PEDIDOS RE ABIERTOS Y UN ONE-SHOT
Hola Chic@s! He decidido abrir nuevamente los pedidos, pero esta vez con un detalle! Comentarán sobre quien quieren que haga el próximo One-shot, si alguien ya comentó el que ustedes quieren lo único que tienen que hacer es responder un "x2" en dicho comentario! El más pedido de la semana será el que suba el próximo fin de semana!! Pueden empezar ahora mismo en este capítulo!
También decir que ¡MUCHAS GRACIAS! POR LAS 22,4K DE LECTURAS Y 1,67K DE VOTOS!!
Para celebrarlo les traigo un nuevo one-shot, este NO ES MÍO sino que de mi amiga @NelielSanchez38 que ha decido donar su hermosa historia a esta colección!!
Créditos a mi amiga @xWonderSelx por la edición de la imagen!
Esperamos que les guste!
Chaoo
KUMI
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PERDÓN (CDMI)
Sus suaves caricias, su ronca voz, sus besos apasionados, su...
– ¡Jazmín! – escuchó la voz de su mejor amigo mientras sus manos le detenían fuertemente la cintura.
– ¿Eh? – dijo la chica mientras volteaba un tanto desorientada hacia Castiel quien la miraba con un poco de preocupación plasmada en su rostro. – ¿Qué pasa? – No entendía porque derrepente la había detenido así.
– ¡¿Qué pasa?! – dijo el pelirrojo exaltandose – ¡Estabas en otro mundo! Ni siquiera me escuchabas cuando te hablaba. Veníamos caminando por el parque y te fuiste de largo hacia la calle, ¡Casi te atropellan! – dijo el chico regañandola pero sin dejar su tono de preocupación.
– Oh... – dijo la castaña al tiempo que observaba detenidamente su entorno. Estaba a un paso de la avenida, un paso más y hubiese quedado planchada en la acera que era abarrotada por autos. – Lo siento, yo... – notó que se había quedado perdida en sus pensamientos, pensamientos en los que cierto rubio no desaparecía. – estaba distraída.
– Si lo noté – dijo el chico de forma sarcástica mientras pasaba su brazo por encima de los hombros de la muchacha y la dirigía nuevamente al camino por el que iban originalmente. – ¿Me dirás qué te sucede? No creo que estés en las nubes por nada.
Ella se dió cuenta de cuan embelesada había estado hasta entonces en los recuerdos de aquella noche. Pero es que no podía evitarlo, había sido una velada mágica.
Pero entonces, ¿que había sido lo de aquella mañana?
Flashback
– ¿Nos veremos mañana? – preguntó ella ilusionada mientras se separaba un poco del abrazo para mirar al rubio.
Estaban en la puerta del departamento de Nathaniel, a punto de despedirse.
– Mm... – el chico titubeó y le respondió con un tono cansino – no lo sé, veré si puedo, tengo algunas cosas que hacer.
– Oh bueno, entonces nos vemos luego – dijo la castaña algo confundida.
– Si... Luego, yo te llamo. – dijo él. Se separó de la chica y volvió a entrar a su departamento – adiós – dijo casi de forma cortante antes de cerrar la puerta frente a la chica, dejándola ahí sola, en medio del pasillo.
Fin de flashback
Si bien había invitado a Castiel al parque para pasar tiempo con él, ya que últimamente solo estaba con su novio, en todo ese rato no había dejado de pensar en Nathaniel; muestra de ello era lo que había pasado hace un momento.
– No creo que realmente quieras que te cuente – dijo ella después de soltar una risa nerviosa y ponerse algo roja al recordar el porque no se concentraba.
El pelirrojo al notar el cambio de expresión de la chica, supo inmediatamente en quién estaba pensando. Esa sonrisa, esa ilusión en sus ojos y ese notorio sonrojo que él nunca tuvo oportunidad de provocar. No pudo evitar sentirse mal recordando que la ojigris le pertenecía a quien más detestaba.
– Déjame adivinar – dijo él con un tono cansado – estabas pensando en el delegaducho.
