卐☭ Nazunist ⚣ AU Mprg.
El escarlata miró con hastío a la gente con uniformes enfermamente idénticos, todos frente a él como unas malditas máquinas sin alma, justo como todos los comunistas.
Desde que el bastardo comunista se enteró de que había tenido la desgracia de quedar embarazado luego de lo que le hizo al invadir Berlín, lo había sacado del asqueroso Gulag en que lo dejó para moverlo a una estúpida villa.
—Desde ahora te vas a quedar con las RSS, debes obedecer Moscú en todo lo que te diga o vendré a castigarte. –URSS lo miró con seriedad, teniendo los brazos cruzados tras llegar de saludar primero a sus hijos mayores que aún eran niños—.
—Pff… qué puede ser peor que ser humillado por un mugroso comunista. –Su orgullo jamás le permitiría quedarse callado frente a esos eslavos inferiores, incluso si perdió la guerra—.
—¿Prefieres perder la vida o aceptar mi oferta?, no creas que no he notado tu estúpido en inútil orgullo, así que... Dime, ¿Qué harás ahora, maldito Nazi?, Debes ser inteligente… –El azabache alzó una ceja estudiándolo con la mirada, sus RSS ya estaban avisadas de que debían vigilarlo y neutralizarlo en caso de que intentara escapar—.
—No quiero nada tuyo, sácame a tu estúpido feto del interior y muéranse lejos de mi. –Siseó rencoroso, detestaba estar entre esos imbéciles, con su uniforme hecho un asco al igual que su nación y ahora debía hacer de incubadora para un hijo que no quería—.
—¿Crees que te escucharé?, te estoy hablando y debes obedecer… –El más alto frunció el ceño acercándose un par de pasos al Fascista, apuntándole con su índice derecho directo al pecho– ¿Sabes lo que pasa cuando no sigues mis órdenes?
—Pudrete… ¡Púdrete, yo no quiero llevar ningún hijo tuyo, bastardo! –Gritó forcejeando con los guardias queriendo soltarse para golpearlo, su cuerpo temblaba de la rabia que ya no podía contener a pesar de sentir náuseas—.
—En serio, ¿Crees que puedes gritar e incluso... Forcejear?, la razón de mi existencia es que todos deban obedecer y sigan mis órdenes, nadie es más que yo, ¿Me entiendes?.. –Habló entre dientes inclinándose en dirección al más bajo, para luego girarse pues debía irse a hacer papeleo—.
Al de ojos verdes le tomó un momento rememorar esas palabras, eran las mismas que él le había dicho al soviético al romper su tratado e iniciar la guerra entre ellos.
—MALDITO DESGRACIADO, ESPERO QUE TE MUERAS O TE MATARÉ YO CUANDO SALGA DE AQUÍ. –Le gritó a todo lo que dieron sus pulmones, sintiéndose inmensamente humillado pero no iba a bajar la cabeza—.
Pero tuvo que quedarse allí rodeado de todos esos patéticos extraños que luego ordenaron a los soldados que lo llevarán hasta una habitación al final del pasillo, donde lo dejaron encerrado.
Ya ni quiso patear la puerta para intentar romperla, simplemente tuvo que correr al baño que había para vomitar como un ser patético como los otros que estaban allí, mierda… había visto a ese grupo grande de niños jugando en el jardín, esa casa dentro de la villa parecía un maldito criadero y eso le puso los pelos de punta.
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Luego de algunas semanas dejándole bandejas con comida racionada a través del compartimiento de la puerta, finalmente lo dejaron salir, pero estaba de mal humor así que los insultó y se dió la vuelta en la cama para seguir durmiendo porque no tenía nada mejor que hacer ya.
—Te diré esto una vez, ¿Crees que estás en un maldito hotel o donde demonios estas?, obedece o te daré un castigo por tu maldito comportamiento y no te gustará lo que vendrá.. –Apenas se asomó por la puerta, habló con fastidio, apenas había podido librarse un rato de todas las malditas actividades de reconstrucción en su territorio y de purga en el germano– Sáquenlo.
—¡Quítenme las manos de encima, bastardos! –Pataleó para que no lo tocaran pero aún así los dos soldados lo sacaron bruscamente de la cama solo jalando sus brazos—.
—No me importa si gritas, si pataleas, si intentas escaparte... Debes entender quién manda aquí y tú eres quien debe obedecer. Si me desobedeces una vez más, te daré un castigo que de seguro no te agradará, ¿Entendido? –El de parche hizo una seña ordenando que el doctor se acercara, aunque al ver que este dudaba en acercarse al de dientes afilados lo miró con seriedad para que se diera prisa—.
—No vas a tocarme, mierda, ¡Te estoy diciendo que no! –Chilló arisco hacia el doctor que el más alto había que se aproximara a él, pero este acabó levantando su suéter y tomando la medida de su vientre—.
—¿Te burlas del doctor?, yo te di una oportunidad, ¿Cómo te atreverás a insultar a un alto oficial? –URSS cruzó los brazos mirando con fastidio al de esvástica, en esas semanas únicamente había recibido quejas sobre él– Tienes suerte de tener este doctor, tú... Tú eres un mero Nazi traidor,no te mereces el más mínimo respeto y aún así me digno en ayudarte… únicamente porque en ti hay un hijo mío.
