Castiel / U / Long way Down

Castiel — Long way Down.

Pasó poco más de medio año desde que regresé a la cuidad donde nací, poco a poco me fui acoplando a la nueva forma de vida que había comenzado.

Pasé a un ''nuevo capítulo'' de mi vida, en donde todo lo que alguna vez creí conocer, es totalmente diferente.

Desde las personas que antes los consideraba mis amigos hasta las personas que me hacían la vida imposible no son lo que alguna vez fueron.

Pero una persona en particular, la persona que cambió mi forma de ver la vida y sobre todo el amor, quien intentaba fingir que nuestra relación nunca existió.

No podía culparlo, después de todo, yo fui la primera en macharme.

Castiel y yo lo teníamos todo para ser indestructibles.

Cuando me di cuenta, ya era muy tarde, él lo intentó con su última llamada telefónica pero yo lo rechacé.

Desde que llegué, me trató como una persona más, su indiferencia me dolía tanto, pero ese era el precio que tenía que pagar por todo el dolor que yo le provoqué.

Al principio, me costaba mucho verlo a los ojos, fingiendo que su indiferencia no me importaba.

Al transcurso del semestre, poco a poco reconstruimos una amistad que había quedado en el olvido.

Ahora podía tener una conversación con él sin miedo a decir alguna cosa que arruinara lo poco que llevábamos.

Afortunadamente nunca fui tan imprudente y preguntar sobre nosotros.

[***]

Hoy era la fiesta de Rosa, me había pedido ir un par de horas antes para ayudarle con la decoración, había decidido que su fiesta sería de disfraces.

Me había dicho que no me preocupara por el mío, ya que ella tenía uno especial para mí, para ser honesta tenía un poco de miedo.

Tomé mi bolsa de maquillaje, cinta, tijeras, el regalo de Rosa y mi celular para meterlos en una bolsa y partir a casa de mi amiga.

Llegando, no hizo falta tocar la puerta pues Alexy y Rosa estaban en la puerta.

- ¡Diana! ¡Llegaste! - Rosa corrió hacia mí y me abrazó, a pesar de vernos hace unas horas.
- Bien, ¿Listos para hacer la mejor fiesta del año? - Pregunté.

Alex y Rosa dieron un pequeño grito de alegría.

[***]

Terminamos de preparar la comida una hora antes de que comenzaran a llegar las personas, el tiempo justo para arreglarnos.

- ¡Diana! Ven, deja enseñarte tu disfraz.
- Bien, espera. - Tomé mi mochila y subí las escaleras.

- Diana, estuve pesando mucho en el disfraz perfecto para ti y gracias a tus grandes cualidades de ayudar a las personas, tu nombre tan... particular, pensé en la mejor súper heroína de todos los tiempos.

Rosa sacó de su armario un traje de la mujer maravilla hecho a mano.

- ... aparte que te verías súper sexy en el traje.
- Wow... Rosa, eres asombrosa... muchas gracias.

Aunque preferiría que fuera Phoenix...

- Lo sé, ahora pruébatelo, falta poco para que vengan las personas.

[***]

Las personas poco a poco llegaban, la música estaba a cargo por uno de los amigos de Leight, yo aún estaba en el cuarto de Rosa, gracias al pequeño traje que me había hecho, tenía miedo de bajar y sentir la mirada de todos.

Alex me mandó un mensaje preguntando si ya estaba lista, pues según él, mi superman había llegado.

Un poco desconfiada, tomé mi celular y salí del cuarto.

Me sorprendió ver cuánta gente podía estar en una casa tan pequeña.

Busqué con la mirada a alguien conocido, ¿Desde cuándo Rosa y Alex conocen a tantas personas?

Caminé atravesando la sala con la mirada determinada, nadie tenía que saber que estaba completamente pérdida.

Llegué hasta la cocina, en dónde había montones de vasos rojos de plástico con líquido en su interior.

La bolsa llena de vasos nuevos estaba a un lado. Por un instante me debatí entre sí debía de beber alcohol o no.

Pero tomando en cuenta que es el cumpleaños de Rosa, es la excusa perfecta para ponerse hasta atrás, que Alexy iba a aprovechar para tomar hasta convencer a un chico de clóset en besarse en el sótano debajo de las escaleras y mañana en la mañana fingir que nunca pasó.

Yo era la encargada de que la casa no sufriera ningún daño.

Destapé la botella de refresco que estaba a un lado, espero de corazón que no pase nada malo.

Mientras volvía a tapar la botella, sentí como dos manos presionaban mi cintura.

