7. Estudiante Extranjera

Personaje: Mirio Togata.

Advertencia: Un poco de drama.

Pedido de: AnaLey2

◼️◼️💙◼️◼️

Fue tanto del brillo del joven que no pudo sostenerle la mirada, apartándola inmediatamente, ella era nueva en el colegio, ella era foránea a la ciudad, ella era una extranjera. Y como en su presentación ante la clase con la que compartiría el resto del curso, ella llevaba por nombre Anna. Las curiosas miradas de sus compañeros recayeron sobre ella, no fue únicamente por el hecho de ser la nueva integrante en la clase de tercer año, si no por ser también la estudiante de intercambio, una que procedía del continente occidental, América; aquellas miradas se incomodaron un poco a la extrajera, desviando la mirada constantemente del suelo a la pared, y de la pared al techo, repitiendo el ciclo mientras se presentaba.

El profesor encargado le asigno un lugar en el centro del salón, se apresuro en sentarse e intentar alejar de la atención de sus nuevos compañeros. Y así sucedió, al menos con la mayoría, pues la mirada enérgica y carismática de un enorme chico rubio era contante en ella haciéndola sentir cohibida. Anna nunca fue del todo tímida y sumisa, se podría decir que en un pasado no tan distante seria alguien que te hacia contagiar de su alegría, pero tras los recientes sucesos en su algo monótona vida le habían hecho que de su sol se fuera ocultar dejándola en una eterna noche sin alumbrar.

— Soy Mirio Togata, un gusto.

Tres jóvenes se habían puesto frente a su butaca; una joven que la observaba atentamente le sonrió con calidez, al otro extremo estaba un peliazul que al igual a ella, miraba a otros lados con la cabeza gacha, y al centro estaba aquel rubio entusiasta sonriéndole animado.

Hizo su intento por regresar aquella radiante sonrisa, pero no le nacía aquel gesto tan simple pero podría provocar de cientos de sensaciones dependiendo de la persona que la apreciará. Únicamente parpadeó, como si buscará demostrar que aún era consciente de sí. Sacó un cuadernillo pequeña, escribiendo de manera apresurada y con una letra dejando a desear:

   Lo siento, no dominó el japonés lo suficientemente como para entenderlos :)

Claro, era americana su idioma tenía que ser uno distinto al de aquellos orientales estudiantes, pero aquella nota no era del todo cierto, era más mentira que otra cosa. Anna sólo quería aislarse, no buscaba compañía de nadie, por tanto había mentido al escribir aquella nota a sus tres compañeros en una búsqueda de obtener su ardua soledad.

Pero entonces una estrella en su oscuro cielo apareció, el joven rubio sonrió ampliamente, su carisma era contagiable para cualquiera, menos para ella, pero aquello no significaría que no se haya sorprendido del joven Togata, su simple presencia desprendía de un luz sin igual, algo que ella se negaba a tener.

— No hay problema, practicaré mi inglés contigo — y de un brillo antes muerto en sus ojos apareció con tales palabras.

Aquellas palabras, sin duda, no eran las esperadas. Ella buscaba desesperadamente el apagar de la luz que el rubio le ofrecía, pero está se había intensificado aun más.








— ¿Qué clase de agencias de héroes hay de donde eres? — preguntó animado el joven, hablaba con un curioso acento en su pronunciación del inglés. No era del incorrecta, pero tampoco era la adecuada.

La morena dió un sorbo a su malteada, no lo comprendía, días habían pasado desde su primer encuentro, y desde ese entonces él, uno de los tres grandes, se sentaba a su lado cada día, buscaba el arrancarle de una sonrisa ya sea de una o otra manera, sin obtener éxito del que presumir. Pero del fracaso viene el éxito ¿No?, Él no se daría por vencido tan fácilmente; había visto desde el primer momento algo en ella que lo había atraído como un imán.

— Ah... Pues hay una asociación llamada "Los vengadores", el Capitán América y Ironman son los que encuentro interesantes — habló con cierto desgano, sus ojos divagando de un punto a otro, nunca en el rubio compañero, lo evitaba siempre, pero él era persistente — Aunque, a dónde realmente me gustaría formar parte es en los "Teen Titans".

Aquellas palabras no solo habían sorprendido al rubio, si no también a la morena chica; se había atrevido a hablar de un gusto personal, uno de sus aspiraciones a héroe, quizá era insignificante aquello, pero su apatía por todo, significaba de una gran avance por parte de Mirio, quién le sonrió como solo él logra hacer que le compartiera de un gusto, tal vez de lo más superficial.

Ella se levantó de la mesa saliendo rápidamente de la cafetería. Ese chico empezaba a moverle el piso, algo que no quería experimentar, al menos no una segunda vez. Mientras que por otro lado, Mirio estaba realmente feliz por aquel avance, era menos el camino a recorrer para poder entrar a su corazón, y eso lo ponía más que contento.

O al menos, eso pensó para ese entonces; pues después de aquello, Anna se alejó, la morena construyó muros más altos antes, prolongando la distancia entre ellos, la misma que el rubio con desesperó buscaba romper. El peligro que había sentido ante la cercanía de aquel joven se había intensificado en cuanto había compartido aquello con él; quizá y era paranoica, pero le aterraba que se acercara más a ella, no lo permitiría.

Y así, creo impenetrables murallas entre ambos, aislada de todos, incluyendo a él que aún no se daba por vencido por traspasarlos.



El entrenamiento finalizó, la mayoría de los alumnos agotados por lo duro que fue la rutina puesta. Los estudiantes estaban que se caían de lo exigente que estuvo aquél entrenamiento, algunos no fueron capaces de despegarse del suelo hasta recuperar el aire que ocupaban.