—Si tanto te importa este mocoso entonces sácalo y te lo regalo, no quiero un hijo tuyo, me asquea la maldita idea de parir estirpe tuya, preferiría morirme antes. –Y como estaba furioso, escupió al suelo muy cerca de las botas del ruso, sentía la boca amarga a causa del enojo—.
—...Entonces no quieres a tu hijo, ¿Cierto?, no lo amas, ¿Te has perdido la idea de ser un padre amable y amoroso y en cambio, que solo eres un maldito traidor Nazi que fue vencido por una potencia comunista? –El de ojo hielo miró a sus otras RSS, cada uno había concebido a un hijo para él y los cuidaban ejemplarmente como les había ordenado—.
Al rubio le ardió el alma y sus ojos se llenaron de lágrimas por la rabia pero no las derramó.
—¿Amarlo?... ¡¿AMARLO DICES?!, ¡QUÉ SABES TÚ DE AMOR, SI ME.. ME VIOLASTE PARA HACERLO –La voz le tembló y se quebró a medida que iba hablando, forzándose a ignorar su propia vergüenza por lo que pasó– USASTE MI CUERPO A TU ASQUEROSO ANTOJO APENAS ME ENCONTRASTE.
—No te atrevas a volver a hablar así frente a mi, no hay nada que puedas hacer para evitar el hecho de que tu me perteneces, eres mi propiedad ahora y harás todo lo que dicte. ¿Estás escuchando?, Eres solo una herramienta para mi, eso es todo. No eres una persona, no eres nada. Simplemente eres un juguete que no entiende su propio lugar entre los demás.... ¿Entiendes esta vez? –En su ojo se mostraba la frialdad y el resentimiento que quedó en él tras la traición del alemán, a quién por alguna razón consideró pedirle ser pareja antes de todo eso, pero al ser traicionado comenzó a tener hijos con todas sus RSS para compensar lo que no pudo tener con él—.
—....Si tanto quieres a este maldito bebé, espero que se te muera en los brazos, porque no voy a amamantar a una mierda así. –Apretó los dientes ya bajando la voz a un gruñido entre dientes, le estaba doliendo la cabeza, hacer esos esfuerzos teniendo tres meses era jodido—.
—¿Cómo te atreves a desearle la muerte a tu propio hijo?, no te mereces concebir, ni ahora ni nunca. Eres alguien egoísta, no tienes derecho a llamarte una persona. –Frunció el ceño, sabía que era un asesino, pero ahora temió internamente de que él fuese capaz de matar a su propio bebé si nadie lo supervisaba– Aún así... No te preocupes de que el bebé te haga tener problemas, no le faltará nada, yo me encargaré de su educación como futuro ciudadano de la Gran Unión Soviética.
El doctor le hizo una seña de que ya no siguiera provocando al de ojos verdes porque este estaba respirando agitado y estando en el primer trimestre podría perder al bebé por cualquier rabia. Así que este le hizo otra seña a sus soldados para que devolvieran al menor a su habitación y cerraran la puerta.
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El de esvástica se acomoda mejor entre las almohadas y le dió un mordisco a la barrita de cereal, tenía algunas otras escondidas para que no se las pidieran cuando no las comía en el desayuno, a veces no quería verlas y otras cosas esa.. solo quería tragarse algo porque no podía saquear el refrigerador como si estuviese aún en su casa, extrañaba demasiado su hogar pero sabía que estaba todo reducido a cenizas.
Suspiró resignado y se rascó un poco el vientre, ahora parecía una bola, no era para menos teniendo siete meses pues hasta levantarse era un problema. Ya había estado pensando en algunas soluciones para cuando quería levantarse al baño o recoger algo, se acostumbró con el tiempo pero aún así no sentía nada por ese bebé que solo lo estaba haciendo sentir pesado como una ballena.
Pero como cada quince de mes, la puerta se abrió dejando ver al soviético y su estúpido parche, pero lo ignoró y siguió masticando su barrita de cereal ligeramente dulce, no tenía ganas ni de mandarlo a la mierda.
El carmesí se le queda mirando sin ningún tipo de emoción, un simple y raro silencio incomodó a los dos por unos pocos segundos hasta que le puso un dedo en la frente y le salió una voz grave y fría.
—Deja de ignorarme, si te estoy hablando es porque tengo algo que decirte. –El eslavo tuvo que aguantar las ganas de estrujarle la cabeza y abofetearlo, en vez de eso se limitó a fruncir el ceño esperando a que respondiera—.
—Quítame el puto dedo o te arranco toda la mano. –Gruñó Reich aún masticando con recelo, mierda, no quería que ese imbécil le arruinara el antojo así como le arruinó la maldita vida—.
—¿Crees que puedes intimidarme de esa manera?, te lo voy a decir por última vez, ¿Estás dispuesto a escucharme o eres un imbécil inmaduro que no sabe entender las cosas? –Tuvo la paciencia de sentarse en el borde final de la cama sabiendo que este ya no tenía la misma agilidad de antes como ahora lograr atacarlo de alguna manera—.
—Si es sobre tu pequeño feto asqueroso no me importa en lo absoluto, ya falta poco para poder deshacerme de él. –Resopló masticando con rabia la barrita de cereal, desviando la mirada hacia la ventana asegurada para evitar que pudiese abrirla más de unos centímetros y salir—.