Me giré y un chico vestido de mimo, apestado a alcohol estaba intentado hablar conmigo.

Sus palabras, fuertes pero arrastradas, hacían que se volviera imposible entenderlo.

Pero sus movimientos lo delataban, lentamente comenzó a subir sus manos por mi espalda intentando acercarme a él.

Sin esperar señal, cerré mi puño y lo estampé contra su cara.

Su nariz se había despintado por completo, dejando mi mano llena de maquillaje blanco.

Rápidamente el tipo se llevó sus manos a la cara y salió corriendo de ahí.

Me miraba la mano, sin expresión alguna hasta que escuché una voz peculiar.

- Ya estaba listo para golpear a ese idiota pero parece que no necesitas mi ayuda.

Castiel, vestido de lo que parecía ser "El zorro" entraba por la cocina con aire dudoso.

- Si, no la necesito, después de todo soy la mujer maravilla. - Bromeé respecto a mi disfraz.
- Y como era de esperarse, no te queda mal.

Me miró de arriba hacia abajo, sonriendo divertido.

- Ya golpeé a un idiota esta noche, sigue así y serás el siguiente.

Ambos reímos, aún me era difícil saber en qué punto estamos.

- No recordaba que fueras tan divertida "Princesa Diana".
- Y yo no recordaba que te sentará tan bien el negro.

Justo después de que las palabras salieran de mi boca, me di un golpe mental. ¿Qué clase de idiotez acababa de decir?

Miré a Castiel y él parecía un poco confundido. Pero una leve tonalidad roja se asomaba por sus mejillas.

-... ¿Y bien, qué te parece la fiesta? - Cambié completamente el tema, espero que se guarde sus comentarios para si mismo.
- Es... No aburrida.
- ¿"No aburrida"? ¿Enserio? Vamos Castiel, puedes decir más que un "No aburrida".
- Bien, está decente.
- Sé que no sacaré más de ti.

Comenzamos a reír.

En realidad, poder volver hablar con él, me hacía sentir llena, en cierto modo, sentía como sentimientos de hace años, que yo juré que habían desaparecido, volvían entre las sombras para quedarse.

Su mirada me hacía sentir segura, era algo que ya conocía pero, de alguna manera no era se sentía igual.

Salimos al patio y nos sentamos en el pasto, a este punto de la noche yo me había olvidado completamente porque no estaba bebiendo.

Estuvimos platicando de muchas cosas, entre ellas, nuestra relación.

- Yo enserio te amaba. - Solté luego de que me preguntará porque se había acabado lo nuestro. - Pero era joven e idiota, no podían entender que apesar de la distancia podíamos seguir estando juntos.
- Si bueno... Yo también te amaba, hasta que decidiste terminar con todo.

Sus palabras, aunque hubieran pasado ya unos años, se sentían vacías, como si estuviera hablando más para él que para mí.

- ... Cuando regresaste a la cuidad, por un instante pensé que había sido por mi, pero cuando te vi a lado de Alejandro, bueno, creo que decirte que te maldije esa noche es quedarse corto.
- ¿Alejandro? ¿Hablas de Alexy?
- Si, él. Hasta que me dijeron que "jugaba en el otro equipo"...

Solté una carcajada, esto era increíble, habíamos ido al mismo instituto y no sabía que Alex era homosexual.

- ... Después de eso, intenté odiarte, juro que lo intenté, pero cada vez que veía tus ojos, me olvidaba hasta de mi propio nombre...

Miré a Castiel, quién estaba mirándome de vuelta. Desde que había regresado, no había tenido una conversación tan profunda como está.

- ... Entonces lo entendí, entendí que apesar de todos estos años, yo nunca me olvidé de ti.

Sin pensarlo dos veces, lo tomé del cuello de su capa y lo jalé a mi, para así, después de tantos años, besarlo.

Mi mente estaba nublada, las palabras no me salían, pero debía de esforzarme si quería que esto fuera eterno.

Me separé de él, pero lo seguí manteniendo cerca de mí.

- Castiel, sé que fui una idiota en el pasado, que hice las cosas por miedo a lo que podría pasar, no sabes cuántas noches me arrepentí por todo lo que te hice pasar. Pero... Pero ahora todo es diferente, ambos crecimos y entendemos nuestros sentimientos... Castiel... ¿Quieres volver a intentarlo?

Castiel como respuesta, me acarició la mejilla y me besó.

Ahí estábamos de nuevo, dos viejos amantes sentados bajo la luz de la luna con la esperanza de no desperdiciar una nueva oportunidad.

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