– ¡Oye! No lo llames así – le respondió ella a forma de reclamo mientras le daba golpecitos en el pecho.
– Ya, ya, me rindo – dijo Castiel riendo – pero ¿que te hizo para que estés tan distraída? ¡Me olvidas! – dijo él poniendo su mano dramáticamente en su pecho. Ambos rieron por su exageración.
– Bueno... – dijo la castaña dudando si contarle o no a su mejor amigo – lo que pasa es que... Ayer, con Nath,.. lo hicimos – dijo tímidamente. Realmente no sabía si era correcto decirle eso a Castiel, después de todo aunque fuera su mejor amigo, no dejaba de ser hombre.
El pelirrojo al escuchar eso, tensó la mandíbula. No era tonto, había entendido perfectamente. Se había entregado a ese maldito rubio. Ahora sí, había perdido toda oportunidad con la chica que amaba.
Apretó sus manos al grado que sus nudillos se tornaron blancos y su ceño se frunció tanto que la chica a su lado se preocupó.
– Oye Castiel... – dijo insegura – ¿estás bien? Sé que no te cae bien Nath pero no pensé que te enojarías. – decía ella sin entender la reacción del chico –Él fue muy bueno conmigo y... – se vió interrumpida por Castiel quien bruscamente se separó de ella y se puso a golpear con rabia un árbol que había a su lado.
Ella sin entender el enojo del muchacho se acercó a él tratando de poner su mano en su hombro en forma de apoyo.
– ¡¿Por qué?! – dijo Castiel estruendosamente asustando a la chica y haciendo que está alejara su mano – ¿Por qué demonios Jazmín? –le dijo ya con un tono más bajo –¿Por qué él? – dijo ya en un susurro solo audible para él mismo.
– ¿A qué te refieres? – dijo ella confusa.
– Nada – dijo el muchacho dolido separándose del árbol mientras se secaba con rabia un par de lágrimas que se le habían escapado. – Me tengo que ir – dijo y sin esperar respuesta comenzó a caminar rápidamente (producto de su ira) lejos de ella.
***
Jazmín se encontraba en su habitación pensando en lo ocurrido esa tarde con Castiel, no había visto ese comportamiento tan explosivo en él desde aquella ocasión en la que casi se peleó con Nath.
Un delgado rayo luz de Luna entraba por su ventana, una corriente de aire frío entró por la misma. Se dirigía a cerrarla cuando su celular comenzó a sonar, ya era algo tarde no entendía quién podría ser.
Nath♡
– ¿Bueno? –dijo la ella al teléfono.
– Jazmín – contestó él con un tono serio – estoy fuera de tu casa, ¿Puedes salir?
– ¿Eh? Claro, en un momento salgo.
Apenas salió lo vio parado en la acera de espadas a ella, vaya que hasta a la luz de la luna se veía muy guapo. Con cuidado cerró la puerta tras de sí y en silencio se acercó a él para luego envolverlo en un abrazo por la espalda.
– Buenas noches, ¿Qué pasó para que tuvieras que venir tan tarde? – Le dijo la chica aún abrazándolo.
El rubio separó sus brazos de él y se volteó encarandola.
– Bien, estuve pensandolo y no hay forma suave de decir esto. – dijo de de forma borde.
– ¿Eh? – dijo ella desconcertada, no entendía a que se refería – ¿A qué te refieres?
– Hay que terminar con esto – dijo el rubio tajante.
– ¿Qué? – dijo ella sin entender nada.
– Lo nuestro... Mira no te lo tomes personal, pero tú a mí nunca me interesaste. – dijo el rubio como si estuviera diciendo algo sin importancia – Sin embargo hubo alguien a quien se le notaba a kilómetros que le gustabas. Para mí, el que yo te gustara solo me abrió las puertas a hacerle daño a él y no te lo negaré, vaya que lo disfruté. – mencionó con burla.
– ¿Que no me lo tomé personal? – dijo ella después de salir de su estupefacción – ¿Y qué jodidos quieres que haga? ¡Me usaste! ¿Cómo pudiste? No puedo creer que me arriesgué con tus padres y tú hermana cuando tú simplemente jugaste conmigo, ¡Maldición! – reclamaba ella entre la ira y la decepción.