—¿Entiendes siquiera lo que significa tu situación actual o es que el único cerebro que hay dentro de tu cabeza es tu estúpido odio hacia los soviéticos?, yo decido el futuro de este niño que llevas, se unirá a la Gran Unión Soviética donde todos los niños nacen para ser hombres y mujeres honestos. –Procedió a decirle acerca de lo que le depararía a ese bebé que llevaba, se encargaría de que nadie supiera su procedencia para que encajara con el resto de sus hijos en la sociedad—.
—Si ya sabes qué hacer con el entonces qué mierda te importa mi opinión. –Hizo una mueca de disgusto y se acostó en la cama dándole la espalda, tal vez si se dormía un rato el otro idiota se largaría dejándolo en paz—.
—Parece que no has aprendido tu lección... El único motivo por el que todavía estás con vida es porque me interesa cómo se desarrolla el bebé… –Y no mentía, se preocupaba por todos sus pequeños hijos por igual, así que cuando le informaron que el fascista tenía síntomas que concordaban con los del embarazo lo mandó a traer con los demás– Si te atreves a hacer algo que le arruine la vida de cualquier manera, te garantizo que te meteré en un mundo de dolor y te arruinaré.
—Mi vida ya es un mundo de dolor y ruina, ¿Harás fila dos veces?, Imbécil. –Sisea luego ocultando el rostro en la almohada, tratando de pasar desapercibido el hecho de que sus hormonas alteradas lo volvían más susceptible y estaba al borde del llanto—.
—¿Piensas que la vida no es justa contigo?, hay gente que nace en la mierda... Gente que no le queda más opción que dejar los años pasen y no hacer nada, la vida no les da ni la suerte más que un escupitajo en la cara. –Su mano enguantada se movió para recorrer despacio la pierna ajena sintiendo como inmediatamente se tensó– ¿Crees que el odio que sientes te va a llevar más lejos?, yo te he dado la oportunidad que otros no tienen... ¿Y así me pagas?, con traición, rencor y... con odio.
—No.. me toques. –Castañeó los dientes y apretó los puños, ese comunista lo había arruinado y ahora tenía el descaro de hablarle sobre injusticias– No me hables de desdicha, me embarazaste contra mi voluntad.
—¿Entiendes siquiera lo que digo o estás tan lleno de odio que no puedes oír nada más?, Tú... Tú podrías ser grande, podrías ser alguien en este mundo, pero no sabes lo que es humildad, lo que es... Apretar el puño y decir basta, en vez de odiar y dejar que el odio te desborde. –Mantuvo su mano en el tobillo ajeno como aquellas veces en las que le hablaba tomando su mano– ¿Piensas que tienes razón?, ¿Crees que yo te he hecho... Mal?
—...Ya no quiero hablar contigo, me arruinaste el desayuno. –El de esvástica se encogió hablando más bajo, quería hacerse ovillo y esconderse bajo la manta pero el vientre ya estaba demasiado grande como para permitirle eso—.
—Veo que eres una de esas malditas personas que no entienden cuando están vencidas… ¿Tienes tanto resentimiento dentro que no puedes perdonarme? –Volvió a fruncir el ceño fastidiandose por la actitud del rubio que seguía negándose a domarse– ¿Algo más que quieras decir?, no me respondas con más insultos o palabras huecas, dime lo que de verdad quieres decir. ¿Por qué no comprendes que si ambos dejamos esto en el pasado, podríamos ser algo?, ¿Por qué te dejas llevar por ese odio sin futuro?
—.....Lárgate… ojalá te mueras.. –Murmuró sintiendo las lágrimas silenciosas bajar por sus mejillas pero no quiso moverse y solo cerró los ojos deseando quedarse dormido rápido—.
El eslavo se le queda mirando por un momento antes de irse, sabía que no tenía caso seguir intentando hablar sobre el embarazo con alguien tan terco, no importaba cuántas veces quisiese informarle de que había ordenado antes una habitación equipada para que estuviese más cómodo con el bebé y que iba a traspasarlo cuando estuviese listo.
—Recuerda... Si intentas huir o alguna otra estupidez, si me desobedeces una sola vez más, te usaré para experimentos luego de que tenga a mi hijo. –Deja caer el puño en la cama en la parte donde estaban las piernas ajenas sin llegar a tocarlas y mira hacia el vientre visiblemente redondo antes de girarse, luego se va cerrando la puerta—.
Luego de eso tuvo que viajar por Europa dando órdenes y teniendo reuniones con los demás Aliados y countrys liberados de las garras de Reich, aún así manteniéndose atento a las llamadas de Moscú que le informaba semanal sobre el estado del menor y una que otra queja hasta que estando en el Kremlin llamó de emergencia, el alemán había roto fuente en la sala pero cuando fue en busca del doctor este ya se había esfumado, seguramente escondiéndose. Así que tuvo que dejar todo para volver a la villa y tratar de localizar al de esvástica junto con los guardias pero siendo más lento al no utilizar a los perros de rastreo para evitar accidentes además de la nieve que ya había caído por sobre todo el terreno a causa de la temporada, para su alivio lo encontró en uno de los graneros minutos antes del amanecer… este al parecer ya lo había tenido bien planeado desde antes porque lo encontró sobre mantantas y barritas de cereal que eran parte del desayuno.
