Yoonji y yo / Jimin
Cuando me convertí en madre adquirí un sexto sentido.
Cómo por ejemplo, saber si Yoonji estaba pintando con sus crayolas una de sus paredes amarillas mientras yo estaba en la cocina, o cómo saber si estaba enferma con solo ver sus ojos.
O, cómo en este caso, tener la habilidad de leer con un ojo mientras con el otro observo que es lo que mi niña está haciendo.
No era tan literal el solo leer con un ojo, pero bah, me doy a entender.
Yoonji seguía coloreando pollitos sobre la alfombra gris de la sala, acostada boca abajo y moviendo sus pequeños pies.
De vez en cuando dejaba de colorear para acariciar la suave alfombra debajo de ella con extrema precaución, sabiendo que si llegaba a mancharla o maltratarla se ganaría un regaño de mi parte.
Seguí leyendo mi libro, mirándola de reojo.
De hecho, no era nada difícil perderla de vista, no solo para mí, para todos.
Es decir, quisieras o no, el negro intenso del cabello de Yoonji en contraste con su blanca piel siempre captaba tu atención, no solo de frente, también de reojo o de cualquier lugar en el que estuviera.
Era muy raro que alguien no la mirara.
La niña a la que se le cierran los ojitos cuando sonríe, la de labios gruesos o la de pestañotas negras y largas llamaba la atención en cualquier lugar en donde estuviera, tal como su padre.
Así que, cuando apenas se movió un poco, poniéndose de pie, ignoré mi libro y la miré.
Se paró frente a mí y con una sonrisilla me entregó un broche con el diseño de una cereza junto con su peine rosa —Se me cayó mami ¿Por favor me lo podrías poner?
Sonreí y asentí orgullosa porque dijo por favor y le di unas palmadas a mi regazo, para que se sentara —Claro, mi cielo.
Sonrió, cerrando sus ojitos en el acto y saltó a mis piernas con entusiasmo. Tomé su peine y el broche, y comencé a peinar sus negros cabellos.
—Mamá ¿Cómo conociste a mi papá?
No pude evitar congelarme por un segundo.
Puse el broche sin dificultades en uno de sus mechones y la senté mejor en mi regazo, ahora mirándola casi de frente.
—¿Por qué preguntas cariño?
Levantó sus dos hombros con temor a ser regañada —¿Por favor?
Negué con una sonrisa —Es una historia muy larga Yoonji ¿Segura que la quieres oír?
Mi niña pareció meditarlo un poco: frunció el ceño y entrecerró los ojos como si tuviera que responder algo sumamente difícil.
Después de pensarlo por algunos segundos asintió —¿Pero puede ser la versión corta? Tío Jin vendrá con Seungyeon y dijimos que íbamos a vamos a jugar a las princesas cuando llegue.
—Pero recuerda que solo llegarán de paso ¿Está bien? —Asintió y aproveché para acomodarme mejor en el sillón, tomándola en mis brazos y aclarando mi garganta de manera exagerada para hacerla reír —Tu papá y yo nos conocimos e–
—¡YOONJIIIIIIIIII! —La voz de mi sobrina de escuchó tras la puerta principal.
—No grites princesa, mejor toca —Reí al escuchar la voz de Seokjin, ignorando al cuerpecito que tenía frente a mi luchando por zafarse de mi agarre.
—¡YEONIEEEEE! —Ahora mi bebé fue la que gritó con fuerza, luchando con desesperación por salir de mis brazos y mirándome con el ceño fruncido.
—Mi niña no grites ¿Si? Corre a abrirles, anda —Por fin la solté y como bala corrió a la puerta a abrirle a su primita y a su segundo tío favorito.
Me paré del sillón y me dio tanta gracia que apenas entraron y Yoonji corrió a los brazos de Seokjin y Seungyeon dejó en el suelo lo que traía en las manos y corrió a los míos.
—Hola princesa —Cargué y llené de besos la cara de la pequeña castaña, sabiendo de Jin hacía lo mismo con mi hija.
