Nathaniel / I / I should...
Nathaniel — I should...
Nathaniel, fue el primer chico del cual caí completamente enamorada. Acababa de llegar a esa nueva escuela, estaba aterrada por no conocer a nadie, hasta que me mandaron a la sala de delegados, cuando lo vi por primera vez, quedé hechizada completamente, al punto en el que me fue imposible formular una oración coherente, pero ahí estaba él, con una cálida sonrisa y con las palabras que necesitaba para poder calmarme.
Ese fue el día que comenzó este juego al que muchos llaman amor.
Durante todo el primer año de instituto, comenzamos a conocernos, puedo decir con certeza que fue la primera persona que entre más sabía de él, más perdía la cabeza.
Él era el tipo de chico que era amable con todos, estaba ahí cuando lo necesitabas y apesar de que su vida no era fácil, siempre tenía una sonrisa en la cara.
El día en que me armé de valor y lo invité a salir parecía sorprendido.
¿Es que en realidad nunca se dió cuenta de mis sentimientos por él?
Esa noche siempre se reproduce en mi mente cada vez que apagó la luz de mi recámara y me quedo en completa obscuridad, recordando su mirada dulce y su sonrisa tímida, el rubor de sus mejillas y los móviles de sus manos que delataban el nerviosismo que tenía.
Rosalya me ayudó completamente a planear toda la cita, al principio le rogué que fuera una cita doble pero ella, como era de esperarse, se negó. Con la excusa de estarme haciendo un favor ayudandome a enfrentar mis miedos.
Llegando al restaurante, él ya estaba ahí, esperando sentado en la mesa que había reservado. Ese cita fue una de las mejores decisiones que tomé. Hubo tanta conexión entre nosotros que podía jurar cómo los demás podían ver los fuegos artificiales que desprendíamos con sólo una mirada.
Caminamos un rato bajo la luz de las estrellas hasta que Nath me dejó en la puerta de mi casa, no intentó besarme, como juré que pasaría, sin embargo me dió un abrazo antes de entrar a mi casa.
Luego de ese momento las cosas entre nosotros mejoraron un 100 porciento, siempre que podía me tomaba de la mano, besaba mis mejillas y cuando platicábamos no había fuerza natural que nos parara.
Los días se alargaron, hasta una semana antes del baile de graduación, en donde por alguna razón que sigo sin entender, me dejó de hablar, llegando al punto en el que ni siquiera me saludaba en los pasillos.
Quise darle se tiempo, creí que tal vez tenía problemas personales que no podía contarme y no quería que pensará que lo estoy presionando.
Hoy era el día del baile, tenía planeado ir con él pero viendo lo delicado de la situacion, decidí ir con las chicas, con la fuerte esperanza de ver a Nathaniel ahí.
Pero meditandolo bien, esta era la oportunidad perfecta para arreglarnos y por fin, confesarle mis sentimientos hacia él.
El baile era en las canchas de la escuela, las demás chicas se encargaron de la decoración, todo el lugar estaba en tonos blancos y platas, muy diferente a como siempre se ve.
Escogí un vestido color verde, tratando de imaginar cómo Nath se iría vestido.
Luego de pasar toda la tarde con las chicas arreglandonos, mi papá nos llevó a la escuela, antes de dejar irme me agarró del brazo, me miró a los ojos para luego decir.
— Kareny, estoy muy orgulloso de ti, quiero que disfrutes al máximo esta noche, te la mereces. Este baile será de los pocos momentos que recordarás toda tu vida. Por favor... Ve y diviértete.
Lo abracé como pude y bajé del coche. Sentía la típica sensación de cosquillas en el estómago, al cruzar esa puerta, existían dos futuros, uno en el que las cosas salen mal y otro en el que si todo irá como lo planeé y así, por fin tendría mi primer beso con el chico que me gusta.
Luego de que el profesor de deportes me diera una entrada caminé sin pensar, decidida a lo que iba a hacer los próximos minutos.
Entré y lo primero que hice fue buscar a Nath con la mirada, para mí mala fuerte, él no estaba, mis esperanzas comenzaron ir en picada. ¿Y si no iba? El pánico comenzó a invadirme, hasta que me obligué a calmarme, él acompañaría a Amber, de cualquier manera... Y ella aún no llegaba...
Tenía que mantener esa chispa de ilusión viva y si Amber era la única manera, creería.
