Atrevimiento

Ayer en la tarde estábamos viendo una película y ocurrió un evento muy extraño, Bakugo se quedó dormido, me parece extraño ya que regularmente soy yo que lo hago, pero bueno ese no es el punto. La cosa es que el control estaba al lado y me apeteció cambiar el canal.

Pero... por algún motivo, no me atreví a hacerlo, se formó una escena en mi cabeza, en ella Bakugo se despertó y se quejo de que cambie lo que estábamos viendo. Y eso fue suficiente para... darme muchos nervios. Luego de ese evento me di cuenta de que le tengo un poquito de miedo a Bakugo, lo cual es estúpido, no tiene sentido tenerle miedo a tu pareja, después de todo sé qué él nunca me haría daño.

Así que para superar ese ilógico pánico que tengo, probablemente debido a su carácter, decidí que hoy haría las cosas que nunca me atreví a hacer. Cómo joderlo mientras cocina, por ejemplo.

Mientras yo estaba sentada en el sofá él estaba en la cocina cortando verduras a una velocidad inhumana. Me paré y me acerqué lentamente a su espalda.

—¿Qué quieres? —preguntó dándome un repullo.

Yo no respondí y mi primer impulso fue ir a abrazarlo por la espalda enrollando mis brazos en su abdomen. Me pareció divertido notar que sus músculos se tensaron y cerré los ojos.

—¿Qué mierda haces? Quítate... 

—No quiero —dije abrazándolo más fuerte.

—T/N, estoy cocinando ahora.

—No me importa...

[...]

Luego de comer nos sentamos en el sofá ya que no teníamos nada que hacer y empecé a ver sus ojos. La verdad siempre que estoy con Kirishima o Bakugo me la paso mirando sus ojos ya que me encanta el color, por eso Katsuki se ha puesto celoso más de una vez diciendo que miro demasiado al pelirrojo.

Cada vez que lo notaba desviaba la mirada, a veces se me olvidaba que estaba mirando sus ojos. Me sumerjo en ellos como si fueran un rubí.

—¿Quieres decirme algo? —preguntó volteando a verme.

—No

—Ya... T/N, párate.

—¿Mm?

—Solo hazlo.

—De acuerdo... —dije parándome frente a el.

Tocó sus piernas con su palma indicándome que me siente y eso iba a hacer, pero cuando estaba a punto de hacerlo me dió la vuelta y quedé a horcadas sobre él. Lo ví esbozar una sonrisa victoriosa y yo me cubrí la cara.

—Dime algo que me interese...

—¿Eh?

—Estoy aburrido, así que dime algo interesante...

—Eh... ¿El planeta tierra no es redondo?

—¿Qué mierdas dices?

—No sé, ví eso en internet

—Piensa en algo más. —dijo agarrando mi cintura.

—Mmm... la mayoría de elefantes pesan menos que la lengua de una ballena azul

—Eso me vale cinco mil hectáreas de verga —dijo frunciendo el ceño.

Ese comentario me causó algo de gracia y empecé a reírme un poco.

—Piensa otra cosa

—Emm... ¿sabías que en Júpiter y en Saturno llueven diamantes?

—¿Qué?

—Está comprobado

—Interesante.... pero igual me vale verga —dijo acostándome sobre el sofá.

—¿Q-qué haces? —pregunté con un poco de nervios.

—Se me ocurrió otra forma de quitarme el aburrimiento... —dijo agarrando mis muñecas.

—¿Ah si? ¿Y cuál es-

Cómo siempre, el rubio no esperó a que terminara de hablar antes de empezar a besarme apasionadamente.

No es conocido por su paciencia.

Nos separamos por falta de aire y sentí una mano deslizarse bajo mi camisa, antes de que pudiera reclamar me besó nuevamente introduciendo su lengua en mi boca.

No podía respirar pero a pesar de eso el rubio no se apartaba, mordí su labio inferior tratando de separarme pero el rubio tan solo intensificó aún más el beso.

Cuando por fin nos separamos tenía la respiración muy agitada y el rubio estaba a punto de besarme otra vez.

Aún no normalizaba mi respiración así que puse mi mano sobre su boca para evitarlo.

—Joder... p-pareces una bestia salvaje... —dije con la voz entrecortada.

Bakugo agarró mi muñeca y quitó mi mano de su boca.

—Sabes que siempre lo he sido... —susurró. —Lo que pasa es que ahora tengo hambre~ —susurró con una voz gruesa que me hizo sonrojar aún más de lo que ya estabas.

El rubio volvió a besar mis labios y lentamente bajó hasta mi cuello.

Intenté taparme la boca para evitar gemir pero agarró mis dos muñecas con una sola mano.

O tiene demasiada fuerza o yo soy muy débil.

Me quitó la camisa de un tirón y empezó a acariciar mis senos sobre el sostén.

—Ah~ d-detente~

—Tus labios dicen eso, pero tú cara dice otra cosa —dijo con una sonrisa ladina.

—Claro que no...

—Claro que sí —dijo cargándome  hasta la cama.

Narradora

—¿Por qué tengo este mal presentimiento? —dijiste con una sonrisa nerviosa.

El rubio se rió un poco y se quitó la camisa. En ese momento notaste que su cuerpo estaba un poco más trabajado que antes.

Miraste su abdomen por unos segundos y mordiste tu labio inferior de forma inconsciente.

El rubio lo notó, se acercó a tu oreja y susurró "no tienes porque limitarte a ver" antes de quitarte el sostén y lanzarlo a China.

Te sonrojaste aún mas, cada vez estabas más cerca de transformarte en un tomate.

Llevó uno de tus senos a su boca y empezaste a gemir en voz baja.

Luego de eso desabrochó su pantalón y ya sabías lo que se venía.

Empezó a embestirte lentamente y poco a poco fue aumentando la velocidad, asumiste que si gemías el rubio se conformaría y terminaría más rápido.

Lo que no sabías era que oírte gemir tan solo lo excitaba más y le daba aún más ganas de continuar.

Resumen: Valiste madres

•F•I•N•

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