Yeonie, como todos la llamábamos, sacó el cabello claro y los ojos grandes y occidentales de su madre, pero la nariz y los labios de su asiático padre. En pocas palabras, una verdadera y hermosa princesa.
—¡Te extrañé tía Sae! —Dijo entre risas, aceptando mis besos.
—Yo también mi amor ¿Y tú hermanito?
—Con mamá, fueron con mi tita.
Fingí sorpresa, abriendo mucho los ojos —Le mandas muchos besos de parte cuando lo veas ¿Si?
Asintió —¡Pero tienes que darme más!
Reí y volví a llenarla de besos.
Observé de reojo a Yoonji correr a mis piernas y jalar levemente mi vestido —¡Mamá! ¡Ya queremos jugar! ¡Ya déjala!
—¡No! —Gritó la castaña aferrándose a mi cuello.
—No seas chiflada Seungyeon.
La niña hizo un pequeño puchero pero cuando apenas tocó el piso, ella y Yoonji corrieron a abrazarse.
—Mi amor —Seokjin habló, parándose a mi lado —Dale a tu tía Sae y a Yoonji lo que les trajimos ¿sí?
La niña asintió efusivamente y corrió a la puerta, donde anteriormente había dejado una bolsa para correr a abrazarme.
Seungyeon volvió sujetando con cuidado la bolsa color café de McDonald's y con lentitud me entregó una malteada de chocolate y a Yoonji una cajita feliz.
—¡Gracias Yeonie! Jin no te hubieras molestado, enserio.
—Sabes que no es molestia Sae Hye, sabemos que es tu favorita.
—¿Cómo se dice Yoonji?
—¡Gracias tío Jin! ¡Gracias Yeonie!
Y antes de que pudiera decir algo, tomo el brazo de su prima/mejor amiga y la llevó a su habitación.
Me senté mirando las escaleras, observándolas subir tomadas de las manos y cuando desaparecieron, me dirigí a mi cuñado/amigo con una sonrisa —Hola Jinnie, pensé que vendrías con Samantha.
Negó, tomando asiento a mi lado —Samantha está desde la mañana con mis padres, pasamos sólo para saludar y para dejarles la comida, mis papás le compraron un trajecito de Santa a Kwan y Samy lo llevó para que se lo probara, pero no quiso despertar a Yeonie tan temprano, por eso se fue primero.
Asentí —Pueden quedarse el tiempo que quieran ¿Me acompañas a la cocina? Llevaré la malteada al refrigerador.
Seokjin aceptó y caminó a mi lado, pasando por el pasillo donde estaban la mayoría de las fotografías.
—Yoonji me preguntó cómo conocí a Jimin —Solté las palabras apenas vi la fotografía en dónde Jimin y yo posábamos a la cámara con una copa en la mano.
Ambos detuvimos el paso y Jin me miró rápidamente con sorpresa —Oh por Dios, nunca te había preguntado por él ¿Qué le respondiste?
—Nada, cuando apenas iba a hablar fue cuando llegaron.
—Oh, lo siento Sae, no quise interrumpir.
Negué —No tienes por qué disculparte.
En ningún momento lo miré, mis ojos estaban clavados en la fotografía que le tomé a Jimin el día que compramos a Cheeto, nuestro primer gato.
Mi respiración comenzó a ser más profunda y al parecer Jin lo notó.
—Dame —Jin tomó la malteada de mis manos, y aunque no despegué los ojos del muro de las fotografías, sabía y escuchaba que Jin guardó la bebida por mí.
Sentí su presencia de nuevo y con cuidado me tomó de los hombros, casi arrastrándome de nuevo a la sala —Necesitas sentarte linda.
Asentí, tomando una de sus manos y dejándome caer en uno de los sillones.
—Recordé cuando nos platicaron a todos como se conocieron —Soltó una risa nasal y prosiguió —Fue el día que te llevó a cenar y te presentó como su novia.
Asentí y dejé salir el aire que no sabía que había acumulado.
—Me hubiera gustado mucho casarme con él.
Jin sonrió con lástima, sin saber que decir.