Teniendo dos pequeños bebés bien acurrucados y sujetos entre sus brazos a pesar de estar profundamente dormido seguramente por el agotamiento, estos estaban limpios y envueltos entre retazos remendados de mantas amamantando con tranquilidad como dos ángeles hermosos.
—No puedo creerlo... ¿Estos son?... Mis hijos… tan pequeños... tan adorables... son perfectos… —Susurró acercándose más tratando de hacer el menor ruido posible, logrando ver a detalle de la farola de luz cálida, dos bebés tricolores de respectivas piel amarilla y piel roja carmesí como la suya—.
¿Cómo puede salir algo tan lindo de alguien con tanto odio... con tanto rencor?, era difícil odiar a alguien... Cuando tienes que ver a estos dos hermosos bebes y... No los ves como los hijos de un demonio... O una maldita criatura llena de odio... Es más, es casi imposible…
El rubio estaba demasiado agotado como para sentir que era tomado en brazos pero el carmesí que ya había entregado a sus bebés para que fuesen llevados a la habitación a la que ahora llevaba cuidadosamente al más bajo.
—Son adorables... Solo son unos bebés… –Los pone suave en la cuna, como si fueran algo frágil, ¿Cómo los llamaría?... ¿Habría forma de hacerles ver que no era malvado?, al menos, ¿Que no era realmente un desgraciado? Al menos no con ellos—.
Se sentó en la cama frente a los bebés, uno dormido, el otro con los ojos casi cerrados esperando a que se le acurruque así que lo meció en sus brazos durante un rato hasta que finalmente quedó bien dormido y lo acostó junto al otro cubriéndolos con la manta de lana.
—¿Podrías perdonarme… un poco…? –Murmuró ahora mirando al alemán que había sido correctamente limpiado y conectado a una bolsa de suero vitaminado para que se recuperara correctamente de su gran esfuerzo, él al final no había dañado a los bebés y le habló incluso sabiendo que no obtendría respuesta—.
Luego de que se le bajara el enojo aquél día se dió cuenta de lo que había hecho, en su frenesí de venganza no solo golpeó al de esvástica hasta dejarlo inconsciente, sinó que también se complació a sí mismo a costa de su cuerpo teniendo la cabeza perdida en fantasías viejas de que pudieron haberlo hecho en algún buen lugar si este no lo hubiera traicionado, pero la cruda verdad es que había abusado de él en su momento de debilidad. Y tras dejarlo en el Gulag donde cumpliría condena durante las siguientes décadas…. no pudo ni mirar a sus hijos a la cara, los amaba al ser sus pequeños, pero no podía negar el hecho de que fornicó con cada RSS imaginando que lo hacía con Reich. No tuvo cuidado y cierto tiempo después quedó estupefacto ante la noticia de que tendría varios bebés de diferentes tiempos pero no lo suficientemente distanciados de edad.
Pero recibió a cada uno en su nacimiento y se dedicó a conseguir nanas para que los cuidaran mientras que sus RSS volvían a sus trabajos designados con menos problemas hasta que finalmente acabó la guerra y pasó lo que pasó.
. . .
Un día después, el de ojos verdes despertó algo mareado, le costó largos minutos poder sentarse en la cama hasta que se sintió más despierto o al menos lo suficiente como para que su cerebro rememorara sus últimos recuerdos.
—¿Dond.. Dónde están mis bebés? –Su respiración falló por el desespero que se apoderó de él en un segundo al ver que ya no estaba escondido en el granero y que tampoco estaban en sus brazos—.
—Tranquilo… están aquí. –Su voz
fue baja, serena y calma, el soviético estaba sentado a un lado en la mecedora con ambos bebés durmiendo sobre su pecho– No te preocupes... Los dos están bien, solo que los tuve que llevar a una mejor habitación... No era seguro tenerlos en el granero y menos con la nevada, lo que hiciste fue peligroso para los tres.
—Dámelos, dámelos no te atrevas a llevártelos –Miró asustado al más alto, había pasado las últimas semanas preparando ese pequeño escondite para no tener que verle la cara nadie mientras soportaba el dolor de parir, pero en cuando pudo tenerlos en sus brazos… sus pequeños bebés le ablandaron el corazón—.
—Te lo prometí, no voy a hacerles daño. –Lo mira fijamente, no quiere asustarlo, solo quiere hablar con sentido común después de todo– ¿Los ves... No?, son perfectos... Tú... Tú de cierto modo eras así... Solo que tú... Tú eres más complicado que ellos.
Les sonríe ligeramente tomando sus pequeñas manos tan delicadas, es una sonrisa sincera y pero luego queda callado por un momento, los arropa con las mantas y se levanta con ellos en brazos.
—Los dos están sanos, pero tengo que pedirte algo a cambio de verlos… –La voz de URSS estaba tranquila, pero hay un ligero tono en ella, casi de súplica, un poco de suavidad distinguible en su voz– ..Me prometes... ¿Me prometes no ponerles nada de odio en la cabeza?