– Wow, espera un momento – dijo él poniendo sus manos al frente en señal de espera – admito que lo de mis padres no estaba en el plan y te estoy agradecido en ese sentido, – señaló con un toque de arrepentimiento en la voz – pero eso es todo. Yo lo único que quería era joder a ese idiota, y para tu mala suerte tú fuiste la mejor forma de hacer eso. – dijo devolviendo la fuerza y sorna a su voz.
– ¿De quien demonios hablas? – le respondió ella sintiéndose estúpida, no recordaba llamar la atención de alguien antes de Nathaniel, mucho menos haberle gustado a alguien.
– Ah, mi pequeña inocente y tonta Jazmín – le dijo el rubio a la chica mientras ponía sus manos en ambos hombros de ella – tú baja autoestima nunca te permitió ver qué le gustabas, eso me hizo las cosas más faciles ¿sabes? Fuiste tan ilusa como para creer que yo realmente te quería y no notar que tú mejor amigo estaba enamorado de tí.
– ¿Castiel? – dijo ella sin poder creerlo, ahora todo tenía sentido; su reacción hacia unas horas, como se enojaba con ella cada vez que mencionaba los detalles de su novio, como se preocupaba y cuidaba de ella. Había sido tan ciega.
– Exactamente. Créeme, fue muy satisfactorio ver como se moría de celos cuando me veía contigo, como se desvivía porque le hicieras caso cuando veía que yo hacía contigo cosas que él sabía que nunca te podría hacer. – dijo mientras esbozaba una sonrisa malévola, ese tipo de sonrisa que ella nunca pensó ver en en ese angelical rostro – Como te dije; No era personal, tú pudiste ser la chica perfecta para mí, pero al gustarle a ese estupido me diste una oportunidad de oro. – Señaló para luego volver a la seriedad con la que había comenzado a hablar cuando llego a la casa de la chica. – Sin embargo, esto se termina aquí, ya logré lo que buscaba. Creo que a este punto ya debo haberlo destruido lo suficiente. ¿Y cómo no? Hice mía a la mujer que él amaba. – La sonrisa malévola que sin remordimiento alguno mostraba el rubio, solo le dejaba ver a la chica, que él en realidad siempre se había ocultado bajo esa máscara de "chico perfecto" – no tengo nada más que hacer contigo.
A este punto los ojos de la muchacha estaban cristalinos. Se encontraba destrozada, pero por su orgullo no se permitiría que él la viera llorar. No le daría el gusto de derramar lágrimas frente a él.
– Adiós, Jazmín. – dijo el chico mientras se alejaba por la banqueta dejando a la joven totalmente vulnerable en medio de esa fría noche.
Aun sin salir de su conmoción, la chica se adentro en su casa y lloró, simplemente lloró. Se derrumbó y dejo salir todo aquel sentimiento que había retenido durante aquel encuentro, después de que aquel chico pisoteara sus sentimientos.
Las lágrimas caían sobre su cara manchandola, pero no le importaba. Solo podía notar el dolor que un lindo rubio con cara de ángel malicioso le había causado.
Recordaba sus labios sobre los suyos, y un sentimiento de rabia, tristeza y asco le recorría el cuerpo entero. Lo había amado y él solo la había roto contra el suelo, como si de un frágil jarrón de porcelana se tratara.
Subió a su habitación, no quería que su madre bajará en algún momento y la encontrara ahí llorando. Pero al entrar, sintió como si la realidad le diera una bofetada.
La chica amaba los detalles, para ella era como poder capturar un momento dentro de un objeto. Por lo que atesoraba en sitios estratégicos de su habitación todos sus regalos o cosas que le recordarán momentos con él, de tal forma que al verlos pudiera remontarse a ese mágico suceso.
Su cuarto estaba más que repleto de este tipo de objetos, todas aquellas cosas que en algún momento le proporcionaron dicha y júbilo ante la ilusión de un tierno amor, ahora no eran más que los verdugos que la torturaban mostrándole la cruel realidad frente a sus ojos.