—Nunca supe por qué Yoonji no me pregunta por Jimin. Jamás me preguntó porque todas sus amigas tenían papá y ella no, jamás me preguntó; nada. Sólo me escuchaba cuando hablaba de él o miraba con atención todas las fotos que le mostraba.
—Tú más que nadie sabes que tu hija es muy perspicaz, yo creo que no te pregunta ni te dice nada porque nota que te duele hablar de él.
—¿Y si no lo quiere? ¿Qué haré si no quiere a su papá?
—Lo quiere. ¿Quién no quiere a Jimin?
—Pero no lo conoció.
—Jimin murió sin saber que estabas embarazada, y tú y yo sabemos que Jimin la hubiera amado más que a su propia vida. Yoonji parece más hija de él que tuya, estoy seguro que pasa lo mismo. Sé que lo quiere.
Asentí, tratando de guardar las lágrimas.
—Tengo que pensar en cómo le contestaré.
Yo siempre he creído que si nuestra historia de amor fuera contada por alguien más, la canción de fondo sería Clair de Lune.
Jimin me volvía loca.
Desde su forma de sonreírme cuando me descubría mirándolo a escondidas o cómo se veía tan tierno cuando sus cejas casi se unían cuando fruncía el ceño y observaba como clavaba con lentitud mis dientes en la carne de sus muslos.
Como me daba un leve golpe en la nuca –que no lastimaba ni a un bebé– para que dejara de estirar los vellos de tus piernas mientras gemía de dolor y yo solo reía con aires diabólicos, observando sus graciosas reacciones.
Si, jamás fui una novia fácil de tratar, literalmente era un cadillo humano pero él jamás me intentó cambiar ni se mostró molesto.
Lo mordía, molestaba y lamía cuando tenía oportunidad, pero también lo besaba, lo acariciaba y lo escuchaba y trataba como la novia ejemplar.
Así que, mínimo, estoy segura que no fui una novia taaaan mala.
Siempre esperé su venganza, pero él jamás me dejó de tratar con delicadeza, como si cada vez que tocara mi piel tuviera miedo de quebrarme o lastimarme.
Cuando me miraba o me besaba lo hacía con una ternura que ni yo sabía que tenía.
Me daba gracia que algunas veces parecíamos más mejores amigos o hermanos que novios, muchas veces en lugar de salir al cine o a cenar nos quedábamos en casa jugando overwatch o haciendo competencia de quien podía comer más ramen, en la cual solo una vez gané.
Me llegué a escapar de casa para dormir abrazada con él o le mentía a mis padres diciendo que iría a casa de mi mejor amiga cuando en realidad Jimin y yo nos escapábamos al mirador de la ciudad y aprovechar para darnos besos y caricias por horas.
Y cuando experimentamos lo que era hacer el amor, bueno, era difícil sacarnos de la habitación y las escapadas de casa o de la empresa eran más seguidas.
Lo curioso de mi relación con Jimin, es que nunca fuimos amigos.
Nos gustamos desde el primer momento que nos vimos y él comenzó con el cortejo de inmediato.
Y así, a las dos semanas de salir nos hicimos novios.
A pesar de que lo nuestro comenzó demasiado rápido jamás cambiaría una sola cosa de nuestra relación.
Ni cómo comenzó, ni cómo nos conocimos, ni una sola pelea y mucho menos las reconciliaciones.
Por esa razón me costó tanto dejarlo ir.
Odié con todo mi corazón el servicio militar. Sabía que Jimin no pasaría un buen rato ahí, y no lo decía por los entrenamientos o por las condiciones, si no por las personas.
La gente suele ser cruel y lo comprobé el día que lo vi por última vez.
Ese día lo acompañé a la base militar donde tenía que estar a las cinco de la mañana. Al llegar sentí el ambiente pesado de todos los hombres mirando a Jimin, unos con caras burlonas, otros con indiferencia y los que más me asustaron, los que lo miraban con tanta ira que sentí un escalofrío en mi espalda.
Jimin se despidió con un beso y me susurró un "te veré pronto".
Y se fue, dejándome con toda la preocupación del mundo.
A la semana de su partida me desmayé cuando visité a Yoongi al estudio. Y así fue como me enteré que ya contaba con tres meses de embarazo.