Me senté junto a Rosalya quien ya estaba con Leigh a platicar de cosas banales y por platicar quiero decir a qué yo sólo escuchaba... Aunque no escuchaba realmente, estaba atenta a la puerta del gimnasio para ver si mi chico no llegaba.
Un par de minutos después, Leigh invitó a Rosalya a bailar dejándome completamente sola.
Miré mi celular y ya había pasado cuarenta y cinco minutos desde que llegué, a ese punto estaba perdiendo lo último que queda.
Fue en el momento justo de que cambiaron la canción, cuando la puerta se abrió, dejando ver una cabellera rubia asomarse por la puerta.
Mi corazón comenzó a acelerarse descontroladamente, mi primera reacción fue levantarme de la silla.
Pero solamente era Amber con un vestido completamente pegado y con un letrero imaginario en el que dice "Necesito atención".
Me senté nuevamente con las esperanzas hasta el suelo hasta que la puerta se vuelve a abrir y está vez el mismo color de cabello se asoma, para después dejar ver al chico de mis sueños con una sonrisa y una mirada resplandeciente... Pero.... Pero no venía sólo.
Nathaniel entró con un traje negro y moño azul... de la mano de Melody, la chica que siempre estaba interrumpiendo cualquier momento en el que Nath y yo estábamos solos.
Melody con un vestido azul cielo, entró deslumbrando el lugar, tenía una sonrisa tímida y las mejillas sonrojadas. Nathaniel se acercó a su oído para susurrarle algo.
Lo que sea que le haya dicho hizo que ella asintiera y caminarán al centro de la "pista".
Las canciones "movidas" cambiaron de un momento a otro a canciones lentas.
Entonces sucedió, la mirada del chico rubio cruza con la mía, lo que para mí duró horas, no debió de ser ni 3 segundos, para después él desviará la vista con suma indiferencia.
Mi corazón se hizo encogió.
Nathaniel tomó la cintura de Melody y la estrechó contra él, acercandola lo más posible, ella con su sonrisa tímida apoyó su cabeza en su pecho y rodeó con los brazos el cuello de quien debería ser mi chico.
Pérdida, mirando la escena, no me había dado cuenta que tiré un vaso sobre la mesa. El líquido mojó toda la parte de abajo de mi vestido.
¿Es que algo más podría salir mal?
Agarré todo el puño de servilletas que había en la mesa, comencé a intentar secar mi vestido, pero la bebida era roja y por más que lo intentara ya había manchado todo.
Miré nuevamente a Nathaniel y Melody quienes ya habían cambiado de posición y ahora se estaban viendo el uno al otro. Como si nadie más existiera.
Como si yo no existiera.
Pero sé... Muy dentro de mí sé, que yo si fuera ella lo vería con el mismo amor y la misma ternura que ella lo hace.
¿Cómo es que nunca me miró así?
Sabía que iba a llorar. Sabía que debía de haber salido en ese mismo instante. Pero no lo hice.
Y ese fue el mayor error de toda la noche.
Ambos cerraron los ojos... Lentamente comenzaron a acercarse.
Hasta que sucedió.
Nathaniel la besó.
Mi mente, corazón y alma estaban destrozados.
Mi cabeza gritaba que era el momento de irme, de salir de ese lugar con dignidad, pero mi cuerpo seguía petrificado por lo que acababa de ver.
Cuando por fin tuve control, di un paso que, para mí mala suerte, se llevó todo el mantel y con él, todas las cosas que estaban en la mesa, haciendo ruido por todo el lugar.
Cómo era de esperarse todos me voltearon a ver, incluyendo a la nueva pareja del instituto.
Nuevamente crucé miradas con el chico de mis sueños, hasta que no pude más... Las lágrimas comenzaron a caer una por una.
Salí corriendo del gimnasio, al cruzar la puerta me detuve. A pesar de lo que había visto ahí... Tal vez Nathaniel vendría detrás de mí para arreglar las cosas.... Y... Él y yo...
Pasé media hora sentada en la banqueta enfrente de la escuela, esperando a que "el príncipe fuera por la princesa".
Pero jamás ocurrió.
Debí de haberle dicho que me gustaba, debí de hacerlo cuando aún tenía tiempo... Y ahora es muy tarde para eso.
Me levanté de la banqueta y caminé por las calles de la cuidad de vuelta a mi casa, con el vestido nuevo manchado y el corazón roto.
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