Nathaniel / U / Do do do
Nathaniel – Do do do
Después de la universidad, el día de Flor, aún no había terminado, tenía que tomar un autobús para ir al hotel en donde trabajaba para pagar la renta de su departamento.
De lunes a viernes de 3 a 11 de la tarde, podías encontrarla en el lobby de aquel hotel barato, siempre con la mirada perdida, aprovechaba las horas muertas para hacer su tarea de universidad, tenía suerte que, en esa zona, no había mucha clientela.
Tenía tiempo para cumplir con la escuela y cuando terminaba, le gustaba husmear en la caja de objetos olvidados, tratando de imaginar una historia a cada labial, a cada par de zapatos, a cada libro olvidado que se empolvaba a medida que pasaban los días.
Un viernes por la noche, su jefe le pidió doblar turno, ya que su compañero no podría llegar, no tenía nada planeado ese día, la mayoría de sus amigas habían salido con sus parejas, así que aceptó, de cierta forma, tenía curiosidad deber cómo era el turno de la noche de ese lugar.
Su jefe le ofreció café gratis del restaurante que tenía el hotel, el responsable de mantener al lugar lejos de la banca rota. Sin más, fue al restaurante, entró a la cocina y vio a Sean sentado en la barra, era el único compañero que se veía maso menos de mi edad, le pedí una taza y platicamos un rato hasta que terminó su turno.
Aún le quedaba bastante tiempo por delante, ya había terminado todos sus pendientes; terminó sus tareas, había estudiado para el examen del lunes, terminó de leer la novela que estaba siguiendo por un tiempo, su celular estaba a punto de morir así que no le quedó más que dejarlo, se sentó en su escritorio, recordó que no había visto la caja de objetos olvidados desde hace un par de semanas.
Fue a la bodega, tomó la caja e inmediatamente la sintió bastante pesada, al abrirla, lo primero que pudo notar fueron un par de libros, una secadora de cabello y una bolsa pequeña.
Poco a poco creo una historia para cada cosa que voy sacando, se sentía como si tuviera en sus manos algunos pedazos de otras vidas, era extraño... pero fascinante.
Casi en el fondo, encontró una chamarra grande de cuadros verdes, eso explicaba mucho sobre el peso de la caja, parecía que era de algún hombre que había pasado la noche y en la mañana se olvidó de su abrigo.
Trató de pensar en alguna historia más interesante que sólo eso... pero fue interrumpida por el sonido de la campana de su escritorio, como pudo, metió todas las cosas a la caja, la colocó en su lugar, tomó una de las escobas, recordando en que su jefe le dijo que pasaría más tarde.
Salió del cuarto y caminó apresurada al lobby, su corazón se calmó al ver a un chico rubio recargado en la barra.
― Buenas noches... Quiere...
― No, en realidad, hace un par de días me hospedé aquí un par de noches pero olvidé un par de cosas en mi habitación así que me preguntaba sí...
― ¿Tenemos objetos perdidos?
― Sí, eso...
― Mmm claro, sígame.
Sin pensarlo dos veces, lo llevó a la bodega, bajó la caja y la sacó al pasillo
― ¿Qué fue lo que olvidó? ― Trato de ser amable.
― No me hables de usted, me haces sentir viejo... olvidé mi chamarra y una bolsa de maquillaje...
Tomó una de la cosmetiquera más costosa que había y jaló una de las mangas verdes que se asomaban.
― Tú ¿trabajas siempre aquí? ― Preguntó el rubio mientras sacudía su ropa.
― Sí, bueno... trabajo de lunes a viernes en el turno de la tarde...
― ¿En la tarde?
Comenzaron a platicar, era evidente que aquel chico despertó un singular interés en Flor, pero no podía apartar el hecho que se había tomado una cosmetiquera... ¿De quién o para quién sería?
Siguieron hablando hasta llegar al lobby.
― Así que... ¿Qué te parece si me pasas tu número? ― Preguntó Nathaniel, ahora sabía cómo se llamaba.
― JAJAJAJA ¿Crees que así de fácil es conseguir mi número? Buen intento... pero paso
― Vamos, yo sé que no quieres perderte una salida con este chico ― Sonrió con autosuficiencia...
― Es un honor pero... no. ― Flor le devolvió la sonrisa mientras le abría la puerta principal, invitándolo a salir.
― Esto no se quedará así Florecilla...
[•••]
― Tienes que admitirlo, desde la primera vez que me viste, enloqueciste por mí. ― Carcajeó Nath
― Mira que tú fuiste quien estuvo insistiendo día y noche dejándome recados en mi escritorio... Yo aún recuerdo la cara de baboso que tenías cuando entré al lobby
― Tsss, tú tenías la cara de conejito asustado temiendo que el lobo te comiera
― ¡Pensaba que eras mi jefe! ¿Qué esperabas?
Después de un tiempo, ambos chicos construyeron una amistad, salían cada que podían, Flor le mandó mensaje después de que él la visitara un día aleatorio en el hotel y aclararan unas cosas.
― Aún no puedo creer que creyeras que había pasado la noche con Amber
― ¡No me puedes culpar! En ese hotel pasan muchos tipos de ese estilo
Era su 14ta salida, estaban sentados en el cofre del carro de él, en la parte boscosa de la ciudad. Era tarde por la noche, Flor se sentía como nunca antes, al estar junto a él tenía la sensación de que todo iba a estar bien incluso si estaba lejos de casa, con luces color neón iluminando sus rostros.
― Recuerdo que cuando recibí tu mensaje estaba en la cafetería, estaba esperando a mi hermana mientras le tomaba fotos a mi taza.
― ¿Por qué le tomabas fotos a tu taza?
― Son cosas de chicos profundos, no lo entenderías. ― Ambos rieron un rato, la vibra de cada quien combinaba a la perfección.
― ¿Flor...?
― Nath...
― ¿Está bien pasar algún tiempo sentado a tu lado?
― No... entiendo ¿A qué va esto?
― Lo que quiero decir... Tú, ¿me quieres a mí también? Siento que mis actitudes contigo siempre fueron claras pero... ¿Te preguntas por qué? ¿De verdad hay más de lo que parece? O sólo soy yo fingiendo que todo está bien mientras me imagino cosas...
Flor lo tomó de la mejilla y lo besó, desde hace tiempo tenía ganas de hacerlo y por fin, encontró el momento perfecto.
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