemente.

Finalmente, en su cadera y sostenido por un listón hecho por Amber, relucía su visión.

(Para lo que leen la historia "Del Mismo Impacto" esto cuenta como spoiler de la vestimenta de Izuku).

En el reflejo del agua que aún ondulaba, Izuku tomó un poco de esta entre sus manos y bebió hasta quedar saciado. Se limpió la parte que se alcanzó a deslizar por la comisura de los labios ya con una sonrisa.

Siguiendo el truco que Lumine le había enseñado con anterioridad, su espada corta apareció en sus manos como si la luz se hubiera condensado hasta hacerla sólida. Una hoja de metal afilada de unos 100 cm, sin nada muy resaltante, más allá de a quien perteneció.

—Jean...

Era ligera, hecha más para defender que para atacar y eso prefería Izuku que solo la usaba como último recurso para aprovechar de otra manera los poderes elementales. Hizo unos cuanto cortes al aire. No pudo evitar contentarse con ver que por fin empezaba a tener dominio de aquella arma.

—Nada mal, Izuku —opinó una mujer adulta a lo lejos.

De cabellos dorados, sonrisa delicada y ojos azules oscuros, Jean Gunnhildr estaba acercándose al chico. Izuku bajó de inmediato su arma, un sonrojo ocupó sus mejillas sin querer y retrocedió de manera involuntaria, cayéndose accidentalmente. Antes de levantarse por su propia cuenta, la rubia le tendió la mano.

Al tocarla percató en el detalle de que ella no estaba usando aquellos guantes negros, tenías las manos al desnudo, la sensación de la fina piel de Jean lo sorprendió. Al pararse, no sabía exactamente qué decir, las palabras estaban luchando por salir. Al darse cuenta de ello, la gran maestra intendente tomó la iniciativa.

—¿Te gustaría ir a dar un paseo?

—¡Si! —contestó inmediatamente, conmocionando a la mujer que sonrió para empezar a caminar junto al chico.

La espada que estaba en el piso se desvaneció tal y como apareció.

Ambos empezaron a caminar sobre la hierba, ignorando el hecho de que seguían tomados de la mano. Puede que sea porque les daba vergüenza decirle al otro que se separaran o tal vez, ninguno de los dos quería separarse.

•   •   •

La tardé cayó en los cielos de las tierras del arconte Anemo. Las brisas se hicieron más recurrentes, la frescura que traían consigo eran incomparables. Con ellas, dientes de león se unieron al paseo.

—Ya no será necesario que te preocupes, ahora intento descansar más —aseguró tomando un diente de león y soplándolo para que volara todavía más alto—. Pero al final, siempre daré lo mejor de mí.

—Si necesitas ayuda, no dudes en pedirlo. Siempre puedes contar conmigo.

Los pies de ambos dieron la pauta para sentarse en el cobijo de un árbol de solsettias. Ninguno de los dos percató en el hecho de que los dientes de león se quedaron con ellos girando alrededor. El viento compuso sinfonías que, aunque sonaban como lo más bello, sus mentes lo ignoraban. Venti sonreía en la copa del gran árbol de Levantaviento tocando la lira.

Volviendo, Jean repuso su cabeza en el hombro del chico.

—No sé cómo explicarlo, pero cuando estoy contigo, cuando te tengo cerca siento todo en calma... los problemas de mi cabeza se deslumbran en soluciones que antes no pensaba. Mis pensamientos se dirigen hacia ti, y solo hacia ti —confesó la oji azul.

—Supongo que gracias, no sabía que pensabas eso de mí, Jean.

—No es lo que pienso, es lo que siento —corrigió la rubia, pudo sentir que el chico se tensionó un poco—. Quería agradecerte, pero... también quiero pedirte algo.

Jean gateó hasta ponerse frente al chico, sentándose en su regazo y quedando frente a frente. Tomando entre sus manos el collar, miró su arete que antes de que él partiera a Liyue, le había dado para que sintiera que ella lo acompañaba también.

—Je-Jean-san.

—Comprendiste mi entorno, hacías lo posible para quedarte a mi lado y ayudarme. Me impulsabas a mejorar incluso tu teniendo tus problemas, me ponías sobre ellos. Dime, ¿puedo pedirte algo? —ella llevó las manos a las mejillas de Izuku el cual no le quedó de otra que verla a los ojos.

No era ciego, los labios de ella temblaban tanto como sus gráciles manos. Con suavidad, también la tomó de las mejillas, y asintió.

—Sé el camino que recorres... que no puedes estar en un lugar, lo que te falta no es poco, pero, aun así, ¿me dejarías ser egoísta y unirme a ti?

Ella pegó su frente con la peli verde, su mechones de pelo rubio fueron apartados para que los ojos más verdes que jamás hubiese visto le dejaran sin palabras.

—Entonces, déjame que ambos seamos egoístas.

Ella se inclinó, sellando su petición con un beso. Los dientes de león brillaron de turquesa, la mejores notas apenas eran introducidas.

Las visiones rozaron entre ellas, tanto como las caricias de las manos ya desnudas de ambos, dando paso a la entrega completa de sus labios en incandescentes besos, que, si pudieran apostar, sería el segundo fruto prohibido.

Beso tras beso el aire no era suficiente, y para cuando tomaron un descanso, ambos estaban tirados en la hierba, con los pulmones dispuestos a dar tanto de si como su corazón lo hiciera. Aún faltaban un par de notas más para una perfecta melodía.

—Aún tengo tanto porqué agradecerte —musitó Jean antes de atacar de nuevo los labios del viajero.

Se acabó..

¿Qué tal, les gustó? No olviden dejar la estrellita. 

Gracias por las más de 3k de lecturas. Espero este One Shot no haya decepcionado.

Aguante Jean, la única a la que le perdonaría que me rompiera los 50/50 (Ptm Qiqi y Mona)

Se les quiere, nos vemos en otra ocasión, pueden dejar aquí con qué personaje de este juego les gustaría que tuviera una historia con el peli verde por excelencia XD. No siendo más, nos vemos.

GottoCatch

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