Anna formaba parte de aquellos que se habían pegado al suelo por el cansancio, su pecho subía y bajaba de manera rápida, aunque conforme el pasar de los segundos, su velocidad iba en decremento; algunos mechones de su oscuro cabello se habían ceñido a su moreno rostro debido al sudor,estaba que se moría por su el esfuerzo hecho.

— Hey.

Aquella animada voz, sin necesidad de abrir sus ojos sabía de quién era su dueño. Su entusiasmo, su optimismo, su manera de hacer las cosas le molestaban profundamente; no le importó del cansancio de sus músculos, ni del dolor que éstos provocaban, se levantó con una impresionante rapidez en busca de huir del rubio.

Pero aquel sobre esfuerzo la terminó traicionando, sus piernas se doblaron haciéndola colapsar, su estómago no pudo más, y terminó expulsado su desayuno, de no ser por unos fuertes brazos que la sostuvieron en cuanto su mente se empezó a apagar, hubiera caído sobre su propio vómito.

— Togata... — logró articular antes de cerrar los ojos y envolverse en la inconsciencia.

Cuando despertó, lo primero en ver fue del blanco techo de la enfermería, al bajar la mirada se topó con un alegre rubio que dormía tranquilamente a su lado en la espera de su despertar, provocando de un nudo en el estómago de la extranjera.

¿De verdad le importa?

Cómo pudo, se fue reincorporando de poco en poco. Unas fuertes ganas de llorar la abrumaron, y casi inconsciente su delgado mano se movió hasta la cabeza del joven de tercer año, deslizándose entre su rubio y suave cabello mientras las lágrimas empezaron a bajar por sus mejillas.

Los azules ojos de Mirio se fueron abriendo en cuanto sintió de el dulce contacto que mantenía con la americana. La observó llorará en silencio, pero no hizo nada por detener sus lágrimas; notó lo mucho que estuvo reprimiendo todo ello, sabía que estaba librándose de un gran peso con ello, por tanto, solo cogió su mano entrelazando sus dedos.

Provocando de un rubor casi inapreciable en la morena, quién no solo no paró de su llorar, lo intensificó, dejándose envolver en los fuertes y protectores brazos del oriental.






Desde un principio ella fue consciente de que ese entusiasta estudiante le movía el piso. No quiso aceptarlo en cuanto sus sentimientos de cariño afloraron, llegó el punto en que deseaba de su ruidosa compañía, pero por su exterior lo negaba. Y ahí, otra vez los dos juntos en una banca estaban, observando de un magistral atardecer en un agradable silencio.

Anna dejó que la brisa de la caída de la noche la envolviera, haciendo danzar su cabello con la brisa, sin preocuparse por primera vez desde meses que llegó de intercambio a la U.A. por ocultar la cicatriz que se extendía desde su oreja hasta su hombro izquierdo, una fina línea de color más claro a su piel.

Mirio notó de aquel hilo de cicatriz, tocándola con suavidad. En un principio, la occidental se estremeció por su repentina tacto, para después relajarse y contar aquello que la había hecho terminar al otro lado del mundo, y de haber temido tanto a los sentimientos que podría desarrollar por el rubio si no se alejaba.

— Anna — la mencionada abrió los ojos notando la cercanía a la que estaba con él — Me gustas.

Y ella calló por un largo rato, hasta que decidió hablar.

— Uriel era el nombre de un novio que tuve en América — el rubio siguió acariciando con suavidad de su cicatriz, bajando y después subiendo por esta — De verdad que lo amé con intensidad, pero... Pero dudo mucho que alguien que comparta un mismo sentimiento tan noble como el mío haga daño.

— Anna — sus manos subieron hasta el mentón de la chica, sus labios empezaban a temblar y sus ojos a cristalizarse.

— ¿Sabes? No puedo recordarle cuando me abrazaba o besaba, no tengo ningún recuerdo de él haciendo algo similar — una única lágrima descendió siendo limpiada por el pulgar del chico que la miraba atentamente — recuerdo más bien, todas esas veces en que me golpeó por hacerlo quedar mal... O esa era su excusa.

El rubio se sintió apenado por aquella confesión que estaba teniendo, pero guardo silencio, esperando con paciencia.

— Entonces... Entonces — su voz se quebró, tomó aire animandose en proseguir, lágrimas descendieron con mayor frecuencia, volviéndose a ser secadas por el oriental — ... Llegó un día en que... En qué con su kosei me lastimó, no puedo recordar del motivo, sin embargo, sé que en ese momento pude morir por lo agresivo de su ataque. ¿Cómo puedo saber que esta vez será diferente?

Mirio acunó su rostro entre sus manos, besó con dulzura la frente de la joven, un beso que hizo que todo su mundo se viniera abajo por esa tan agradable sensación, volviendo a que sus ojos se cristalizaran.

— Seré un héroe, seré tu héroe, siempre buscaré como salvarte, motivos para creerme con palabras no te las daré; te lo demostraré únicamente con acciones, para que no dudes de mi.

Anna se mantuvo quieta por aquellas palabras que ni siquiera esperó. Y por primera vez, le pudo dedicar de un pequeña pero sincera sonrisa, abrazándolo con ternura.

— Gracias por salvarme — dijo depositando un corto beso en su mejilla.


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Ojalá te haya gustado, me esforcé mucho :3

Aunque siento que tal vez pudo ser mejor :/

Recuerden que estoy abierta a pedidos de cualquier personaje.

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