El de ojos verdes se quedó en silencio ese momento, mirando al más alto tratando de saber si sus palabras eran verdaderas y no aún tipo de trampa que luego me costaría muy caro. Pero acabó asistiendo despacio con cierta duda, después de todo no tenía a dónde más ir y menos cargando con dos bebés a los que debía proteger pero se negaba a dejar.
—No tengo la necesidad de hacerte algún daño, de ninguna manera, no te voy a mentir… los dos está bien.. Pero… te juro en mi nombre... Si los crías con odio, en vez de ponerles amor... Te juro por mi vida que te haré ver la muerte… –Mirándolo con ojos gélidos deslizó su mano para que la manta se moviera dejando ver a los bebés de ojos azules. Él se queda quieto, es obvio que está esperando una respuesta... La respuesta a su importante pregunta– ...¿Me vas a jurar que no vas a influir a los niños con tu odio?...... ¿Me lo prometes... O tendré que mantenerlos separados?
—No, no no no, te.. te lo juro, yo te lo juro, no los alejes de mi –Respiró agitado aferrándose a sus hijos, ocultándolos en su pecho deseando devolverlos a su vientre donde nadie los podía tocar—.
El azabache queda callado por un momento, pero luego pone una mano en la cama y se levanta con cuidado.
—..Te creo... Te creo… —Tras ello suspira, se ve que le cuesta mucho hablar de esta manera, le está saliendo del corazón pero de todas formas se fuerza por tocar el tema sin entrar a los detalles– Te prometo, que nunca te volveré a separar de tus bebés... ¿Ves? No soy un monstruo... Ni mucho menos… ¿Puedes perdonarme?
Reich, quién no sabía exactamente a qué se estaba refiriendo con esas palabras, solo se limitó a asentir mirándolo con duda. Después moviendo su camisa de gasa para amamantar a sus pequeños que inmediatamente comenzaron a alimentarse, no tenía idea de cuánto estuvo inconsciente pero esperaba que no hubiese sido mucho tiempo.
—Y... ¿Cómo los llamarás? –El carmesí se pone de pie, sus ojos miró hacia los bebés con una sonrisa leve pero más tranquila, no quería ser parcial con el amor a sus hijos… pero este par solo con mirarlos y tenerlos en brazos ese tiempo ya lo tenían embobado– ¿Te parece bien que sean "Rusia" y "Alemania"?, de esa manera ambos pueden tener los nombres de los países de sus dos padres... ¿Cómo te parece?
—Russland und Deutschland… –Murmuró el menor mirando pensativo los rostros de sus hijos, con esos pequeños ojitos pero sobre todo con sus colores heredados de sus antepasados… tuvo que aceptar que era apropiado y asintió—.
—Supongo que es algo irónico que un hijo de un nazi sea llamado "Rusia" y un hijo de un soviético sea llamado "Alemania" ¿No crees?.. –Su ojo hielo observó durante un momento a sus dos hijos más pequeños pero cuando pensó mejor en lo que había dicho su rostro se hizo algo más inexpresivo y retrocedió un paso tomando distancia– Cuídalos bien, ya.. tengo que irme.
Y únicamente dijo eso antes de salir de la habitación cerrando la puerta, aprovechando la inconsciencia del germano lo habían trasladado a su nueva habitación tras encontrarlo, era más amplia que la anterior y tenía un ventanal perfecto para que hubiese buena iluminación aunque por cuestiones de seguridad solo se podía abrir hasta cierto punto igual que la otra.
Desde entonces el de ushanka no volvió, o al menos no lo oyó cerca de donde estaba, aunque las raciones de comida habían mejorado significativamente y tuvo que aprender a aguantarse el estrés cada que el doctor venía a revisar a sus bebés pues debía hacerlo por su salud, cuando este se iba al fin.. se acostaba en la cama a abrazarlos receloso y besando despacio sus cabecitas. Después de lo que pasó y todos esos meses diciendo cosas horribles sobre su embarazo… se sintió estúpido de haber llegado a desear que "El bebé" muriese antes de nacer, pues ahora no podía estar no un segundo sin asegurarse de que respiraban bien al dormir y que no había nada malo con ellos.
Cosas que lo llevó a tener problemas y discusiones con otras de las RSS y sus nanas, pues cierto día Moscú le informó que al estar ya recuperado debería comenzar a trabajar como todos los demás en la villa, cosa que no le hizo gracia al de esvástica que no estaba nada acostumbrado al trabajo pesado y le soltó un comentario grosero…. para luego pensárselo mejor con resignación estresada, recordando que debía acatar todas esas mierdas para que no le quitaran a sus bebés, pero no iba a dejárselo a ninguna estúpida nana.
A lo que ello fue una sorpresa para el soviético, quién observaba desde la distancia luego de un tiempo, Reich tenía a ambos bebés contra su pecho atados con una sábana de manera incluso perfecta para que ambos estuviesen cómodos y seguros mientras el cumplía su tarea de sembrar semillas diversas en el huerto más pequeño de la propiedad. Pero él únicamente podía visitarlos de esa manera, al menos hasta que sintiese que el más bajo le guardaba menos rencor, por lo que mientras tanto se dedicaba a darle más atención a sus hijos mayores para que crecieran sintiéndose queridos a pesar de que no sentía nada por sus progenitores como en parte había sentido por el alemán.