No pudo más, la joven se desmoronó, se encontró llorando en el piso, aferrándose a las mangas de su abrigo negro.
Y ahí lo recordo, ese acogedor abrigo negro se lo había dado Castiel. Ese abrigo que a ella le quedaba grande, mientras que a Castiel le quedaba como una chaqueta prácticamente.
Flashback
La joven ojigris había invitado al pelirrojo a ir a la feria, desde niña le habían encantado esos lugares y en esa ocasión quiso ir con su mejor amigo.
Le dijo que iría a su casa por él (si, aunque sonase a que eso era algo que usualmente hacen los chicos, a ella le dieron ganas de pasar por él) a cierta hora. Y ahí estaba, tocando la puerta de su departamento.
– ¡Voy! – Se escuchó la voz del muchacho poco antes de que este abriera la puerta.
– Espero que ya estés lis.. – estaba diciendo la chica poco antes de levantar la vista de su teléfono y toparse con su mejor amigo solamente con una toalla en la cintura y su rojo cabello mojado – ..to. – Era lógico, acababa de salir de bañarse. La naturaleza tímida de la joven traicionó totalmente su usual altanería con el chico y no pudo evitar que su cara su pusiera tan roja como un tomate.
– ¿Qué? ¿Te gusta lo que ves? – dijo el chico con una sonrisa burlona en el rostro.
– Pues fíjate que sí. – le respondió la chica recuperando la compostura y hablando de forma burlona – Bastante – le dijo y se mordió levemente el labio, sorprendiendo así a su pelirrojo amigo, para luego reír ante la expresión de su amigo. – ¿Qué? ¿Acaso no puedo aprovechar la vista? – volvió a hablar con burla la chica. Pasó a un lado de el joven y se adentró en su departamento.
Después de un tiempo tratandolo, se había acostumbrado a la forma en que debía responderle si no quería ser burlada por los comentarios del chico. Aunque al principio se la pasarán peleando debido a que ella le contestaba de forma altanera al muchacho, habían congeniado bastante bien en el momento en el que ella (a pesar de no caer en sus burlas del todo) comenzó a tomarse las cosas con más humor.
– ¡Pero apúrate hombre! – dijo la muchacha al ver que el chico se había quedado parado en la puerta. Lo tomo de los hombros por la espalda y lo empujó hacia su habitación apurandolo y cerró la puerta una vez que él estuvo dentro. – ¡Y apúrate! – le dijo frente a la puerta. – ¡Demonio! – dijo cuando vió al perro a su lado moviendo la cola de un lado a otro, se agachó a acariciarlo y se lo llevó a la sala para ahí esperar a Castiel.
Luego de 15 minutos esperando se dirigió a tocar la puerta del cuarto.
– ¡Hey! ¿Ya? ¿O acaso necesitas que te ayude a cambiarte? – decía la muchacha bromeando mientras abría la puerta. El chico estaba terminando de amarrarse los tenis, tenía puestos sus pantalones negros de costumbre y una de sus típicas playeras rojas.
– Solo me falta el abrigo – dijo el chico desde su cama mientras veía a la chica.
– Oh ok, veamos lo que tienes por aquí entonces – dijo mientras se acercaba a un armario donde estaban los abrigos y chaquetas del chico. – Mira, este está genial – dijo entusiasmada sacando un abrigo negro con gorro que tenía grabado un signo musical de Sol en la espalda – Creo que me voy a piratear este abrigo – dijo ella poniéndose una manga de la prenda.
– Trae acá – le dijo el muchacho quitándole el abrigo y alzandolo para que ella no lo pudiera alcanzar y gracias a los 10 centímetros que él era más alto que ella, lo estaba logrando.
– ¡Oh vamos! Apuesto a que ni siquiera lo usas – dijo la castaña con el ceño fruncido.
– Te equivocas – le respondió el chico – ya que fue tu magnífica elección – le mencionó con un toque de burla en su voz – lo usaré hoy – dijo mientras se ponía el abrigo y le sacaba la lengua a la chica. Ella solo hizo un leve puchero de inconformidad.