Jamás dejé de menstruar, jamás. Por eso me tomó de sorpresa la noticia, no me lo esperaba, no se me notaba y mis pechos seguían del mismo tamaño de siempre, hasta que, como si fuese por arte de magia, a la semana todo mi cuerpo cambió.
Mis pechos aumentaron dos tallas y ya producía leche como si fuera a tener tres bebés. Y ni hablar de mi barriga, que ya estaba lo suficiente elevada como para que se notase.
Mis padres no estaban muy contentos por estar embarazada sin estar casada y con un novio que volvería en dos años, pero los padres de Jimin, por el contrario me llenaron de abrazos, besos y regalos y sobre todo del apoyo que no recibí de los míos. Todos los chicos me felicitaron hasta con lágrimas en ojos y no podía esperar por contarle a Jimin, rezando porque lo dejaran salir un día o por que permitieran las visitas.
Pero el día que cumplí siete meses de embarazo llegó la mala noticia.
Al principio dijeron que Jimin había muerto por un ataque al corazón.
Después que por iniciar una pelea.
Y finalmente, después de que exigí ver con mis propios ojos una de las cámaras de seguridad, nos enteramos que Jimin fue acorralado por seis hombres mientras tomaba una ducha y lo terminaron matando a golpes.
Mi mundo se derrumbó, pero me obligué a ser fuerte por mi hija.
Por nuestra hija.
Quién más me ayudó fue Yoongi, he aquí por qué el nombre de mi niña.
Todos me decían lo mismo: "Sé fuerte" "No llores" y las mierdas que se dicen en los funerales.
Yoongi solo se sentó a mi lado y escucho cada cosa que tenía por decir, lloró conmigo, se quejó conmigo y nos apoyamos como los hermanos postizos que siempre hemos sido.
Me ayudó todo el último mes de embarazo y diario, sin faltar un solo día, me acompañó a la base militar para exigir que mandaran a prisión a los seis soldados que asesinaron al padre de mi hija.
Lo hicieron, pero no dieron una fecha para el juicio.
Tuvimos que dejar de insistir temporalmente cuando mi embarazo se volvió de riesgo y la preocupación de todos aumentó cuando cumplí diez meses de embarazo.
Yoonji simplemente no quería salir. Parecía que sabía lo difícil que es vivir y prefirió quedarse segura dentro de mí.
Indujeron el parto cuando cumplí 45 semanas y todos, incluyéndome, estábamos con los nervios a flor de piel, porque lo más seguro es que solo una de las dos sobreviviría.
Yoonji nació el 14 de octubre, pesó 5.500kg, midió 55 cm y ambas sobrevivimos de puro milagro (mi corazón me dice que gracias a Jimin)
Cuando la vi por primera vez lloré todo lo que tenía acumulado. Abracé y besé a Yoonji hasta que se la tuvieran que llevar.
Hasta después de tres días pude recibir visitas, mi estado seguía siendo delicado y prefirieron no tomar riesgos.
Yoongi fue el primero en cargarla y no pude evitar llorar cuando lo vi llorar de felicidad.
La bebé es y será la copia de Jimin. Parecía que literalmente él la hizo solo.
Sus mejillas, sus ojos y hasta su perfil eran idénticos a los de él.
Todos se pusieron emocionales al verla.
Mi habitación se llenó de regalos y personas, pero sobre todo de adornos de corazones que el mismo Seokjin hizo con sus propias manos.
Ese día recibí el mejor regalo de mi vida: Namjoon me entregó la canción que Jimin hizo para mí días antes de irse al servicio.
Me contó que cuando saliera planeaba sorprenderme con una cena y esa canción.
Mi estadía en el hospital fue de tres semanas y el día que salí Yoongi me avisó que nos dieron fecha para el juicio. En dos años.
El coraje me mataba, nos mataba. Pero siempre que mirábamos a la versión femenina y chiquita de Jimin nuestra ira y enojo se esfumaba.
Yoonji creció llena de mimos, de sus cuatro abuelos, de su tío y de sus tíos postizos.