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Cuando comenzó a cumplir sus tareas con menos problemas con el resto, pudo notar que el azabache estaba en la villa más a menudo y lo observaba de lejos como si fuese un vigilante más no un acechador, así que prefirió seguir con lo suyo pues había aprendido a entretenerse sembrando y cosechando con cuidado aún cargando con sus bebés.
Al parecer, después de un tiempo, está empezando a entablar una relación... Al menos con Rusia, ya que este es el que parece más ligado a él. Cuando sea más grande, le enseñarán su segundo idioma, le enseñarán sobre la historia de sus respectivos países... de la cultura… de la gente. Podía tenerlos entre sus brazos cada vez que Reich debía bañarse, pues este era consciente de que debía entregarlos a una de las nanas ya que no podía hacer ambas cosas a la vez y lo que menos deseaba era un accidente por no estar completamente atento, entonces el carmesí podía pasar tiempo con sus hijos e incluso los había hecho fotografíar para poder tener algo de ellos en su oficina para soportar el estrés del aún largo papeleo.
Por su parte, el rubio de cierta manera comenzaba a esperar que él se acercara… no sabía exactamente por qué o para qué, pero era el único al que conocía bien y el no hablar con nadie en todo ese tiempo lo tenía algo deprimido debido a sus viejas costumbres de siempre tener a la gente rodeándolo.
Después de unos días, este decide acercarse, no quiere asustar de más al de esvástica después de lo que pasó la última vez, tampoco está seguro de que haya perdonado realmente todas las cosas que le dijo o hizo, pero decide intentar.
—¿Cómo va todo?... ¿Los bebés están bien?, ¿Tienes alguna queja...o necesitas algo? –Habló primero el de hoz y martillo mirándolo a la espera de que al menos le dijera algo, él se había estado portando mucho mejor en la villa así que si incluso pedía carne, la conseguiría—.
El de ojos verdes se quedó callado observando a la niña en brazos del mayor, una pequeña rubiecita de cabello rizado y ojos cafés, se sentía muy tonto… pero en ese momento llegó a sentir celos de que estuviese pasando tiempo con los otros y sus hijos mientras que él se ensuciaba las manos con tierra cuidando de dos a la vez.
Sonriendo un poco el de ojo hielo quiso presentarle a la niña como su hija mayor, pero se quedó callado... No quiere arruinarlo… aunque pensó y luego se le ocurre una idea.
—¿Qué tal si... los niños crecen juntos?... Si me das tu palabra, los haré crecer como hermanos.... Sería perfecto... ¿Qué dices? –Parece que se le ha encendido algo en el cerebro, y parece algo más animado de lo normal, también porque su niña tan inocente aún movió su manito como saludo a los bebés que se babeaban las manitos mirando con curiosidad—.
El alemán cambió su mirada por una recelosa, ¿Por qué debería permitir o siquiera aceptar que sus bebés crecieran junto a los hijos de otros.
—Mis hijos no se van a juntar con otros. –Gruñó bajo frunciendo el ceño, eventualmente sus bebés iban a crecer y algún maldito los haría sentir mal solo por ser mitad alemanes—.
—Te comprendo, pero... ¿No quieres que crezcan en un ambiente que podría llevarles a no odiarse?, ¿Y si crecieran en un ambiente de amor... de felicidad?, ¿El ambiente opuesto a la guerra?, ¿No quieres que crezcan en contra de la maldita guerra?.. –Siguió intentando convencerlo, agachándose para que la pequeña Ucrania pudiese tomar la mano de Alemania, eran todos niños inocentes que desconocían sobre el odio– ¿Que se den cuenta de que ambos países no son tan diferentes?, ¿Que la guerra es una maldita idea nefasta?... ¿Que la guerra no es otra cosa más que dolor?....... ¿Entiendes... lo que quiero decir?
—Y cómo… ¿Y cómo evitarás que el resto los mire con desdén?, ustedes son soviéticos…… y yo soy un nazi en territorio ajeno. –El europeo desvío la mirada con un peso en el pecho, adoraba a sus bebés, pero prefería encerrarse en una habitación a pintarles un muro de mundo fantástico a que estos experimentaran el dolor del rechazo, tal como él en su niñez—.
—¿Estás seguro de que la gente te rechazará?, ¿Estás seguro de que la gente no puede ver más allá de lo que hay en el exterior?...¿No hay gente que quiere dejar el odio?, ¿Que está tratando de cambiar?, ¿O eres el único que no puede? ––Lo cuestionó luego bajando su mirada a la pequeña ucraniana que estaba más interesada en curiosear a los mellizos, ella o sus otros hijos ni siquiera sabían qué era una esvástica o un nazi– ¿Es esto lo que quieres para ti y tus bebés?, ¿Un mundo donde eres una persona odiada y te rechazan por ser quien eres?
—¿Y crees tú que los demás perdonarán así como así todo lo que hice en la guerra? –El rubio lo miró a los ojos para decir eso, era tonto que él fantaseara con que mágicamente todos olvidarían las muertes masivas, pero luego bajó la mirada y murmuró– ……….. Tampoco quiero ser otro más que es parte de tu criadero de niños.