La tarde en la feria había ido bastante bien, se habían divertido bastante, para que negarlo. Pero al regresar se había desatado una fuerte tormenta de camino a la casa de la chica.
– Toma. – Le dijo Castiel ofreciéndole su abrigo para evitar que ella se mojara.
– No es necesario, gracias – decía ella de forma orgullosa. Si algo la caracterisaba era eso, y ella se jactaba de no ser como cualquier niñita delicada.
– Que la tomes te digo – dijo el pelirrojo aventandole encima su abrigo.
– Ok – dijo la chica en tono de rendición – Gracias, señorito. Aunque le confieso que esto se me hace muy raro viniendo de usted.
– Lo menos que quiero es escucharte quejar por la lluvia. Tomalo o dejalo. – dijo el defendiendo su orgullo a más no poder. La chica sonrió, le encantaba la peculiar forma que tenía el chico de cuidarla.
Al llegar a la casa de la joven, esta quiso devolver el abrigo a su dueño, pero este se negó.
– Quedatelo, de cualquier forma ya prácticamente no me queda. – mentira, si le quedaba a la perfección. ¿Así o más orgulloso? – Nos vemos – dijo despidiéndose.
– Adiós, y gracias Cass – dijo la chica antes de ver desaparecer al pelirrojo por la calle.
Fin de flashback
Y es que si se ponía a pensar detenidamente, Castiel siempre (aunque muy a su manera), le daba detalles o la cuidaba y se preocupaba por ella.
Desde que lo conoció, él mostró una personalidad arrogante, dominante,agresiva. Sin embargo al convivir y esforzarse por estar cerca de él, descubrió también posee un lado dulce, amable y cariñoso (el cual obviamente era demasiado orgulloso para admitir).
Había sido muy tonta, ¿Cómo es que nunca había notado los sentimientos del chico? Ahora se daba cuenta de que quien más había sufrido con toda esa situación fue Castiel.
La castaña nuevamente recordó la reacción del chico esa tarde y lo mal que se veía cuando se fué del parque. Apretó aún más el abrigo contra sí misma y se limpió las lágrimas con violencia. Había comenzado a sentirse impotente y estúpida, aquel rubio imbécil realmente no merecía sus lágrimas.
Se colocó unos tenis y salió de su casa. En lugar de quedarse llorando como una idiota, iba a tratar de arreglar lo que por su culpa se había dañado.
Después de unos minutos, la chica se encontraba frente a la puerta del departamento de Castiel, pero no sabía de dónde sacar fuerzas para confrontarlo. No sé atrevía a enfrentar la culpa que la estaba destrozando, pero más aún, no se atrevía a ver el estado emocional en el que se podría encontrar el pelirrojo.
Derrepente escuchó el ruido de algo en el interior rompiéndose, su preocupación fue mayor que la culpa que podía sentir e inmediatamente tocó la puerta. Ella espero que Castiel abriera, pero en su lugar se encontró con Lysandro, quien miró con algo de sorpresa y preocupación a la castaña.
– Jazmín, ¿Estás bien? – al parecer su malestar era visible. Su rostro la delataba, ¿Y cómo no? Si sus ojos estaban más que rojos. – Eh... No sé si sea bueno que estés aquí – dijo y casi inmediatamente después el heterocrpmatico volteó en dirección al ruido de cosas rompiéndose que volvía a escucharse. Al parecer lo que sea que estuviese pasando lo tenía alejado incluso de su característico porte victoriano.
– Buenas noches Lys, – saludo la muchacha y luego dió un brinquito de sorpresa al escuchar nuevamente el ruidoso sonido. – ¿Castiel está bi... – se detuvo al instante, había tenido el instinto de preguntar por el estado de el chico, pero luego lo recordó, era obvio que estaba mal y ella sabía la razón. La culpa volvió a hacerse presente. Otra vez se escucharon ruidos, aunque ya no eran de objetos rompiéndose, ahora estos eran constantes, como si fueran golpes. – Déjame pasar por favor, necesito hablar con él. – dijo la chica casi en tono de súplica.