Fue la primera niña, y sobrina y nieta que llegó a la familia, por lo tanto vivía rodeada de lujos y de cumplidos.
Una niña sumamente alegre y amable.
Finalmente, cuando faltaba poco para el tercer cumpleaños de Yoonji, se hizo el juicio de Jimin y ganamos.
Todos pudimos estar en paz cuando vimos a los seis soldados recibir una pena de veintidós años en prisión por homicidio.
Ese día por fin me sentí en paz. Ya podía dormir tranquila y feliz con el cuerpecito de Yoonji pegado a mi espalda.
¿Pero cómo explicarle todo eso a una niña de seis años?
¿Cuál es la edad ideal para contarle que su padre fue asesinado? ¿De dónde voy a sacar el coraje de decirle la verdad?
—No tienes mucho que pensar —Habló Seokjin, sacándome de mis pensamientos —Solo cuéntale como lo conociste, es bastante romántico, le va a encantar.
Sonreí —Eso espero.
— Bueno —Jin suspiró y se puso de pie —Solo pasamos a saludar, Samy nos está esperando con mis papás ¡Yeonie! ¡Es hora de irnos!
Imité su acto y toqué uno de sus hombros —Recuerda que la próxima semana se festeja Jungkook en su casa ¡Ah! Y envíale muchos saludos a Samantha de mi parte ¿Si?
—Claro que si Sae.
Yeonie y Yoonji bajaron con las manos entrelazadas y, justo como cuando llegaron, Yoonji corrió con Jin y Yeonie conmigo.
Me puse de rodillas y abrí mis brazos, recibiendo a la bebé de cuatro años —¡Adiós mi amor! Ven pronto a visitarnos ¿sí?
—¡SIII!
—Dale un beso a tu prima y a tu tía, anda — Habló su orgulloso padre.
La castaña paró las trompas y dejó un tronado beso en mi mejilla y después en la de Yoonji.
—Con cuidado.
Seokjin asintió y después de mandarles besos mientras Jin salía de la cuadra en su coche, Yoonji volvió a estirar mi vestido cuando entramos a la casa.
—¡Mamá! ¡No me contestaste cómo conociste a mi papá!
—¡Oh! Pensé que lo habías olvidado. Ven aquí —La cargué para acurrucarla en mi pecho y me dejé caer con delicadeza al sofá —Antes, hace mucho mucho tiempo, trabajaba en una florería muy grande y bonita. Un día llegó tu papá y me preguntó cuál era mi flor favorita, cuando le respondí que eran los tulipanes me sonrió, compró uno y me lo regaló.
» Diario iba y me regalaba un tulipán de diferente color, un día me regalaba uno rosa, otro día uno blanco, luego uno azul, después uno rojo y así estuvo por dos meses.
—¡¿Dos meses?! — Asentí —¡Esas son muchas flores!
—¿Verdad que si? Después me invitó a salir y nos enamoramos.
Yoonji sonrió y me abrazó por el cuello —¿Mi papá me ama?
Asentí, acariciando su cabello —Muuuuuucho mi niña, todos los días te cuida desde el cielo.
—¿Crees que es feliz?
—Si mi amor, tiene la hija más hermosa del mundo, claro que es muy feliz.
Dejó de abrazarme por el cuello y me miró de frente, sentándose a horcajadas de mi—¿Lo extrañas mami?
Asentí con los ojos repentinamente llorosos —Mucho. Todos los días.
—No llores mami —Dijo formando un puchero y quitando las lágrimas de mi rostro con sus manitas —¿Vemos fotos?
Asentí —Jimin y yo te amamos mucho, nunca lo olvides.
—No lo olvido mami, yo también los amo.
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Si. Aquí yo soy la esposa de Jin.
ES NAVIDAD, ¿QUE HAGO ESCRIBIENDO COSAS SAD?
¡Felices fiestas bebes!
Lo dejé en mi tablero pero lo pongo aqui:
¿Fueron a muchas posadas? ¿Aún les faltan algunas?
Yo solo fui a una y esto fue lo que pasó:
Por no dejar de compartir fotos y hablar de chinos xdxd
GRACIAS POR LEER!!!
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