—¿Por qué crees qué la gente no se puede perdonar después de la guerra?... ¿No crees... que la guerra nos hace entender que el odio solo trae dolor a nosotros?, ¿Y que cuando termina, lo único que queremos es paz? –Su voz salió bastante tranquila, realmente quería convencerlo para que soltase ese resentimiento y pudiese acostumbrarse a la villa dejando que los niños crecieran juntos para lograr así estrechar lazos y no repetir otra guerra—.
—Incluso si pasara… incluso si por alguna razón todos deciden perdonar lo que pasó. No quiero pasar el resto de mi vida como parte de tu catálogo de ejemplares para procrear…. –Ya había tenido suficiente de esa charla, así que se levantó acomodando a los bebés en sus brazos y giró para ir a lavarse las manos antes de regresar a su habitación—.
El azabache se quedó callado… sintiéndose impactado por la respuesta... ¿En serio?... ¿Eso pensaba que era ahora? ¿Que es parte de un... "Catálogo para procrear"?...... No le gustó la respuesta que le dio el de ojos verdes... Aunque, en parte, sabe que tiene razón por la manera en la que se convirtió en padre con los niños mayores... Aunque le duela admitirlo... Ya ha hecho cosas horribles... ¿Por qué la gente perdonaría algo así?
Aún así…. no quería rendirse con él, no tan rápido, se aferraba a sus viejos pensamientos de antes…. criar a sus primeros y únicos bebés mellizos con el ex fascista y que este viviese con tranquilidad al ya haber estado reparando sus acciones con el partido Nazi. Entonces decidió instalarse en la villa por un tiempo, para estar cerca de todos sus hijos y sobre todo de él, buscando mejorar cosas que este ya tenía para que se amansara.
—...No me vas a sobornar con filetes en el almuerzo.. –El más bajo tragó saliva tratando de fingir indiferencia por más que el delicioso aroma de la carne le abrió el apetito con ganas, hacía mucho que no comía nada de carne—.
Él se queda callado, la verdad es que no es ningún soborno... Solo está tratando de hacerlo sentir mejor... De tener un momento de calidad con él mientras come un buen almuerzo cargando a sus hijos.
—¿No te apetece la carne?, mandé a que la trajeran de Brandenburgo para que pudieras comerla con gusto.. –Le dijo sin mirarlo, estaba más atento a que su pequeño Alemania tomó su dedo entre sus manitos regordetas, era una preciosidad curiosa y lleno de paz—.
—Hmm… –Desvió la mirada un momento pero acabó siendo derrotado por su hambre y tomó un trozo que se llevó a la boca, inmediatamente suspiró al sentir el sabor familiar, era demasiado gratificante—.
—¿Ves?, Es buena carne... No estoy tratando de sobornarte... Solo estoy siendo amable… –Se le ilumina un poco la mirada al verlo comer con tanta satisfacción luego de casi un año y medio, le recordaba a cuando se reunían para cenar y este siempre comía dos platos además del postre– ¿Me puedes contar… por qué me traicionaste aquella vez?, ¿Por qué tanto odio en tu interior hacia mi en la guerra?
—..........Me lo ordenaron. –Murmuró mirando al plato perdiéndose en recuerdos, sus superiores creyeron que podían pelear entres frente a la vez y acabaron todos muertos dejándolo lleno de problemas a él—.
Los ojos del más alto se llenan de una ligera expresión, no enojo, ni miedo, una expresión que parece casi... Triste por las cosas que le ordenaron hacer también sin opción.
—¿Sientes remordimiento... por las cosas que te ordenaron?, ¿Sientes remordimiento de tu odio? –Otra vez buscó los ojos del germano para asegurarse de que su respuesta sea completamente sincera y no otro de sus frases engañosas para zafarse de algo que no le agradará hablar– ¿O lo único que sientes... es el odio... que te enseñaron?
—Soy un asesino, maté y permití un genocidio, mis manos están tan manchadas como las de todos en la guerra –Sus manos se hicieron puño y su voz un gruñido lleno de resentimiento por recordar a su familia en condiciones deplorables– Y si aprendí a odiar fue porque esos malditos destruyeron a toda mi familia y nos culparon de todo el desastre.
—¿De verdad era tu único camino?, ¿Los hombres de arriba te obligaron?, ¿Los superiores te exigieron que cometieras esos actos?, ¿Era tu único camino?... ¿O fuiste tu quien eligió… para hacer todas esas cosas? –Frunció el ceño mirándolo serio, sabiendo cuán astuto era el de esvástica para librarse con palabrería de las cosas que no le gustaban– ¿Para hacer ese genocidio?... ¿Para matar a esos niños y hombres… en nombre de "La raza Aria"?
¿Es el único camino que tenías?... ¿Era la guerra... la única solución?
—......Si alguien…. Si yo viniera a matar a todos tus otros hijos ahora, luego diciendo que es tu culpa lo que pasó, ¿Acaso no me odiarías, te cocinarías en rabia y buscarías arrancarme la cabeza? –Sus ojos se llenaron de lágrimas furiosas, pero un ruido incómodo de su pequeño Rusia junto a él hizo que bajara la voz antes de tomarlo en brazos para mecerlo– ….Eso fue lo que sentí yo cuando mataron a mi familia, solo era un niño.