Lysandro ante la insistencia de la joven y su rostro que demostraba la necesidad que sentía por hablar con el pelirrojo, solamente pudo moverse un poco para permitirle el paso. Ella se adentro lentamente en el departamento con Lysandro atrás de ella.
A medida que entraban se veían cosas rotas por doquier. Al llegar a la sala, además de unas cuantas cosas rotas y un desastre que indicaba que el pelirrojo se había desquitando con lo que encontró a su pasó, se podían observar 2 botellas vacías con un solo vaso junto a ellas.
Castiel había estado tomando. Esto preocupó a la chica de sobremanera.
– Lysandro ¿Enserio lo dejaste tomar tanto? Sabes cómo se pone cada que toma – dijo la chica volteando a ver enojada al peliblanco. Ahora lo entendía; cada que había visto a Castiel pasarse con los tragos, él tendía a ponerse violento y después de un rato (en la última etapa de su borrachera), se volvía vulnerable y se ponía muy sensible.
– Él... Encerio está muy mal – le respondió el joven, esto le hizo recordar que ella era la culpable de que el chico estuviera así. La culpa y el remordimiento no dejaban de aplastarla.
– Gracias por venir a con él cuando más lo necesita, – dijo dirigiéndose al joven de iris heterocromaticos – eres un buen amigo. – Eso último, era más un reproche para ella misma, que un halago para el chico. – Ahora me toca a mí – dijo ella dando una mirada a la habitación del pelirrojo.
El chico entendió perfectamente a lo que se refería la castaña, ellos necesitaban hablar.
– Te lo encargo entonces. – dijo el peliblanco y se dirigió a la puerta. Sabía que estaba dejando a su amigo en las mejores manos y la vez con el origen de toda esa situación. Solo podía esperar que todo terminara de la mejor manera.
Y fue así como al tocar su puerta, un roto Castiel abrió la puerta blanca. Al notar que era la castaña y no su peliblanco amigo (como había creído al abrir la puerta), se volteó dándole la espalda a la muchacha, no esperaba verla en ese momento. Aún no estaba preparando para seguir tratandola como antes, aceptando totalmente su realidad junto a ella.
Por su lado, para la joven no pasó desapercibido el dolor marcado en la expresión del chico apenas lo observó, se notaba en sus ojos enrojecidos que había estado llorando por mucho tiempo. También notó que una fina capa de sudor estaba presente en su piel. Su vista reparo en el saco de boxeo que ella misma le había regalado por su cumpleaños, parecía que lo había usado justo para lo que ella se lo dió, liberar ahí todas sus frustraciones (y afortunadamente parecía que también ahí había dejado la borrachera).
Recordando que ella era la causa indirecta de ese dolor y frustración, no lo pudo evitar, se lanzó a abrazarlo. Sintió su espalda tensarse, pero no le importó, no lo soltaría.
– Jazmín – trato de usar las palabras más sutiles que encontró – tienes que irte, yo no– se vió interrumpido por la castaña.
– Por favor no me alejes, – le dijo ella mientras lo abrazaba con más fuerza – a este punto no lo soportaría. – dijo recordando el dolor que hacía un rato había sufrido.
Fue entonces cuando el muchacho se giró y pudo observar a la joven detenidamente. Al notar como el rímel corría por sus mejillas, comprendió lo que le había sucedido, simplemente la abrazó en silencio. Tal vez su corazón estaba roto, pero no podía siquiera imaginar como estaría el de ella.
Jazmín se aferró al cuerpo de Castiel dejando salir sonoros lamentos, parecía como si el corazón se le estuviera estrujando violentamente hasta el punto de desgarrarse.
Él conocía ese dolor.
Ambos entraron a la habitación en silencio, necesitaban hablar sobre lo sucedido.
Pero no podían.
Sabían que si hablaban, ambos se romperían enfrente del otro y, ¿cómo podrían soportar la humillación de ver como esa persona importante los vio tan débiles?
– Perdon... – fue ella la primera en hablar en un débil susurro. En una sola palabra había concertado todo lo que sentía, porque ella quería acabar todo ese dolor, aunque no fuera su culpa.
Fin
No olviden comentar para el siguiente one-shot <3
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