—...Tienes razón… –Él se queda callado por unos segundos, luego suspira un poco negándose a rendirse– ¿Y si hubiera otra forma?... ¿Si te dijera que lo de la guerra se acabará, y que no más niños morirán?... ¿Si yo, que te estoy ofreciendo una manera de acabar con el odio que tenemos?, ¿Por qué te niegas a intentarlo?, ¿Por qué sigues eligiendo el odio?...
¿No crees que ya es hora de un cambio?
El rubio lo miró en silencio, estudiando en su mente las palabras ajenas…. ciertamente estaba cansado de vivir matando y huyendo por todos lados, pero tampoco quería dejarse como una presa fácil para otros. Aún así… si es que había una manera para que sus hijos viviesen tranquilos y lejos del odio, incluso si tenía que bajar la cabeza por ello…… lo haría.
—¿Quieres dejar el odio y empezar una vida de paz en la que puedan crecer los niños.. o… Tu odio es más grande que tu amor a tus hijos?... ¿De verdad quieres que vivan una vida de odio, una vida de muertes, una vida de llanto? –El de parche acomodó entre sus brazos al bebé alemán que se había quedado dormido en medio de la charla– Bien, ¿Cuál es tu decisión?, ¿Podemos poner un fin al odio y a los malos recuerdos?, ¿Podemos poner... un fin a la guerra y criar estos niños en paz?....... ¿Podemos... de la mano juntos, darle un futuro mejor a nuestros hijos?
Reich pasó saliva estando en una fuerte batalla mental que comenzaba a estresarlo y llenarlo de ansiedad encendiendo su instinto de huir de allí…… hasta que el tricolor en sus brazos hizo un ligero sonido que lo llevó a mirarlo, un ligero y dulce "Agú" mientras se babeaba la manito mirándolo con esos grandes ojos azules que compartía con su mellizo…. y ante eso se rindió, aceptaba ponerse una cadena al cuello con tal de que ellos pudiesen crecer en tranquilidad…
Sonriendo un poco, el eslavo se pone de pie. Y le extiende la mano con tranquilidad, aún teniendo al pequeño Alemania en el otro brazo.
—Bien, ¿Capitulamos? –Él se ríe un poco en tono bajo por ver a Rusia babearse la mano con tanto interés, sin duda serían grandes niños a futuro– ¿Quieres que seamos amigos para empezar?, ¿Que pongamos un fin al odio y seamos... una única familia?... ¿Nos uniremos para darles un futuro mejor a estas dos criaturas?, ¿Qué me dices?
—.....¿Y qué hay de tus otros bas… tus otros hijos? –Con una mirada de soslayo y algo desconfiada le preguntó al mayor, ni que pensara que iba a criar bastardos ajenos como si fuesen un grupo de mascotas– Digo, ya que mencionas esa cosa de "Única familia" y a mis hijos…
—No se lo merecen... Nunca lo entienden ni aprecian... son demasiado... Inmaduros para entender el significado de un hijo ni la responsabilidad de ser padre… –URSS hace una ligera mueca, le incomodaba el tema de la situación con sus RSS y prefiere no hablar de ello a lo que de esa forma desvía el tema– ¿Cuál es tu respuesta?, ¿Pones un fin a la guerra? ¿Te unes a mi como un amigo ahora, para criar a nuestros bebés y a mis niños... como familia?
El de ojos verdes hizo una mueca de estar dudando debido a la mención de los otros niños, incluso si el carmesí únicamente lo nombraba a él, pero suspiró profundamente cerrando los ojos para levantar su mano hacia la ajena y estrecharla como en un contrato.
El de hoz y martillo le estrecha la mano, de una forma bastante suave, no quería volver a dañarlo nunca más.
—Bueno, aquí para mi, la guerra se termina y... ahora...Te llamarás... Reich Von Union. —Se arrancó la insignia del partido que tenía en la gabardina y la dejó sobre la mesa de campo a lo que saca de su bolsillo otra insignia y dos broches banderas del territorio de Novorussia y DDR, ahora se ríe bajo de la ligera seriedad de la cara contraría y hace un gesto con su mano– ¿Puedo seguir llamándote Reivka?..
—Por favor no me pongas nombres ridículos como antes.. –Bufó volviendo a comer, por lo menos la carne seguía tibia, así que se dispuso a terminar el plato que no sabía tanto deseaba—.
El carmesí soltó otra risa baja y se sentó a su lado para tomar al pequeño ruso, con ambos entre sus brazos dejó al de esvástica comer tranquilo su carne costosa. Se quedaron allí disfrutando del clima algo soleado pero a pesar de no tener aún la costumbre de charlar el silencio que tenían no se sentía tan incómodo, menos cuando los otros niños fueron traídos por sus respectivas nanas para su hora de ejercicios acorde a su corta edad en el amplio campo de la villa. Y le dio gusto ver que Reich llegó a permitir que otra de sus hijas mayores, la pequeña Georgia, se sentara a su lado en el césped para ordenar flores por color, incluso si este le hizo una mueca al verla acercarse con sus pasos aún no tan estables, luego acabó entretenido mirando lo que hacía. Supo que con el tiempo aceptaría a sus hijos, incluso si no habían sido tampoco concebidos de la mejor manera o situación, también los quería mucho a todos.
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